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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

 

Hi!!! ^_^0 agradecida enormemente por tenerlos de nuevo por acá y por el interés que tienen en la historia *_* leamos a ver que pasa :B

 

 

 

 

 

En la siguiente dimensión que les encomendaron, tuvieron que hacer lo posible porque las bocas no se les hicieran agua.

 

- ¡¿Estos barrotes están hechos de caramelo?! – Exclamaba Boone – Tengo que mordisquearlos…

 

- ¡Boone alto! – Detuvo Sashi – Es caramelo súper duro, si lo muerdes te partirás los dientes.

 

- ¿Dónde estamos? – Preguntó Penn mientras observaba el lugar – Parece una edificación hecha de distintos tipos de dulce.

 

- Es la casa de un brujo que engorda a los niños con dulces para después comérselos – Verificó la chica.

 

- Eso suena bastante terrorífico – Penn sintió que se le ponía la carne de gallina – Aunque con Boone, ya tiene medio trabajo hecho – Miraba la contextura de su amigo.

 

- Hey. Para tu información, soy un muchacho robusto, muy acorde para mi edad – Comunicó mientras se cruzaba de brazos y desviaba el rostro, evidentemente ofendido con su comentario.

 

- Y bien Sashi… ¿Qué tenemos que hacer?

 

- Tenemos que escapar y acabar con el brujo para evitar que siga haciendo sus fechorías.

 

- ¿Y cómo hacemos eso? Somos unos simples niños y él seguramente un brujo que puede usar magia ¿Cómo lo enfrentamos?

 

- Ese es tu trabajo “héroe”. Piensa – Ordenó Sashi.

 

Cuando iba a sentarse a idear un plan, entraron a la habitación. Era Larry haciendo su respectivo papel de esbirro del brujo malvado.

 

- Hola chicos. Les he traído unas exquisiteces para que se degusten. Cortesía del anfitrión de la casa – Mencionó mientras sonreía afablemente.

 

- ¿Ah si? – El pelirrojo alzó su voz, adquiriendo el “modo héroe” que le encantaba utilizar - Pues dile al anfitrión que no vamos a comer nada porque hemos decidido hacer una huelga de hambre – En eso Penn detuvo su alegato de lucha pasiva, al darse cuenta de que el pelicastaño ya se había comido media bandeja de lo que hubo traído Larry - ¡Boone!

 

- Lo siento Penn… es que éstas galletas y estos pasteles están tan deliciosos – Hablaba con la boca repleta.

 

Sashi y Penn se miraron las caras, resignados.

 

- A éste paso, Boone será la siguiente victima de Rippen – Esbozó la chica.

 

El tiempo pasaba y lo único que tenía Zero para escapar era la idea de cavar un túnel en las paredes de galleta – muy tostadas, demasiado para darles un mordisco -, utilizando las cucharas de postre que les colocaba Larry junto a la bandeja.

 

- ¿Podrías dejar de salpicarme trozos de galleta? – Se quejaba Penn por el modo agresivo con que su compañera acribillaba la pared.

 

- ¿Qué quieres? ¿Qué nos tome toda la vida? – Sashi no dejaba de hacer su trabajo rudamente - ¡¡Esto está tardando una eternidad!! – Realmente estaba histérica.

 

- Yo creo que ambos están haciendo un gran trabajo – Alentaba el ojiverde.

 

- Boone, deja de comerte los trozos de galleta que estamos sacando de la pared – Pedía el ojiazul con una expresión de suma molestia.

 

- Pero es que así es más fácil de masticar… - Luego de un mordisco, tuvo que detenerse. Se llevó la mano a la mejilla – Oh oh… esto no le gustará a mi ortodontista.

 

- ¡Toma una chuchara y empieza a cavar! – Ordenó la chica con voz grave.

 

En eso, Larry volvió a entrar en la habitación. Ésta vez no cargaba nada en las manos más que un manojo de llaves hechas enteramente de dulce; lo que lo llevaba a de vez en cuando, darles una chupadita. Los chicos se colocaron de modo que el túnel fuera ocultado tras sus espaldas.

 

- El brujo malvado quiere verte Penn.

 

- ¿A mí? – El aludido se señaló con extrañeza - ¿Me dejarás salir de la celda?

 

- Deja de hacer preguntas – Susurraba Sashi luego de haberle jalado de la manga – Lo mejor que puedes hacer es acompañarlo y ver que puedes hacer mientras Rippen y tú están solos.

 

- Es una buena idea – Confesó Boone, también en susurro.

 

- “Pensar en qué hacer mientras estamos solos… ah… ¿Por qué será que me siento como si estuvieran lanzándome a la cueva del lobo?”

 

El muchacho no pudo evitar sonrojarse ante su pensamiento. Sabía que estar a solas con Rippen lo llevaba a comportarse de un modo que hasta la fecha no comprendía, era como si algo lo poseyera. Se tranquilizó tras darse cuenta de en dónde se hallaba, estaban en otra dimensión, allí la tregua no tenía validez; quizás con eso en mente, aquel hechizo que siempre lograba perturbarlo cuando estaba junto al hombre, no tuviera el mismo efecto. 

 

Quiso creer que así ocurriría.

 

Penn acompañó a Larry hasta dónde se encontraba el villano. Rippen lo esperaba en una amplia y lúgubre cocina, que desprendía un aroma dulzón.

 

- Te estaba esperando, Penn Zero – Exclamó el hombre mientras colocaba una charola cubierta sobre la mesa hecha de pan dulce.

 

Penn se dio cuenta de que Larry cerraba la puerta. Tragó grueso. Ahora no había marcha atrás. 

 

- Por cierto… te quedan muy bien los pantaloncillos cortos… - Mencionó Rippen para sacarlo de su mente.

 

- No te burles – Se sonrojó ante la mirada provocativa del mayor.

 

- No me burlo. Así como estás me encantaría sentarte en mis piernas – Sonrió con malicia.

 

- …No sé muy bien lo que eso signifique, así que lo ignoraré – Desvió el rostro sumamente sonrojado.

 

Obviamente, se hacía el inocente. Sabía que estaban en “zona de guerra”. Debía estar alerta o de lo contrario, el hombre podría aprovecharse de su guardia baja.

 

Claro que considerarlo y ponerlo en práctica, era difícil para el pelirrojo, siendo que sin saberlo, estaba aturdido por sus propios sentimientos hacía su enemigo. Aún así, trató de convencerse de que tenía la situación bajo control.  

 

- Je je Ven querido Penn. Siéntate – Rippen le mostraba una silla – No tengas miedo.

 

- ¿Vamos a sentarnos a dialogar? Me parece bien.

 

- No te preocupes. No pienso clavarte un cuchillo en el corazón – Llevó su mano hasta la tapa plateada perteneciente a la charola y la acarició un poco.

 

- ¿Y envenenarme con una dona o un croissant? – Sus ojos no se apartaban de lo que sabía, contenía en su interior algo peligroso.

 

- No haría semejante cosa – El ojirojo se mostró dramáticamente ofendido – Sólo quiero demostrarte mi gratitud por lo del otro día en el parque – Levantó la tapa y descubrió el muffin – Como parte de nuestra tregua…

 

Los ojos del muchacho se iluminaron. Ahí, en la cubierta de un muffin de gran tamaño, estaban hechos con crema la silueta de él junto a sus padres. Tomó el pequeño dulce por el capacillo y lo contempló, con ojos brillantes.

 

- ¿Lo hiciste… para mí?

 

- ¿Qué te crees? ¿Qué sólo el artista se destaca en lienzo y arcilla? – Rippen mostraba altivo sus capacidades.

 

- Esto es… muy bueno en verdad – Sintió las lágrimas acercarse, por lo que se apresuró a limpiarse antes de que pudieran delatarlo – Realmente tienes grandes habilidades Rip… ¿Seguro que no le colocaste veneno o algo así?

 

- ¿No confías en mí? – Preguntó sin abandonar su sonrisa.

 

- No debería… - Ladeó el rostro – “No en éste mundo donde se supone, la tregua no existe…”

 

Penn sintió cuando le tomaron el mentón y de nueva cuenta, volvía a perderse en aquellos ojos rojizos…

 

- Penn, créeme. No coloqué veneno en el muffin. Puedes comerlo con tranquilidad.

 

- … ¿Cómo sé que ésta no es una treta para engordarme y comerme luego?

 

- Bueno, con un sólo muffin no engordarás mucho – Poco a poco fue soltando al pelirrojo para luego sentarse frente a él – Y podría comerte si… a besos quizás…

 

- …

 

- Eres lindo cuando te dejo sin habla, en serio – Sonrió amplio – Anda, come. En casa no tengo la posibilidad de tener tales ingredientes, así que me pareció esplendido aprovechar la situación… Considéralo una ocasión especial.

 

Ante los argumentos de Rippen y su propio deseo, el chicuelo se llevó el muffin a la boca y le dio una mordida. El pelinegro no retiraba de sus labios aquella sonrisa, mientras mantenía sus manos en ojiva.

 

- Esto sabe a… chocolate y… ¿Menta? – No pudo evitar sorprenderse, era el sabor de su helado favorito en un panecillo dulce.

 

- ¿Te gusta?

 

- Admito que está delicioso… - Con la boca llena y las mejillas pintadas – “¿Lo hizo… por mí?” – De nuevo, aquella sensación hormigueante en su bajo vientre, lo hacía temblar como un animalito asustado.

 

- Me alegro…

 

Penn se concentró en saborear el postre, completamente olvidado de su verdadero objetivo. Quizás, pensaba en aquellas ocasiones en que él y sus padres, hacían algún postre en familia. Cómo extrañaba aquellos momentos idos.

 

Rippen se acercó hasta el chico y retiró un poco de crema de la comisura de sus labios. Chupó su dedo y sonrió, como sólo él lo hacía. A estas alturas, ya Penn estaba perdido.

 

- Yo… no sé cómo retribuirte… - Y es que lo del muffin le parecía tan especial.

 

- Levántate Penn Zero – Musitó.  

 

Tras obedecer a su mandato, el pelirrojo fue testigo cómo inmediatamente el mayor le agarró y le capturó en un beso, un beso sumamente dulce. Penn mantenía los ojos cerrados y gemía por lo bajo, la sensación en su vientre se acrecentaba y la lengua del mayor, luchaba por meterse en su boca.

 

- ¡No! – Lo separó, con las mejillas incendiadas.

 

- ¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo? – Buscó de atraerlo, suavemente – Estás temblando demasiado.  

 

- No tengo miedo… Es que… no sé que decir… - Se encontraba alarmado, aterrado ¿Cómo responderle coherentemente en la respectiva conversación héroe/villano, si las palabras se entremezclaban en su cerebro? Aquella situación lo destruía moralmente.

 

- No digas nada entonces – Mencionó con seriedad.

 

Esa actitud por parte del otro hizo que el pelirrojo se diera cuenta de que una vez más, Rippen tenía el control de la situación.

 

Como mencionó el pelinegro cuando hubo entrado en el cuarto, Penn acabó sentándose en una de las piernas del hombre. Estaba avergonzado, pero también le atizaba aquel recuerdo de cuando su padre lo sentaba de aquella misma forma para luego contarle fantásticas historias, llenas de increíbles hazañas protagonizadas por personajes que ahora, se daba cuenta de que eran sus mismos padres…

 

- Pero que ligero eres… ¿Cuánto pesas? ¿40 kg más o menos?

 

- No lo sé – Permanecía cruzado de brazos - No estoy en edad de mortificarme por los números de una báscula ¿Qué hay de ti? De seguro debes tener uno de esos aparatos en tu baño para verificar tu peso cada mañana.

 

- Vaya, ha vuelto tu ingenio – Celebró – Aunque, me gusta más cuando te quedas sin habla.

 

Rippen llevó su mano hasta la entrepierna del muchacho, con ese gesto, arrancó un sonoro gemido que no pudo ser contenido. La sonrisa del hombre demostraba el triunfo que sentía. Comenzó a masajear la zona e inmediatamente, Penn llevó sus propias manos hasta colocarlas sobre la del pelinegro; no buscaba de detenerle en realidad. Mantenía los ojos fuertemente cerrados, medio recostándose del cuerpo del pelinegro, escuchando como el propio Rippen se agitaba de sólo tenerlo así.

 

- Penn…

 

El hombre fue más atrevido y se detuvo para abrirle los pantaloncillos. Metió su mano hasta encontrar el miembro puberto, inhiesto por sus caricias. Rippen comenzó a masturbarlo con vehemencia y Penn, pensó que se volvería loco de tanto placer brindado. Ya no importaban las etiquetas de héroe y villano; el muchacho se quejaba sin pena alguna mientras que sus mejillas, se hallaban en armonía perfecta con sus cabellos.

 

Cuando Penn llegó a su límite, una sonrisa se dibujó en su rostro cansado, permaneció con los ojos cerrados, dejándose llevar por la agradable sensación.

 

Rippen con cuidado retiró su mano y la llevó hasta sus labios. El sabor de su enemigo le fascinó.

 

- ¿Nunca habías hecho algo así?

 

- Nunca – Sin abrir sus ojos.

 

- ¿En serio?

 

- En serio – Dejándose llevar por la voz susurrada a su oído.

 

- ¿A tú edad? ¿Y ni siquiera con tu amigo?

 

Paulatinamente, Zero fue abriendo sus ojos, aquella insinuación, meramente burlista, no le pareció para nada cómica.

 

- ¿Y qué hay de ti? Larry y tú deben disfrutar de lo lindo cuando están a solas en la escuela… o cuando están en tu departamento sin que nadie pueda molestarlos – Entrecerró el mirar.  

 

- Oh… - Rippen alzó sus prominentes cejas, aquel era un golpe bajo – No tienes ni la más remota idea de lo que dices Penn Zero – Obligó despectivamente al chico a levantarse para seguidamente, hacer lo mismo.       

 

De nuevo ahí estaban, atacándose, asumiendo el rol que les correspondía a cada uno.

 

El hombre pelinegro se acercó hasta una de las ventanas de azúcar y procedió a cerrarla.

 

- Está haciendo mucho frío ¿No crees? – Emitió con serenidad.

 

Tal frío no existía, mucho menos después de lo que habían hecho, donde sus respectivos  cuerpos no dejaban de emanar lo caliente de la sangre. Claro que aquello se trataba de un protocolo y Penn se dio cuenta, decidiendo entonces seguirle la corriente.

 

- La verdad si… - Penn se frotaba los antebrazos para darle más drama al asunto - ¿No tienes una chimenea? – Preguntó sin pensarlo siquiera.

 

- No, no tengo… - Se alegró de su falta de concentración - Pero tengo algo muchísimo mejor…

 

- ¿Ah si? ¿Cómo qué?

 

- Ven y te mostraré – Sonrió.

 

Penn se levantó y se acercó hasta dónde le indicaba el mayor.

 

- ¿Ves esa ranura rectangular en la pared? – Señaló.

 

- Si, la veo.

 

- Si acercas tus manos, podrás sentir un poco de calor.

 

El chico lo hizo y sintió una cálida corriente llegarle a las palmas de sus manos.

 

- Lo siento… - Era agradable - ¿De dónde sale ese calor?

 

Rippen sonrió enormemente. Iba a exclamar “Pues… del horno querido…”, para luego empujarlo – ya que la puertecilla había sido creada para abrirse de afuera hacia adentro-, más su plan se vio frustrado cuando aparecieron Sashi y Boone al rescate.

 

- ¡Penn cuidado! – La chica arrojó un bastón de caramelo que luego de rozarle el rostro a Rippen, acabó incrustándose en la gruesa pared.

 

- ¡! – Rippen estaba pálido - ¡Ten más cuidado la próxima vez niña! Podrías sacarle un ojo a alguien.

 

- ¡Sashi, Boone! – Vociferó con impresión.

 

En eso, Rippen iba a apresurarse a tirar al pelirrojo en el horno, pero le fue imposible ya que Bonne le tiró encima una cantidad considerable de goma de mascar bastante pegajosa.

 

- ¡Agh! – Se retorció en su sitio - Sólo espero que no esté masticada.

 

Rippen se dio cuenta de que en efecto, el ojiverde continuaba masticando trozos de la goma.

 

- Que asco – Mostró facialmente su repulsión - ¡¿Cómo se escaparon de mi celda de caramelo?! ¡Hablen!

 

- Verás… luego de que se nos rompieran las cucharas intentando cavar el túnel, pensamos que la mejor manera de salir de una prisión era engañando al carcelero para quitarle las llaves – Habló Boone.

 

- Y con Larry al mando eso fue bastante sencillo – Remató Sashi mientras jugaba con las llaves – Bastó con que Boone le preguntara sobre el clima mientras que yo le quitaba las llaves que llevaba en el pantalón.

 

 - Claro… - Masculló Rippen. Cuando Larry iniciaba una conversación el mundo podía estarse cayendo a pedazos y él, no sentiría nada.

 

- Bueno Rippen, ya sabes lo que dicen: El pez muere por la boca… - Emitió Zero con gracia, más luego no estuvo convencido de que aquello pudiera usarse en esa ocasión. O al menos no en ese mundo.   

 

Tras salir de la dimensión, el pelirrojo volvió a tener una reprimenda por parte de sus compañeros.

 

- Si hubiese sido por ti, aún estaríamos en aquella empalagosa celda picando galleta quemada – Sashi se mantenía cruzada de brazos - ¿Se puede saber qué estabas haciendo?

 

- Estaba buscando la manera de derrotar al brujo malvado come niños.

 

- ¿Cómo? ¿Dejando que te metiera de cabeza en el horno? – Exclamó con suma molestia la de las coletas.

 

- ¡No, claro que no!

 

- ¡Tómate el trabajo en serio!

 

- Chicos… creo que lo mejor es que nos tranquilicemos – Trataba de mediar Boone – Estoy seguro de que Penn estaba haciendo su mayor esfuerzo…

 

- ¡Deja de defenderlo como si fuera tu novia! – Regañó Sashi.

 

Los muchachos se miraron al mismo tiempo y sus mejillas adquirieron un poco de color.

 

- Penn no puede ser mi novia… es un chico – Explicaba Boone – En todo caso, sería mi novio.

 

- No estás ayudando Boone – Interrumpió Penn luego de darle un codazo al ojiverde.

 

Sashi suspiró con fuerza para luego alejarse del equipo.

 

- No puedo hacer esto... Se supone que soy la asistente que debe encargarse de ayudar al héroe con su plan, no encargarme de todo como si yo fuese la heroína…

 

- Espera Sashi. No te vayas… - Pidió el pelirrojo – Aw… que desastre… - Miró al pelicastaño – Boone ¿Tú también piensas que no me lo estoy tomando en serio?

 

- Pues… - Rascándose la cabeza confesó - Siempre pienso que Sashi es un poco exagerada. Pero sería bueno que no tuviéramos que estar salvándote el pellejo TODO el tiempo.

 

- ¡Wow! ¿Todo el tiempo? – Le pareció insólito escucharlo – Me parece que Sashi no es la única que exagera – Se cruzó de brazos. Miró a Phyllis, buscando apoyo.

 

- En sus peleas de adolescentes no me metan. Son como bombas que te estallan en la cara – Mencionó la mujer muy segura de lo que decía, además que si confesaba lo que había pasado en realidad, el pleito que se armaría sería de proporciones épicas. Prefería por tanto, dejar que el pelirrojo resolviera sus asuntos a su modo – Ahora, váyanse a sus casas que el tiempo de Phyllis empieza cuando salen por esa puerta.

 

- ¿Y qué haces en ese tiempo tuyo?

 

- ¿De verdad lo quieres saber? – Entrecerró el mirar.

 

- Emmm… la verdad no – Penn se apresuró en salir del teatro junto a su amigo.

 

Phyllis era una mujer extraña ¿Para qué arriesgarse a quedar traumados de por vida con las actividades de su tiempo libre? – Aunque se tratase de nimiedades como arreglarse el cabello o colocarse mascarillas – preferían por tanto, no asumir tal riesgo.  

 

Mientras que al lado, Rippen celebraba los avances que conllevaba su plan.

 

- Así como van las cosas, seguramente los amigos de Penn Zero deben estar perdiendo la confianza en él. Un héroe que no hace bien su trabajo no es digno de ser llamado héroe – Tomó la varilla de pescado y le dio una mordida.

 

- Yo creo que como buenos amigos que son, se mantendrán unidos – Comentaba Larry mientras hacía una torre con los palillos.

 

- Nadie te pidió tu opinión Larry. Como sea, mientras más roces tenga con sus aliados, sus defensas se verán afectadas – No pudo evitar sonreír tras acordarse de lo que hubo pasado en aquella dimensión - Entonces finalmente lograré hallar la oportunidad para asestar el golpe maestro y vencerle al fin… - Esto último mencionado le pareció tan excitante que sus ojos se iluminaron.

 

- ¡Ja! Dudo mucho que tu plan funcione – Intervenía Phil.

 

- ¿Qué te hace decir eso? – Desafió Rippen con la mirada entrecerrada.

 

- No sé… ¿Será la experiencia de verte fallar cada día? – Fue la respuesta del hombre.

 

- Pesado – Masculló – Sólo por eso no pagaré lo que me comí – Sonrió, malvado.

 

Phil entrecerró el mirar.

 

- No pagas, para la próxima él será el casi villano y tú el casi secuaz malvado – Amenazó mientras señalaba a un Larry haciendo equilibrio con uno de los palillos sobre su labio superior.

 

- Oigan ¿No les parece que un bigote es una buena rampa en ésta posición? Digo, si las hormigas tuvieran unas mini motocicletas y pudieran desplazarse por allí ¿Se imaginan? Hasta tendrían pequeñas porristas con pequeños pompones alentándolos desde las gradas y pequeños trofeos por las mejores acrobacias.

 

Rippen y Phil mantuvieron un silencio sepulcral ante lo mencionado por Larry, sus rostros no podían demostrar más tedio e incomprensión.

 

- Está bien. Pagaré – Masculló Rippen entre dientes, ni en sus más cruentas pesadillas esperaba terminar como el ayudante de Larry.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Ok… no iba a pasar nada del otro mundo en éste capi, pero mis dedos comenzaron a teclear y lo que me vino a la mente fue subiendo de tono gradualmente… n/////n no sé, no pude contenerme!! xD (inner: no creo que alguien se queje por ello, al menos yo no lo hago ¬//w//¬) A todos muchísimas gracias por haber leído el capi y si es de su agrado el comentar nwn besotex y abrazotex!! Bye Bye!!

 

 


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