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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

Hola hola a todos mis amantes de Penn y el yaoi!! :D Como siempre mega agradecida de tenerlos de nuevo por acá y por los comentarios dejados en el capi anterior n/////n Espero que lo que están por leer sea de su agrado :B Allá vamos!!   

Cuando Penn se vio de nuevo con cabellos largos y envuelto en un ajustado y pomposo vestido, no pudo evitar que un largo suspiro saliera de sus bien delineados labios.

 

- Otra vez de mujer… Bien, al menos no ando canturreando – Trató de verle el lado positivo – ¿Qué hay de ustedes chicos?

 

Se dio cuenta de que Sashi y Boone como en su caso, estaban cumpliendo el rol de sexo opuesto, aparte llevaban ropas de sirvientes.

 

- Creo que podría acostumbrarme a usar vestido – Mencionó Boone ante su uniforme de sirvienta – Son muy holgados y cómodos y claro, con sandalias lucen increíbles.

 

- No me quejo de esto – Comentó Sashi quién en ese momento, usaba un traje de mayordomo. Ciertamente ser hombre no le molestaba en lo absoluto.

 

- Sash, la misión por favor.

 

La chica activó sus gafas y fue leyendo la información concerniente a aquel mundo.

 

- Eres una doncella perteneciente a una noble familia. Nosotros somos tus sirvientes y al parecer… - La chica tuvo que hacer una pausa, no deseaba decir lo siguiente.

 

- ¿Qué pasa Sashi? – Preguntó Penn al ver la reacción de su compañera.

 

- Pues… - Se cohibió una vez más – Tus padres… acaban de fallecer – Sintió como si cada palabra le costara al salir de su boca.

 

Ante la impresión del pelirrojo – en éste caso la pelirroja -, con los ojos tambaleantes y sumamente abiertos, Boone se apresuró a decirle mientras posaba la mano en su hombro:

 

- Amigo, recuerda que éste no es tu mundo. Tus padres están a salvo… bueno, no realmente seguros en dónde están, con todos esos peligros locos a diestra y siniestra… pero siguen con vida.

 

- Boone tiene razón Penn – Intervino Sashi ante la poco convincente consolación del ojiverde – Ellos no son tus verdaderos padres.

 

La respiración del muchacho lentamente fue regresando a su modo habitual. Asintió un par de veces y exhaló.

 

- Tienen razón chicos… me dejé llevar por un instante – Mostró una leve sonrisa, tratando de no preocupar más a sus compañeros - ¿Y bien? ¿Cuales son los otros detalles de la misión?

 

- Ya que tus padres… no están – Prosiguió Sashi – El encargado de tu tutela es un hombre malvado…

 

- Déjame adivinar: Seguramente desea quedarse con mi fastuosa herencia ante la primera oportunidad – Completó el ojiazul.

 

- Algo así… - Sashi siguió verificando la información. Entrecerró los ojos – Éste despiadado hombre planea quedarse con tu tesoro más importante antes de que logres casarte mañana con el hijo del vizconde… Mmm… no entiendo mucho… - Para variar, la información no se mostraba completa - ¿Tesoro? ¿Se tratará de alguna especie de reliquia familiar? - Pensó – A lo mejor era algo que los padres de la doncella querían que llevara el día de la boda…

 

- Puede que sea un collar de diamantes o un anillo con una esmeralda incrustada ¡O, o… o a lo mejor tu castillo vale mucho más que el collar y el anillo juntos! – Exclamó Boone emocionado con haber dado con el resultado del acertijo.

 

- Eso poco importa – Penn se cruzó de brazos – No pienso casarme con un tipo que ni siquiera conozco – Hizo un puchero – Por lo menos necesito un par de citas y unos cuantos regalos costosos y de mal gusto, para siquiera pensar en ir de manitas sudadas con él.

 

- Es un vizconde Penn.

 

- “Hijo” de un vizconde Boone – Recalcó Zero – No es como si el sujeto no tuviera que esforzarse por ganarse un título por sus propios méritos... En fin ¿Sólo tenemos que resguardar lo que sea aquel tesoro hasta mañana verdad?

 

- Así es – Sashi convino en ello – Pero tenemos que apurarnos en averiguar de qué se trata, porque si Rippen ya lo sabe, estaremos en desventaja.

 

- Por cierto ¿Y dónde está él?

 

- ¡Llegando para consolarte, mi querida sobrina! – Anunció Rippen entrando en el salón con pasos elegantes.

 

El pelinegro llevaba puestas ropas muy finas, un sombrero de copa sobre la cabeza y un bastón para dar el toque final a su look de señor distinguido.

 

Y su secuaz Larry, le seguía como su mayordomo arrastrando unas maletas enormes.

 

- Espera… ¿Sobrina? – Arqueó una de sus rojizas cejas.

 

- ¿No lo sabías? – Sonrió - Soy tu tutelar, tu muy querido tío en ésta dimensión.

 

- Ok, eso si que da miedo – Sintió que una especie de corriente le recorría la espina dorsal – No quiero pensar en mi tío de esa manera.

 

- ¿? ¿De qué manera Penn Zero?

 

- ¡…!... ¡De ninguna! – El ojiazul se cruzó de brazos. Como algo habitual, sus mejillas se colorearon. 

 

Rippen se regocijó con las reacciones del muchacho – en éste caso muchacha -; comenzó caminar en torno a los casi héroes.

 

- Bien, dado que la boda no puede ser cancelada y soy el único familiar que le queda a Penn, voy a tener que quedarme ésta noche en el castillo, hasta que contraiga nupcias mañana… - El hombre se detuvo enfrente del pelirrojo con su pícara sonrisa – Después de todo, debo asegurarme que su mayor tesoro no caiga en manos inescrupulosas… - Le levantó el mentón con la punta de su dedo - Por cierto, hermoso medallón.

 

- “¿Será eso?” – Sashi tuvo un ligero tic. Se percató en el collar que llevaba puesto la pelirroja, uno con pequeñas incrustaciones en los bordes – “Luce demasiado sencillo para ser tan importante…”

 

- No seas impertinente Rippen – El pelirrojo quitó la mano de su rostro de un movimiento de su mano enguantada – Quiero decir… no es apropiado que toques de ese modo a una dama… tío – Y es que por más que le agradara sentir sus roces, tenía que actuar de aquella manera estando los secuaces a un costado.

 

Luego de que se encontraran en el recibidor del castillo, Rippen fue llevado hasta su habitación y Penn fue hasta la suya.

 

- Penn – Entró Sashi a la habitación del pelirrojo – Tenemos que hablar… ¿Estás…? ¿Estás desnudo? – Preguntó con asombro.

 

- ¡Ah, Sashi! – Se apresuró en cubrirse los senos, los cuales en aquella ocasión, eran de un tamaño moderado.

 

La pelicastaña se puso roja, pero de la ira.

 

- ¡¡¿Se puede saber por qué te has quitado el corsé?!!... – Bajó el tono de voz - No puede ser… - Volvió a subirlo cuando pensó que había dado con la razón de aquella acción - ¡¡¿Será posible que estuvieras examinándote el cuerpo, pervertido?!!

 

- ¡¡No lo hacía!! ¡¡Te lo juro!! – Penn esgrimía su defensa ante las intenciones de Sashi de golpearlo - ¡Necesitaba respirar! ¡¡¡POR ESO ME LO QUITÉ!!!

 

- ¿Eh…? – Sashi se calmó - ¿…Respirar?

 

- ¡¡¡¡Si!!!! ¡Eso aprieta demasiado!... – Cogió unas cobijas y se cubrió desde los hombros - No sé cómo las mujeres podían estar con eso todo el día…

 

Al darse cuenta de que su compañero no estaba realmente pervirtiéndose con su actual cuerpo, Sashi procedió a hablarle de su preocupación.

 

- Penn, creo que Rippen ya sabe cuál es el tesoro.

 

- ¿Estás segura?

 

- No del todo… ¿Dónde está el medallón que llevabas puesto?

 

Penn lo buscó y se lo pasó a su compañera.

 

- ¿Crees qué esto sea? Se ve bastante simple.

 

- Eso mismo pensé. Pero por los momentos, no descartemos la posibilidad de que sea ese medallón…Ya oíste el comentario que dijo.

 

- Aunque… es probable que también lo dijera para distraernos – Comentó al tiempo que mantenía su mano en su barbilla.  

 

- Tienes razón Penn, a lo mejor el tesoro está en el castillo. Por si acaso, no te despegues de ese medallón – Sasi se acercó hasta el pelirrojo para colocárselo.

 

- De acuerdo – Hizo silencio mientras su amiga le ayudaba – Oye Sashi… es la primera vez que estamos tan cerca.

 

- ¡Pero…! ¡¿Qué dices Penn?! – La pelicastaña se sonrojó al instante. Desvió el mirar – Además… no me atraen las chicas.

 

- Te recuerdo que soy chico – Infló los cachetes.

 

- Pues no me atraes tú – Mencionó junto a una sonrisa – Ya está. Si el verdadero tesoro no resulta ser el collar y Rippen no sabe en qué parte del castillo está, tenemos aún oportunidad de adelantarnos y custodiarlo en cuánto lo encontremos – Tengo un plan: Luego de que preparemos la cena, Boone distraerá a Larry y yo aprovecharé de revisar el castillo. Tú encárgate de que Rippen permanezca en el comedor el mayor tiempo posible,  entretenlo lo más que puedas con sus charlas héroe/villano. 

 

- Trataré de hacerlo… - Un poco de sudor frío empezaba a salir de sus poros. No estaba muy seguro de sí mismo como héroe, no después de todo lo que había estado pasando últimamente…

 

- Escucha Penn, no tienes que tratar, tienes que hacerlo ¿Entendiste? Eres el héroe aquí y contamos contigo – Le estrechaba con fuerza de ambos hombros.

 

- Vaya… planear esto cuando se supone que es mi trabajo… no sé si esté haciendo bien mi papel de héroe.

 

- Lo haces. Te estoy dando apoyo, lo cual es mi trabajo. Que hagas que el plan funcione es lo importante.

 

El pelirrojo asintió.

 

- Gracias Sash.

 

No había tiempo que perder.

 

Toc Toc

 

Al abrir la puerta, Boone entró por la misma.

 

- Es hora de su baño señorita ¿No pensará bajar a cenar con semejante apariencia verdad?

 

- ¿Ahora resulta que debo emperifollarme para cenar con Rippen? – Aunque lo soltó con tono de molestia, su corazón enloqueció con la idea.

 

- Es como dicen: Una mujer siempre debe lucir hermosa – Se burló Sashi.

 

- Bien, Sashi ¿Podrías irte por favor? Debo ayudar a Penn a bañarse.

 

- ¿Qué? ¡De ninguna manera pervertidos! – Espetó la mayordomo sonrojada – Yo seré la que ayude a Penn a bañarse ¡Boone, eres chico y yo soy chica!

 

- Error – Intervino el ojiverde – Yo soy mujer ésta vez y tú hombre, por lo que lo más correcto, es que sea yo el que lo ayude a bañarse.

 

- Ok… esto es extremadamente confuso – Penn se rascó la cabeza ante el dilema de quién era el más indicado para ayudarlo en su aseo en aquellas circunstancias.

 

- Pero yo soy una chica genuina – Explicó la Kobayashi, alarmada.  

 

- Y él es genuinamente un chico así que está bien que lo bañe yo – Boone se cruzó de brazos y ladeó el rostro.

 

- ¡Basta! – Penn gritó y comenzó a empujarlos a ambos hasta la puerta – Resulta que sé bañarme solo.

 

- ¡Pero…!

 

Cerró la puerta de un manotazo para evitar que continuaran con el asunto. Suspiró.

 

- A ver… también tengo que escoger un vestido adecuado… - Penn se detuvo al darse cuenta de sus palabras – Así que me estoy arreglando para Rippen… - Sonrió inconscientemente – Ah… - Estacionó ambas manos en sus mejillas - ¡¿Pero en qué rayos estoy pensando?!  

 

En el amplio comedor, una mesa exageradamente larga tenía en cada punta únicamente a dos comensales: Penn y Rippen, sobrina y tío en cuestión.

 

Como lo habían planeado, luego de servirles la cena, los secuaces del héroe los habían dejado solos llevándose consigo al despistado de Larry.

 

Pero aunque no fuera la primera vez que se enfrentara a aquel villano, el héroe no se sentía tan confiado. Penn hacía lo posible por no demostrar el tamaño de su nerviosismo, pero la mirada rojiza clavándose sobre él, no le ayudaba en aquella labor.

 

- ¿Se puede saber qué tanto miras? – Escupió Zero, molesto por su sonrisita. 

 

- Luces encantadora – Contestó mientras meneaba una copa vacía.

 

- Soy chico por si lo has olvidado… te agradecería que dejes de usar calificativos femeninos cuando te refieras a mí.

 

- De acuerdo… – Lo complació. Por lo visto el chico intentaba mantener la compostura como el héroe - Luces encantador con ese vestido tan ceñido Penn Zero.

 

El joven se sonrojó al instante. Empezó a comer, haciendo tiempo mientras hallaba la manera de enfrascar al hombre en una conversación.

 

- Mmm… está ensalada está deliciosa – Mencionó el ojiazul.

 

- Tal y como me gusta…

 

Penn tragó con dificultad el bolo alimenticio… la manera en que el hombre lo miraba y hablaba, definitivamente contenía lascivia… A aquel paso, su propio cuerpo comenzaría a agitarse.

 

- “Por lo menos de excitarme, no se me notará…”

 

- Llamaré a Larry para que nos sirva algo de vino. Quiero hacer un pequeño brindis por mi hermosa sobrina y su casamiento venidero… - Mencionó, queriendo hacer uso del servilismo del otro lo más que pudiera.

 

- ¡No será necesario! – Actuó, seguramente el hombrecillo ya se hallaba vociferando su monólogo ante Boone y debía evitarse que lo interrumpieran – Digo… yo puedo servírtelo tío… - Actuó.

 

- Jo jo… - La sonrisa amplia se dibujó en los labios de Rippen – Me parece bien… Así aprovechas y te sientas más cerca de mí. No debes temerme, no te morderé… - Le guiñó un ojo.

 

El rostro del adolescente no podía estar más ruborizado. Se acercó hasta dónde estaba el pelinegro. Tomó la botella y comenzó a verter aquel líquido carmesí en la copa.  

 

- Realmente ese vestido ajustado hace resaltar lo delineado de tu cuerpo Penn… - Los ojos rojos iban recorriéndole por toda la cintura. No pudo contenerse y le acarició groseramente.

 

- ¡¿Qué haces…?! – Un poco del vino cayó fuera de la copa; el comentario y el roce lo habían perturbado – Lo siento…

 

- ¿Sólo eso? – Soltó con suavidad el mayor – Me has salpicado un poco querido, deberías limpiarlo antes de que me manche la ropa. El vino no se quita tan fácil ¿Lo sabías?

 

- …

 

- ¿Y bien? – Le atizaba con la mirada.

 

Penn cogió la servilleta y con cuidado se acercó hasta el pelinegro y comenzó a limpiar las pequeñas marcas sobre su saco.

 

- ¿Sabes? Me gusta cuando te tengo tan cerca… - Olfateó – Hueles divinamente. Mmm… que olor tan distinguido. Es… ¿Lavanda quizás? – Rió por lo bajo.

 

- …Deja de burlarte - Aquella barba y esos labios, lo llamaban - No es justo que en éste mundo tú sigas siendo hombre…

 

- ¿Por qué? ¿Te hace sentir más vulnerable que sea de ésta forma?

 

Rippen le tomó con fuerza de la muñeca.

 

- Suéltame… - Se alarmó, tan simple contacto con el pelinegro lo excitaba.

 

- ¿A qué le temes Penn Zero? – Mantuvo su sonrisa – Sabes que si cooperas, puedo brindarte sensaciones que no has experimentado nunca.

 

- … - El chico tragó grueso. Los recuerdos le bombardeaban sin piedad.

 

En eso, Rippen le jaló con fuerza hacia su cuerpo. Penn trataba de no ceder, de no perderse como se le estaba volviendo costumbre. Cerró los ojos con fuerza, tratando de darse ánimos.

 

- ¿Qué sucede?

 

- Por favor Rip… me estás lastimando…

 

- Oh, lo siento querido. Había olvidado que aquí eres toda una flor delicada – Rió con fuerza.

 

Tras soltarle, el pelirrojo se sobó la muñeca mientras trataba de ocultar su rostro.

 

- Eres despiadado…

 

- Gracias.

 

Rippen tomó la botella de vino y vertió el contenido en otra copa.

 

- Vamos Penn Zero, no te ofusques. Toma y brinda conmigo.

 

- ¿Me estás pidiendo que beba? ¿A un menor de edad? Ok, eso si es irresponsable de tu parte Rip, en serio – Trató de mostrarse heroico aunque sintiera que el pecho estuviera a punto de estallarle.

 

- Oh vamos – El ojirojo hizo un gesto leve con su mano – No es malo si es un poco.  

 

Penn se dejó seducir por el hombre y bebió el vino. Arrugó de inmediato el rostro y Rippen se burló de su reacción.

 

- Ja ja… Realmente muy adorable.

 

- Cállate – El pelirrojo se llevó la mano a la boca. El cosquilleo en sus mejillas se prolongó aún más por el licor.

 

- Pero bebe más – Instó – Anda… No hay papá y mamá para que te digan lo que debes o no hacer.

 

- Ellos no me decían que hacer – Recalcó Penn, con evidente enfado.

 

- ¿Ah no? – Hizo un gesto un tanto dramático - Estoy seguro de que si lo hacían. Obedecías todo al pie de la letra… Admítelo, eres un niñito de papi y mami.

 

- ¡Suficiente! – Tomó la copa  - Te demostraré que estás equivocado – Y luego de mencionarlo, se bebió todo el contenido de un golpe.

 

La expresión de Rippen no podía demostrar mayor satisfacción.

 

- ¿Lo ves? – Su rostro estaba lleno de triunfo y de bastante color.

 

- Claramente – Rippen procedió a servirle más del vino.

 

Terminada la cena, la casi ayudante y el casi sabio se reunieron a intercambiar información. Habían visto un par de pinturas que seguramente eran valiosas y en la habitación de la difunta madre las joyas abundaban. Pero concordaban en que aquel tesoro tan valioso que buscaban, no podía estar tan a la vista ni ser algo tan obvio.

 

- Hemos buscado por todas partes y nada que encontramos el tesoro – Comentó Boone – A éste paso, puede que esté bajo nuestras narices y no nos hemos dado cuenta. Como un caballo, tú sabes, he oído que los sementales pura sangre son considerados bastante valiosos…

 

- “Bajo nuestras narices…” – Las palabras del casi sabio la hicieron pensar - “… Sementales…”

 

Sashi abrió desmesuradamente los ojos.

 

- A menos que sea…

 

Boone y Sashi corrían por los pasillos. Llegaron a la habitación destinada al pelinegro y abrieron la misma sin dudarlo.

 

- No está… - Sashi se percató de que Larry planchaba unas camisas - ¿En dónde está Rippen?

 

- Dijo que necesitaba un poco de aire fresco – Mencionó con una sonrisa - ¡Y vaya que lo necesitaba! Se veía realmente exaltado, creo que son todos esos ropajes cundidos de encajes los que le dieron tanto calor al pobre. Gracias a los cielos que la vestimenta se ha simplificado ¿Se imaginan lo que sería llevar tanta tela encima…? Sería un caos… sobretodo en las horas pico en los subterráneos…  

 

- Tenemos que detenerlo… - Exclamó Sashi para de nuevo, reanudar la marcha a toda prisa.

 

- ¿Por qué corremos Sashi? – Trataba de que las sandalias no se le salieran de los pies.

 

- Porque tenemos que evitar que Rippen se quede con el tesoro de Penn.

 

- Entonces ¿Si se trata del collar?

 

- Ush… ¡Es su virginidad alcornoque!

 

- ¿Su virginidad? – Repitió Boone - ¿Cómo podría la virginidad de Penn ser un accesorio valioso?

 

La mayordomo entrecerró los ojos, extenuada.

 

Penn sentía que todo le daba vueltas. Desde que había caído sobre la cama, se sentía imposibilitado de pensar con claridad. Rippen lo contemplaba, débil y expuesto como una damisela tras írsele las manos con las copas.

 

- Ésta ciertamente no ha sido de mis mejores interpretaciones. Pero no puedo quejarme del todo… - Rió con malicia mientras se iba desabrochando el saco – Verte en semejante posición, deja aturdido a cualquiera - Luego de quitarse aquella prenda, procedió a subirse sobre la cama.

 

- Rip… ¿Qué me haz hecho? – Penn se llevó la mano a la cabeza. Todo le daba vueltas.

 

- ¿Yo? Tú solito te bajaste media botella de vino – Sonrió – Evidentemente, estás experimentando un pequeño efecto secundario por tus infantiles decisiones – Le acariciaba suavemente la mejilla rojiza.

 

El ojiazul respiraba entrecortado. Sentía todo el cuerpo hirviente.

 

- ¿Qué harás?... ¿Me quitarás el collar mientras estoy indefenso…? Eso es muy cobarde incluso viniendo de un casi villano.

 

- ¿Collar? – Enarcó las cejas. Llevó la mano hasta el cuello de la joven y le quitó el collar de un tajo - ¿Te refieres a ésta baratija? No me interesa en lo absoluto – Y luego de mencionarlo, lanzó el mismo al suelo.

 

- “No puede ser… ¿Acaso no era eso?”

 

- Mmm… - Rippen de nueva cuenta reparó en su pecho - ¿Qué pasa si…? – Llevó ambas manos y sin pena le apretó la zona.

 

- ¡Ah…! – Penn soltó un delicioso gemido. Procedió a cubrirse con ambas manos la boca.

 

- Pero que sonidito tan adorable – Celebró – Si que estás muy sensible Penn.

 

- No es mi culpa… el vestido está muy ajustado… - Sentía que sus pezones rozaban fuertemente contra la tela, lo que lo hacía excitarse… eso y la cantidad de alcohol en su sangre, claro está.

 

Rippen no se quedó con las ganas de continuar frotando aquel lugar, así que puso empeño en su labor, desatando más de aquellos gemiditos tiernos que sólo Zero podía proveer.

 

- Rip… - Sus mejillas tenían ese hermoso tono carmesí – Me siento muy raro…

 

- ¿Ah si? – Rippen llegó hasta su oído, buscando de susurrarle - ¿Cómo te sientes? Dímelo todo…

 

- Como si… estuviera incendiándome… yo…

 

El pelinegro le tomó del mentón y le calló con un beso. Penn inmediatamente cerró los ojos y se dejó llevar por esa llamarada de placer que siempre le sacudía cuando el hombre lo besaba. Poco a poco, Rippen se fue metiendo entre sus piernas, no fue un trabajo fácil, considerando lo grande de su vestido.

 

- Esto si es digno de llamarse una dulce victoria – Mencionó mientras volvía a acariciar su cintura.

 

- ¿Qué seguridad tienes de qué vencerás Rippen? – Recordó vagamente cuál era su papel en aquel universo – Mientras estamos aquí, mis compañeros ya deben de haber dado con el tesoro…

 

- No lo creo – Respondió con suma confianza – Todavía no te haz dado cuenta de cuál es el tesoro Penn Zero ¿Verdad?… - Dijo ante la expresión en el rostro del menor - Pues… se trata de lo más valioso que puede tener una doncella… - Seguidamente, el ojirojo volvió a arrastrar sus manos por la silueta del muchacho.

 

El ojiazul se mordió los labios. Aún a pesar del grosor de las telas, era capaz de sentir sus caricias a plenitud…

 

- Bien… - Rippen admiró el mar de telas que componían el atuendo de la chica. Resopló - Ahora veamos cómo te quito todo esto que tienes encima…

 

- ¡Quita las manos de ese vestido! – Amenazó Sashi mientras sostenía en sus manos una ballesta.

 

- Oh, genial. Es la ayudante entrometida – Masculló Rippen, malhumorado. No tanto por perder en sí, la calentura que traía encima era inmensa.

 

- ¡Sashi! – Penn no podía estar más avergonzado. Trató de acomodarse en su sitio, para que no se evidenciara que había estado dejándose llevar por la situación.

 

Boone se unió al grupo con la respiración entrecortada.

 

- Ah Penn… por lo visto llegamos antes de que ese villano hiciera de las suyas con tu virginal cuerpo.

 

- ¡Boone! - Penn se auto abrazó, como si buscara protegerse de su vergüenza.

 

- Si no fuera por Sashi y su afición de leer novelas románticas en secreto, no hubiésemos averiguado lo que quería decir “el tesoro más importante de una doncella”.

 

- ¡Boone! ¡Se suponía que no le dirías a nadie! – Sashi se puso de colores – Como sea… - Volvió a apuntar a Rippen – Quién diría que fueras un villano tan desalmado… Levántate de la cama y aléjate de la doncella. Nos encargaremos de custodiar su alcoba hasta el momento del casamiento.

 

- Está bien – El ojirojo mostró las palmas en señal de sumisión – Sé cuando pierdo… es lo bueno de perder tan seguido, te evita tantas molestias innecesarias…

 

La mirada de Sashi cayó en la entrepierna de Rippen – por alguna razón – y evidentemente, se halló con “cierto” abultamiento. La cara de la chica se pintó de inmediato y estalló, histérica.

 

- ¡Fuera de aquí descarado! – Disparó el arma.

 

Rippen que era ya experto en las huidas, logró librarse de la descarga y salió de la alcoba.

 

- Por casi le das Sashi. Eso es peligroso – Comentó el pelirrojo, espantado.

 

- ¿Y eso qué importa? – Estaba totalmente roja - Es más, se lo merecía… ¿Tienes idea siquiera de lo que el muy descarado tenía pensado hacerte?

 

- Vencerme. Como siempre busca de hacerlo. A todas éstas ¿Por qué de nuevo me regañas? ¿Crees acaso que no estaba poniendo resistencia? No podía defenderme Sashi, él es un hombre y cómo dijo, en éste dimensión no soy más que una flor delicada.

 

- No me vengas con esas ahora Penn Zero – Masculló Sashi, ardida con sus palabras – Ya fuiste mujer y te defendiste muy bien… ¿Por qué no le pateaste allá abajo?

 

- Iba a hacerlo Sash – Mintió – Estaba a punto de dejarlo retorciéndose de dolor cuando llegaron ustedes, que remarco, son excelentes como equipo de apoyo.

 

- ¡Si, como no! Te acuerdas de nosotros cuando te conviene… Tal vez debimos dejar que Rippen te diera tu merecido – Se cruzó de brazos.

 

- No digas eso – Penn buscó de acercarse hasta la chica, pero de broma se cae el pobre.

 

- ¿Estuviste bebiendo verdad? – Mencionó ante el estado del pelirrojo.

 

- Sólo un poco…

 

Kobayashi suspiró resignada. Tal vez su despiste a la hora de beber le había llevado a obstaculizar la misión.

 

- Como sea… iré a hacer guardia afuera antes de que “Romeo” se ponga intenso otra vez. Boone, está pendiente de las ventanas – Le indicó al chico que había estado viendo todo como parte de una telenovela de época.

 

- A la orden capitana – Respondió el ojiverde a lo que Sashi giró los ojos.

 

Boone comenzó a asegurar las ventanas.

 

- Oye Boone…

 

- Dime Penn.

 

- Nunca te has sentido… - Hizo una breve pausa – No sé… ¿Cómo si una parte de ti actuara sin que te des cuenta?

 

- Suele pasarme muy seguido – Aseguró el ojiverde.

 

- ¿En serio? – Penn se emocionó al sentirse comprendido.

 

- Oh si… sobretodo cuando como. La comida tiene esa clase de efecto en mí.

 

Penn suspiró, realmente estaban hablando de cosas distintas.

 

Por suerte, los ayudantes lograron mantener al malvado tío lejos de la doncella hasta el día siguiente. La boda se realizó con normalidad y la joven se fue a vivir con su ahora marido.

 

***

 

De vuelta a su mundo, para ser más específicos en peces pescados, Larry se hallaba sentado hablando con Phil mientras Rippen se encontraba en el baño.

 

- ¿Un traguito? – El caucásico le mostraba una botella sin ninguna clase de etiqueta.

 

- No gracias. Estoy tomando unos medicamentos – Rechazó amablemente con una sonrisa.

 

- No me dirás que estás tomando viagra.

 

- Je je no, no… Son un par de proteínas: Proteínas para el cerebro, para el cabello, para la piel… – Y mientras los mencionaba iba enumerando con los dedos – Deberías tomar, son buenas para llegar a ésta edad en perfectas condiciones.

 

- Soy más seguidor de la medicina natural. Deberías ver, tengo una jungla sembrada allá atrás – Phil hizo una pausa, miró a los lados y se recostó en el aparador, para proceder a disminuir su tono de voz – Dime una cosa Larry ¿Por qué continuas en éste negocio?

 

- Porque es divertido.

 

- ¿Divertido? ¿Divertido estar al lado del pesado de Rippen?

 

- Es mi amigo.

 

- ¿Es tu amigo? – Repitió sin creerse lo escuchado.

 

Phil le arrojó su mirada inconforme.

 

- Vamos Larry, ese cuento de “la amistad” se lo tragan los tontos de los buenos que ni saben cómo funciona el mundo en realidad. Tiene que haber algo que te atraiga de él – Insistía - ¿Qué tal sus bíceps? ¿Sus pectorales?... ¿O acaso es esa barba y ese peinado tan peculiar?

 

- Bueno… - Larry pensó. Jugueteó con sus manos – Tiene un lindo trasero.

 

- ¿Se lo haz visto? – Abrió los ojos de par en par, impresionado.

 

- Pues, no necesariamente. Digo, con esos pantalones tan ajustados que usa, deja muy poco a la imaginación – Confesó con una sonrisa.

 

- ¡Jo jo! En eso tienes razón mi buen Larry – Phil le imitó la sonrisa, por lo visto el hombrecillo tenía su lado perverso – Rippen tiene lo suyo, eso es verdad… El otro día lo vi en el minisúper utilizando unos  pantaloncillos cortos, casi tartamudeando me dijo que supuestamente no tenía más nada limpio en casa y que había salido un momento a comprar jabón. Pero sé muy bien que al condenado le gusta exhibirse y que le echen el ojo… Entonces sigues en éste negocio por el trasero de nuestro casi villano – Mencionó esto último en tono reflexivo – Hay que ver cómo son las cosas en éste mundo…  

 

Cuando el ojirojo salió del baño, Phil y Larry se callaron. Nadie, más que ellos, debía saber del contenido de aquella conversación.

 

- ¡Uwa! – Rippen se estiró y soltó un fuerte suspiro – Como nuevo – Junto a su sonrisa, se sentó al lado de Larry.

 

- No te creí capaz, pero hoy actuaste como todo un villano – Expuso Phil con su cara de póker - ¿Quieres algo de tomar o un cigarrillo? Tengo una caja de cigarrillos mentolados que dejó abandonado alguien en una de las mesas. Admito que son como si absorbieras un dentífrico, pero están bien para salir del paso.

 

Y es que tan pronto como Phil se hubo percatado del problema del casi villano, se dispuso a distraer a Larry mientras que el ojirojo entraba corriendo al servicio a masturbarse.  “Seguramente algo le cayó mal, dejemos tranquilo al hombre”, comentó el caucásico y el secuaz malvado le creyó.

 

- Estoy bien Phil… - Le quitó la varilla de pescado a Larry de la mano y empezó a comérsela – No suelo tener esa clase de hábitos. Hay quienes les da una especie de adormecimiento, pero por lo general, luego de “eso” me da hambre. Trago como cerdo… tendré que hacer doble rutina mañana.

 

- ¿Luego de las misiones? – Preguntó Larry.

 

- Si Larry, luego de las misiones – Contestó Rippen con los ojos entrecerrados. No le quiso romper la ilusión.

 

- Je. Típico de Larry – Aludió Phil. Quién acababa de descubrir un lado de Larry que por lo visto, el ojirojo aún no había advertido.

 

Luego, los partidarios del mal no pudieron evitar debatir sobre la misión recién vivida.

 

- Estuvo cerca… Así – Mostró Rippen el tamaño de lo que decía con la cercanía de sus dedos índice y pulgar – Tan poco faltaba para mi victoria cuando de pronto…

 

- Volviste a perder – Refutó Phil.  

 

- Y dale tú con lo mismo.

 

- Me dejo llevar por lo que dicen tus promedios de victoria.

 

- Pero si hace un momento alababas mi comportamiento como villano.

 

- “Casi” villano. Al fin y al cabo, perdiste. Eso le quita lustre a lo que haya que pensar sobre tu comportamiento.

 

Rippen gruñó y de nuevo, Larry intervino.

 

- Pues, si me preguntan. Me alegro de que haya perdido – Opinó el secuaz malvado.

 

- ¿?... – Rippen arrugó ostensivamente el entrecejo - ¿Qué es lo que has dicho Larry? ¿Qué te alegra que haya sido vencido?

 

- Por supuesto. Ibas a arruinar la boda de Penn ¿Verdad? Hubiese sido terrible si lo lograbas ¿Viste el vestido? Toda una belleza ¿Y los bocadillos? Exquisitos. Me comí unos cuantos para probarlos, pero estaban tan deliciosos que no podía parar. Comí otro y otro y otro… hasta que me di cuenta que no quedaba nada que servir a los invitados mientras que aguardaban el pastel; hablando del pastel, lo vi cuando fui a por más bocadillos ¡Era enorme! Con todos esos pisos meticulosamente decorados y esas figuritas del novio y la novia en toda la cima. Fue una boda increíble y eso que he asistido a muchas… aunque, luego me doy cuenta de que nunca me han invitado a ninguna de ellas… Ah – Suspiró, encantado – Me encantan las bodas.

 

- Mira Phil, ahí viene el cliente extraño que siempre busca llamar la atención – Mencionó Rippen mientras miraba a través del vidrio.

 

- Ah, es verdad… – Contestó Phil a lo mencionado por el ojirojo – A lo mejor, un día de estos le doy un descuento por ser tan interesado en mi negocio.

 

- Eh… no sabía que tuvieras tales políticas – Rippen se mostró sorprendido.

 

- A veces hay que optar por cualquier estrategia para amarrar al cliente – Aseguró Phil.

 

- Ya veo… esa si es una buena táctica comercial…

 

Con aquella pequeña conversación bilateral, Rippen buscó de demostrar la indiferencia que sentía hacía las palabras de Larry y Phil, como siempre, no quiso “romperle la ilusión”.

 

 

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

¡Ahí lo tienen! :D Admito que éste es de mis capítulos favoritos,  me encantó desde que me llegó a la mente y mientras lo escribía *w* quería hacerle dibujo pero me dio flojera xD (inner: y eso la hubiese atrasado más ¬.¬) en fin, muchísimas gracias por haberlo leído y si es de su agrado mandar un rr n___n besos y abrazos para todos!! Bye Bye!!


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