"El Odio Opaca la Limpieza"
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El odio y la envidia son un par de sentimientos muy ruines y asquerosos, tanto que uno es incapaz de poder reprimirlos. Y Haruno Mebuki entendía perfectamente ambos sentimientos. Y ella odiaba a Uchiha Mikoto y Namikaze Kushina, ¿por qué?, la respuesta era tan clara como agua pura.
Todo inicio cuando estaban en la preparatoria, ella como buena oportunista fijo sus azules ojos en Namikaze Minato, uno de los chicos más ricos y populares de la escuela, pero el rubio ni caso le hacía, lo que, es más, el muy idiota fijo sus perfectos ojos en la nueva estudiante. Una becada de familia pobre, y al solo verla, supo de manera inmediata que la odiaba, siempre luciendo tan hermosa con su largo cabello rojo, por eso quiso darle una buena lección.
En medio de toda la escuela la humilló, le lanzó basura, un hediondo objeto que estaba a su nivel, y espero que Kushina comenzará a llorar, pero tenía que aparecer la desgraciada de Mikoto, ella se acercó y le tiro la basura a ella, y no contentas con eso, Kushina la golpeó hasta quedarse sin aliento, ninguno de los tantos pretendientes que tanto presumía con fervor, quiso ayudarla, por culpa de esas dos la despreciaron, a ella, la chica más hermosa de todo el colegio, fue allí como supo la razón de aquel extraño apodo a la peli roja, "el habanero sangriento", allí supo que la odiaba, y Mikoto no se quedó atrás, porque ella ya tenía planeado que si Minato no le hacía caso, iría con Uchiha Fugaku, pero este le dijo toda sarta de insultos y aunque no lo admitiera frente a la gente, le dijo golfa interesada, además de revelar su relación con Mikoto, era oficial, odiaba a esas dos.
Tuvo que conformarse con casarse con Haruno Kizashi, un joven dos años mayor que ella y aspirante a empresario, lo único malo, era que no tenía tanta fama y fortuna como aquellos peces gordos en los que había fijado sus perfectos ojos, pero para algo le serviría ese inútil. Ya cuando logro terminar sus estudios se casó con él, y al año tuvo a su hija, la luz de sus ojos, ella tendría lo que no obtuvo, y ya había escuchado que Minato y Kushina tendrían un hijo varón, y que Fugaku y Mikoto tenían ya dos, un varón y un doncel, era perfecto, cualquiera menos el doncel le podía servir para la vida perfecta que su hija tendría y merecía. Hizo gala de su hipocresía y logró juntarse con el grupo de amigos de ambas familias, pero al parecer, las mujeres no querían nada que tuviera que ver con ella, lo que, es más, ni siquiera le creyeron, las odio aún más de lo que ya lo hacía. Por eso años después y durante aquella fiesta quiso humillarlas, sobre todo a la muerta de hambre que se creía porque ya era adinerada, pero ella le dijo cosas totalmente verdaderas.
"Solo porque naciste en cuna de oro no te da el derecho de juzgarme a mí y a mi familia, al menos yo no obtuve las cosas con solo chasquear los dedos, trabaje duro para llegar hasta donde estoy y todo gracias a mi inteligencia y trabajo duro, ni siquiera permití que MI esposo Minato pagara mis colegiaturas, yo tenía trabajo y con eso logre llegar hasta donde estoy, en cambio tú, con sobornos y quien sabe que más lograste salir de la preparatoria, incluso apuesto que tu padre pago para que te den la carrera que tienes, sin tener que esforzarte, a lo mejor y por eso solo te la pasas en casa, porque ni sabrías que es lo que se tiene que hacer".
Después de aquellas sinceras palabras todos en el lugar la vieron con reproche, como si ella no valiera nada, y luego Mikoto, quien le dio la razón a su amiga, alegando que no permitiría nunca que sus hijos se acerquen a tan mala y podrida persona. Las miró detenidamente y no pudo evitar sentir tanta envidia, ellas se veían tan al natural, con un delicado y casi inexistente toque de maquillaje, y aún con eso, ellas lucían tan jóvenes y sin ninguna arruga, al igual que sus perfectos y esbeltos cuerpos, los cuales lucían tan bien formados y atractivos, en cambio ella, que ya había pasado por varias operaciones de lo más costosas seguía luciendo tan demacrada, tenía que usar bastante maquillaje solo para verse así de bien, ¡malditas sean las dos!, Se sentía tan llena de rabia por eso. Como las odiaba, miro con furia como su pequeña hija, trataba de acercarse al hijo de los Namikaze, pero este ni caso le hacía, y todo por estar ocupado con aquel detestable doncel. Por culpa de la pelota de aquel maldito niño doncel, todo se arruinó, su hija lloraba por la atención del pequeño varón y ese doncel tenía que arruinarlo todo para su preciada hija, y lo peor, ese niño se parecía tanto a la maldita Mikoto.
Sonrió con maldad y tomo a su hija, la cual se durmió de tanto llorar por culpa de ese niño, salió sin siquiera despedirse, total, nadie le tomo importancia, la acomodo en la parte trasera de su auto y ella en el asiento del conductor, ella ya sentía una gran oportunidad de vengarse de aquellas arpías que tanto odiaba, después de todo, un juego de niños, siempre abre paso a heridas, y no se equivocó en sus suposiciones. Piso a fondo y con furia el acelerador, y aunque no atropello al doncel, al menos le quito a los Uchihas el tan importante tesoro que presumían siempre, ese día había matado a Uchiha Itachi, y nadie supo la verdadera historia de ello, solamente ella, quien guardaba de una manera recelosa ese oscuro y grandioso secreto, además, nadie podría sospechar de ella, porque no fue la única en irse de la fiesta, además de que su auto no quedo marcado por el golpe otorgado.
Pero ahora su hija sufría otra vez, y siempre se veía involucrado ese doncel, debió retroceder y matarlo a él también, pero eso ya no importaba, ahora ella arreglaría lo que no hizo años atrás. Había comprado un arma, y la guardo en su carísimo bolso de marca, miro con odio al hombre que minutos atrás le pidió el divorcio y salió hacia donde su hija había ido.
—Esta vez no fallaré —, susurró con una malévola sonrisa.
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Sakura ya había encontrado a los perfectos idiotas dispuestos a ayudarla, solo fue cuestión de hacerles varias promesas coquetas y unos cuantos besos de boca, y los imbéciles cayeron tan bajo y aceptaron ayudarla en su venganza.
Esperaron cerca de un terreno baldío, lugar por donde Naruto siempre pasaba caminando, y según uno de sus seguidores, ese día Sasuke acompañaría al pordiosero, cosa que le alegro el día completo, ahora si conocerían de lo que era capaz Haruno Sakura.
—Solo un poco más Naruto, te hare pagar a ti, junto con ese maldito doncel —, furia y odio había en sus palabras y mirada.
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Durante toda la estadía escolar se la pasaron juntos. Hicieron tareas juntos, comieron juntos, incluso y aunque fue sin querer, hubo uno que otro roce de manos, claro que Sasuke ya traía puestos sus guantes.
—Oye Dobe, ¿podría caminar contigo hoy? —, preguntó apenado y completamente sonrojado.
—De que puedes, puedes, pero espero que no te canses mucho —, con burla dijo aquello, aunque en el fondo moría de felicidad.
—Entonces les avisare a mis padres —, azorado se alejó para hablar a sus padres e informarles sus intenciones.
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El final de las clases llego y ellos comenzaron su caminata. De vez en cuando se gritaban o reían por cosas tan graciosas y cómicas, como cuando el rubio cayó de sentón por andar distraído viendo al doncel, incluso y sin que ninguno le tomara importancia, llegaron a tomarse de las manos. La gente que miraba al siempre sucio y solitario Naruto veía sorprendida a ese doncel, preguntándose el porqué de tan extraña y a su parecer, asquerosa unión, pero ninguno de los dos chicos, les tomaba importancia.
Llegaron a aquel terreno, y cuando pasaron frente, alguien jalo al azabache hacia allí, cosa que sintió el rubio, quien fue con prisa hacia ese lugar, encontrándose con Sakura y unos diez chicos fortachones de los que siempre frecuentaba.
Miro con recelo como uno de esos tipos tenia bien sujetado a Sasuke y se puso furioso, ni siquiera él se había atrevido a tocar a ese Teme y ese tipejo hacia que se sintiera incómodo y desprotegido, de eso se dio cuenta al verlo temblar.
—Sakura, dile a tu amiguito que deje ir a Sasuke —, hablo totalmente furioso.
—Lo lamento pordiosero, pero primero te medio mato, antes de hacer lo que dices —, respondió burlesca, mientras hacía una señal a sus fieles sirvientes.
Los nueve muchachos atacaron al mismo tiempo al rubio, y aunque este era un experto en combate, no hacía mucho por defenderse, temía que al hacerlo hirieran al doncel. Fijo su azulina mirada hacia él y le sonrió en señal de que todo estaría bien, cuando en el fondo sentía todo lo contrario.
En cambio, el doncel solo observaba tan quieto como estatua, quería moverse, pero el sentir a ese sucio chico tocarlo, lo dejo en shock, miro a Naruto y se gritó mentalmente para moverse, pero nada. El sabía defenderse, no era como esos donceles y mujeres que esperan con paciencia a que su príncipe llegará, él era el gran Uchiha Sasuke, aquel que enfrentaba a los varones y los ponía en su lugar. Volvió a mirar a Naruto y luego a la maldita Sakura, y por fin estalló en furia, al fin sintió a su antiguo yo resurgir de entre las cenizas como ave fénix.
Sintió sus guantes resbalar de sus manos y con gran facilidad los dejo y se liberó, y sonrió de una manera maligna ante aquellos que lo miraban.
—¡¡DEJEN EN PAZ A MI DOBE!! —, con total furia y una fuerza sacada de un misterioso lugar, golpeó la nariz de aquel que lo tenía agarrado, hasta romperla, no importándole embarrarse de la sangre del chico.
Naruto vio completamente impresionado aquello, mientras que algo que creyó haber perdido hace mucho llego. Él siempre quiso el amor sincero de alguien y al parecer ya lo tenía, siempre estuvo allí y él no había podido verlo, tal vez porque sentía que le había fallado como hermano a Itachi y que no merecía estar con Sasuke, sentía que la culpa de la muerte de Itachi, pero con Sasuke a su lado, esa culpa se esfumaba. Comenzó a sonreír al ver como ese "frágil" doncel le rompía la nariz a su atacante, y miro con prepotencia a los que disfrutaron de su cuerpo como saco de boxeo.
—¡¡YA ESCUCHARON A MI TEME!! —, se abalanzó a dos de ellos y el dejo a esos tipos noqueados de un solo golpe.
Sasuke se le unió para acabar con los otros seis, y aun cuando ambos recibieron uno que otro golpe, lograron dejarlos a todos llorando por sus mamis, mientras que la peli rosa veía asustada la escena, tan perpleja y sorprendida por tan repentino actuar. Se escuchaban a lo lejos las sirenas de la policía, pero poco les importo, especialmente al azabache, que se acercó con furia a la peli rosa.
—Te lo advertí Haruno, te dije que no volvieras a meterte con Naruto —, hizo una pausa —. Él es MI Dobe, me vale si es pobre o rico, si es sucio o limpio, él es MIO y yo no permito que dañen lo mío —, levantó su mano y con la palma le dio una gran y sonora bofetada, que la tiro al lodo —. Es allí donde perteneces, tu si eres basura, espero y no vuelva a ver tu repugnante rostro, porque si lo hago —, volvió a callar, para después mirarla con odio —. Te mato —, finalizó con total furia.
La chica temblaba de terror, por un momento juro ver aquellos negros ojos tornarse rojos como la sangre, fue allí cuando se dio cuenta de lo peligroso que era meterse con esos dos, especialmente con Sasuke. Iba a irse como la cobarde que era, pero a lo lejos distinguió a su madre acercándose.
—¡¡ESTA ES LA ULTIMA VEZ QUE TE METES CON MI HIJA!! —, grito con furia, mientras sacaba aquella arma de fuego y apuntaba al doncel.
Todo paso tan rápido, Naruto logro llegar donde estaba Sasuke y lo cubrió con su cuerpo, recibiendo todo el impacto de aquella solitaria y certera bala, cayendo él al suelo, mientras sentía que comenzaba a perder aquel rojizo líquido que tan importante era en su vida. Sonrió alegre y acarició ese limpio rostro con sus sucias manos, todo con temor de asustar al doncel, pero este beso su mano y comenzó a llorar, escuchaba las sirenas de la policía de una manera tan confusa y distorsionada y allí se dio cuenta de que estaba quedando inconsciente.
—Sabes Sasuke, creo que me enamore de ti —, susurró con trabajo.
—Dobe —, susurró lloroso —. Creo que yo igual.
Pero de allí no supo más, se sintió tan liviano y friolento, para después dejarse vencer por el sueño.
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La ambulancia llego en cuestión de minutos, minutos que le parecieron horas eternas al doncel, quien oprimía con fuerza la herida sangrante de Naruto. Le contó cómo pudo a los oficiales, todo lo que había pasado, y estos arrestaron tanto a las Haruno, como a los diez muchachos, mientras que los paramédicos atendían al rubio y lo adentraban en la ambulancia, lugar donde iría con total preocupación, claro, no sin antes ir donde las dos locas.
—Les advierto que esto no lo voy a dejar así, tengan en cuenta que por ese Dobe haré lo que sea.
Incluso la desquiciada de Mebuki sintió aquella poderosa sed de sangre, fue allí cuando se dio cuenta cuán lejos había llegado, lo peor, había llevado a su hija por ese camino, y ahora debía esperar a recibir la furia de los Uchiha y los Namikaze, sus rivales eternos.
Continuará