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La Tregua por sue

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Notas del capitulo:

Hola!!! Por fin por acá!!! :D Primero que nada informo que la razón de la tardanza es que mi laptod anda en reparación, lo que me impide como entenderán sentarme a escribir los fanfics n_nUU para hacerlo he tenido que arreglármelas de varias maneras, desde acudir a ciber, casa de amigos y hasta utilizar el tiempo del trabajo xD pero al final lo importante es que estamos aquí y que estoy haciendo lo posible por proseguir con el fanfic a pesar de las vicisitudes que se me presentan :B sin mas que agregar, que disfruten de su lectura!!!


 


 


 

 

 

El pelirrojo se las arreglaba para deshacerse de la compañía de sus amigos; mentía sobre la petición de su tía de irle a recoger alguna cosa o mandados similares; y le decía a ambos tíos que no sabía a qué hora llegaría, pues estaba ocupado con unas nuevas clases extracurriculares.

 

Zero se había habituado al mentir y no se daba cuenta.

 

Mientras no hubiera misiones, tenían todo el tiempo del mundo para entregarse a la extraña relación que ahora compartía con su profesor tras haber intimado con él.

 

Sus paseos casuales y secretos ya eran parte de su rutina. Rippen llegaba hasta la esquina y en el recoveco de la misma, solía recoger al muchacho que siempre lo esperaba – cuando lograba deshacerse de Larry -, encaramado en su monopatín como si aguardase que el semáforo cambiara su señal. La mirada cómplice era tan imperceptible que sólo ellos eran capaces de captarla. Penn subía al automóvil y por lo general, iniciaba un viaje cuyo destino siempre era incierto.

 

 

La vez que el museo los sedujo y entre el silencio que ofrece la contemplación de las pinturas, Penn quedó cautivo no de las obras de arte sino del embeleso de su querido profesor ante lo que miraba… ¿Estaría bien que le confesara a Rippen que le parecía que su cuerpo opacaba en mucho las esculturas que ocupaban el salón? La anatomía del hombre nunca estuvo en sus intereses íntimos, pero ahora el muchacho se deleitaba admirando aquel bien formado abdomen que le mostraba con descaro en cada uno de sus encuentros sexuales. El ojiazul se mordió un poco el labio al evocarlo; el sudor recorriéndolo, en un camino de dolor y placer… aquella escena la tenía grabada en sus retinas.

 

- Dime Penn ¿Habías venido antes aquí? – Mencionó Rippen, sacándolo de sus candentes pensamientos.

 

- Si… unas cuantas veces con mis padres.

 

- Ya veo. Así que no eres un niño inculto después de todo.

 

- Te dije que no soy un niño.

 

- Claro – Afirmó junto a una sonrisa encantadora - Yo me encargué de eso cuando me hice de tu virginidad.

 

- No lo digo por esa razón – El rubor se apoderó de sus mejillas.

 

- Je je lo sé… me he dado cuenta de que has cambiado.

 

- Tú también lo has hecho.

 

- Verdad… - Vociferó - El ser humano es proclive a cambios después de todo…

 

Penn atesoraba aquellos momentos silenciosos en los que podía darse cuenta de la presencia del hombre. Pero Rippen era todo lo contrario; aquellos instantes sin habla eran una prueba a su limitada paciencia de villano que está harto de las esperas.

 

- ¿Se puede saber qué tanto ves? – Le preguntó el pelinegro tras verlo perdido en a ventana en aquella oportunidad. Por lo general el joven era bastante conversador o se la pasaba viéndolo con embeleso, cuando pensaba que el mayor no se daba cuenta, pues estaba inmerso en el camino que tenía delante.

 

- Eh… nada – Contestó el chico pelirrojo totalmente ruborizado.

 

Un silencio se produjo, la luz del semáforo continuaba en rojo y Rippen llevó su mirada en la dirección en la que había estado inmerso su rival de misiones.

 

Fue entonces cuando lo vio… La noria o rueda de la fortuna, se alzaba imponente a lo lejos, como el sueño del casi villano de poder manifestar su villanía en un tiempo completo.

 

El mayor sonrió por lo bajo y anunció más para sí mismo:

 

- Ya comprendo.

 

- … ¿De qué hablas Rip?

 

- No me hagas caso. Pensaba en voz alta.

 

La luz del semáforo cambio a verde y una vez más el vehículo se puso en movimiento. Penn no se molestó en preguntarle al mayor a qué lugar tenía pensado llevarlo; el miedo que puede generar un villano no lo sentía y la incertidumbre mucho menos, siendo aquello la prueba más fidedigna de que lo que ansiaba realmente Zero era la simple y llana compañía del hombre, importándole poco o nada al lugar a dónde lo llevara su insensato deseo…

 

Los ojos azules brillaron con sumo esplendor cuando los múltiples juegos mecánicos llegaron a ellos; él, un adolescente vivaz, en plena consumación de la llama de su juventud, sentía una increíble debilidad por el desgaste de sus inmensas reservas de energía de un sólo golpe.

 

- ¿Y bien que te parece? – Expuso Rippen sacándolo de su ensimismamiento – Creí que a lo mejor tenías deseos de venir…

 

Penn Zero no contestó con palabras, sin pensárselo mucho se apresuró en tomar la mano del pelinegro para luego prácticamente arrastrarlo hasta la boletería.

 

Desde el primer momento en que sus manos hicieron contacto, el hombre sintió en lo más profundo de sus entrañas algo muy distinto a la nausea o al repudio – siendo lo más normal siendo que ambos eran enemigos jurados -, era una agradable sensación, una calidez inusual, una dulcificada muestra de que los vínculos son capaces de ser mostrados de una manera física, muy apartada del ramo sexual.

 

- Vaya Penn Zero, realmente luces muy emocionado. En momentos como estos es cuando sale a flote tu comportamiento infantil, el cual querido, aún posees. Por muy crecidito que insistas en demostrarte – Mencionó a modo de burla, buscando con ello que el pelirrojo no se diera cuenta de lo agitado que lo había dejado tan sutil roce de pieles.

 

- ¿Podemos subirnos a la montaña rusa? - Preguntó con ilusión y evidentemente inmerso en el concepto de diversión.

 

Se subieron a la misma y durante todo el trayecto de subida, Rippen se tomó la labor de analizar al ojiazul; de nuevo aquella sonrisa se dibujaba en su rostro... sólo que ahora aquella sonrisa infantil suya provocaba en el ojirojo un inmenso deseo de imitarla.

 

- Esto va a ser divertido – Anunció Zero con el corazón a punto de salírsele por la boca.

 

La bajada por los rieles llegó acompañada del grito afónico de los que se encontraban transitando en ese juego; la adrenalina les llegó hasta el último rincón del cuerpo y los prejuicios, las dudas y los sentíres, fueron arrancados de un sólo tajo de aquellas gargantas sedientas de una sensación mucho más fuerte.

 

- Fue... menos intensa que la que tiene Larry en su mansión.

 

- Si eso te parece ¿Entonces cómo es que estoy aquí reconfortándote luego de que vomitaras en ese cubo de basura? - Espetó el pelirrojo mientras le pasaba la botella de agua que había ido a comprar para pasar su malestar.

 

- Debe de haber sido algo que comí...

 

El pelirrojo sonrió internamente, le parecía tierno que el mayor buscara de mostrarse recio ante cualquier eventualidad; muy a pesar de que hubiese mencionado al director en un tiempo que desde que habían iniciado la tregua le parecía de índole sagrado ¿Cuál sería la razón? ¿Acaso porque estaba seguro de que entre los hombres no existía una relación más profunda que la de villano y esbirro malvado, profesor y director? ¿O la pícara seguridad que le generaba el que Rippen fuera en busca de sus favores?

 

Luego de que el ojirojo se mejoró de su malestar, invitó al niño a probar la vasta variedad de comida chatarra disponible en el centro de atracciones. Penn Zero parecía tener diez años menos, pues devoraba los hots dogs, algodones y manzanas dulces con suma emoción. Era un estallido físico de la alegría que tenía por dentro, evocada en el placer del comer.

 

- Quién te viera – Rippen sacó un pañuelo de su bolsillo y le limpió la comisura de los labios.

 

El pelirrojo se ruborizó cuando a la mente le acudió el recuerdo de su padre teniendo aquellas atenciones con su persona.

 

- ¿No has pensado en tener hijos Rippen?

 

- ¿Quién dice que no tengo?

 

- ¡¿Ah?! - Exclamó impulsivamente.

 

- Deberías de ver tu cara – Sonrió – Sólo bromeo un poco contigo. La verdad nunca me interesó el tener descendencia. Ya hay demasiada gente en el mundo... tampoco soy partidario de cambiar pañales ni de soportar malos humores de adolescentes caprichosos.

 

- ¿Consideras que soy caprichoso?

 

- ¿Quieres que conteste a esa pregunta? - Sonrió y el chico le devolvió la sonrisa.

 

- A lo mejor como van las cosas, podrías contemplar la opción de adoptarme...

 

Muy a pesar de que lo dijo en modo de broma, el comentario de inmediato dejó de ser del agrado de ambos. Penn no quería considerar la idea de que jamás volvería a tener padres y Rippen... bueno adoptar a su rival nunca estuvo en sus planes, mucho menos ahora que tenían relaciones.

 

- ¿Adónde quieres subir antes de irnos? Mi paciencia para compartir con el prójimo está a punto de acabarse – Aunque lo cierto era que no quería admitir que se estaba divirtiendo en aquel lugar.

 

El chico miró a su alrededor, siendo seducido de nuevo por la noria.

 

- Quiero subir a ese – Anunció mientras lo señalaba con su dedo índice.

 

- ¿Ese? Pero si es el juego más aburrido de todos. Te quedas sentado sin hacer nada mientras que la rueda va a una velocidad tan lenta, que sin darte cuenta empiezas a cavilar sobre la vida misma y el origen de todas sus calamidades.

 

- Oh vamos Rip, sólo quiero ver si se ve mi casa desde arriba – Puso ojos de cachorrito regañado.

 

- Uf... Está bien Penn Zero. Tú ganas – No pudiendo contra su gesto.

 

Tras aceptar la petición del menor Rippen pudo darse cuenta de la oportunidad que le presentaba aquella atracción. Una oportunidad que el casi héroe había previsto igualmente.

 

En aquella cabina tan angosta la presencia de ambos se agudizaba. El pelinegro por poco podía escuchar el corazón del otro latirle en el pecho con furor mientras que el ojiazul se percataba de la agitación del mayor con sólo fijarse en el destello cobrizo de sus ojos.

 

El silencio se extendía. Zero quería decir algo, pero ya se había percatado que no tenía la misma audacia al hablar con Rippen; era como dentro de su ser hubiesen dos de él que luchasen por tomar la palabra y siempre acababa balbuceando trozos de uno y retazos del otro… se lamentó de la posibilidad de que el pelinegro pensara que se estaba volviendo como Larry.

 

- Rippen… ¿Realmente tu padre y tú nunca fueron muy unidos?

 

- Nunca era lo suficientemente… “bueno” para él; y cuando digo “bueno”, me refiero a desempeñando adecuadamente el papel de villano. Siempre había algo negativo en mí.

 

- Eso es terrible - Penn Zero se sintió deprimido tras oírle, después de todo, conocía a la perfección lo que era tener un padre bueno y comprensivo.

 

- Sólo quería que por una vez… mi padre estuviera orgulloso de mí. Pero no lo culpo, lo entiendo ¿Cómo sentirse orgulloso de alguien que se la pasa cometiendo errores?

 

Lamentaba que Rippen no hubiera podido gozar de algo tan maravilloso. Y pensó de manera inocente, que aquella era la razón por la que el villano actuaba realmente. Llevado por su deseo de aprobación paternal…

 

- … Yo… lo lamento – Vociferó mientras apretaba sus puños.

 

- ¿Por qué? – Espetó el pelinegro con seriedad.

 

- Pues… porque todo sea de ésta manera.

 

- Por favor Penn, no te lamentes sólo por hacerlo… detesto que las personas hagan eso – Confesó en un tono asqueado.

 

- Rip… - Le dolió su reacción.

 

Mientras la luz del atardecer les matizaba los rostros con un cálido tono naranja, el casi héroe tomó una decisión, que pensó, era la correcta, pues venía de su corazón benevolente.

 

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Bien, quiero aprovechar de comentarles que el fanfic está en sus capitulos finales :B así que ya están preparados je je a todos muchas gracias por haber leido y si se animan a comentar n_n besos y abrazos!! Hasta el siguiente!! Bye Bye!!

 

 


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