"El Hubiera Entre La Limpieza Y La Suciedad"
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Como ya era costumbre en su vida, Naruto se levantó de manera perezosa, su azulina mirada viajo a su acompañante, cosa que lo hizo fruncir el ceño con molestia y suspirar con cansancio. Ciertamente no sabía que era lo que había visto en una persona como lo era su pareja, y lo único que veía bueno en esa relación, era su muy preciada hija.
Ya habían pasado diez largos años desde que conoció a su pareja, al principio todo estaba bien, pero cuando se enteraron de la llegada de Amy, todo cayó en picada. Su pareja no quería tener hijos, además de que ninguno de los dos había concluido con su carrera, pero por suerte, él contaba con el apoyo de sus padres, quienes, a pesar de reprenderlo por no saber cuidarse hasta el momento preciso, le brindaron el apoyo que necesito como padres y abuelos primerizos. Hubiera deseado que los padres de su pareja hubieran hecho lo mismo, pero su suegra, que, aunque decía estar encantada, siempre le exigía cosas de más, en cambio su suegro, siempre estaba renuente y ausente, como si ya no le importará nada.
—Bueno, pues a hacer otro largo día de mi vida —, trato de motivarse, intento con toda su voluntad formar una sonrisa, pero en su lugar solo se formó una mueca llena de resignación.
Esa era su triste vida, levantarse muy temprano, arreglándose para ir a trabajar, despedirse de su hija, trabajar arduamente y llegar lo más tarde posible, solo para no verle la cara a su esposa Sakura. Y siempre con un pensamiento en la cabeza, que ella no era la indicada, que su persona destinada ya se encontraba muy lejos, y desgraciadamente era por su culpa, lo supo en el momento en el que estaba tan obsesionado con superar a aquel que era como su hermano mayor, y a su querido padre, entendió a la mala, que aquel gruñón doncel era su persona amada, y lo entendió cuando lanzó a la calle, aquella pelota que sello su cruel destino. Lo recordaría por el resto de sus días, ¿cómo no hacerlo?, si él mismo ocasionó que ese doncel muera al ser arrollado por un auto desconocido, y aun recordaba los gritos, la desesperación de Itachi por no llegar a tiempo, pero, sobre todo, lo recordaba porque el mismo sentencio su largo camino vital.
Comenzó a llorar de frustración, de dolor, pero sobre todo de odio, no lo admitía frente a nadie, pero odiaba con todo su ser la vida que le toco. Si él no hubiera lanzado aquella pelota, si él hubiera sido más educado y paciente con el doncel, si tan solo Itachi hubiera logrado salvar a su buen destino, él tendría la felicidad y paz que tanto había deseado, pero por desgracia, él hubiera no existe y en su lugar solo había lamentaciones y arrepentimientos.
Se levantó con pereza, ya completamente listo, y salió de su habitación con total resignación. Apenas piso el exterior, una luz cegadora le impidió seguir caminando, y se preocupó al escuchar la desesperada voz de un niño...
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Lo primero que vio, fue un par de ojos negros como la misma noche, dichos ojitos lo miraban muy preocupados y con un deje lleno de tristeza.
Analizó preocupado y algo extrañado, aquel entorno, y al hacerlo, lo entendió al fin, había tenido un mal sueño y uno muy terrible. Fijo su mirar en la televisión de plasma, y comenzó a reír por cometer la tontería de ligar al personaje Amy de aquella caricatura, con la bruja de Sakura, pero toda risa se acabó cuando vio la mirada de su pequeño hijo.
— ¿Estás bien papá? —, preguntó el niño muy preocupado.
Naruto miro a su pequeño hijo, su primer hijo, que, aunque hubiera nacido como doncel o una niña, eso no cambiaría el hecho de que lo amaba. Un varón muy inteligente, de cabello negro y ojos del mismo color, pero lo que hizo que tanto él como Sasuke decidieran el nombre, fueron aquellas rayitas que asemejaban unas ojeras, en conclusión, su primogénito era una mini copia de su difunto tío, Uchiha Itachi. Era como si el primogénito de la familia Uchiha, les recordará que siempre existen las segundas oportunidades.
Espabilo al ver los ojitos llorosos de su hijo, normal en un buen susto como el que se llevó y más porque el niño solamente tenía cuatro años. Se levantó del sofá en el que antes dormía y abrazo a su hijo.
—Tranquilo hijo, estoy bien, solamente fue un mal sueño —, le dijo suavemente, tratando de calmar al niño.
—Pero no despertabas y mi papi me dijo que te despertará, porque ya casi llegan los abuelos —, se explicó el niño con preocupación —. ¿Seguro que estas bien? —, cuestionó preocupado.
—El blondo sonrió comprensivo —. Tranquilo pequeño, tu padre todavía tiene para más, solo fue una horrible pesadilla —, le revolvió los cabellos, mientras buscaba con la mirada a su esposo —. ¿Dónde está tu papi? —, preguntó con angustia.
—El niño sonrió divertido, su papá le causaba gracia, más con su papi embarazado —. Papi está haciendo la comida con ayuda de del tío Deidara —, respondió alegre.
El blondo se alejó de su hijo, para comenzar a caminar con dirección a la cocina. Estaba algo molesto, porque su Teme se puso a cocinar, cuando le dijo que no lo hiciera, pero parecía que al doncel siempre le gustaba llevarle la contraria.
Llego a la cocina, y le dio un ligero tic en la ceja al ver a su muy embarazado esposo, terminar de emplatar lo que sería la comida de esa tarde. Vio a su primo, el cual solo le sonrió divertido por los gestos que hacía.
—Voy a comenzar a alistar la mesa —, avisó el rubio mayor.
Sasuke solo asintió, mientras miraba con seriedad la mirada que su Dobe esposo le enviaba, pero tanto él como Naruto sabían quién ganaría ese pequeño percance.
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Fugaku tomaba su habitual botella de licor. Veía el fuego de aquella chimenea, su fiel compañera de penas, desde aquel fatídico día. Era muy cierto aquel dicho, "nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Y él, un Uchiha, perdió algo muy importante, mejor dicho, a alguien muy importante, alguien a quien no supo valorar hasta que lo perdió.
Cuanto se arrepentía por no darle el amor que siempre mereció el menor de sus hijos, y con una gran vergüenza, admitía que cuando vio que sus dos hijos se vieron involucrados en ese accidente, solo pudo suspirar tranquilo cuando vio que su gran orgullo estaba bien, incluso su esposa hizo lo mismo. Y aun después del funeral, ellos estaban tranquilos porque no le paso nada a Itachi, al menos las cosas estuvieron tranquilas, hasta que el mismo Itachi les abrió los ojos. Les grito todas las verdades y maldiciones, les demostró cuanto los odiaba por no pensar en Sasuke, les dijo hasta de que se iban a morir por alegrarse de la muerte de su hermano. Después de eso, Itachi mismo, les exigió que lo mandaran a estudiar lo más alejado de ellos y aunque al principio se negaron, fue la amenaza del menor que los hizo desistir.
Cuando Itachi se fue, el hogar Uchiha no fue lo mismo. El lugar se sentía vacío y frío, y no por la falta de Itachi. Los parloteos de Sasuke cada vez que llegaba e iba con su madre para contarle su día, los intentos por el menor para llamar la atención de su padre.
Mikoto comenzó a deprimirse, era ahora cuando veía cuanta falta le hacía su pequeño doncel, pero el día en el que Sasuke cumpliría siete años, Fugaku cayó en una fuerte depresión. Ni Mikoto y mucho menos Itachi, sabían cómo motivar a Fugaku, el mayor simplemente estaba inconsolable. Y aun con las terapias y las sesiones con Namikaze Minato, el patriarca Uchiha no logro salir de la terrible depresión, simplemente nada ni nadie lograría animarlo.
Comenzó a faltar a la empresa, simplemente no le importaba nada. Comenzó a alejarse de su esposa e hijo, se encerró en su propia oscuridad, por ello, todos los días se embriagaba y sentaba frente a la gran chimenea, con la foto de su hijo menor en las manos, llorando por todo el daño y dolor que siempre le causó con sus rechazos, imaginándose siempre como el padre protector que ahuyentaba a los pretendientes de su pequeño, pero la triste realidad era otra, si hasta había planeado comprometerlo con el hijo de un adinerado empresario, siempre pensando en su conveniencia y no en su hijo.
—Cuanto lamento no ser el padre que necesitaste —, murmuró dolido. —. Soy tan malo, que ni siquiera encontré a la persona que te alejo de mí —, se llevó ambas manos a la cara.
Se puso aquella arma en la cabeza y miró por una última vez la foto de su hijo, recordando el día que nació y lo tuvo por primera vez entre sus brazos, recordó lo frágil que era y la promesa de protegerlo, algo que no hizo nunca.
—Lo siento Sasuke, tu padre es un cobarde que ya no aguanta más el pensar en todo lo que no te dio, no digo que nos volveremos a ver, porque tu estas en un mejor lugar, mientras que yo, voy a pagar todos mis pecados, te amo hijo —, dichas estas palabras, jalo el gatillo, escuchando por última vez, el grito desesperado de su esposa.
Cuanto hubiera deseado que su hijo siguiera con vida, cuanto hubiera dado por tener una segunda oportunidad para enmendar su comportamiento con Sasuke, cuanto hubiera dado por tener a Sasuke a su lado, pero por desgracia, él hubiera no existe y su final fue sellado el día que su pequeño hijo Sasuke, falleció.
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Abrió sus negros ojos con pereza y lo que vio fue a su esposa, verlo de una manera preocupada. Analizó su entorno y recordó lo que hacía, estaba esperando a que su esposa termine de arreglarse para la fiesta de cumpleaños del esposo de su hijo y termino quedándose dormido.
Se puso de pie, y le dio un suave y corto beso a su mujer, quien suspiro tranquila al ver bien a su esposo.
— ¿Estas bien? —, preguntó preocupada.
—Sí, solamente fue una horrible pesadilla, pero gracias a ti, logre despertar antes de mojar los pantalones —, le dijo con burla, necesitaba calmar a Mikoto.
—La mujer sonrió divertida —. Pues eso es bueno, porque me muero por ver a mi hijo y a mi nieto y no quiero tardarme de más —, le dijo sonriente.
—Nietos, Menma ya casi nace y también es muy bien recibido —, le recordó serio. No cometería el mismo error, amaba a su nieto Itachi, pero también amaba a su nieto Menma, aun si este nacía doncel.
Mikoto sonrió sincera, ella también ansiaba poder cargar a su segundo nieto, porque también ella se aseguraría de amar por igual a sus nietos.
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Ya era de eran las tres de la tarde, todos habían terminado el almuerzo y era hora del pastel. Con dos velas con los numerales treinta, se hizo oficial el canto al cumpleañero de ese día.
Naruto recibía gustoso los regalos de sus padres, primo y suegros, que, aunque Fugaku siempre lo amenazaba para que no hiciera enojar a su hijo, siempre lo abrazaba para felicitarlo cuando lo ameritaba. Y ya de último el blondo se agachó a la altura de su hijo, para recibir la taza que el mismo niño hizo con sus propias manos.
—Bueno Dobe, es hora de que partas el pastel —, le dijo el doncel, mientras le daba a su esposo el cuchillo.
—Sí, ya sé que Menma te da antojos de que comas de mi pastel, pero recuerda que yo soy el cumpleañero —, le respondió con burla.
Y era verdad, el niño pronto a nacer no solo le había dado unos incontrolables cambios de humor, también muchas ganas de comer toda la basura que Naruto acostumbraba a comer, eso incluía todo tipo de dulces y distintos tipos de ramen, también le hizo odiar su ensalada de tomate y las verduras, dando por hecho que Menma iba a ser igual a su Dobe padre.
—Sasuke frunció el ceño, ese comentario lo había enojado —. Tú te tienes la culpa Dobe —, era más fácil echarle la culpa a su esposo.
Todos comenzaron a reír divertidos, incluso el niño, que ya sabía cómo eran sus padres, pero toda diversión se fue, al ver la repentina expresión de dolor en el rostro del embarazado.
— ¿Qué tienes Sasuke? —, Naruto fue el primero en acercarse, mirando preocupado a su embarazado Teme.
—Creo que alguien quiere cumplir años el mismo día que tú —, le dijo agitado, llevando sus manos a su gran vientre de ocho meses y medio.
Naruto abrió los ojos con sorpresa, la cual se volvió pánico al ver como comenzaba a mojarse el suelo, eso solo quería decir que la fuente se había roto y que Sasuke no estaba teniendo una falsa alarma. Por suerte esta vez había más personas, porque cuando Itachi iba a nacer, se olvidó de la persona a la que tenía que llevar con urgencia al hospital y no fue hasta allí que se dio cuenta de su estupidez.
Salió de su mundo cuando sintió un golpe en la cabeza, miro molesto a su madre, pero esta lo miro con ganas de matarlo, cosa que hizo que se calmará.
—Hijo, tu ve por las cosas de Menma y Sasuke, mientras tu padre y Fugaku llevan a Sasuke al auto —, le ordenó con seriedad —. Deidara, tu quédate aquí con Itachi, ya cuando nazca Menma lo puedes llevar al hospital —, pidió la mujer.
—No te preocupes tía, incluso podemos jugar —, le dijo amable al niño, el cual asintió preocupado por su papi y hermano.
Todo fue rápido a partir de ese momento, y ya con todos en el auto, arrancaron para llegar con prisa al hospital, por suerte Kushina ya había llamado a su suegra, quien ya tenía todo listo para la llegada de su ansioso bisnieto.
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Las horas pasaban, y ya eran las nueve y media. Naruto caminaba de un lado a otro, mientras miraba una y otra vez la hora, estaba preocupado, lo mismo paso con Itachi, por eso se reprendió por embarazar a su esposo otra vez, estaba pensando seriamente en operarse para no volverlo a hacer, pero bien sabía que, si lo decía, Sasuke lo iba a agarrar a madrazos.
Salió de su mundo, cuando vio a su abuela llegar, se veía agotada, pero la sonrisa que traía en el rostro le decía que todo había salido bien.
—Todo salió de maravilla, Menma es un niño muy sano y energético, además de ser un doncel muy inoportuno o un buen regalo para su padre cumpleañero —, le dijo divertida —. Felicidades Naruto, tu hijo y tú van a cumplir el mismo día, por lo pronto, solo debes esperar una hora más, hasta que pasen a Sasuke a una habitación más cómoda.
El blondo solo asentía con una boba sonrisa en el rostro, porque aun cuando su hijo decidió nacer en su cumpleaños, él estaba muy feliz de poder tenerlo con ellos. Y los abuelos, los cuatro estaban felices, Minato porque al fin vería a su nieto, Fugaku porque lo iba a consentir en todo lo que quisiera y las abuelas, porque con Menma, podrían buscarle a un guapo varón como pareja, algo como un nuevo material de shippeo.
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La hora acordada ya había pasado, y al fin Naruto pudo entrar a ver a su hijo y esposo. Se maravilló al ver una perfecta combinación de los dos. Un lindo y frágil bebé de ojos azules como los suyos, una casi nula, matita de cabello negro, la piel, que, aunque todavía se veía sonrosada por ser recién nacido, se notaba que sería blanca como la de su padre doncel, pero lo que más gracia le daba, eran las tres rayitas que poseía en cada mejilla.
—Feliz cumpleaños Dobe —, susurró el doncel con diversión.
—Naruto solo hizo un mohín —. El nacimiento sorpresa de Menma no vale, aun me debes mi regalo Teme —, fingió molestia.
—El doncel solo sonrió de medio lado —. Tranquilo Dobe, tu regalo está envuelto y está en la casa —, le dijo burlesco.
Naruto solo comenzó a reír divertido, ciertamente ese fue su mejor cumpleaños, aunque a partir de ahora, tendría que compartirlo, pero si era con su hijo, no había ningún problema. De repente, se quedó mudo al recordar algo muy importante, Menma era doncel y eso solo significaba una cosa.
—Tendré que conseguir un arma —, murmuró molesto.
— ¿Para qué? —, preguntó intrigado, lo asustaba la molesta expresión que Naruto hacía de repente.
—Menma es un doncel y por lo que se ve, va a ser muy hermoso, lo más seguro es que muchos pervertidos me lo quieran quitar, y eso no va a ser, él es mi bebé —, respondió serio. Ningún tipo se acercaría a su lindo bebé.
—Sasuke solo suspiro tranquilo, miro a su hijo, y comenzó a mecerlo para dormirlo —. Dobe, eres un exagerado, y ni creas que voy a permitirte que le hagas eso a Menma —, le dijo serio.
Naruto iba a decir algo, pero de repente entraron sus padres, suegros, primo y por último su hijo, el cual se acercó ansioso para conocer a su hermanito.
—Es muy pequeño, así no podré jugar con él —, sus negros ojos, viajaron a sus padres.
—Ya crecerá, así eras tú y mira cuanto has crecido —, explicó el doncel —. Estoy seguro que también me ayudarás y lo protegerás como el hermano mayor que eres —, dijo feliz.
—Itachi asintió sonriente, mientras se acercaba y le daba un beso a la frente del bebé —. Bienvenido Ototo.
Tanto Mikoto como Fugaku comenzaron a llorar, no había duda, su nieto mayor era igual a su difunto hijo, porque justamente eso había hecho Itachi cuando nació Sasuke.
La familia siguió con las felicitaciones y alguna que otra lagrimilla, pero aun con todo, ellos estaban felices con el nacimiento del nuevo integrante, el cual comenzó a llorar cuando interrumpieron su sueño.
Si lo vez de este modo, el mundo está conformado por la limpieza y la suciedad, pero aun con el recuerdo de Uchiha Itachi, y uno que otro arrepentimiento, nada puede cambiarse, el sueño de Naruto y Fugaku solo fue el oscuro hubiera entre la limpieza y la suciedad, pero de algo estaban seguros, ellos no cambiarían por nada su vida, porque Sasuke, él era todo su mundo, el cual se había agrandado con la llegada de Itachi y Menma.
FIN…ž°~