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El secreto de mis hermanos por NaniNan_chan

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En un lugar más allá del entendimiento.

   

-Mi ángel, ¿estás listo para tu renacer? -el amable señor dijo.

 

El tierno chico de ojos como la miel dejó de jugar con las nubes, de darles formas que le recordaban a las estrellas, a personas y a flores, para girarse con una sonrisa. Había estado esperando este momento desde hacía una eternidad. Durante todo este tiempo, había tenido que ver la alma del que fue su hermano vagando en el limbo y a su hermanita afrontar todo sola. O eso creía ella porque realmente nunca la había dejado de iluminar y darle fuerzas desde donde estaba.

Se levantó, sacudiendo los polvos de estrella que se le habían pegado a su desnudo cuerpo y agitando un poco la alas ya que había pasado mucho rato sentado. Era su pasatiempo favorito: ver qué hacían los demás y ayudarlos si lo creía necesario. “No los ayudes siempre o se acostumbrarán”,le habían dicho al llegar. Pero es que no había mucho que hacer, sólo pensar, jugar y cuidar de los demás. Por las lunas llenas se podía bajar a hablar con alguien pero él no había usado su don aún. No era necesario.

 

Por todo lo que había visto, ella lo había hecho muy bien olvidándose de aquellos dos hombres y centrándose en cuidar del hombre que tanto le había hecho dudar. ¿Cómo iba a saber él que en verdad su leoncito no le había traicionado? Ahora lo sabía y estaba algo arrepentido, pero era un vago sentimiento porque aquí todo era paz y tranquilidad.Aquí se encontraban las respuestas a todo y gracias a eso había podido saber por qué había sufrido tanto en su anterior vida.

Quién le iba a decir que era reencarnación de el príncipe de los espíritus celestiales, el jefe de la milicia celestial, el arcángel Miguel. Pues menos iba a saber que el alma de Leo era de Lucifer, el primer y más poderoso arcángel de El señor… El que salió mal.

 

Siempre le habían dicho que Lucifer fue desterrado por ir en contra de Diós y que como venganza se transformó en serpiente para tentar a sus muñecos con la manzana. Pero nunca había sabido que eso era una verdad a medias. No lo habían desterrado porque sí; fue por tener tanta compasión por los ingenuos muñecos y querer darles el poder del entendimiento, de la sabiduría. Fue por querer hacer algo que Diós no quería e intentar pasar por encima de él. Tampoco le había dicho cómo fue desterrado. Había escuchado que lo tiraron desde la nubes donde ahora mismo él se encontraba. También había oído mencionar que otro arcángel lo mató y que renació en el infierno. Fuera como fuera, aquí había conocido la verdad: por su amor por los humanos, los muñecos de Él, había sido castigado, ya que se supone que los ángeles no amen, no tengan sentimientos y sólo hagan las cosas con la voluntad que se les dio.

Bien, esa era la versión oficial. Lo que se decía entre alas era que Lucifer no sólo había nacido con demasiado amor por los terrestres, sino también por los alados, en especial, por uno. Debería estar sintiendo rencor por obligar a este alado, su reencarnado arcángel M. a matar él mismo al contrario. Pero, si los habían creado para ser benévolos,¿cómo iba a hacer semejante atrocidad? Fue entonces cuando la Guerra Santa se desató y la amenaza llegó.

 

“¿Me estás diciendo que no estás a mi lado? ¿Que no harás mi voluntad? Será que acaso quieres su mismo destino… ¿Has caído en pecado tú también, amando a otro alado?”, eran las palabras que a Mimi le habían dicho que Él le había reclamado a Miguel el arcágel.

 

“No, señor. Usted sabe que le soy fiel.”, esas palabras a Diós le parecieron las que él mismo le había dicho a Elena y en cuanto se lo contaron, supo que como él, su antecesor había llegado a amar al ángel caído.

 

Fue por eso que no le extrañó que no lo hubiera podido matarlo y que sólo le cortó las alas, suplicando porque no se hiciera mucho daño al caer y diciéndole que sería mejor que no intentara subir de nuevo si quería seguir viviendo. Era un secreto a voces que después de eso, se siguieron viendo en las lunas llenas. Igual que todo el mundo sabía pero miraba para otro lado cuando mencionaban que una de las noches al amancer, ninguno regresó a su respectivo hogar y que dos muñecos en la tierra se empezaron a amar.

 

-Sí, señor, estoy listo para volver a brillar en un nuevo cuerpo.- contestó Miguel a la pregunta antes dada.

 

-Pues, como te dije en antaño, elíge en quién será tu nueva vida.- le sonrió, intentando con su blancura hacer olvidar al menor su idea. Pero eso no pasó.

 

-He decidido volver a nacer como la persona más cercana a mi Leo. No me importa si sea su padre, su mejor amigo o su mujer. Sólo quiero otra vida para estar junto a él, una nueva oportunidad.- la esperanza se escuchaba en la dulce voz.

 

-¿Estás seguro? La persona más cercana será su hermano pues así naceréis de la misma carne y sangre, viviréis de la misma manera, compartiendo todo, incluso el amor; pues es inevitable que las almas manchadas no ensucien a los cuerpos puros. En esta próxima vida, pecaréis de nuevo si esto es lo que decides, pero esta vez... No pienso daros otra oportunidad. -declaró firme. La misma historia se había estado sucediendo por siglos y siglos desde la creación de las personas y no podía seguir viendo el sufrimiento de sus más queridos hijos. Porque así los veía Él, como sus amados hijos. Y pese a todo, supo que en un tiempo iba a volver a tener esta charla.

 

-Estoy muy seguro, Señor. Si he de sufrir por toda una eternidad a cambio de tenerlo en mis brazos un última vez, que así sea. He tenido mucho tiempo para pensar esto. -tenía muy claro daría todo de nuevo por ser felices en otra vida.

 

-Que así sea, dulce Miguel. -repitó el mayor.

 

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces se habían repetido esas mismas palabras. Tal vez una o dos veces cada siglo. ¿No eran esas demasiadas? Tanto tormento en un ciclo inquebrantable, un circulo vicioso cuyo epicentro era la devastación de dos seres. Muchas veces Él había intentado convencer a su arcángel preferido de desistir de la vida terrenal y olvidar ese tonto amor por un alado pero siempre que le preguntaba, decidía cometer el mismo error.

Ahora tocaba meter su alma en el vientre de esa joven mujer, testigo de peores pecados y dejar que la vida fluyera del mismo modo que llevaba pasando desde antaño.

 

-Te llamarás Gabriel en tu siguiente vida y serás hermano de Danny, hijo de Rossendo y Nalya. Vivirás con el sufrimiento, los miedos y la decepción por la falta de amor y aceptación de vuestros progenitores. Cada luna llena será un regalo porque en verdad los amo a todos, así que gracias a tus divinos dotes, la alma del caído junto a la tuya se encontrarán fuera de vuestros cuerpo, que serán testigo de todo. ¿Entiendes que así será todo y no podrás hacer nada?- explicó todo pausado, describiéndole como sería su siguiente vida, intentando que no la escogiera y prefiriese quedarse a su lado. Pero como cada vez que le explicaba las cosas, eso no pasó.

 

-¿A qué esperamos? Me da igual sólo poder tener mi memoría de nuevo una vez al més pues podré crear de nuevo recuerdos, juntos.- No entendía que durante esa luna, los que se encontraría serían los verdaderos Lucifer y Miguel pero ¿qué importaba? Entrelazados a ellos estaban todas las demás vidas que habían sufrido,  como las de  el rey Tut y Ankesenamón, Leo y Miguel, Kamehameha III y Nahienaena; o las que estaban por venir como Danny y Gabriel, KuanYin y XiuMei, Álvaro y María o Hisham VI y Hamza.

 

Una triste historia acababa para empezar otra. Quién sabe si en unos años alguien empezaría un diario con una horripilante Elena, Fatima o Takuya como antagonista de una impura pero tierna relación. Nadie, a excepción de Él.  

Notas finales:

Y me despido con este epílogo que espero haya estado a la altura de toda la obra en general. 

Entre otras noticias, estoy trabajando en un par más de tragedias que en un par de semanas estarán ya publicadas.  

MUCHAS GRACIAS a todas esas lindas personitas que me han dado tanto amor y a los pequeños fantasmitas. Espero que nos leamos pronto.~


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