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Por ti, cachorro. por OnlyYou

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El viaje transcurrió en completo silencio por parte de todos, pues además de que les ganaba el cansancio ante las situaciones que habían tenido que sobrellevar, no era el lugar para hablar acerca de los traidores y la conspiración contra el soberano. Joey estaba por completo hundido en sus pensamientos, reflexionando acerca de la forma en la que deberían actuar dadas las condiciones en las que se encontraba, tanto pensar llegaba a hacer que le doliera la cabeza incluso. Por un lado debía tener cuidado de que la gente no fuera consciente de que Seto no se encontraba en el castillo, pues alertaría al impostor y no podría defender a Seto frente a un ejército. Ya no tenían un castillo al cual acudir por protección, todo había caído bajo el fuego destructor. Siempre podría enviar una paloma para pedir la ayuda de sus amigos, pero dudaba que a esas alturas, algún traidor se encontrara interceptando mensajes en busca del posible paradero del príncipe, pues no tardarían más de un día en darse cuenta de que su familia y el castaño ya no se encontraban en cautiverio.

Lo más seguro era que su familia permaneciera escondida o que continuara camino directamente en busca de la familia Muto, con quienes siempre habían tenido una gran relación y eran los más dignos de su confianza en un momento tan crítico como aquel. Esa era la mejor elección en lo que respectaba a su familia. Por el lado de Seto, lo mejor que podría hacer es esperarlo en el pueblo mientras él volvía al castillo y pedía ayuda a Tristán y Serenity para desenmascarar al impostor.

Antes de darse cuenta, se encontraban en la entrada del pueblo y en camino a la posada más cercana. Por suerte Kaiba logró ocultar su rostro tras una capucha, estando totalmente enojado por el hecho de tener que esconder su rostro, ingresando de aquella forma a la habitación que iba a tocarle compartir con Joey, mientras que la familia de este último estaría en la contigua. Con una pequeña y baja despedida, se separaron al entrar a la habitación. El rubio soltó un profundo suspiro mientras llevaba ambas manos a su cabeza en un intento de liberar al menos un poco de la frustración y estrés que estaba sintiendo en aquel momento.

—¿Quién es esa persona? — Preguntó luego de respirar profundamente un par de veces y tomar asiento en la cama que le correspondería, clavando sus orbes miel en la espalda del ojiazul en busca de una respuesta que lo dejara satisfecho.

—Es mi hermano, Seth, no lo conociste. No sé porqué padre nunca lo estimo en realidad, en verdad todo es tan confuso. — Murmuró en respuesta, dejando escapar un gruñido de frustración. —Lo último que sabía de él fue que había muerto en una cacería con nuestro padre, pero se ve que no fue así. Me culpa porque nuestros padres lo abandonaron, el maldito quiere casarse con Serenity y heredar el trono. Eso no puede suceder, ese traidor no puede hacerse cargo de mi reino. — Sus nudillos se volvieron blancos ante la presión que ejercía al apretarlos, al igual que su mandíbula se encontraba tensa.

Joey guardó silencio durante varios segundos, reflexionando una última vez lo que le diría a su príncipe. —Seto, debes quedarte aquí. — Dijo, utilizando el tono más tranquilo que le fue posible, esforzándose para que no sonora como la orden que era, pues el castaño se ponía insoportable cuando creía que alguien no estaba sugiriendo que realizara alguna acción, sino que se lo estaba ordenando. —Yo volveré al castillo y hablaré con Serenity, sé que ella comprenderá y podrá ayudarnos. Si vienes conmigo tendré menos posibilidades, piénsalo. Debes confiar una vez más en mi y dejar que me encargue, tú debes permanecer a salvo. — No dio tiempo al contrario a que replicara sus palabras hasta que terminó de hablar, sin sorprenderse cuando los ojos de Seto parecieron prometerle la peor de las torturas.

—No soy un cobarde, tengo que ir. — Corta y directa fue su contestación, utilizando el mismo tono que usaba cuando daba una orden que era imposible de desobedecer…pero olvidaba con quién se encontraba tratando, ninguna orden era capaz de sobrepasar los impulsos y el juicio del rubio cuando se proponía algo.

—¿Quieres que te atrapen y te vuelvan a encerrar? O peor, te acusen de brujo o alguna cosa así, para luego acabar con la cabeza en una lanza y adornando la entrada del castillo. Porque yo no voy a ir a ver cómo te mueres, Seto, voy para que puedas vivir la vida por la que naciste. — Trató de hacer que cambiara de opinión, dando un paso hacia el mayor y abriendo los brazos en un gesto que comenzaba a hacer notar la desesperación que le causaba el imaginar aquel escenario tan fatídico para el castaño. El rubio se irguió como pocas veces había hecho en presencia de Seto, haciendo gala así de su presencia y capacidad de mando. —Como tu guardia personal te digo que no permitiré que arriesgues tu vida, así tenga que encadenarte como un sucio ladrón. — Su voz fue firme al igual que el semblante en su rostro, cruzando los brazos a la altura de su pecho para reforzar la postura segura con la que estaba hablando.

Una pelea silenciosa se levantó entre las miradas azul y miel, la cual duró aproximadamente unos cinco minutos, hasta que, sorprendentemente para ambos, el que dio su brazo a torcer fue Seto, sin poder exponer un buen argumento para callar a Wheleer. Le había ganado como pocas veces. —¿Qué otra opción tengo? — Preguntó una vez aceptada su derrota, frunciendo su ceño de forma pronunciada antes de tomar asiento en la cama y cruzando de la misma manera sus brazos, volvió a establecer contacto visual con Joey.

—Siempre puedes renunciar al trono, dejar que él se quede con el maldito reino y escapar contigo. — Respondió a modo de broma, aunque pronto se dio cuenta de que no era para nada una mala idea. Es más, era la oportunidad perfecta para ellos, nada impedía a Seto el olvidarse de su trono y aceptar permanecer al lado del rubio sin tantas preocupaciones ni deberes…nada salvo el orgullo del castaño, quien al ver que el menor parecía considerar aquella idea como algo realmente posible, negó con la cabeza.

—No está entre las opciones viables. — Fue su corta respuesta, la cual dejó ver que aquella sugerencia lo había molestado, así como el hecho de que se acostó finalmente en su cama y le dio la espalda al rubio, dando por finalizada aquella conversación. El rubio tampoco se animó a insistir con aquella idea, pues sabía que sólo acabarían peleando y no era para nada lo que deseaba. Así fue que, envuelto en el mismo silencio al que estaba acostumbrándose, quitó de su cuerpo la ropa que lo estorbaba para dormir y se recostó de la misma manera, observando el techo durante largos minutos antes de finalmente cerrar los ojos y tratar de conciliar el sueño.

Una vida en la que Seto y él pudieran ser felices sin que nadie pudiera juzgarlos, al menos no de la forma en la que lo harían si se diera a conocer que el rey mantenía una relación afectiva con un hombre y nada más y nada menos que su guardia personal. Que escándalo sería aquello. Pero si Seto aceptaba quedarse junto a él y huir, podrían conseguir una pequeña casa en algún lugar remoto, trabajar con sus manos para obtener la comida y olvidar todas las responsabilidades que acarreaba el apellido de cada uno. ¿Alguna vez alguien habría hecho cosa semejante? No que él lo supiera, pero de que le hacía mucha ilusión intentar aquella disparatada idea, lo hacía. Sólo Seto y él, sin que nadie pudiera interrumpirlos, nadie que los vigilara ni códigos de comportamientos a seguir, no más gente interesada y falsa. No más peleas, paz y tranquilidad.
Y a pesar de que la realidad no sería tan perfecta como la imaginaba, pues sabía que estaba siendo demasiado optimista, no podría ser peor que la incertidumbre que alguien trate de asesinar a Seto sólo por ser quien era. Joey giró la cabeza hacia donde se encontraba el castaño, imaginando cómo podría ser el dormir y amanecer todos los días de su vida en brazos de aquel hombre. Realmente aquello sería lo mejor que podría sucederle, pero evidentemente…Seto no pensaba como él, seguramente pensaba en todas las cosas negativas que el rubio no pensaba…si es que siquiera llegaba a considerar dicha idea.

El sueño recibió a ambos hombres en sus brazos, otorgándoles un buen sueño, pues el día siguiente prometía ser de lo más agotador. Aún quedaban muchas cosas que pensar, para ambos. 


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