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Luz de fuego por Himitsu furikou Akira

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Notas del capitulo:

Hola hola aqui les traigo un nuevo capitulo de esta historia, espero que les guste

Por cierto una amiga me hizo reccordar que no habia puesto que esta es una historia adaptada de un libro...

 FIRELIGHT – SOPHIE JORDAN

Por si alguien quiere leer el original, yo he cambiado y quitado muchas cosas para mantener lo maximo posible las personalidades de Akashi y Kouki 

En fin si alguien tiene una pregunta puede dejarme un rew y con gusto respondere.. ( / * - * ) /

De nuevo, peleo contra mi casillero. Los cuerpos de mis compañeros chocan y corren frente a mí. Extrañamente, mis ojos arden. Las lágrimas quieren rebalsar. Lo cual es muy estúpido. Solamente porque no podía abrir mi casillero, no era razón suficiente para acobardarse y acabar llorando.

Pero es más que eso. Lo sé. Es todo. Miro hacia la izquierda, esperando poder ver a Ryo acercándose, para así poder salir de este maldito lugar.

—Seijuro Akashi es impresionante. —Dice una voz risible. Me giro hacia ella, y reconozco a una chica del cuarto período de deportes. Ella era más rápida que la mayoría de las otras chicas y chicos. Recuerdo no haberla podido rebasar ni una sola vez hoy en la pista. Su pelo castaño es liso y corto, sus mechones que caen sobre su frente son un poco largos, ligeramente disparejos, como si ella tomara las tijeras y se los cortara.

— ¿Disculpa? —Le digo.

—Seijuro y sus primos son muy populares por aquí. —Su voz es baja, gutural, y arrastra cada palabra para que solo yo la escuche.

— ¿En serio? —Murmuro.

—Ricos, ardientes, y tienen ese toque de chico malo a su favor… —Ella asiente. —Nash y Eikichi son muy populares. Han estado con la mitad de las chicas de esta escuela. Sin embargo, Seijuro es…

Me inclino hacia ella, ansioso por escuchar cualquier cosa que diga acerca de él.

—Bueno, Seijuro… —Una sonrisa nostálgica curva su boca—. Es difícil de tener, ninguna de las chicas o chicos de aquí le interesan. —Ella rueda sus ojos y suspira dramáticamente—. Eso solo lo hace más deseado.

Un entupido deleite revolotea dentro de mi pecho.

—Soy Aida Riko. —Anuncia.

—Hola, soy…

—Kouki. Lo sé.

— ¿Cómo?

—Todo el mundo sabe tu nombre, y el de tu hermano. Confía en mí. Esta escuela no es tan grande. —Da un paso hacia adelante, y mueve sus manos sobre mi cerrojo— ¿Cuál es el número?

Le digo los seis dígitos, preguntándome vagamente si debí de darle mi combinación a una desconocida, y si alguna vez podría aprender a abrirlo por mí mismo. Los dedos de Aida vuelan. Ella levanta la palanca y libera la puerta.

—Gracias.

—No hay problema. —Apoya uno de sus hombros contra los casilleros, luciendo muy natural. Como si hiciera eso todos los días—. Un consejo: Creo que él querrá que te mantengas lejos de él.

— ¿Seijuro Akashi? —Le pregunto, diciendo su nombre solo para recibir una emoción.

Ella asiente. Por un momento, tengo la impresión de estar hablando con Ryo de nuevo. La frustración se filtra a través de mí. Toda mi vida me habían dado consejos, los cuales yo debía de seguir.

Me aferre a mi libro de química, y deslice un libro en el estante.

— ¿A qué se debe eso? ¿Porque me aconsejas?

—Porque Satsuki Momoi te pulverizara a ti o a cualquiera que vaya tras él.

Y por un momento, yo había llegado a pensar que ella estaba alertándome sobre Seijuro, porque consideraba que él era un problema, como él mismo me había dicho. Pero esto, si me lo podía creer. Era algo que ya sabía. Los recuerdos de mi carne estirándose y desvaneciéndose siempre que estoy cerca de él.

—Ohh… —Asiento, recordando a la chica de una de mis clases. Entonces, me encojo de hombros. Después de haber corrido toda mi vida por miedo a los cazadores, una chica con demasiado brillo no estaba registrada en mi radar de miedo.

Antes, siempre he tratado con personas a las que no les gustaba. Makoto, el hermano de  Shoichi, era el primero en mi lista. Ese chico me odiaba. No podía soportar la cantidad de atención que su familia me daba, su padre y Shoichi. E incluso su adorada tía, quien siempre me vigilaba de una manera aterradora.

Aida me mira como si estuviera esperando que yo diga algo más, entonces agrego—: No voy tras él.

—Muy bien. Ya que eres el chico nuevo, Satsuki puede hacer de tu vida un infierno. —Ella se estremece, y reajusta la correa de su mochila—. Bueno, en realidad aun si fueras cualquier otro chico, de igual manera haría de tu vida un infierno. Créeme, he estado allí.

Cierro mi casillero. El sonido es como el resto de portazos que rebotan por todo el corredor.

—Entonces, realmente no tiene importancia, ¿Verdad?

—Es solo una advertencia. Probablemente ella ya ha oído que él se sentó contigo y está tramando tu muerte lenta mientras estamos hablando.

—Así es, él fue el que se sentó conmigo. —Me encojo de hombros—. Apenas hablamos.

—Es Seijuro Akashi de quien hablamos… —Me recuerda ella, como si eso significara algo.

Con Seijuro, me siento conectado, existente. Cada fibra de mi ser recuerda esos momentos en la caverna, la presa, y ambos predadores tratando de comunicarse. Pero es debido a lo último, que no quiero que sepan que Seijuro es alguien especial para mí.

—Así que…

— ¿Así que? — Enfatiza la palabra—. Él no sale con alguien de la escuela. Él apenas habla con cualquiera de nosotros. Nadie lo conoce mejor que Satsuki. Ella siempre está siguiéndole.

— ¿Así que, si Satsuki no puede tenerle, nadie puede?

—Así es. —Contesta.

Increíble. Sólo he estado aquí un día, ¿Y ya tengo un enemigo?

— ¿Por qué me dices esto?

—Llámame buena samaritana.

Sonrío, y decido que podría gustarme Aida. Tal vez podría encontrar una amiga en este lugar, después de todo no estoy en contra de la amistad. Extraño a Takao con locura. No es como si Aida podría reemplazarlo, pero podía hacer que este lugar sea más tolerable.

—Gracias.

—Siéntate conmigo en sala de estudios mañana.

En vez de hacerlo con Seijuro, como si el deseara sentarse conmigo de nuevo.

—Seguro.

—Estupendo. —Ella se aleja de los casilleros, y empuja su flequillo que esta sobre sus ojos—. No puedo perder mi autobús. Nos vemos mañana. —Mientras ella desaparece entre la multitud de estudiantes, diviso a Ryo, quien camina junto a un chico y una chica. Aun no me ha visto, y está sonriendo. No solo sonríe, es radiante. Luciendo muy feliz, como nunca lo había visto desde la muerte de papá. E incluso mucho antes de eso. Mucho antes que se supiera que él no podía manifestarse.

No puedo dejar de sentirme triste, triste y solo, en medio de un vestíbulo abarrotado.

 

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Mamá está en la acera cuando salimos afuera. Nuestro coche está a la cabeza de una larga fila de vehículos. Ryo gime a mi lado.

—Necesitamos tener nuestro propio coche… —No me molesto en preguntarle cómo podríamos lograr eso. Cuando Mamá intercambió nuestro coche hace algunos pueblos atrás por este nuevo coche, e incluso le dieron a cambio algo más de dinero. Era una manera de sobrevivir… ya que teníamos que pensar también en un techo sobre nuestras cabezas, y comida en nuestros estómagos. Gracias a Dios, mi madre comenzaba a trabajar esta noche.

Ryo me dirige una mirada.

—No es como si tú fueras a manejar. Yo lo haré. —Pongo mis ojos en blanco, era una broma familiar. Yo podía volar, pero no podía conducir para salvar mi vida. No importa cuántas veces mamá ha intentado enseñarme, me desesperaba estar detrás del volante.

Ryo toma el asiento delantero. Yo trepo en la parte trasera.

— ¿Y bien? — Pregunta mama.

—Estupendo. —Ryo le contesta, y como para probar su punto, despide con las manos a los chicos con los que la había visto en el vestíbulo. Ellos corresponden a sus gestos.

Me siento enfermo. Así que me inclino a un lado y dejo que mi cara caiga sobre el vidrio caliente, quemado por el sol.

Mamá mira por encima de su hombro.

— ¿Y tú, Kouki? ¿Conociste chicos agradables?

 La cara de Seijuro flota en mi mente.

—Un par.

—Fantástico. ¿Ven niños? Les dije que esto funcionaria. —Ella hablaba como si hubiéramos decidido -colectivamente- escapar en medio de la noche, y tener un nuevo comienzo.

Me hubiera gustado poder elegir.

Al parecer mamá no podía oír el sufrimiento en mi voz, o tal vez había elegido ignorarme. Creo que se trataba más de lo último. Era más fácil para los padres ignorarnos, pretender que todo está bien, y después hacer lo que ellos quieran, convencidos de que tú también lo querías.

Afortunadamente el coche empieza a moverse, alejándose de su lugar de estacionamiento. Algún idiota en su coche, cruza por delante de nosotras para ocupar nuestro espacio, este retrocede y se interpone en nuestro camino.

Todos, excepto los chicos, se detienen rodeando el nuevo coche. Entonces, lo diviso. Es un vehículo que he visto antes. Y con el recuerdo viene el miedo… que llena mi boca, con un sabor metálico y cobrizo como la sangre. Mi piel se tensa, ansiosa por desvanecerse. Combato la manifestación, mientras alejo el miedo. El instinto dragón tratando de protegerme trabaja en mi contra, ahora.

El coche resalta entre los demás, mientras está siendo estacionado en el aparcamiento, como si pudiera necesitar una salida rápida. Ese vehículo tenía una función. Era más que un símbolo de prestigio. Era una máquina diseñada para derribarme. Los viejos resortes gimen debajo de mí, mientras me inclino hacia adelante.

 — ¿Podemos salir de aquí? — Mamá señala hacia los autos que están delante de nosotros.

— ¿Qué sugieres? ¿Simplemente les pasamos por encima?

No puedo ayudarme a mí mismo. Miro hacia el todo terreno de nuevo. Un grupo de chicas están frente a su parachoques, cerca de Nash y Eikichi, quienes están apoyados contra las puertas. Satsuki está allí, hablando mientras mueve su cuerpo, sacudiendo su pelo de comercial de champú, y sus manos elevadas al aire.

Me hundo en el asiento trasero, preguntarme por qué él no está con ellos, contento y decepcionado a la vez.

Y casi como si le hubiera llamado, le siento llegar. Mi piel tiembla, y los pequeños pelos en mi nuca se erizan. De la misma manera que hoy en el pasillo, cuando le vi, y sabía que estaba acercándose.

Con esas señales, me siento recto, y busco en el estacionamiento. Él surge del medio de dos vehículos, caminando a grandes pasos con la facilidad y la confianza de un gato salvaje, un león.

Ver a Seijuro otra vez hace que mi pecho se presione y mis pulmones quemen. Respiro profundamente a través de mi nariz, intentando enfriar el calor que está aumentando dentro de mí.

Debí de haber hecho algún sonido, o gritado tal vez. No lo sé, pero Ryo vuelve la mirada hacia atrás, hacia mí. Tal vez solo era el asunto de los gemelos. Me recuerda a cuando estábamos conectados. El me da una mirada divertida, para después mirar con atención fuera de la ventana. No puedo evitarlo. Yo también miro. No puedo dejar de mirar.

Seijuuro se detiene, y eleva su cara. Como si pudiera olerme en el aire, lo que es imposible, por supuesto. Y tampoco puede sentir de la manera como me hace sentir. Entonces él me mira.

Por un momento, nuestras miradas se encuentran, su boca se curva en una sonrisa que hace que mi estómago se haga un nudo. Él vuelve a caminar. Y Satsuki salta sobre él. Él no pierde el paso debido a ella y la deja a sus espaldas, tratando de seguirle.

Ryo masculla algo por debajo de su aliento.

— ¿Qué? —Pregunto a la defensiva.

—Espero que no estés manifestándote.

— ¿Qué? —Mamá demanda con una vieja voz. Del tipo ansioso que estoy acostumbrada a oír. Nada de alegría.

—Kouki casi se manifiesta hoy en la escuela. —Ryo charla con esa voz monótona de niños llorones. Me recuerda a cuando yo tomaba sus juguetes y a él no le parecía.

Los ojos de mamá me encuentran por el espejo retrovisor.

— ¿Kouki? —Exige— ¿Que sucedió?

Me encojo de hombros, y vuelvo la mirada hacia atrás, fuera de la ventana.

Ryo es lo suficientemente bueno como para responder en vez de mí.

—El comenzó a manifestarse cuándo vio a ese lindo chico.

— ¿Qué chico? —Me pregunta mama.

—Aquél… —Señala Ryo.

—No señales. —Chasqueo, el calor está subiendo por mi cara.

Demasiado tarde, Mamá le mira.

—Tu solo… ¿Lo viste?—

—Sí. —Admito, deslizándome más abajo en mi asiento.

— ¿Y comenzaste a manifestarte?

Froto mi frente, sintiendo el inicio de un dolor de cabeza.

—Mira, no es como si estuviera intentando hacer algo. Solo ocurrió.

A través de la mugrienta ventana, observo como Seijuuro se mete detrás del volante. Sus primos brincan adentro también. Pero ellos no me agradan, y él definitivamente tenía que pasar mucho tiempo con ellos. Era un recordatorio necesario. Él les pertenecía.

Satsuki le observa, también junto a sus amigos, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Kouki… —Mamá dice mi nombre suavemente, sonando muy decepcionada. Demonios. Me dolía ser una frustración para ella. Me hacía sentir que no me amaba tal como era.

Papá me amaba y estaba muy orgulloso de mí, la primera vez que me manifesté. Y estuvo mucho más orgulloso cuando se hizo evidente que yo era una respira-fuego. El primero en generaciones.

Mamá no. Nunca. Mamá solo era cautelosa a mí alrededor, como si yo fuera algo muy peligroso para sacar a la luz. Alguien a quien ella tenía que amar, y que no tenía elección.

Nuestro coche se mueve por fin, y me niego a seguir con la mirada al todo terreno que se abre camino entre la multitud de autos.

Algunas líneas afiladas aparecen en la boca de mamá, mientras nos alejamos de la escuela. Ella asiente, como si el movimiento pudiera convencerla de algo.

—Está bien. —Dice—. Siempre y cuando no te manifiestes, ya que nos está costando esfuerzo permanecer por aquí. —Me lanza una mirada severa—. Es como un músculo. Perderá fuerza si no lo ejercitas.

Lo mismo que había sucedido con ella. Solo tengo vagos recuerdos de mi mamá manifestándose. Hace muchos años. Incluso cuando ella podía hacerlo, raras veces lo hizo; prefería quedarse en casa con Ryo y conmigo mientras Papá volaba. Ella se entregó por completo a él cuándo no se manifestó.

—Lo sé.

Sólo que yo no era como él. Aunque me sentía asfixiado por el clan, e indeciso con respecto a Shoichi, vivir en este lugar, deliberadamente matando a mi dragón, era mucho peor.

—Solo para estar seguras, mantente lejos de ese chico.

Era mi turno de asentir, ahora.

—Claro. —Le digo, al mismo tiempo que pienso «No». Y sé que mi madre puede llegar a odiarme un poco por eso. Porque aunque sé muy bien que debo de mantenerme lejos de Seijuro, estoy cansado de que ella tome todas las decisiones.

¿Podría ser que lo que tenía el clan guardado para mí, fuera tan malo que necesitábamos permanecer aquí para estar seguros? ¿Era Shoichi en realidad tan malo?

No es que él me  gusté, solo que no me gustaba que lo hubieran escogido para mí. Cuando mi hermano lo había querido desde que tenía tres años. Siempre le dio paseos sobre su espalda a Ryo, no a mí, a pensar de que mi madre le gritaba que no lo hiciera. Yo simplemente trate de seguirles el ritmo. Entonces, nunca más tuve que hacerlo. Shoichi se manifestó y se olvidó de nosotros. Él no volvió a notarme hasta que me manifesté. Y Ryo… bueno, nunca se manifestó y eso sello su destino. Shoichi le olvido por completo.

Seguridad. Seguridad. Seguridad.

Era una palabra que mamá siempre mencionaba. Seguridad. Eso era todo. Esa palabra me había conducido a esto. A dejar el clan, y matar a mi dragón, mientras tenía que evitar al chico que había salvado mi vida, el chico que era capaz de despertar a mi dragón en medio de este océano de calor y contaminación, el chico al que yo quería conocer.

No podía entenderlo, ¿De qué sirve la seguridad, si estás muerto por dentro?

 

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La casera nos mira a través de sus persianas. Al parecer estaba esperando nuestro regreso a casa. Entramos en silencio por la puerta trasera, con cuidado de no dejarla resonar a nuestras espaldas.

Sin embargo, tan silenciosas como tratábamos de ser, ella estaba siempre allí, mirándonos desde la puerta de su casa. Había hecho eso desde que nos mudamos. Como si le hubiera alquilado su casa a una familia de presidiarios.

Al parecer no soy el único que se da cuenta.

—Nos está mirando… —Susurra Ryo—. Una vez más.

—No la mires. —Ordena mamá—. Y baja la voz.

Ryo obedece susurrando—: Esto de alguna manera, ¿No es tener una vida un poco horripilante, ya que vivimos en el patio trasero de la vieja señora?

—Es un barrio encantador… —Le dice mama—. Y es todo lo que podemos pagar. —Le recuerda a Ryo.

Ryo se queja.

—Sólo espero que no haya examinado nuestras cosas mientras estamos fuera.

¿Qué cosas? No es como si pasáramos contrabando. Solo había ropa y algunas pertenencias personales. Dudo que pudiera encontrar nuestras gemas. Ni siquiera yo he sido capaz de encontrarlas, y las he buscado cuando mamá nos deja para irse en busca de un empleo, muy ansiosa por verlas, o sólo tocarlas. Un roce revitalizador sobre mi piel.

Mamá abre la puerta. Ryo pasa al interior. Hago una pausa, y miro otra vez sobre mi hombro, encontrando a la casera mirándonos.

Cuando me ve mirándola, las persianas se cierran de un chasquido. En cuanto camino dentro de la casa, el olor a moho llega hasta a mí, y me pregunto en silencio a qué hora puedo irme a la cama.

El agua está llamándome, y por ahora, es lo único que me hace sentir cerca al cielo.

Mientras Ryo y yo lavamos los platos, mamá se cambia para irse el trabajo. El rico olor a mantequilla y queso, persiste en la pequeña cocina. Los macarrones de cinco quesos de mi madre, con aquella mezcla única de hierbas, es mi plato favorito. No es que ella no sea una cocinera excepcional en general. Ella es un dragón herbolario, o lo era, quiero decir.

Un dragón herbolario sabe todo lo que hay que saber sobre hierbas, en concreto, sabía el modo de optimizarlas para alimentos y medicinas. Podía lograr que un simple plato, renaciera a la vida  o sacar el veneno de una herida.

La cena de esta noche, fue hecha para mí.

Estaba tratando de ser buena conmigo, ya que sentía lástima por mí, o al menos eso creo. Ella era mi madre, y yo le preocupaba. Quería que yo fuera feliz aquí.

La cena tenía un sabor delicioso, como en casa. Mi estómago se siente agradablemente lleno de mucha comida.

Mamá sale de su habitación.

— ¿Están seguros que estarán bien? —Me dirige su mirada mientras hace esa pregunta.

—Vamos a estar bien. —Ryo responde alegremente—. Ahora ve allá afuera y gana dinero.

La sonrisa de mamá es inestable.

—Lo intentaré, pero odio dejarlos solos.

Sé que es terrible y egoísta de mí parte, pero una parte de mí, se alegra de que la hayan contratado en el turno de noche. Es muy difícil estar a su alrededor en este momento, y de esta manera, solo tenía que preocuparme por Ryo si lograba escabullirme.

Y cuando logre escapar, iré hacia el lugar más seguro para manifestarme. No podía ser muy lejos. Tenía que caminar para llegar allí de todos modos.

La risa burbujea como el ácido en mi pecho. Dado que ningún lugar por aquí es muy seguro para manifestarme. Todo es un desierto. Sin brumas ni montañas que me cubran, nunca lograría estar totalmente oculto.

—No se queden despiertos hasta muy tarde… —Ordena mama—. Y hagan sus tareas.

¿Acaso tenemos seis años?

Es su primera noche de trabajo en el casino local. El turno de noche pagaba mejor.

—Recuerden que la señora Reika está al lado.

Resoplo.

—Como si fuéramos a molestarla.

—Simplemente tengan cuidado. —Su mirada fija se balancea significativamente entre Ryo y yo.  Me pregunto internamente cuál de los dos le preocupa más.

¿Que el clan pueda aparecer para hacernos volver? ¿O que podría irme y volver con ellos por mí cuenta?

—Ya sabes… —Señala Ryo—. Simplemente tendrías que vender unos rubíes, una esmeralda, o un diamante. —Ella se encoge de hombros—. Entonces no tendrías que dejarnos solos. No tendrías que trabajar tanto. —Mi hermano echa un vistazo alrededor de la pequeña habitación—. Podríamos alquilar un mejor y bonito lugar.

Mamá recoge su bolso.

—Sabes que no podemos hacer eso.

Ya que el clan sabría al instante si alguna de las joyas que han estado en nuestra familia por generaciones, comienzan a circular. Ellos están buscando eso. Es lo que esperan que hagamos para sobrevivir.

De lo contrario, sé que mamá vendería todas las piedras preciosas que poseemos.

No es como si tuvieran un valor sentimental para ella. Las piedras son nuestro legado familiar dragón después de todo, y estaba más que seguro que ella quería desaparecer todo tipo de lazo con el clan.

Salvar las joyas de nuestros ancestros. Esto, es en parte por lo que nos cazan. Dinero. Avaricia. Además de la codicia por nuestra sangre, piel, y huesos, se dice que tienen propiedades curativas para los humanos, somos rastreados por nuestros tesoros.

Pero para nosotros, no se trata de dinero. Es sobre la vida.

La tierra cultivable nos sostiene, pero las gemas nos ofrecen algo más. Ellas son la cereza del pastel, la energía más pura de la tierra. Ellas nos fortalecen.

Al igual que nuestros antepasados dragones, podemos detectar las piedras preciosas debajo de la tierra. Estamos en sintonía con su energía. Sin la proximidad de la tierra o de las piedras preciosas, era como privarnos de la comida.

Ryo apoya sus manos en sus caderas.

—Vamos, sólo vende una. Necesito algo de ropa nueva.

Mamá sacude la cabeza.

—Me pagan el viernes. Vamos a ver lo que podemos ahorrar entonces.

— ¿Sería gran cosa vender una pequeña piedra? —Digo a la ligera, pretendiendo no estar totalmente consciente del peligro potencial. Por no mencionar el dolor de perder una de las joyas de mi familia. Vender una, sería como vender un pedazo de mí. Pero tal vez valía la pena, debido a que no estoy seguro de que no va a quedar nada de mí si tengo que quedarme aquí. De esta manera el clan podía encontrarnos y llevarnos de regreso.

Mamá me mira fijamente, totalmente radiante y dura. Ve a través de mis palabras, conoce mi juego.

—Eso sería una mala idea, Kouki. —Es una advertencia. Su tono amenazante suena al final.

—Bien. —Respondo. Me dirijo a mi habitación, la misma que comparto con Ryo.

—Kouki… —Me llama cuando caigo sobre la cama. Me sigue, parada en la puerta, su expresión es suave ahora—. No te enojes.

Golpeo una almohada blanda.

— ¿Y en cuanto a esto, como se supone que pueda hacerme feliz?

—Sé que es duro.

Sacudo la cabeza, y giro sobre mi costado. Aun no puedo siquiera mirarla. Ella entiende. Ha estado allí. Eso es lo que hace de esto una locura.

 —Optaste por dejar morir a tu dragón, y ahora estás eligiendo por mí.

—No es fácil para mí tampoco.

La miro sobre mi hombro.

—Tú eres la que decidió que teníamos que hacer esto.

Sacude su cabeza tristemente, y por un momento, pienso que tal vez puedo convencerla de que todo esto es un error. Tal vez podría darse cuenta de que no pertenezco aquí, y que nunca lo hare.

—Sé que fue mi decisión. No te di opción. —Está de acuerdo—. Pero te quiero mantener a salvo.

Una sensación de hundimiento me llena. Seguridad de nuevo. ¿Cómo puedo argumentar en contra de eso?

Ella continúa—: Y quedarnos con el clan ya no es seguro. Soy tu madre. Vas a tener que confiar en mí sobre esto. Trasladarnos aquí fue lo correcto. —Esconde algo su tono de voz... Algo que me hace pensar que me está ocultando algo, algo que no está diciéndome.

A lo mejor el peligro con mi clan, era mayor de lo que quiere que yo sepa.

Entonces ella se va.

Ella y Ryo se dicen algo demasiado bajo como para poder descifrarlo, así que sé que están hablando de mí.

Oigo la puerta abrirse y cerrarse, sellándome en mi prisión.

No he compartido una habitación con Ryo desde que teníamos siete años. No estoy seguro de cómo voy a soportar su optimismo en medio de mi miseria, pero lo estoy intentando. No tiene ningún sentido fastidiar su alegría.

— ¿Qué llevaras puesto mañana? —Se queda mirando nuestro armario.

Mamá nos dio la habitación más grande con el armario más grande. Sin embargo, no está muy lleno. El tamaño del armario sólo hace hincapié en la escasez de nuestro guardarropa.

Me encojo de hombros.

—Jeans.

—Llevaste jeans hoy.

—No importa si me pongo jeans de nuevo, que esperas, ¿Qué lleve traje?

Se deja caer sobre su cama.

Frotando crema sobre mis piernas. Una vez más. Ya solo me queda la mitad de la botella, pero mi cuerpo sigue estando seco y sediento, hambriento de más.

— ¿No dejaste nada en casa? —Pregunto, con la esperanza de que tal vez haya algo. Algo que podría animarlo a pensar en regresar.

—No.

— ¿Ni siquiera Shoichi? —Me atrevo a preguntar. Al instante, su humor cambia. Su expresión se nubla mientras se lanza hacia fuera—. No era mío para perderlo, ¿Verdad? —Y ahí está. La vieja herida—. De modo que no dejaste de quererlo en todos estos años.

—Shoichi no puede estar con un dragón que ya no vale. Su padre nunca lo permitiría, de inmediato entendí eso.

 ¿Él lo sabía? Entonces… ¿Entonces porque se enfadaba? ¿Por lastima? ¿Por qué su mirada lo siguió a todas partes durante todos estos años, si él lo sabía?

—Solían ser buenos amigos… —Le recuerdo—. Los tres lo éramos.

— ¿Y qué? Yo no estaba tan cerca de él como tú. —Suspira—. Eso fue hace mucho tiempo. Éramos niños entonces, Kou. —Sacudiendo su cabeza, me mira— ¿A dónde vas con esto? ¿Crees que puedes hacerme creer que tengo una oportunidad con Shoichi? ¿Qué tengo que ir a por él? Wow, realmente estás muy desesperado por volver, si crees que soy tan estúpido como para caer en eso.

 El bochornoso calor lame mi cuello. ¿Soy tan transparente?

—Encuentro difícil de creer que te has olvidado de él por completo.

Sus ojos chispean, y su voz tiembla con sentimiento.

— ¿Prefieres que siga engañándome a mí mismo? No tengo ninguna oportunidad con él. El clan no lo permitiría. Shoichi no dejaría que suceda. Ahora tengo un nuevo comienzo aquí. —Sus ojos se endurecen, congelándome—. Tengo mi dignidad, Kouki. No voy a dejar que algunos estúpidos me impidan finalmente tener una vida, así que, ¿Podemos dejar el tema?

Haciendo caso omiso de su solicitud, pregunto algo que no he sacado en colación desde hace mucho tiempo, no me he atrevido, renuente a darle falsas esperanzas a mi hermano.

— ¿Qué pasa si no le has dado suficiente tiempo…?

Sus ojos brillan con furia.

—No vayas allí. Si pudiera manifestarme, ya lo habría hecho.

Me encojo de hombros.

— ¿Y si tal vez solo se trata de un tardío despertar? Ayumi se trasformó tarde.

—A los trece años de edad, es un florecimiento tardío, yo no. Ahora, por favor, ¿Podemos dejarlo ya? ¡Ya no quiero hablar sobre el clan más!

—Bueno, bueno… —Digo, volviendo mi atención de nuevo a mis piernas, que están secas de nuevo.

Sacudo la cabeza con fiereza, con furia. Mi mano trabaja más duro, presionando la crema profundamente en mi piel, una sin aroma, porque ya he tenido bastante con los olores, los olores que constantemente me ahogan en el mundo humano.

Ya me siento diferente, parece que está funcionando. Mamá está logrando lo que quiere. Mi dragón se está marchitando.

Muriendo en este lugar.

Excepto con Seijuro.

Mis dedos se tornan lentos sobre mi piel. La esperanza se agita dentro de mi pecho.

Excepto con Seijuro.

Cerca de él, mi dragón cobra vida. Seijuro. Por supuesto sabía que hay riesgo en esto también. Pero en estos días, el riesgo es como el aire para mí. En todas partes. Mi vida está muy lejos de ser segura, sin importar cuán duro mamá se aferre a esa idea.

 


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