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La sangre de la bestia por -Raiden-

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Capítulo 12 Depredador…

Interacción biológica en la que una especie animal… El predador… Caza a otro… Una presa… Para poder subsistir…

 

 

El rojizo rastro espectral solo se mostraba ante su mirada plateada…

 

Ser un conjurador, un ser que tenia la magia corriendo por sus venas daba ciertos beneficios que los mortales no tenían.

 

Y eso incluía: regeneración, invocaciones de todo tipo y artes secretas para poder acabar con el mal que siempre les acechaba.

 

-¿Hasta dónde me llevaste? - se pregunto en voz alta cuando sus pasos lo alejaron del sendero.

 

La espesa niebla se empezaba a difuminar lentamente…

 

Los rastros de destrucción sobre la vegetación del bosque por donde pasaba… aun estaban frescos…

 

Se detuvo un momento…

 

Había una marca de las garras de ese hombre lobo sobre la madera de un frondoso árbol.

 

Se veían perfectamente esas cuatro garras dañando la savia del árbol…

 

Lentamente con su dedo tatuado delineo uno de los rasguños…

 

-Interesante… - susurro para retomar el camino.

 

Haciendo un rápido recuerdo mental de su batalla con esa bestia, recordaba lo grande que era. Le rebasaba fácilmente por medio metro, posiblemente sobre pasaba los ochenta kilogramos…

 

Pero algo en su visión pasada estaba nublado…

 

Los ojos de la bestia… no lograba recordar los ojos de ese ser de la noche.

 

La gran mayoría dejaba que la sed de sangre los controlara y sus ojos se volvían como rubíes incandescentes.

 

Pero aquellos ojos bestiales… habían desaparecido de su recuerdo, de su visión o más bien su mente había bloqueado ese recuerdo.

 

Dejo de pensar en eso, seguramente la bestia ya le ganaba en distancia.

 

De nuevo el poder mágico de sangre se activo, revelaba la siguiente parte del sendero destrozado… Solo más desolación y destrucción a su paso.

 

- ¿Qué es lo que pretendías con llevarme por aquí? – la duda no se disipaba como la niebla que se formaba en la vegetación.

 

Nada de eso parecía tener el más mínimo sentido…

 

Sentía que estaba a punto de desvelar algo, bueno o malo, uno nunca está preparado del todo para el rastro de lo conocido disfrazado de misterio.

 

Sus pasos, las marcas de su botas dejaron el verde esmeralda pisando la tierra húmeda y cortarle la respiración solo por un par de momentos.

 

- Esto es…

 

Había vuelto a las montañas muy cerca de donde había despertado con el nórdico.

 

¿La bestia… lo había dejado ahí?

¿La bestia… lo había perdonado?

¿La bestia… ¡¿Dónde estaba esa maldita bestia?!

 

Aquel inicial desconcierto se volvió ira ciega, las burbujas de su búsqueda eran como un bocado de clavos que le dejaban el sabor a metal… Se había mordido en el labio con tal fuerza que logro hacerse una herida.

 

Las pistas decían que durante ese tiempo camino en círculos, que aquel ser maligno se estaba divirtiendo a la costa de su incertidumbre, dejándole la mente llena de acertijos macabros por dejarle vivo.

 

Cerró los ojos un momento…

 

Debía controlar esas sensaciones impuras, la meditación era la practica más común en su credo, su mente debía conocer la paz de nuevo.

 

No sabía que en realidad los divinos había conjugado sus destinos.

 

Estaban irremediablemente vinculados.

 

Cazador y presa.

 

Un paso más cerca de sus destinos…

 

El susurro que recito, las palabras que solo eran para los dioses fueron llevadas por el viento hasta lo más alto.

 

Law, conocía de nueva cuenta la serena caza de los seres malignos.

 

- Muéstrate, no quiero tener que matarte. – dijo aun con los ojos cerrados.

 

Interrumpió su pequeño momento de veneración.

 

Alguien estaba siguiéndolo…

 

- Mi señor… no pretendía incomodar con mi austera presencia. – de entre la espesura salvaje, un joven.

 

- No eres una molestia para mi presencia… pero debo saber. ¿Por qué me has seguido, Penguin? – reveló al nuevo caminante que seguía sus pasos.

 

Así es… aquel joven, que sus ojos cubiertos por una capucha, aquel joven que escondía con recelo las muertes de su familia y amigos, estaba frente a él.

 

- Mi señor… no deseo la venganza, sé que tengo tal coraje para la atrocidad pero el descanso con quienes en mi corazón tenia… - no tuvo que continuar.

 

Su decisión estaba tomada.

 

Al parecer, el camino no se volvería tan solitario.

 

Una pequeña sonrisa, sin malicia, se conjuro en los labios del guardia rojo, no espero que un bretón se uniera en su cruzada.

 

Los bretones, mitad altos elfos y mitad neder, humanos del norte que se establecieron en sus colonias como meros sirvientes. Su control sobre la magia y resistencia a esta lo hacia un medio estable de ambas razas. Y la forma de diferenciarlos, su cabello oscuro junto con la pequeña punta en la parte superior de su oreja, su sangre élfica le concedia esa condición que no mostraban a la gente abiertamente.

 

- Mi querido amigo, tu causa es noble y Stendarr te dará su bendición… pero no puedes ir. – los sagrados textos en la noble secta era cuidar de los humanos.

 

Poner en riesgo a uno, era ir en contra de las creencias.

 

- Se lo suplico… - Penguin se arrodillo en el lodo, su túnica se mancho. – No seré una carga, yo… deseo que Sovngarde se abra para mi familia y amigos, se lo suplico. – no importaba humillarse de esa manera.

 

Haría cualquier cosa por el ser amado.

 

Fue cuando Trafalgar Law frunció el ceño, no quería subestimar, y la forma de quedarse bajo sus pies tampoco era el método para convercerle.

 

- Suficiente… Vendrás conmigo pero debes estar cerca mío. – todo estaba dicho.

 

La sonrisa que lograba verse bajo esa capucha de su túnica mágica, era la pureza de un alma blanca, Penguin conoció el nombre del señor que lo guiaría en la nueva cruzada.

 

 

En los mercados del Paraje de Seven Water, los olores de las especias, las nuevas fragancias de las pociones, incluso la carne fresca recién cazada se mezclaban constantemente.

 

Eusstas Kid conocía en perfección esos fuertes aromas.

 

Pero a el lobo le molestaba a su agudo olfato.

 

Por esa razón iba con aquellas ropas gastadas, cubriendo su rostro como un forastero sin nación, ni nombre al que respondiera.

 

Pasar desapercibido siempre resultaba difícil, su cuerpo no era precisamente pequeño.

 

Lograba engañar con su apariencia cubierta y poca amabilidad confundiéndose con los feroces orcos de Paramo de Hazard, al oeste de las tierras del Grand Line…

 

- Una botella de vino alto, y cuernos de cabra… - el pelirrojo dejo las monedas de oro sobre la mesa de madera.

 

El tendedero, un hombre ya mayor sacaba una botella llena y cerrada.

 

Pocos tenían el gusto de los vinos de los antiguos, eran demasiado fuertes para los novatos.

 

Kid… sabía que lo necesitaría para los días venideros.

 

Más por el celo de esa temporada.

 

Los cuernos de cabra serian excelentes lámparas para la noche, vigilaría las estrellas con poca luz.

 

Su madre celestial, la luna, no aparecería tan completa y llena de sed de sangre hasta estuviera en lo más alto.

 

La lista de los nuevos materiales para su estancia estaban completos…

 

Lo mejor era regresar…la tarde comenzaba asomarse.

 

Su instinto le decía, le gruñía como un perro salvaje que algo más pasaría.

 

Notas finales:

Gracias por leer...


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