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¿Tú? ¡No puede ser! por Liss83

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Los elfos domésticos de la mansión Black trabajaban en la cocina bajo la atenta mirada de la esclava personal de la dueña de casa. Si algo no salía como a Bella le gustaba, sabían que estaría en graves problemas, aunque no sería ella quien se llevaría la peor parte seria ella debido a las contemplaciones que recibía por su embarazo
Hermione aun después de tantas semanas se sentía incomoda con su constante desnudes. Varias veces había intentado vestirse con algo, pero cada vez que lo había hecho su mente se había nublado y había salido del trance estando en el otro extremo de la casa. No entendía porque se daba esto. En otra ocasión había pensado en mandarle una carta a Luna para que se ponga en contacto con los demás miembros del Ejército de Dumbledore, pero cada vez que intentaba hacerla su mente divagaba haciéndola perder el rumbo de sus intensiones



- ¿Intentabas algo, querida? – dijo una voz desde la chimenea
- No mi señora – dijo está sonriendo 
- Ven aquí – le dijo Bella mientras se sentaba detrás de su escritorio y le señalaba este mismo para que se sentara - ¿Cómo está mi pequeño? – dijo la mortifaga acariciándole el vientre a su esclava
- Aun no se mueve, mi señora – dijo frunciendo el ceño intentando recordar porqué entro en ese lugar
- Ojala saque tus ojos y tu pelo – le dijo acariciándole este ultimo
- Estaba de ida… a … la… habitación – dijo la castaña -, no… yo iba a la cocina… o era a la despensa – en verdad no lograba recordar
- Venias porque quería te haga mía – dijo Bella acariciando sus senos con los labios y escuchándola gemir - ¿O no?
- Si – susurro cerrando los ojos y echando la cabeza para atrás –, creo…
- Ven aquí – dijo Bellatrix recorriendo con sus manos ambos muslos de la muchacha quien ya estaba completamente mojada y con sus pensamientos menos claros 
- Ama – dijo un elfo domestico al otro lado de la puerta – la busca su secretario
- Que pase – ordeno esta sin dejar de acariciar a su esclava



El hombre entro al despacho y se sorprendió de ver a la ministra acariciando de esa manera a su esclava de manera tan descarada quien se veía en un estado de total excitación, le entrego una carpeta que fue revisada



- Muñequita vea ver mi comida 



Hermione salió completamente desnuda y con gestos claros de estar incomoda por la interrupción. Cerró sus ojos y sacudió su cabeza recordando que no había enviado la carta, ni siquiera la había redactado. No entendía que había pasado



* * *



Habían pasado casi treinta años desde que aquel amor había nacido de la manera más simple, más pura, más inocente, “bueno lo más puro e inocente que algo pueda ser teniendo a Sirius Black de por medio” pensó con una sonrisa triste. No importa lo que pasara, sus sentimientos no iban a cambiar ni un milímetro. Nunca olvidaría su primera noche


***FLASHBACK***



Llovía torrencialmente y él estaba castigado otra vez por culpa de Sirius y James, pero ya lo escucharían ese par. En realidad de James se encargaría Lily, sonrió maliciosamente pensando en las penurias que pasaría su mejor amigo, pero bien merecido que se lo tenía. Él solo quería estar en su cama cubierto por mantas y comiendo pastelillos, pero no, debía limpiar los calderos de la clase de pociones.



- ¡Pero esta me las pagaras Sirius Black! – susurro furioso
- ¿Te molesta si lo hago en cuotas diarias? – dijo este detrás suyo, quien giro para mirarlo iracundo -. Perdón, en verdad creí que ibas detrás mío – dijo nervioso
- Me caí cuando tiraste el jugo de calabaza – acuso
- Se suponía que iba a ser Snivellius – se defendió con cara compungida
- ¡Oh ya cállate! – se abraza a este y lo besa apasionadamente – un día de estos…


Pero ahí murió cualquier protesta, ya que sintió la mano de su irreverente novio colarse bajo su sotana, acariciándole el muslo suavemente, mientras sus labios abandonaban los suyos y se deslizaban por su cuello. De pronto Sirius se separó respirando tan agitadamente como un maratonista en las olimpiadas muggle


- ¡Merlín! – susurro Sirius exhalando – perdóname, yo…
- No te preocupes – dijo Lupin con el corazón apretado de pronto sintiendo el rechazo del hombre que amaba
- Yo quisiera, pero… – se detuvo Sirius
- Yo entiendo – susurro triste el hombre lobo - olvídalo – dijo con la voz entrecortada
- Pero en cuanto salgamos de Hogwarts y vivamos juntos… – dijo sonriendo mientras sonreía
- ¿Vivir juntos? – susurro Lupin sorprendido - ¿De qué hablas?
- Tú y yo… como pareja ¿No… quieres…? – pregunto nervioso
- Es que acabas de rechazarme – dijo bajando el rostro para esconder sus traicioneras lagrimas
- ¿Qué? ¡No! - Sirius lo abrazo con desesperación – yo quiero pasar el resto de mi vida contigo. Te amo
- ¿Entonces por qué no quieres…? – dijo Remus confundido
- Creí que querías que nuestra primera vez sea especial, yo sé que eres un hombre, pero… - le acaricio el rostro y respiro profundo – dame hasta salir del colegio, te prometo que será perfecto como nuestra vida juntos
- Ya es perfecto 



Se acercó y suavemente lo beso en los labios abrazándose a su cuello, pero esta vez fue él quien lentamente dejo caer su túnica. Desabotonó su camisa, que fue hacerle compañía a su túnica, siguió con su pantalón y su ropa íntima, quedando completamente desnudo frente al heredero de la familia Black, quien lo miraba en silencio. Lo beso nuevamente mientras rodeaba su cintura con sus brazos. Como en sincronía, ambos se acostaron en el piso, quedando Sirius sobre este. El animago recorrió todo su cuerpo con sus labios, regreso a sus labios y los devoro completamente. No tenía intención de dejar ni un milímetro de ese cuerpo sin marcar. Cuando llego a su zona intima, trato la entrepierna de este una gulosidad. Luego lo hizo girar, dejándolo bocabajo para besarle la espalda arrancándole suspiros y quejidos de placer cuando sus labios pasó por su cintura derecho al valle que tenía al sur de su cuerpo, valle que fue explorado por su hambrienta lengua. Una vez lo tuvo completamente lubricado y gimiendo incoherencias de placer, se posiciono detrás de él entrando lentamente en su cuerpo. Los gemidos se convirtieron en gritos y luego en alaridos que inundaban el lugar mientras Sirius se movía dentro de él, bañando minutos después su interior cuando ambos llegaron juntos al clímax


***FIN DEL FLASHBACK***



- Sirius - susurro llorando abiertamente – mi amor



* * *



Sirius nunca se imaginó en esa situación, ni en sus más desquiciados desvaríos, que no eran pocos, pero ahí estaba, recorriendo el callejón Diagon moviendo sus caderas como una bailarina mientras caminaba del brazo de Severus. Más de uno volcaba a verlo, y no precisamente para criticarlo. Le sorprendía que su ego, que en otrora se había enorgullecido por pasar cada noche con una mujer diferente, ahora se excitaba contando a los hombres que volcaban solo para verlo a él, pero claro, tenía que disimular porque si Severus lo descubría se pondría morado de los celos y era muy capaz de encerrarlo en la habitación de por vida. 



- ¿Tienes que hacer eso? – pregunto examinando una vitrina en una tienda de pociones
- ¿Qué cosa? – dijo Sirius con picardía
- Coquetear con todos – contesto apretando los labios
- ¿Celoso? – continuo el Gryffindor
- ¿Por qué celaría algo que me pertenece y solo me obedece a mí? – respondió Severus con indiferencia
- Gracias por el buen trato – dijo con lágrimas en los ojos -. ¿Es lo que soy, no? Un objeto. Algo con que jugar. Lo hizo Remus, ahora lo haces tú ¿Quién lo hará después?
- Sirius – susurro el amo mientras este volcaba el rostro limpiándose sus lágrimas –, no eres un juguete. Lo siento. Solo me puse celoso porque quiero ser el único que vea tu belleza y la disfrute
- No tienes por qué darme una explicación, solo…



Pero Severus lo silencio dándole un beso apasionado, luego le limpio las lágrimas cuidosamente. Sin proponérselo Lucius le había brindado la oportunidad que había deseado conseguir desde muy joven, tener a Sirius por voluntad propia y no la iba a desaprovechar.



- ¿Me dejas compensar esta estupidez? – le susurró al oído el pocionista
- ¿Cómo? – dijo el animago
- Vamos



Lo tomo de la mano y salieron corriendo como dos adolescente entre la gente en medio de risas y disculpas rápidas cuando chocaban con alguien. Al día siguiente Lucius se encargó de que Remus viera la portada del Profeta, donde se mostraba fotografías del director del R.O.E. besándose apasionadamente con su esclavo con el título: “Romance en el Ministerio”

 


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