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L'appel de la vie por Girlyfairly

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Notas del capitulo:

Hola :)

Ya ni les digo cuando fue la última vez que actualice porque muero de vergüenza. Y es que el problema, o quizá no problema pero si como dificultad con este fic es que a veces me pongo a buscar un poco en internet, no trato de meter cosas que ni yo entiendo pero si el saber más o menos como iban los cambios en un embarazo conforme pasan los meses. Bah, cosa de nada que ni se nota pero que me quitaba un poco de tiempo a veces xD

Pero bueno, al fin pude actualizar y eso me llena de alegría :3 

A este fic le faltan solamente tres capítulos luego de este, y realmente se ha alargado más de lo que pensé, no en cuestión de cuantos capítulos tendrá, sino por el tiempo que me he tardado en subirlos :) jodida vida llena de responsabilidades. 

 

Bueno, a leer chichis.

9.PÈRE

El corazón le latía con tanta fuerza que literalmente podía escuchar su rápido palpitar, estrechó la mano de su jefe con seguridad y luego se puso de pie para dejar aquella oficina, manteniéndose erguido aunque podía sentir que las piernas le fallarían en cualquier momento. Vio una vez más al hombre de corbata que aún le sonreía desde el escritorio, le agradeció suavemente y se dispuso a cerrar la puerta con lentitud, exhalando con fuerza cuando la presión que había dentro de aquellas cuatro paredes desapareció.

Sino fuese porque aún se encontraba en su trabajo, seguramente se hubiese dejado caer de rodillas frente aquella puerta, intentando recuperar todo el aire que sus pulmones habían perdido al estar en presencia de su jefe. Pero no podía hacerlo, solo apoyó su frente contra la madera sin soltar la perilla por un momento, respirando para calmar sus nervios antes de disponerse a regresar por aquel largo pasillo que dirigía a la oficina central, donde varios escritorios ordenados correctamente se encontraban, pero sobretodo, donde sabía que sus compañeros le estarían esperando.

Y escuchó como los tecleos se detuvieron tan pronto se posó bajo el umbral que dividía ambas habitaciones, la mirada de todos abandonaron los ordenadores y buscaron la suya, pero Lawliet solo buscó los ojos de Matsuda. Y un simple asentimiento con la cabeza fue el necesario para que aquellos expectantes ojos marrones oscuros brillasen, mordiéndose al mismo tiempo los labios quizá queriendo retener algún grito de emoción que fuese a distraer a sus demás compañeros o que fuese a terminar en alguna amonestación.

Aunque la incertidumbre no duró mucho, solo unos pasos había dado con intenciones de buscar su escritorio que estaba casi al final cuando el reloj marcó la hora del almuerzo, viéndose rodeado por todos antes que pudiese siquiera preverlo.

—¡Lawliet!— llamó Matusda, queriendo abrirse paso entre el pequeño cúmulo de personas que atacaba con preguntas al azabache —¡Déjenme pasar!— bufó nuevamente cuando sentía que los demás parecían cerrarle el paso a propósito.

Pero no había terminado de llegar cuando sintió a Lawliet tomándole de la mano para guiarlo a regresar los pasos, porque el azabache no se sentía atraído a ser el centro de atención a sabiendas que muchos de esos hombres de trajes solo se trataban de algún que otro envidioso, quienes probablemente habían rogado en su interior que los resultados de Lawliet fuesen negativos, cuyas felicitaciones en algún momento le resultaron falsas ya que parecían decirlas entre dientes, a excepción de Matsuda, quien sonreía tan amplio que hasta parecía imposible, a quien sin decir ni una palabra jaló por los pasillos hasta que llegaron al patio trasero, donde luego de soltarlo se giró para encararlo.

—Lo logré...— susurró rompiendo el silencio, ni él creyéndose lo bien que se había sentido sacarlo al fin del pecho.

Y tuvo que pegar bien los pies a la tierra cuando sin previo aviso su compañero se lanzó sobre él, abrazándole con tanta fuerza que lo hizo jadear al dejarlo sin aire. Colocó ambas manos sobre el pecho de Matsuda cuando pasado unos segundos, le pareció que el abrazo ya había durado suficiente.

—Lo siento, lo siento...— comenzó a excusarse rápidamente al separarse —Se me olvidaba que a partir de ahora ya eres mi jefe— le codeó con complicidad mientras le guiñaba un ojo, algo que al azabache le sonsacó una queda risa.

—Técnicamente seré tu jefe hasta la siguiente semana— sonrió acomodándose la corbata luego del previo contacto.

—¿Entonces aún puedo abrazarte?

—No— cortó en seco, pero sin dejar de sonreír, sintiendo en su espalda caer unas suaves palmadas a manera de felicitaciones por haber obtenido el puesto para el cual había aplicado unas semanas atrás. Subjefe de zona.

—De igual forma esto hay que celebrarlo... ¡Ya sé!, podrías ir a cenar a mi casa, mi esposa hace los mejores filetes de pescado, o si lo prefieres hacemos una carneada mientras nos cuentas todo... ¡ah! También puedes llevar a Light...bueno, eso depende de cómo vayan las cosas con él...— bajó la voz ante lo último, creyendo que probablemente había metido la pata

—Ni yo sé cómo vamos— se encogió de hombros y echó la cabeza para atrás, viendo cómo se movían las hojas del árbol que en este momento les brindaba sombra, como queriendo encontrar en ellas alguna respuesta —Es como si estuviésemos estancados. No somos un nada, pero tampoco lo somos todo.

—¿Ha vuelto a rechazar la idea de volver a casa?— escondió ambas manos en los bolsillos de su pantalón para emprender la caminata en busca de la cafetería, haciendo crujir algunas hojas secas que adornaba el adoquín

—Honestamente hace mucho ya no se lo he propuesto. Estamos en los últimos meses de su embarazo que no he querido importunarlo, pero me desespera nuestra situación.

—¿Pero van bien?

—No sé— se encogió de hombros nuevamente, apretando los labios por la desesperación que le causaba la incertidumbre —Soy yo quien lo ha llevado a cada una de las citas médicas, el doctor nos ha explicado que un parto natural es biológicamente imposible, y prácticamente la cesárea está programada para dentro de tres semanas. Aún así, emocionado, nos inscribí a uno de esos cursos pre-parto, donde más que nada nos explicaron el como la respiración es importante para ese momento. Hace unos días fuimos a comprar algunas cosas que hacían falta, para tener lista la pañalera el día que deba ingresarse en el hospital— hizo una pausa mientras se agachaba para tomar la bebida que acababa de comprar en la máquina expendedora ya dentro de la cafetería.

—¿Y eso... está mal?— se atrevió a preguntar antes de ponerse a buscar una mesa vacía, no entendiendo que era lo que ponía tan cabizbajo al azabache si lo que relataba parecía de cualquier pareja enamorada que están a la espera de su bebé y no de unos que están en malos términos.

—No sé, dime tú... prácticamente soy el padre de nuestro hijo, pero no su esposo— suspiró exhausto, masajeando el puente de su nariz una vez tomaron asiento —Muchas noches me permite entrar en su cama, casi puedo respirar su aliento cuando duerme, pero no me deja besarlo, no me deja abrazarlo por largo rato, no quiere que lo tome de la mano cuando vamos por la calle... ¿que se supone que deba de pensar?, ¿que se supone que deba hacer?

—Sé que cometiste un error, pero que no se te olvide que también mereces ser feliz— opinó despacio. No quería decir que Light actuaba mal al rechazarlo, o que Lawliet estaba mal en insistir, pero no podían seguir así por siempre.

—Soy feliz junto a él— lo miro de reojo decidido, sorbiendo un poco de la bebida gaseosa que acababa de comprar.

—Entonces deberás seguirle dando más tiempo al tiempo, quizá debas esperar a que su embarazo termine para que puedan hablar del rumbo que tomará su relación. Mira el lado positivo, pese a que no viven juntos, lo ves a diario y muchas veces hasta duermes a su lado, a estas alturas aún no te pide que firmes ningún acta de divorcio— posó una mano sobre el hombro de su compañero, quien sonrió un poco aliviado antes de dirigir su vista al anillo que decoraba su dedo. Y es que Lawliet sabía que podía lucirlo con libertad porque legalmente ellos seguían siendo esposos.

—Créeme que lo sé, creo que es como mi consuelo el saber que él no ha tomado ninguna arrebatada decisión que ponga en fin realmente nuestro matrimonio— sonrió más amplio, su situación lo llenaba constantemente de desasosiego, pero aún creía que había una esperanza, una pauta que Light le permitía, y que solo debía ser paciente para obtenerla por completo de nuevo.

—Entonces no te desanimes y respecto a lo de ahora... ¿crees que si puedan ir?

—No lo sé, déjame preguntarle para ver cómo van sus ánimos— se ladeo un poco para buscar el celular en su bolsillo.

La idea de Matsuda no sonaba mal y sabía que lo hacía de buena fe, pero también sabía lo difícil que le estaban resultando estos últimos días a Light con el aumento de peso y el bebé que a veces tomaba posiciones que le cortaban la respiración por momentos. Dificultades que el doctor ya había señalado y las tomaba como normales, sin embargo los chequeos del castaño eran constantes para evitar alguna complicación, pero que hasta el momento no había sido necesaria ninguna intervención, la idea era lograr que el castaño llegase al último mes de embarazo o al menos hasta que el bebé estuviese lo suficientemente fuerte para nacer con la seguridad que no necesitaría de aparatos que completasen su proceso de formación. Y para Lawliet era maravilloso que el embarazo de su esposo estuviese saliendo bien, y sumándose a la perfección del momento estaba el hecho de su nueva posición laboral, lo cual traería más ingresos económicos, era lo que había estado esperando por años, era a lo que se refería cada que decía "cuando nuestra situación mejore...". Por supuesto que quería celebrar, pero quería hacerlo con Light, y si su esposo no se encontraba con los ánimos de salir, pues simplemente rechazaría la invitación de la manera más amable que se le ocurriese, puesto que encontraba más tentador el pasarse la noche con su esposo hablando que en la casa de Matsuda bebiendo.

—"¡¡Lawliet, que bueno que eres tú!!"

El aludido frunció el entrecejo porque fuese la rubia quien atendió el teléfono de Light, pero sobretodo por el notable tono de la chica. Estaba alterada.

—Misa... ¿Sucede algo?— temeroso se llevó un dedo al nudo de su corbata, aflojándola un poco sin apartar el celular de su oreja.


—"Light se puso mal y..."

—¿¡Y por qué no me llamaste!?— se puso de pie tan abruptamente que su compañero dio un respingo ante el repentino movimiento junto al tono de voz que el azabache había elevado, notándosele nervioso al apretar los dientes.

—"¡Estaba a punto de hacerlo!, ya está en el auto para llevarlo al hospital..."

—Está bien, los veo allá— interrumpió antes de desconectar la llamada, no necesitando escuchar más, no quería retrasar más a la chica.

Se palmeó inquieto los bolsillos de su pantalón para asegurarse de tener sus pertenencias en orden; llaves, billetera, celular. No quería desviarse por ningún motivo hacía la oficina, necesitaba salir lo más pronto posible, pero antes de poder dejar la mesa, sus ojos se encontraron con los de Matsuda.

—No te preocupes, posponemos lo de la cena. Quizá en esa y hasta se convierta en una cena de bienvenida para tu bebé— sonrió lo más amplio que pudo, sintiéndose aliviado al ver a su compañero imitar su sonrisa antes de asentirle levemente, solo para verlo girarse rápidamente buscando la salida de la cafetería.

 

 

-_-_-

 

 

La celeste bata apenas cubría sus piernas blancas, luego de tanto movimiento ésta se había subido dejándolas al descubierto cada vez un poco más. Y no era para menos, sentado en la orilla de la cama movía los píes nervioso por momentos y se mantenía inclinado hacia adelante hundiendo su rostro en el pecho de Lawliet, una cercanía con la cual podría haberse embriagado con el aroma del azabache sino fuese porque sentía como si le estuviesen apuñalando la espalda y los huesos se le rompían de a poco.

—...Lawliet... du-duele...— susurró rechinando los dientes, aferrándose con fuerza a los hombros del azabache sin importarle si lo lastimaba, le dolía demasiado como para pensar en el dolor de otro.

—El doctor dijo que ya venía...— sin dejar de acariciarle despacio la espalda, estiró un poco el cuello para ver si lograba vislumbrar a alguien a través de la pequeña ventana que estaba en la puerta. Solo eran unos minutos los que habían pasado desde que el doctor había partido bajo la promesa que volvería pronto, pero aunque el tiempo que había pasado fuese corto, a ambos se les hacía eterno.

—¡¡Me duele, maldita sea!!— alzó el rostro, con la mandíbula completamente tensa y los ojos notablemente llorosos.

—Tranquilo amor, recuerda las clases, respira por la nariz, exhala por la boca, res...

—¡¡Me importa una mierda la terapia!!, ¡¡Busca al doctor, maldita sea, duele!!, ¡¡Haz algo!!— sudaba, le dolía la garganta de tan solo retener todo lo que realmente quería gritar, el dolor se volvía más insoportable minuto a minuto, parecía calmarse por momentos, pero luego regresaba con mayor intensidad, y no solo se limitaba a su espalda, parecía que algo lo atravesaba por completo llegando hasta su panza, la cual se contraía como si se tratase del peor dolor intestinal.

—Tienes razón, voy por el doctor— completamente nervioso por no saber qué hacer para aliviar su dolor intentó alejarse del castaño, pero esas firmes manos alrededor de sus hombros ejercieron más presión, volviéndolo a su sitio.

—¡¡No se te ocurra moverte!!

—Pero dijiste que...

—¡¡No me importa lo que te dije!!, ¡¡No me puedes dejar solo aquí!!— interrumpió, sus dedos de los pies se doblaban del dolor y sus nudillos de las manos lucían pálidos por la fuerza con la que se aferraba a los brazos de Lawliet, corrección, todo él se encontraba un tono más pálido.

—Ok...— susurró sin saber que más decir, sin desear llevarle la contraria, ahora era él quien respiraba profundo por la nariz y exhalaba despacio por la boca.

—Lamento la tardanza— interrumpió el sonriente doctor seguido de dos médicos más y un par de enfermeras —Necesitaba al anestesiólogo, es una suerte que hace unos días te hayas venido a hacer las pruebas con la anestesia, ¿Como te sientes?— preguntó con la misma sonrisa mientras se acercaba al joven para revisar el suministro de suero.

—¿Es necesario que conteste eso?— entre dientes se había atrevido a hablar, como si su situación no fuese lo suficientemente obvia.

—No, pero necesito que te quedes muy quieto para poder aplicar la anestesia y llevarte a cirugía.

Con la poca lucidez que le quedaba Light asintió despacio, hundiendo su rostro nuevamente en el pecho de Lawliet, quien se mantenía inerte viendo el rostro de todos los presentes, abrazando un poco al castaño cuando el doctor anestesiólogo se acercó por detrás con jeringa en mano, sintiendo entre sus brazos a Light estremecerse por el pinchazo.

Y las enfermeras que se encontraban a los lados rápidamente le ayudaron para que intentase recostarse, no sin antes chequear que el gotero del suero hidratante siguiese trabajando con normalidad. Y una vez Light se acostó la realidad le llegó de golpe, estaba a punto de entrar a un lugar donde con bisturí en mano romperían su piel, y a la emoción de ver al fin el rostro de su hijo se le unió el miedo a lo desconocido, ¿que tanto dolería?, ¿sangraría mucho?, ¿podría morir?, su mano que mantenía incrustada la aguja que suministraba el líquido encontró la de Elle, apretándola levemente buscando un poco de seguridad.

—Bien joven Lawliet, el joven Yagami me mencionó que deseaban esperar hasta este día para saber el sexo de su bebé, ¿está listo para presenciar el nacimiento?— esa sonrisa no se la quitaba nadie, ni cuando vio a Lawliet palidecer más.

—¿Qui-quiere que yo vea cu-cuando lo...— ni siquiera pudo terminar la frase porque su garganta se había secado por completo.

—Si, hasta puede cortar el cordón umbilical. Muchos padres lo hacen.

Y estaba a punto de negarse, él no sé sentía atraído a ver cómo abrían el vientre de su esposo. Pero antes que pudiese decir algo, sus ojos se encontraron con los de Light, los cuales aparte de temerosos lucían suplicantes. Y sin más remedio intentó recobrar la compostura, irguiéndose para lucir como el hombre seguro que siempre aparentaba ser, aunque por dentro estaba temblando igual o hasta más que Light, pero eso era algo que no quería demostrarle al castaño, quería transmitirle seguridad, y convencerlo que todo saldría bien. Asintió despacio, aunque sentía los labios helados había logrado esbozar la mejor sonrisa que pudo al momento que una enfermera le extendió lo necesario para poder ingresar en la sala de operación: bata, mascarilla, guantes y un gorro.

 


-_-_-

 


Las tijeras de diferentes tamaños y formas, los bisturíes, los líquidos extraños, la sangre fluyendo, los médicos hablando, todo, todo había sido dejando en aquella sala donde Lawliet había sido embargado por los sentimientos más contradictorios. Las nauseas y las amenazas de desmayo habían desaparecido cuando de aquella hendidura se había asomado una pequeña cabeza llena de cabellos, una sonrisa tonta fue la que surcó sus labios una vez la sala se vio invadida por aquel agudo llanto, y jamás había temblado tanto como cuando el doctor lo colocó frente a él para mostrarle el sexo. De párpados hinchados y hasta rojos, mejillas inflamadas, boca completamente abierta al emitir el llanto, cabellos con restos gelatinosos de sangre y una sustancia blanquecina que lo cubría de cuerpo completo. Definitivamente era el niño más hermoso que alguna vez había visto. ¿Su nombre? Habían acordado llamarlo Dilan sí era varón.

Y podía decir que luego de todo el movimiento que se había vivido dentro de aquellas cuatro paredes, ahora tenía un poco de paz. Su bebé envuelto en una frazada azul yacía en uno de sus brazos, mientras con una mano sostenía el pequeño biberón que la enfermera le había entregado antes de dejarlos solos en la habitación, donde Lawliet tomó asiento en el pequeño sofá individual que estaba al lado de la cama.

Estaba embriagado por los sonidos que hacía al alimentarse, por su aroma y por lo suave de su piel, la blanquecina sustancia había sido limpiada de su cuerpo completo luciendo ahora menos pálido, con su delgado cabello de un color marrón perfectamente peinado hacia un lado, pero sus ojos aún permanecían cerrados debido a la inflamación, los abría por momentos pero de manera muy leve como para poder ver realmente el color de estos, le daba curiosidad saber si heredaría ese negro suyo tan profundo, o si por el contrario tendría los ojos miel al igual que Light.

Apartó la mirada de su bebé para dirigirla al cuerpo que yacía dormido en la cama. Light estaba boca arriba pero su rostro se había ladeado hacia dónde Lawliet estaba, dandole una visión perfecta de todas sus facciones, ese cabello siempre-sedoso en estos momentos lucía un poco enmarañado, y eran notables las ojeras en el contorno de sus ojos, luego de todo el dolor por el que había pasado era placentero verlo descansar. Ni la felicidad que sintió por la mañana debido a su nuevo puesto era comparable con la que sentía en este instante, solo fue necesario que estirase un poco su mano para poder enredar sus dedos con los de Light, sosteniendo aún en su otro brazo a su bebé ahora dormido. Y sentirlos a ambos tan cercas hizo que en su mente se crease rápidamente la imagen de los tres viviendo bajo el mismo techo como una familia. Era simplemente perfecto.

Notas finales:

Dato curioso que no resulta curioso para nadie excepto para la curiosa de la autora: Dilan en realidad es el nombre de mi hijo (ficticio) mi imaginacion no dio para pensar en otro xD

 

Sé que como siempre algo se me olvida decirles, pero bueno, de igual forma espero que les haya gustado, aunque en un principio no pensaba incluir estás escenas, admito que muero de amor de imaginarme cómo sería el bebito de estos dos. 

Me regreso a mi cueva, hasta la próxima actualización ^^


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