Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

L'appel de la vie por Girlyfairly

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola :)

 

Bueno, hemos llegado al final, subiré este capítulo y unos minutos luego subire el último :)

 

Pequeño paréntesis antes de pasar al capítulo, si alguien tiene wattpad puede encontrarme bajo el mismo user, hay fanfics que solo subiré ahí, pero no dejaré Amor::Yaoi, aun continuaré subiendo otros fics aquí :)

11.LA VIE CONTINUE.


—¿Y es que lo hemos hecho muy mal?— preguntó Matsuda avergonzado, sintiéndose empequeñecido frente al que ahora era su jefe


Lawliet suspiró, pensándolo un momento, quizá había sido un poco cruel en la crítica que había hecho sobre el trabajo de dos de sus subordinados, pidiendo verlos a ambos por separado en su oficina.


—El informe... no está del todo mal— empezó, apoyando los codos en el escritorio y entrelazando los dedos —Sin embargo está desordenado, y lo sabes Matsuda. Si se les encargó este trabajo al señor Aizawa y a ti es porque los dos son muy capaces, y créeme, a la compañía no le interesa las diferencias que ambos puedan tener.


—Pero si nos encargamos en revisarlo para que todo concordase, sé que él y yo no congeniamos pero también sabemos ser profesionales— masculló, detestando el hecho que Aizawa le hubiese dicho que fuese él primero al matadero, como también detestaba el haberle hecho caso en su tonta idea de trabajar por separado.


—Pero no lo suficiente, se nota que no trabajaron juntos, ¿es que siquiera sabes cómo viene?, me recuerda tanto a cuando estás en bachillerato y te dejan un trabajo en equipo, cada integrante toma su parte y luego solo lo unen al final, si lees cada parte por separado todo está perfecto, pero al unirlo se crea algo sin pies ni cabeza. Yo no puedo entregar ese informe a la junta— tomó la taza de café que yacía sobre su escritorio, llevándola hasta sus labios con una parsimonia que logró exasperar al otro.


—¿¡Pero por qué solo me lo dices a mí cuando él podría estar aquí!?— graznó exaltado, relajando sus facciones cuando sus ojos se toparon con los insondables orbes de su jefe —Lo siento...— murmuró cabizbajo.


—Esta conversación también la tendré con él, la razón por la que decidí hacerlo por separado es porque eres muy maleable, sigues lo que los otros dicen, cuando tienes una buena idea, esperas que otro también la tenga para que él la diga y no tener que hacerlo tú— suspiró, dándose un leve masaje en el puente de la nariz, porque cosas como llamar la atención a los demás era algo que aún le costaba o le incomodaba pese al tiempo —Por ello estoy seguro que el de la idea de que trabajasen por separado fue suya, y aunque no estabas de acuerdo, accediste.


—Deberemos repetirlo, ¿verdad?— resignado y avergonzado, trató de mantener su vista sujeta a los acentuados ojos de su jefe.


—Por supuesto, y en lugar de dos semanas, tienen hasta el viernes— sonrió acomodándose en su butaca, desabrochando el botón de en medio de su saco negro.


—¿Debo decirle a Aizawa que pase?— intentó ponerse de pie, ansioso por salir de ahí, pero una socarrona risa lo dejo inerte.


—Respira Matsuda, no actúes como si estuvieses frente a un monstruo, faltan solo quince minutos para la hora de almuerzo, lo haré pasar luego. Por ahora, y si gustas, toma una taza de café para que te relajes, la cafetera está por allá.


Matsuda siguió con su mirada la dirección que apuntaba el dedo índice de Lawliet, hacia una de las esquinas de la oficina, pero decidió negar lentamente con la cabeza, rechazando la amabilidad de su amigo con una sonrisa.


—No soy muy fan del café, lo sabes.


—Lo sé, solo quería romper la tensión, mejor cuéntame como van las cosas con tu esposa, ¿como van sus controles?


Esta vez Matsuda no pudo evitar sonreír, borrando cualquier rostro de angustia previo.


—¡Todo va de maravilla!, apenas van cuatro meses de su embarazado pero no veo la hora de poder conocerlo.— sus ojos brillaron inevitablemente, provocándole una sonrisa al azabache.


—Cuando sepan el sexo, debo ser el primero a quien llamen, y siempre que le hables de mi, refiérete a mí como su tío, que lo vaya sabiendo desde el vientre.


—¡Claro!, Ella siempre te tiene en cuenta como el futuro padrino de nuestro hijo, a ver que día nos llevas a Dilan, hace tanto que no lo vemos.


Lawliet sonrió ladino, desviando su vista por un momento hacia la foto que tenía sobre su escritorio.


—No he querido llevarlo porque es necesario que tu esposa descanse, y Dilan es un inquieto de primera. Esta foto fue en su tercer cumpleaños, sus abuelos le hicieron una pequeña piñata en su patio.


Matsuda tomó entre manos el retrato que se le brindaba, sonriendo al ver en él la fotografía del pequeño Dilan siendo cargado por Lawliet, el pequeño tenía en su boca una colorida paleta llamada "chilindrina", vestido de una manera un poco formal que lo hacía ver bastante adorable, con una camisa azul a cuadros y un jeans color negro, pero con sus abultados cachetes luciendo manchados y pegajosos a causa del dulce. Había crecido más de la última vez que lo vio, la forma despeinada y abundancia de su cabello junto a la palidez de su piel se asemejaba mucho a Lawliet, pero que sus ojos menos grandes y color de los mismos junto al del cabello se parecían al de Light, no llegando a ser tan claro, pero entre más veía la fotografía, más rasgos de ambos podía comenzar a encontrar en el pequeño.


—Se ve tan adorable con su paleta que fácilmente podría ser del tamaño de su rostro.


—Si, pero créeme, tanto él como esa paleta dejaron de ser adorables cuando a las dos de la madrugada Dilan seguía saltando en la cama— suspiró cansado de solo recordar esa noche, sonsacándole una queda risa a Matsuda.


—En serio, considera en traerlo a casa, no importa cuán hiperactivo sea, realmente queremos ver a ese mini-Light— sonrió nervioso, antes de cambiar su semblante a uno más serio, carraspeando la garganta incómodamente —Y hablando de Light... ¿como vas con él?, hace mucho no me cuentas nada, ¿lo has visto?


Lawliet apoyó sus codos en el escritorio y entrelazando sus dedos, apoyó su mentón en ellos, pensándolo por un momento, porque sabía que tarde o temprano esa pregunta surgiría... y hubiese deseado tener una respuesta diferente.


—Luego de que firmamos los papeles del divorcio hace tres años, parece que verlo se volvió más difícil. Luego de haber visto al abogado, lo recuerdo diciéndome que me perdonaba para su propia tranquilidad, pero también me recalcó varias veces que legalmente ya no éramos esposos— pausó, queriendo poner en orden el alboroto de ideas que se había formado en su cabeza, porque cuando se ponía a reflexionar sobre el tema es que se daba cuenta que los años habían pasado, y que la vida les había cambiado —Sé que en cuatro meses terminara su carrera universitaria, pero esto lo sé no porque él me lo haya dicho, más bien ha sido Misa quien me ha tenido al tanto de algunos detalles. Cuando llego por Dilan él nunca se encuentra, o esta en la universidad o se encuentra ocupado en una librería cercana donde trabaja medio tiempo, encontrarlo realmente es un milagro, aunque no es como si nos sentemos a platicar por horas si es que acaso nos vemos, intercambiamos algunas palabras, anécdotas de nuestro hijo, pero no tocamos jamás ese tema, ¿sabes?— tamborileó los dedos sobre la madera, mordiéndose el labio inferior con una semi mueca de angustia.


Matsuda frunció el entrecejo, molesto u ofendido, ni él lo sabía, pero carraspeando la garganta decidió continuar.


—Cuando me contaste que había comenzado a permitir que te quedases con él en la casa de su amiga, pensé que las cosas funcionarían entre ustedes, ¿crees que solo lo haya hecho por venganza?


Los ojos de Lawliet se abrieron de par en par, haciendo a Matsuda tragar grueso, reprendiéndose mentalmente por sus tontas palabras.


—Él no es así— sentenció serio antes de dar un sorbo más a su café —Quiero creer que él me ama... o al menos me amaba, y ese amor junto a lo sensible y delicado del embarazo, me permitió estar a su lado, pero que al final, la sombra de mi error pudo más. No fue su culpa, no fue venganza, fui yo quien se equivocó.


—Si, pero podría habértelo hecho saber desde el principio, ¿no crees?— comentó tímidamente y despacio, pensando bien qué palabras saldrían de sus labios —Es decir, sino iba a perdonarte, ¿para qué te ilusionó?


—Supongo que cada quien digiere y enfrenta las situaciones de manera diferente. Te soy honesto y admito que hay muchas preguntas a las que he tratado de encontrarle respuestas estos años, para comprender mejor en qué fallamos, pero jamás me he cuestionado el porqué Light hizo lo que hizo, el porqué primero pareció acogerme en sus brazos para luego darme la espalda, jamás lo he hecho ni me interesa porque no pienso juzgarlo, hacerlo solo sería justificarme, querer ver mi error menos grave solo porque él decidió irse.


—Si pero supongo que sino pensaba perdonarte, debía habértelo dicho desde el principio— dijo nuevamente, esta vez más convencido, con el entrecejo fruncido. Sabía que Light no era mala persona, pero era inevitable no tener una pizca de resentimiento contra el castaño.


—Tienes razón— sonrió levemente, tranquilo —Como también supongo que está mal mandar mensajes a tu amante mientras tu esposo se está duchando, o volver a casa y dormir a su lado cuando había pasado la tarde teniendo sexo con ella, o peor aún, supongo que encontrar en la cama a su esposo con otra persona no es lo que esperaba al regresar a casa. He intentado ponerme en su lugar y aún no sé qué habría hecho, el cómo habría reaccionando si lo hubiese visto besándose con otra persona cuando decía que era a mí a quien amaba, y ya que no sé cómo habría reaccionado yo, no puedo ni quiero juzgarlo.


Matsuda soltó el aire por la boca, no encontrando como refutar lo escuchado.


—¿Y aún lo amas?— se atrevió a preguntar, despacio, agudizando la mirada para intentar descifrar el leve flaquear en los ojos de Lawliet.


Se había hecho él mismo esa pregunta tantas veces, y aún así no pudo dar una respuesta inmediata, tuvo que pensarlo unos segundos.


—Mentiría si dijese que no, como también mentiría si dijese que lo amo igual que antes. La distancia y el tiempo pesan. Te confieso que, luego del primer año de su partida, deje de ilusionarme con verlo durmiendo a mi lado de nuevo.


—¿Entonces que piensas obtener hoy por la noche que lo veas?, porque... la semana pasada me comentaste que Misa te había confirmado la asistencia de Light al evento de esta noche para acompañar a su padre, así que me mentirías también si dijeses que tú solo irás porque formas parte del grupo que estará en representación de nuestra empresa. Desde la semana pasada se te ve un poco emocionado, y a la vez ansioso.


Las agujas del reloj de pared detrás de Lawliet se alinearon perfectamente sobre el número doce, y Matsuda lo notó, pero no se desesperó por salir huyendo a su hora de almuerzo, en cambio tamborileó los dedos nervioso mientras veía a su jefe con la vista fija en la taza semi vacía. Y Lawliet, absorto en el color oscuro de su café americano, se quedó inerte, percatándose que en estos últimos minutos de la conversación había guardado más silencio del que le hubiese gustado, porque a estas alturas esperaba que Light Yagami fuese un tema de conversación más natural, no que sus propias ideas se enmarañasen al intentar comprender lo que sentía o pensaba.


—Lo primero que viene a mi mente es que espero que esté bien— contestó despacio y suave, apretando los labios luego al percatarse que si bien su respuesta había sido sincera, no era suficiente —Quizá lo que realmente espero al verlo, es cerrar nuestro ciclo— guardó silencio de nuevo, porque aunque su rostro se mantenía sereno, decir esas palabras había sido difícil, tanto que las mismas parecían haber luchado por no salir —Lo cual es tonto, lo nuestro debería entenderse como cerrado cuando ambos firmamos los papeles del divorcio, pero tal vez aún espero por él, aunque te haya dicho que no, creo que inconscientemente aún lo hago... porque aún guardo en mi cajón mi anillo de bodas, porque a pesar de los años jamás he querido tener citas con nadie más.


—Más que cerrarlo, ¿no será que deseas ver si aún hay alguna posibilidad de mantenerlo abierto?


—Prefiero mantener los pies un poco más en la tierra, Matsui— sonrió, una sonrisa mal hecha, de resignación —Nuestras llamadas telefónicas son solo para saber que día y a qué horas llegare por Dilan, y cuando llego por él, es raro encontrarlo... me he convencido que si me extrañase, aún en su apretada agenda haría un tiempo para llamarme, saber cómo estoy, como va mi vida, ¡algo!, pero nada... parece que él siguió con su vida, y el único estancado soy yo, y ya no quiero estarlo.


—Entonces... ¿crees que él ya tiene a alguien más?


El pelinegro se encogió de hombres queriendo restarle importancia, pero apartando la vista porque ciertamente esa pregunta había calado.


—Quisiera creer que no— suspiró echando la cabeza hacia atrás —Sé que ya pasaron años, el día del divorcio él me pidió que yo rehiciera mi vida, porque según él, yo no estaba en la obligación de someterme a una espera incierta, sin embargo aún así yo prometí esperarlo... pero hace meses Dilan me mostró un juguete, dijo que se lo había regalado el amigo de su padre, y creo que mi paranoia se activó creyendo que probablemente Light había conocido a alguien más, pero de ser así, esperaría que fuese él quien me lo dijese.


—¿Y si así fuera?— preguntó abruptamente, casi elevando la voz —Si Light ya tiene a alguien más, ¿¡que harás!?— apretó los puños sobre sus rodillas, pero a diferencia de él, quien claramente se había exaltado, Lawliet se mantuvo calmo.


—Mi vida seguirá como hasta hoy, Matsuda... la diferencia será que realmente dejaré de esperar por su regreso— se puso de pie con parsimonia, acomodándose su saco e invitando a su amigo a pararse, él había notado en la pantalla de su monitor que la hora del almuerzo había iniciado hace un tanto, y aún debía dejar listo ciertos asuntos para poder partir temprano y llegar a tiempo... mentiría si dijese que las manos no habían empezado a sudarle desde ya.


 


-_-_-


 


 


No era la primera vez que Lawliet asistía a un lugar de estos, ciertas empresas no escatimaban en gastos cuando se trataba de recrear el ambiente y servicio idóneo donde sus invitados se sintiesen a gustos, este evento en específico no parecía ser el caso, sin embargo el lugar estaba decorado tan sutilmente que aunque la decoración podía ser consideraba como sencilla, lucia ostentoso debido a lo impecable de la misma; dos altos pedestales estilo romano son los que daban la bienvenida en la amplia entrada donde se encontraba la escalinata dorada que llevaba hasta el salón principal, cuyas paredes de un inmaculado blanco hacían lucir más blanquecina la luz de los candelabros, la cual caía iluminando tenuemente los manteles color oro junto a los cubiertos perfectamente ordenados.


Y aunque el lugar podía lucir perfecto para cualquiera, la historia era distinta para Lawliet, quien acababa de subir la escalinata que, según él, debía ser la más larga de su vida, y paseando su vista rápidamente por el salón, se percató que las mesas estaban demasiado juntas, la música de fondo demasiado fuerte, la sutil risa de los demás invitados era demasiado escandalosa, y la luz de los candelabros era desesperante. O quizá era solamente su percepción, durante todo el día se había negado a aceptar que esa sensación extraña en su estómago era por el nerviosismo de llegar hasta ahí, pero que ya estando en el lugar tuvo que aceptarlo cuando las paredes a su alrededor parecieron distorsionarse, obligándolo a llevar dos dedos al cuello de su camisa para aflojar su corbata, la cual amenazaba con cortarle la respiración en cualquier momento. Debía calmarse, la noche no era calurosa y aún así se percató que su frente se había humedecido, ni siquiera entendía porque estaba tan nervioso, o bueno si lo sabía, pero no pensó que fuese a ponerse así, a tal punto de mantenerse inerte en el lugar donde se encontraba, sus demás compañeros se habían dispersado para saludar y agradecer por la invitación, a mezclarse entre la gente, a compartir con los invitados, sin embargo las piernas de Lawliet estaban renuentes a moverse.


—¿Champagne?


Fue imposible que el pelinegro no diese un respingo cuando una espumante copa apareciese sorpresivamente por un costado, y aunque reconoció a la perfección aquella voz, por un momento creyó que debía tratarse de una mala jugada de su mente como lo había estado haciendo desde que llegó al lugar, pero se atrevió a despegar la mirada de la mano que aún sostenía la copa, y alzando la vista lentamente ladeó el rostro, encontrándolo con esa sonrisa que tanto extrañaba.


—Te ves bien— masculló por inercia al verlo con esa corbata alrededor de su cuello de un gris más oscuro que el de su entallada camisa manga larga junto a su perfectamente plisado pantalón negro.


Y aunque creyó que su comentario había sucedido nada más en sus pensamientos, no pudo evitar sonrojarse cuando la suave risa de Light le hizo saber lo contrario.


—Tú también te ves bien... entonces, ¿gustas champagne?— insistió una vez más, extendiendo de nuevo la copa, la cual en esta ocasión fue tomada rápidamente por el pelinegro.


—Perdón por la tardanza— continuó nervioso carraspeando la garganta.


—No te preocupes, yo fui de los primeros en venir porque debía acompañar a mi padre, aunque no has venido tan tarde, parece que ha habido un retraso y aún tomará unos minutos más antes de que empiece— le dio un sorbo a su copa, y al sentirse incómodo por el silencio que se formó entre ambos, decidió desviar la vista hacia las mesas al percatarse que la música de fondo había sido cambiada por una más bailable pero siempre suave, viendo cómo alguno de los invitados se dirigían en parejas hacia el espacio que había sido dejado en el medio del salón —Se suponía que el baile sería para el final, quizá decidieron empezar desde ya debido al retraso, ¡que va!, al menos sirve de que los invitados se sigan manteniendo entretenidos.


—Tu padre ha puesto mucho esfuerzo en esto, lo noté bastante estresado la semana antepasada que llegué por Dilan— comentó con su vista fija en las parejas que bailaban lento y pegado en el centro, reprimiendo su propio deseo de invitarlo a bailar.


—Me comentaron que llegaste— murmuró antes de dar un nuevo sorbo a su copa, un acción y cambio en el tono de voz que el pelinegro detectó como nerviosa, haciéndolo posar ahora su vista en el castaño que tenía a su lado —Me hubiese gustado estar, realmente necesitaba hablar contigo.


—¿Ah, si?— dudoso, enarcó una ceja, sintiendo como su corazón se aceleraba de una forma diferente —¿Y de qué se trata?, puedes decírmelo ahora— el cristal de la copa rozó sus labios, sorbiendo despacio intentando mantenerse calmo, pero el abrupto silencio no le daba buena espina.


—¡¡Papi!!


Ambos dieron un leve respingo cuando escucharon la conocida voz rompiendo el incómodo silencio que había entre ellos, y Lawliet sonrió al ver a su pequeño vestido formalmente con la pequeña corbata color gris moviéndose hacia todos lados mientras Dilan corría hacia él, así que acuclillándose, Lawliet abrió los brazos para recibirlo.


—¡Hey, campeón!— lo abrazó con fuerzas revolviéndole a manera de juego los cabellos marrones —¿Estabas con tu abuelo?


El pequeño negó con la cabeza, entonces Lawliet prestó más atención a lo que Dilan traía en una de sus manos, una alargada caja café oscuro, con letras doradas y mayúsculas al medio formando la palabra "GODIVA"


—Estaba con Mika, conseguimos "cocholates" para papá— Dilan sonrió emocionado, aún abrazando a Lawliet quien estaba de cuclillas a su lado, pero extendiendo su pequeño brazo para entregarle la caja a su padre.


—¿Quien es "Mika"?— preguntó abruptamente luego de que Light tomase la caja, no permitiéndole al castaño agradecerle al pequeño por el gesto.


Lawliet creyó notarlo nervioso, pues sus labios parecieron moverse pero ni una palabra salió de ellos, y antes de que el castaño pudiese contestar a la pregunta, Dilan interrumpió con un "es él", captando de nuevo la atención de Lawliet, quien ahora tenía su vista fija hacia la dirección que el pequeño dedo de su hijo le indicaba, encontrándose con el erguido hombre que se acercaba pisando con seguridad, quien lucía alto aún cuando Lawliet se había puesto de pie, un hombre de lacio cabello color negro con algunos mechones cayéndole en la frente, éstos cubriendo sutilmente parte de los anteojos de negro arco que él portaba... un hombre que Lawliet no parecía reconocer, pero si su hijo, quien corrió hacia él abriendo sus brazos, siendo recibido con la misma emoción.


 


 


 

Notas finales:

Recuerden, dentro de pocos minutos subo el último:)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).