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Vínculo predestinado por Daena Blackfyre

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Notas del capitulo:

Hola. Bien, no tengo mucho que decir sobre el capítulo. Después hablaré de él en las notas finales. Disfrútenlo~

Inuyasha no me pertenece a mí, es de Rumiko Takahashi y estudio Sunrise.

—¡¿Que Inuyasha qué!? —gritó Shippo muy sorprendido por lo que le contaba Sango.

 

Ella asintió sentándose junto a su recién llegado amigo. Shippo ahora solía viajar para entrenar con el objetivo de mejorar sus habilidades y su magia de zorro, además de participar del examen de kitsune yōjutsu, había obtenido un puntaje más elevado después de su primera y casual participación, pero seguía esforzándose. Sin embargo, el pequeño zorro se sorprendió al saber que Inuyasha se había enfermado una noche y tuvo fiebre. No recordaba haber visto alguna vez a ese perro tonto enfermo, pero quién sabe lo que le haya pasado.

 

—Así es —reiteró ella de nuevo sirviendo un poco de té—. Él no quiere hablar mucho al respecto, pero nos enteramos por la señora Kaede.

 

—¡Como lo sospechaba! —Una voz aparte de la de ellos dos se escuchó y saltó del hombro de Shippo una pequeña pulga—. Sabía que el amo Inuyasha tendría esos problemas, menos mal que vine.

 

—¿Anciano Myoga? —preguntó Sango, sorprendida de verlo allí.

 

—Me lo encontré en el camino —explicó Shippo—. Aunque no me dijo para qué tenía que venir, sólo que era urgente.

 

—¡Así es, muy urgente! —mencionó saltando a la mano de Sango para beber su sangre pero ésta lo aplastó al instante. Por más que haya pasado tiempo, ese tipo de costumbres nunca se olvidaban—. ¡No hay tiempo! ¡Tengo que hablar con el amo Inuyasha!

 

—Bueno… Él fue con Miroku a exterminar un yōkai no muy lejos de aquí, deberían volver pronto.

 

Como dijo ella, no pasó mucho para que ambos regresaran. Miroku se acercó a saludar a sus pequeñas hijas y a su mujer mientras que Inuyasha venía atrás cargando los fardos llenos del pago por acabar con el yōkai, cosa exigida por Miroku claramente.

 

—¡Amo Inuyasha! —Saltó la pulga Myoga hacia la nariz del hanyō y éste al instante soltó todo lo que cargaba para aplastar a ese bicho, quien quedó embarrado en su mano pero al instante se recompuso—. Ah, ¿por qué siempre aplasta a este anciano ni bien lo ve? ¡Con lo mucho que lo he extrañado!

 

—Porque nunca traes nada bueno, viejo —contestó despectivo, echando a la pulga a un lado, y se acercó a la casa—. Oye Sango, ¿hiciste algo de comer? Muero de hambre.

 

Al instante de decir eso, Shippo saltó a sus hombros y le dio un golpe pequeño en la cabeza.

 

—Tonto, ella no es tu esclava —dijo molesto el zorro—. ¡Además estoy aquí, salúdame!

 

—Como si me interesara saludar a una comadreja.

 

—¡Perro idiota! ¡Soy un kitsune, no una comadreja!

 

Al quejarse, lo único que obtuvo fue un golpe en la cabeza de parte de Inuyasha. Uno de los hábitos que Inuyasha no podía quitarse era golpear a ese zorro, pero siempre era con un deje de cariño… o tal vez no.

 

Miroku entró al instante con una de sus gemelas en brazos y la otra de la mano. Las niñas lo dejaron para correr a saludar a Inuyasha muy contentas.

 

—Bueno, ya dejémonos de juegos —El monje se acercó hasta Sango y la abrazó como solía hacer—. Vamos a almorzar junto a mis bellas hijas y mi hermosa esposa.

 

—Lo haremos cuando saques la mano de ahí —espetó ella cuando sintió que le acariciaba en lugares donde no debía. Jamás entendería qué fijación tenía ese hombre con los traseros.

 

Se dispusieron para sentarse a comer, convenciendo a las niñas que después podrían jugar con su tío Inuyasha y Shippo un rato. Lo que significaba dejarse estrujar por esa pequeñas hiperactivas, pero acabaron aceptando porque tenían mucha hambre.

 

Una de las cosas que le sorprendió a Inuyasha fue que Sango cocinara tan bien. Siempre creyó que ella era una guerrera y no hacía esas otras cosas de la casa, pero descubrieron que no. Sin embargo, sabía que ella lo obligaba al monje a colaborar en todo. Además solía acompañarlo a exterminar yōkai, incluso tenía el plan de entrenar un poco a sus pequeñas cuando éstas tuvieran más edad.

 

—Amo Inuyasha —mencionó la pulga Myoga emergiendo de su tazón de sopa—. Debemos hablar.

 

—Viejo, sal de ahí, me harás vomitar —Tomó al anciano sin ningún cuidado y lo arrojó de su comida, pero éste volvió persistente.

 

—No me ignore, amo. ¡Es muy importante que usted lo sepa!

 

—¿Hay algún nuevo enemigo? —preguntó Miroku curioso.

 

—No —dijo la pulga cruzándose de brazos.

 

—¿La perla de Shikon volvió a aparecer en este mundo?

 

—En lo absoluto, señora Sango. Se trata de otra cosa.

 

—¿Naraku? —Shippo esperaba estarse equivocando y por suerte Myoga negó con la cabeza.

 

—Se trata de algo muy importante, pero sólo le concierne al amo.

 

—Sea lo que sea que tengas para decir no me interesa para nada —Inuyasha cruzó los brazos dentro de sus mangas y miró hacia otro lado. El anciano nunca le traía alguna buena noticia y él estaba bien, si no se trataba de ningún enemigo nuevo no le interesaba.

 

—Pero amo, ¡tiene que saber...!

 

—En ese caso, ¿por qué no espera a que acabe el almuerzo y hablamos, anciano Myoga?

 

La solución de Sango pareció complacer al viejo. Sin embargo, también iba guiada porque todos allí, menos Inuyasha aparentemente, querían saber qué iba a decir el anciano y diminuto yōkai.

 

Luego de comer, como prometieron, permanecieron allí para hablar del asunto que parecía muy urgente. Miroku le pidió a sus hijas ir a jugar, prometiéndoles que después se unirían a ellas y que, por el momento, los adultos debían charlar. Fue necesario persuadir a Inuyasha para que no se levantara y se fuera, porque el terco hanyō estaba totalmente negado a descubrir esa intriga, pero finalmente acabó quedándose.

 

—Ahora, señor Myoga —empezó Miroku—. ¿Podría contarnos qué es eso tan importante que lo ha traído aquí?

 

—Es algo muy delicado, el amo debería saberlo primero…

 

—¡Ah, vamos! —interrumpió Shippo queriendo acabar con el suspenso—. ¡Ya díganos! ¿Acaso Inuyasha tiene alguna enfermedad mortal o algo así?

 

Ante su impertinencia, recibió un golpe en la cabeza de parte del hanyō para que no diga tantas tonterías.

 

—¿Es así, anciano Myoga? —preguntó Sango preocupada cuando vio al viejo yōkai pensativo y todos lo miraron expectantes.

 

—No es una enfermedad como tal…

 

—Demonios, viejo —Inuyasha lo tomó entre sus dedos con la intención de aplastarlo—. Ya escúpelo de una vez.

 

—Ah, amo… —dudó un segundo, esperando no ser aplastado cuando hablase—. Su… Su olor ha cambiado.

 

Eso fue bastante sorpresivo, tanto que aflojó el agarre sobre el viejo yōkai y éste escapó para pararse en la mesa donde todos estaban sentados. Inuyasha no entendía lo que dijo. ¿Que su olor cambió? Eso era ridículo, olía igual que siempre. Ese viejo deliraba.

 

—No entiendo, Myoga —interrumpió Shippo mirando al anciano con el rostro ladeado—. Yo no siento nada raro, ¿a qué te refieres con eso de que su olor cambió?

 

—Bueno, eso no es algo que podamos percibir nosotros y menos en este momento —procedió a explicar—. El amo Inuyasha podrá ser un hanyō, pero la sangre yōkai que corre por sus venas es de un asombroso poder heredado de su señor padre que en paz descanse, por lo que ese cambio es percibido mayormente por yōkai que ostenten un nivel similar al del amo.

 

Shippo frunció las cejas e hizo un puchero al ser llamado débil, pero sabía que lo era en comparación de Inuyasha. Aún debía esforzarse más. Sin embargo, las palabras del anciano dejaron a todos allí perplejos y con muchas dudas.

 

—Señor Myoga, creo que no estaría entendiendo muy bien —El monje frunció las cejas observando a la pulga—. ¿A qué se debe este cambio del que usted habla en el olor de Inuyasha?

 

—Creo que yo entiendo —interrumpió Sango y todos la miraron con sorpresa—. Se está refiriendo al celo, ¿verdad, anciano Myoga?

 

El asombro creció tras las palabras de la joven y el más impactado de todos fue Inuyasha quien, por más extraño que pareciera, se había quedado sin palabras.

 

—No esperaba menos de una exterminadora entrenada tanto en cuerpo como en mente sobre el comportamiento y la forma de aniquilación de yōkai —Asintió Myoga con sus brazos cruzados—. Como dijo la señora Sango, el olor del amo Inuyasha cambió porque ahora está acto para participar del rito de apareamiento al que los demonios suelen concurrir cuando su maduración finalmente llega.

 

—Espera un minuto —Inuyasha ya no lo soportó más y fulminó a la pulga con su mirada, quien tembló por lo que fuera a decirle. Su amo tenía muy mal carácter y sabría que no recibiría bien la noticia—. ¿Quieres decir que ahora maduré y que mi olor cambió por el celo? ¿En qué botella de licor te ahogaste para decir tanta basura, anciano?

 

—A-Amo, no se moleste… —Myoga estiró sus pequeños brazos para agitarlos, en un gesto inútil para que el hanyō no descargue su ira contra él—. Es algo que le pasa a todos los demonios, incluso a usted que es mitad humano.

 

—¿Significa que ahora Inuyasha puede casarse? —sopesó el monje con una mano en el mentón—. Bueno, supongo que debe haber muchas yōkai hermosas, pero dudo que a él le interese.

 

—Es cierto —Asintió Shippo—. El tonto aún sigue pensando en Kagome, dudo que quiera buscarse una novia y menos que ésta sea un demonio.

 

—Mierda, ¿se les olvida que estoy aquí? —escupió Inuyasha, molesto por cómo se referían a él, pero pareció que nadie le prestó atención.

 

—En realidad… —titubeó Myoga llamando la atención de todos—. No es exactamente así…

 

La intriga de todos volvió a subir a niveles críticos, pero Sango pareció ser la única que se dio cuenta qué trataba de decir la pulga. Ella ahogó un suspiro por la impresión y se llevó una mano a su boca para contenerlo.

 

—Quiere decir que… —murmuró y recibió un asentimiento por parte del anciano. Vaya, esto a Inuyasha no le iba a gustar.

 

—Sango, te pido encarecidamente que no mantengas más este suspenso —exigió a su mujer y ella se volteó a mirarlos a todos, especialmente a Inuyasha.

 

—Es que… —comenzó sin saber cómo decirlo y eso exasperaba más al hanyō—. Si no me equivoco, eres un beta, Inuyasha.

 

El silencio inundó el ambiente y la tensión llegó hasta cada rincón de la casa. Nadie dijo nada por unos instantes, temiendo la reacción de cada uno en esa habitación. ¿Beta? ¿Eso qué significaba exactamente? La cabeza de todos allí estaba revuelta.

 

—No entiendo —se animó a cortar el ambiente el pequeño zorro—. ¿Eso quiere decir que Inuyasha es niña?

 

—Claro que no, Shippo —comentó Sango conteniendo las ganas de reír—. Eres pequeño, es normal que no lo sepas, pero hay muchas especies de yōkai donde los machos pueden ser tanto alfas como betas. Que sea un beta significa que cumple el mismo rol de compañerismo y reproductivo que las hembras. Incluso hay algunos tipos de yōkai no existen especímenes femeninos, por lo que se reproducen a través de la unión entre un alfa y un beta machos. No es como los humanos donde el único método para reproducirse es entre un hombre y una mujer.

 

El joven kitsune arqueó una ceja algo confundido, pero entendía lo que su amiga acaba de explicarle. Él era un yōkai después de todo, pero sus padres nunca le hablaron mucho de esos temas antes de morir, así que sus conocimientos eran escasos.

 

—Me impresionan tus conocimientos, Sango —mencionó Miroku orgulloso de su mujer que, además de ser su adorada esposa y la madre de sus hijas, también era una hábil taijiya.

 

—Era necesario saber estas cosas —contestó ella encogiéndose de hombros—. He olvidado mucho, pero recibimos un gran entrenamiento teórico además de físico antes de salir a pelear contra demonios.

 

—Es lógico —asintió el monje, pero siguió pensando sobre las recientes noticias—. Entonces, si Inuyasha es un beta y ahora ha comenzado a experimentar el celo, ¿significa que buscará un alfa con quién reproducirse?

 

—Efectivamente —contestó el anciano—. El yōki del amo se encargará de elegir el mejor candidato para ser padre de sus crías y completar los lazos de compañerismo, como en la sociedad yōkai se acostumbra.

 

Era fácil deducir que el viejo hablaba de lo que comúnmente se conocía entre humanos como matrimonio, pero Inuyasha, quien ya había estado suficiente callado, se hizo notar para mirar a la pulga quien tembló una vez más y, antes de ser capaz de fugarse, ya estaba entre las garras del hanyō.

 

—Amo Inuyasha, yo sé que esto es muy difícil de aceptar, pero… ¡No desquite su ira conmigo!

 

—Myoga… —murmuró de una forma aterradora que hizo que el viejo intentara escapar desesperadamente—. No me importa en absoluto lo que dijiste —espetó sorprendiendo a todos allí, pero al instante aplastó más al insecto—. ¡Lo que me importa es por qué mierda no me lo dijiste antes, viejo idiota!

 

—Por favor, amo… —mencionó con una voz lastimera—. Imagínese, ¡usted me mataría si llegaba a mencionarlo antes!

 

—¿Y qué demonios crees que estoy a punto de hacer?

 

—¡Piedad, amo Inuyasha! ¡Siempre he sido un sirviente fiel!

 

—¡Sólo huyes todo el tiempo y apareces para decir un montón de estupideces! —gritó muy enfadado y tiró a la pulga lejos, aventandolo contra una pared. Sabía que el desgraciado no moriría, para su mala suerte. Por más furioso que estuviera, matar a ese bicho no era suficiente para calmarse—. Y me importa un carajo lo que dijiste si soy un beta, celo o qué sé yo. ¡No pienso ser compañero o tener crías de nadie!

 

—Pero amo… —mencionó Myoga arrastrándose por el suelo hasta volver a la mesa—. Es algo que su sucede sin que usted pueda evitarlo, a menos que… —Entrecerró los ojos analizando la situación y luego se sorprendió ante su descubrimiento—. ¡Ya haya pasado!

 

Eso, sin duda, hizo que todos allí quedaran impactados y el rostro de Inuyasha se puso pálido. Ahora definitivamente mataría a ese viejo asqueroso. Estuvo a punto de echársele encima, pero sus imbéciles amigos lo interrumpieron.

 

—¡¿Qué?! —espetó Shippo apoyando las manos en la mesa—. ¡¿Inuyasha ya estuvo con algún demonio?!

 

—¡No digas tonterías, enano! —gritó golpeando la cabeza del zorro.

 

—¡No me pegues a mí fue Myoga quien lo dijo!

 

—Discúlpeme, amo, pero esa fue la impresión que me dio —se excusó mientras estaba escondido en el hombro de Sango para no ser atacado por el hanyō.

 

—Eso es imposible, señor Myoga —comentó la exterminadora, pero se quedó pensando al respecto—. A menos…

 

—¿A menos qué, Sango? —preguntó Miroku ansioso por saber qué pensaba ella.

 

—Que Inuyasha haya estado con algún demonio sin que nos diéramos cuenta.

 

—No lo creo —Negó él con la cabeza—. Él no deja que nadie se le acerque lo suficiente.

 

—Es cierto…

 

Ambos permanecieron pensativos unos instantes mientras que Inuyasha discutía con Shippo. En ese momento, la pulga Myoga aprovechó para saltar sobre Inuyasha y probar un poco de su sangre, cosa que le hizo salir de toda sospecha, pero recibió un nuevo manotazo doloroso.

 

—¡Ajá! —espetó el anciano como si acabase de hacer un gran descubrimiento—. Amo Inuyasha, es casi imperceptible, pero su esencia está ligeramente mezclada con otra —Todos allí guardaron silencio casi al borde de la loca ansiedad si el viejo yōkai no hablaba pronto—. ¿Será que usted hizo las paces con su hermano?

 

El día había estado lleno de sorpresas, pero eso fue demasiado. ¿Inuyasha y Sesshomaru? Si en el mundo podía existir una pareja más rara e impensada era esa.

 

—¿Sesshomaru? —Miroku arqueó una ceja, aún tratando de comprender aquello—. En la sociedad yōkai es común desposarse entre parientes si no me equivoco, al menos más que para los humanos, pero es una sorpresa que Inuyasha lo eligiera.

 

—Sobre todo porque es malvado y siempre lo buscaba para robarle la espada —recordó Shippo creyendo que todo eso era una locura—. Y yo que pensé que el perro tonto nunca olvidaría a Kagome.

 

—Bueno, ciertamente Sesshomaru es bastante atractivo para ser un yōkai —Sango suspiró luego de decir aquella frase y todos la miraron confundidos—. ¿Qué? Si es cierto.

 

—Querida, no creo que sea bueno que andes viendo al compañero de otro y tú ya eres una mujer casada —comentó Miroku manteniendo su postura, pero dejó en evidencia su disconformidad ante las palabras de Sango. Un poco de celos en realidad.

 

—Ya lo sé, no soy ninguna infiel o un mujeriego como otros en su pasado —Ese pequeño puñal fue doloroso. La exterminadora sabía dónde pegarle para que se callara—. Además, aún no sabemos si son compañeros, pero si es lo que Inuyasha quiere tenemos que aceptarlo.

 

En eso estuvieron todos de acuerdo, menos el mismo Inuyasha, quien se levantó furioso sin poder creer lo que oía de boca de esos idiotas. Encima que lo ignoraban y hablaban allí sobre su persona o su vida como si no estuviera, querían decidir por él.

 

—¿Están locos acaso? —espetó mirando a cada uno—. Yo no seré compañero de Sesshomaru ni de nadie. ¡Ya dejen de joder con eso!

 

Antes de oír más estupideces se fue, no quería escuchar nada más.

 

¿Beta? ¿Crías? ¿Compañero? ¡Qué mierda!

 

No quería nada de eso. No le interesaba saber nada y poco le importaba sobre esa condición. Él se había resignado a que no tendría cosas por el estilo, familia o alguien con quien estar. Kikyo se había ido y Kagome también, no quería pasar por esas cosas de nuevo. Inuyasha no lo aceptaría. Iba a olvidar esa charla y todo lo que dijo el viejo entrometido. No le interesaba y menos que lo haya mencionado al imbécil de Sesshomaru.

 

¿Cómo se le ocurría eso al viejo loco y a los otros idiotas? Era algo imposible por donde se lo mirara. Pasara lo que pasara, Inuyasha sabía que antes de que él fuera pareja de Sesshomaru Naraku reviviría cinco veces sólo para joderle la existencia.

 

Iba tan ofuscado y molesto con lo que había pasado que sus sentidos se encontraban abrumados, así que en ningún momento se alertó sobre quién se encontraba en la aldea hasta que lo vio frente a sus ojos. Inuyasha jamás se alegraba por verlo, todo lo contrario en realidad, pero definitivamente ese idiota inoportuno de Sesshomaru no podía haber elegido una peor ocasión para aparecer.

Notas finales:

Bueno, este es el momento de explicar explicaciones tontas(?

La verdad, para mí es algo nuevo esto de los fanfics omegaverse, en el sentido de que jamás escribí uno. Creo que aún no lo asimilo, Inuyasha va a tener 20 hijos en la historia y yo acá lo voy a seguir negando(?, pero me cuesta incorporarlo justamente porque a mí no me agradaba este género. Sin embargo, acá queda bien. Entre Inuyasha y Sesshomaru es perfecto, porque —en mi opinión— tienen la cantidad justa de devenir animal necesaria para este tipo de historias sin llegar a ser algo furry o desubicado, como me ha parecido en otras cosas que he leído en el pasado.

Por lo tanto, esto es algo como un omegaverse, pero no necesariamente. Preferí que Inuyasha fuera beta porque no lo veo con características omega, además en la mayoría de fanfics que leí de ellos con este estilo, él es beta. Es como un beta con pequeñas cosas de omega, como el hecho de que le pueden llenar el bombo —jeje—. Intenté explicarlo de la mejor manera, no sé si lo logré, espero que sí. Después habrá más explicaciones tontas.

Ojalá les haya gustado el capítulo porque yo me divertí mucho escribiéndolo. Se me hace muy gracioso cuando los amigos de Inuyasha hablan como si él no estuviera ahí y Myoga todo asustado. En fin, muchas gracias a los que leen esta historia pequeña y un gracias muy especial a quienes expresan su interés a través de un comentario.

Hasta la semana que viene.

Saludos~


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