Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Day by Day por Aurora Execution

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevo capítulo. Espero sea de su agrado.

IX

Campanas

 

La noche había caído ya, pero no por ello dejó de escuchar los gritos que provenían de la planta baja, más precisamente del comedor, también escuchó unos sollozos, y no eran los suyos, claro. Él jamás le regalaría sus lágrimas a ese hombre, y por más que sintiese dolor por el llanto de su madre, no podía sentir pena por alguien que consentía el accionar de ese... ese quien le dio la vida.

Mantenía las luces apagadas, viendo las sombras que la luna formaba en su habitación. Sabía que el problema no se detendría allí, que los gritos seguirían que los llantos se harían más profundos y ahogados, que terminarían por desgarrar su propia fortaleza y matarlo. Sí, matarlo en vida.

 

Como tantas veces se ha sentido ya.

 

Giró su rostro hacia la puerta que permanecía cerrada, cuando escuchó que los gritos cesaban. Ahora vendría por él, le regalaría los golpes de cada noche, le regalaría sus insultos, sus frustraciones, culpándolo de ser el fracasado que era. Sí, ya estaba listo, sólo esperaba que sus marcas no dolieran al día siguiente.

La puerta se abrió lenta mientras la luz era encendida. Cerró un poco sus ojos por la incomodidad, o la costumbre, ya no sabía diferenciar bien cuál era primero. Pero el golpe no llegó. Cuando despegó sus parpados su padre se hallaba de pie junto a la cama, observándolo intensamente, duro  y con odio.

 

—Estoy harto de ti, de que se burlen de mí por tu culpa—las palabras de cada día. Los puños de sus enormes manos permanecían crispados. Pensó que contenía los deseos de golpearlo. Y era verdad—, te irás.

 

Su rostro no reflejó asombro o dolor, siquiera miedo, había decidido enfrentar el odio que su propio padre le profesaba, porque él también lo odiaba. Con toda su alma.

 

—Bien, juntaré mis cosas y me iré.

 

Contrajo su rostro al darse cuenta de la cruda sonrisa que portaba el mayor.

 

—¿Crees que te dejaré libre por ahí para que me humilles con tus aberraciones?

 

El primer golpe llegó. Como un látigo que cortaba el aire y partía parte por parte su ya gastado espíritu.

 

Mantuvo los ojos cerrados. Atrapado en grotescas sombras que en su mente se dibujaban como mantos de piel y sangre. De su propia sangre. Mantuvo los ojos cerrados aguardando porque el ruido – maldita risa – desapareciera y que su respirar comenzara de nuevo a darle vida a sus pulmones. A veces, cuando la sangre se hacía más dolorosa y el olor terminaba por descomponerlo, deseaba que ya no funcionaran, que se detuvieran de una vez, y así su corazón dejaría – poco a poco – de latir.

 

Pero nunca ocurría. Los ojos volvían a abrirse y desaparecían las sombras, mas no la sangre. La sangre permanecía allí, manchando su cuerpo, manchando los puños que habían desfigurado su rostro.

Ni una sola lágrima caía de sus ojos, ni una palabra de su boca, nada que le diera la victoria a quien había perpetrado su existir, pero que cada día se afanaba por desaparecerlo.

 

Escuchó campanas retumbar a lo lejos, cuando la Iglesia anunciaba su misa. Aquel se vestiría. Cambiaría su camisa manchada con la sangre de su propio hijo y luciría un traje impecable. Caminaría del brazo de su mujer bien maquillada para ocultar sus aberraciones y recibiría la bendición del Sacerdote. Porque a los ojos del mundo; era el mejor y más bondadoso humano.

 

Él permanecería allí, encadenado a su habitación, aguardando por que el sabor oxido de la sangre desapareciera, o al menos que ya no le hiciera vomitar. Contaría los minutos que tendría en soledad para llorar y limpiar esas lágrimas, y así no dejar rastro de su flaqueza.

 

Dolía tanto.

 

Pero una vez más, su padre tenía otros planes.

 

Ya no más golpes, ya no más gritos, burlas, asco y repudio. Ya nunca más miraría esos ojos oscuros eyectados en desprecio hacia su propia sangre. Su único hijo, ese que hasta el último instante guardó en su corazón la esperanza de que algún día su padre le aceptara, le quisiera. Guardaba muy profundo cubierto de lágrimas el deseo de que Howard lo abrazara. Pero los deseos desaparecían, poco a poco, cuando los dedos apretaban su garganta con una furia exacerbada, misma que atravesaba su mirada furibunda.

 

Estaba muriendo.

 

En las manos de su padre, dejó de sentir dolor. Dejó de saborear su sangre, las llagas ya no escocían…

 

Shhh, todo está bien, todo estará bien a partí de ahora, mi dulce muñeco…

 

Esa voz… Buscó todo resquicio de fuerza que poseía para abrir sus ojos, quizá estuviera alucinando ya por la falta de aire y la mirada desquiciada de su padre, pero a su lado, acariciando su rostro, sonriéndole se hallaba él.

 

Él.

 

—Bucky—las lágrimas cayeron raudas de sus ojos al ver a James. La felicidad brilló en sus ojos que pensaron que jamás volvería a ver su hermoso rostro, sus preciosos ojos grises y su sonrisa traviesa que le hubiera enamorado tantas veces. Su padre los había separado. Un accidente dijeron los periódicos y la policía…

 

Pero él estaba ahí nuevamente. Estaba ahí por él, venía en su búsqueda.

 

Ya no llores, nunca más volveremos a separarnos.

 

Sus lágrimas aumentaron, cuando observó las más hermosas alas que hubiera imaginado nunca. Majestuosas, le acariciaban y envolvían para elevarlo y protegerlo. Se sentía tan bien entre ellas, una paz cruzó su corazón, esparciéndose. Era tan injusto que el odio les haya quitado la posibilidad de tener una vida juntos, de amarse todos los días.

 

—Perdóname.

 

No pidas perdón kotenok, nada ha sido tu culpa, ahora, vamos, acompáñame. Déjame cuidar de ti como no pude hacerlo antes.

 

—Te amo James.

 

Y yo a ti, mi Anthony.

 

Sus alas lo elevaron, el rostro de su padre desapareció con todo recuerdo de que tuvo una vida antes. James estaba a su lado, apretando su mano para caminar en la eternidad. Juntos.

 

Las campanas de la iglesia sonaron mientras Howard y María Stark recibían palabras de aliento. Su único hijo se había suicidado… eso dijeron los policías y los periódicos.

Notas finales:

Gracias por leer. Espero sinceramente haya sido de su agrado. Será hasta el próximo capítulo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).