Primero, Tony vio a Seth agarrando a Loki por el cuello, un Loki sangrando, medio desnudo, y después, vio rojo.
Su casco resonó con el rugido de su furia, y todo lo que vio fue un par de ojos dorados sorprendidos antes de que su guantelete se envolviera en cabello rojo. Jaló a Seth hacia atrás y lejos de Loki y sujetó su cabello por la raíz con un puño mientras lo golpeaba con el otro. Huesos y cartílagos crujían bajo nudillos de metal, y sangre se derramaba de la nariz de Seth. Cuando Tony se detuvo, Seth colgaba débilmente de su agarre, ojos hinchados y aturdidos.
Tony lo miró y pateó su entrepierna en caso de que lo anterior no hubiera sido suficiente.
Loki y Horus se encogieron al unísono. Los ojos de Seth se abrieron de par en par y dejó escapar un largo y estrepitoso jadeo. Tony lo soltó, y Seth se desplomó, acurrucándose en posición fetal en el suelo.
Horus y Loki intercambiaron miradas.
—Así que este es el prometido —dijo Horus, señalando a Tony con su pulgar. Loki asintió—. Me gusta.
Tony levantó su visera y se volvió hacia Loki, preocupación reemplazando su ira, pero su: «¿Estás bien?» murió en sus labios cuando pudo ver bien al Tramposo. Sonriendo, Loki se recostaba contra la pared, piernas estiradas delante de él y cruzadas en el tobillo, sus manos cruzadas detrás de su cabeza. Si no fuera por la sangre que corría por el costado de su rostro, la muñeca hinchada y su garganta magullada, Loki habría parecido en todos los sentidos como alguien disfrutando de un espectáculo.
Como alguien que estaba exactamente donde quería estar.
Tony frunció los labios, pero al final, preguntó: «¿Estás bien?», de todas formas.
A unos cuantos pasos de distancia, Seth gimió. Loki sonrió y respondió:
—Mejor que nunca.
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Tony estaba agradecido de que Horus estuviera de su lado, porque el hombre claramente iba en serio. Había cuerpos por todo el palacio, guardias con la garganta cortada, soldados mutilados. Tony se ahogó en su propia bilis ante la vista. Saber que todos eran dioses hacía que fuera aún más incómodo, y Tony agradeció tener su traje.
Loki, por otra parte, parecía imperturbable y poco sorprendido, y Tony se preguntó por cuánto tiempo Loki había planeado esto. Supuso que debía estar molesto con él por no decirle, pero en este momento solo quería largarse de Desheret.
Consideró ofrecer su ayuda al ejército de Horus, pero no era exactamente como si le necesitaran y no estaba interesado en luchar las batallas de otra persona, se lo debiera o no. Loki ni siquiera se molestó en ponerse su armadura, insistiendo en que de todas formas ya había hecho su parte.
Al final, Tony y Loki se quedaron al margen, sentados en un hueco de la escalera y escuchando el eco del sonido de la batalla. Finalmente Bast se encontró con ellos, su vestido de lino salpicado de sangre, sus manos chorreando rojas hasta los codos.
—Hola, chicos —dijo ella, sonriendo cansadamente.
—Uh. —Tony le miró las manos empapadas de sangre—. Hola para ti también.
—Hola, Bast —agregó Loki. Su voz sonó débil, y Tony lo miró preocupado. Loki estaba desplomado contra la pared, su piel estaba pálida y sangre aún fluía por su rostro y Tony maldijo, recordando de golpe que Loki actualmente era mortal.
—No te ves bien, Loki —dijo Bast.
Loki asintió indiferente, cerrando los ojos.
Tony forcejeó con sus guanteletes, quitándoselos y colocándolos en la escalera junto a él. Sus manos desnudas revolotearon torpemente sobre Loki, sin saber dónde aterrizar o qué hacer. Loki le dio una mirada extraña.
Observando a Bast, Tony se humedeció los labios y sonrió sin poder contenerse.
—¿Tienes, uh, tienes alguna—?
Bast asintió y se fue antes de que Tony pudiera terminar la frase.
—Bien —murmuró.
Loki lo miró, ojos llenos de afecto pero también cansados y exasperados.
—Estás preocupado.
—No lo estoy.
El dios sonrió y palmeó una de las manos desnudas del humano. Tony se relajó, desinflándose y volteó su mano para palmear la de Loki, sonriéndole mientras la guerra y la carnicería rugía a su alrededor.
—Sabes —dijo Loki—, intentó convencerme de que estabas acostándote con Bast.
Tony resopló.
—¿Quién, Seth?
—Ajá.
Tony pensó en ello, asintiendo con aprobación.
—Está muy buena.
Loki arqueó una ceja.
—Uh. Eso no significa, no es que yo fuera a...
—Sé que no lo harías, idiota.
Tony parpadeó, sorprendido. Después de todo, tenía cierta reputación.
—¿De verdad?
Loki apretó la mano de Tony.
—Cariño, puede que te diga idiota —dijo—, pero engañar al Dios de la Travesura es un nivel de idiotez completamente distinto que ni siquiera tú puedes alcanzar. —Su sonrisa no era del tipo tranquilizador, fue una que se ganó una risa nerviosa de parte de Tony.
Aun así, algo se alivió en el corazón de Tony al saber que Loki confiaba en él. No importaba si era por orgullo o por amor. Bueno. En general.
Bast regresó con (la mayor parte) sus manos limpias y trozos de tela. Tony intentó tomarlos, pero ella lo apartó a un lado, atendiendo a Loki ella misma.
Loki rodó los ojos, pero la dejó, haciendo una mueca de dolor solo cuando presionó la herida de su cabeza. Su mano se quedó enrollada alrededor de la de Tony.
Cuando Bast terminó de vendar la cabeza de Loki, los sonidos de la batalla ya se habían apaciguado. Ella se detuvo, oreja al viento, y sonrió antes de volver a trabajar ajustando y entablillando su muñeca. La mano del dios se apretó alrededor de la de Tony, y el humano estaba seguro de que se estaba mordiendo la lengua debido al dolor. Bast asintió con indiferencia mientras continuaba trabajando, ignorando la muestra de incomodidad de Loki.
Tony entrelazó sus dedos con los de Loki e intentó no moverse. La combinación de un escalón de piedra y el metal de su armadura contra su espalda era más que incómodo.
—¿Y entonces ahora qué? —preguntó.
—Ahora —murmuró Loki—, Horus recupera el trono de su padre de manos de su tío, y amablemente nos envía de regreso a Asgard.
Tony se desplomó dramáticamente de alivio, las juntas de su traje de metal crujieron.
—Oh, gracias a Dios.
Entonces recordó por qué se habían marchado en primer lugar.
—Oh.
—En efecto —asintió Loki, mandíbula apretada.
Sintiendo sus pesados pensamientos, Bast los dejó solos en cuanto hubo terminado. Tony le dio las gracias, y ella los despidió con una sonrisa y un guiño.
—Cuídense, chicos —dijo, voz y ojos cariñosos de manera discordante junto a la sangre seca en sus manos.
La mano de Loki estaba fría en la de Tony, aunque no tan helada como siempre solía estarlo.
—¿De verdad, cómo te sientes? —le preguntó Tony. Pensó en Seth, en lo que Bast le había contado, en los morados evidentes alrededor de su garganta, en gatos y amor y mortalidad.
—Estoy bien.
El pulgar de Tony delineó el contorno de los nudillos de Loki.
—Creo que estás mintiendo.
Loki miró a Tony, ojos verdes pensativos pero sin decir nada.
—¿Confías en mí? —le preguntó.
Tony lo pensó por un momento, labios entre sus dientes.
—Sí —decidió finalmente mientras sus labios se curvaban en una sonrisa—. Sí, creo que sí, por loco que parezca.
Loki sonrió.
—Entonces cree en mis palabras. —Tras una larga pausa, añadió—: Incluso aunque sean mentiras.
Tony se preguntó qué otra cosa Loki no le estaba contando.
****
En la sala del trono, Horus y sus seguidores cantaron y rieron mientras retiraban los cuerpos. Aquellos que habían aplaudido la victoria de Seth sobre Apofis ahora aplaudían la victoria de Horus sobre Seth. Así eran las cosas en Desheret.
Y en los calabozos debajo de ellos, Seth estaba sentado solo en la oscuridad, encadenado y derrotado. Soñó con el hermano al que había amado y asesinado, el sobrino al que despreciaba y la esposa a la que había rechazado; pero sobre todo soñó con Loki, besándolo y retorciéndole la garganta, desesperado.