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Persecutie [MenChara ] por Ckonny Nickole

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06.

Él no era la clase de persona que tolerara que un montón de personas, independiente de quienes sean, le sermonearan por lo que creía que eran horas. Pero no le quedaba otra opción.

—Entonces —Pronunció su padre con esa sutileza que haría temblar a cualquier persona que lo escuchase— ¿Cómo es que terminaste metido en algo así? ¡Pon atención cuando te hablo! —Gritó dando un golpe con el puño cerrado en la madera de su escritorio mostrándose indignado por la actitud indiferente que adquiría su hijo menor en esos momentos.

Charasuke, que estaba cómodamente sentado en el sofá de la oficina de Fugaku, se dignó a verlo no porque quisiera, sino porque la mirada insistente de Itachi sentado delante de él lo obligó a hacerlo.

—¡¿Qué hubiese pasado si Itachi no hubiese estado ahí para rescatarte de esos vándalos?!

—Nada —Respondió con confianza— Puedo cuidarme solo, ya te lo dije.

La vena en la frente del dueño de las empresas Uchiha, las más ricas y poderosas del país, parecía estar a punto de explotar. Itachi anticipándose a la pelea verbal que vendría a continuación se levantó del sofá llamando la atención de ambos.

—Padre, estoy seguro que Sasuke no se dejaría atrapar por un criminal cualquiera sin tener un plan de respaldo —Aseguró poniéndose de lado de su hermano menor, otra vez. No era la primera vez que le tocaba defenderlo de la ira del mayor por culpa de sus “pasatiempos” cuestionables.

Charasuke soltó un bufido — Él nunca confía en mí.

—¡La policía entera estaba tras de ti! —Le hizo notar el mayor, más molesto por su actitud que por lo que había hecho, después de todo Itachi tenía razón. Sasuke no era idiota, no por nada había pasado la prueba de admisión a la policía y había sido entrenado por la fuerza especial junto a su hermano antes que este decidiera especializarse en medicina. Es por esto que no podía entender como en más de una ocasión lo terminaban vinculando en algún asunto ilegal del que nadie tenía conocimiento hasta que llegaba la orden de arresto a su domicilio— ¡Mikoto casi arriesga su puesto por ocultar tu nombre!

—Aw, si lo vi. Mamá es la mejor, recuérdame regalarle flores más seguido — Respondió mirándose ahora las uñas mientras recordaba como su madre había omitido su nombre en vivo mientras transmitía las noticias de último momento que él vio en medio de la persecución que traía con Menma.

Cerró la mano en puño con fuerza al recordar la expresión forzada de Menma que intentaba transmitirle seguridad en medio del caos que los acorralaba sin escapatoria.

Mordió sus labios. El recuerdo del último contacto entre ellos estaba vivo en cada parte de su ser y si no fuera por este, estaría ahora mismo perdiendo la cordura por no saber qué había sido de su amante en las últimas horas.

¿Seguiría vivo?

La sola idea de escuchar una respuesta negativa le provocaban fuertes arcadas y una sensación asfixiante en su pecho.

Un fuerte sonido muy cerca de él le hizo salir de su estado de ensoñación, en donde Menma y él seguían en la cama del hotel barato compartiendo caricias osadas, para encontrarse una taza rota en el suelo y a su padre a centímetros de él siendo detenido por Itachi que lo sujetaba de la espalda impidiendo que se le acercara a aun más.

— ¡Mocoso malcriado!

Pestañeó varias veces intentando aterrizar en el presente y fue cuestión de segundos para que entendiera lo que estaba pasando.

Se levantó del sofá y le sostuvo la mirada al mayor acercándose. El puño en alto de Fugaku le hizo cerrar los ojos por inercia aceptando el golpe que vendría y que nunca llegó porque Itachi no lo permitió.

—Padre —Lo llamó acercándose un poco más y antes de que este siquiera pudiese decirle algo se arrodilló frente a él apoyando la frente en sus manos cruzadas sobre el suelo.

Escuchó la exclamación de sorpresa por parte de su hermano que inició un breve silencio incómodo en el lugar.

—¿Qué diablos haces? —Lo regañó su padre después de salir de su asombro— Eres un Uchiha, no hagas tal cosa indigna delante de mis ojos.

“Si tan solo supieras la cantidad de cosas indignas que he hecho a tus espaldas” Pensó sin mover ningún músculo de su cuerpo.

Y era por una de esas cosas que su padre consideraría indignas que decidía caer a esos extremos.

Estaba dispuesto a humillar su apellido sin importarle solo por volver a tener esas manos ásperas y tibias acariciando su cuerpo, admirar esa sonrisa socarrona que formaban esos labios calientes y expertos después de decir una obscenidad…

Aferrarse a ese tipo impulsivo y osado que había tenido los cojones de meterse en su vida como ninguna persona lo había hecho antes para luego abandonarlo desconsideradamente bajo la cruel excusa de querer salvarle la vida.

—Sé que te he causado muchos problemas —Empezó a decir sin pensar mucho en sus palabras porque su cabeza estaba ocupada en aferrarse a la esperanza de volver a ver Menma. En creer que aún tenía tiempo— Lo siento, padre. De verdad lo siento… —Decía una y otra vez, cada vez más afectado.

Reconoció el toque cariñoso de la mano de su hermano sobre su cabeza, queriendo que se levantara, pero no le hizo caso.

—No sé qué hacer con mi vida, por favor, ¡Ayúdame! —Gritó alzando la cabeza para ver al mayor a los ojos.

Los ojos negros del otro, carentes de ese brillo juvenil que lo había abandonado desde hace muchos años, se entrecerraron cuando notó sus mejillas mojadas a causa de las lágrimas que empezaron a caer sobre ellas.

Él era perfecto, sin error alguno.

—Te lo suplico, ayúdame —Volvió a pedir, escondiendo la cabeza nuevamente bajo la falsa vergüenza que le causaba llorar frente a su progenitor.

Menma le había prometido que estaría bien, que no le pasaría nada porque él no estaba dispuesto a dejar que alguien lo lastimara mientras estuviera con vida. Charasuke en ese momento había ignorado la inseguridad oculta entre esas palabras, como si el propio Menma dudara de poder cumplir con lo que tan insistentemente le prometía.

Y fue en ese momento, en medio de los esfuerzos que hacia el Namikaze por salvarlo, en que en su mente brillante y talentosa surgió la necesidad de comprobar si Menma realmente podría cumplir con su promesa hasta el final de sus días.

En la mirada que compartieron antes de separarse tomó su decisión.

— ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó su padre con un tono en su voz que le hizo sonreír a escondidas y morderse los labios para no reír satisfecho.

Lo encontraría a como dé lugar.

Era demasiado caprichoso como para creer que existía la posibilidad de que nunca más volverían a verse porque Menma había dejado el mundo en el que se habían conocido.

Todo lo que quería, siempre lo tenía y esta no sería una excepción ni en esta vida, ni en la otra.

.

.

.

“—El truco es no mirarlos a los ojos —Había dicho Sai mientras se cubría el rostro con una mascarilla.

—Tsk, ya lo hice, antes de darles un golpe en la cabeza con el fierro —Respondió rodando los ojos al tiempo que se dejaba caer sobre el sofá individual de la sala metros atrás de la camilla mal cuidada de hospital en donde el chico de piel pálida había puesto a uno de los sujetos que le habían encargado capturar.

Eran tres, todos jóvenes e idiotas que se metieron en el lugar equivocado volviéndose así en simples basuras biodegradables para el sujeto que les había echado el ojo encima.

— ¿Cuánto dieron por este? —Preguntó entonces Sai con el cuchillo en mano con la que abriría la piel de ese pobre diablo.

Menma desvió la mirada hacia otra dirección— Un par de millones. Escuché que el informe médico de su hígado es excelente.

— ¿Hígado? —Cuestionó Sai haciendo que volviese la mirada a la espalda de este. La sangre comenzaba a salpicar en el suelo en grandes cantidades. Escuchó al tipo reír unos segundos antes de notar como el movimiento de sus brazos se detenía— Parece que alguien te mintió —Comentó volteándose para mostrarle aquel órgano vital del tamaño de un puño palpitando sobre la bandeja de acero en la que lo había puesto como si no fuera nada importante.

Menma dio un salto de inmediato, sus ojos brillaban como nunca antes por el simple hecho de tener a su alcance el corazón que por tanto tiempo había estado esperando. Estiró la mano buscando tocarlo con algo de miedo, como si buscara comprobar que aquel órgano que palpitaba en intervalos de segundos sobre una simple bandeja era real y no una fantasía producida por la esperanza que se negaba a perder.

La esperanza de salvar a su madre al conseguir el trasplante que tanto le había prometido durante meses.

Antes de que siquiera pudiese rozarlo, Sai lo apartó guardando aquel tesoro en un congelador como si se tratara de un trozo de carne cualquiera que luego pondría en exhibición en el mercado.

Su ceño se frunció visiblemente por haber sido privado de aquello que tanto anhelaba en ese entonces— ¿Por qué mierda lo guardas?

—Porque no es el tuyo —Respondió Sai con simpleza acariciándose la nuca cansado. Su cansancio pareció aumentar considerablemente cuando la camilla fue pateada junto al cadáver con fuerza— No hagas berrinche, el próximo será el tuyo.

Menma que apretaba los dientes con fuerza, aun manteniendo la pierna alzada después de haber golpeado la camilla con indignación, sintió las inmensas ganas de tomar él mismo el cuchillo y realizar la “operación” por su cuenta a los otros dos sujetos que quedaban para asegurarse de que nadie pudiese arrebatarle lo que él con sus propias manos manchadas en sangre había conseguido.

Sintió la mano de Sai posarse en su hombro derecho de manera empática que rechazó de inmediato.

—Has estado diciendo esa misma mierda desde hace un mes, ¡¿Cuándo tendré el mío?! ¡Me prometieron ese puto órgano a cambio de secuestrar a toda la gente que querían!

Sai se le quedó viendo unos momentos tan imperturbable como siempre— El próximo. Deberías ser más paciente.

— ¿Paciente, dices? —Soltó una carcajada y ahora sí tomó el cuchillo. Se acercó al sujeto rápidamente y lo arrinconó inmovilizándolo sin problemas al tiempo que presionaba la punta del filo sobre su yugular en advertencia— En cualquiera de estos días mi madre podría morir ¡¿Y dices que espere, hijo de puta?!

—Tienes talento, Menma —Reconoció entonces el otro, manteniéndose inmóvil por miedo de ser víctima de la furia del chico nuevo— Obito sin duda recompensará tu esfuerzo, prometo acelerar las cosas, solo… —Dejó la frase a medias mientras bajaba la mirada hacia esa mano sosteniendo el cuchillo que presionaba sobre su cuello, dando a entender lo que quería decir.

El que en ese momento era rubio mandó a volar el utensilio después de un par de segundos, apartándose. Chasqueó la lengua molesto, decidiendo que había pasado demasiado tiempo en ese lugar.

—Tomaré tu promesa —Aceptó poniéndose la chaqueta que había dejado sobre el sofá, intentando tranquilizarse solamente porque esta era la única opción con la que contaba para salvar a su madre— Pero, si esa próxima vez llega demasiado tarde, definitivamente voy a destrozarte sin pensarlo dos veces.

—Las promesas se hacen para cumplirlas, Menma —Fue lo único que le respondió Sai en ese momento.

Y él le había dado la razón en silencio, porque en aquel entonces realmente pensaba que las promesas siempre se cumplían.”

La sensación de asfixia fue lo que lo despertó de su inconciencia. Su primera reacción había sido gritar cuando sus pulmones parecieron estar a punto de reventar, pero sólo burbujas salieron de su boca en medio de palabras intangibles que se perdían en el agua en donde una mano aferrada a su cabello le obligaba a hundir la cabeza.  

Casi al instante, esa misma mano jaló con fuerza de su cabello hacia atrás dejándole respirar con dificultad.

Tosió muchas veces llevando sus propias manos hacia su cuello como si con eso aliviara la sensación de presión sobre este.

—Vaya, si que te dieron duro —Dijo una voz conocida a su lado. De inmediato sus instintos hicieron que agitara el brazo en su dirección queriendo golpearlo pero el sonido metálico advirtiendo el límite de movilidad de sus extremidades le impidió cumplir su cometido.

¿Estaba esposado? Rápidamente reparó en ello, descubriendo la cadena en sus muñecas y tobillos, al igual que la ropa que ahora traía encima. Sus ojos se abrieron en sorpresa.

—Te dije que Obito te encerraría.

—Deidara —Escupió intentando ponerse de pie con mucha dificultad revisando cada rincón del lugar en el que se encontraba.

— ¿Te gusta? —Preguntó entonces el rubio— Esta es una de las muchas salas de castigo de la penitenciaria de Konoha. Hm, te arrastramos hacia aquí para darte la bienvenida a tu nuevo hogar.

—Hijos de puta.

—Eh, cuidado —Advirtió el otro— Mira que tuviste suerte con que sólo te enviara aquí en lugar de matarte apenas tuvo la oportunidad. Agradece al hombre que fue a buscar a tu perra…

No tuvo que preguntar para saber a quien se estaba refiriendo de manera tan despectiva. La piel se le erizó a la sola mención de Charasuke y sus instintos nuevamente le hicieron hervir la sangre cegándolo, provocando que buscara golpear a Deidara sin importarle la desventaja en la que se encontraba. Su increíble fuerza bruta siempre había logrado intimidar a los demás por lo que el rubio ni siquiera quiso intentar enfrentarlo al verlo fuera de sí y prefirió apartarse saliendo de la celda para ponerse a salvo.

— ¡¿DÓNDE ESTÁ ÉL?! —Exigió saber encolerizado de sólo pensar en que uno de esos sujetos se había llevado a Charasuke para hacerle quien sabe qué cosas. Alterado empezó a golpear los barrotes usando su propio cuerpo sin importarle salir lastimado— ¡RESPONDE MIERDA! ¡¿QUIÉN COJONES SE LO LLEVÓ CONSIGO?!

— ¡No lo sé! —Le respondió alzando la voz únicamente para que este se tranquilizara y dejara de meter tanto ruido. Después de todo lo habían metido a escondidas para asegurarse de que Namikaze estuviera dentro — Un tipo apareció y ya, parece que lo conocía porque simplemente se dejó arrastrar a su auto. Obito no tuvo más remedio que dejar que los oficiales te trajeran detenido hasta aquí para evitar que descubriera lo que estábamos haciendo.Hm.

La explicación no lo apaciguó mucho. ¿Cómo podía confiar en las palabras de ese sujeto? Hacía mucho tiempo había dejado de confiar en las personas, incluso en sí mismo.

—No caeré en esa…

—Pues cree lo que quieras, ese sujeto no es de mi incumbencia —Le interrumpió Deidara ya cansado de tanta plática. Los pasos acercándose de los guardias merodeando fue la señal para saber que ya podía retirarse— Bien, Namikaze. Espero que disfrutes de tu estadía. Hm.

En respuesta, Menma apretó los puños sobre los barrotes de la celda como si intentara romperlos con su fuerza. Lástima que eso fuera demasiado irreal.

Los pasos de Deidara alejándose y la de los oficiales aproximándose. De pronto caía en cuenta que había terminado como su madre siempre temió que lo hiciese. Solo y encerrado de por vida en un lugar del cual nunca podría salir. 

“—No quiero que por mi culpa te encierres en ti mismo, quiero poder ser capaz de verte hacer tu vida… feliz…”

Nunca le había dolido tanto el recuerdo de su madre como en ese momento y en los siguientes que vendrían más tarde, en los próximos días.

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.

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Toda su vida había escuchado que sobrevivir no era sencillo y él más que nadie podía asegurar que aquello era cierto.

Vivir era una maldita persecución contra la muerte inevitable. Es por ello que las palabras se pierden y es mejor evitarlas, porque son solo los hechos los que generan el real impacto.

Él recordaba cada día de su encierro, las cosas que había prometido a lo largo de su vida una y otra vez sintiéndose más idiota cada vez que lo hacía.

Prometió a su padre esperarlo los años que fueran cuando este de igual forma le prometía volver a casa después de terminar su trabajo en el extranjero. Ambas promesas fueron simples mentiras.

Prometió a su madre una infinidad de cosas con el paso de los años, pero la que siempre le resultaba más dolorosa era la continua promesa que le repetía hasta el cansancio. “Vas a estar bien, el donador pronto aparecerá. Haré que aparezca”, su madre simplemente se reía cada vez que lo decía y Menma nunca entendió por qué lo hacía hasta que esta no volvió a despertar luego de irse a dormir siendo lo último que escuchó de él precisamente esas palabras. Cuando la enfermera lo contactó al día siguiente le encontró la gracia.

Ella sabía que se iba a morir antes de que un donador llegara y Menma no había podido evitar reírse también por haber sido utilizado todo este tiempo por haber creído otra mentira disfrazada de promesa por parte de la maldita organización a la que había aceptado unirse en medio de su desesperación y que solo había jugado con su esperanza.

Lo había intentado, sí. Era inteligente, pero sin dudas no demasiado, y era esa estupidez la que provocaba su agonía cada día que llevaba encerrado en ese lugar.

Porque en lugar de concentrarse en encontrar la forma de escapar se quedaba ahí, aceptando su destino sin chistar bajo un bucle de recuerdos que no le dejaban dormir en las noches. ¿Debía una persona como él seguir intentando continuar con su vida como pudiese?

No era su padre abandonándolo, su madre muriéndose o la culpa de haber arrinconado a gente inocente a ser parte de un botín inhumano la que le provocaba esa sensación de vacío en su vida mierda.

Sino que irónicamente era culpa de esas caricias suaves, esos labios coquetos y esa forma de ser maravillosa de la persona más perfecta que había conocido en su vida.

Conocer a Charasuke realmente terminó siendo su verdadera tortura. El ángel guardián que creyó que había sido enviado solo para él ahora le atormentaba bajo la agonía que le causaba no saber que había pasado con este.

Sin dudas, pensar en que la última promesa que hiciste hacia la persona que querías, por más que lo hubieses intentado por volverlo realidad haya terminado siendo una de las tantas mentiras de las que había dicho en el pasado, le sumaba puntos extras a la asquerosa vida que parecía estar destinado a vivir.

Él le había prometido que estaría bien, que no dejaría que nadie le hiciera daño y lo intentó, pero no sabía si realmente esta vez sus esfuerzos habían servido de algo.

Y si lo pensaba, también le habían mentido otra vez. Charasuke dijo que no se iría de su lado.

Realmente quería creer que lo habían traicionado para que no fuera tan difícil ahogarse en su autocompasión. Era más fácil de ese modo.

Creer que Charasuke estaba vivo y lo había abandonado que pensar que su ángel había muerto luego de haber creído en sus palabras que nuevamente resultaron ser vacías.

Si, realmente no tenía sentido seguir intentando continuar con esta persecución entre la vida y la muerte…

—A ver, malditos, silencio —Hizo eco la voz de uno de los guardias en el lugar en respuesta a todos los silbidos que caían sobre ellos.

Menma detuvo sus pensamientos inquietantes, alejando la mirada de la ventana que permitía el paso del sol a su celda para ver lo que estaba pasando fuera de esta.

En el pasillo, caminando hacia su dirección distinguió fácilmente el motivo por el que todos esos reos se mostraban ansiosos.

“Carne fresca” Pensó notando la presencia de un nuevo oficial, cuyo uniforme increíblemente apretado al cuerpo permitía que se apreciara su buena figura que a Menma le pareció terriblemente conocida, pero que creyó que era por culpa del encierro.

Los reos no dejaban de gritar obscenidades al nuevo oficial que cubría gran parte de su rostro con la gorra dejando a la vista únicamente la zona del mentón, que al verla de cerca le provocaba un escalofrio indescriptible en el cuerpo.

Se habían detenido delante de su celda e inmediatamente el temblor en su cuerpo parecía querer anticipar algo que creyó sería malo. ¿Acaso la llegada de ese sujeto anunciaba el término de su persecución? Sin duda, los ángeles llegaban cuando tocabas fondo y al igual como le sucedió con Charasuke en aquel día que murió su madre, aparecía otro justo cuando estaba a punto de morir. Vaya, que coincidencia.

—Manos contra las rejas  —Ordenó el segundo oficial y él acató sin chistar dispuesto a aceptar el castigo que esperaba que cayera sobre él— Me contaron que andabas de busca pleitos, Namikaze —El nombrado reviró los ojos recordando la disputa que tuvo en el almuerzo con un sujeto que se atrevió a darle una nalgueada y que recibió en respuesta un buen puñetazo en la cara que le mandó a volar un par de muelas— Te advertí que a la próxima vez no habría piedad, el Ministro dejó claro que podíamos deshacernos de ti cuando creyéramos que causaste demasiados problemas.

Resopló por lo bajo. Así que si era lo que creía entonces.

Bueno, por lo menos moriría sabiendo que hubo al menos una de las promesas que escuchó se cumplía tal y como fue dictada, pese a que esto no fuera nada consolador y por parte de la persona que odiaba.  

—Sasuke —Llamó entonces el oficial y notó como el recién nombrado se acercaba a su lado sujetándole el brazo con una delicadeza que le extrañó — No te dejes intimidar por este tipo, aunque no creo que necesites consejos, después de todo fuiste el primero en la academia. Nunca imaginé que por fin llegaría el día en que el gran Sasuke Uchiha aceptara unirse a la institución.

El nombrado en ningún momento respondió a esos comentarios. Menma por su parte le enviaba miradas furtivas de vez en cuando, sintiendo en cada paso que daba la caricia más evidente que el nuevo oficial le estaba haciendo a su brazo, pasando del codo hacia el hombro lentamente y de manera discreta, lo suficiente como para que solo él se diera cuenta de lo que pasaba.

¿Acaso ese ángel se compadecía de él? No estaba seguro, pero su cuerpo comenzaba a temblar y no sabía cómo interpretarlo. ¿Era por el miedo que le causaba no estar seguro de qué le harían? ¿De las formas como lo torturarían?

¿O acaso era por la presencia de esa persona?

“Dijiste que me llevarías contigo, ¿Vas a dejarme ahora?”

La voz de Charasuke en su cabeza hizo aparición bajo el recuerdo de ambos abrazándose por última vez en la camioneta antes de separarse, al mismo tiempo que entraba a una zona restringida del penal que todos conocían como la “habitación de la tortura”, la cual había conocido el primer día que lo trajeron a esa cárcel, fácil de reconocer por la enorme puerta reforzada que daba a acceso al exterior por medio de un callejón en dónde sacaban discretamente los cuerpos de los reos asesinados sin que nadie se diera cuenta.

Los guardias se habían quedado conversando de algo que no podía prestar atención porque su cabeza no quería alejarse del recuerdo de Charasuke sonriéndole por última vez.

—Lo siento —Murmuró y la puerta a sus espaldas se cerró.

No se volteó a ver porque no quería ser consciente de lo que pensaba hacerle el oficial que le habían asignado la tarea de encargarse de él. Simplemente cerró los ojos manteniéndose inmóvil a la expectativa de terminar pronto con esta persecución que por fin llegaba a su fin.

—Prometí que no te harían daño…—Siguió diciendo, anhelando la imagen de aquel que rogaba porque estuviera realmente bien.

De que sus palabras no hayan terminado siendo nuevamente mentiras.

Que por una vez en su vida, había hecho algo bien y realmente logrado salvar a la persona quería.

Una lágrima resbaló por su mejilla, al recordar a Charasuke. Otra persona que había amado y que lo dejaba por su estupidez.   

Esperó. Los pasos de afuera perdiéndose en el enorme pasillo del penal anunciaban lo inminente y él no podía estar más ansioso por que sucediera pronto.

Escuchó los pasos pesados del tacón de las botas que traía el oficial pasando por su lado. Siguió esperando pero nada.

— ¿Qué diablos esperas tanto? —Reclamó aburrido de toda esa maldita ceremonia innecesaria que parecía estar haciendo el otro.

Abrió sus ojos únicamente para abrirlos un poco más de lo normal con sorpresa al notar como el oficial que había quedado con él era el recién llegado que ahora abría la enorme puerta cuyo sonido oxidado y escandaloso habría intimidado a cualquiera, dejando a la vista el angosto callejón que metros más adelante daba hacia la salida de Konoha.

Alzó una de sus cejas sin entender por qué el oficial le mostraba aquel paisaje, ¿Quizás le daría la oportunidad de escapar en medio de una lluvia de balas? Parecía bastante descabellado pero en realidad no sabía qué pensar al respecto.

Justo cuando iba a decir algo el oficial alzó su mano derecha cubierta por un guante blanco mostrándole las llaves de la cerradura.

—Ups —Entonces dijo este lanzándolas a la otra esquina de la habitación.

No necesitó nada más.

Su cuerpo se había movido por inercia hacia el guardia antes de que este pudiese quitarse la gorra que él mismo le arrebató dejando ver aquel rostro hermoso que tanto había rogado por ver una vez más mientras lo alzaba en medio del abrazo que Charasuke le devolvía con sus piernas enrollándose en su cintura y sus brazos firmes en su cuello compartiendo un beso de labios temblorosos por la emoción.

Él nunca había llorado antes, ni siquiera cuando su madre había muerto, pero ahora sentía que estaba a punto de hacerlo solo por tenerlo consigo, sano y salvo.

—Joder, ¿Qué diablos? —Comenzó a decir sintiendo que un nudo se le formaba en la garganta. Era tan irreal que le hacía cuestionarse si realmente seguía vivo o lo habían asesino mientras dormía— Estas jodidamente loco... ¿Qué demonios-?

—Agh, no llores que me harás llorar a mí —Reclamó Charasuke golpeándole en el brazo en donde tenía la cicatriz con fuerza— ¿Alguna vez has tenido una fantasía sexual que incluya hacerlo dentro de la cárcel con un reo? Porque yo si —Confesó el otro removiéndose para que lo bajara— Lástima que no tenemos mucho tiempo.

Nuevamente, sus miradas eran lo único que necesitaba para entender lo que el otro quería decir. Charasuke se arrodilló delante de él sacándose un accesorio del cabello que usó para desesposarle los tobillos y él no pudo evitar sonreír fascinado con semejante criatura cuando este se reincorporó lentamente, deteniéndose con su boca frente a su miembro oculto bajo su pantalón en donde de manera atrevida dejó un beso sobre la tela delgada antes de quedar de pie como si nada guiñándole un ojo coqueto.

—Si quieres que te quite estas —Murmuró con esa voz excitante que tenía, posando sus manos sobre las cadenas de sus muñecas— Tendrás que alcanzarme —Condicionó echándose a correr de inmediato por el callejón.

Menma negó con la cabeza en respuesta y soltó una carcajada sin poder evitarlo. Mandándole una última mirada a la habitación de la penitenciaria con la mano apoyada en el borde la puerta por la que había salido Charasuke, juró ver a su madre gritarle algo enojada para luego sonreírle haciéndole un gesto con la mano que él reconoció como una señal para que se marchara de una vez, y así lo hizo.

Corrió por aquel callejón oscuro que parecía volverse eterno en cada paso hasta terminar en una calle increíblemente iluminada por la luz del sol que le lastimó los ojos a las afueras de Konoha.

— ¡Sube, cariño! —Le gritó Charasuke desde el mismo auto deportivo en el que se conocieron por primera vez— ¿Te gusta? Llegó a la comisaria el otro día y como nuestra amiga se demoró en ir a reclamarlo, lo tomé prestado.

Se subió al auto de inmediato, en donde Charasuke partió a gran velocidad alejándose del lugar sin que tuviese que decírselo.

— ¿Qué es esto de oficial Sasuke Uchiha? —Cuestionó intrigado leyendo la placa que traía el chico consigo.

Esos ojos negros le observaron, tan misteriosos y fascinantes como siempre lo habían sido, con diversión— Hay muchas cosas que todavía no sabes de mí, pero te dejaré descubrirlas si no vuelves a creerte el héroe para intentar salvarme. Joder, Menma, lloré como niñita todos estos días ¡Eres tan extremista con un demonio! ¡¿Qué no te puedes confesar como la gente normal y no sacrificando tu vida por mí?! ¡POR ESO YO SOY EL CEREBRO!

Escuchaba los reclamos de Charasuke sin ponerle real atención. Estaba más fascinado en contemplar todas las expresiones que este hacia mientras hablaba, atesorando el momento.

Escuchó el ruido de una patrulla policial a lo lejos y no perdió detalle de como esos labios que le gritaban palabras enojadas formaban una sonrisa que no supo interpretar.

—Ahora pone atención que te haré un tutorial de como escapar de la policía sin tener que morir en el intento — Aseguró decidido el moreno.

Menma, se recargó por completo en el asiento de cuero del auto, dejando que su pecho se llenara de esa sensación gratificante que no podía dejar de sentir cuando estaba junto al Uchiha.

—Jo. Ilústrame.

Él era inteligente, pero no lo suficiente.

El otro era perfecto, sin error alguno.

Ahora más que nunca, mientras sentía la adrenalina subírsele a la cabeza por la maniobra arriesgada que hacia Charasuke con el auto al saltar impulsado por la velocidad una rampla improvisada en el camino logrando escapar de las patrullas policiales detrás suyo, creía que este sujeto era el ángel guardián que su madre le había enviado como agradecimiento por todo lo que había intentado hacer por ella.

La persecución seguía, ¿Y qué? Si tenía a Charasuke con él, la única persona que era capaz de hacer cumplir las promesas, no tenía miedo de seguir escapando por el resto de su vida. 

 Fin. 

Notas finales:

Hola! Volví en forma de fichas y finales inesperados, de verdad, de verdad, agradezco a toda la gente que apoyó este fic.
AHORA VIENEN LAS ACLARACIONES DE ESTE (Porque aunque no lo crean siempre me piden aclaraciones de mis fic's por interno)

1. ¿Recuerdan que Menma dijo que vió en Chara una mirada como rara al final del capitulo 5? Como si este quisiera decirle algo. Pasa que Chara al ver el auto de Itachi llegar al lugar en donde estaban inmediatamente pone a trabajar su cabeza e idea un plan para salvar a Menma más adelante si es que podía, por eso se describió que Chara tenia una mirada extraña.

2. Charasuke fingió frente a su padre estar afectado y arrepentido por causar tantos problemas para que este le consiguiera un puesto de policía, que era obvio que sería lo único que le consiguiera porque él había sido entrenado por las fuerzas especiales (por eso Chara sabe hacer tantas cosas)

3. Mi única intensión con este fic fue relatar como estos dos se habían conocido y enamorado, por eso no ahondé tanto en lo que pasaba en la vida de ambos porque me gusta dejarlo a imaginación del lector en realidad xD Ah y Menma como nunca supo el nombre real de Chara (porque Charasuke es un apodo en realidad) nunca asoció que ese "oficial Sasuke Uchiha" fuera precisamente su Uchiha.

4. No olviden que los quiero mucho.

Enserio, de verdad gracias por seguir el fic :') no tenia grandes expectativas con él pero me impresioné por el apoyo que recibía.
Pregunta seria, ¿Debería seguir escribiendo de ellos en el futuro?

MUUUUUUUCHAS GRACIAS POR LEER  Y DEJAR SUS COMENTARIOS, DE VERDAD LOS APRECIO! ESTE FINAL CAYÓ JUSTO EN EL DÍA 3 DEL MCMWeek con la temática de chicos malos (o algo asi)

El sábado vuelvo con un one shot cortito del día 6 del MCMWeek con la temática de cita perfecta. No se hagan grandes expectativas, solo quise escribir qué consideraban ambos una "cita perfecta" x'D


Los quiero!


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