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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Momentos
 
El clima en Seattle jugó a favor de los vampiros la mañana siguiente al caos, permitiéndole no solo a Bella disfrutar libremente de los gemelos en el parque donde Christian solía ejercitarse, sino también a Jacob, quien le presentó a su imprima tanto a sus hermanas como a sus hijos, pasando una velada que aunque extraña e incómoda a la vista de algunos, para ellos era bastante relajada y reconfortante, ya que Isabella había superado su divorcio con el beta de la manada y Jacob sentía que su ex había pasado de ser alguien indeseable a la amiga que una vez había sido en el pasado, con la única diferencia de que ahora compartían la paternidad, al igual que la amistad y el aprecio hacía Leila Williams.
Por otro lado se encontraba Sam despidiéndose de Taylor, aquel que le ofreció quedarse para que trabajara con él, ya que después de haberse rehusado a unir fuerzas, el guardaespaldas y mano derecha de Christian se había, no solo encariñado con el líder de la manada, sino también con Leah, la cual no perdió oportunidad la noche anterior para introducirse a la recámara de Sawyer y tener una noche de sexo desenfrenado con el apuesto joven, quien por supuesto no se opuso en lo más mínimo a ello, a pesar de haber sido Bella la que lograra conquistar su corazón, desistiendo al saber sobre sus gustos sexuales.
En el hotel Paramount, Alice finiquitaba toda la cuenta del hospedaje en compañía de Rosalie, la cual desistió de huir junto a Jasper, deseando resolver todo el embrollo que tanto ella como su amado mellizo habían causado, pidiéndole al mayor que se adelantara a su regreso a Forks y encarara a Esme por los dos, para que recibiera de parte de su madre adoptiva, toda la retahíla de reproches e insultos que tenía guardado para ambos, pero el vampiro prefirió esperar a que todos se fueran juntos.
Charlie y Garrett se habían citado en la comandancia de Seattle para cerrar el caso de la pelirroja, dándole fin a aquella horrible pesadilla, siendo Alistair quien se encargara de regresar a las hermanas Denali a Alaska después de que su señor Niklaus se divirtiera con ellas durante dos noches seguidas, desapareciendo sin dejar rastros y sin una despedida o un “tal vez nos volvamos a ver” demostrándoles a ambas féminas que Klaus no era más que un desgraciado que no amaba a nadie más que a sí mismo.
Mientras cada capítulo comenzó a cerrarse lo mejor posible, otros seguían reescribiéndose progresivamente como en el caso de Christian y Edward, quienes habían pasado una noche inolvidable en la que el vampiro cuidó como de costumbre los sueños de su amo y señor, después de haberse entregado a él en cuerpo y alma, disfrutando de varios orgasmos múltiples, lo que por supuesto solo era posible en mujeres, pero el cuerpo de un vampiro era doblemente erógeno y la forma en la que el magnate solía hacerlo suyo, era suficiente como para despertar en el apuesto inmortal, sentimientos y deseos que sobrepasaban todo raciocinio posible, transformando a Edward en una bestia sedienta de sexo y lujuria animal, como jamás llegó a imaginarse en su vida.
—Puedo llegar a acostumbrarme a esto, Christian. —Acotó el vampiro, dejando que su amante entrelazara sus dedos con los suyos, mientras el auto los trasladaba hasta la universidad, dónde el joven estudiante debía ponerse al día, si realmente deseaba graduarse de psicólogo.
—Pues acostúmbrate a que te traiga y te lleve, Edward…. Somos novios y no dejaré que andes solo. —Al decir aquello, miró a Taylor por medio del espejo retrovisor, pero el hermético y caballeroso guardaespaldas, no hizo, ni dijo absolutamente nada al respecto.
—Ser novios no quiere decir que eres mi dueño. —El chico pretendió apartar su mano de la de Christian, pero el magnate se lo prohibió.
—Y el que seamos pareja no quiere decir que el contrato se anuló, Edward. —Aquello si había conseguido que el impertérrito guardaespaldas mirara por medio del espejo retrovisor, el malhumorado rostro del muchacho, el cual fulminó a Christian con la mirada.
—¿Ah, sí?... —El imponente magnate asintió.
—Anoche no te quejabas sobre eso… incluso, recuerdo perfectamente como me pedias que…
—¿Christian?... ¡ya basta!... —Edward supo perfectamente lo que su amante diría delante de Taylor, recordando la propuesta que el seductor hombre le había hecho anoche después de haber conversado y nombrado lo que tenían como un futuro noviazgo.
 
Ambos siguieron la conversación que habían comenzado después del regreso de Edward y la disputa que tuvieron ante los celos enfermizos de Christian, culminando la charla con unos cuantos besos y unas lujuriosas caricias que terminaron en sexo duro y desenfrenado, sin poder contener aquel torbellino de pasión y deseo que despertaba entre ellos cada vez que se encontraban juntos y completamente solos.
—Ahora vuelvo. —Christian corrió desnudo hasta su despacho, regresando con una carpeta entre sus manos, abriéndola frente a Edward, el cual pensó por unos segundos que aquello podría ser la documentación de la que había hablado Victoria, temiendo haber sido descubierto—. Ya que el contrato no es tan… —Gesticuló los brazos— …Mmm… ya sabes… “hipotético”… —Hizo las comillas en el aire—. ¿Por qué no ejecutamos algunas de las cosas que colocamos en él? —Edward suspiró un poco aliviado.
—¿Cómo cuáles?... —preguntó, intentando darle una hojeada a la carpeta a ver si conseguía algo incriminatorio en ella.
—Esta. —Señaló una en particular, sin pensárselo mucho, consiguiendo la atención de su amante, el cual leyó mentalmente.
“Fisting anal” Edward levantó el rostro para contemplar la deseosa y calenturienta mirada del magnate, el cual se relamió los labios de un modo perturbador, o eso sintió el vampiro—. Aamm… no sé… no creo que… —Christian apartó la carpeta a un lado, encimándosele.
—No digas que no, si no lo haz probado. —El vampiro tragó grueso una considerable porción de ponzoña.
—No sé, Christ… parece doloroso. —El magnate sonrió con picardía, dándole un beso en los labios.
—No lo es si se hace adecuadamente. —Se recostó junto al temeroso chico, el cual no supo cómo zafar de aquella práctica sexual tan perturbadora.
—No lo sé, Christ… no creo resistir tanto. —Pero la verdad era que el trasero de un vampiro era tan resistente como elástico, siendo solo cuestión de tiempo para que Christian convenciera al muchacho y este accediera a la práctica sexual más extrema que ambos conocían, teniendo que morder la almohada para no gritar ante tanto placer y sensaciones nuevas, temiendo despertar a la señora Jones.
—Sabía que ese lindo trasero podría con esto y más. —Acotó Christian golpeando no solo el exterior de la retaguardia de Edward, sino el interior del mismo al mantener su puño derecho dentro del abusado y dilatado culo del vampiro, nalgueándole con la otra mano.
Por su puesto Edward no podía hablar, el vampiro se encontraba ahogado en su propio deseo, gimiendo y estremeciéndose en cuatro patas, masturbándose sin control alguno el erecto y palpitante pene, aferrando tan fuerte el borde del colchón, que terminó enterrando los dedos en la tela y el relleno que resguardaba el armazón de resortes.
—Así se gime, así se grita… vamos bebé… dámelo… dame ese delicioso orgasmo que te hará desvariar de tanto placer. —Frotó internamente la próstata del muchacho, logrando que un chorro de semen, escapara de sus tensos y erizados testículos.
—Ya no puedo más. —Logró decir en un gemido ahogado, tratando de controlar sus espasmos y el placer que aquello le causaba pero solo era cuestión de segundos para que el vampiro explotara ante el clímax que embargó todo su cuerpo, acabando copiosamente sobre la cama, mientras Christian siguió abusando de aquel delicioso y profundo agujero—. Para… para ya… —Pero Christian disfrutaba tanto las acabadas del muchacho, que sintió aquel placer como propio, queriendo más y más de aquellos temblores y de los gritos que emergían de la ronca y cansada voz de Edward, embistiendo un par de veces más el trasero de su amante, sacando bruscamente la mano, enterrando en él su duro y excitado miembro, follándose tan duro al vampiro, que no duró lo suficiente como para disfrutarle plenamente, aunque lo bastante como para dejar dentro de él, todo el deseo acumulado en sus bolas, irrigando el maltrecho culo de su amante.
Ambos se contemplaron echados en la cama, temblando e intentando calmar sus espasmos y deseos por el otro, siendo Edward quien cortaba la conexión visual entre ambos al cerrar sus ojos, acobijándose entre las sábanas.
—¿Todo está bien? —preguntó Christian al ver como Edward se hizo un mohín sobre la cama, dándole la espalda.
—Define, bien. —Respondió de un modo despectivo, dándole a entender que estaba molesto.
—¡Oh vamos!... esa no es la actitud que debes tomar conmigo… hablemos. —Pero Edward parecía reacio a hacer verbal lo que le incomodaba en aquel momento, manteniendo su postura inerte y distante, siendo Christian quien acortara distancia, abrazándole—. ¡A ver! Pequeño… ¿Qué te ha puesto de ese modo? —El chico se removió un poco sobre la cama, intentando zafarse del interrogatorio—. Hablémoslo, Ed… si fue algo que hice o que no te haya agradado debo saberlo. —Pero por más complaciente que Christian intentará ser, parecía no obtener una respuesta positiva de parte del muchacho—. ¿Te duele?... ¿Es eso?... ¿Te desgarré la piel o te lastimé de algún modo? —El joven negó con la cabeza—. Entonces dime por favor… los novios conversan y se dicen todo, así que no te cierres al diálogo… ¡Vamos!.... ¿Qué te ha incomodado?
—Eso fue demasiado. —Soltó al fin el vampiro, manteniendo su postura sobre la cama, mientras Christian le abrazó por detrás, acoplando su cuerpo al del chico.
—Define, demasiado. —Exigió Christian usando el mismo alegato que el vampiro.
—Fue muy… muy… —Edward no supo cómo llamar a la experiencia que había tenido esa noche, siendo Christian quien lo hiciera.
—¿Extrema?... —El chico asintió—. Bueno, Ed… no escuché una queja de tu parte hasta ahora—. El vampiro volvió a removerse con cierta incomodidad al escuchar aquello, intentando soltarse—. ¡Vamos, vamos!..  Déjate de malcriadeces conmigo. —Le abrazó con mayor fuerza—. Lo disfrutaste, lo sé… lo pude ver en tu rostro, Edward… estabas extasiado ante el placer que aquello te causaba.
—Fue demasiado, fue irreal, muy extremo e impropio.
—¿Impropio? —preguntó con escepticismo.
—Tu mano, Christian… toda tu mano estaba en mí… en  mi… —Edward intentó decirlo pero no pudo.
—¿Trasero?... ¿Culo?... ¿Ano?... ¿Cuál de todos prefiere el pequeño e inseguro, bebito. —Aquello molestó tanto a Edward que Christian terminó en el suelo ante el fuerte empujón, mientras el vampiro se retiraba a su recámara, pasando la rabia de aquel momento leyendo otro enorme tomo de psicología, intentando estar a la altura de la fuerte semana que se le vendría encima, ya que había perdido por completo la anterior.
 
—Llegamos, joven Edward. —Les notificó Taylor, intentando cortar el incómodo silencio que se había generado en el auto, pero al parecer seguían sin querer decir nada, a pesar de que ambos se encontraban tomados de la mano—. Mmm… creo que revisaré los cauchos. —Si algo apreciaba Christian era lo discreto que Taylor solía ser, dándoles disimuladamente un poco de privacidad.
—Taylor siempre tan acomedido.
—Ya lo conoces. —Argumento Christian a las palabras del muchacho.
—Bien… debo irme. —Notificó Edward, intentando soltarse del agarre de Christian, a lo que por supuesto el magnate se resistió, aferrándole la mano izquierda entre las suyas.
—Espera Edward. —Si algo había estado intentando Christian, era resolver el conflicto que se había creado entre ambos la noche anterior, tratando de no molestar al muchacho más de lo que se encontraba, ya que cada vez que tocaban el tema, terminaban discutiendo—. Sé que no quieres hablar de lo que pasó anoche…
— …No, no quiero… —Interrumpió Edward, tratando de soltarse.
—Solo quiero que sepas que no siempre debes aceptar algo que yo deseo tan solo porque temes no hacerme feliz. —Aquello sorprendió al joven vampiro, ya que desde anoche la mente del magnate solo le demostraba una cosa, lo prepotente que eran sus pensamientos ante lo ocurrido, sintiendo que el chico se hacía la víctima, cuando en realidad lo había disfrutado en grande.
—Gracias por decir eso, Christian. —Lo abrazó, logrando que el magnate correspondiera gustoso a sus muestras de afecto—. Lo tendré en cuenta… aunque si te soy sincero, yo sí lo… 
—No puede ser. —Acotó Christian interrumpiendo lo que había estado deseando escuchar de parte de su sumiso, sobre lo mucho que había disfrutado aquella extrema y excitante experiencia—. ¿Ese idiota te está esperando de nuevo? —El vampiro pudo ver desde la mente del irritado hombre, como José se paseaba de un lado al otro en la entrada del complejo universitario, mirando su reloj de pulso.
—¿Qué te hace creer que José me está esperando a mí? —Preguntó después de voltear a verle, haciéndose el relajado.
—Es obvio.
—¡Oh vamos, Christ!... Puede estar esperando a alguien más… tengo una semana sin venir… ¿Qué te da la impresión de que podría ser a mí a quien él está esperando? —Preguntó, dándole un beso en los labios, al estar seguro de que las personas en el exterior del auto no les podía mirar—. Relájate… nos vemos en la noche. —Salió del auto despidiéndose de Taylor, encaminándose hasta la entrada de la universidad, en donde el sonriente fotógrafo acortó distancia entre ellos, soltando a vox populi.
—¡Edward!... Al fin llegas, te estaba esperando. —Por supuesto aquello lo había escuchado claramente el magnate, el cual estaba que se lo llevaba el diablo, exigiéndole a Taylor que esperara, ya que el guardaespaldas había entrado nuevamente al auto, pretendiendo marcharse.
—¡Hola, José! —Saludó el vampiro, sin intención alguna de mirar hacia el auto, ya que no necesitó hacerlo para ver la cara de troll que había puesto Christian al darse cuenta de que en efecto tenía razón ante sus sospechas para con el muchacho—. ¿Y eso?... ¿Por qué me esperabas? —Justo en aquel momento el grupo de estudio del vampiro salió a su encuentro, siendo Cecilia la que le abrazara efusivamente, mientras que los demás integrantes estrecharon su mano.
—Al fin apareces, viejo. —Alegó David después de saludar a su compañero de clases—. Tenemos un nuevo proyecto y hemos contratado a José para que nos ayude, ya que se trata sobre la homosexualidad. —Edward no sabía qué hacer, ya que Christian parecía estar a punto de salir del auto y acuchillarlos a todos, en especial a José, maldiciéndolo y puteándolo internamente, mientras Taylor esperaba pacientemente a que su jefe decidiera retirarse.
—El peor proyecto de todos. —Argumentó Dylan, con su típico tono chocante e irónico.
—A mí me parece genial. —Les notificó Cecilia sonriéndoles a todos los muchachos, empujando a Edward y a todos los demás al interior del complejo universitario, dejando a Christian hecho un mar de celos, exigiéndole a su mano derecha que lo llevará hasta la empresa, mientras le escribía un mensaje de texto a Edward.
—No tienen ni la más remota idea de a donde los voy a llevar está noche. —José parecía más fascinado con el proyecto que los propios estudiantes, siendo Dylan el único molesto ante aquello.
Mientras caminaban al salón de clases, Edward sacó su teléfono celular, al sentir como vibraba con cierta insistencia, leyendo mentalmente los mensajes de Christian.
[No te esperaba a ti… ¿eh?]
[Más te vale que alejes a ese chico de tu vida, Edward o juro que ese idiota lo va a lamentar]
El tercer y último mensaje eran todas las caritas de enfado que tenía la aplicación de mensajes instantáneos, incluyendo la de un demonio púrpura con cara de pocos amigos, haciendo sonreír a Edward, el cual respondió los tres mensajes con tan solo dos emoticones, uno que simulaba un beso en forma de corazón y el otro un par de corazones girando, guardándose el celular al entrar al salón de clases, sin intención alguna de sacar nuevamente el Android, hasta no haber terminado con cada una de sus clases, imaginando que aquello cabrearía a Christian más de lo que ya estaba.
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Seth y Emmett habían decidido abandonar la frontera con Canadá ante el intenso frío de aquel lugar, no porque el corpulento vampiro así lo quisiera, sino porque el pequeño lobo no dejaba de seguirle, manteniéndose el mayor tiempo posible en su forma lobezna y así poder soportar la carencia de comida, el intenso clima y las condiciones precarias en las que ambos se encontraban, al no tener las comodidades de la vida humana, viviendo en el bosque como bestias.
—Ya estamos más cerca de casa… ¿Hasta cuándo vas a seguirme, Seth? —Preguntó Emmett, intentando sonar malhumorado.
—Regresaré cuando tú decidas regresar, Emmett. —Acotó el chico, estrujando unos sucios y roídos jeans que había encontrado incrustados en uno de los árboles de la zona, en donde los Quileutes solían dejar ropa escondida por todos lados.
—Eso no va a pasar, no regresaré nunca más con los Cullen. —El jovencito lo fulminó con la mirada.
—No digas idioteces, fortachón… aunque ellos no te hayan dicho nada, es tu familia, y te aman. —El vampiro bufó por la nariz, negando con la cabeza.
—Sí, claro… me aman tanto que me ocultaron los enormes cuernos que me crecían en la frente como Hellboy sin que yo me diera cuenta de ello. —El chico extendió los pantaloncillos sobre una enorme roca, manteniendo su desnudez dentro del estanque de agua natural.
—Pues como dice la canción de Ricardo Arjona… —Se aclaró la garganta, para comenzar a cantar—. Una mentira que te haga feliz, vale más que una verdad que te amargue la vida… —Emmett puso los ojos en blanco— ...una mentira hará crecer mi nariz a cambio de libertad y de aferrarte a mi vida…
—Ya, ya… ya… deja de cantar que luego llueve y las cosas se ponen peor. —Las risas de Seth no se hicieron esperar, arrojándose hacia atrás para caer sobre el agua, nadando de espaldas—. Pensé que ustedes los lobos solo nadaban estilo perrito. —Aquello hizo reír aún más al joven Quileute.
—Tienes cada ocurrencia, Emm. —El musculoso vampiro comenzó a arrojarle piedras, lo que por supuesto Seth intentó esquivar, regresándole las que el chico lograba atrapar—. Lamento tanto habernos quedado con las ganas de un partido de béisbol entre nosotros y tu familia. —Emmett se encogió de hombros, restándole importancia a aquello.
—Da igual. —Bajó la mirada, sentándose a orillas del rio que dividía la frontera de la reservación, con la zona perteneciente a los Cullen—. Sí acepté a regresar fue por ti, ya que no quiero que por mi culpa te pase algo. —Seth comenzó a nadar hacia donde se encontraba su amigo, el cual observaba al suelo—. En cualquier momento me largo y no volverán a verme nunca más. —Al decir aquello, Seth se transformó en lobo, arrastrando a su amigo al interior del estanque de agua, revolcándole con cierta brusquedad, mojándole y enlodándole de pie a cabeza—. ¡Maldita sea!... hablo en serio, Seth. —Golpeó al empapado lobo gris, arrojándolo a un lado—. No voy a volver nunca más con los Cullen, entiéndelo de una maldita vez, nada me hará que vuelva a esa casa. —Pero el chico no le importó en lo más mínimo aquella rabieta, lamiéndole toda la cara, arrojándose sobre el musculo vampiro, saliendo de fase.
—No dejaré que te vayas, Emmett. —Mientras que el vampiro se encontraba recostado a orillas del riachuelo, Seth se había transformado sobre el escultural cuerpo del apuesto inmortal, quedando a gatas sobre él—. Sé que duele, eso lo entiendo perfectamente, pero no permitiré que cometas el peor error de tu vida. —Emmett volteó el rostro, ignorándole—. A pesar de lo ocurrido yo envidio a tu familia, ¿sabes? —El hastiado vampiro no dijo absolutamente nada—. Porque cada uno de ustedes es un eslabón importante en la fuerte cadena que son los Cullen y tú Emmett, eres el más fuerte.
—No digas idioteces, enano. —Emmett intentó incorporarse del suelo, pero Seth se lo prohibió—. Soy el eslabón más débil, el más bruto, el torpe, el idiota, el… —El chico le interrumpió, acercando su rostro al del vampiro.
— …El mejor. —El molesto y enlodado inmortal, lo fulminó con la mirada—. Porque el eslabón más importante es siempre el más débil. —Emmett siguió mirándole de mala gana—. Porque si se aplica una fuerza de tensión en sus extremos, será él quien revele cual es la máxima fuerza que la cadena puede soportar. —Aunque el corpulento vampiro no era tan inteligente como lo solían ser sus demás hermanos, entendió a la perfección la explicación de su amigo—. ¿Puedes entender ahora lo importante que eres para todos ellos?... tanto que prefirieron ocultarte algo que te destruiría tan solo porque sabían que su familia se desmoronaría si su eslabón más fuerte se desprendía de ellos… —Se acercó aún más a Emmett—. Yo sé que eres importante para ellos, Emm… tanto como lo eres para mí. —El chico bajó lentamente la mirada, contemplando los delgados labios color escarlata del vampiro, el cual había estado ingiriendo gran cantidad de sangre animal, intentando mitigar el vacío en su pecho con comida.
—¡Oye viejo!... deja de decir esas cosas. —Tomó al chico por los hombros, apartándole un poco de él para poder sentarse.
—Pero es la verdad, Emmett. —Seth, intentó apartar las frías manos de su amigo, para acercarse nuevamente a él, mientras que el corpulento e incómodo vampiro, bajó la cara, percatándose de la desnudez del chico, quien mostraba un considerable miembro masculino, al estar en un clima que le permitía mostrar su verdadero tamaño y grosor.
—Ya basta Seth… estas desnudo viejo y esas cosas de gays me incomodan un poco. —Tomó al chico por la cintura, apartándolo de él, pero antes de que el vampiro pudiese reaccionar, Seth ya se había arrojado sobre su amigo, abrazándole con todas sus fuerzas.
—Te amo, Emmett. —El aludido abrió los brazos, sin saber que hacer o que decir al respeto, sintiendo como el chico depositó un dulce beso en su cuello, estremeciendo al vampiro, no solo ante el calor corporal que emanaba del pequeño cuerpo del chico, sino al ser en una zona tan erógena, como lo era la piel del cuello.
Al soltarlo, Seth se transformó en lobo, corriendo por el boscoso terreno, pretendiendo esconderse de su amigo, al sentir lo impropio de aquella situación, temiendo haberla embarrado tanto con su declaración de amor, así como con aquel beso.
—¿Seth?... ¡Espera!... —Emmett pensó por unos segundos en ir tras él, pero aquello le daría una idea errada al muchacho sobre lo que realmente él sentía por el chico, sintiendo que era el momento preciso para huir solo, pero una fuerte detonación y un chillido de animal alertó al vampiro, el cual corrió sin pensárselo dos veces, hacia donde el pequeño lobo gris se había marchado, temiendo lo peor—. ¿Seth?... SEEEETH…
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Los Cullen habían llegado a Forks antes del mediodía, dejando a Charlie en la comandancia y a las hermanas de Jacob en el aeropuerto de Washington, agradeciéndoles el haber cuidado tan bien a sus dos querubines, los cuales habían crecido bastante, balbuceando palabras más entendibles, como papá, mamá y unas cuantas más que mantuvieron a sus padres fascinados y orgullosos del progreso motor de sus hijos, a pesar de la ceguera de Anthony.
—¿Nos quedaremos en esta casota, Jacob? —preguntó Leila mirando la hermosa casa de los Cullen.
—Aamm… no… —El beta de la manada se ruborizó un poco, al imaginarse la cara de Leila al ver la rupestre casa de los Black, sintiéndose realmente incomodo al respecto—. Esta es la casa de los vampiros, nosotros viviremos en…
— …Una cabaña. —Concluyó Bella, interrumpiendo al padre de sus hijos—. Jacob tiene una hermosa cabaña unos cuantos kilómetros lejos de aquí. —El chico no supo que decir, viendo la cara de dicha de la muchacha.
—¿De qué hablas, Bella? —preguntó Jacob en voz baja, mientras que Leila tomó asiento en el sofá principal de la sala de los Cullen, con ambos bebés entre sus brazos.
—Alice y Emmett, habían hecho una cabaña para mí y Edward, creyendo que algún día nos casaríamos. —El apuesto ex de Bella negó una y otra vez con la cabeza.
—No Bella… eso está en terreno de los Cullen.
—Y a nosotros nos tiene sin cuidado el que tú y la señorita William vivan allí. —Acotó Carlisle, ayudando a Alice, a Jasper y a Sam a bajar las maletas de los Cullen—. Acepta el obsequio que Bella les está haciendo, Jacob… son bienvenidos a ser parte de nuestra familia. —Señaló a la imprima del muchacho—. Ella parece ser feliz junto a nosotros, se siente cómoda y si por mí fuera, ya no existirían fronteras entre la reservación y nuestro territorio. —Jacob bajó la mirada.
—No sé qué decir.
—Puedes decir, gracias… Jake. —Alegó Sam, dejando una de las maletas de Alice a un lado—. Yo concuerdo con el señor Carlisle, no deberían de haber límites entre nuestro territorio y el de ellos. —Miró a la menuda vampiresa, sonriéndole con picardía—. Así no tendría que escribirte antes de venir a verte. —Acotó el líder de la manada, acercándose a Alice.
—No necesitas de ningún permiso para venir a verme, Sam. —Alegó la menuda chica, alzando la mirada para verle a la cara, siendo Jasper quien arrojara la enorme maleta de su ex esposa a los pies del corpulento Quileute, interrumpiendo el mágico y seductor momento entre ellos.
—Ten… ya que no debes pedir permiso y todos sabemos que ni siquiera han esperado al divorcio para hacerse novios, encárgate de los zapatos de Alice. —Señaló de mala gana la maleta—. Eso es solo la cuarta parte de lo que tendrás que cargar de ahora en adelante, ya que… —Rosalie le interrumpió.
—Cállate, Jasper y deja de quejarte, que si creías que con Alice te habías librado de cargar maletas con zapatos, conmigo serás un burro de carga en cada viaje. —El vampiro le miró de mala gana—. Y mientras estas en eso de sacar las maletas, saca las mías y llévalas a mi cuarto. —Justo en aquel momento Esme bajó las escaleras, pidiéndole a su malhumorado hijo Jasper.
—Las maletas de Rosalie las puedes llevar a la cabaña que compartía con su esposo, Jasper… por los momentos no quiero verla deambulando en la casa como si nada hubiese pasado. —Le pasó por un lado a Rosalie, ignorándola—. ¡Omg!… Aquí están mis hermosos nietecitos… mira que grandes y bellos están. —La amorosa vampiresa tomó asiento junto a Leila, la cual le sonrió dulcemente—. Hola… tú debes ser la imprima de Jacob… es un gusto conocerte, querida. —Ambas mujeres se saludaron con un beso doble en la mejilla y un abrazo, congeniando de lo lindo, sin que el beta de la manada pudiese creer que los Cullen le estuviesen dando una lección de vida, tratando a su imprima, mejor de lo que los Quileutes la podrían llegar a atender.
—El gusto es todo mío, señora Cullen… es usted igual a como mi amiga Bella me la describió, un encanto de mujer. —Esme puso cara de vergüenza, mirando a su hija adoptiva, tomándola de la mano.
—Solo soy una madre amorosa que adora a sus hijos. —Miró a los bebitos—. Y también a sus nietos. —Tomó a Saralie entre sus brazos, después de darle un tierno beso a Anthony, escuchando las reprochadoras palabras de Rosalie.
—No puedes echarme, Esme… si Jasper y yo estamos aquí es porque yo decidí regresar y buscar a Emmett. —La sonriente y maternal vampiresa, se incorporó del sofá, encarado a su hija, espetándole en un tono calmo y despreocupado, para no asustar a la niña.
—Solo lo haces porque aun sigues con temor, no sabes lo que quieres y te asusta el haberte equivocado… ¿cierto?... —Alice ya no quería ser parte de aquellos enfrentamientos, pidiéndole amablemente a Sam que le ayudara a subir sus maletas.
—Te equivocas. —Retrucó la rubia—. Solo quiero que Emmett regrese con la familia.
—Pues mientras intentas resolver ese inconveniente, no te quiero en la casa, Rosalie. —Todos se quedaron inertes, viendo como a la rubia se le reventaba el páncreas ante la rabia, mientras la matriarca de los Cullen, volvió a tomar asiento junto a Leila, jugando con los gemelos.
Por supuesto la reacción de Rosalie no se hizo esperar, arrojando las maletas con gran ímpetu hacia un lado, destrozando una de las paredes de vidrio, saliendo a gran velocidad de la casa por la puerta que daba al patio trasero, siendo Jasper quien le siguiera.
—Aamm… bueno… yo me retiro. —Notificó Embry, quien se había quedado en la puerta de la casa, sin intención alguna de entrar, manteniéndose al margen de todo—. Nos vemos en casa, Sam. —Su líder le asintió—. Hasta luego. —Se transformó en lobo, perdiéndose de vista entre los árboles, siendo Leila quien se asombrara, ya que era la primera vez que veía la transformación de uno de ellos, preguntándole a Jacob si él también se transformaba en lobo.
—Así es, guapa. —Se acercó tanto a Leila como a sus hijos, tomando a Anthony entre sus brazos. —Vamos… te llevaré a conocer a mi familia y luego iremos a ver la cabaña. —Bella le prometió que lo esperaría para llevarlos a ambos, quitándole al pequeño y risueño infante de los brazos.
—Ve… yo me quedaré con los gemelos. —Jacob asintió, besando a sus dos hijos, despidiéndose de todos los presentes, siendo Sam quien preguntara, después de ver como Jacob y Leila se marcharon en la moto de Bella.
—¿Y Leah? —Todos voltearon en busca de la joven Clearwater, percatándose de que la chica ni siquiera había querido bajar del auto, esperando a que su alfa decidiera regresar a la reservación, ya que ambos serían los únicos en volver en auto, y así poder llevar las maletas de los demás, a sus respectivos hogares—. Debe estar cansada, será mejor que me vaya. —Justo en aquel momento Emmett apareció en la casa tan rápido que ninguno se percató de su presencia, hasta sentir el fuerte olor a sangre, impregnando sus fosas nasales y quemando sus gargantas, rogándole a su padre.
—Sálvalo, Carlisle… ¡por favor!… te lo ruego. —El cuerpo inconsciente de Seth Clearwater se desangraba en los brazos de Emmett, quien parecía haber envejecido ante lo pálido y aterrado que se encontraba, siendo el detonante para que Leah abandonara la camioneta que los Cullen le habían prestado a Sam, abrazando a su hermano herido.
—¡Hermanito!... Noooo… —gritó sollozando al verlo tan jipato y maltrecho, exigiéndole  a Emmett una explicación.
—Cazadores… —Miró a Sam. —Les dije la primera vez que encontré a Seth apresado en una trampa para osos que habían cazadores… le dispararon al muchacho en su forma lobezna. —Carlisle empezó a revisar los impactos de bala, notificándoles a todos.
—Tal parece que le perforaron un pulmón y el estómago… debemos intervenirlo de inmediato. —Emmett subió junto a su padre con el chico en brazos, seguidos por Leah, Sam y Alice, dejando a Bella y a Esme en la planta baja, siendo la nueva joya de los Cullen, quien hablara.
—Llamaré a papá y le notificaré lo que está pasando. —Esme asintió, encargándose de los infantes, mientras la vampiresa realizó la llamada, y los demás integrantes de la familia se preparaban para asistir al doctor Cullen en la ardua labor de salvarle la vida al miembro más joven de la manada.
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El grupo de estudio de Edward, se encontraba en el Queer/Bar, uno de los centros nocturnos más conocidos para el disfrute de la comunidad LGBT en la ciudad de Seattle, intentando recaudar la mayor información posible para su próximo proyecto universitario, el cual tenía que ver con la conducta social y psicológica de las personas homosexuales.
—Vamos Edward… tomate otro tequila. —Exigió Cecilia, entregándole al muchacho un nuevo trago, junto a una pizca de sal y un trozo de limón.
—Se suponía que debíamos recaudar información sobre el comportamiento social de los homosexuales no embriagarnos. —Edward había accedido a beber unos cuantos tragos, al recordar las palabras que Garrett le había dicho sobre tolerar mejor el licor que los humanos, pero la realidad era que con tan solo cuatro tragos el vampiro se encontraba mareado y viendo visiones, ya que creyó haber visto entre las personas que iban y venían a Niklaus Mikaelson un par de veces.
—Vamos Edward… tenemos tiempo para eso, disfruta de la noche. —Acotó José, pensando en darse un poco de valor entre trago y trago para sincerarse con el vampiro y decirle lo que realmente sentía por él.
—Yo ya me quiero ir de este asqueroso lugar. —Espetó Dylan ocultándose entre unos lentes oscuros y una gorra, tratando de pasar desapercibido.
—Ya cállate Dylan, haz pasado toda la noche refunfuñando por todo y oculto como si estuvieses cometiendo un crimen, yo soy hetero y estoy muy seguro de mi sexualidad, tanto que me importa un cacahuate que me vean en un bar gay, yo sé lo que soy y lo que me gusta… punto. —Tanto Cecilia como José aplaudieron las certeras palabras de David, alzando sus tragos para brindar.
—Salud. —Edward no le quedó otra opción que brindar con ellos, empinando el vaso para luego beber el tequila de un solo trago.
“Por lo menos en algo tenía razón el policía” Pensó Edward arrugando la cara. “El alcohol ayuda a mitigar la sed de sangre” Tosió y sonrió igual que todos ante el fuerte golpe de alcohol en su garganta, siendo Cecilia quien pidiera otra ronda al barman—. ¡Ya basta, por favor!... ya no puedo beber más. —Al decir aquello, vio el rostro de Klaus reflejado en el espejo de la vitrina de licores frente a él y detrás del barman.
“Te regalaré un poco de humanidad” Edward volteó la cara en busca del hibrido, pero solo encontró a un grupo de jóvenes bailando y divirtiéndose detrás de él.
—¿Edward?... ¿Pasa algo?... —preguntó José, tomándole de la mano.
—Aamm… no, nada. —Sonrió levemente, tratando de restarle importancia a lo ocurrido.
—¿Quieres bailar? —Apretó la mano del apuesto joven de cabellos cobrizos y ojos ámbar, el cual la apartó con sutileza, intentando no ser tan grosero con el fotógrafo.
—Aamm… tengo dos pies izquierdos. —Mintió recordando lo que solía decir Bella cuando la sacaban a bailar o ante sus torpezas cuando era humana.
—Y yo dos derechos, así completamos el par. —Rió, mirando a todos los presentes, quienes ya se habían dado cuenta de las intenciones de José para con su compañero de clases.
—Mmm… ahora vuelvo. —Edward se incorporó de su asiento en busca del baño, sacando su teléfono celular, encontrando diez llamadas perdidas y más de vente mensajes de texto de parte de Christian. “¿Esto es real?” Se preguntó mentalmente el vampiro al ver lo intenso e hincha bolas que podría llegar a ser el magnate. —Debes aprender a controlarte, Christian. —Acotó, omitiendo los mensajes y las llamadas de su pareja, realizándole una al mejor amigo de su padre.
—Teniente Hampshire, al habla. —Edward se recostó de la pared donde varios chicos hacían cola para entrar al baño, respondiendo a la contestación de Garrett.
—Hola, oficial… es Edward. —Se hizo un incómodo silencio por unos cuantos segundos, siendo el mareado vampiro quien hablara—. ¿Aló?... ¿Garrett?... ¿Estas allí?
—Sí, aquí estoy, Eddy… ¡Vaya, esto sí que me ha sorprendido! —Argumentó el policía—. ¿A qué debo el honor de tan inesperada llamada? —A lo que el vampiro respondió, corriéndose como lo hacían todos en la cola, acercándose cada vez más al baño.
—Lamento importunarte, pero es que creo que hay algo malo en mí. —Garrett sonrió acotando a continuación.
—¿Al fin te distes cuenta que eres gay y quieres salir de closet con un homosexual experto? —Edward frunció el ceño.
—No seas idiota, Garrett. —Aquello hizo reír al policía—. Veras, estoy con unos amigos y les acepté unos tequila. —Siguió caminando en la larga cola hacia el baño—. Solo fueron cuatro tragos y siento como si me hubiese bebido cuatro botellas. —Aquello hizo reír aún más a Garrett, acotando a continuación.
—¿Alguna vez bebiste cuando eras humano? —Edward le respondió que jamás había bebido un trago de alcohol en su vida—. ¿Y comenzaste con tequila?... No te gusta ir por las ramas, ¿eh?... primero Christian y ahora el tequila. —El joven vampiro le preguntó qué a que se refería—. Bueno, Edward… que de virgen pasaste a la sodomización y el sexo duro, y de la abstemia al tequila, se comienza primero con el plato liviano y el alcohol más suave, amigo mío. —El vampiro no dijo nada, posándose frente a la puerta del baño, esperando su turno—. A lo mejor haz tenido una reacción al tequila… ¡quién sabe! —El chico miró hacia donde se encontraban sus compañeros de proyecto, observando al barman que les servía otra ronda de tragos, percatándose de que se trataba de Niklaus, el cual volvió a susurrar en su cabeza.
“Un poco de humanidad” Aquellas palabras se repitieron como un eco en su mente, sobresaltándose al tropezar con el muchacho que salió del baño público, disculpándose por su torpeza.
“Estoy enloqueciendo” Se dijo así mismo el vampiro, introduciéndose en el cuarto de baño, preguntándole al policía—. ¿El señor Mikaelson se encuentra aun en Seattle? —Garrett le respondió que Nick había regresado a Nueva Orleans ayer por la tarde—. Gracias… hablamos luego. —Concluyó la llamada mientras se miraba fijamente en el espejo, recordando las palabras que le había dicho el hibrido horas después de la contienda en contra de Victoria.
—Aunque no te lo merezcas te daré un obsequio, lector de almas. —Edward sabía que había algo más, algo que no recordaba, algo que había enterrado en su subconsciente y que no lograba traer de vuelta a su conciencia, arrojándose un poco de agua fría a la cara, golpeándose insistentemente la cabeza, escuchando una vez más la voz de Klaus en su mente. “De ahora en adelante podrás… podrás… de ahora en adelante… de ahora en adelante podrás…” Era lo único que regresaba una y otra vez a su cabeza, sintiendo que enloquecería.
—¿Qué me has hecho, Klaus?... ¿Qué me estás haciendo? —preguntó como si el híbrido pudiese escucharle, observando su teléfono celular vibrar sobre la superficie de mármol del baño, percatándose de que se trataba de Christian—. ¡Hola!... Sé lo que vas a decir… —El magnate no le permitió decir nada más al respecto, preguntándole de mala gana.
—¿Dónde has estado en las últimas ocho horas, Edward Anthony Cullen?... temí que tu teléfono explotara ante tantas llamadas y tantos mensajes…
—Estuvo a punto. —Respondió intentando sonar gracioso, lo que por supuesto cabreó aún más a Christian.
—¿Acaso debo reírme ante eso?... —Edward respondió que no debía hacerlo—. ¿Esta es la relación que quieres tener conmigo? —El chico no dijo absolutamente nada—. Te recuerdo que fuiste tú quien le puso el nombre de noviazgo, ¿Acaso sabes lo que esa palabra implica? —Los golpes en la puerta sobresaltaron al vampiro, saliendo rápidamente del cuarto de baño, mientras Christian proseguía—. Al parecer no, Edward y me duele enormemente que juegues así conmigo.
—No estoy jugando contigo, Christ. Es solo que tenemos otro proyecto y mis compañeros de clase y yo nos reunimos…
—¿En un club?... Porqué escucho música de fondo… ¿Dime en dónde demonios te encuentras para ir por ti?
—No es necesario, Christ… en serio… ya voy para allá. —Pero justo en aquel momento José se le acercó, ofreciéndole otro trago.
—¿En dónde te habías metido, Eddy?... ¡Ten!... toma otro trago. —Edward no pudo verlo, pero pudo imaginar la cara de Christian al escucharle hablar.
—¿Acaso estas en un club nocturno con el fotógrafo? —Edward tomó el trago, empinándoselo de un solo golpe, respondiéndole a su pareja.
—Hablamos en casa. —Culminó la llamada, notificándole a José—. Debo irme. —Le entregó el pequeño vaso de vidrio ya vacío.
—No por favor… la noche es joven, Edward. —Pero el vampiro simplemente se acercó a la barra en donde había estado compartiendo con sus amigos, disculpándose con cada uno de los presentes, notificándoles que debía marcharse, al sentirse algo mareado, dejando una considerable cantidad de dinero para pagar la cuenta, comenzando a caminar entre aquel mar de gente, seguido muy de cerca por el insistente fotógrafo, haciendo suspirar pesadamente al estudiante de psicología, intentando controlarse.
—¿Edward?... espera… —Entre las diversas personas veía celajes del rostro de Klaus por doquier, atribuyéndoselo a su estado de embriagues, ya que Garrett le había notificado que el hibrido no se encontraba en Seattle—. ¡Edward! —El vampiro salió del club nocturno, sintiendo como el joven latino le aferró del brazo, deteniendo su apresurada huida.
—Debo irme, José… ¡por favor!… debes entenderme. —Pero el fotógrafo parecía ir decidido a todo, apresando el rostro del muchacho con ambas manos, depositando un impropio beso en sus delgados labios, consiguiendo que Edward lo empujara, cayendo sobre varios contenedores de basura, dándole la posibilidad al vampiro para marcharse, encontrándose de frente con el Audi spider de Christian, el cual salió del auto hecho un toro, aferrando a Edward por el brazo.
—Eso era lo que tú querías… ¿Cierto?... ¡Que ese bastardo te besara!... —El vampiro palideció más de la cuenta, sintiendo que el estómago le daba un vuelco de ciento ochenta grados, comenzando a sentir nauseas—. Sabía que ese muchacho estaba enamorado de ti, pero como siempre soy yo el que ve fantasmas donde no los hay… ¿No es así? —El embriagado muchacho inclinó su cuerpo hacía delante, justo cuando Christian le exigió que le viera a la cara, recibiendo de Edward una inesperada regurgitación de su parte, bañando todos sus zapatos de alcohol a medio procesar—. Esto no me puede estar pasando.
Taylor acortó distancia entre ambos hombres, intentando apartar al muchacho de su jefe, asistiéndole ante lo mal que el joven se encontraba, extendiéndole un pañuelo a Christian para que aseara sus zapatos, arrebatándoselo de mala gana, a punto de ir a romperle la cara al fotógrafo, el cual era asistido por un grupo de personas que pretendía ayudarle.
—Christian, por favor… vámonos. —El ruego de Edward detuvo aquel arrebato de furia—. No es bueno para ti que te vean en este lugar… por favor, regresemos a casa. —Suspiró para controlar la rabia que lo embargaba, introduciéndose en la parte trasera del auto, en donde el vampiro mantuvo sus ojos cerrados y con la cabeza recostada hacía atrás sobre el espalda del asiento.
—Ven aquí. —Tomó a Edward por el cuello, incitándolo a recostar la cabeza sobre sus piernas, ordenándole a Taylor que los llevará de regreso a casa, mientras pasaba los dedos por el cobrizo cabello del vampiro, lo que por supuesto Edward sintió bastante placentero—. ¿Te sientes un poco mejor después de haberme ensuciado los zapatos? —El chico no dijo nada, simplemente se aferró de sus piernas escondiendo el rostro entre ellas.
Así estuvieron durante todo el trayecto a casa, sin decir ni una sola palabra, aunque la mente de Christian no paró de maldecir al joven fotógrafo, y de maquinar cosas en contra del pobre chico, ya que José no tenía ni las más remota idea de a quien se estaba enfrentando, sin saber que el apuesto chico que le había cautivado era pareja del ex de su amiga Anastasia y uno de los hombres más influyentes y poderosos de los Estados Unidos.
Llegaron a casa y entre Taylor y Christian ayudaron al mareado vampiro a subir al ascensor, acompañándoles hasta la sala, retirándose a sabiendas de la retahíla de reproches que el magnate se estaba conteniendo, deseándoles buenas noches a ambos caballeros, bajando nuevamente por el aparato mecánico.
—Se lo que vas a decir, Christian.
—Si es así entonces retírate porque ya no tengo nada más que decir… —Edward se aferró del barandal de las escaleras, observando como el magnate tomó asiento frente al piano, descubriendo las teclas—. Hoy duermes en tu alcoba, Edward. —El mareado y triste vampiro no dijo nada al respecto, ya que supo perfectamente que se merecía no solo la rabia de Christian, sino todo su desprecio—. Buenas noches. —Comenzó a tocar una de sus tétricas melodías, esas que parecían calmarlo y al mismo tiempo expresar como se sentía, demostrándole al chico cuanto le había afectado su actitud.
“Lo siento tanto, Christ” Sintió unas intensas ganas de llorar, subiendo rápidamente hasta su recámara, deteniéndose al sentir como un par de lágrimas rodaron por sus mejillas, limpiándolas con total asombro—. Esto no puede estar pasando. —Refregó sus ojos, sintiendo la humedad en ellos, sin poder creer que estaba llorando—. Es imposible. —La opresión en su pecho terminó haciendo lo suyo, logrando que el joven inmortal llorara hecho un mohín sobre la cama, dejando que su recién restaurada humanidad le permitiera desahogarse ante lo mal que se encontraba al haber cabreado de aquel modo a Christian, prefiriendo su irá a su silencio, sintiéndose ignorado por el hombre que lo había cautivado—. Lo siento en verdad, Chist… por favor perdóname. —Y mientras que el magnate dejó que la música hablara por él y demostrara todo su dolor en forma de melodía, Edward lo hizo ahogado en un mar de lágrimas al sentir como cada nota musical se clavaba en lo más profundo de su corazón, como dagas afiladas que desgarraban su alma, dándole a entender que en efecto tenía una.
Los minutos pasaron, el dolor de ambos se intensificó y la música resonó por largo rato hasta que Christian no pudo tocar una nota más, desplomándose sobre el sofá, cansado de tanto divagar sobre qué hacer ante su primera disputa de novios, mientras que el vampiro dejó que el poder mental de Klaus terminara de despertar su humanidad perdida, escuchando al fin en el interior de su cabeza, lo que el híbrido había implantado en su subconsciente cognitivo, antes de quedarse dormido.
“De ahora en adelante podrás llorar, comer, dormir y ser un poco más… humano, Edward… tú señor Niklaus te lo permite a partir de este momento y para siempre”
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Carlisle se encontraba a unos cuantos metros de distancia de la casa, contemplando la oscuridad de la noche, en donde tan solo un vampiro como él podría apreciar la detallada belleza de la vida nocturna en el bosque, percatándose del acecho de una enorme lechuza a la espera de que algún roedor dejara su madriguera, mientras que una enorme araña intentaba restaurar su telaraña muy cerca de un nido abandonado, en donde solo se apreciaban restos de cascarones vacíos que dejaron los polluelos al nacer o los residuos de algún posible depredador.
Solía realizar aquel ritual cada vez que terminaba una difícil cirugía en la que el paciente había estado a punto de fallecer, sintiéndose dichoso de haberle ganado nuevamente a la muerte, aunque él doctor Cullen no siempre triunfaba, perdiendo muchas contiendas en el quirófano.
—¿Carlisle?... —Llamó Emmett a su padre, acercándose con sigilo hacía él, logrando que el aludido volteara a verle—. Sam y la hermana del enano se marcharon—. El doctor Cullen asintió—. Dijeron que volverían después de asearse y comer. —El corpulento vampiro se posó a su lado, mirando a la distancia—. Traerán a la madre del cachorro, así que será mejor que me vaya antes de que esa señora, y los indeseables lleguen.
—Los indeseables no vendrán, hermanito. —Acotó Alice acercándose a ellos, después de haber aseado toda la improvisada mesa de operaciones, y recostar al chicuelo en el cuarto de Edward—. Llamé a Jasper y no vendrán hasta el amanecer. —Aquello hizo fruncir el ceño del corpulento vampiro, imaginando a su esposa revolcándose de lo lindo con Jasper en la cabaña que ambos esposos habían compartido en el pasado—. No pongas esa cara, hermanito. —Saltó a sus brazos, llenándole la cara de besitos—. Ellos jamás han intimado.
—¿Tú que sabes?... ¿Acaso le olías la verga al flaco para saber si había follado con ella o no? —Carlisle bajó la mirada, intentando no reír ante las soeces palabras de su hijo pródigo.
—No, tontito… sé muy bien que es así… Sabes que veo el futuro. —Emmett bufó por la nariz.
—El wifi te falla cerca de los lobos… a lo mejor en Seattle echaron su primer polvo y tú ni enterada. —Alice se apartó de él, golpeándole el pecho.
—Claro que no, boca sucia… puedes preguntarle a Edward, él nunca vio en sus mentes algún indicio de que Rosalie y Jasper haya…
— …Ya, ya… da igual… esos bastardos andaban juntos y si eso a ti te da igual a mi no. —Interrumpió Emmett de muy mal humor—. Y no pienso hablarle a ese maldito traicionero de Edward. —Carlisle puso su mano derecha sobre el hombro de su enajenado hijo.
—No digas esas cosas, Emmett… Si a alguien debes culpar por su silencio es a mí, yo les pedí que no dijeran nada. —El asombrado y al mismo tiempo molesto vampiro sacudió la mano de su padre, fulminándole con la mirada.
—¿Por qué Carlisle?... ¿Por qué quisiste mantenerme engañado durante tanto tiempo?... —A lo que Esme respondió, saliendo junto con Bella de entre los árboles que rodeaban la casa, regresando después de haberle entregado la cabaña prometida tanto a Jacob como a Leila, quienes quedaron encantados con la vivienda.
—Porque no queríamos que sufrieras, mi niño grandote y bello. —Emmett volvió a bufar por la nariz, apartándose de todos los presentes.
—Pues te falló, Esme… porque estoy sufriendo. —Golpeó con fuerza su pecho—. Me está doliendo aquí… aquí en el maldito pecho y no puedo quitarme esta rabia y está decepción que mastica mis entrañas, y eso hace que les odie. —La maternal mujer intentó aferrar su iracundo rostro, pero el vampiro se lo prohibió, apartándose de ella.
—No digas eso mi pequeño sasquatch. —Tanto Alice como Bella se vieron a las caras, sonriendo ante lo tierna que intentaba ser su madre con todos ellos, inventándoles apodos cariñosos que hicieran alusión a la personalidad de cada uno de los integrantes de la familia—. Mírame, mi lindo, por favor. —Si algo no podía resistir el grandote, eran las muestras de afecto de su madre, permitiéndole tomarle del rostro—. Yo tenía fe en que Rosalie recapacitara y dejara ese pervertido juego entre ella y su hermano adoptivo pero… —Emmett le interrumpió.
— …¿Qué recapacitara?... ¿entonces solo era cuestión de tiempo para cubrirle la fechoría a Rosalie y que toda su traición quedara oculta bajo mis ojos mientras yo seguía batiendo la leche de Jasper dentro del tazón de cereal de mi esposa? —Carlisle cubrió su rostro, siendo ambas hermanas las que soltaran una carcajada, mientras Esme lidiaba con el hecho de que su atolondrado hijo le acaba de resumir con vulgares palabras que no deseaba fornicar con la mujer que había sido de otro, aunque aquello no fuese del todo cierto.
—No, mi bello… lo que trato de decir es que… —Alice se tensó, poniendo los ojos en blanco, recibiendo una premonición tan clara y vivida, que por unos cuantos segundos, su familia pensó que tenía un ataque epiléptico.
—¡Edward! —Vio a su hermano inerte sobre la cama, mientras Christian lloraba a su lado, sacudiéndolo incontrolablemente, intentando despertarle—. Algo va a pasar… debes regresar a Seattle, padre. —Alice vio en su premonición como Christian intentaba contactar a Carlisle por teléfono, notificándole al vampiro lo sucedido entre lágrimas y ruegos—. Llama a Garrett… dile que te asista. —Dejó de percibir imágenes mentales sobre lo que iba a suceder, mirando al líder del clan Cullen—. Esto ha sido obra de Klaus… Eddy te necesita… ve con él.
Y mientras Carlisle corrió a buscar su auto para regresar a Seattle, Esme le exigía una explicación a Alice de lo que había visto sobre su hijo, logrando que Emmett se olvidara por completo de todo el odio que había despotricando en contra de Edward, escuchando lo que su hermana tenía que decirles, demostrándoles que a pesar de todo, aún lo apreciaba.
 
Notas finales:

Lamento mucho la tardanza... un mes sin actualizar... espero que alguien siga allí esperando mis capítulos.


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