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Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola! <3

 

Narra Johann

-Me pica…-escuché la queja desesperada de Daniel

-Ya voy, ya voy-le avisé desde el baño. Me encontraba llenando un pequeño traste de plástico con agua tibia para después diluir un poco de manzanilla en él. Como Daniel no podía recibir ningún tipo de analgésico para el dolor que se generaba después de la cirugía ni inhibidores para la sensación de picazón, los remedios caseros eran la mejor opción por el momento.

La cirugía había salido muy bien, pero ahora tocaba la parte complicada que era el cuidado posterior.

La primera semana era la más compleja, aunque la recuperación tomaba aproximadamente un mes. Y por ahora, las únicas molestias que Daniel presentaba era la picazón que se generaba en la zona donde estaban los puntos y la hinchazón del área; afortunadamente, cuando el área llegaba a punzar o a dolerle, la mejor solución era dormir y a él no le estaba costando conciliar el sueño en esos momentos.

Apenas llevaba 3 días, pero los retos se presentaban a cada momento

-Está listo-avisé mientras cerraba la llave del agua caliente y empezaba a revolver la manzanilla. Salí del baño y vi a Daniel retorciéndose en la cama; no la estaba pasando bien-Estás haciendo un gran esfuerzo en no rascarte a pesar de que quieres hacerlo-lo felicité-Si continuamos así, en unos dos días más la molesta sensación desaparecerá, no te preocupes-me senté a su lado

-Agh-Daniel se quejó y continuó retorciéndose

-Quieto, tranquilo. Esto va a sentirse bien-con una mano sostuve el traste de plástico y con la otra tomé un brazo de Daniel. Casi de inmediato, dejó de retorcerse para voltear a verme-No te muevas, voy a quitarte el parche y te pondré el paño con manzanilla-le avisé y continué.

Retiré con mucho cuidado el parche y lo primero que vi fue el área amoratada e hinchada; solo si se prestaba la debía atención, se notaban los puntos que se le habían hecho en la parte superior del párpado. De inmediato mojé una punta del paño en el agua con manzanilla y después, con toques muy leves, fui tanteando el párpado

-¿Se siente bien? El efecto es casi inmediato-le dije y sonreí cuando lo vi asentir y suspirar con alivio-Ya le expliqué este procedimiento a Sean para que la próxima semana él lo haga si es que te sigue dando comezón-continué dándole leves toques hasta que Daniel me dijo que ya se encontraba mejor-Ahora voy a aplicarte las gotas y después te dejaré descansar-Daniel asintió medio adormilado y continué realizando mi trabajo.

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Narra Sean

Lunes.

Froté una última vez la toalla contra mi cabello y por fin quedó seco. Colgué la toalla en el soporte del baño para que se secara en el transcurso del día y empecé a vestirme.

Faltaban 15 minutos para las 7 de la mañana y era lunes, esos datos me confirmaban que la semana sin el enfermero Johann apenas estaba comenzando y tenía que admitirlo, me encontraba nervioso. Durante el transcurso de la semana anterior me había asegurado de preguntarle sobre cada uno de los cuidados que Daniel necesitaba y hasta el momento, me sabía de memoria todos los alimentos que podía consumir, sabía cómo y cuánto prepararle y también sabía los cuidados que su piel necesitaba. De igual manera, me aseguré de preguntar sobre los cuidados de su ojo y por un momento me pareció que hostigué a Johann con tanta pregunta porque cuando me pareció que llegó a su límite de mis inquietudes, dijo:

-Tranquilo, ya he platicado con Daniel y le he dado algunas recomendaciones. Además, he clasificado todos los utensilios en los cajones que Daniel ya conoce, esta semana le servirá para practicar y evaluar su autosuficiencia. Si él necesita ayuda con algún otro asunto, le pedí que no dudara ni un segundo en decírtelo a la brevedad-

Suspiré.

Siempre lo pensaba y ahora lo reafirmaba, Johann resultaba ser una gran ayuda.

Justo en esos momentos, aunque continuaba vistiéndome, me sentía paralizado; no sabía por dónde debía comenzar y lo importante era que no quería que Daniel se diera cuenta de mis nervios porque tenía que transmitirle seguridad para que su tratamiento continuara.

Terminé de colocarme la playera y salí de la habitación. Bajé de dos en dos los escalones y caminé rumbo a la habitación de Daniel. Antes de ingresar, respiré profundamente y después me decidí en entreabrir la puerta

-¿Daniel?-me asomé.

Su habitación todavía se encontraba a oscuras y solo conseguí notar el bulto sobre la cama

-¿Daniel?-repetí, pero como no noté movimiento de su parte, quería decir que continuaba dormido. Aún era temprano, así que todavía tenía tiempo para terminar con algunas cosas para que después pudiera dedicarme al 100% a él.

Decidí encender la televisión de la sala y estuve haciendo zapping hasta que encontré un canal de películas que dejé a volumen medio para que la sala se llenara con un poco de sonido. Parecía increíble, pero me había acostumbrado a escuchar la música que Johann le ponía a Daniel durante todo el día; así que los días que él no iba, a mi parecer, la casa se encontraba demasiado silenciosa, por lo que la televisión resultaba ser un gran aliado, aunque ni Daniel ni yo le estuviéramos prestando atención.

Me dirigí a la cocina para preparar mi café y mientras esperaba a que la cafetera hiciera su trabajo, en mi celular empecé a revisar algunos correos y a responder otros que provenían de Maxim.

Él me mantenía al tanto de cada trabajo o misión que realizaba individualmente o junto a Heinz, aunque yo no se lo pedía y era información que no me importaba, no podía decirle que dejara de hacerlo porque, además, me enviaba información de los laboratorios que encontraba a su paso. En algunos casos la información era superficial, pero en otras me sorprendía por lo detallada que resultaba ser.

La cafetera terminó con la filtración del café al mismo tiempo en que yo terminaba de leer el correo que Maxim me había enviado durante la madrugada.

Espero que la información de esta semana te sirva. Estamos en contacto.

P.D. ¿Cómo se encuentra Dany?

Suspiré y empecé a redactar en menos de 100 palabras que Daniel había salido bien de la cirugía que tuvo en el ojo derecho y que la recuperación sería de un mes.

Envié el correo y dejé el celular a un lado para servir mi café.

En cada correo que Maxim me enviaba, no se le pasaba preguntar sobre el estado de Daniel e incluso me consultaba sobre Benedict, Lucy, James y Tomás; él de verdad que era alguien muy atento con las personas que le importaban. Por supuesto que también preguntaba sobre cómo me encontraba, pero siempre le respondía con un “Estoy bien” y siempre me respondía “Espero que así sea, idiota”.

Otro asunto que tratábamos y bastante, era sobre la ubicación “desconocida” de August.

Desconocida para Maxim y para los demás, pero no para mí.

August y yo también nos manteníamos en contacto. Él fue quien primero se puso en contacto conmigo y con tan solo unas cuantas líneas que me escribió, consiguió ponerme en alerta porque al parecer, estaba buscando a los responsables de la muerte de Ana; y no solo a los que habían realizado la emboscada, sino que también a los que planearon todo.

A la primera oportunidad que tuve, le pedí que se mantuviera tranquilo y le prometí que iba a ayudarlo. Así que ese también era otro asunto que estaba tratando además de encontrar a los responsables de todo el daño que le hicieron a Daniel.

Por esa razón August me había mandado un correo, porque sabía que yo tampoco olvidaba y, además, porque lo entendía.

Terminé con el café y lavé todo lo que había utilizado. Después decidí comerme una manzana y a la tercera mordida que le di, escuché un estornudo; al parecer Daniel había despertado.

Con manzana en mano, me dirigí hacia su habitación.

Volví a entreabrir la puerta y me asomé al interior.

Lo primero que vi fue la silueta de Daniel sobre su cama; se encontraba sentado y cuando noté los movimientos sospechosos de sus manos, decidí interferir

-No te toques-entré por completo a la habitación y noté su sobresalto-Perdón, no quise asustarte-disimulé mi sonrisa mientras encendía las luces. Mi atención regresó a Daniel y lo encontré sonriéndome

-Hola…-me saludó en voz baja. Fue muy notable el tono de recién despertado

-Hola-le regresé el saludo y me acerqué a su cama-¿Te está doliendo?-tomé su mano cuando noté el nuevo reflejo que tenía al querer frotarse el párpado

-Tengo comezón-me habló con su ojo sano cerrado; no le tomó mucho tiempo entreabrirlo

-¿Quieres que te limpie con la manzanilla?-ofrecí, pero negó

-Todas las mañanas me molesta, después se quita-dijo mientras elevaba ambos hombros-Acuéstate conmigo. Hoy no viene Johann-cambió radicalmente de tema y a pesar de que era yo quien lo estaba sujetando, sentí una débil presión a mi mano y un pequeño jalón hacia él. Le sonreí mientras colocaba una rodilla sobre su cama y me dejé atraer por él.

Me acosté a su lado y con lentitud, conseguimos entrelazar los dedos de nuestras manos.

Cada noche, justo después de que Johann terminaba su turno, me quedaba en la habitación de Daniel y pasábamos media o una hora platicando hasta que a Daniel le ganaba el sueño; y solo hasta ese momento, me retiraba. Nuestras pláticas eran de temas variados, pero casi siempre iban enfocadas sobre lo que había hecho junto a Johann o de lo que habían platicado a lo largo del día. Gracias a Daniel, sentía que conocía en profundidad a Johann a pesar de que nosotros no intercambiáramos más palabras que las necesarias.

Las preguntas de Daniel eran muchas y mis respuestas eran pocas o vagas, al principio era al revés porque era yo quien quería saber sobre todo lo que había vivido en los laboratorios, pero él siempre respondía que no quería hablar sobre ello. Como respeté y comprendí su decisión, ahora quien guiaba los temas de conversación, era Daniel.

Ambos estábamos dejando los temas que nos provocaban incertidumbre, pero era un acuerdo mutuo. Daniel fue el primero quien pidió no hablar sobre lo que había pasado en los laboratorios y aunque mi petición fue la más injusta, porque le pedí que tampoco me preguntara sobre lo que había ocurrido en ese lapso de tiempo, estuvo de acuerdo.

Pero claro, con el asunto de Ana, se agregaba otra cosa más que Daniel desconocía

-¿Cómo dormiste?-le pregunté mientras recargaba mi barbilla en la palma de mi mano para poder observarlo mientras me respondía. Él volvió a recostarse

-Creo que bien-observó hacia donde nuestras manos se encontraban entrelazadas, sobre su abdomen y después sonrió-¿Hoy va a venir Lucy y Tom?-empecé a frotar su pulgar con el mío

-No, vendrán el miércoles. ¿No te has cansado de ellos?-Daniel sonrió con más ganas

-Claro que no-soltó unas cuantas risas-Me gusta cuando vienen…-su mirada regresó a nuestras manos. No mencioné nada porque si lo hacía, no sería para decir algo positivo ya que a mí no me gustaba cuando ellos venían. Eran demasiado ruidosos y molestos.

Ambos nos quedamos en silencio mientras frotábamos nuestros dedos y esperábamos a que la habitación se iluminara un poco más gracias a los rayos del sol

-¿Qué vamos a hacer hoy?-murmuró como si la pregunta se tratara de un secreto

-Primero, desayunar-dejé de utilizar mi palma como soporte y dejé caer mi cabeza sobre una almohada que Daniel no estaba utilizando-Después…-hice como si estuviera pensando, pero la verdad era que tenía varias opciones porque me había dedicado en seguir el consejo de Johann.

Él me había dicho que iba a ser complicado regresar a Daniel a la cama porque últimamente quería caminar de un lado a otro y saber aquello, me dio varias ideas. Pero después me dijo que se podía hacer de todo, menos, exponerlo durante demasiado tiempo en la intemperie; así que la opción de salir y dar un paseo por el vecindario, quedó descartada desde un principio, por lo que tenía que ingeniármelas para entretenernos dentro de casa

-Johann me platicó que querías conocer las habitaciones del segundo piso-propuse, aunque no estaba muy seguro de esa idea porque no me parecía tan atractiva-Puedo ayudarte…-

-Sí-Daniel se enderezó-Quiero conocer tu habitación-

-¿Mi habitación?-también me enderecé-¿Por qué? No tiene nada fuera de lo común-con mi mano libre y utilizando solo mi dedo índice, empecé a delinear sus muy expuestas clavículas-Además, tu habitación está mucho mejor decorada que la mía-continué delineando sus clavículas mientras daba un vistazo a su habitación hasta que recordé un dato que podría interesarle-Pero creo que hay algo que puede llamar tu atención-quise hablar con un tono de misterio, pero a mi parecer, salió más sugestivo que otra cosa

-¿Qué es?-preguntó con evidente curiosidad. Sonreí de lado.

Daniel nunca captaría ningún tono sugestivo

-Vas a tener que descubrirlo tú mismo-de inmediato, su rostro denotó decepción

-Dime qué es-dio su primer intento. Le sonreí

-Primero vamos a desayunar-dejé en paz sus clavículas

-Sean…-dio su segundo intento, pero lo ignoré

-¿Quieres desayunar aquí o en la cocina?-me levanté de la cama y apagué la luz de la habitación porque ahora el sol nos permitía ver con claridad. Observé a Daniel y lo encontré con los brazos medio cruzados porque las vendas en sus muñecas se lo impedían. Volví a sonreírle-¿Qué?-

-No me gusta cuando me dejes con la duda-se quejó

-Si nos apresuramos, te la vas a quitar de inmediato-suspiró y apartó su mirada

-Quiero desayunar en la cocina-

-Entonces ven, te ayudo-de nuevo me acerqué a su cama y tuve la intención de tomarlo del antebrazo, pero él evitó el contacto

-Yo puedo levantarme-de inmediato puse distancia entre los dos, pero me mantuve atento. Daniel primero se despojó de sus mantas y, poco a poco, consiguió levantarse de la cama-Voy al baño-dijo mientras, a pasos cortos, pero seguros, pasaba a mi lado rumbo al baño.

Lo único que pude hacer, fue observarlo hasta que consiguió cerrar la puerta del baño a sus espaldas

-Te espero aquí. Dime si necesitas ayuda ¿De acuerdo?-me recargué a un lado de la puerta-¿Daniel?-

-¡Sí!-respondió desde el interior con un ligero toque de irritación.

Johann tenía razón. Daniel empezaba a hastiarse del acompañamiento y cada vez prefería quedarse a solas o hacer lo básico por sí mismo. Lo comprendía porque desde siempre estaba acostumbrado a pasar el tiempo solo y de seguro, quería que todos esos cuidados se terminaran cuanto antes.

Esperé con paciencia hasta que salió del baño

-¿Todo bien?-le sonreí

-Sí…-

-Vamos a desayunar-le ofrecí mi brazo y entrelazó el suyo con el mío.

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-Solo faltan 3 escalones ¿Quieres que te cargue?-ofrecí al ver el ligero brillo en su frente

-No-respiró profundamente-Puedo hacerlo-pasó saliva con demasiado esfuerzo y en medio de tambaleos, consiguió subir otros dos escalones, pero todavía le quedaba uno; el último.

Tan solo eran 24 escalones, pero Daniel se veía realmente fatigado. Como en todo, el inicio había sido estupendo, pero desde el escalón número 16, su ritmo estuvo bajando gradualmente. Todo el tiempo me mantuve a su lado, pero ahora estaba tras de él para evitar alguna caída peligrosa

-Sean, ayúdame-me dio su mano y creí que quería la ayuda para subir el último escalón, pero no porque solo tomó asiento en el escalón que le faltaba

-¿Tienes nauseas?-me senté a su lado. Daniel colocó su frente sobre sus rodillas, pero noté el movimiento de afirmación-¿Quieres agua?-asintió-Espera aquí. No te muevas-le indiqué y me apresuré en bajar de dos en dos los escalones.

En la cocina me apresuré a tomar uno de esos vasos de plástico que Johann había comprado para uso exclusivo de Daniel ya que traían incrustado un popote. Lo llené con agua fresca y regresé a la sala, pero cuando observé hacia donde había dejado a Daniel, no lo encontré

-¿Daniel?-de nuevo subí las escaleras y observé el pasillo de un lado al otro, pero no lo vi a la distancia.

Tenía que estar en el segundo piso, no pudo haber bajado tan rápido las escaleras… a menos de que se tratara de una caída.

Me acerqué a la puerta de mi habitación y cuando la noté entreabierta, el alma me regresó al cuerpo. Entré por completo y lo primero que me encontré fue a Daniel recostado sobre mi cama

-Aquí estás-le dije e ingresé por completo para después dejar el vaso con agua sobre mi mesa de noche y tomé asiento a su lado-Excelente truco de magia-Daniel solo me observó durante un momento, sonrió y volvió a cerrar su ojo.

Exhalé y me acosté a su lado.

Nos quedamos en silencio, pero no pude evitar aclarar mi duda

-¿Me engañaste?-pregunté al aire-¿No te sentías mal? ¿Sólo querías que te dejara solo?-

-Sí tengo sed-se enderezó y él se encargó de tomar el vaso para empezar a beber el agua. También me enderecé y lo observé

-Responde-dije y Daniel continuó tomando agua, pero esperé pacientemente hasta que se la terminó

-Quería subir el último escalón por mi cuenta-dijo-Y… no lo sé, sentía que no podía moverme bien contigo observándome…-

Me observó de reojo y de nuevo me dejé caer de espaldas sobre mi cama

-Ya no voy a observarte más-cerré mis ojos, listo para empezar una de mis nuevas “Maneras de molestar a Daniel”

-Solo no lo hagas cuando hago mis intentos patéticos por levantarme-murmuró y ambos nos quedamos en silencio-¿Sean?-continué con los ojos cerrados

-¿Humm?-

-No cierres los ojos ahora-sonreí

-Nunca más los voy a volver a abrirlos-negué

-Sean…-sentí movimiento a mi lado-Será después-me agitó del hombro-¡Sean!-me agitó con un poco más fuerza y reprimí una sonrisa

-¡Jamás voy a volver a verte!-negué con más empeño

-¡Sean!-sentí un muy leve golpe en el pecho y entonces entreabrí uno de mis ojos. Encontré a Daniel observándome-No hagas esto…-abrí por completo ambos ojos

-Tus esfuerzos no son patéticos-me enderecé-Cada acción, por muy pequeña que creas que es, cuenta-lo tomé de la barbilla-Jamás te había escuchado hablar de “Intentos patéticos” ¿Por qué estás pensando de esa manera? El Daniel que yo conozco siempre está esforzándose-casi en un santiamén, sus ojos se cristalizaron y evitó mi mirada, pero no solté su barbilla

-Estoy cansado-su boca se transformó en un puchero al intentar reprimir su inminente llanto. Lo abracé y su cuerpo, aún frágil, se amoldó a la perfección con el mío-Quiero caminar sin que estén observando o cuidando cada movimiento que hago. No lo soporto-

-Entiendo-lo tomé de los hombros para que pudiera observarlo y lo encontré con lágrimas en una de sus mejillas. Por sus expresiones, comprendí que esas lágrimas no eran de tristeza, eran de coraje y de impotencia-Tienes que continuar esforzándote ¿Bien?-intenté que nuestras miradas se encontraran, pero Daniel lo evitó y no insistí. Pero de nuevo lo abracé-Tranquilo, esto va a terminar pronto-froté su espalda y lo escuché suspirar profundamente.

Estuvimos de esa manera durante unos cuantos minutos hasta que fue Daniel quien se alejó

-¿Y qué es eso que podría llamar mi atención?-dijo. Observé su rostro y lo encontré con ligeros toques rojos por el reciente llanto silencioso

-Está en mi estudio. Vamos-lo tomé de la mano, pero me soltó

-Yo puedo-

-Bien-suspiré-Lo sé-le sonreí y autónomamente, consiguió llegar al estudio que se encontraba a un lado de mi habitación. Durante ese pequeño trayecto, solo me mantuve alerta y evité hostigarlo con mi presencia. Le di su espacio

-Tienes muchas computadoras-fue lo primero que dijo después de que encendí las luces y me recargaba en el marco de la puerta. Crucé mis brazos a la altura del pecho y lo observé ir de un lado a otro.

Durante varios minutos se entretuvo tocando y leyendo todo lo que estaba a su alcance.

Al principio me pareció bastante curioso su comportamiento, pero después comprendí una cosa; Daniel estaba buscando algo en específico y no conseguí descifrar el qué. Pero estuve seguro de algo, tal vez su cuerpo se encontraba en mal estado, pero su inteligencia, continuaba intacta

-¿Terminaste?-pregunté en tono burlón cuando Daniel ya llevaba cerca de 5 minutos sentado en la silla giratoria que normalmente yo utilizaba para desplazarme por el estudio. Se encontraba leyendo unas hojas que no eran información relevante ni secreta; solo era un manual de servicio a clientes que había sacado hace poco de una caja porque necesitaba modificar algunas configuraciones en el nuevo equipo que había adquirido

-No entiendo nada-dijo mientras dejaba las hojas sobre el escritorio

-Solo son unos manuales, no son de mucha importancia-elevé ambos hombros

-¿Esto es lo que querías mostrarme?-

-No-cerré la puerta a mis espaldas para acercarme a otra puerta que había en el estudio y que nos llevaba a la habitación para invitados. A Daniel no le tomó mucho tiempo llegar a mi lado

-Aquí se han estado quedando Lucy, James y Ben-expliqué-Pero creo que después, tú la vas a querer utilizar-me observó con duda

-¿Por qué lo dices?-abrí la puerta

-Porque va a gustarte-Daniel pasó primero y le seguí.

Observó toda la estancia y yo lo observé a él.

La habitación contaba con lo básico; una cama, un armario y un mueble extra que tenía encima varias cajas que Lucy había traído consigo. Dentro de esas cajas, se encontraba lo que quería enseñarle a Daniel.

Pero no fueron las cajas lo que llamó la atención de Daniel, lo que llamó su atención fue lo que desde un principio supe que le iba a gustar; el balcón

-Desde aquí se ven muchas cosas…-fue lo primero que mencionó mientras recargaba su frente en el vidrio del ventanal que daba la entrada al balcón-¿Ese es un bosque?-me acerqué a su lado y observé hacia donde señalaba

-Es un parque-respondí y quise decirle que el parque tenía una laguna, pero prefería mantenerlo en secreto. Recordarle la palabra bosque y laguna, tal vez no podría ser lo mejor si no quería sacar el tema de nuestro regreso a la fábrica

-Incluso puedo ver el interior de esa casa…-

-Es algo muy común en Alemania. Utilizan arbustos en vez de alguna pared de ladrillo para delimitar su espacio con el vecino-

Ambos nos quedamos durante bastante tiempo observando hacia el exterior. El clima era nublado y hacía frío, por lo que no fue una opción el que saliéramos al balcón, pero Daniel se conformó solo con la vista; le gustó todo lo que nos rodeaba y concluyó que el vecindario era agradable

-Esto es lo que querías mostrarme ¿Verdad? Me gustó mucho-dijo mientras por fin alejaba su frente del ventanal y volteaba a verme-Ya quiero recuperarme y salir-lo abracé por los hombros

-Sabía que esto iba a gustarte, pero no es todo lo que quiero mostrarte-terminé con el contacto y me acerqué a las cajas. Tomé una y la coloqué sobre la cama

-¿Qué es?-Daniel llegó a mi lado

-Ábrela-

No le tomó mucho tiempo acatar lo que le dije.

Y cuando Daniel descubrió el contenido, primero se quedó ensimismado en sus pensamientos, pero después volteó a verme

-Sean…-noté sus ojos llorosos y cuando estuve a punto de preguntarle si le había gustado, él me abrazó.

Pasó sus brazos alrededor de mi abdomen y empezó a llorar.

Quise preguntar del porqué su llanto, pero tal vez se trataba de tantas emociones que estaba teniendo dentro de él y su cuerpo ya no sabía cómo gestionarlas, por lo que el llanto, parecía ser la mejor opción.

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-Johann me lee algunas veces, pero siempre son libros sobre medicina o cosas que no entiendo-sonreí al ver la mueca que Daniel hizo

-Ahora podrás pedirle que te lea lo que a ti te gusta-asintió varias veces mientras continuaba sacando los libros de la caja para, después de leerlos y revisarlos por todas partes, acomodarlos en el estante que había al lado del armario.

Llevábamos cerca de una hora sentados en el piso mientras revisábamos el contenido de las cajas. Se trataba de los libros que Daniel había leído en la fábrica, pero también había algunos que todavía no había leído, así que se encontraba realmente emocionado por empezar a leerlos.

Lucy los había guardado el día que les llamé para alertarlos sobre la inminente invasión del personal del laboratorio a la fábrica. Ella me platicó que no pensó en nada más que resguardar los libros de Daniel y se lo agradecí.

Ver ahora el rostro emocionado de Daniel al leer las sinopsis o al ver con detalle las portadas de cada libro, me hacía sentir bien. Resultaba ser muy gratificante

-Sean, ayúdame-reaccioné cuando vi la mano de Daniel extendida hacia mí

-¿A levantarte?-tomé su mano, pero él negó

-Sostenme-extendió su otra mano y también se la tomé. Hizo un gran esfuerzo, pero consiguió arrodillarse y acercarse a mí

-Gracias-sonrió, besó mi frente y enredó sus brazos en mi cuello-Por todo-murmuró cerca de mi oreja y entonces mis brazos también lo rodearon casi en automático.

La garganta se me hizo un nudo y entonces solo pude frotar su espalda y mecernos de un lado a otro.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! <3


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