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REENCUENTROS por Agatha_Shadiness

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Breve epílogo.

 

Una pequeña nena, de cabellos rubios como el sol, corría presurosa por un campo verde. Lleno de flores coloridas. El mundo tenía un cielo de colores estrambóticos. El pueblo en que vivía tenía casas muy adornadas con diferentes plantas, todas ellas de colores llamativos. La pequeña vestía una manta larga que no llegaba a cubrir sus pies desnudos, gritaba de emoción cargando un pequeño animal que aparentaba ser una rana, tenía enormes ojos negros, una piel verdosa y múltiples patas. Llegó hasta el portal de su pequeña casa, adornada también con flores amarillas muy brillantes.

— ¡Por todo el Valhalla, Tyra, suelta esa cosa!

—Pero mami…

—He dicho que sueltes eso o no entras a la casa.

—Está bien. —Dijo decepcionada dejando su pequeño monstruillo a un costado del camino por el que había llegado.

—Bien, ahora, lávate las manos que estamos a punto de comer. — Su madre caminó hacia la pequeña cocina en donde estaba la mesa servida. Loki, con sus brillantes ojos verdes dejó el plato de su pequeña rubia al frente de la silla que había acondicionado para que fuera más alta que el resto, y así, evitar que su hija terminara tirando la comida fuera de la mesa.

Cuando regresó, Tyra aún se limpiaba las manos sobre su pequeño vestido.

—Mi amor, te he dicho que utilices las telas del baño para secarte.

—Pero mami, así es más rápido… ¿ves? —Le dijo, agitando frente a ella sus manos. Loki se agachó y dio un beso en su frente.

—Vamos, a comer. —Le dijo tomándola entre brazos y subiéndola a la silla.

Tyra aún tenía cuatro años, su estatura era muy alta para ser la de una niña tan pequeña y su fuerza física y habilidad sobrepasaba a la de cualquier criatura de su edad, además, era extremadamente suspicaz e inteligente, pero en cuanto estaba en presencia de su madre se convertía en una pequeña dependiente que esperaba los mimos constantes de Loki.

—Cariño, hay algo que debo decirte. —Le dijo Loki mientras se colocaba también en su silla y comenzaba a comer aquel guiso de verduras y algo de carne, porque a su hija le encantaba.

— ¿Shhhi? —Contestó la pequeña con los cachetes llenos de comida. Un poco del caldo estaba escurriendo por su barbilla, su madre tomó una servilleta y le limpió con cuidado.

—Iremos de viaje a un lugar muy lejano. Tal vez no volvamos a este mundo.

— ¿Eh, pol qué mami?

—Para ver a alguien importante.

— ¿No te gusta aquí?

—Sí, me agrada. Las hechiceras y su pueblo nos han tratado bien todo este tiempo, pero hay alguien a quien quiero ver de nuevo.

— ¿Ya no podré jugar con los bichitos?

—Habrá muchos otros al lugar al que iremos, mi amor.

— ¿Y niños como yo?

—Sí.

—Yo iré donde mami vaya.

—Mañana mismo partiremos. Ya todo está preparado, quiero que esta noche duermas temprano para que estés lista para mañana. Nada de desvelarse cazando bichos ¿ok?

—Ok mami.

Loki limpió una vez más el desastre de su hija y la llevó a dormir. En ese mundo no existía la noche, así que a su pequeña le era difícil conciliar el sueño, utilizando su magia la ayudó a descansar y él mismo se recostó en la cama, abrazándola. Estaba ansioso de que pudieran partir, estaba ansioso por verlo de nuevo.

 

Al día siguiente, Loki y Tyra ingresaron en un amplio salón que era utilizado por las hechiceras para realizar conjuros especiales. En el suelo había unas runas que para Tyra resultaron un montón de garabatos, más, para Loki eran completamente legibles. Las hechiceras, mujeres de avanzada edad, saludaron cortésmente a Loki y le indicaron que se colocara junto a su hija al centro del círculo de runas.

—Recuerda, Loki, una vez que estés del otro lado, ya no habrá marcha atrás, no podremos revertirlo, ¿estás seguro?; ten en cuenta que llevas a tu hija contigo.

—Completamente, Agne. —Contestó Loki a la mujer de ojos oscuros. Las hechiceras eran todas de piel grisácea y ojos negros como la noche, pero sus cabellos, que cubrían con una amplia capucha que continuaba en sus túnicas oscuras, se ocultaban detrás de esta. Parecían elfos oscuros, pero estas no poseían ni los rasgos ni las orejas puntiagudas. Loki les sonrió tranquilo. —Gracias, por todo lo que hacen por nosotros.

—No tienes que agradecer, sólo sé feliz con el hombre al que has elegido.

En realidad las hechiceras eran seres nobles y bondadosos y habían estado felices de recibir al hijo de Frigga, aquella joven Aesir a la que tanto amaban por haber sido su hija muchos siglos atrás. Le habían hablado de un hechizo que eran capaces de hacer, en el que podían llevarlos a él y su hija a una línea temporal alterna, pero sin posibilidad de retornar. Así, Loki estuvo largos años investigando si ese hechizo era capaz de resolver el problema de la destrucción de líneas temporales alternas. Y descubrió algo importante: con las runas adecuadas él y su hija podrían “mudarse” de dimensión, sin alterar el orden del tiempo. Pero, para lograrlo primero debería eliminar su presencia en la actual línea temporal. Por tanto, Loki debía estar dispuesto a desaparecer de ese mundo por siempre, para vivir en el de Thor. Durante un tiempo, Loki se dedicó a buscar las runas por los mundos que las hechiceras le informaban. Dejando unas temporadas a Tyra encargada con las brujas. Así, el tiempo en que ella había crecido fue suficiente para que Loki reuniera los elementos necesarios. Con las runas sobre el piso y las marcas adecuadas, Loki sinceró su corazón y tomó entre sus brazos a su pequeña.

—Estoy listo. Tyra, mi amor, cierra tus ojos, mami y Agne van a hacer un hechizo.

— ¿Va a doler?

—Prometo que no dolerá nada.

—Adiós, Loki. —Le dijo la hechicera, por respuesta obtuvo una sonrisa de felicidad y esperanza.

—Adiós, Agne.

Y la niña cerró los ojos, Loki aprovechó para iniciar el hechizo y Agne, utilizando su poder continuó con la tarea del pelinegro, una serie de círculos mágicos de color dorado emergieron de las runas y los encerraron, crepitando con vehemencia sobre ellos. Tyra se escondió entre los brazos de su padre lo mejor que pudo. Loki soportó los aguijonazos de dolor que la magia le provocaba.

Un estruendo apagó las luces de ese mundo. Loki y su hija habían desaparecido, para siempre.

 

 

 

 

 

El cielo de Midgar ese día era muy rojo. Como si estuviera triste. Tan triste como él. Thor había dejado a los guardianes de la galaxia un año atrás y se había asentado en el nuevo Asgard, como le llamaban sus habitantes. Increíblemente, había florecido, tenían una buena economía, un territorio, un gobierno, él había permitido que Valquiria gobernara, aún después de su regreso, y todo iba de maravilla. Thor solo era requerido cuando se trataba de algún problema de seguridad mayor y eso le gustaba, porque tenía la sensación de estar protegiendo a su pueblo. Aunque encontraba la vida agridulce, debido a sus recuerdos, Thor trataba de sonreír y salir adelante. Ese día estaba descansando, después de haber resuelto un problema con una presa de agua en los límites de Asgard cuando observó una luz incandescente que lo segó por un momento. Tuvo la necesidad de llevarse uno de sus antebrazos a sus ojos. Pero de inmediato le llegó un fuerte calor que emanaba de una luz aún más fuerte frente a él. Un estruendo le dijo que algo había pasado. El pasto comenzó a oler a quemado cuando al fin pudo abrir los ojos. Estaba un poco aturdido y su visión era ligeramente desenfocada, pero pudo notar una figura deforme frente a él.

Se incorporó de inmediato, pensando que algo malo iba a suceder, pero no fue así, cuando su vista se aclaró notó que esa figura era la de un ser humano, con el cabello negro como la noche, estaba de espaldas a él y se encorvaba para cubrir algo. De inmediato reconoció la figura, su corazón dio un vuelco en su pecho.

—Lo…—No fue capaz de articular nada, sobre todo cuando, ante su asombro, aquel hombre delgado giró lentamente sobre sus pies y se mostró ante él. Ahí estaba ese bello rostro, esos ojos verdes, esa piel blanca. Y los rebeldes mechones de cabello rizado y negro, que se negaban a obedecer a su dueño y quedarse pulcramente peinados. Finalmente fue capaz de hablar. —Loki.

—Hola…—Le dijo, sonriendo ante la felicidad que sentía de verlo ahí. Thor, alto, con el cabello igual de largo y la barba, con esos ojos bicolor, con esos brazos enormes. Pero había cambiado, de nuevo estaba delgado, en forma, como lo recordaba de mucho atrás. Eso no le importaba. Era su Thor. Y por fin estaba a su lado, otra vez. Loki le sonrió y Thor, por respuesta, corrió como un desalmado para abrazarlo. Soltó una carcajada alegre, no pudo evitarlo, y Thor lo besó, sintiendo un bulto entre ellos.

— ¡Por las barbas de Odín, Loki!, ¿cómo es posible?, amor mío, ¿estoy soñando?

—No lo estás. Soy yo… somos nosotros. —Dijo al tiempo que dejaba que su pequeña hija saliera de entre los brazos.

— ¿Mami, ya llegamos?

— ¿Qué? —Gritó Thor, aún más sorprendido.

—Te presento a Tyra. Tu hija. Si mi amor, ya llegamos, y él, es tu papá.

— ¿Papá Thor? — Dijo la niña, asombrada, extendiéndose un poco entre los brazos de Loki para poder ver con mayor claridad a su padre. — ¡Sí es muy guapo! ¡Te lo dije mami, es como lo soñé!

Thor no pudo evitar llorar de nuevo, tomó a su hija de los brazos de Loki y la abrazó. Emocionado, feliz.

—Gracias, amor mío. Gracias. Pero Loki, cómo, esto no es…

Loki no dejó que Thor siguiera hablando, lo besó con ganas, hasta dejarlo sin aliento. Tyra, entre los brazos de su padre se escondió ahora en el pecho de Thor, avergonzada de su madre.

— ¡Mami, que atrevido!

—Es porque él es el amor de mi vida, hija mía y esto lo verás muy seguido, así que acostúmbrate.

—Pero tú no lo hacías con nadie antes.

—Pero, ahora lo hará conmigo, princesa. —Le dijo Thor, sonriendo con tanta felicidad que sentía que su rostro iba a caerse partido en dos. —Por todo el Valhalla, Loki, ¿cómo es esto posible?

—Te contaré todo. Tyra y yo no iremos a ningún lado y nos gustaría quedarnos.

—Pero, ¿es eso posible?

—Lo es. Hemos renunciado a todo para estar contigo. Porque te amo, bobo.

—Y yo te amo a ti, mi Loki. Cuéntame todo, mientras te llevo a nuestro hogar. Quédense conmigo, por siempre.

—Para eso estoy aquí, gran bobo.

 

Loki besó de nuevo a Thor, quien no dudó en tomarlo entre sus brazos y sonriendo los llevó a ambos a su hogar en el nuevo Asgard, en donde comenzaron una nueva vida juntos, una que estaría llena de alegría, alejada de los pesares del pasado y la soledad que había inundado sus vidas. La cual, ahora, estaba llena del amor que ambos sentían. Y del amor de su pequeña hija.

 

 

FIN

Notas finales:

Gracias por leer.


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