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Sacrificial bull. por Master weasel

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Notas del capitulo:

Aqui el capitulo donde Uraraka conoce a Tsuyu. Es un capitulo largo, tiene 13 paginas :/ 

Una de las características distintivas de las leyendas sobre yokai y otros monstruos, es la convicción de palabra de algunos de ellos. Si le haces un favor a un yokai, este se verá prácticamente obligado a devolverlo, sea a ti o a tu familia. Si le debes algo a un yokai, no importa el lugar o la situación en la que te encuentres, seguro vendrá a cobrarlo, eso o a tu familia. 

 

Es por ello que la comunidad muchas veces les tenía en estima como deidades protectoras menores. Un ofrecimiento era normal en los días en que se celebraban regresos o tributos a los yokai de la zona, para pedir mejores cosechas, protección de otros malos espíritus a los viajeros, y evitar que vinieran a robar o enfermar el ganado. 

 

De ahí a que los rituales como los de los toros de sacrificio tuvieran cierta popularidad en lugares apartados. Ya que, en sitios remotos donde se decía, los poblados estaban rodeados por monstruos, lo menos que podía hacer era caerles bien. 

 

Capítulo 2

La princesa de los sapos. 

 

Ochako Uraraka era una niña de cabello marrón, mejillas sonrosadas, y grandes ojos color avellana y un corte tipo hongo. A pesar de ser risueña, a los 5 años, ya sabía lo que era batallar con los problemas de la vida. 

 

Su familia no era exactamente pudiente, si no todo lo contrario. La madre y el padre de Ochako habían puesto sus ahorros en emprender una compañía de construcción que no tenía mucha clientela. El uso de quirks para los trabajadores estaba restringido debido a licencias, lo cual limitaba mucho a la compañía con respecto a las otras, y debido a la renta de maquinaria, muchas veces acumulaban más deudas que ganancias. Los Uraraka habían estado viviendo en un pequeño apartamento, a veces juntando trabajos pequeños para levantar a la compañía, y comiendo poco, cosa de lo que la pequeña Ochako estaba consciente. 

 

- Papito - le dijo una vez la niña a su señor padre - Cuando crezca voy a ganar mucho dinero para que ustedes ya no se preocupen de nada en la vida. 

 

El padre de la niña notó pronto la preocupación de la pequeña, por eso sonrió de medio lado y le tocó la cabeza. 

 

- Tu no tienes porqué velar por nosotros hija. Lo único que tienes que hacer para darnos orgullo es seguir tus sueños y tomar estas palabras en mente. Se amable con todos, ten tus convicciones fuertes y valora a la gente que te ha dado su mano. 

 

Era por esto que Ochako deseaba ser una heroína. No solo por el hecho de que admiraba al recién ingresado héroe Trece, y quien ella consideraba como uno de los rescatistas más increíbles de su época. También sabía que la gente que entraba en la carrera tenía buena paga, y con la publicidad que reciben en los medios, podía ayudar para promocionar a sus padres con la constructora. Ella deseaba trabajar para que la vida de sus amados padres fuera más sencilla. 

 

Ella esperaba a crecer para ello. Sin embargo, una noche, escuchó que quizás lo poco que tenían se iba ir muy rápido por una escotilla. 

 

- ... Si seguimos con las deudas deberemos declararnos en bancarrota y vender la empresa al banco. Técnicamente nos vamos a quedar sin nada si no tomamos trabajo pronto y tendremos que despedir a todos los empleados - escucho Ochako mientras fue por agua. 

 

Su padre se veía preocupado, y su madre también. Sabían todos en esa casa que la gente que dependía de ellos también lo perdería todo. Ochako deseaba que un milagro viniera a ellos, lo que fuera, con tal de que sus padres pudieran salir de la crisis en lo que ella lograba crecer como heroína para ayudarlos.

 

Extrañamente, sus plegarias fueron escuchadas, pero de una manera un tanto particular. 

 

Una tarde de otoño, la madre de Ochako estaba algo ocupada ayudando a su padre, así que, en vez de llevarla a su casa, Ochako fue llevada a la oficina principal de la constructora  de camino a las afueras de la ciudad. 

 

La niña caminó un par de pasos alegremente de la mano de su madre, cuando Ochako notó una camioneta tipo Pick up con un asiento enorme y mullido dentro de la cajuela. 

 

Pero lo que parecía llamar la atención, tanto de los transeúntes como de los peatones, era el que al parecer era dueño de la camioneta. Ochako conocía gente con quirks mutantes, ella había desarrollado su propio quirk a la edad de 4, donde le aparecieron unos pequeños cojinetes en las manos que le ayudaban a quitarle la gravedad a las cosas que ella tocaba. Pero había gente cuyos quirks mutantes eran notorios y era el caso de este hombre. 

 

Ochako en su vida había visto un sujeto tan grande, tanto que tenía que estar afuera de la oficina porque no cabía por la puerta. Aquel hombre debía medir al menos 2 metros con 50, además de que era ancho, muy ancho. Su cuello tenia una clara papada, su piel marron tenia algunas berrugas, su cabello negro, cubierto con un sencillo sombrero de paja, estaba muy para atras como si tuviera entradas, ademas de que tenia una boca muy ancha, y una nariz con unas fosas nasales separadas al punto de que desdibujaba. Era como si aquel hombre enorme fuera un pez humanizado, o más aún, un sapo. Estaba vestido holgadamente, una camisa de cuadros desabrochada y pantalones de trabajo. Su apariencia física era grotesca, pero irradiaba un aura de seguridad y autoridad que no le notaba a ninguna otra persona en la calle.  

 

Justo al lado de él estaban 3 hermosas damas de cabello lacio como una cascada, mucho más pequeñas. Venían vestidas con unos kimonos que, por el corte y la forma, parecían ser de algún diseñador, y los cuales debían de costar juntos un mes de renta de su apartamento. Las tres mujeres, también con bocas anchas y grandes ojos expresivos, llevaban puestos sobre sus cabezas sombreros de paja. Ochako no sabía porque, no hacía mucho sol.  

 

- ... Técnicamente nos hablaron de ustedes luego de tener disputas con otras compañias constructoras que no eran tan locales - salió de transe Ochako al escuchar la grave voz del hombre, quien hablaba con su padre - Kasukabe, por ejemplo, tenía un ingeniero que me miraba como si fuera una especie de bestia, gamma. 

- Entiendo señor Asui. ¿Pide a mi constructora que le ayude a limpiar su terreno?

- En efecto. Y si quiere que le hable de manera sincera licenciado Uraraka, en realidad no me interesa el precio, gamma. Lo que me ha puesto de malas con las otras compañías de servicios es que me topo a cada rato con ejecutivos y arquitectos recalcitrantes. Siempre la nada disimulada cara de asco, y encima hablaba conmigo de una manera demasiado condescendiente, como si estuvieran tratando con un campesino ignorante, gamma. Si, quizás no sepa leer ni escribir, pero eso no me hace un imbécil. Encima, las personas con las que estoy haciendo negocios son todas personas del campo, y tienen quirks mutantes algo... bueno, demasiado notorios, muy parecidos al mio. ¿Se imagina ponerme a trabajar con gente que los va a tratar así? Paso, gamma.

- Lamento que la gente de este lugar se haya comportado con usted de forma tan despótica. Pero le aseguro que mientras trabajemos para usted, le ofreceremos el mejor trato que se pueda dar en esta ciudad. Si usted así lo quiere puedo leerle los términos y condiciones del contrato que debe firmar. Oh llamar a un notario...

- No hace falta, estas hermosas damas aquí presentes saben lo que yo no - dijo el hombre con una sonrisa haciendo pasar al frente a las mujeres que venían con él - Si quiere puede presentarle la forma a alguna de mis esposas para que la revisen. 

 

Aunque el padre de Ochako evitó hacer una mueca ante la palabra "esposas", más frente a un hombre que justo le dijo que declinó contratos de trabajo por algo que él considera grosero, la verdad era que fue un anuncio algo impactante. La pequeña de cabello avellana estaba fascinada con aquel hombre enorme. No solo en el sentido particular de que la forma de su cuerpo era muy extravagante, sino que al parecer también lo era su forma de vida. No sabía, ¿si podía tener más de una esposa? ¿venían del campo? Había muchas cosas que le hubiese gustado preguntar, pero no quería decir nada extraño. 

 

El padre de Ochako dejó pasar a aquellas elegantes damas con una cálida reverencia. Y fue cuando las mujeres entraron en una fila india a la oficina, riendo y alardeando con unas voces tan melodiosas que parecían sonidos de instrumentos musicales, que Ochako noto más detalles de las damas que en un principio estaban algo tapadas por su enorme marido. Una de las damas estaba embarazada, la que se notaba más joven se abanicaba, y la mayor de ellas llevaba de la mano a otra persona. 

 

Y esa persona le cambió la expresión a la pequeña de cabello avellana. 

 

Era la niña mas bonita que Ochako había visto en su vida. Llevaba puesto otro elegante kimono, tenia ojos grandes y expresivos como dos perlas negras, mejillas sonrosadas, una pequeña nariz respingada, cabello negro lacio que caia delicamente sobre su piel blanquecina, el cual tambien estaba siendo tapado por un sombrero de paja, y que a su vez hacia contraste con las flores de su kimono. Se parecía a una princesa. Quizás era una princesa, siendo que aquel afable hombre con forma de sapo se miraba como una especie de figura de autoridad extraña. 

 

En ese momento la niña dirigió su mirada hacia Ochako, y ella se sonrojó. No esperaba que la otra chica la notara. 

 

- Oh... Hola, kero - dijo ella refiriéndose a Ochako. 

 

Los adultos volvieron su vista a Ochako, quien se sentía apenada con todo lo que pasó. 

 

- Y bueno gamma - dijo el hombre sapo con una amplia sonrisa - ¿Algo en especial que necesite del licenciado, bella dama?

- Oh, eh, disculpe usted - dijo la madre de Ochako con un leve sonrojo - Soy la esposa del licenciado Uraraka, lamento no haberlos presentado; es que estaba hablando muy acaloradamente con mi marido y...

- Goro, goro, goro, goro - río con su grave voz el hombre sapo - No es nada, solo me apena el hecho de que el licenciado no me haya presentando a su adorable familia antes. Pase usted, que el invitado soy yo.    

 

Ochako pronto se vio al lado de la otra niña mientras entraban a la oficina, quien fue la primera en romper el hielo. 

 

- Mi nombre es Tsuyu Asui, kero, pero puedes llamarme Tsu-chan. ¿Cual es el tuyo?

- Uhm... Ochako Uraraka

- ¿Cómo prefieres que te llame?

- Ochako... Ochako está bien. 

- Tu padre y tu madre parecen muy buenas personas kero - le dijo Tsuyu - Son mucho más amables y atentos que los hombres que mi padre quería contratar hace unos días. 

- Lamento mucho que los hayan tratado tan mal. 

- ¿Porque te disculpas de algo que no hiciste, kero? - le sonrio - Tu eres linda y ellos groseros, no tienes porque disculparte en su nombre.     

 

Ochako se sonrojo ante la respuesta, hasta cierto punto tenía razón. 

 

Mientras los padres de Tsuyu y Ochako hacían negocios, las niñas se quedaron en la sala de espera platicando. Fue cuando Ochako se sintió más abierta a preguntar sobre Tsuyu, y ella respondió con gusto. 

 

Al parecer la familia de Tsuyu tenía una cantidad exorbitante de dinero. El señor Gammabunta, nombre de su padre, era como un viejo Shogun. Le pertenecìan varias tierras en el campo que producían arroz, hortalizas y árboles frutales, además de 3 minas, lugares donde criaban ganado, y terrenos que eran usados como venta de casas allá en en la zona rural donde habitaban. Sin embargo, Tsuyu no sabía porque, el señor Gammabunta decidió vender algunos de los campos de arroz y comprar otros terrenos en la ciudad; lugares que por cierto, iban a ser usados para construir y requerìan de limpieza.

 

Ahí era donde entraba la familia de Ochako. 

 

- He escuchado a mi papà decir que muchos se quieren venir a la ciudad, kero, por eso quiere hacerle algo a ese lugar todo lleno de basura que compraron... 

- Gracias por elegir la compañía de mis padres. Tengo miedo de que si la gente no llegaba a pedirles trabajos, iban a perderlo todo. 

- ¿Perderlo todo?

- Si, tu sabes, que no existiera esta oficina y otras cosas. La verdad es que mi papito trabaja muy duro, pero por más que lo hace no le alcanza.  

 

Tsuyu le dio una palmada en la espalda y le sonrió. 

 

- No te preocupes, al final la gente buena tiene sus recompensas 

 

Ochako se sonrojó nuevamente. 

 

- Eso espero - le dijo con cierta ilusión. 

 

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Tsuyu y su familia volvían a la oficina cada dos días para cerrar tratos. Era el tiempo en que Ochako jugaba con ella, fuera con trastes de cocina, o con máscaras de papel. A veces Tsuyu hacía el papel de princesa que necesitaba ser salvada por una heroína, a veces ponían un puesto de comida rápida. Era todo fantasear en esas tardes con Tsuyu; y aunque Ochako tenia amigos en la escuela, aquella niña de grandes ojos negros siempre hacia mejor las horas, y cada que escuchaba que sus padres iban a hablar de vuelta con los Asui, pedia que la llevaran con ella para ver a Tsuyu. 

 

Esto, claro, no pasó desapercibido por el señor Asui, quien miraba sentado desde la cajuela del auto como las niñas se divertían afuera cuando él llegaba de hablar con el ingeniero. Fue por eso que cuando terminó de firmar los contratos, el señor Asui le pidió al padre de Ochako que se acercara. 

 

- Me agrada ver que su hija este congeniado tan bien con la mía. Tsuyu tiene muchos amigos allá en el pueblo, pero parece que se divierte mucho con su pequeñita. 

- Bueno, Ochako tiene una personalidad magnética - dijo el ingeniero con una gota de sudor. 

- ¿Qué le parece si las traemos a ver el predio mientras lo limpian, gamma? Estoy seguro de que al menos van a degustar de la brisa de esa playa, aunque esté toda llena de porqueria. Mientras las niñas juegan, nosotros podemos hablar de otros negocios...

- ¿Otros negocios? 

- Goro, goro, goro. Ya verá a lo que me refiero. 

 

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Tras 2 semanas de negociaciones, la familia de Ochako vio con alegría que el señor Asui había pagado por el servicio completo de limpieza, lo cual los iba a mantener a flote por algo de tiempo en lo que recibìan algún contrato nuevo. Resultaba que el predio que Gammabunta había comprado, tenía varios terrenos pegados a la antigua playa de Dagobah, la cual los residentes convirtieron en un basurero clandestino. 

 

El padre de Ochako no supo ni con quién ni cómo se asesoró el señor Asui para hacerse de terreno perteneciente al estado por vías legales, pero se hablaba de una excusa que sonaba convincente; ya que nadie daba dos céntimos por el sitio por estar lleno de basura, el estado lo estaba ofreciendo a particulares para que limpiaran el lugar y se quedarán con el terreno. Por lo que escuchó después, nadie lo quiso hasta que apareció el señor Asui. Estaba muy interesado en la playa por alguna razón.

 

Fue así como Tsuyu término de la mano con Ochako en la playa, mientras una serie de máquinas hacian sonidos extraños llevando la basura hacia camiones. 

 

- ¿Tu padre compró todo esto?

- Si, un montón de gente está esperando a ver como va a quedar. Y yo tambien, Kero. Mis amigos del pueblo quieren venir a la ciudad y conocerla, pero mi padre dice que tomará algo de tiempo antes de que todos se establezcan 

- Me hace preguntarme, ¿por qué hay tanta gente queriendo dejar tu pueblo? ¿Ya no les gusta estar allá?

 

Tsuyu dio un suspiro fuerte. 

 

- Las cosas se han puesto mal desde que el bosque se incendió hace algunos años, kero. Hay lagos que se han secado, los sitios de los alrededores se están quedando sin agua, algunos pozos se contaminaron, y el agua que queda se puede llegar a acabar si el pueblo sigue creciendo, kero. Muchos han enfermado por eso, y otros ya no tienen cómo seguir produciendo tanto alimento como antes. Las plantaciones que quedan, las de mis padres, ayudan al pueblo muy bien, pero ya la gente quiere encontrar otras formas de vivir a parte del campo y el trabajo en las minas, kero- Tsuyu hizo una pausa - Además, pasó algo muy malo que no te puedo contar bien porque no estoy segura exactamente como, pero hubo un ataque de un villano, y mataron a 2 personas... un sacerdote de un templo y a nuestra alcaldesa... 

- ¡Oh cielos! ¿Y porque no llamaron a un héroe?

- Vivimos muy lejos, muy, pero muuuuuuyyyyy dentro de los cerros, kero. No podemos hablar por teléfono como lo hace la gente aquí. No creo que ningún héroe nos quiera atender realmente, eso nos ha quedado claro con todas las cosas feas que pasaron después.  

 

Ochako tomó las dos manos de Tsuyu con las suyas y miró a la chica a los ojos con determinación. 

 

- Te prometo que cuando crezca me volveré una heroína Tsuyu, y buscare como evitar que gente de pueblos como el tuyo tengan que pasar por esas cosas horribles.   

 

Tsuyu se sonrojó un poco, mirando a un lado. 

 

- ¿Lo prometes, kero?

- Te doy mi palabra. 

 

Mientras Ochako y Tsuyu hablaban, los padres de ambas niñas miraban el océano al horizonte. Al padre de Tsuyu lo acompañaban sus mujeres. 

 

- Dígame ingeniero, ¿alguna vez se preguntó qué hay más allá del mar? Gamma

- Bueno señor Asui, supongo que América...    

- Goro goro goro, si, imaginaba que iba a decir eso. Pero piense por un momento que mira esto y no sabe qué hay del otro lado. Que ha vivido toda su vida en una isla y que no tiene idea de que la tierra es redonda, toda su visión se limita a un espacio pequeño, gamma - le explicaba Gammabunta al hombre - Esa es la mentalidad de la gente que quiere ver este lugar lleno de edificios, mi buen ingeniero. Ellos han vivido toda su vida en un punto pequeño sin saber qué hay del otro lado del mar. El problema es que las cosas en su pequeño pueblo se están yendo lentamente al demonio, y han encontrado en estos predios una balsa que les permite escapar de la catástrofe, y los conduce a una tierra llena de oportunidades. 

 

Gammabunta sacó una pipa de su chaleco, la cual encendió. 

 

- Necesito de alguien que construya esos sueños, gamma - dijo dándole un sorbo a la pipa - Pero no puedo confiar en cualquiera. Como le dije al principio, esta gente, además de que tiene unos quirks mutantes muy notorios, no tienen mucha educación académica. No puedo permitir que nadie que les haga pasar un mal rato. Esta gente ha puesto todas sus inversiones y su patrimonio en esto, buscando como escapar de una situación que de otra forma los llevaría a la ruina o peor, a la muerte. Creo que usted más que nadie sabe lo que es pelear por algo así, gamma 

 

El señor Uraraka asintió con la cabeza, por un momento sintió la pesadez de las palabras del señor Asui. 

 

- Este será el trato. Usted trabajará para mí, y estará conmigo al 100%. Hará algunos de los edificios con algunas especificaciones que le mandare, y no preguntará porque o para que. Cosa que se pida, material, mano de obra extra, maquinaria; todo será pagado en su totalidad, gamma. Pero bajo la condición de que usted o madame Uraraka no hablen de los proyectos nadie más que con la gente que yo le autorice. A cambio no solo le pagaré una cuantiosa suma de dinero, me asegurare de que su gente no vuelva a pasar por penurias financieras... 

 

Ante esto, el señor Uraraka se volvió conmocionado a Gammabunta, quien comenzó a reírse con esa grave voz de sapo que tenia, las mujeres junto con el hombre. 

 

- Goro, goro, goro, goro. ¿Cree que no me di cuenta ingeniero? Le dije al principio que soy un analfabeto, pero no estupido, gamma - el hombre sapo camino hacia el, algo que hizo al señor Uraraka quedarse estático - Se que quizás es algo que quiera pensar, pero póngase también en nuestros zapatos. Solo busco lo mejor para nuestras familias, así que supongo que usted quiere lo mejor para la suya. ¿Acaso no cree que esas dos niñas que están jugando atrás nuestro no merecen lo mejor que el planeta pueda ofrecerle? 

 

Gammabunta terminó mirando a los ojos al ingeniero Uraraka. El padre de Ochako comenzó a sudar frío. Era como si el patriarca de los Asui hubiera dejado de lado todo ese semblante amable con el que se presentó hacía un par de semanas, y en su lugar hubiera quedado algo que podría devorarlo de un solo bocado si se lo propusiera. También tenía otra particularidad; el humo del tabaco de Gammabunta lo envolvió como una especie de neblina extraña, que, por alguna razón, salía de su boca con un olor a pino y agua fresca de río. ¿Quien, o que, era este hombre?    

 

- ¿Qué dice? ¿Cerramos el trato? 

 

El padre Uraraka apretó los labios. Por un lado, las condiciones eran demasiado extrañas, podría estar metiéndose en un problema grave, pero por otro, la constructora siempre recibía pocos contratos y este era un proyecto que sonaba muy grande. ¿Y si esta era su única oportunidad de trabajo en la temporada?

 

El ingeniero finalmente dio un suspiro. 

 

- De acuerdo...

- Excelente - celebró el hombre sapo - Le prometo que no se arrepentirá. 

 

Eso era por lo que rezaba el padre de Ochako. 

 

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Durante el tiempo que se comenzó a limpiar el terreno, nuevos contratos se firmaron, y más dinero fue entrando a la empresa. Ochako notó que sus padres estaban más holgados con los gastos; compraron cosas nuevas para su pequeña casa, y la gente que trabajaba para su padre estaba recibiendo una mejor paga. Otras dos personas se unieron al ruedo, y las deudas comenzaron a pagarse a tiempo. 

 

Ochako sabía que todo había sido gracias a la familia de Tsuyu. Eran buenas personas, a pesar de que la apariencia de los adultos era algo escabrosa. Tsuyu por su parte, era una niña divertida, lista y muy amigable. Esos meses de otoño que pasó al lado de ella, mientras los padres de Ochako ponían manos a la obra, se divirtió como nunca antes. Ochako también empezó a desear que los edificios terminaran para poderla ver de vuelta, teniendo la esperanza de que los Asui se mudaran a la ciudad una vez terminada la obra.  

 

Sin embargo, cuando los días de otoño dieron paso al invierno, las visitas de Tsuyu y su familia eran cada vez más esporádicas. 

 

- ...Me da cosa quedarle mal al ingeniero, y es que se que su hija y Tsuyu son muy buenas amigas, buru. Pero es que por mas que tratamos no nos va bien con el invierno - escucho a una de las mujeres del señor Gammabunta hablar con su madre mientras tomaban un té - Todos en la familia tenemos quirks similares, incluido mi marido, y nos da un montón de sueño cuando baja la temperatura, buru. Andamos un poco preocupadas por que mi hermana Kaeru está embarazada, y mi hermana Beru pues, se tiene que hacer cargo de Tsuyu. Uno simplemente no puede quedarse dormido con todos los pendientes. 

- Supongo que el señor Gammabunta está tratando de hacer maravillas con su condición enmedio de sus negocios

- Oh sí, mi pobre Gamma la pasa tan mal, buru. Anda del tingo al tango mientras se está cayendo de sueño...  

 

Ochako se preocupaba por su amiga, esperaba que una vez el invierno pasara, las cosas volvieran a la normalidad. 

 

Lo que sí comenzó a recibir su familia, a parte de las visitas de madame Sanshu, la menor de las esposas del señor Gammabunta, fue a un hombre con la cara llena de pecas y el cabello enmarañado; este era un ingeniero de obras llamado Hisashi Midoriya, y solía acompañar a madame Sanshu para ver las especificaciones de los edificios, además de que evitaba que la mujer se quedara dormida. 

 

El ingeniero Midoriya le traía planos a sus padres, donde además de pedir espacio para poner cocinas, lavadoras y otras cosas, también querían amplios sótanos en algunos edificios, y segundos pisos con una o dos habitaciones. Con eso se entendía todo, la gente planeaba vivir arriba o abajo de sus negocios aparentemente. Para el padre de Ochako le era un alivio ver que de eso se trataba. Aquello no era malo, de hecho era muy común en las comunidades pequeñas.  

 

Sin embargo, a medida que el invierno y las construcciones avanzaban, el ingeniero Midoriya comenzó a venir solo, pues más que nada venía a inspeccionar. Un día sin embargo, antes de que iniciara la semana navideña, el hombre pecoso trajo un montón de cartas en una canastilla, y entre ellas había una de Tsuyu. 

 

- Están muy agradecidos con su trabajo ingeniero, todos allá dicen que nadie los había tratado tan bien - le dijo el señor Hisashi, la última parte pareció hacer sentir mal a Ochako, sobre todo por lo que Tsuyu le había comentado hacía un par de meses atras - Le han mandado algunas cartas con buenos deseos. Y, bueno, también me mandaron algo especial para ti querida. 

 

El señor Hisashi se puso en cuclillas y le dio la carta a Ochako. 

 

- Es de tu amiga Tsuyu. De antemano pide algo de perdón por la letra fea, ella misma quería escribirla, y en la escuela no tienen mucho de que comenzaron con esas lecciones.  

- Me sorprende lo adelantados que están, ¿les están enseñando a escribir desde el parvulario? - mencionó la madre de Ochako. 

- Es que es una escuela mixta, hay solo dos maestros para como 3 pueblos e incluso toman clases algunos adultos, por eso les está enseñando a escribir. El señor Toshinori Yagi es quien se encarga mayormente de los niños y es como un rayo de sol andante. Me gustaría que lo conocieran. 

 

Tras una charla, y después de algunos ajustes, la gente se retiró a sus casas. Ya dentro del apartamento, Ochako jalo la camisa de su padre, mientras la madre de la niña preparaba la cena.   

 

- Papito, ¿me la lees? - dijo mostrándole la carta mandada por Tsuyu. 

- Ajajaja, ok, ok. Vamos a ver... - el hombre abrió la carta y sacó un estacionario blanco escrito con tinta china - Querida Ochako. Te extraño mucho. Te mando esta carta para decirte que voy a venir en año nuevo, espero verte pronto. Firma Tsuyu. 

- ¡Oh! - exclamó Ochako con los ojos llenos de fulgor - ¡Tsuyu va a venir! ¡Tsuyu va a venir! 

- Ajaja, no te exaltes tanto cariño. 

- ¿Ira a venir con el señor Gammabunta o con alguna de las señoras Asui? - mencionó la madre de Ochako. 

- No estoy seguro, no dice. 

- ¿Puede venir a la casa? - exclamó Ochako. 

- Bueno, uh, supongo que si la dejan venir. 

- Gracias papito - la niña le dio un beso en la mejilla y tomó la carta mientras se iba saltando a su habitación. 

 

Los padres de Ochako se sentaron a la mesa y suspiraron. 

 

- Tan emocionada que no se ha sentado a comer - dijo con una media sonrisa la madre de Ochako - La llamare después. 

- Bueno, quizás en lo que se cuece el Udon podemos abrir las cartas que la gente nos ha enviado. 

- Son personas muy amables, no entiendo porque han mencionado que los tratan tan mal. 

- *Suspiro* Tal vez es el clasismo de alguno que otro ejecutivo, el señor Asui ha mencionado varias veces que son personas con poca educación académica. 

 

El hombre tomó un sobre del canasto que el señor Hisashi les dio y sintió peso. 

 

- Es extraño. 

 

Al abrir el sobre, cayeron 7 monedas con varios ideogramas grabados. Los padres de Ochako miraron eso desconcertados. 

 

- Makoto - exclamó la madre de la niña - Esto es...

- ¡E-es oro! ¡Es oro puro!   

 

Todas las cartas venían así, todas ellas también mencionaban que era un gesto de gratitud por su esfuerzo. Les estaba hacía preguntarse a los padres de Ochako quienes eran estas personas. 

 

Y mientras, Ochako en su habitación guardaba la carta debajo de su cama junto con otras cosas importantes. No podía esperar a que fuera año nuevo. 

 

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Días después, tiempo en que la familia compró ingredientes para una cuantiosa cena para el año nuevo, algo que Ochako nunca había visto, la pequeña castaña vio la camioneta de los Asui estacionarse. De ahí salió madame Beru y la pequeña Tsuyu. Cabe mencionar que la castaña no tardó nada en ir a darle un abrazo. La otra niña estaba toda abrigada de pies a cabeza, incluso más que Ochako, y casi se cae en la nieve cuando Ochako corrió a darle un abrazo. 

 

- ¡Tsu chan!

- Hola ko-chan, te extrañe mucho kero - le dijo la niña rana con una sonrisa. 

- ¿Quieres venir a mi casa? 

- Oh cielos, kero. ¿Podemos mama?  

- Pero si solo veníamos a terminar de firmar algunos contratos, beru. ¿No les molestará a tus padres que nos invitemos a comer con ellos en la cena de año nuevo?

- Por supuesto que no madame Beru - exclamó la madre de Ochako con una gota de sudor en la sien - Nos encantaría tenerla de invitada. Nuestra casa es su casa. 

- Se lo agradezco de todo corazón.

 

Las niñas jugaron toda esa tarde mientras los adultos preparaban la cena. Aquella noche los adultos hablaban de manera cálida, mientras las niñas estaban en la habitación de Ochako. Tsuyu estaba recostada en la cama de la castaña, bostezando, mientras Ochako buscaba un vestido.  

 

- Hemos visto muchas cosas cambiar para bien desde que mi papá trabaja para el tuyo, ahora tengo más vestidos. Es algo que le agradezco mucho a tu familia. 

- Me alegra mucho *bostezo*, la gente amable merece que le pasen cosas buenas, kero.  

- Gracias Tsu chan. 

- Espero te que te conviertas en una gran heroína, para que así puedas salvar a mucha gente, y la protejas, y zzzzzzzzz. 

 

Tsuyu se quedó dormida, algo que esperaba debido a que el frío estaba intenso afuera, con todo y nevada. La castaña se acercó a Tsuyu y le dio un beso en la frente. 

 

- Te prometo que voy a ser una gran heroína, Tsu chan.

 

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Con el paso del invierno se vino la primavera. Con ello también Ochako pudo volver a ver a Tsuyu mas seguido, mas que nada porque la familia quería despabilarse después del nacimiento del hermanito de Tsuyu. Los edificios que estaban construyendo también se estaban viendo mucho mejor, y el señor Gammabunta ya estaba atrayendo a sus clientes a la zona para que vieran el sitio donde iban a estar los nuevos negocios. Algunos de los nuevos arrendadores eran personas de la ciudad que habían hablado con Gammabunta sobre poner un negocio sobre la playa de Dagobah, que ahora libre de basura, estaba volviendo a atraer gente y podría volver a su actividad inicial. 

 

Pero por otro lado, estaban las personas que no eran de la ciudad, que venían de poco en poco a la playa para ver los edificios con sótano y ático que pidieron, y era sobre los que Ochako tenía mayor curiosidad. Entre ellos una dama joven extremadamente hermosa cuyo cabello largo tenía un fleco que tapaba sus ojos, la cual iba a poner un salon de belleza. Una joven pareja, la cual tenía pinta de ser solo adolescentes, y consistia en un hombre muy alto y una mujer muy bajita, ambos con máscaras de zorro, que le dieron como excusa a su padre de que no podían mostrar sus caras al público, y quienes planeaban poner un restaurante. Una pareja de ancianos cuyas facciones eran escabrosas; la dama era literalmente un esqueleto con largo cabello entrecano trenzado, mientras que su esposo no tenía rostro; ambos querían poner una cafetería con dulces japoneses tradicionales. Y finalmente una mujer cuya cabeza se podía soltar de su cuerpo junto a un hombre completamente blanco y sin cabello cuya única facción en su rostro era su boca, quienes iban a poner una suerte de boutique, combinada con sastrería y tintorería. 

 

No había que ser un genio para saber que cada que Ochako los veía, se sobresaltaba. Aquellas personas liberaban cierta aura intimidante. Sus padres y los trabajadores de la construcción trataban de poner buenas caras cuando aquellas personas llegaban junto con el señor Gammabunta, pero no por eso dejaban de ser amables.    

 

Durante sus visitas a la playa, Tsuyu le solía decir que toda la gente de su aldea era así. Por esas formas de sus cuerpos, mucha gente de lugares aledaños les tenía miedo. Contaba que ella al inicio, pensaban que venir a la ciudad iba a ser mala idea por eso mismo, pero al ver que los trabajadores de la construcción se acostumbraban a ellos, siguieron con la idea de poner sus tiendas cercanas a la playa y darle trabajo a la gente de la ciudad. 

 

En ese tiempo de convivencia, Ochako solía pensar mucho en aquellas personas. No sabía que era, muy probablemente sus quirks la hacían sentir así, pero esos clientes tenían algo que no podía describir con facilidad. ¿Era esa apariencia realmente un quirk? Como si tuviera una corazonada de que ellos no eran personas del todo, ¿algo mágico quizás? Pero ella buscaba como callar aquellos pensamientos que le parecían tan feos en su momento, sería también dudar de Tsuyu y su familia. Además que los clientes del señor Gammabunta eran personas muy bondadosas. Gracias al trabajo proporcionado, la compañía de sus padres estaba mejor que nunca, y era lo que importaba.  

 

Sin embargo, como todo lo bueno en algún momento debía de terminar. A la llegada del verano, y cuando los edificios acordados quedaron instalados, la familia de Tsuyu tuvo que despedirse aun entre las lágrimas de las niñas. 

 

- Uuuuuhhhh, ¿porque ya no van a venir a la ciudad? - exclamó Ochako entre llanto. 

- Papa dice que debemos seguirnos haciendo cargo de los plantíos - le explico Tsuyu de forma triste - Con todo esto las cosas han estado algo descuidadas, tenemos labores también en el campo. 

- Te voy a extrañar mucho Tsu chan. 

- Yo también te voy a extrañar mucho ko chan, kero, kero. 

- Ha sido un placer trabajar con usted ingeniero - dijo madame Kaeru sosteniendo a un bebe en sus brazos - Ya la gente que va poner los negocios ya empaco y viene para acá, quedaron tan satisfechos que tenemos pensado llamarle para proyectos a futuro. 

- Le agradecemos mucho la confianza que nos ha dado y la calidez con la que nos ha tratado su familia señora Asui - dijo la madre Ochako - Lo único que me preocupa es que las niñas ya no se van a poder seguir viendo. 

- Lo se, es lo que le decía a Gammabunta, y también nos parte el corazón. Pero no podemos hacer mucho, nuestra energía se tiene que concentrar de vuelta en lo que nos da el dinero para estos proyectos. Oh, y hablando de eso... - la mujer fue al auto a acomodar a su bebe, pero sacó un paquete que le entregó a los Uraraka - Este es un botón de nuestro agradecimiento ingeniero, lo mandamos a hacer un artesano conocido del poblado. 

 

Lo que contenía el paquete era un sapo de barro rojo con la boca abierta y una moneda de oro en la lengua. Era pequeño, pero estaba muy bien esculpido. 

 

- Vaya, muchas gracias - exclamó el padre de Ochako mirando con interés la estatuilla - Es adorable. 

- Es un amuleto de la buena suerte, la gente tiene de estos en sus casas para tener buena cosecha. En fin, creo que es hora de que nos vayamos Tsuyu cariño. 

 

Tsuyu asintió no sin antes quitarse el moño de flor que tenía en su cabello y ponerlo en la cabeza a Ochako. 

 

- Prometeme que cuando crezcas te vas a volver una maravillosa heroína Ko chan. Kero, kero. Y vas a proteger a todos. 

- *snif* Te prometo que el día en que vuelvas a la ciudad, te buscare. 

- Voy a pensar todos los días en ti. 

 

Tsuyu se subió al auto y sacó la cabeza para despedirse mientras el auto arrancaba. En ese segundo, el celular del padre de Ochako marcó una llamada de un desconocido.

 

- Diga.

- "Hola buenos días, ¿ingeniero Makoto Uraraka? Soy el licenciado Shigeru Yaoyarozu, delegado de educación del distrito. Una persona me paso su contacto..."   

 

Ochako sintió en su cuerpo la brisa del verano mientras Tsuyu se alejaba por la carretera. Esperando a que el destino las volviera a unir de vuelta. 

 

Notas finales:

Guia de bolsillo de Yokai: cuando te dicen que no te bañes en ciertos lugares porque es zona de Kappas, haz caso. Tienden a sacar los intestinos por el ano y comer personas. 


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