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Sacrificial bull. por Master weasel

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Notas del capitulo:

Un poco de lore para que observen como esta la situacion. Le dare una galleta virtual a quien descubra un detalle que quizas crean que ando pasando por alto xD

Sacrificial Bull

Side story 2

 

A finales de primavera y principios del verano, hubo elecciones en varias prefecturas, y quien había sido elegido como alcalde de Musutafu, era un hombre mayor muy alto y gordo, con la nariz puntiaguda, ojos de punto, barba tupida y el cabello blanco canoso de nombre Tamago Toogata. Un tipo muy afable y amigable que parecía un sol caminante. Pero eso no era lo que le llamaba la atencion a Keigo Takami, un chico de 14 años, rubio con ojos ambarinos y un par de alas de color rojo carmesi, quien miraba las noticias del anuncio con cierta expectacion, y la vez cierta tristeza.

 

Keigo vivía en Tokio, a varios kilómetros de la isla de Okinawa, donde se encontraba Musutafu, pero había visto a aquel hombre viajar tan lejos como para llegar a aquella oficina de gobierno a la cual iba después de la escuela. Resultaba que el chico trabajaba para una dependencia llamada la Comisión de héroes y seguridad pública. Básicamente este organismo regulaba los permisos y los reglamentos que debían acatar los que tenían profesión de héroes en Japón, así como la distribución de agencias, y los recursos que eran otorgados a estos. 

 

El estaba en un programa que aplicaba para jóvenes de bajos recursos con mucho futuro para convertirse en héroe. En esa oficina le estaban entrenando para ser un agente del gobierno, y a cambio le estaban dando dinero a su madre y a él para proveerlo y continuar con sus estudios. Al crecer, Keigo se volviera una persona capaz ofuscar situaciones peligrosas que pudieran ser un riesgo para la ciudadanía, y a pesar de las cosas extrañas que le había tocado presenciar, a su corta edad sabía que para que las cosas no escalaran en la población, algunas personas debian ensuciarse las manos. 

 

Lo malo era que aquel hombre que estaba recibiendo su título como alcalde en la televisión, era un ejemplo perfecto de lo que, como héroe al servicio de la comisión, su propio juicio no iba a ser siempre infalible, y donde un error podía llevar a consecuencias catastróficas.  

 

El señor Toogata había sido el regidor de un ayuntamiento en un distrito rural, y no solo batallò para que trajeran servicio de drenaje a los pueblos que estaban metidos en la montaña, si no que vino a las oficinas de la comisión varias veces para pedir ayuda sin que nadie pudiera, o quisiera, responderle. Desde el año pasado, estuvo reportado sus sospechas sobre laboratorios clandestinos de drogas sintéticas en la zona. Los yakuza aprovechaban la lejanía de los poblados para hacer fechorías sin que los notaran. Además, tenía cierta idea de que estos mismos vándalos estaban amenazando a las poblaciones cercanas para que no hablaran sobre su localización a las autoridades más cercanas. 

 

El estaba pidiendo una investigación, pero como no tenía ni recursos, ni suficientes pruebas a la mano, nunca se hizo nada. Fue en algún momento que el señor Toogata mencionó casi de rodillas que la vida de un montón de gente estaba en riesgo, que se escucharon sus reclamos, y la comisión iba a poner manos en el asunto. 

 

Sin embargo, cuando finalmente decidieron ir a investigar, ya era demasiado tarde. 

 

No solo se encontraron los laboratorios clandestinos abandonados, dando la razón al ahora alcalde, sino que algunos de ellos estaban destrozados y quemados. Según testigos, los yakuzas hicieron algo atroz, atacando a un poblado y matando a dos personas inocentes; personas por cierto, muy respetadas dentro de su comunidad, un sacerdote sintoísta y a la líder de campesinos. Esto al parecer enfureció a alguien (o a algo), y sin autoridad competente que los ayudara, se hizo justicia por su propia mano. Cabe decir que la situación terminó en una carnicería. 

 

Los sujetos que fueron víctimas de aquel o aquellos vengadores extremadamente cabreados fueron enterrados por la comunidad en cajones cerrados con clavos. Llamaba la atención eso, y el hecho de que los ataúdes estuvieran llenos de papeles con sellos proporcionados por otros templos locales, además de que alguien le lanzó sal a la tierra donde se encontraban los ataúdes. 

 

La cosa fue que los cadáveres que la comisión exhumo estaban literalmente destrozados. Se encontraban en tan mal estado que tras la autopsia, descubrieron que los campesinos sólo habían agarrado pedazos al azar y los metieron en cajas para darles sepultura, porque algunas no correspondían en el ADN con el resto de las piezas. 

 

Lo peor de todo, es que se toparon con una suerte de silencio temeroso entre la gente de los poblados donde se descubrieron laboratorios. Todos decían que animales salvajes fueron los que provocaron esos incidentes, lo cual era una tremenda mentira a todas luces. Y si bien se dieron con pruebas de que existió el doble homicidio que inició todo, nunca se pudo dar con los cuerpos de las primeras víctimas, dígase el sacerdote y la lideresa, porque nadie se atrevía a apuntar la localización del pueblo al que pertenecían. Era como si estuvieran tapando la existencia de una especie de monstruo que estaba muy molesto, y que dejó en claro que era cientos de veces peor que los criminales que al inicio los estaban amenazando.     

 

Ningún quirk para decir la verdad o lectura de mentes funciono. Las imágenes que provenían de los testigos eran muy irreales, y los testimonios difusos, al punto que no estaban seguros de que demonios fue lo que sucedió en realidad, y lo que pasó con aquellos criminales. 

 

En resumen, toda aquella misión fue un tremendo y rotundo fracaso. Un tremendo y rotundo fracaso que convenientemente la comisión logró que no se colara a la prensa. Keigo supo del asunto porque el agente Yokimuru Mera, su director de operaciones, se lo mostró días después de cerrado el caso y le preguntó al niño si reconocía al hombre que en ese tiempo se estaba postulando como alcalde de la ciudad de Musutafu. Cuando el joven rubio le dio la positiva, Mera le dijo que como parte de la comisión, debía de tomar decisiones rápidas frente a una situación como la del señor Tamago Toogata, sobre lugares apartados que no son atendidos debido a la falta de recursos, y en donde cualquier movimiento erróneo podía tener resultados horribles como los mostrados.  

 

El hecho de que el asunto se mantuviera en las sombras obviamente ayudó en la candidatura de aquel hombre. Sin ninguna cosa que alguien alegara sobre su gestión, y solo buenos deseos sobre lo mismo, el hombre terminó por dar un salto de popularidad, y ganar seguidores en poco tiempo. 

Keigo no estaba molesto con eso, el señor Toogata luchó mucho como regidor, probablemente sería buen alcalde. Lo malo para él, era que aquel lugar nunca recibiría la justicia adecuada. Aun siendo el alcalde, el señor Toogata nunca iba a poder reunir pruebas debido al jaleo que ocurrió. La banda que cometio el asesinato ahora estaba mitad en la fuga y la mitad posiblemente muerta, las victimas solo fueron enterradas, y los responsables de ninguno de los bandos jamas podrian ser procesados. Y todo por la incompetencia de las autoridades a las que estaba representando. 

 

Era en situaciones como esta cuando se preguntaba si todo el rollo del héroe estaba bien como estaba. 

 

Fue cuando escuché una serie de pasos que sacó su vista de la televisión. Ahí estaba su director de operaciones, Yokimuru Mera, un tipo con el cabello rubio cenizo y desaliñado quien tenía la cara larga y un traje que apenas traía bien puesto. Keigo se llevaba bien con él, se llevaba bien con todos los agentes, pero más con él por su cercanía de edades. Mera era joven, tenía a lo sumo 19 años, y recién comenzó a trabajar en la dependencia como asistente para pagar la escuela de administración. A pesar de eso, el trabajo era agotador. Si bien la comisión se encargaba de regular las actividades de los héroes, que eran bastantes, había poco personal laborando en el mismo.

 

Quizás eso mismo ocasionó todo el chasco con el alcalde Toogata. 

 

- Buenas tardes Takami kun, ¿cómo está tu madre?

- Pasándola, el restaurante está que revienta y tiene mucho trabajo, pero es que todos van a aprovechar los días libres que vienen para pasearse. Eso, y llegan turistas para los festivales...

- Me imagino, hay días en los que todo está lento en la oficina, y días en los que te quieres tirar a la cama y no levantarte en una maldita semana.     

- Meh, quizas algun dia podremos acabar con el crimen más rápido y tendremos más tiempo libre - mencionó Keigo con las manos en la cabeza. 

- Si, quizás. 

 

La agente Itaka, una dama morena de unos 26, llegó corriendo hacia Mera y le picó dos veces la espalda. 

 

- Mera, necesito que vayas rápido a Shibuya, ocurrió algo y la comisión necesita un agente allá. 

- ¿Tengo que ir yo? Además, ya vino Takami kun, debemos de ver sus avances. 

- Llevalo contigo, quizás sea bueno que vea cómo se trabaja en el campo. 

- No jodas Itaka. 

- Vamos Mera san - exclamo Keigo - No hay ningún problema. Si algo pasa, o los apoyo o me quedo en el auto, como quieran ustedes. 

 

Mera rolo los ojos y le hizo una seña a Keigo para que moviera su trasero de la silla. 

 

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Al comienzo de la tarde, las calles de Shibuya estaban atestadas a pesar de la hora. Generalmente el sitio se encendía por la noche, cuando estaban abiertos los bares, y los jóvenes se juntaban en la zona para ir a los centros comerciales y casas de juegos. El problema era que estaban moviendo el tráfico, y la policía tenía acordonado cierto sitio. Algo realmente jodido debió de haber pasado, porque se podían ver ambulancias, ¿algún ataque de villano quizás? 

 

Mera aparco el auto en una zona rodeada de patrullas, y cuando los oficiales vinieron a increpar, el hombre solo mostró su placa. 

 

- Perdone, soy el agente Yokimuru Mera, me mandó la comisión para verificar un caso. 

- ¿Y el chico viene con usted?

- Es un interino.

- De acuerdo, pase por acá.  

 

Dando la vuelta por el lugar, el oficial les dio paso a la escena del crimen. Keigo reconoció a cierto personal de otras instituciones, como personal de saneamiento y personas pertenecientes a la comisión de servicios públicos, que eran aquellos que reparaban y saneaba los lugares donde se habían roto tuberías, apagones y accidentes de tránsito. Más al frente estaban algunos policías y un grupo de personas que Keigo conocía muy bien. 

 

El primero era el comandante Fujima, el siempre agotado jefe de policía de la zona sur, y quien poseía un quirk de tasser, a veces era forzado a resolver casos fuera de la isla en donde trabajaba. El segundo era un detective nuevo en la escena, de pelo azabache y con facciones reacias a pesar de ser muy joven. El detective Tsukauchi Naomasa era bueno en su trabajo, tenía un quirk que le permitía detectar mentiras cuando hablaba con la gente y eso mejoraba su desempeño.

 

Y los otros dos que estaban con ellos, bueno, eran casi que la inspiración heroica de Keigo.

 

Yama-Uba y Endeavor, los heroes profesionales numero 4 y 5 en el ranking de Japón según las encuestas ciudadanas, eran dos personas sumamente misteriosas, pero no por eso no queridas por el público. El llamado por la prensa, "duo demoníaco", eran muy eficientes en su trabajo, y la gente se sentía segura cuando los veía venir. Manejaban de todo y eran muy cercanos a la policía; desde rescates, pasando por investigaciones, y negociaciones de rehenes. Eran quienes más casos tenían resueltos en Japón por el momento, y era la razón por la que también estaban subiendo muy rápido en popularidad, a pesar de que hubo una temporada en la que abruptamente dejaron de trabajar.  

 

La razón por la cual dejaron de trabajar por un mes fue un total misterio y nadie sabe que paso. De hecho, a diferencia de otros héroes cuyas vidas eran públicas, la mayoría de los detalles de la vida de ambos estaban sellados, incluidos sus nombres y sus rostros. 

 

A pesar de eso, lo que se lograba ver de ambos es que eran como dos caras de la misma moneda. Yaba uba era una mujer pequeña y esbelta con finas curvas, y Endeavor un hombre gigante de casi 2 metros y lleno de músculos. Yama Uba tenía unos poderes psíquicos que tienen límites que nadie conocía. Endeavor podía controlar el fuego a temperaturas exageradas, además de que era un sujeto físicamente muy fuerte. Endeavor llevaba sobre su cara una mascara de gas aunado a un traje que casi le daba la apariencia de un motociclista, que a pesar de ser negro el material le ayudaba a disipar el calor, mientras Yama uba usaba un vestido largo morado abierto de las piernas, con un capuchon y una mascara blanca que siempre estaba sonriente. 

 

Se sabían un par de cosas de ellos, ejemplo, que los dos eran hermanos. Después de un par de bromas con la prensa, Yama uba confesó que era la mayor. Que Endeavor tenía problemas del habla y se comunicaba con señas.  Así como un rumor muy extendido de que, después de salvar a varios senderistas de una avalancha cuando estos eran niños, se descubrió que eran huérfanos, y los rescataron del bosque en donde los encontraron viviendo solos.   

 

Keigo conocìa todo lo que se podía conocer de ellos, los admiraba bastante y por buenas razones. Salvaron a su madre del círculo de trata de blancas en donde ella y otras chicas estaban atrapadas cuando Keigo era un niño, su madre fue prostituida por años a la fuerza, y de uno de sus encuentros con clientes nació Keigo. A pesar de ser fruto de algo horrible, era muy querido por su madre, pero debido a su situación estaban sumergidos en un círculo de miseria del cual les había sido difícil salir, y en el que por solo un pelo de rana calva lo hubiera inmiscuido, de no ser porque Endeavor y Yama Uba hicieron su debut como héroes salvandola. 

 

Todo a partir de ahí comenzó a brillar para ambos, sobre todo para Keigo, quien fue descubierto por la comisión a los 7 años cuando salvó a un grupo de gente de un choque de autos. Quería ser igual a los chicos que le salvaron, y a pesar de que las cosas con la comisión no eran 100% color de rosa, le eran suficientemente utiles para adquirir sus objetivos futuros; darle una buena y descansada vida a su madre. 

 

Por eso verlos ahí le pareció genial, había soñado con el día en que pudiera llegar a hablarles tan siquiera un poco. El problema fue que al momento en que Yama Uba se volvió para mirar a Mera, el chico pájaro se paralizó. Los músculos de sus extremidades parecieron desobedecerlo en una milésima de segundo, y solo bastó con que la máscara blanca de Yama Uba se dirigiera hacia ellos.  

 

Por alguna maldita razón los dos hermanos emanaban algo que solo podía describir como un aura de intimidación alrededor de ellos. ¿Era algo inherente del dúo demoniaco y de ahí el apodo, y solo era porque él estaba nervioso? 

 

- Mera san, ¿qué hace aquí? - sonó la voz alegre y delicada de Yama Uba detrás de la máscara. ¿Los hermanos conocìan a los agentes de la asociación? 

- Vine porque me mando la asociación a revisar qué demonios estaba pasando. 

- Ajaja, veo que te tienen de mandadero, le hacen eso a los nuevos siempre, nunca cambian - río la mujer. 

 

Endeavor hizo un par de señas, los adultos se volvieron hacia él, y Mera miro a Keigo con una ceja levantada. 

 

- Oh, ¿el? Es un interino de la asociación. Está en el programa de la comisión para jóvenes de bajos recursos y manejo de quirk. Es Keigo Takami. 

 

Keigo fue pasado al frente y estaba como un tronco. Quería articular una palabra, un maldito hola, pero nada le salía de la boca. 

 

- Creo que el joven es muy tímido - dijo Yama Uba. 

- Es raro, generalmente no para de hablar - dijo de forma sarcástica Mera. 

 

Endeavor se fue acercando poco a poco a Keigo. De alguna manera, ahora que lo tenía cerca, se miraba más grande que en la TV. Keigo se sentía como un ratón frente a un toro, y es que quizás ese era el problema inicialmente. Estaba muy bien entrenado para usar su quirk, pero eso no dejaba de lado que el profesional al frente de él era un hombre imponente, más con aquella máscara de gas que no dejaba ver su cara. 

 

Fue cuando Endeavor de forma repentina lo tomó del brazo y lo acercó a hacia el lugar donde estaban, que Keigo pudo salir de transe. 

 

- ¿A dónde me lleva? - fue lo que logró salir de su boca. 

- Quiere que lo sigas para que veas a que te trajo Mera, vienes con los de la comision, ¿no es así? - exclamó Yama Uba en un tono tranquilo - Creo que sería bueno para tu experiencia en campo que notes a que te enfrentas.

- ¿Usted cree que es seguro para el muchacho? - preguntó repentinamente el oficial Tsukauchi. 

- Son situaciones que en la comisión ven casi a diario, si él está en el programa para jóvenes, seguro ya ha visto cosas peores que esto. 

 

Keigo fue acercado a una ambulancia con los códigos apagados y dos camillas, cada una bolsas negras.

 

Eso no se veía bien... 

 

- ¿Qué fue lo que pasó? - pregunto Keigo. 

- Unos trabajadores del estado fueron alertados de una tubería bloqueada en una de las calles principales - explicaba el comandante Fujima mientras Endeavor le señalaba a Keigo y a Mera la zona - Pronto empezaron a desviar el tráfico y comenzar las reparaciones. El problema fue que descubrieron que lo que estaba tapando la coladera eran un montón de huesos humanos. Fue obvio porque llamaron a la policía, y después él porque llamaron al dúo dinámico aquí presente. 

 

Keigo devolvió su vista a las bolsas negras e hizo una mueca de disgusto. Su entrenamiento para la comisión, y su vida en general lo habían desensibilizado de un montón de cosas. Pero esto le hacía preguntarse, ¿qué diablos fue lo que sucedió? ¿Cómo es que alguien, o algo, convertía a un ser humano en un montón de huesos y así como así, los tiraba a la coladera? 

 

Fue entonces que recordó esas imágenes que había visto sobre el pueblito de donde salió el alcalde Toogata, y los cuerpos en cajas cerradas. ¿Y si fueron los mismos sujetos? Diablos, que si eso era cierto, entonces la comisión no iba a poder tapar su error por mucho; probablemente por esos habían llamado a Mera, para persuadir tanto a los oficiales, como Yama Uba y a Endeavor, de que tuvieran cierta precaución con referente a lo que observaban y sacaban al público. 

 

Ya de por si el alcalde Toogata probablemente los tenía agarrados de las bolas, y esto solo podía empeorar todo. Quien sabe qué otras cosas similares habían hecho y con las cuales habían cometido errores, y ni él ni Mera, ni algunas otras personas trabajando para la comisión estaban al tanto. Iba a salir un montón de porquería con los medios acosando, y creo que nadie quería eso. 

 

El oficial Tsukauchi se acercó a él y le puso una mano en el hombro. 

 

- Quizás esto se vea impactante, te mentiría si te dijera que esto no me resulta espeluznante... Pero quizás lo que queda ahora es encontrar a los culpables para evitar que haya más víctimas. 

 

Esas palabras se quedaron en Keigo con el tiempo, todo era para evitar que hubiera más víctimas. 

 

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Cuatro meses después, Keigo se enteró de que Yama Uba y Endeavor fueron retirados del caso y convencidos de atender otros. La razón era porque el superhéroe Selkie, un hombre con quirk mutante de lobo marino que trabajaba en alta mar y se encargaba de detener piratas, cazadores furtivos y traficantes, decidió meterse en el caso. 

 

Resultó que los huesos encontrados pertenecian a dos conocidos traficantes de armas a los que Selkie tratò de meter tras las rejas durante un año y medio; estos eran Hashizame Gyo, mejor conocido como el villano Street Shark, y Naoko Surime, alias mejor conocida como Madame Rouge, jefa de una mafia conocida como Melrose. Había muchas pistas que señalaban que los asesinos pertenecían a otras bandas de maleantes, y que posiblemente estaban peleando por territorio. Si el caso no tenía intervención de personas que supieran bien cómo trabajaban estos sujetos, era posible que luego hubiera una guerra de mafias y todo se volviera peor. 

 

Keigo sabía que las bandas yakuza en Japón eran un problema que solo se agrabo con la llegada de los quirks. Las nuevas drogas sintéticas, la trata de blancas y el tráfico de armas ilegales se fueron a la alza como consecuencia de ellos. Lo sabía muy bien porque su madre fue víctima directa de los traficantes de personas, y él nació a causa de esas circunstancias. 

 

Antes de ser rescatada por Endeavor y Yama uba, varias veces su madre le dijo que era la única luz dentro de toda esa oscuridad que había vivido, su único alivio, y la verdad era que cualquier asunto que involucraba a los Yakuza le revolvía el estómago. Si bien no estaba de acuerdo con las acciones de la comisión en la mayoría de las veces, lo que le dijo el oficial Tsukauchi era cierto. Había que hacer algunas cosas para evitar que hubiera más víctimas. Estaba en espera de algún día tener su licencia para ir depurando de poco en poco aquella cosa que él consideraba un cáncer.  

 

La cosa fue que, mientras hacía la tarea en su casa, y su madre le preparaba un delicioso caldo de pollo con nappa, escucho al anunciante de las noticias mencionar que el alcalde Toogata implementó una acción de grupos coordinados de policía y héroes en Musutafu, y en tiempo récord comenzó a bajar los índices de criminalidad en la ciudad, así como empezar a promocionar el trabajo en la ciudad al presentarle a privados lugares de construcción para negocios. En el noticiario hablaban de que habilitado para la ciudadanía una playa que estaba antes llena de basura y ahora tenía un montón de comercios pujantes y gente paseándose.       

  

- Vaya - exclamó su madre - Es raro ver que políticos, empresarios y agentes de seguridad pública se coordinen tanto. Parece que es muy buen dirigente. Si se presenta para un cargo público quizás vote por él. 

 

Keigo no estaba seguro de qué decir a eso. Mucho del rollo político a él no le iba o le venía. Pero se le hacía bastante raro que un hombre que tenía pruebas en mano de los horrores que provocan las fallas en los sistemas, no dijera nada y siguiera como si nada. ¿Es que solamente estaba enfocado en la vida política y su trabajo actual como para renegar de los errores de la administración? Quizás su tiempo en la asociación le había obligado a ser desconfiado, pero todo le parecía sumamente extraño. 

 

Solo era cosa de esperar, confiar tan solo un poco en la gente quizás no le haría daño. 

 

Notas finales:

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