Sobre unas colinas totalmente cubiertas por la nieve dos sombras encapuchadas miraban hacia una mansión sobre la ladera. Ambos hombres cubiertos con una capa tan larga que llegaba hasta sus pies y solo miraban expectantes a aquella mansión desde aquella colina, donde nadie los vería.
En aquella morada de enromes dimensiones era la residencia de una las familias más prestigiosas de todo Asgard, donde en ese instante una fiesta se llevaba a cabo. Entre música, risas, jolgorio, una celebración muy esperada se llevaba a cabo, la boda que unía a dos de las familias nobles de toda la región del norte.
Las dos sombras miraron con incredulidad en un principio, habían escuchado sobre la afamada boda y sentían curiosidad sobre la festividad. No era para menos, días antes las familias habían anunciado a todas voces en los pueblos aledaños a la mansión donde se llevaba a cabo la gala, a la que ningún aldeano fue invitado.
El primero de las sombras miro con enfado aquella situación, aquel desprecio por el aldeano era algo que le hervía la sangre, solo familias distinguidas y de alta estirpe se encontraban ahí, mientras los aldeanos de pueblos cercanos habían sido obligados a colaborar para aquella fiesta. La segunda sombra miraba sintiéndose impotente, triste en verdad, ver aquella imagen no le era agradable.
— Me iba a casar con ella — susurro Syd de Mizar desde su ubicación, mirando tristemente, recordaba a aquella muchacha, no la había visto más que un par de veces antes de la guerra, pero era inconfundible—. Mis padres habían arreglado nuestro matrimonio antes de…
— Syd.
— Vamos a casa, por favor, no quiero estar aquí — dijo sobrecogido ante aquello que veía.
— Vamos, ella nunca llegaría a merecerte — acoto Bud colocando su mano sobre el hombro de su hermano.
Cuando ambos llegaron a la cabaña, Syd se abrazó a Bud y partió en llanto. Alcor hizo lo que estuvo a su alcance para tranquilizarlo, a pesar que días atrás fue el mismo quien sugirió no ir a aquella fiesta por sus propias razones, pero la terquedad de su hermano lo venció, en ese instante se culpó como la causa de aquellas lágrimas, debió ser más terminante.
Flash Back.
Bud había entrado a la cabaña dando una patada a la puerta para abrirla y luego la cerro de un portazo. En sus manos traía leña y una nueva frazada, pero su rostro no se reflejaba apacible como siempre, sino enfurecido, tan pronto entro tiro todo al suelo en un arrebato de ira, lo que sorprendió a Syd, quien se encontraba leyendo en la cama.
— Maldita sea — grito Bud apenas cerró la puerta.
— ¡Por Odín! No hagas eso — dijo dando un salto por el susto Syd, ante la entrada abrupta de su hermano gemelo.
— Syd, perdona — lo miro apenado.
— ¿Qué te pasa? Tu semblante agresivo lo sueles dejar fuera de casa — le recalco bajando el libro que estaba leyendo.
— Esa mujer pedante contraerá matrimonio — explico levantando lo que acababa de tirar, mostrando desagrado por aquella de quien se refería con sus gestos.
— ¿Te enfada que una mujer va casarse? — alzo una ceja, incrédulo, sin poder creer la razón real del enojo.
— No es eso, es la mujer más desagradable que puedas conocer, la hija de cuna de oro, pretenciosa, egocéntrica, orgullosa, arrogante…
— Hermano, me estás describiendo.
— Tú no eres vanidoso Syd, además a comparación de ella, eres mejor persona, el noble a quien serviría sin dudarlo — le corrigió—. En fin, la condesa, la única hija de la distinguida familia del norte va contraer nupcias.
— Eso es algo bueno, hermano, no creo que sea motivo para que te encuentres molesto.
— Lo es, el señor padre fue a pedir al pueblo ayuda para sus festejos, el jefe tribal acepto sin reparo — exclamo cansado sentándose en la silla al lado de la cama, tras terminar de acodar los maderos—. En fin, el pueblo debe abastecer de lo necesario, y el ermitaño que vive lejos del pueblo tiene la obligación de servir a la causa de igual forma que el pueblo.
— ¿Qué?
— Ya sabes, debo cazar ciervos para el banquete…no me cuesta cazar uno para venderlo al pueblo, gracias a ello tenemos lo que necesitamos, nuestras comodidades — acoto levándose para tapar los pies de Mizar con una frazada—. Hacerlo sin recibir nada a cambio no es algo de mi agrado.
— Me gustaría asistir a la boda — dijo sonrojado —. Me gustan esos eventos.
— No creo que seamos invitados, hermano, es para los hijos nobles y son solo para que los distinguidos hablen de sus riquezas y de lo grandioso que es tener a todo el mundo besando sus pies.
— Bud…somos hijos de la nobleza.
— Yo no.
— Tu si…vamos hermano, por favor — insistió.
— Syd.
Fin Flash Back
Y de aquella habían pasado el tiempo, Bud bajo protesta obedeció el pedido de Syd y llevo un par de venados a la familia como regalo por la boda, mas, al igual que el resto del pueblo que ayudo con la comida y la decoración, no fue invitado a participar de esa festividad. Y para no desanimar a Syd decidieron ver la fiesta desde una colina alejada, sin saber lo que los esperaba.
— Llora todo lo que quieras, aquí estará para ti — exclamo Alcor abrazándolo—. Syd, recuerda una cosa, ella no te merecía y nunca jamás te merecerá.