Cuando regreso a su casa camino aliviado, estaba seguro Syd no habría despertado y colocaría al pequeño en sus brazos nuevamente, no le diría todo lo pasado, y planificaría la forma de evitar cualquier angustia inventando una excusa para regresar al lago en caso de ser necesario. Pero al mirar directo a la cabaña su rostro palideció.
Corrió con todas sus fuerzas, sin importar el cansancio que ya llevaba después de tanta desazón vivida, encontrando la puerta de cabaña totalmente destruidas. Había nieve dentro, pisadas, la irrupción había sido de varias personas y siguiendo las pisadas encontró la cama, el lecho donde debería estar su hermano, vacío. No vacilo, tan pronto entro en razón de lo que pudo haber pasado salió a toda prisa.
Ciertamente no había visto nada en su regreso, se maldijo así mismo por estar tan concentrado en sus nuevos deberes que olvido prestar atención al camino. Miro con detenimiento cada estepa, cada cumulo de nieve, cada parte, cuan sabueso buscando una olor que perseguir. No había pisadas marcadas, la ventisca se había ocupado de cubrirlas con el pasar del tiempo para su infortunio.
Al entrar al bosque su suerte cambio, rápidamente diviso las marcas de ruedas, bastante profundas — Una carroza — exclamo seguro siguiendo el camino de las ruedas, cubriendo la pequeña cabeza del bebe dormido. Siguió con seguridad el camino de las ruedas, camino que se adentró cada vez más al bosque, con paso firme y determinado continuo su paso, mientras oraba a Odín y a cuanto dios lo escuchara no perder el rastro.
No paso mucho tempo cuando delante de él diviso el lugar a donde el rastro lo llevo, una mansión de varios pisos, al ver las murallas dio un paso atrás, esperando que aquello no fuera una broma, una mala broma. La imagen del tigre parecía mirarlo fijamente, acusándolo de un crimen que no cometió, y se juró jamás cometer.
Decidido se adentró a los terrenos de aquella mansión, primero dando un salto para traspasar el gran paredón y comenzó a dar pasos sigilosos con tal de llegar a su objetivo, sin saber dónde encontrarlo en entre las habitaciones de la gran mansión. Moverse fue complicado, debía no solo calcular cada uno de sus movimientos para que los guardias que se cruzaban en su camino no lo notaran, también tenía que evitar movimientos bruscos que podrían despertar al pequeño en sus brazos. Logro entonces su primer movimiento afortunado, entrar a la gran mansión, salteando a los guardias en la entrada.
Su siguiente movimiento seria buscar habitación por habitación mientras evitaba a cada sirviente de la enorme mansión, en alguna estarían a quienes buscaba y debía asegurarse de ser silencioso, o los sirvientes podrían delatar su presencia y por consiguiente guardias armados lo atacarían sin dudarlo, a pesar de tener a un infante en sus brazos.
El piso inferior podía pasarlo de largo, solo estaba una enorme cocina, el comedor, una sala de estar y la biblioteca, las habitaciones estaban en el piso siguiente. En el primer piso no tuvo más opción, debía abrir habitación por habitación, y al percatarse de algún sonido que indicara a alguien acercándose se escondería, y eso hizo sin meditarlo demasiado, no podía perder el tiempo, en cualquier momento el bebé en sus brazos despertaría para llorar exigiendo alguna atención o incluso llamando a su hermano gemelo.
Tras varios intentos fallidos finalmente abrió la puerta que tanto anhelaba encontrar, la chimenea estaba encendida siendo la única luz de la habitación, las cortinas cerradas, y aun costado de la habitación estaba la cama, mucho más grande que la suya, eso era seguro, dos o más personas podrían dormir ahí cómodamente.
En la cama estaba Syd de Mizard, recostado, cubierto por mantas hasta los hombros, y a su lado, de costado estaba el otro bebé, se veía sonriendo más que dormido. Mizard Z no estaba dormido, sus ojos estaban cerrados pero su rostro mostraba angustia y resignación, un gran dolor que lo invadía en ese momento.
— Syd — le llamo Bud adentrándose a la habitación, no le importaba si había alguien mientras se acercaba.
— Hermano — exclamo Syd sorprendido, mirando hacia la puerta escuchando a Bud, y tan pronto lo vio, se sintió aliviado, feliz, Alzor Z tenía en sus brazos al niño por quién lloro.
— Perdona la demora — musito apenado llegando a la cama, depositando al lado de Syd al bebé quien aún dormía —. Aquí tienes.
— ¿Ibas a hacerlo? — pregunto partiendo en llanto.
— Claro que no, te dije que los quiero juntos — respondió jadeante agachándose hasta estar a su altura —. Nuestro primer bebé nació un poco débil...
— Bud — dijo alarmado mirándolo detenidamente, saco su mano de entre la gran capa de frazadas solo para tocar la frente a Bud, podía sentirlo, no estaba bien, su respiración estaba un tanto agitada, y a pesar de la poca luz podía ver sus mejillas sonrojadas. Su rostro palideció al notar la temperatura en la frente de Alcor.
— Syd — exclamo casi en susurro antes de caer desmallado, víctima del agotamiento.
— BUD…AYUDA POR FAVOR — grito alterado.