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Once Upon On October por Lovis_Invictus

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«Era su lugar seguro»

[Mycroft & Sherlock Holmes]


El sonido de hojas y ramas moviéndose sacó a Mycroft del sueño ligero donde un rato atrás se había hundido, giró sobre sí para terminar de costado hacia el ruido, quejándose al llevar a cabo su acción. Una parte en la enorme pared de arbustos, enredaderas y árboles del alrededor se movía despacito, mientras hojas siendo pisadas se oían cada vez más cerca.

La figura de su hermano menor se abrió paso entre la maleza, el adolescente cojeaba, su costoso uniforme estaba sucio de lodo y el rostro siempre sereno se presentaba con marcas moradas y rojizas, algunas partes incluso traían sangre seca, como su ceja. Sherlock dedicó una mirada dimitente al joven en el suelo, quien estaba en iguales o peores condiciones que él: Tenía un fuerte derrame en el ojo derecho, su perfecta nariz se encontraba hacia un lado, hinchada, junto a su labio reventado ambos sucios con sangre aún fresca, sin coagular, además, apretaba preocupantemente su torso mientras temblaba; Sherlock estaba seguro que ahí existía un hueso roto.

— Mierda— fue lo primero que dijo. A su andar disparejo dispuso camino hasta donde su hermano, dejándose caer de nalgas al césped húmedo con un gemido doloroso— ¿Cómo llegaste hasta aquí con una costilla rota?

— No me dejaron muy lejos, solo tuve que arrastrarme unos veinte metros— contestó Mycroft en la apatía generada sobre sí mismo y su realidad tras años dentro de ese violento ciclo.

— ¿Ahora por qué fue?— preguntó su hermano, resignado.

— Obtuve las mejores notas en todos los exámenes... otra vez— respondió con amargura mal ocultada— ¿Qué hay de ti?

— Berth me estaba molestando porque sí, cometí la osadía de mandarlo al diablo y junto a su grupito de imbéciles me acorraló detrás del colegio

Ninguno dijo nada más; ambos se sumergieron en un silencio mortuorio, a esas horas de la tarde, cuando el sol se ocultaba dando paso a un cielo con tonalidades oscuras de azul, las luciérnagas en la zona salían, comenzando con el fantástico espectáculo de luces que tanto amaban ver.

No por nada esa esquina en el bosque, rodeada de gruesa flora abundante, se convirtió en una especie de santuario secreto para los hermanos, donde podrían estar horas leyendo, estudiando, fumando cigarrillos o simplemente durmiendo, escondidos, fuera de sus poco comprometidos padres, las duras exigencias académicas y aquellos compañeros tan llenos de odio.

— No lo entiendo, trato de ponerme en sus zapatos, como decía mamá, pero no puedo entender por qué lo hacen— continuó Sherlock, contrariado.

— Porque somos raros— resolvió Mycroft rápidamente, el rencor en su mirada era demasiado evidente para el menor, pese a que usaba su tono siempre estoico al hablar— La gente se asusta de lo que no conoce; ellos nos tienen miedo por ser diferentes, más inteligentes, no saben lo que pasa dentro de nuestras cabezas y su único método defensivo es atacar antes de que los ataquemos a ellos

Sherlock arrugó la nariz, inconforme.

— Eso es estúpido ¡Ni siquiera somos fuertes!— gritó confundido, desesperado.

— Incluso sabiéndolo están asustados porque se entienden inferiores, Sherlock, pero eso no volverá a pasar, ya no más— le respondió amargo. Lento y con dificultad se incorporó poco a poco, hasta quedar sentado de frente a su hermano—. Conseguiré el poder suficiente para que sólo escuchando mi nombre tiemblen aterrados, agacharán la maldita cabeza si me ven pasar, obedecerán todas mis órdenes y los eliminaré con un chasquido de dedos si así lo deseo, voy a darles un verdadero motivo para temer

Sherlock le observó casi incrédulo— ¿Y qué se supone que harás?— le preguntó, un poco de burla se dibujaba entre sus palabras llenas de cinismo crítico. Mycroft no pareció ni medianamente molesto con eso.

— Llevo meses ayudando a mis docentes de la universidad con trabajos pesados, tesis e investigaciones, incluso he dado clases a grados menores. Varios de los profesores han alabado mi esfuerzo, incluido el rector de la escuela, el viejo envió mis mejores proyectos como muestra de lo increíble que es su colegio, eso me consiguió becas en Harvard, el HIT en China y la universidad de Tokio. El año que viene, apenas termine mi carrera, me iré a Estados Unidos para mi primera maestría

El menor se quedó en shock por unos instantes antes de, tontamente, soltar un desprevenido:

— ¿Qué?

— Pienso tomar un puesto en el gobierno y no voy a detenerme aunque eso me termine matando— comentó seriamente, el brillo determinado en su mirada, de cierto modo, contagió al espíritu agotado de Sherlock, quien sonrió al instante.

— Pues espero que me mantengas para poder dedicarme de lleno a la química

Mycroft también sonrió.

— Te daré tu primer mes de renta como regalo de graduación, después de todo no podría ser tu archienemigo si te tratase bien

Sherlock se aguantó las ganas de soltarle un puñetazo, deteniéndose más por su propio dolor físico que por el de su hermano.

— Mamá te buscaba, le dije que te vi en la biblioteca del centro— susurró, observando como una luciérnaga se posaba sobre su rodilla, batiendo sus alas— ¿Te irás al departamento del tío Rudy hasta que te cures?

Mycroft soltó un suspiro agradecido, asintiendo.

— Es mejor que mamá no me vea... por ahora

 


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