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Los hombres de Nickova por Aly White

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El enamoramiento de Declan por su alfa fue un largo caminó que empezó a los 15 años y vio su fin cuando lo persiguió hasta el bar. Estaba muy seguro de su misión, seducirlo e intentar que las cosas funcionaran, pues Declan ya se consideraba lo suficiente maduro para luchar por ese amor. 

Tenía 17 años, pero las batallas que combatió a lo largo de su vida, le quitaron la inocencia hacia el mundo, conocía mucho más que cualquier persona de mayor edad. 

Por eso si dijera su verdadera edad, nadie le creería. El hombre que más amaba y deseaba, lo conoció desde el primer día, en su ingreso a la manada. 

Si le dio a entender que sentía algo, este hizo como si nada ocurriera. Pasaron 2 años, y Declan estaba impaciente. Era parte del escuadrón de élite, imponía temor y respeto; protegía a la manada y era bien reconocido por los demás.   

--¿No te cansas de perseguirlo?--preguntó el camarero que lo atendió-- Hay mejores personas, siempre existen.   

Declan se peinó el cabello que lo tenía muy enroscado, casi como lana de oveja. Sus ojos podían confundirse con bastante avispados, que no se detenían ante nada, siempre analizando todo. Lo tomaban como un idiota, le gustaba ser positivo. ¿Eso era tan malo?

Le daba buen uso a sus anillos, que los ganó en varias peleas a muerte. Su estilo de vida fue muy loco, se acostumbró a eso y su parte animal creció a partir de eso. Este no estaba ni muy interesado en la idea de emparejarse con el hombre que le gustaba. 

Dudó de que existiera esa persona predestinada, las palabras de su padre no las olvidaba. Le traía complicaciones ese tema, si eso fuera verdad, entonces no tenía ninguna oportunidad con su crush. Algo cambió en el ambiente. Su lobo estaba alerta, pero el escenario no era una persecución. Declan barrió la estancia con su mirada, buscando algo, pero no sabía a quien.

Olfateó el aire, un aroma atrayente le hizo ponerse de pie, rápido.  Un tipo molestaba a la chica más interesante, misteriosa y bella que había visto en su vida. Era un golpe a todo el cuerpo, la duración fue corta, sin pensarlo dos veces, se acercó a ese pequeña discusión.       

Los dolores de cabeza eran no muy habituales para Declan, él era muy saludable. Gruñó, oliendo el aroma que lo llamó en la discoteca. Este le envolvía ahora, igual que las mantas y su cabello lo tenía más desordenado.   

--Oye, ya estás despierto.   

Abrió los ojos, y el chico italiano le observaba desde el marco de la puerta. Ay, odiaba ser más pequeño, tanto el italiano como la mujer de pelo rojo eran más altos.  

--Con un dolor de cabeza-- sonrió--¿Dónde está Nickova?  

El Italian boy tenía un cuerpo con ligera musculatura, parecía del tipo serio y estirado; Declan era más como un huracán de emociones mientras el sujeto de pelo negro, era tan templado que lo incomodaba. Vio con cautela, estaba vulnerable, en un lugar desconocido pero sus instintos siempre alerta, no le indicaron que desconfiara.   

--Bajemos a buscar algo que alivie tu dolor.   

La camisa que le pusieron era grande. Capaz daba la idea equivocada, no era necesario que esa gente se enterara de su vida, más allá de su nombre y lo más básico de lo básico.   

--Veo que eres genial, Italian boy.   

Los bonitos rasgos de Scott exponían la vergüenza que motivaron esas palabras. Declan era genial para los apodos, la templanza del italiano se vio mermada con la frase del chico rubio.   

--No has visto por lo que en verdad podrías considerarme genial. Solo veo tu cara de elfo, que tiene un color enfermizo preocupante.   

--Creo que es por eso de tener pareja y no solo 1 sino 2.   

--En mi familia no es común eso.--la voz cargada de acento era seductora, pero capaz no era con otra intención--Vengo de una familia tradicional.   

Declan se puso de pie, y por torpeza, tropezó directo a los brazos de Scott. Vio más de cerca lo guapo que era  y tuvo un momento de flaqueza, impropio de él.   

--¿No te emociona encontrar a tus personas destinadas?  

Eran nulas las posibilidades de bromear, los ánimos estaban por los suelos y tenía hambre. Le dio un ligero golpecito en el hombro y dijo con cansancio.   

--Lo dijiste en plural, así que ese tema lo tenemos que tocar con esa mujer presente.   

La mano de Scott se cerró sobre la suya, entendió que nunca tuvo esa sensación de paz cursi antes. Se negó a hundir los dedos contra los de Scott, sopló con poco entusiasmo, enojado con sus emociones que no correspondían a su verdadera naturaleza.   

--Ya sabemos la opinión de ella. ¿Te quedarás aquí, a esperar a un cambio?  

--No podremos vivir separados-- se palmeó la cara-- ¿Llamaste a tus padres?

  El silencio de Scott lo dejó pensativo, era como un analizador, pero no del tipo que el mismo Declan era. No hay señales de pelea a muerte, ni de disputas por territorio. Era una mirada de querer guardar cualquier detalle sobre él en su memoria, eso fue raro y fascinante. 

Se dio el lujo de hacer lo mismo. No todos los días tenía un momento libre para divertir la vista con un magnifico joven italiano. 

Diablos, no le importaba la altura, ni el cabello escondido debajo de una gorra de beisbol o los perfectos dientes blancos. Era el aura del recorrido de sus ancestros, de querer saber su historia y descubrir como hacerle perder el control tan firme que poseía sobre si mismo. La idea de hacerlo nada, le despertó por completo.   

--Disculpen.   

Ambos se giraron para ver a la chica pelirroja. Fue mágico, verla de pie con el cabello suelto y vibrante, se veía cansada y asustada. Declan dejó atrás al italian boy para ver como estaba su otra chica, ella dio unos pasos atrás.   

--Necesito que bajen--le dio una mirada perturbada a él, como si mantuviera sus dudas acerca de que si de verdad era su compañero--Los dos.   

--Si tu familia acepta verme en este estado deplorable.   

--Te ves muy bien en ese camisón de dormir.   

La sangre se le subió al rostro. Dios, él no era tan vergonzoso, hizo lo que pudo simulando una sonrisa. Para colmo de males, las dos personas más importante en su vida le observaban y su aspecto no era el mejor. Con las mejillas rojas, el cabello enredado y sin el mejor humor para hacerles temblar el piso.   

--Ok, Italian Boy. Nickova se quedó sin palabras. Y oye, querida. Puedes verme cuando quieras en camisón.   

Fue muy atrevido, su caricia fue directa a la cara, donde aquellos ojos puros e inocentes, que no veían más allá de las 4 paredes de una habitación solitaria, sufrieron un cambio. Dio una palmada en la mejilla antes de seguir como si nada.    

--Vamos pues, no conozco la casa, para saber a donde dirigirme.   

Vio una ráfaga color rojo, que se detuvo a su lado. También esa mujer le ganaba en altura, pero no se hacía mucha cháchara. Caminaba, sus pasos eran suaves, el vestido le quedaba genial pero incomoda, lo estiraba para abajo pues era de un largo que no era de su agrado. 

El celular no se despegaba de la mano de Scott, el cabello lacio le caía en la cara. Soltaba de vez en cuando palabras en italiano y mantuvo una charla muy acalorada, donde por la cual Declan se dio cuenta que había un rastro húmedo en el bronceado pulcro, que brillaba ya secado en el contorno de ese rostro casi perfecto. 


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