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Angtruary por Selas

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MULCIBERXSEVERUS

Sus dedos temblaban y sus ojos lo obligaban a mantener la mirada fija en el cuerpo frente a él, sangre brotaba del pecho del otro hombre y lo escuchaba lanzar quejidos lastimeros; ante todo debía reconocer que Angus era fuerte, cualquiera en su lugar estaría gritando por el dolor que le causaban las heridas, largas laceraciones que quedaban al descubierto y que no paraban de sangrar.

—Intenta relajarte, Mulciber, Mulciber escúchame, puedo curarte, pero debes respirar —Snape se aproximó al hombre, inclinándose y colocando su varita sobre el pecho del castaño.

—Eres... un desgraciado, Severus... — Una pequeña sonrisa logro colarse por las muecas de dolor que se veían en el mortifago — Un jodido genio perverso.

El de cabello oscuro intento mantenerse en calma, pero Mulciber tenía el desafortunado don de decir estupidez en las situaciones más inoportunas.

—No necesito que me halagues, necesito que te calles y respires — Severus comenzó a recitar el contra hechizo para sectumsempra pero sin importar cuanto intentaba las heridas seguían abiertas — No está funcionando, algo está mal.

—Debí hacerte caso Severus, era más seguro que solo uno de nosotros viniera a inspeccionar — Mulciber lograba con gran esfuerzo mantener coherencia en sus palabras, pero estaba seguro que no duraría mucho así — Mírame — Le pidió, levantando su mano para colocarla sobre la que sostenía la varita —No gastes tus energías, de seguro está zona fue encantada por esos idiotas que le sirven a Dumbledore, moriré antes de que me encuentren, pero para estar seguros debes hacerlo, debes quitarme los recuerdos.

Sus dedos gruesos se presionaron sobre el otro, quien le observaba intensamente sin rechistar o añadir algo más a la conversación, se contemplaban en aquel fino silencio, en medio de esa oscuridad en la que únicamente resaltaban las máscaras que usaban para ocultarse pero que no podían esconder el anhelo que floreció entre ellos y que estaba oculto de los demás. Se conocieron su primera noche en Slytherin, compartieron recamara por siete largos años, descubrieron las tristezas, miedos y ambiciones del otro. De aquel anhelo por alzarse sobre todo y sobre todos; siendo cómplices de un odio que solo los mestizos como ellos entendían, odio a los muggles y a la magia, pero al final se había apegado a lo que les hacía sentir más cómodos, Snape era el hogar de Mulciber y Mulciber era el hogar de Snape.

Severus sentía que el corazón le palpitaba tan fuerte que podría salirse de su pecho; lo había matado, a Angus, pero se lo advirtió, le dijo que no entrara al bosque, le había sido imposible detener su ataque cuando sintió a alguien detrás suyo, siguiendo sus pasos como un cazador. Los dedos de Mulciber se estiraron hasta tocar las mejillas de Severus.

—Se que no eres de los que lloran, pero una sola lagrima me haría sentir... — Las manos cayeron como peso muerto al suelo y segundos después su cuerpo fue cubierto por la capa negra que portaba el pocionista.

Angus tenía razón, Snape no era de los que lloraban, pero tal vez cuando el también muriera le regalaría esa lagrima que le había pedido, tan solo esperaba que no faltara mucho para ello.  

 


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