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Breathing por PukitChan

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaa :D 

Breathing

 

Por:

PukitChan

 

“… I need your grace to remind me to find my own.

If I lay here, if I just lay here,

would you lie with me and just forget the world?”

 

 

Capítulo 2. Forever

 

 

Siendo auror, Harry fue entrenando para saber cómo reaccionar ante las catástrofes. Si cerraba los ojos, podía recordar aquel duro entrenamiento donde le aclaraban que lo último que debía hacer en una situación peligrosa era perder la compostura. Para él no era necesario que alguien le mostrase aquello, pues la guerra por sí misma se había encargado de enseñárselo. Había presenciado ataques y muertes donde fue necesario mantener todo el temple que estuviera a su alcance para no sucumbir a la locura. Había escuchado los gritos de Hermione cuando fue torturada y el desgarrador llanto de Ron cuando descubrió que Fred había muerto.

 

Sin embargo, por primera vez en su vida, no sabía cómo mantenerse firme. Oía gritos, algunas voces pidiendo ayuda, él mismo sangrado, pero no comprendía nada ni sabía qué era lo que debía hacer. De lo único de lo que estaba seguro, era que no debía soltar la mano de Draco. No hasta que abriera los ojos y le dijera que no tenía por qué poner esa ridícula expresión. Porque seguramente eso sería lo que Draco le diría si estuviese consciente.

 

—Harry, necesito que sueltes a Malfoy…

 

Todo se había vuelto una serie de complejas y distorsionadas imágenes que se reflejaban con insistencia a su alrededor. No recordaba nada de lo ocurrido ni mucho menos cómo había llegado a ese lugar. ¿Dónde estaban? Y la piel de Draco se sentía tan… helada.

 

—¡Harry!

 

De alguna manera esa voz logró colarse en sus pensamientos. Harry, que tenía los latidos desbocados y seguía temblando, levantó la mirada para reconocer a Dean Thomas, que lo miraba preocupado mientras le sujetaba el brazo derecho.

 

Potter tuvo que inspirar profundamente para mirar a su alrededor. Descubrió que estaban en San Mungo y que estaba apretando la mano de Draco, quien en ese momento se encontraba recostado en una camilla, claramente tenían la intención de trasladarlo. No obstante, nadie se movía. Todas las miradas estaban concentradas en él. ¡¿Por qué nadie hacía nada?!

 

—¡¿Qué pasa?! —gritó Harry, como si finalmente despertara del shock en el que había estado sumergido los últimos minutos—. ¡¿Qué le pasa a Draco?!

 

Dean entrecerró los ojos y bajó su palma hacia la de Harry, intentando una vez más que soltara esa mano, aunque sólo consiguió que el auror abriera los ojos desmesuradamente y se aferrara aún más.

 

—No me pueden alejar. Soy auror y puedo estar aquí si veo que alguien lo necesita, no dejaré a Draco solo. Me necesita.

 

A pesar de todo su cuerpo temblara, la voz que emergió de sus labios había sido increíblemente firme y decidida. Dean distinguió la preocupación brillando en esos ojos verdes junto con la seguridad de que mataría al que se atreviera a alejarlo del rubio. Pero ellos no podrían hacer nada por el rubio si se mantenían durante más tiempo en esa posición.

 

—Harry, si quieres que Draco se recupere, tienes que dejarlo —insistió, hablando bajo pero con extrema claridad—. Haré todo lo que…

—¡Es mi pareja, Dean! ¡No dejaré que…!

 

—Harry, basta. Suelta a Draco.

 

La fémina voz que emergió de los murmullos fue la única que consiguió detener las órdenes de Harry. De inmediato el auror sintió cómo un delgado brazo rodeaba su cuerpo mientras que una suave y cálida mano se posicionaba sobre la suya, la misma que sostenía la de Draco.

 

—Déjalo —pidió la voz. Contra toda posibilidad, Harry agachó su rostro y su mano finalmente liberó la de Draco. Dean, aliviado, agradeció con la mirada a la mujer rubia que le sonreía y le animaba a llevarse a Draco. Potter permaneció en silencio mientras miraba cómo el cuerpo del rubio era trasladado y desaparecía tras una puerta, junto con Dean. No se molestó en alejar los brazos que aún lo sostenían. No supo si habían pasado minutos u horas y probablemente se habría quedado en esa posición todo el tiempo que fuese necesario, de no haber sido por la mujer que lo empujó con suavidad entre el tumulto de gente, obligándolo poco después a sentarse en un sitio donde reinaba la tranquilidad. —Espera unos minutos aquí, Harry. Hermione y Ron querrán saber dónde estás.

 

Pero a Harry no le interesaba en absoluto el resto del mundo, ni siquiera sus amigos. Lo único que quería era ponerse en pie y correr a buscar a Draco; sin embargo, no podía moverse. Sus piernas no respondían a las órdenes de su mente y sus manos se ceñían dolorosamente a su piel. Tenía que buscar a Draco. No podía simplemente quedarse esperando a que las cosas se solucionaran por sí solas. ¿No había sido siempre ése su estilo? Tomar lo que la vida le ponía enfrente y, de alguna manera, lograr arreglarlo.

 

Jadeando, hundió la cabeza entre sus manos. ¿Cómo se había descuidado de semejante forma? Sabía que existían personas dispuestas a atacar a los Malfoy. ¿Por qué no había sido más cuidadoso entonces? ¿En qué estaba pensando al exponer a Draco de esa manera? Maldita sea…

 

—Tienes un corte. Deberías ir a revisarte.

 

Una vez más esa voz logró distraerle. Harry sintió cómo las mismas manos levantaron su rostro para buscar su mirada, encontrándose con ojos de Luna Lovegood, a la cual nunca antes había visto tan cerca pero que sin embargo, irónicamente le recordó a Draco. Parpadeó al comprender que Luna y su pareja compartían el mismo color de ojos, aunque los de Draco eran más intensos.

 

Ella dio un apretón en su frente y Harry gruñó por el dolor que le había causado, sintiendo su cabeza punzar. Luna sonrió y fue cuando el auror notó que ella estaba en cuclillas y sus manos tocaban sus mejillas. Logró reunir suficiente fuerza para poder contestar.

 

—Soy lo de menos ahora. Quien me preocupa es Draco.

—Yo también estaría muy preocupada.

 

La oración estaba lejos de ser una que lo animase, pero le permitió a Harry distraerse por unos cuantos minutos. Luna pareció satisfecha cuando se incorporó y se sentó a su lado, balanceando los pies.

 

—¿Qué… haces aquí, Luna?

—Cada vez que regreso de un viaje, vengo a San Mungo. Esta vez temo que he encontrado algo espectacularmente diferente… conocí a alguien. 

 

Harry no contestó pero miró de soslayo a Luna. Ella parecía naturalmente despreocupada y estaba seguro de que debían verse totalmente distintos. Ella sonriente, él a punto de desmayarse. Ella mirando flores en las paredes y él temblando como un perro perdido. Y aun así, su presencia era extraordinariamente reconfortante.

 

—¡Harry!

 

Él giró su cabeza para buscar con la mirada a quien le había llamado. Bastaron pocos segundos para localizar a la pareja que, a paso veloz, se dirigía directamente hacia él. Eran sus amigos. Ron maldecía en voz baja a medida que sus pasos avanzaban mientras que Hermione, sonrojada y angustiada, se adelantó al pelirrojo y corrió a abrazar a Harry, estrechándolo tan fuerte que el moreno escuchó sus huesos crujir.

 

—¡Oh, Dios, Harry! —sollozó Hermione—. ¡Cuando recibimos la lechuza…! ¡¿Qué paso?! ¿Estás bien? ¿Dónde está Malfoy?

—Hermione, déjalo respirar —dijo Ron, mirando a Harry. Luna ladeó el rostro y respondió por él, al ver el aturdimiento del auror.

—Dean lo está ateniendo. Aún no sabemos nada.

 

La castaña se separó de su amigo para mirarlo. Se dio cuenta de que Harry estaba sencillamente desconectado del mundo. Sí, los escuchaba, les respondería, pero hasta que supiera cómo estaba Draco, era lógico que no le daría importancia a lo demás.

 

—¡Harry, estás herido! ¡Tienes que revisarte! —reprochó ella, limpiándose los húmedos ojos. Giró su rostro hacia Luna y sonrió—. Gracias por avisarnos, Luna y también por cuidar de Harry.

—No me causó ningún problema —aseguró la rubia.

—Los aurores ya tomaron el caso, Harry —informó Ron—, creo que estaban comentando algo acerca de la última vez que atacaron…  

—¡Ron, por favor! Harry no necesita saber eso ahora —exclamó Hermione, mirando irritada a su pareja.

—¡Pues yo sólo estaba ofreciendo ayuda!

 

En una situación diferente, Harry habría sonreído e inclusive agregaría algunas palabras para acompañar esa discusión, pero no en ese momento, sobre todo cuando sintió la mano de Luna reposar en su hombro, como un signo de advertencia. A Harry le importó realmente poco el hecho de haber empujado bruscamente a sus amigos cuando, dentro de su rango de visión, apareció Dean Thomas, caminando por el largo pasillo que estaba frente a ellos.

 

—¡Dean! —llamó Harry de inmediato cuando el hombre, con expresión seria que no auguraba nada bueno, se colocó frente a él—. ¿Cómo está Draco?

 

Dean apretó ligeramente sus labios, buscando la forma más adecuada de expresarse. Era obvio que no encontraba fácil lo que debía explicar.

 

—Malfoy se encuentra bien. —Cuando notó que su voz era apenas un susurro a medida que expresaba la oración, carraspeó para poder continuar: —Físicamente, quiero decir.

—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó Hermione antes que nadie. Dean se encogió de hombros.

—Al revisarlo, Malfoy no tiene heridas de gravedad como al principio temíamos, dado que llegó inconsciente. Son sólo pequeños rasguños que en seguida sanamos. Sin embargo, no hemos conseguido que despierte. Creemos que él…

 

Harry, impetuoso, no pudo esperar más. Cogió la ropa de Dean para atraerlo hacia él, mirándolo con furia. Algunas luces parpadearon a su alrededor, exponiendo indirectamente el fuerte temperamento del auror.

 

—No me jodas, Dean. ¡¿Por qué no dices claramente lo que le pasa a Draco?! ¡Tengo que verlo!

 

Antes de que Dean pudiese contestar, Ron sujetó a Harry de los brazos. El pelirrojo encontró irónica la situación: con esa misma posición había detenido un innumerable número de veces las peleas entre Harry y Malfoy; ahora, se encargaba de que su amigo no cometiese una locura por él.

 

—Entonces, ¿qué es? —intervino Luna. Dean miró a la rubia, sin salir de la sorpresa de haberse visto atrapado de esa manera por Potter, asintió.

—No lo sabemos —declaró—. Simplemente no parece despertar y su magia está empezando a desaparecer. De seguir así en las próximas horas, tendremos que inducirle un coma mágico.

—¿A qué te refieres… con desaparecer? —preguntó Harry en voz baja, sabiendo que no tenia caso pelear contra Ron. No sabía cómo reaccionar o qué hacer. Necesitaba desesperadamente ver a Draco.

—Su núcleo mágico está muy debilitado por alguna razón. Es por ello que tendremos que inducirlo al coma porque…

—…porque un mago no puede sobrevivir fácilmente si le es arrebatada toda su magia —completó Hermione. El sanador asintió y percibió de inmediato cómo el ambiente que estaba a su alrededor aumentó su tensión.

—¿Puede Harry ver a Draco? —preguntó Luna de manera inesperada. El rostro de Harry se levantó rápidamente, mirando a Dean esperanzado. Maldita sea, tenía que ver a Draco porque de lo contrario se volvería loco.

—Puedes estar ahí, Harry —aceptó Dean—. Pero debes entender que quizá él no despierte.

 

Harry no asintió, pues no deseaba confirmar esas palabras. Dean era un estúpido. Si en San Mungo no hallarían la forma de salvar a Draco, él lo haría. Porque había prometido proteger a Draco y no soltar su mano. Simplemente porque le amaba.  

 

No hubo palabras mientras Dean lo guiaba por los pasillos del hospital. Tampoco se molestó en agradecer cuando el sanador abrió la puerta de la habitación privada donde se encontraba Draco y les dejó a solas.

 

Harry tragó. Era una habitación blanca y silenciosa. No había muchas cosas, salvo una cama y una serie de instrumentos que Harry no reconoció. Temeroso, el auror permaneció en el marco de la puerta mirando la solitaria figura de Draco, recostado. Afuera, y como Harry podía apreciar a través de la ventana, llovía. Sintió el deseo de soltar una risa angustiada ante la visión de la persona con la que, apenas unas horas antes, había hecho el amor luego de su propuesta de vivir juntos. Sus dedos se aferraron a la pared, intentando sostenerse en pie.  Merlín, ahora deseaba salir corriendo de ahí y fingir que Draco estaba esperándolo esa noche en otro lugar muy lejos de ahí.

 

De alguna manera logró reunir su valor perdido y caminó rumbo a la cama, sentándose a un lado. En un suspiro, tocó el cabello suave, delineando con cariño las facciones de Draco. Tembló cuando descubrió que el rubio apenas tenía respiración, siendo ésta apenas un suspiro débil. Se acercó tembloroso a sus labios y succionó con suavidad. Draco siempre gruñía y reía cuando Harry hacía eso.

 

—Eres un idiota, Malfoy —reprochó Harry, cerrando sus ojos, sin perder contacto con su piel—. ¿Qué te pasa que no me dices nada? Esto es absurdo —espetó, mordiendo su labio inferior—. Tú no tendrías que estar aquí…

 

Harry, en silencio, subió a la cama lentamente, cuidando de no mover a Draco. Ladeó el cuerpo para poder abrazarlo, uniendo su frente a la mejilla fría del otro. ¿Desde cuándo la piel del rubio era tan fría? No lo recordaba.

 

Permaneció así durante un largo tiempo en el que no supo qué pensar. Varias veces, su mano ilógicamente buscaba el latido de Draco en su pecho, y al comprobar que éste seguía ahí, sentía un peso desaparecer de sus hombros durante unos segundos, aunque inmediatamente después aquella carga volvía a posicionarse sobre él.

 

Tenía que recordarse, maldita sea, que debía levantarse y buscar ayuda. Si no estaba en sus manos poder salvar a Draco, buscaría quien podría hacerlo. Hermione y Ron le ayudarían. Seguramente su amiga investigaría y sabría a quién podría contactar. Y Ron arrugaría la nariz y rodaría los ojos, pero igualmente lo apoyaría. Y Luna, sí, incluso iría a buscar a los Nargles de Luna con tal de ver a Draco molestarse de nuevo. Y su arrogancia. Y esa ternura que ni siquiera sabía que poseía.

 

Pero no podía. Realmente no podía levantarse. ¿O quizás no quería?

 

Tal vez fue por ese constante flujo de ideas cualquiera, que Harry no escuchó cuando tocaron la puerta hasta que Hermione ingresó a través de ella. La mujer caminaba cuidadosamente y quedó paralizada durante unos segundos al ver la posición de su amigo. Sus labios temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas que se sintió incapaz de derramar porque, demonios, aquella sensación no era nada comparada con el dolor de Harry. Avanzó un poco más hasta que su mano se posó cuidadosamente sobre el hombro del moreno, quien la ignoró pese a que ya se había percatado de su presencia en la habitación.

 

—Harry, tenemos que hablar —dijo ella, sin obtener respuesta alguna—. Harry sé que…

—Tú no sabes lo que siento, Hermione. Vete —espetó secamente. La mujer, que esperaba sin duda esa respuesta, no pareció sorprendida, sino que al contrario frunció el ceño.

—El quedarte aquí no va a resolver nada —aclaró ella—. Y no, puede que no sé por lo que estás pasando, pero Harry, eres mi amigo y me duele verte así. Sé cuán importante es Malfoy para ti y que esto te está lastimado. Entiendo que te sientas culpable, aunque sabes que no tienes razón para ello. Pero debe existir una solución, Harry… siempre la hay. Y te prometo que la encontraremos. Por eso tienes que acompañarme.

 

Harry permaneció en silencio varios minutos, sopesando cada una de las palabras de la mujer. Hermione nunca le había fallado e incluso se quedó a su lado cuando se vio en la disyuntiva de escoger entre él y Ron en medio de la guerra. Si en alguien debía confiar la vida de Draco, sin duda sería en ella. Pero, maldita sea, era jodidamente difícil.

 

—Está bien, pero no me alejaré mucho —murmuró al fin. Hermione soltó un suspiro de alivio y sonrió.

—No es necesario que lo hagas —aceptó ella, saliendo de la habitación para darle a Harry unos minutos más de privacidad—. Te estaré esperando afuera.

 

El moreno volvió a mirar a Draco. Su rostro tranquilo y sus facciones atractivas. Se incorporó lo suficiente para depositar un beso en su frente y susurrarle que encontraría a quién había ocasionado eso y también una forma remediarlo.

 

—Soy San Potter, ¿recuerdas? No puedo simplemente dejarte así.

 

Sonrió sin alegría, poniéndose de pie. Cuando salió de la habitación y no encontró a Hermione fuera de ella, tuvo el deseo de regresar al lado de Draco; sin embargo, decidido, Harry comenzó a andar por el pasillo y casi inmediatamente después, cuando giró por el camino, encontró a su amiga. Ella estaba parada, totalmente recta y con los brazos cruzados. En algún momento debió atarse su cabello pues ahora lo traía recogido, lo que acentuaba la dureza de sus facciones y la seriedad de su mirada. A su lado, con un semblante descuidado, estaba Ron recargado en la pared. Tenía sus manos escondidas en los bolsillos de su ropa y parecía murmurar algo incomprensible para Harry a esa distancia. Luna también estaba ahí, aunque tras un asentimiento, ella sonrió y dio la vuelta, alejándose del grupo. Por último, y sin saber exactamente qué hacía ahí, descubrió que Bill, el hermano mayor de Ron, explicaba algo, realizando ademanes con las manos.

 

—Harry —saludó Bill cuando se percató de su presencia. Desganado, el moreno se detuvo cuando ellos giraron su rostro para verlo.

—¿Qué pasa?

—Luna, Dean y yo estuvimos hablando, Harry. Creemos que quizá Malfoy tiene una maldición.

—¿Qué? —preguntó, seriamente.  

—Bueno, no puede despertar y no es por algún daño en su cuerpo, así que eso quedó descartado. Quizá durante el ataque recibió una maldición y eso es lo que ahora le impida… despertar.

—Por eso Ron me llamó —continuó Bill—. Para confirmarlo. Ya sabes, estuve rompiendo maldiciones algunos años en Egipto.

—Y quizá, si logramos descubrir si lo que Malfoy tiene es una maldición, también podremos confirmar de qué se trata y logremos hacer algo al respecto.  

 

Una esperanza. Harry se aferró a ella cuando su corazón palpitó, como si repentinamente recordara que ésa era la función que debía cumplir. Miró a Bill y rápidamente aceptó aquello.

 

No necesitó ni la preocupación de Hermione ni las bromas ligeras de Ron para saber que debía estar ahí. No perdería más el tiempo, pues mientras más rápido encontraran la cura para Draco, mejor sería todo. De modo que no importaba cuál fuera lo que necesitara Bill para ayudarle, él lo conseguiría.

 

Por eso Potter permaneció atento cuando Bill, con el permiso de los sanadores, ingresó a la habitación y se acercó a Draco. Lo examinó con la mirada y después de unos segundos, sacó su varita murmurando algunas palabras que a Harry le sonaron como los suaves sonidos de una vieja canción que hacia mucho había olvidado. En algún momento, cuando Bill colocó su varita sobre el pecho de Draco, justo donde estaba su corazón, frunció el ceño. Harry tuvo que abstenerse de correr y gritarle a Bill que le dijera qué demonios sucedía. Necesitaba mantenerse firme, y así lo haría. Por Draco.

 

Bill alejó su varita y, como si deseara confirmar lo que había descubierto, volvió a hacer el mismo movimiento obteniendo, al parecer, la misma respuesta. Resopló y miró a Harry fijamente, haciendo una inclinación con su cabeza para que salieran. Al seguirlo, Harry temió que la respuesta no fuese la que quería escuchar, pero también pensó que eso eliminaría una posibilidad más. Sólo tendría que seguir buscando. Porque él mismo reviviría al mismo Voldemort de su tumba si no encontraba una pronta solución. 

 

—En efecto, lo que Malfoy tiene es una maldición. Y una muy poderosa —musitó Bill, preocupado. Algo fácilmente notable por su seriedad.

—¿Podemos hacer algo? —preguntó Harry, apretando sus manos.

—No yo, al menos.

—¡¿Qué?!

—Entiende, Harry. Yo sé dónde están mis límites y esa maldición, quien quiera se la haya aplicado a Malfoy, fue hecha con toda la intención de que nadie consiguiera romperla. No la hizo un principiante.

—Bien —masculló Harry, sin importarle en ese momento la información del atacante—. Si tú no puedes hacerlo, lograré encontrar un método.

 

Harry estaba dispuesto a irse y a buscar donde fuese si no hubiera sido por la mano que detuvo sus planes. Bill sostenía su brazo y lo miraba seriamente.

 

—¿Quieres dejarme terminar, Harry? Tal vez yo no pueda ayudar a Malfoy. Pero conozco a alguien… que quizá sí pueda hacerlo.

 

Por la forma en la que Bill parecía dudar al pronunciar esas palabras, Harry lo miró con desconfianza.

 

—¿Y quién es?

 

La respuesta tardó en llegar.

 

—McLaggen. Cormac McLaggen.

 

Harry separó los labios al escuchar ese nombre. Quiso decir algo, pero no se le ocurrió nada inteligente. Ahora comprendía por qué la dudas de Bill al decir quién. Alguien tendría que explicarle a Harry porque el humor del destino era tan jodidamente retorcido.

 

—¿Confías en él, Bill? —preguntó. El pelirrojo miró largamente a Harry antes de contestar.

—No creo que tengas que hacerme esa pregunta, Harry. Tú lo conoces mejor que yo.

 

Harry inhaló profundamente, sin mirar a Bill.

 

—¡¿Confías en él?! —gritó.

—Sí.

 

Harry asintió.

 

—Entonces, está decidido. Lo buscaré —pronunció, sin saber a dónde lo llevaría la certeza de sus palabras. 

Notas finales:

Autora al habla: ¡Hola! :D


Aquí tenemos el nuevo capítulo de esta historia. Ustedes se preguntaran a dónde nos llevara todo esto, qué es lo pasa, por qué demonios hago estas preguntas sin signos de interrogación. XD


Bueno, tendrán que tenerme paciencia. He estando pensando largamente sobre esta historia y cómo se deberá desarrollar. Puedo decir a los que han decidido acompañarnos, que las sorpresas estarán a la orden... y tal vez un pequeño misterio por ahí. (Qué no se me da enredar las tramas... xD).


¡Por cierto, el 13 de Junio es Día del Escritor, felicidades a quienes se dediquen a las letras! =D


Entre otros datos, tenemos que la historia ha tenido su Soundtrack. Desde que venía pensando en cómo desarrollar la idea, supe que la música sería importante para mi. De modo que tenemos varias canciones acompañandonos. (Esta escritora es de gustos raros)


El nombre de la historia Breathing, tiene su origen en la canción del mismo titulo, de Sonata Arctica, mi grupo favorito de Power Metal de todo el mundo mundial. El primer capítulo, AutumnLeavesviene de dos lados: Uno es de la canción de Ed Sheeran. La frase introductoria viene esa canción y la segunda es también de otra canción del mismo nombre, interpretada por Eric Clapton. En el capítulo de hoy, el título es de Forever, canción de Stratovarius. La frase introductoria se deriva de la canción Chasing Cars de Snow Patrol. Y eso. Sólo quería comentarselos. JAJAJAJA.


¡Gracias a Lun Black, Xonyaa11, FanFiker-FanFinal, Cannelle Vert, Violet Stwy, Gaby, Eri-L PM, Acantha 27, Fernylokis de hummel, Goanago, Melanie Tao de Usui, Tannia, Katyhe Mathews y Kasandra Potter por cada uno de sus reviews!


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