Dejar de fumar.
Algunos días después, la castaña pudo notar como ambos hombres no solo se evitaban entre sí, sino que también la evitaban a ella, ya no estaba segura si había sido buena idea el haberles "revelado" aquella irrefutable verdad. Así que decidió abordarlos a cada uno por separado, a ambos les había hecho las mismas preguntas: si se habían molestado con ella y si había sucedido algo entre ellos.
Ambos respondieron con una negativa a la primera pregunta, sin embargo, también los dos guardaron silencio ante la segunda. La castaña se sintió un poco culpable de ver al moreno y al albino, tan confundidos.
Ciertamente, el peliplata estaba consciente de su orientación sexual, así que lo que lo había confundido en si eran las acciones del moreno, y eso lo hacía rabiar. Por su parte, el azabache estaba totalmente confundido, el nunca se había planteado el ser gay ni bisexual, así que el hecho de que haya sido él, quien beso al albino y quien ciertamente, había comenzado con el tema del sexo, lo había confundido aun más…quizá y si estaba más interesado en el otro de lo que creía…
Estaba un tanto más tranquilo de que el albino no le hubiese correspondido el beso, porque así no podía juzgar si realmente le gustaba o le disgustaba un beso de él, así que no tenía con que comprobar lo que le incomodaba…pero ciertamente quien lo confundía no era el albino, sino él mismo.
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Algunos días más pasaron hasta que ambos se toparon inevitablemente en el campus. Sin más se pusieron a caminar juntos, pues se dirigían a lugares que quedaban prácticamente en la misma dirección, así que ambos siguieron en silencio. Por el nerviosismo el moreno sacó un cigarrillo y comenzó a fumar, el albino por su parte, así como aquel día volvió a arrebatárselo.
- ¿Qué quieres? ¡Devuélveme eso!- espetó irritado, más que nada por la inherente confusión que le acompañaba.
- Te dije que odio el humo de cigarrillo- dijo molesto sin moverse de su lugar. El azabache rápidamente sujetó la muñeca del otro que aun sostenía el cigarrillo y llevó con la mano ajena aquel cigarrillo a su boca, para darle lo que él sabía sería una última calada. El albino solo le observaba hacerlo, como hechizado.
El moreno soltó la bocanada de humo en el rostro del de cabeza nevada, que no pudo evitar toser ante tal acción tan desagradable, cuando el humo se dispersó, el albino dejó caer aquel pitillo ante la inconforme mirada del otro. El joven de nívea piel, sumamente irritado y sabiendo que molestaría al moreno, le besó; pues había notado la mirada disconforme y la confusión inherente en él, así que decidió acrecentarla devorando la boca ajena y de paso defendiéndose por aquel beso robado en el cual no había tenido oportunidad de hacer nada ante la sorpresa. Cuando ambos se quedaron sin aire se separaron, para esto, el azabache notó que su cigarrillo que yacía en el suelo, había sido apagado por un pisotón del albino.
- ¿Por qué insistes en invadir mi espacio vital y apagar mis cigarrillos?- inquirió molesto e intentando distraerse de lo que acababa de pasar.
- Te lo dije, cuando dejes de fumar frente a mí, dejaré de acercarme a quitártelos- espetó incomodo. El moreno se quedó reflexionando algunos segundos, logrando con esto turbar un poco al albino, pues el azabache aun no soltaba su muñeca.
- Bueno, apagaste el cigarrillo, pero no dejaré de fumar- sentenció- no vale la pena –agregó con una sonrisa bellaca e insinuante.
- ¿Que no vale la pena? – Por el tono del moreno, el albino asumió que se refería a que no besaba bien, por lo que sin duda se sintió insultado, así que olvidando que iba a reclamarle por haberle exhalado todo el humo en la cara, jaló la corbata del moreno y nuevamente le plantó otro beso, demostrándole que se equivocaba, palpando cada lugar dentro de la cavidad del de orbes plateadas, metiendo y sacando la lengua sin previo aviso, chupando, succionando y mordiendo, dejándole sin aliento. Finalmente se separó de él y le susurró en los labios- Aquella primera suposición que hiciste en el restaurante no estaba equivocada- intentó regularizar su respiración.
Sintió que el de orbes ámbar estaba por alejarse, así que se lo impidió sujetando su cadera y le contestó también susurrando en sus labios – Como dije, no vale la pena- el albino frunció el ceño y estaba por replicarle como lo había dejado sin aliento, cuando el otro continuó- no vale la pena dejar de fumar si dejarás de acercarte así a mí, si no te acercas no podría hacer esto y despejar mis dudas- dijo besándole nuevamente e introduciendo una de sus manos bajo la camisa ajena acariciando la blanca espalda y paseando su mano hasta tocar los pectorales del otro.
El albino, consciente de que aun estaban en algún lugar del campus (aunque afortunadamente uno que por el momento no parecía transitado) decidió terminar con el beso- No creí que te decidirías tan rápido por mí, Kougami – le molestó el de hebras plateadas.
- No me he decidido por ti, aun falta que compruebe mi otra suposición – agregó con una sonrisa traviesa. El albino se alejó de él adelantándose, y terminando por informarle:
- Nos besamos por tu adicción al tabaco, no sé qué ingeniaras para que tengamos sexo – mencionó dándole a entender que no sería fácil.
- Yo estoy confundido por mi orientación sexual gracias a ti, pero, tú no eres nada sincero, ¿De verdad ocupas una excusa para eso? – inquirió el moreno alcanzándole.
- Es solo que no quiero ser el cordero de sacrificio para que sacies tu curiosidad de naturaleza homosexual- agregó fingiendo distraerse. Se quedaron en silencio unos minutos, hasta que el albino se decidió; se paró en seco logrando que el azabache le imitara y terminó por informarle- Pero si te decides por mí, la cosa sería diferente- tan pronto terminó de decir eso, le dio un beso suave en la mejilla al otro y tomó un pasillo que quedaba en dirección opuesta al que tenía que seguir el moreno, quien se quedó confundido, observando aquella blanca figura alejarse.