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Dos caras de la misma moneda por Hyunnieyeol

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Notas del capitulo:

13.07.27. Capítulo III. Para los que aún no han notado el cambio, reescribí la historia en narración externa. Todo es igual, pero más sencillo ahora. Gracias por leerme.

Capítulo III. De los viejos amigos y las nuevas actuaciones

 

 

 

Sungjong echa un rápido vistazo a la mesa donde están sus amigos y después vuelve su atención a la persona tras el mostrador. En un principio pensaba saltarse el almuerzo, pero cuarenta minutos sin algo que hacer le parecieron muchos, así que optó por buscar algo para comer.

 

            Los nuevos se encontraban en la mesa tras él, en silencio. Sungjong quería hacerles muchas preguntas, especialmente al alto del trío. Sin embargo, se contuvo de hablar con ellos para no levantar sospechas en los demás estudiantes. Es decir, ¿qué excusa podría usar para dirigirse a los “aterradores” recién llegados? Muerde su labio inferior, tratando de no reír. Algo en esa situación resulta curioso para él.

 

Está por volver a su mesa, cuando escucha:

 

— Lee Sungjong.

 

            Los pequeños ojos de Kim Sunggyu encuentran los suyos. Sungjong permanece de pie, a espaldas de los otros dos, el tiempo suficiente para escuchar la risa divertida del mayor. Un escalofrío le recorre cuando vuelve nuevamente su atención hacia él, sonriéndole de esa forma arrogante que ha venido mostrando desde que puso un pie dentro de la Academia. Suspira. “¿Quiere jugar conmigo, acaso?

 

            La cafetería permanece en silencio, lo cual es extraño. Myungsoo, Dongwoo y Woohyun tienen sus ojos en Sungjong. Alguien pasa a su lado y choca su hombro con el suyo. Su almuerzo se tambalea en la bandeja. La manzana cae de ella y rueda hacia los pies de Howon. Los murmullos comienzan. Sungjong es capaz de sentir la preocupación de sus amigos aún al otro lado de la habitación. No es para sorprender, pues el pequeño Lee Sungjong se encuentra frente a los nuevos estudiantes, con sus miradas afiladas, y excesivamente delineadas, puestas sobre él.

 

            “Si tan sólo supieran…”, piensa distraídamente.

 

            Howon toma la manzana y juega con ella un poco, sin quitar sus ojos de Sungjong. El menor se pregunta si luce tan asustado como se supone que debe verse. Sunggyu pasa una mano por sus cabellos rojizos y un bufido viene del dueño de la cabellera castaña.

 

— Deberías tener más cuidado — señala Sungyeol cuando se pone de pie, arrebatando la fruta de las manos de Howon y dejándola frente al rostro extrañado de Sungjong. — Vámonos.

 

            Los otros dos se levantan y se dirigen hacia la salida. Ha parecido una eternidad, pero se trata de un par de minutos solamente. Los tres pasan al lado de Sungjong con sus sonrisas divertidas. Él se finge en shock unos segundos más y luego emprende camino a la mesa de siempre, siendo el centro de atención del resto de la población estudiantil. No se preocupa por ello. Al contrario, se siente complacido.

 

— ¿Estás bien? — pregunta Dongwoo apenas se sienta, viéndolo desde diferentes ángulos. — ¿Qué te han dicho? ¿Por qué no viniste de inmediato? ¿Estabas asustado?

 

— Estoy bien.

 

            Sungjong no habla más al respecto y ellos deciden dejarlo tranquilo. Dedica lo que resta del almuerzo a pensar seriamente acerca de los otros tres. La advertencia en los ojos de Sunggyu sigue presente en su mente. La sonrisa de Hoya no le deja dudar de sus intenciones. Luego están las palabras de Sungyeol. “¿Esto es por ellos o por mí?

 

            Su móvil vibra dentro del bolsillo de sus jeans. Mira la pantalla con una sonrisa enorme ante semejante mensaje:

 

 

 

« Eras tú el de esta mañana, ¿verdad? La pareja frente a la entrada, quiero decir… »

 

 

 

            “Así que nos ha visto.” Sonríe más amplio, jugando con la comida. Myungsoo le llama, despertándolo de su ensoñación. Sungjong parpadea, incapaz de dar respuesta a una pregunta que no ha escuchado. El pelinegro sólo mueve la cabeza y vuelve su atención a los mayores, dejando al más chico perderse en sus cosas de nuevo. Se decide a enviar un mensaje de vuelta.

 

 

 

« No pensé que alguien estuviese viéndonos. ¿Disfrutaste el espectáculo, Yeol? »

 

 

 

            No hay respuesta a eso. El día pasa sin algo interesante que contar. Los rumores sobre “los nuevos” siguen extendiéndose. La gente se siente inquieta a su alrededor. Sungjong también siente curiosidad, pero por un motivo diferente. Los conoce lo suficiente bien ya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sungjong suspira con aire cansado. Es viernes, tiene una pila de tarea sobre el escritorio de su habitación, y no sabe cómo demonios se fue la semana. La clase de Historia sigue su curso mientras sus pensamientos se dirigen hacia la llegada de Sungyeol y los otros a la Academia. Es el quinto día que están ahí, pero como si fuera el primero. Desde el martes comen en los jardines en lugar de la cafetería, lo que conlleva a un montón de gente pegada a la ventana tratando de verles. Sungjong no tendría razón para quejarse si la mesa que siempre, siempre, han usado no estuviese tan cerca de todo el alboroto. Escucha la campana anunciar el almuerzo y sale con pasos veloces del aula, poco importándole que el profesor siga hablando de quién sabe Dios qué.

 

            Los otros tres esperan por él en la cafetería. A Sungjong no le sorprende encontrar a Myungsoo a mitad de uno de sus tantos colapsos mentales en la mesa. Dongwoo y Woohyun comen con toda tranquilidad, ignorando al menor -técnicamente- tumbado frente a ellos. Por un segundo, el más joven del grupo se arrepiente de haber dado a su mejor amigo -y ex novio- la delicada tarea de investigar a Lee Sungyeol. Pero sólo un segundo, ya que luego recuerda el motivo de su actuar.

 

— ¿Pasó algo? — Woohyun niega con la cabeza, jugando con sus palillos. — Myungsoo…

 

— Sungyeol está en su clase de Actuación y también en el Club de Fotografía — le informa Dongwoo con la boca llena de arroz y algo de salsa en su mejilla. Sungjong se esfuerza para no sonreír. — Dos de tres. No está mal, ¿eh? Ahora bien, el motivo por el que está así es a causa de su proyecto final de Fotografía. Ya sabes cuán importante es eso y…

 

— Para resumir, le han emparejado con Sungyeol y…

 

— ¡Él ni siquiera me mira! — estalla Myungsoo, sentándose con la espalda recta.

 

            Los otros tres quedan en silencio. “¿Eso es todo?”, se pregunta Sungjong mentalmente, esforzándose por no golpear al otro con algo. A veces aún se olvida de lo dramático que llega a ser cuando… bueno, la mayoría del tiempo. Myungsoo siempre es así.

 

— ¡Están ahí!

 

            Sungjong rueda los ojos ante el chillido de una chica, y pronto se encuentran rodeados por un montón de gente que trata de mirar por la ventana. Lee considera seriamente el ir hasta los jardines y darle un golpe a los tres idiotas desconsiderados, pero está seguro que el sermón que recibirá por parte de Sunggyu será demasiado largo como para perderse todo el descanso. Aun así, anima a sus amigos a salir de ahí. Sungjong no consigue entender por qué, si tanto desean ver a los nuevos, el resto de los estudiantes no come fuera. “¿Les tienen miedo?”. Se ríe internamente, empujando a Woohyun a través de la puerta. Dongwoo choca con ellos cuando se detienen abruptamente apenas sentir el aire acariciarles el rostro.

 

            Sungyeol se encuentra tumbado en una banca, y su cabeza descansa en el regazo de Sunggyu. Hoya se mantiene al lado del mayor, hablando con él tranquilamente. A Myungsoo le llama la atención la mano del pelirrojo acariciando los cabellos castaños del más alto. Frunce el ceño, porque es raro y le molesta. Recuerda vagamente las veces (tres, para ser exactos) que trató de hacer lo mismo con Sungjong y el menor le apartó la mano entre quejidos porque iba a despeinarlo.

 

— Esa mesa — Sungjong señala una de tantas con su dedo. Ésta se encuentra lo bastante cerca de ellos para escucharlos y lo bastante lejos para no llamar su atención. Es perfecta. — Muévanse.

 

            Ninguno obedece y el menor se va por su cuenta, ajeno a las miradas estupefactas de los mayores. ¿Cómo piensan acercase a “ellos” si no son capaces de pasarles por enfrente al menos? Dibuja una sonrisa cuando Sunggyu y Hoya detienen su conversación para mirarle y Sungyeol cambia ligeramente su postura.

 

— Eh, Lee Sungjong — Sungyeol envuelve sus dedos alrededor de la muñeca de Sungjong, frenándolo.

 

            Por un momento, el tiempo se detiene para todos. Woohyun abre la boca para decir algo pero las palabras se atoran en su garganta. Dongwoo coloca ambas manos en los hombros de Myungsoo, con un poco de violencia, y lo zarandea unos segundos. Sunggyu y Howon, por su parte, analizan a Sungjong de arriba-abajo y luego regresan a su conversación sobre un tema que el menor no comprende.

 

— Ya, Sungyeol, ¿qué? — no quiere exaltarse, pero siente más miradas de las necesarias sobre él. — Si querías que fingiera no conocerlos, con esto sólo llamas la atención de todos.

 

— Disimula mejor, entonces — se burla el castaño, incorporándose sin soltar la muñeca delgada. Saca una pequeña bolsa amarilla del bolsillo interno de su chaqueta y la deja en la otra mano del menor. Se acerca peligrosamente, sonriendo traviesamente. — Me acordé de ti.

 

            Entonces le deja ir y vuelve a la banca, apoyándose en esa ocasión en el hombro de Sunggyu, que lo recibe amablemente. Sungjong retoma su andar hacia la mesa y, aunque les toma más de tres minutos, sus amigos le alcanzan finalmente. “Aun no comprendo esta situación”, se queja mentalmente mientras los otros le acosan con preguntas que siquiera escucha en realidad. Juega con la bolsa entre sus manos, tirando del lazo verde con lentitud. Son…

 

— Caramelos de limón — dice en voz alta, confundiendo a todos.

 

            Vacía el contenido en la mesa y tres pares de ojos reflejan sorpresa. No es por exagerar, pero Sungjong ama los caramelos de limón, y eso sólo lo saben personas muy cercanas a él. Demasiado cercanas. Coge uno y rasga la envoltura, tomándolo entre sus labios. El sabor es diferente del normal. Sungjong sabe exactamente de dónde han venido los dulces. Son del frasco que Sungyeol guarda en el segundo estante del primer armario de la cocina de su apartamento. Son japoneses, no coreanos.

 

— ¿Por qué te dio caramelos de limón? — pregunta Dongwoo, curioso.

 

            Sungjong no responde. No sabe realmente por qué se los ha dado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Srita. Choi se mueve por el aula con sus labios rojos estirados en una sonrisa infantil que adorna su rostro de niña. A sus veintiséis años, la profesora aún tiene la apariencia y vitalidad de una quinceañera. O al menos es la impresión que ha dado a Sungjong desde el primer momento en que la vio. Imparte la clase de cocina a dos horas diferentes del día: por la mañana, después del almuerzo, para todos aquellos chicos desbalagados que quieren sobrevivir por su cuenta a base de algo diferente de la sopa instantánea; y por la tarde, a última hora de la jornada escolar, a todas las chicas que desean ser hábiles en un campo tan importante. Choi Jina es la única profesora en la Academia capaz de impartir su clase a un solo estudiante: Lee Sungjong, y no quejarse.

 

— Sungjongie~ — le saluda ella apenas cruza la puerta, cerrándola tras él. A Sungjong se le congela la sonrisa cuando se da cuenta que la profesora no se encuentra sola. Se niega a creerlo, pero le reconocería en cualquier parte. — Sungyeollie ha decidido unirse a nosotros el día de hoy. ¿No estás contento?

 

Mucho — articula entre dientes, y ella no se da cuenta porque su teléfono celular ha sonado y ahora habla alegremente con su novio. O eso piensan ambos estudiantes al ver la enorme felicidad reflejada en las facciones de la mujer, que se disculpa con ellos y les pide seguir la clase sin ella. — Sungyeol, ¿qué demonios haces aquí?

 

— Clase de Cocina — le responde con obviedad, sentándose en uno de los banquillos.

 

            D’oh. Sungjong pone los ojos en blanco. La Srita. Choi ha dejado escrito en el pizarrón la página donde se encuentra la receta a preparar. Antes que pueda siquiera procesarlo, repara en el hecho de que Sungyeol ya tiene el libro entre sus manos y la fotografía muestra un pastel que se ve delicioso.

 

— Sabía que te encontraría aquí si venía — comienza el mayor, observando cada movimiento de Sungjong mientras éste busca los recipientes e ingredientes a utilizar. — No esperaba que fueras el único aquí.

 

— ¿Por qué has venido aquí?

 

— Ya te lo dije — se ríe un poco, bajito, como para no ser oído —, clase de cocina.

 

— Eso no — le interrumpe Sungjong, acercándose tanto que Sungyeol siente el aliento del menor cuando le habla. — ¿Por qué has venido a Woollim? ¿Por qué esta actuación del chico malo?

 

— La bruja… Quiero decir, mi madre — una sonrisa se dibuja en el rostro del otro. — Ella me ha transferido aquí sin consultármelo antes. Sunggyu y Hoya se trasladaron conmigo. Esperábamos un recibimiento más cálido de tu parte, Jongie.

 

— Basta — se ríe ante el apodo, arrebatándole el libro. — Ustedes llegaron aquí con esa pinta. ¿Qué se supone que haga? Todos piensan que soy una persona linda, ¿bien?

 

— Todo aquel que no te viese comiéndote a tu novio lo pensaría…

 

— No es más mi novio — Sungjong lo interrumpe. — Era un beso de despedida.

 

            Sungyeol se siente ligeramente incómodo y no sabe por qué.

 

— Sunggyu pensó que sería divertido venir aquí con nuestra ropa de calle — cambia de tema, jugando con un huevo entre sus dedos. Sungjong se encuentra vertiendo la harina en un tazón para ese momento. — Supongo que sentía curiosidad sobre el reaccionar de los otros a nuestro alrededor.

 

— Todos se están comportando como un grupo de imbéciles — el menor le arrebata el huevo, comenzando a darle instrucciones como su asistente. Sungyeol obedece sin chistar. — Dudo que fuese de ese modo si supieran que en realidad son un trío de idiotas — Sungyeol vierte leche en una taza, pensando en las palabras del más bajo. Quizá él tenga razón. — Toda esta semana he sentido la necesidad de decirle a nuestros compañeros que tienes una colección de osos de peluche en tonos pastel dentro de tu armario.

 

— Sería bueno que lo hicieras — señala el alto, rompiendo el primer huevo. — Así podrías, de paso, explicarles cómo sabes tú eso. Seguro les alegrará saber que tienes acceso libre a mi habitación y que pasas más noches en mi apartamento que en tu casa.

 

— Entonces les diré que soy tu primo y dejarán de hacer preguntas — se encoge de hombros, conectando la batidora a la corriente eléctrica. — Eso bastaría, ¿no?

 

            El castaño sonríe, esperando pacientemente a que el otro termine de mezclar los ingredientes. Sungyeol conoce el motivo por el que Sungjong quiere ser bueno en la cocina; y Sungjong sabe que Sungyeol se encuentra pensando en ello en ese momento. Ha sido sólo un año, pero se conocen el uno al otro como a la palma de su mano.

 

— Si realmente fuésemos primos, no lo dirías — Sungjong se ríe, porque sabe que es verdad. — Supongo que después de hoy podremos hablar de forma normal. Soy tu único compañero aquí, así que es natural.

 

— Supongo.

 

— ¿Irás hoy? — Sungyeol lleva el dedo dentro del tazón y roba un poco de la masa, siendo regañado por el más chico de inmediato. — Tenemos ensayo a las nueve. Jungwook estará ahí.

 

— ¿Cuándo me he perdido uno de sus ensayos? — cuestiona entretenido, con los ojos brillantes.

 

— Cuando Jungwook no está ahí.

 

            Lo siguiente que Sungyeol sabe, es que tiene una cucharada entera de masa para pastel en la cara. La mezcla dulce resbala desde la mejilla hasta el mentón. Sungjong empieza a reírse cuando ve al mayor probarla. Es igual que la primera vez que horneó un pastel en el apartamento de Sungyeol. El castaño sonríe de una forma extraña y el menor da la vuelta al mesón, olvidándose del horno encendido y la batidora mal colocada. Después de eso, todo son gritos agudos y algunas carcajadas.

 

            Cuando la Srita. Choi regresa, acompañada por su novio, los encuentra a ambos rodando por el piso, cubiertos de harina y masa, con un ligero olor a quemado proveniente del horno. Camina en dirección a éste con intención de apagarlo, pero resbala con algo de leche derramada y cae al piso, junto a ellos. Los dos menores permanecen estupefactos hasta que la escuchan reír también. Y a ella se une su novio.

 

            Después de todo, Choi Jina es la única que podría disfrutar de algo como eso.

 

            A la hora de salir, Sungjong se topa con que sus amigos le esperan apoyados en la pared. Los dos mayores se burlan de sus ropas sucias y su cabello endurecido; Myungsoo se limita a sonreír. Entonces Sungyeol sale del aula también, haciéndoles callar debido a la incredulidad.

 

— ¡Ey, Lee Sungyeol! — el castaño siente el peso de un brazo sobre sus hombros y su cuerpo es tirado hacia abajo. — La bruja nos está esperando. — Sunggyu dedica una mirada a los otros cuatro y sonríe burlonamente, especialmente al ver a Sungjong. — Andando.

 

            Howon apenas alza la mirada hacia ellos. Los tres caminan hacia la salida sin detenerse. Sungyeol les cuenta todo con detalle cuando se encuentran lo bastante lejos de los cuatro chicos.

 

— ¿Tuvieron ustedes dos una pelea allá adentro? — cuestiona Myungsoo con preocupación.

 

— Algo así — se limita a decir Sungjong.

 

            Los tres se miran entre sí, extrañados, no porque Sungjong y Sungyeol pudiesen discutir dentro del salón, sino porque el más chico sonríe como hace días no lo hace y se ríe cada tanto, olvidándose de las horribles condiciones en que se encuentra, como hubiese afirmado en otros tiempos.

 

            Sungjong está seguro de que muchas cosas cambiarán a partir del lunes.


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