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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Si, lo se, llevo mucho tiempo sin publicar U_U pero como dije en otro fic estaba de examenes y simplemente ni nivel de estress y desesperación me impedia hacer nada decente.

Pero ya esta solucionado asique todos felices n_n

Bueno, aunque se que va con retraso, queria agradecer a Korone Lobstar y Dracul Cobain por su apoyo, comentarios motivantes y fics inspirantes T^T os quiero chicas.

Y bueno tambien muchas gracias a los que siempre me dejais reviews, hemos llegado a los 100 o.O os daria un abrazo pero creo que ya me he enrollado mucho, asique simplemente disfrutar mi parida mental...osea, ejem, capitulo, capitulo

U_U

 

 

 

Law bebió de la exquisitamente decorada taza entre sus manos rellena de una extraña bebida de color marrón tostado y ligeramente densa que humeaba agradablemente desprendiendo un agradable aroma. Bebía despacio, intentando que no se le notase el hambre que tenía, ni lo que agradecía comer y beber algo que no fuesen las malditas gachas pegajosas de los ultimo días.

 

El dios enfrente suyo, bebía de una taza similar a la que tenía él entre sus manos sin quitarle en ningún momento la vista de encima, escrutándole con aquella mirada morada a la que poco a poco se empezaba a acostumbrar, pero que seguía pareciéndole igual de inquietante que al principio. El mayor estaba recostado en una dorada silla ligeramente más alta que la suya en un claro intento de intimidación psicológica. Intento que curiosamente estaba funcionando a la perfección pese a saber lo que pretendía.

 

Estaban ambos pacíficamente acomodados en el patio cubierto con la enorme piscina de agua totalmente quieta a su lado reflejando el impresionante techo y la decoración salvaje de la habitación rodándoles por completo. Las plantas selváticas les envolvían, creando un ambiente más íntimo e informal sin llegar a ser del todo agobiante, mientras, las extrañas aves que pululaban por el pabellón y en las que antes no se habían fijado, le cantaban y se les acercaban con sus coloridos plumajes como si su presencia no les importase lo más minimo.

 

Doflamingo le había estado explicando que venían de la otra parte del mundo, de lugares tan lejanos que aun ni se conocían. Que cada cosa de aquellas habitaciones le costaría a un simple hombre años y años de viajes y montañas de dinero conseguirlas. Le había estado mostrando el poder y fuerza que tenía, señalándole en aquellos "casuales" comentarios que podía prácticamente conseguir todo lo que quisiese o se le antojase sin demasiado esfuerzo, solo pidiéndolo un día y al siguiente teniéndolo entre sus manos.

 

Law simplemente había asentido a cada cosa que le mostraba, a cual más extravagante, sin cambiar en todo el proceso su cara de indiferencia en lo más mínimo. Como si aquel oro de enrevesados patrones que decoraba las columnas, o los cómodos sofás que parecían engullirle como en una nube, fuera algo con lo que viviese todos los días. Sin dejarse impresionar en lo más mínimo por el rubio. Negándole la satisfacción de saber que aquellas historias de lugares lejanos y remotos le fascinaban tanto como las montañas de libros que había visto antes sobre las estanterías de las salas. Simplemente paseó mirando las cosas con aire aburrido y sin preguntar ni comentar nada al respecto.

 

— ¿Qué te parece?—le preguntó de nuevo el rubio refiriéndose al extraño brebaje que tenían entre manos con una sonrisa ligeramente tensa en su cara. Se notaba que se estaba forzando a sonreír pese a la clara irritación que mostraban sus ojos, como si el hecho de que Law no estuviese asombrado y extasiado con lo que acababa de mostrarle le molestase.

 

—Raro, no se parece a nada de lo que haya tomado antes—respondió Law sin realmente dar su opinión ni mostrarse especialmente complacido, aun con aquel juego que llevaba realizando durante las dos horas que llevaban hablando.

 

El rubio amplió aun más su sonrisa en respuesta, con aquella sonrisa inteligente y aun así divertida que le decía que sabía perfectamente a lo jugaba, pero que aun así le hacía gracia verle siquiera intentándolo.

 

Pero todavía con aquella tensión en su cara.

 

Definitivamente le molestaba, se regodeó Law.

 

El rubio no debería estar acostumbrado a que le tratasen como alguien normal y corriente, pensó Law, y aunque al principio le divirtiese su intento de indiferencia, realmente le estaba empezando a cabrear. Y es que todo el mundo acaba dejando caer su fachada al cabo de un rato en aquel lugar excéntrico. Unos antes, otros después, pero al final caían. Pero Law no, se dio cuenta al rubio al ver que la máscara del menor no temblaba ni siquiera un ápice ante lo que le mostraba. Law solo seguía serio e indiferente. Y aquello solo podía significar una única cosa: Que realmente no le estaba impresionando tanto como se había esperado. Y aquello le jodia, era un golpe bajo para su orgullo después de todo.

 

—Se llama chocolate—murmuró el rubio llevándose su propia copa a la boca y aspirando el dulzón aroma de la bebida—pero aún quedan veintiún siglos para que llegue a este continente, y aún más para que aprendan a prepararlo en condiciones—

 

Law no dijo nada al comentario, pero a partir de entonces bebió aquel brebaje como si estuviese tomando el néctar de la inmortalidad, aunque, como siempre, manteniendo la máscara de aburrimiento contra él otro. Mmmm realmente estaba bueno y él tenía demasiada hambre, concluyó dando otro largo trago. Al rato la taza estaba vacía y Law tenía un regusto amargo en la boca y ganas de más.

 

—Me alegro de que te guste—comentó entonces el rubio volviendo a mirarle intensamente mientras volvía a rellenarle la taza con la jarra. Con una ligera mirada de triunfo en los ojos.

 

Law frunció el ceño dándose cuenta entonces de su pequeño desliz. Mierda. Le había dado una ligera casi invisible información, una ligera ventaja sobre él. No creía que el otro pudiese hacer nada con aquello, dudaba que pudiese sobornarle con el tal "chocolate", pero aun así había sido un desliz. Un desliz que podía convertirse en algo peor si aquello seguía así. Tenía que concentrarse y pensar, no dejar que le manipulase como quisiese por muy bueno que estuviese el chocolate o lo maravilloso que fuese lo que le enseñase. Tenía que ganarle en aquel juego.

 

Sabía que el rubio le estaba enseñando todo aquello, mostrándole tanto lujo y poder por alguna razón en concreto. La misma razón por la que le había obligado a entrar en el templo y la que había arruinado su vida. Simplemente de pensarlo sintió su estómago revolverse tenso y dudoso.

 

Miró la taza enfrente de él de nuevo con la deliciosa bebida marrón oscuro humeando suavemente. Invitándole a probarla. Tentándole a rendirse. A que simplemente dejase de fingir y disfrutase de la bebida. Que se dejase mimar por el rubio, aceptase lo que quisiese y viviese felizmente allí.

 

La imagen de su familia apareció clara en su mente.

 

— ¿Qué quieres?—preguntó al final al rubio tras un momento de tenso silencio. Mirándole fijamente a los ojos y sin tocar la taza de chocolate. No se iba a rendir. Ni de coña.

 

El rubio dejo de beber y chasqueó ligeramente la lengua como si estuviese molesto con la indeseada pregunta. Mirándole reprimirse estúpidamente y sin conseguir aún que cediese en lo más mínimo.

 

—Disfruta de esto un poco Law—murmuró abriendo los brazos y abarcando la enorme sala llena de plantas y animales—ya hablaremos de los temas importantes después, cuando nos hayamos relajado un poco y hayamos acabado de comer—cuando te hayas rendido y me supliques quedarte aquí entendió el moreno.

 

Law le fulminó entonces con la mirada y se recostó en el asiento alejándose ligeramente de la taza de chocolate. Dejándole claro que no iba a disfrutar más y que quería hablar ahora. La mirada violeta choco contra la gris irritada. Se quedaron aguantando la mirada durante un momento, desafiándose ligeramente, luchando por ver quién aguantaba más la presión o quien caía primero. Ambos molestos y tensos por la, a simple vista, inocente y tranquila situación.

 

—Como quieras—el rubio dejó la su taza vacía de un golpe en la mesa y se levantó demasiado bruscamente.

 

Law saltó en su silla del susto y fue entonces cuando se dio cuenta de lo agarrotado que estaba. De la tensión que soportaban sus músculos allí y de lo que se estaba realmente jugando.

 

El rubio rodeó la mesa con dos zancadas y paró a su espalda fuera de su campo visual. Law volvió a intentar controlar su respiración, que revoloteaba de nuevo libre y nerviosa. Sus instintos de supervivencia salieron a flote gritándole que escapase o huyese, que el rubio iba a acabar con él de una forma u otra. Trago saliva y se obligó a sí mismo a quedarse quieto y no salir corriendo, o darse la vuelta para encarar al hombre que tan peligroso parecía. Aquello sería estúpido. Le daría una ventaja al rubio demostrándole que su mera presencia le ponía los pelos de punta, y además, sería un golpe bajo para su orgullo.

 

Unas manos se posaron en sus hombros, enormes y pesadas y un cálido aliento choco contra su oreja. Law cerró los ojos y contuvo el aliento sintiendo como su corazón latía aterrado a toda velocidad. Se sentía totalmente atrapado, atado con cadenas invisibles a su asiento y con su vida prendiendo de un hilo a una de sus palabras.

 

—Quiero...—Su oscura voz chocó contra su oído delicada y suave, casi un murmullo tranquilizador—que seas mi…sirviente personal— su voz empalagosa pero firme, prometiéndole el paraíso y mucho más.

 

Y con aquella simple frase la mente de Law se aclaró.

 

—No— Claro, sin duda.

 

Las manos se apretaron sobre sus hombros.

 

—...tendrás lo que quieras—continuó el rubio como si no hubiese hablado— podrás leer tus libros de medicina, te dejare ir a donde quieras, tendrás dinero, riqueza, conocimientos...Lo que quieras… no tendrás que limpiar los suelos de salas vacías, no tenderas que comer comida asquerosa...lo que quieras Law—casi parecía una súplica de un niño pequeño.

 

Law sonrió irónicamente. Así que lo sabía. Por dios, por supuesto que lo sabía, seguramente lo había ordenado él mismo. Se sentía tan estúpido, tan usado, aquello carecería de todo sentido. ¿Sirviente? ¿En serio?¿Se pensaba que era idiota? Sirviente era una palabra elegante y políticamente correcta para denominar a los esclavos, se decía que no era lo mismo, que un sirviente vivía mejor que un esclavo, pero en el fondo todo era igual. Tendría que servir y satisfacer los deseos del otro, y por su mirada estaba muy claro cuáles iban a ser. ¿Realmente pensaba que iba a aceptar voluntariamente?¿Así por las buenas? ¿Tan estúpido se pensaba que era?.

 

Si había algo que Law odiaba sobre todas las cosas en este mundo era que le subestimasen y humillasen. Le había quitado absolutamente todo lo que apreciaba o quería y ahora le pedía que fuese su esclavo voluntariamente . Furia era una palabra demasiado corta para describir lo que sentía en aquel momento

 

—No—respondió esta vez sonriendo macabramente.

 

Los largos dedos se clavaron en sus hombros aún más, y cuando el dios hablo lo hizo con un ligero tono colérico en su voz, como si realmente no entendiese su negativa.

 

—¿Por qué? …te estoy dando todo lo que alguien desearía—

 

Una carcajada se escapó de los labios de Law seca y sarcástica. Giró su cabeza ligeramente hasta que encontró los morados ojos del otro chocando contra los suyos de nuevo. Dudoso, curioso y bastante ofendido.

 

—Porque te odio—susurró divertido observando, casi emocionado, como los ojos del otro se oscurecían—por qué no pienso servir al hombre que me lo ha quitado todo— veía su cara reflejada en los ojos morados del otro, con su mirada seria y aquella sonrisa falsa en su boca. La máscara perfecta.

 

Doflamingo se apartó de él rápidamente y comenzó a andar por el patio a sus espaldas con largas zancadas, con la violencia presente en cada línea de su cuerpo. Alejándose del menor para no destriparle vivo. Law tomó en sus manos la taza de chocolate ahora templado y se la tomó con largos tragos mientras escuchaba al dios hablar al otro lado del pabellón. Curiosamente se sentía tranquilo y clamado, como si se hubiese quitado un peso de encima, como si el hecho de ridiculizar al otro, de darle en las narices con aquello, aliviase ligeramente su orgullo y le devolviese a su ser de siempre.

 

—Vergo, devuelve a Law a sus aposentos—ordenó el rubio— creo que no se encuentra muy bien—Law rió entretenido. Ah, que hipócrita, aunque después de los políticos de la ciudad era casi como un niño jugando. El moreno se levantó y se dirigió a donde estaban los otros dos decidido a cooperar para salir de allí cuanto antes.

 

Doflamingo se volvió a mirarle después de escucharle reírse y Law pudo sentir entonces todo el peso de su mirada sobre él de nuevo. Fulminándole intensamente ante su irreverencia y haciendo que respirar le costase todo su esfuerzo o que su espalda se empapase de sudor frío casi al instante.

 

Le dedicó a cambió su mejor sonrisa inocente e irreverente.

 

Vergo se situó a su lado al instante y le empujó hacia la salida con más fuerza de la necesaria, como queriendo golpearle, pero conteniéndose de hacerlo por respeto al rubio. A Law le daba igual, solo quería salir de allí y volver a meterse en su patética vida fregando suelos. Sin embargo antes de salir de aquella sala irreal de cuentos de fantasía, Law pudo escuchar perfectamente las últimas palabras del extravagante dios.

 

—A ver cuánto aguantas chico—

.

.

.

Después de aquello se estableció una especie de rutina entre los dos hombres. Todas las tardes el Dios le hacía llamar a sus aposentos donde le volvía a mostrarle lo que podía conseguir, donde volvía a tentarle para que se rindiera y le aceptase. Y todas las tardes Law respondía lo mismo cuando Doflamingo le hacia la pregunta de siempre.

 

Llevaban ya dos semanas así. Law no era idiota y sabia que el dios no continuaría con aquello por el resto de su vida. Sabía que en algún momento se cansaría y entonces simplemente dejaría de preguntárselo por las buenas y cogería lo que pensaba que era suyo. Pero también sabía que poco a poco él también estaba comenzando a rendirse.

 

Después del desprecio y odio en el templo, de las comidas horribles, de los cuchicheos y trabajos imposibles, llegaba al perfecto mundo donde vivía el rubio. Las promesas que le hacía, lo fácil que sería conseguir todo aquello, de librarse del sufrimiento y el desprecio estaban acabando con sus defensas, y descubrió un día mientras pelaba patatas, que estaba esperando con ganas que el rubio le llamase a aquel paraíso en lo profundo del templo.

 

Se dio cuenta que aquellas visitas eran lo único que le mantenían cuerdo en aquel infierno que vivía todos los días. Que las interesantes e inteligentes charlas que mantenía con el rubio, o el ligero descanso del odio visceral que conseguía de sus compañeros cada día, eran recibidos como agua bendita por su parte, haciendo que la tentativa de suicidio se disipase ligeramente.

 

Y lo odiaba.

 

Que la persona que te había destruido la vida fuese la que ahora te empujaba a seguirla era simplemente humillante.

 

Law suspiró ante aquellas revelaciones que llevan todo el día surcando su mente. Cansado observó la piscina de agua negra y en calma que tenía delante con el reflejo de la luna bailando en la superficie. Dejo caer la túnica que momentos antes estaba llevando y avanzó hacia el agua con paso decidido. Su piel se erizo imperceptiblemente al contacto con el cada vez más frío aire del otoño, pero lo ignoró y simplemente se dejo caer en el agua.

 

Lo adoraba. Era otra de las pocas cosas que le mantenían cuerdo. El nadar en la pequeña piscina le recordaba a los veranos en el mar con Luffy y Ace, riendo y metiéndose unos con otros. Era la misma sensación cálida y agradable que cuando montaba a Pinguin. Libertad absoluta. Podía imaginarse en medio del océano rodeado de agua, sin muros que le retuviesen ni le enjaulasen... Simplemente él y el ancho mar. Pero como siempre sus pulmones dolieron y le despertaron de la fantasía. Lentamente subió a la superficie y volvió a respirar aire. La luna le baño la piel volviéndola de un color pálido como la de cierto pelirrojo.

 

Se golpeo mentalmente.

 

Obligándose a no pensar en eso volvió a sumergirse en el agua y dio dos brazadas chocando al instante con el borde de piedra. La piscina era demasiado pequeña, en la de Doflamingo seguramente podría...

 

Se golpeo mentalmente. Otra vez. ¿Qué narices le pasaba hoy? ¿Por qué no podía controlar hoy su mente como hacia siempre? volviendo a salir a la superficie se quedó de pie con el agua haciéndole cosquillas en la cintura. Se observó a si mismo durante un momento en el reflejo de la negra y ondulante superficie. Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a ver su reflejo.

 

Había perdido peso. Demasiado. Casi ni se reconocía con aquellas costillas marcadas claramente sobre su piel. Pero también había ganado un poco de músculo con los trabajos extenuantes y había perdido la apariencia aniñada de antes, sobre todo en sus ojos ahora fríos y calculadores. Bueno, por lo menos se podía decir que la tortura tenían algo positivo, nunca había tenido tanta fuerza como ahora, ni tanto control sobre su propia persona y su entorno, siempre estaba alerta, calculando cada movimiento y preparado para lo que fuese. Y aquello debía de ser algo bueno. Más o menos.

 

Volvió a observar su reflejo.

 

Nunca le había gustado su cuerpo. Era demasiado alto. Demasiado delgado. Parecía un palo con patas. Sus huesos se marcaban demasiado contra su piel y al mínimo golpe que se daba ya tenía un moratón cubriendo la zona. Parecía una mujer débil y delicada que podía romperse si se la trataba bruscamente.

 

Y luego estaban los tatuajes. Aquellos dibujos de líneas entrecruzadas que no comprendía y que había tenido desde pequeño. Normalmente fingía que le daban igual al igual que fingía otras muchas cosas. Que no le importaba llevarlos pintados sobre su oscura piel como un foco luminoso que anunciaba que él no era Griego de nacimiento. Pero los odiaba. De pequeño ya se habían burlado lo suficientemente de él por ellos como para tener suficiente para el resto de su vida.

 

Suspiró de nuevo obligando al agua a que se ondulase y dejase de reflejar su figura, luego, alzando una mano, se apartó el pelo mojado de los ojos.

 

Y entonces lo sintió. Otra ligera ondulación en el agua aparte de la suya. Un ligero estremecimiento de alerta en su mente.

 

Y unas manos rodeándole la desnuda cintura desde atrás.

 

Se tensó y volvió a colocarse la máscara imperturbable al instante, convenciéndose a sí mismo de que aunque estuviese en el agua totalmente desnudo y de espaldas al otro, aun podía defenderse.

 

Un aliento chocó contra su nuca y las manos le presionaron suavemente hacia atrás hasta que su espalda se encontró contra un fuerte pecho. Se obligó a mantener la calma como siempre y a fingir que aquello no le afectaba ni turbaba en lo más mínimo mientras su corazón revoloteaba en su pecho nervioso delatándole traicioneramente.

 

—Hola Law—susurró casi inaudiblemente Doflamingo contra su oreja, apoyando su barbilla sobre su hombro y con una sonrisa satisfecha surcándole la cara.

 

 

Notas finales:

Bueno por ya esta, toy literalmente muerta. Pero lo hemos dejado a punto de caramelo.

Se que pongo mucho texto y poco dialogo, lo siento, pero es que queria que vieseis realmente como es la relacion y lo que piensa Law del rubito. Espero no haberos aburido U_U

¿Que creeis que pasara ahora?¿Que es de Kidd?¿Sucumbira Law a la tentacion?

Bueno pos eso, yo me voy a la cama, creo que segun la tradicion de por aqui le debo algo a Kivha, (la del review numero 100) asique pide por esa boquita.

Un besooo y dejenme reviews onegaiii,que no os cuesta naaa, porfaaaa.


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