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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno esta semanita me ha dado tiempo, yupiii *salta emocionada como una retardada* en fin aqui os dejo la conti.

Espero que os guste.

 

 

Law se giró otra vez en la cama hundiendo su cara en la almohada plagada de bultos extraños. El áspero material de la funda picaba contra su cara y normalmente evitaría hacer cualquier gesto que supusiese que su piel entrase en contacto con el tejido durante más tiempo del necesario, pero en aquel momento le daba igual. Llevaba todo el día encerrado en su habitación sin levantarse de la cama y sin ningunas ganas de hacerlo.

 

Le daba miedo salir de allí como nunca había temido nada. Le daba miedo encontrarse con el dios y su mirada inquietante, y también temía encontrarse con los idiotas de siempre que se reirían de él sin saber la ansiedad por la que estaba pasando.

 

No podía. Todavía necesitaba tranquilizarse y asimilar lo que acababa de pasar. Sabía que si salía ahora de la habitación seguramente se desmoronaría delante de todo el mundo ante el más mínimo comentario en su contra poniéndose inmediatamente a la defensiva. Y no quería. No quería que le viesen indefenso, débil y asustado. Nunca. Se aprovecharían de él y si hasta ahora su vida había sido un infierno, si les dejaba ver la más mínima duda en su cara, estaba seguro que se acabaría suicidando.

 

Pero no podía más. Toda su vida era una mierda. No tenía nada por lo que mereciese la pena seguir. No tenia familia, le habían intentado violar, había perdido a sus amigos, sus libros... y no tenía a Kidd.

 

La sensación agobiante volvió a su garganta y esta vez no intentó detenerla y simplemente dejo que el gemido de tristeza escapase de sus labios y se perdiese en la almohada que sostenía su cabeza.

 

Kidd. Por primera vez desde que había llegado y le habían encerrado allí se permitió pensar en él.

 

Necesitaba al pelirrojo, le necesitaba como un pez necesita el agua o como una planta necesita la luz. Porque él solo no podía con todo aquello. Necesitaba sus brazos envolviéndole protectoramente como la ultima vez, que le dijese que todo estaba bien, que él era fuerte y podía con aquello y con lo que fuese. Necesitaba sus besos, sus manos revolviéndole el pelo, sus caricias calmadas en su cara...

 

Pero estaba atrapado. Totalmente enjaulado. Sin poder huir, sin poder escapar, hundido en algo peor que el infierno.

 

No volvería a ver a Kidd. Nunca. Le había perdido para siempre.

 

La idea saltó firme en su mente por primera vez desde que se había ido. Clara y dolorosa. No había querido pensar en ello, había estado huyendo de ella, pero ahí estaba. Recordándole lo que había hecho y lo que había perdido.

 

Gimió de nuevo contra el colchón y el lamento retumbó por la solitaria habitación con un tono lúgubre.

 

Dolía. El darse cuenta por primera vez de lo que aquello suponía era como si le hubiesen arrancado un brazo. Como si le hubiesen quitado una parte fundamental de su vida para hundirle en esa mierda. Gritó de dolor contra el áspero material. Odiaba aquella sensación. Odiaba esa asfixia estrangulándole la garganta sin dejarle respirar y odiaba el túnel negro que eran ahora sus días, sin la más mínima luz al final para guiarle.

 

Su mente siguió repitiendo la cantinela como si le estuviese torturando. Sin familia, sin amigos, sin futuro, sin Kidd, sin esperanza- sin familia, sin amigos, sin futuro, sin Kidd…

 

Quería morir. Ya no podía más. No merecía la pena seguir respirando para seguir sufriendo.

 

Mejor morir ahora. Así se ahorraría las risas de los otros aprendices, así evitaría que el dios le violase y le borrase el recuerdo de Kidd. Mejor ahora.

 

Pero su cuerpo no se movía. Su cuerpo estaba demasiado cansado y agarrotado. ¿Para que levantarse después de todo? ¿Para qué cortarse las muñecas con algo? Aquello requería demasiado esfuerzo para la poca recompensa que tendría. Aquello divertiría a los otros y solo le perjudicaría a él. Además ya no podían hacerle más daño. Además ya todo daba igual.

 

El mundo empezó a perder claridad para la mente de Law. Todo era retorcido, todo era cruel, todos le odiaban. ¿Para qué había nacido? ¿Por qué tenía que sufrir tanto? ¿Por qué el ser humano se empeñaba en destruirlo todo?

 

Lentamente se fue quedando dormido, con su mente agotada y perdida en aquella espiral de autodestrucción. Con las lagrimas picándole en los ojos, pero sin la motivación suficiente para derramarlas. Con su cada día más débil orgullo aun peleando en el fondo de todo aquel dolor por no dejarle caer.

.

.

.

Lo siguiente que sintió Law fue una suave caricia sobre su pelo que le sacaba de los brazos de Morfeo con delicadeza. Simplemente unos largos dedos enredándose en su pelo de forma suave y cariñosa, haciendo que se olvidase al instante de sus sueños y se quedase solo con la extraña sensación amarga y de pánico de una antigua pesadilla.

 

Parpadeó en la oscuridad de la noche sin moverse.

 

Seguía tumbado boca abajo en su cama de madera con colchón casi inexistente y plagado de bultos. La luz de la luna entraba por su ventana abierta de par en par y dibujaba un cuadrado perfecto en la pared opuesta. Justo encima del pequeño arcón donde guardaba todas sus pertenencias, y único mobiliario de la habitación aparte de la cama.

 

La mano volvió a hundirse en su pelo acariciándole la nuca con mimo. Suspiró en el contacto relajándose casi al instante y comenzando a quedarse dormido casi sin querer. Le recordaba a Kidd de una forma extraña y agradable.

 

La fresca brisa entró por la ventana y barrió la habitación mientras él se negaba a moverse todavía. Seguía cansado, con sus músculos doloridos y agarrotados por toda la tensión que habían tenido que soportar hacía un momento. Y como si le escuchase la mano bajo por su cuello apretándole con firmeza los músculos del cuello repetidamente, como si estuviese intentando relajarle con un agradable masaje.

 

Suspiró de puro placer al sentir como la tensión se evaporaba casi al instante.

 

—Law...lo siento—

 

Y al instante estaba totalmente despierto y en estado de alerta.

 

Doflamingo estaba tumbado a su lado en la cama.

 

Law se quedó totalmente quieto esperando cualquier movimiento del mayor para correr. La puerta estaba cerrada y le costaría un tiempo desatrancarla, pero la ventana seguía abierta, si calculaba bien la caída a pesar de estar en un segundo piso seguramente podría… Su reacción debió de ser muy evidente porque por que el mayor suspiró con aire dolido. Su mano paró en su cuello como arrepintiéndose de tocarle. Pero aun así no la aparto. Solo la dejó allí.

 

—Law lo siento—repitió el rubio—no quería hacer nada que no quisieses, simplemente...yo...—

 

Law abrió los ojos aun alerta. El rubio se estaba disculpando por lo que le había hecho. No lo entendía. Law le había dejado muy claro a Vergo cuando antes había venido a buscarle que no quería hablar con el rubio. No le había mentido diciendo que estaba malo como al sacerdote cuando había venido a ver qué pasaba que no se presentaba aquel día en el encargo de tareas, pero había sido totalmente conciso en lo respectivo al tema. Aun así le había extrañado que Vergo no le sacase de la habitación a golpes y le hubiese arrastrado hasta los aposentos del rubio, a lo mejor el Dios le había dicho algo y... Pero seguía sin entender que hacía allí.

 

—Un dios no pide disculpas, siempre tiene todo lo que quiere ¿recuerdas?—le recordó con voz seria. Sin tono, sin emociones. Sin darle ninguna pista de su estado de ánimo, todavía intentando pelear estúpidamente contra él.

 

Sintió la mano en su cuello moverse ligeramente, como si se tensase.

 

—Law—su tono en cambio sonó ligeramente enfadado, dolido— yo nunca haría...—

 

—Déjalo—le corto rápidamente. No quería oír más mentiras—simplemente olvídalo—

 

Ambos se quedaron callados durante un momento. Law, aun tumbado en la cama sin moverse y el otro a su lado, mirándole fijamente y con la mano en su nuca sin intención de apartarla. Al final el rubio suspiró.

 

—Déjame darte un masaje—

 

Law se tensó aun más abriendo los ojos totalmente asustado. Un masaje requería las manos del otro sobre su cuerpo. De nuevo.

 

—¿Qué?—preguntó con voz igual de tensa que sus músculos. ¿No le había pedido perdón el otro? ¿No había dicho que no lo haría? Tal vez si que tenía que haberse matado cuando había tenido la oportunidad.

 

—Estas muy tenso—siguió el otro como si fuese algo normal y no tuviese que preocuparse—y me gustaría compensarte de alguna forma después de...lo que intenté— propuso inocentemente.

 

Law lo pensó durante una fracción de segundo. Y el veredicto seguía siendo que no. Definitivamente no. No se fiaba, no lo necesitaba y no quería las manos del otro cerca de su cuerpo nunca más. Todavía sentía su piel quemar bajo la que se apoyaba en su nuca, como si fuese un acido sobre su cuello.

 

—No te voy a hacer nada Law, lo prometo—susurró el rubio en su oreja inclinándose sobre su cuerpo, mierda, no le había notado moverse— solo quiero que te relajes y disfrutes. Considéralo como una disculpa—

 

Law hundió de nuevo la cara en la almohada intentando alejarse del otro y simplemente desaparecer. No quería hablar con él, no quería un masaje, no quería pensar, simplemente quería estar solo inmerso en su miseria y morirse allí mismo.

 

Las enormes manos del dios se posaron en sus hombros sin que él hubiese aceptado nada todavía. Y apretó. Sin hacer daño pero con firmeza, estrujando sus músculos con los dedos y soltándolos antes de que fuese doloroso. Y luego repitió el movimiento una y otra y otra vez, hasta que Law sintió sus músculos rendirse totalmente a merced del otro.

 

Apretó la almohada entre sus dedos mientras contenía el aliento en sus pulmones. Vale, aquello se sentía bien.

 

—¿Te habían dado un masaje alguna vez Law?—preguntó el otro a sus espaldas.

 

Law negó con la cabeza sin separarse en lo más mínimo de la almohada mientas sentía las manos del otro bajar y hundir los dedos en la tierna carne de su espalda por encima de la delgada camisa. Ejerciendo la presión justa y necesaria, y haciendo crujir sus articulaciones tan placenteramente que se encontró conteniendo pequeños suspiros contra la almohada.

 

—Dios estas tan tenso que me sorprende que te puedas siquiera mover—comentó el rubio,—Como antiguo estudiante de medicina deberías saber que no es bueno acumular tensión, puede generarte problemas a largo plazo— continuó intentando meterle en una conversación o que simplemente respondiese algo a todo aquello.

 

Law frunció el ceño. "como antiguo estudiante" aquella única frase le devolvió a la vida. La tristeza, autocompasión y dolor se evaporaron de su mente y fueron sustituidas por una rabia fría y amarga. Era verdad, la culpa de todo era suya: Del dios que ahora le estaba licuando los músculos como si nada.

 

Se intentó alzar sobre los codos para darse la vuelta en la cama, encarar al otro y dejarle totalmente claro que le quería fuera de su habitación y de su vida en aquel preciso momento. Pero el dios hundió de nuevo los dedos en la base de su espalda haciendo que algo crujiese y volviese al sitio donde debía estar. Oh joder. Esta vez tuvo que contener algo más que un suspiro.

 

—Relájate Law—susurró con voz dulce y empalagosa el otro.

 

Hijo de puta.

 

Pero los dedos volvieron a hacer crujir algo en su columna, y luego otro músculo volvió a su posición, y luego otro y al final Law se encontró tumbado contra la cama totalmente hundido en ella como si le hubiesen matado y sin ganas ya de levantarse y gritarle al hombre.

 

Mierda.

 

Pero mmm...se sentía tan bien. Restregó su cara contra la rugosa tela de la almohada sintiéndose de repente cansado y con sueño. El masaje había pasado del abuso inicial contra sus persona a simplemente una ligera presión sobre su piel y una tranquila caricia en su espalda. No sabía cuando el otro había colado las manos por debajo de la camisa que llevaba, pero no le preocupaba mucho, se sentían grandes y calientes contra su delgado cuerpo. Su mente volvía a divagar, sumiéndose esta vez en un sueño tranquilo y pacifico que le llamaba dulcemente a alejarse de aquel horrible mundo.

 

No se resistió mucho.

 

—Buen chico Law—sintió a las manos retirarse de su espalda dejándole con ganas de más— duérmete cielo, todo está bien— las manos se enredaron en su pelo como al principio y unos labios se deslizaron sobre su nuca en un beso delicado y fugaz.

 

Y entonces se quedó dormido.

.

.

.

Marco pegó un brinco en el asiento del bar cuando alguien dejo caer un vaso fuertemente contra la mesa al sentarse a su lado. Se giró cabreado para chillarle cuatro cosas al idiota que osaba interrumpirle mientras hablaba con Ace, pero al reconocer la cara del pelirrojo que una vez había llamado hermano, simplemente boqueó como un pez sin saber muy bien si chillarle o alegrarse de verle de nuevo allí.

 

—Hola Kidd—le murmuró al final Ace con una sonrisa cansada.

 

El otro simplemente gruñó en respuesta y bebió de la jarra a tragos largos. Marco quiso partirle la cara, ¿Cómo osaba contestarle a Ace con un intento frustrado de monosílabo?

 

Estaban en la taberna de siempre: El Blink's Sake. Era un lugar apartado, a las afueras de la ciudad que poca gente conocía. Era oscuro, mugriento y con gente extraña que parecía capaz de atracarte en cualquier momento. Pero lo adoraban. Conocían al tabernero, un hombre huesudo que tarareaba siempre la misma cancioncilla y que intentaba infructuosamente cortejar a las jovencitas que entraban cada mucho tiempo en el lugar. Les había cubierto muchas veces las espaldas cuando se metían en problemas de pequeños y la verdad es que era como su abuelo.

 

Había llevado allí a Ace la primera semana del entrenamiento intentando que se animase por lo de su hermano y se había convertido en una especie de rutina. Todos los viernes iban a aquel sitio y bebían, charlando o en silencio, mientras escuchaban al hombre tatarear y degustaban la bebida del lugar, la única cosa decente de la taberna.

 

—Brook, ponme otra—pidió Marco llamando al hombre que hacia piruetas al otro lado de la barra.

 

Si Kidd había llagado al lugar iba a necesitar toda la cerveza posible en su sistema para aguantarlo. Sobre todo si quería seguir dejándole una buena opinión a Ace sentado a su lado en la barra.

 

—Marco—le llamó entonces Kidd con voz seria.

 

El rubio le miró de reojo. Kidd había cambiado últimamente demasiado. Se había vuelto más serio, más estricto y oscuro, la sonrisa arrogante de antes había desaparecido totalmente siendo sustituida por aquella mueca amarga. Era como si se hubiese retraído en sí mismo, como si la repentina traición le hubiese hecho dejar de confiar en la gente.

 

No sabía que pensar.

 

—¿Qué?—le respondió con aire aburrido como si no pasase nada mientras Brook dejaba otra jarra enfrente de él chorreando aquel celestial liquido bárbaro.

 

Ace le miró curioso por encima de su jarra con un ligero aire divertido en la cara ante su tono de resignación. Últimamente pasaban mucho tiempo juntos y Ace comenzaba a conocer cada tono que utilizaba y lo que significaba. Marco se tuvo que contener para no devolverle la sonrisa como un idiota y se concentró en la jarra.

 

—Voy a entrar en el templo y sacar a Law—respondió entonces Kidd serio.

 

Marco abrió los ojos sorprendido deteniendo el vaso a medio camino de su boca, mientras Ace a su lado se atragantaba con su bebida y comenzaba a toser medio ahogado. Rápidamente dejo su propio baso en la mesa y le dio unos ligeros golpes en la espalda al moreno que se agarraba la garganta y empezaba a cambiar de color.

 

—¿Qué?—preguntó Ace con voz ronca y ahogada mirando aun en shock a Kidd, que simplemente seguía con la mirada en la barra como si no hubiese pasado nada.

 

—He encontrado la manera de colarme—anunció suavemente como si estuviesen manteniendo una conversación normal y corriente, en vez de planear romper más de un par de leyes de la ciudad.

 

Ace abrió los ojos recolocándose en una posición normal, pero sin apartar los ojos de Kidd, totalmente atontado y centrado en él. Marco se pasó una mano por la cara cerrando los ojos sabiendo lo que vendría a continuación. Sabía que cuando Kidd se enamoraba no pasaban cosas buenas. Nunca. Pero aquello era...

 

Definitivamente iba a necesitar mucha mucha cerveza para no partirle la cara.

 

Notas finales:

Muajaja ¿Quien pensaba que el de la mano cuando se ha despertado era Kidd? Jajaja pues nooo!  Aun queda un poquillo para el reencuentro pero como veis, se empieza a poner la cosa en marcha.

¿A que son monos Ace y Marco? Me parto con ellos, sobre todo la amistad de Kidd con Marco, es como el amigo pasado que nadie quiere pero tienes que soportar jaja

Bueno señores y señorasss espero que os haya gustado, por que a partir de aqui se tuerce de nuevo y si, sigue sin salir Zoro ya lo se ¬¬. ya lo hara en su momento. 

En fin dejenme reviews cacho panes.

Un besonciooo.


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