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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Buenooo, se que soy cruel, asquerosa y una psicopata extraña, pero prometo que es solo momentaneo. Estoy en etapa dramatica, creo que es por el estres, pero se pasará, el sufrimiento no durara mucho.

Como siempre muchiiiiisimas gracias por la avalancha de reviews wapos, aunque me amenaceis y querais matarme os sigo queriendo n_n

Bueno aqui os dejo el cap con la continuacion de lo anterior. 

 

Ace se arrebujó en la manta para intentar quitarse el frio de la mañana de los huesos, y Marco, sentado a su espalda, le apretó entre sus brazos también muerto de frio. Habían decidido que Ace se sentase encima de Marco para intentar darse calor en medio de aquel pequeño bosquecillo helado, y, de paso, aprovechar mejor entre los dos la única manta que se habían llevado para aquello.

 

Aunque seguía sin dar mucho resultado.

 

Ace bufó molesto. Llevaban horas esperando por que Kidd saliese del templo con Law para ayudarles a huir. Había sido un plan inteligente la verdad, Kidd había encontrado un acceso al templo a través de un pasadizo secreto que antiguamente se usaba para que la gente pudiese huir del templo si este era atacado. El pasadizo estaba oculto ya que llevaban sin entrar en guerra muchos siglos y aquello había caído en el olvido hacia mucho para beneficio del pelirrojo que lo había descubierto por casualidad.

 

El plan había sido que se colase en el templo, encontrase a Law, y que luego saliesen por donde habían entrado. Y una persona era más difícil de descubrir que tres al fin y al cabo, así que el elegido para hacer aquello había sido Kidd. Entonces Marco y Ace les esperarían con los caballos de ambos que ahora estaban pastando alegremente enfrente suyo, y se marcharían lejos, muy lejos.

 

Ace iba a echar de menos a ambos, sobre todo a Law, era su hermanito después de todo. Pero sabía que sería feliz, había visto la pasión y convicción que ponía Kidd cuando hablaban de rescatarle o como su mirada se dulcificaba cada vez que mencionaban al moreno con tatuajes. Kidd estaba totalmente enamorado de Law y aunque el instinto protector de Ace le habían echo querer matar lentamente al pelirrojo por pensar en su hermano de esa manera,  luego se había calmado gracias a Marco y se había dado cuenta de que Law sería mucho más feliz pululando con Kidd que encerrado en el templo. No se había fijado hasta ahora por lo ocupado que había estado, pero la semanita que se habían tirado entrenando antes de la prueba había visto a Law charlando y saliendo a cabalgar con Kidd, asique estaba claro que se llevaban bien. Y Ace nunca había visto a Law interesarse por nadie o intentar trabar amistad con alguien, por lo que aquello suponía un gran avance.

 

Si no lo había habido ya.

 

—¿Crees que habrá pasado algo?—preguntó entonces Ace a Marco.

 

Los otros dos estaban tardando demasiado.

 

—No lo sé, esperemos que no—murmuró con voz adormilada el rubio hundiendo su cara en el hueco de su cuello como si fuese una almohada.

 

Ace suspiró al sentirlo. Le gustaba cuando Marco le abrazaba o le besaba por accidente. Se sentía...a gusto, protegido, y últimamente lo hacía muy a menudo. Recostó su espalda contra el pecho del otro prolongando aun más el contacto. Marco contuvo el aliento contra su cuello haciendo que su vello se erizase al sentir sus labios contra aquel punto débil. Marco en respuesta le apretó aun más entre sus brazos y piernas.

 

—Ace—le llamó en otro con voz repentinamente seria—¿Puedo preguntarte algo?—

 

Ace parpadeó confuso.

 

—Si claro—

 

Marco entonces se tensó totalmente de los nervios. Y esque el rubio ya no podía más, tenía que decírselo al otro o iba a acabar estallando. Además era el mejor momento para confesar: estaban solos, abrazados y bajo el impresionante cielo estrellado. Era la situación más romántica y perfecta que se podía imaginar...

 

Quitando el hecho de que estuviesen ayudando a sus amigos a escapar del gobierno y que estuviesen tiritando de frio. Pero eso se podía obviar.

 

El problema ahora era como plantearle la cuestión al otro para que le aceptase. Y que no empezase a hiperventilar y odiarle al minuto siguiente.

 

—Veras Ace—comenzó sin saber realmente como empezar—...eres alguien al que aprecio mucho y al que tengo en alta estima...— Ace le sonrió al alago con aquella sonrisa brillante que derretía al rubio. Tan llena de vida, tan brillante y cálida. No, definitivamente no podía más. Se quedó en blanco olvidando al instante el discurso que tenía preparado, se agobió, se puso aun más nervioso y al final simplemente lo soltó sin ninguna delicadeza—...Ace, sal conmigo—

 

La reacción de Ace fue de la más  pura e inocente sorpresa. Le notó tensarse entre sus brazos y mirarle con cara de susto. Aquella mirada de terror se lo confirmó todo y noto su pecho tensarse decepcionado. Mierda.

 

—Solo...olvídalo— susurró con voz dura girando la cabeza para que el otro no le viese la cara. Mierda dolía mas de lo que había esperado.

 

—No, no espera—le chilló al instante Ace girándose y volviendo a encararle.— Lo hare, quiero salir contigo— murmuró sonrojándose ligeramente ante lo que sus palabras realmente significaban, pero mirándole serio para que supiese que hablaba en serio.

 

Marco le observó dudoso aun sin creérselo del todo. Aquello era demasiado perfecto, demasiado bonito y repentino. Tenía que haber algún problema de por medio, siempre lo había. Ace debió de ver la duda en sus ojos porque al instante se abalanzo sobre él y le besó para demostrarle que iba en serio. Marco abrió los ojos aun más asombrado ante la confianza del moreno sobre todo aquel asunto.

 

Ace por su parte solo presionaba sus labios contra los del rubio fuertemente, claramente sin saber cómo se daba un beso decente. Era tan adorable e inocente. Marco simplemente se dejo llevar y tomando al menor de la nunca le inmovilizó ligeramente para hacerle lo que quisiese: Le lamió los labios, lentamente, saboreándole a conciencia y arrancándole cada sensación que pudiese trasmitirle. Ace se presionó contra él un poco más como pidiéndole por más de acción. Y marco se la dio. Abriendo la boca aun más le mordió el labio inferior mientras seguía relamiéndole y succionándole. Ace suspiró al contacto que cobraba intensidad y le imitó abriendo la boca sin tener todavía mucha experiencia en aquello. Ambas lengua se encontraron anhelantes y como si nunca hubiesen probado nada mejor que aquello se acariciaron ansiosas. Marco apretó aun más su agarre en la nuca del otro instándole a recargarse sobre él. El menor lo hizo y de paso le pasó los brazos por el cuello mientras ansioso exploraba la boca del rubio que se dejaba hacer. 

 

Aquello era el paraíso para el mayor. Tener a Ace sonrojado y realmente interesado en él, besándole de aquella forma inexperta pero firme era un sueño. Uno del que no quería despertarse. Le devoró con ansias, arrancándole el aire, provocándole y sugestionándole con su lengua hasta que no pudiese más que pensar en él y se excitase ante cualquier contacto o ante el mero recuerdo.

 

Se separaron por fin, boqueando por el frio aire de la noche necesitados. Ace jadeando se recostó en el pecho de Marco totalmente rojo. Marco sonrió a la noche feliz y le abrazó firmemente mientras comenzaba a acariciarle el pelo negro como la noche que les rodeaba.

 

Mmm. Por una vez quiso que Kidd nunca apareciese con Law, que algo les detuviese y pudiesen quedarse así durante alguna horas más. Besándose, conociéndose y sintiéndose en aquel desolado bosque.

 

 

 

 .oOo.

 

 

 

Kidd observó a los otros dos enfrente suyo sin saber qué hacer ni que decir. ¿Cómo cojones habían acabado así?, ¿como podía haberse todo ido a la mierda tan rápido?. El golpe había sido demasiado repentino y demasiado brusco. Todavía no podía reaccionar a lo que había visto. A la sonrisa falsa de Law que intentaba claramente decirle que todo estaba bien pero con las lagrimas desbordándose de sus ojos demostrándole lo contrario. Aquello le había roto. Le había dejado inservible e incapaz de hacer nada.

 

El pelirrojo seguía suspendido en el aire. Atrapado por aquellas especies de cuerdas invisibles, pero ahora sin intentar resistirse a ellas. Simplemente congelado allí arriba, como una marioneta de las que entretienen a los niños.

 

—No—susurró tan bajo que solo pudo oírse el mismo. Pero aquella única silaba pareció darle fuerzas—No—repitió de nuevo saliendo del trance—¡No!—chilló al final a los otros dos.

 

No iba a pasar. No iba a dejar que Law traicionase sus principio y todo en lo que creía por él. Nunca. Prefería la muerte. Porque la culpa que luego tendría le mataría lentamente. ¿Por qué el otro no lo veía? ¿Por qué hacia todo aquello? No le iba a servir para nada, no se lo había pedido, no era justo.

 

—Law no lo hagas—le gritó al moreno que había cerrado los ojos en cuanto las manos del rubio se habían posado en su cuerpo—me importa una mierda morir pero simplemente no lo hagas—

 

Law apartó la cabeza de su dirección ignorándole. No le iba a hacer caso, iba a dar su vida a cambio de la suya totalmente convencido de que era lo mejor. Siempre era igual. Siempre era el chico el que tenía que sacrificarse por el resto, el que lo daba todo sin esperar nada a cambio, sin preocuparse de sí mismo. Y Kidd lo odiaba. Quería que Law fuese más egoísta, que se preocupase por sí mismo, que tuviese sueños e intentase conseguirlos. No quería lo que estaba a punto de pasar.

 

El rubio a las espaldas de Law le sonrió arrogante mientras sus manos delineaban el pecho del moreno trazando sus tatuajes y apretándole los pezones duramente. Estudiando su nueva propiedad y nuevo juguete mientras se entretenía torturándoles. Su boca le lamió el cuello al moreno de un lametazo lento y torturante, y durante todo el proceso estuvo sin despegar sus ojos violetas de Kidd. Era una clara caricia de posesión. Como si estuviese intentando dejarle claro a Kidd que Law ahora le partencia a él.

 

Law por su parte seguía sin mirarle a los ojos y simplemente lloraba en silencio, dejándole hacer, sin resistirse ni un poco, aceptando su castigo sin dudar. Estaba tan delgado, tan sumiso y complaciente que ya ni parecía el chico al que Kidd había estado entrenando. Era como si le hubiesen arrancado la vida. Y solo era el principio, estaba claro que lo que vendría a continuación le dejaría peor sino les detenía.

 

—¡No lo hagas!—volvió a chillar.

 

El rubio soltó una carcajada amarga mientras empujaba a Law por la espalda haciendo que cayese al suelo de nuevo al no poderse mantener sobre el tobillo herido. Humillándoles a ambos, dejándoles claro quién mandaba allí y lo que iba a pasar. Law se quedó en el suelo temblando sin intentar siquiera levantarse, como una muñeca rota que a perdido toda voluntad. Doflamingo le siguió en el suelo tumbándose a cuatro patas sobre el vulnerable cuerpo del moreno.

 

—Empecemos con esto—le oyó susurrar Kidd.

 

Vio a Law encogerse cuando en rubio empezó a morderle la espalda, marcándosela con sus dientes y su saliva en otra muestra de posesión, con sus manos arañándole los costados como si fuese un mañdito animal. Kidd volvió a revolverse contra la firmes cuerdas al verlo. Redoblando sus esfuerzos y sintiendo como las cuerdas se clavan en su carne amenazando con cortarle. Law no se merecía aquello, Law necesitaba que le mimasen, que le abrazasen y besasen entre suaves caricias hasta que suspirase de placer como la ultima y primera vez que lo habían echo. No se merecía ese maltrato y abuso que estaba sufriendo por parte del Dios. La rabia e ira inundaban a Kidd ante aquello. No le iba a dejar hacer más daño a Law. Se retorció en los hilos deseando partirle en cuello al mayor que se burlaba de ellos, pero el rubio ni se inmutó, simplemente continuo bajando por la espalda del otro entre lametazos y mordiscos mientras sus manos espachurraban las tiernas nalgas del otro.

 

Law mantenía la cara pegada al suelo y simplemente temblaba soportando los chillidos del pelirrojo y el castigo del otro. Ahora la boca del otro se había cerrado sobre la base de su espalda y sus dedos rodeaban impacientes su entrada mientras masajeaba su trasero, sin hacer nada todavía, pero jugando con ella a placer, atemorizándole al saber que el juego podía acabar cuando le diese la gana y que entonces se adentrarían en su interior para cumplir su promesa.

 

—No, ni se te ocurra—seguía chillando Kidd con la sangre recubriendo su cuerpo por tirar tanto de las cuerdas, pero aun así ignorando el dolor y tirando aun mas fuerte. Viendo que cada vez tenía menos probabilidades de salvarle. Por no decir que no veía ya ninguna.

 

Doflamingo se apartó entonces ligeramente del menor para sorpresa de los otros. ¿Le iba a dejar? ¿Iba a hacerles caso? Law abrió los ojos sorprendido alzando su cabeza del suelo esperanzado...antes de escuchar como el rubio de quitaba la ropa.

 

Oh no, oh no. Por favor, ni siquiera le había preparado como había echo mínimamente Kidd la vez anterior. Y si la ultima vez había dolido no quería pensar como sería esta. Tembló presa del pánico sin el mínimo sentimiento de excitación en su cuerpo para afrontar aquella situación.

 

El dios volvió a acorralarle contra el suelo a cuatro patas sobre él mientras Law seguía totalmente tumbado boca abajo y sin atreverse a mover. Doflamingo estaba sometiéndole bajo él en aquella postura, como si fuese un perro al que su pareja tenía que dominar para poder follarla.

 

Su aliento rozó su nuca.

 

—Esto no tenía por qué haber sido así Law—murmuró solo para que el moreno le escuchase—pero no me dejas otra opción—

 

Y sin más entró dentro suyo. Sin preparación, sin aviso, sin nada que hiciese de lubricante. El menor gritó de dolor al sentir algo desgarrarse dentro suyo por la intromisión. Nunca nada había sido tan horrible como lo que sentía ahora, era lo peor que había tenido que soportar con diferencia, estaba roto, el rubio le había partido sin una mínima duda. El olor a sangre inundó al instante la sala mientras él se retorcía de dolor intentando alejarse del mayor, pero el rubio le mantenía en su sitio mordiéndole el hombro fuertemente hasta hacerle sangrar también, avisándole de que si se movía algo malo podría pasar.

 

—Law, Law—le llamaba el pelirrojo— imbécil déjale, no ves que le estás haciendo daño —chillaba desesperado.

 

Y el rubio empezó a moverse como respuesta a los gritos del pelirrojo. Rápida y profundamente, golpeando aquel punto dentro de Law pero sin conseguir hacer nada más que arrancarle gemidos de desesperación. Su boca seguía mordiéndole, marcando aquella suave y acaramelada piel que tanto había deseado como suya. Law era suyo. Le importaba una mierda si le gustaba o no. Se lo tenía que dejar claro. A los dos. Ya habría luego tiempo para tirarse al moreno de la forma más calmada y placentera que quería. Ahora aquello tenía que ser doloroso, tenían que sufrir y aprender que a él no se le robaba ni se le mentía.

 

Law lloriqueaba entre jadeos desesperados sintiendo al otro entrar y salir de su cuerpo sin la más mínima delicadeza. Dejando su entrada en carne viva. Su cuerpo ni respondía. Sus músculos habían dejado de pelear doloridos, era como si le hubiesen drogado. Y el rubio simplemente buscaba el placer sin preocuparse de su situación en lo más mínimo. Como si no fuese más que una herramienta o un objeto que usar cuando estaba caliente. Sin sentimientos, solo la relación de un esclavo y su dueño. Con Kidd había sido tan diferente, tan maravilloso, tan agradable y perfecto. Se encogió al oírle gritar. Necesitaba concentrarse en otra cosa o aquello acabaría con él y su poca salud mental. El rubio le agarró de las caderas profundizando cada vez los sangrientos movimientos y golpeando de lleno su próstata provocándole más dolor que placer con cada envite. Se concentró en eso. En el dolor que invadía su cuerpo en vez de en la persona que acababa de perder.

 

Pero el rubio no le dejó ni siquiera hacer eso. Agarrándole del pecho le alzó de su posición tumbada hasta que quedo sentado sobre su enorme regazo, con su maltratada espalda chocando contra el fuerte pecho del rubio con cada embestida. Luego, le agarró de la mandíbula y le giró la cabeza hasta que tuvo que encarar al pelirrojo suspendido en el aire.

 

—Mírale atentamente Law, por que va a ser la última vez que le mires—el veneno inundaba cada palabra— mírale mientras te follo y le traicionas como me has traicionado a mí, mientras le pierdes y te vuelves mío—

 

Y Law entonces miró a la persona que en aquellos momentos menos quería mirar. El pelirrojo estaba cubierto de sangre como él e intentaba llegar a él a través de los hilos. Su cara demostraba el horror más grande que nunca le había visto y la desesperación más profunda que en su vida había presenciado. Y para rematarlo con las lagrimas bajándole de los ojos al igual que él.

 

Llorando, Kidd estaba llorando.

 

Jadeó mientras el otro volvía a montarle a ritmo frenético, sin piedad, con sus manos recorriendo de nuevo su cuerpo y marcándole con su propia sangre en un dibujo macabro. Se odiaba a sí mismo. Era peor que la basura. Se merecía cada cosa que le estaba pasando. Todo aquello era culpa suya, Kidd estaba llorando por su culpa. 

 

Un sentimiento de repulsión inundó su mente junto con todo lo demás. Junto con la traición a Kidd, junto con el hecho de que no le volvería a ver,  junto con la violación que estaba sufriendo y con su cuerpo siendo usado a merced de otra persona en aquella tortura, porque no podía ser descrito de otra manera lo que le estaban haciendo, con su cuerpo mandándole alaridos de dolor con cada entrada y salida cada vez más acelerada. Sucio, asqueroso, repulsivo.

 

Y no pudo más.

 

Poniendo los ojos en blanco cayó inconsciente sobre el reluciente suelo de mármol ahora teñido de rojo escarlata. Y entonces los chillidos de Kidd se apagaron, el dolor de su cuerpo cesó, y su mente se sumió en la agradable oscuridad que le rodeaba. Fue un descanso, fue dejar de preocuparse y simplemente dejarse llevar en aquel mundo perfecto en el que no había ni se sentía nada. Se refugio allí, sin querer volver a salir nunca más, sin querer volver a vivir más lo que le había tocado vivir.

 

Su ultimo pensamiento fue para Kidd. Se le había olvidado decirle que le quería, se le había olvidado sonreírle de nuevo tranquilizador a modo de despedida. Aunque, ahora que lo pensaba, aquello ya no significaría nada en semejante situación ni tampoco serviría de mucho.

 

Después de todo sabia que a aquellas alturas Kidd ya le odiaría.

 

 

Notas finales:

Bueno pos ya esta, ahora ya me odiais definitivamente jaja. En el siguiente saldra Zoro-kun y lo que tanto andabais esperando (y si, va por ti Nicolas ¬¬). En cuanto a Marco y Ace tampoco os podeis quejar, os lo he dejado completito y empalagoso jaja

Bueno en cuanto a lo que me pedistes por el review 100 Kivha-chan no se si era exactamente esto lo que querias pero supongo que he cumplido con mi parte }XD

Bueno en cuanto al resto de la gente que lee esto, gracias por hacerlo, el fic ha perdido un poco el rumbo pero lo recuperara en breve, asi que gracias por aguantarme hasta ahora y dejadme comentarios.

Os quierooo~

 

 

 


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