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Tu Deber por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno señores, otra semana más y otro capitulo más, este esta narrado porprimera vez desde la perspectiva de Kidd asique a ver que os parece.

Un beso y muchas gracias por todos los reviews n_n

 

 

Kidd observó como la multitud aplaudía contenta mientras el hombre extraño seguía pronunciando el veredicto de los jueces. Al acabar aquello estallaría la fiesta asique la gente estaba deseando salir de allí de una vez habiendo acabado la parte entretenida.

 

 —¿Que te ha parecido?—le preguntó de repente Marco sentándose a su lado en las gradas próximás al palco de los jueces. Aquel año le había tocado al rubio acompañar a los aspirantes de la prueba y ahora que se había acabado volvía a estar libre para disfrutar del evento.

 

 —No ha estado mal— contestó Kidd mirándole cansado.

 

 La verdad se había aburrido como nunca hasta que había salido Ace. Animó un poco al chico junto a la entusiasmada multitud, después de todo le caía bien. Se había reído con sus respuestas disparatadas a las preguntas del jurado y finalmente había aplaudido contento por el chico cuando le habían ordenado retirarse para dar paso a los siguientes aspirantes. Estaba claro donde iba a acabar el moreno.

 

Luego había habido otras dos horas de aburrimiento infernal hasta que había salido a la arena el chico a quien había ido a ver. Law entró en la arena como un emperador entraría en su palacio, lo que le causo cierta gracia a Kidd ya que normalmente la gente llegaba allí aterrorizada. Kidd había sonreído orgulloso al vislumbrar sus muñequeras adornando los brazos tatuados del chico y algo en su interior se había retorcido conforme, como si aquellos estúpidos objetos demostrasen al mundo que el moreno era suyo.

 

 Luego había empezado la prueba. La pelea había sido patética, aunque no pudo reírse como el resto de la multitud ya que en el fondo sabia que él también había cometido el mismo error que el rubio en su momento. A continuación llegaron las preguntas a las que el enano había respondido sin duda alguna en su voz dejando claro que sabía de lo que estaba hablando y a continuación la prueba de la maldita medicina. Juraba que su corazón se había parado durante un buen minuto con lo de la serpiente y luego las ganas asesinas habían surgido contra la bruja de las narices.

 

Pero al final había acabado bien.

 

 A veces Kidd se preguntaba como el moreno podía ser tan perfecto. Sabia de absolutamente todo, era fuerte, orgullosos y una jodida tentación con patas. Y le encantaba. Todavía se preguntaba como se había podido contener en el pasillo cuando se encontraron por primera vez con su cuerpo sintiéndose tan caliente bajo suyo, o cuando el beso en el monte tras la excitante carrera, o cuando el entrenamiento y...por dios, su cuerpo volvía a entibiarse de solo imaginárselo entre sus brazos de nuevo.

 

 Porque el cuerpo del moreno era puro sexo.

 

 Con las largas y fuertes piernas que le habían dado la patada en cierta parte de su anatomía la primera vez que se habían visto, con su piel morena cubierta de aquellos exóticos tatuajes y que prometía ser la cosa más suave que jamás podría probar, o con su sonrisa retorcida enmarcada por aquellos tiernos y calientes labios de los que tanto le costaba separarse cada vez que los probaba.

 

 Y sus ojos. Aquellos malditos y extraños ojos gises que eran puro misterio. Todavía no se cansaba de provocar al otro y ver como estos cambiaban de color junto con sus emociones: desde el gris oscuro del metal cuando se enfadaba, al gris azulado cuando sonreía a sus hermanos, o el color pálido del que se volvían cuando le besaba.

 

 Oh dios esos ojos.

 

Y lo peor de toda la situación era que el moreno no se enteraba de las reacciones que provocaba en la gente. Muchas veces el pelirrojo había estallado en un ataque de celos intensos cuando alguien sonreía a Law con una mirada lánguida y el otro simplemente devolvía una sonrisa cálida de las que cortaban la respiración sin darse cuenta de nada. En ciertas cosas era todavía demasiado inocente.

 

 Suspiró frustrado sabiendo lo que todo aquel análisis detallado del otro significaba.

 

Se había dado cuenta el día anterior que pese a que su primera intención habías sido simplemente tirarse al moreno y dejarle en paz, ahora quería algo más de él. Y es que cada vez que hablaba con Law, más deseos tenía de meterse bajo su piel, de conocer cada uno de los secretos que ocultaba, de saber lo que le gustaba y lo que no, de dormir con el de nuevo contra su pecho, de besarle todos los días recién levantado y aun adormilado...

 

 Ya no quería simplemente el cuerpo de Law, ahora quería a Law.

 

Y aquello era una putada.

 

 No solo por que el chico fuese el hijo de su jefe y porque este seguramente le mataría si se enterase, sino porque Kidd no sabía si quería volverse a enamorar de aquella forma. La ultima vez no había acabado muy bien la verdad y Law era como una bomba de relojería a punto de explotarle en la cara. Era demasiado inteligente y complicado para su propio beneficio.

 

Volvió a suspirar.

 

 —¿Pasa algo Eustass?—preguntó Marco mirándole extrañado. No era muy normal que Kidd suspirase cada dos segundos al fin y al cabo. Más bien solía ser algo malo y preocupante ya que el pelirrojo no solía importarle nada una mierda y no le daba muchas vueltas a la cabeza. Por lo que si ahora suspiraba tendría que ser algo muy grave.

 

Kidd le miró con cara cansada apoyando su cabeza en el dorso de su mano.

 

 —La vida pasa Marco, la vida—comentó melodramático.

 

Marco le miró intentando poner una cara seria, pero a los dos segundos estalló en carcajadas nerviosas descojonándose del momento poético del otro.

 

 Kidd bufo.

 

 —¿Que mierda te ha pasado Eustass? Jajaja ¿ te han dado un golpe en la cabeza y por fin han acabado del todo con tu inteligencia?—murmuró dándole unas palmadas en la espalda mientras intentaba controlar las carcajadas—venga tío cuéntaselo al tío Marco, tampoco puede ser tan grave—repitió pidiéndole una respuesta decente esta vez aunque aun con la burla en su voz.

 

Kidd miró a su amigo molesto. Se conocían desde que habían ingresado ambos en el ejercito hacía varios años y aunque al principio se habían odiado a muerte ahora se habían convertido en inseparables. Kidd consideraba al rubio como a un hermano, alguien que le había ayudado en los momentos difíciles y por el que no le importaría dar un brazo. Aunque en algunos momentos, como ahora, podía ser un completo hijo de puta.

 

Marco seguía mirándole divertido y al final Kidd hizo de tripas corazón.

 

—Creo que...me gusta alguien—

 

 La cara de pánico que le dedicó el rubio al comentario le hizo volver a suspirar sabiendo lo que vendría a continuación. Por dios, que exagerado era ¿y le llamaba a él melodramarico?.

 

 —¿Es una broma?—preguntó el rubio. Kidd negó con la cabeza y Marco empalideció aun más— no Kidd, no puedes, no me hagas esto...no puedes volverme a hacer pasar por eso—

 

 Kidd fulminó al rubio con la mirada. Al menos había dejado de reírse. Ahora simplemente negaba con la cabeza frenético y Kidd comenzó a preocuparse porque acabase rompiéndose el cuello. Aunque en el fondo se lo merecía.

 

 —No ha sido aposta idiota, simplemente...pasó—explicó el pelirrojo fulminando la arena enfrente suyo.

 

Marco seguía negando con la cabeza con los ojos nublados, como si su mente estuviese muy lejos de allí y pudiese ponerse a soltar espuma por la boca en breve, como su alma hubiese abandonado su cuerpo para ir a un lugar mejor.

 

 En la arena el idiota seguía diciendo nombres incansable.

 

—Oh no, otra vez no—repetía el rubio en trance.

 

Al final Kidd no aguantó más y le dio un codazo fuertemente en las costillas haciendo que el rubio soltase un quejido de dolor y que la gente que les rodeaba se volviese a mirarles extrañada. Ambos eran conocidos en la ciudad por sus cargos y después de todo, que dos importantes generales discutiesen, podía ser bastante entretenido. Sobre todo con la fama de sádicos que tenían ellos dos. La gente seguramente lo estaría esperando.

 

—Para ya bastardo—siseó Kidd fulminando a Marco con la mirada. Odiaba llamar la atención de aquella forma.

 

El rubio volvió a dedicarle una mirada cabreada y aturdida, pero no hizo nada más y al rato la gente dejo de mirares curiosa y volvió a centrarse en la arena.

 

—Portgas D. Ace y Sabo Gray—anunció el portavoz— al ejercito, bajo el mando del general Marco—

 

Aquello devolvió al rubio al mundo. Marco sonrió contento observando a los dos chicos que se abrazaban en la arena y chillaban encantados entre aplausos. Ace estaría bajo su mando. Le dio vueltas a la idea en la cabeza observando intensamente al pecoso que ahora abrazaba al chico de los tatuajes.

 

—¿Y esa sonrisa?—preguntó Kidd observándole con una de aquellas muecas arrogantes y ojos de burla tan típicos suyos. Devolviéndole el instante de burla. Marco se recompuso al instante y tosió como si se estuviese aclarando la garganta ligeramente avergonzado.

 

—Nada—pero sus ojos siguieron fijos sobre el moreno de pecas.—Bueno ¿y quién es la desafortunada esta vez?—preguntó al fin el rubio cambiando de tema y centrándose en el otro problema que tenía.

 

Kidd volvió a fulminarle con la mirada ante su comentario cariñoso y Marco se protegió las costillas en un gesto instintivo, pero al final el pelirrojo solo señaló a la arena.

 

—¿Ves al chico de los tatuajes?—preguntó serio.

 

Marco escaneó la arena con la mirada hasta enfocar al moreno. Por supuesto que se acordaba de él, el chico genio que había superado todas las pruebas con facilidad y arrogancia, el hermano de Ace que volvía a abrazarle feliz y hijo también de el comandante Garp.

 

La madre que lo pario.

 

—Oh tío…—anunció Marco con mirada preocupada y voz de desesperación—estas realmente jodido—

 

Kidd chasqueó la lengua pero no negó nada, ya que en el fondo el rubio tenía razón.

 

—Espera un momento—dijo Marco fijándose más en el chico ahora que Ace se había separado—¿esos no son tus brazaletes?—

 

Esta vez Kidd no dijo nada sino que simplemente tosió desviando la mirada y Marco le miró con una sonrisa picara surcando su cara.

 

—Jeee no me digas que has...—

 

Una voz les interrumpió.

 

—Y por último—exclamó a gritos el comentarista—Bellamy y Trafalgar Law—

 

Kidd se tensó en el asiento como si le estuviesen dando de nuevo la noticia a él. Observó en la arena al chico casi igual de tenso que él pero como siempre escondiendo sus emociones bajo aquella máscara de neutralidad. Dios como odiaba esa máscara. Ojala pudiese acabar algún día con ella, pensó cabreado. Ssolo quería ver a Law reírse, sonreír o deshacerse de placer en sus brazos sin trapujos ni vergüenza.

 

El coliseo entró en un sepulcral silencio al ser el último anuncio y Kidd sintió los pelos de la nuca erizarse alerta.

 

—Chicos ambos iréis a trabajar en el templo—concluyó el hombre con una sonrisa amable—mañana al amanecer en las puertas del templo—

 

¿Qué?

 

¿Templo? ¿Había dicho templo?

 

Kidd tragó saliva atontado, pero la boca se le había quedado seca. Mientras, el publico comenzaban a estallar en murmullos de reproche, estaba claro que Law no pegaba en el templo ni de coña. Como había demostrado durante la prueba era el último lugar en el que encajaría. Era exactamente todo lo contrario de lo que la gente había esperado.

 

Era un error.

 

—¿Qué cojones?—oyó murmurar a Marco a su lado.

 

Kidd fulminó el palco de jurados furioso en busca de una explicación. Garp miraba el suelo con cara de derrota pero el resto simplemente fruncía el ceño y apretaba la mandíbula como si aquello no les acabase de convencer.

 

¿Qué narices estaba pasando?

 

Miró a la arena mientras la gente comenzaba a aplaudir sin saber qué hacer y el comentarista empezaba a despedir el evento. En medio del coliseo Law estaba totalmente paralizado y su cara parecía haber perdido color. Vio como Ace se acercaba a él y le abrazaba por los hombros pero aun así no se movió, es más sus manos comenzaron a temblar nerviosamente como entrando en un ataque de pánico.

 

—Mierda—levantándose rápidamente Kidd intentó salir de las gradas y dirigirse a la arena.

 

Pero junto a la gente que estaba saliendo y los gritos de la fiesta que estaba por empezar le resultó totalmente imposible. Maldijo por lo bajo empujando a la gente a codazos intentando abrirse paso sin rendirse.

 

Tenía que ver a Law

 

.

 

.

 

.

 

Kidd se mordió la lengua mientras apretaba la mano a otro de los políticos hipócritas de la maldita ciudad. Como uno de los siete generales del ejército de la ciudad tenía que acudir a la fiesta privada que daban todos los años en celebración del evento, en el edificio de la asamblea. Era el evento que celebraba la gente importante de la ciudad para evitar mezclarse con los borrachos que seguramente andarían por ahora por las calles. Sin embargo, desde que Marco le había arrastrado hasta la estúpida fiesta, Kidd solo había intentado salir de allí y ir a ver a Law del que no sabía nada desde lo de la noticia.

 

Se imaginaba que el chico estaría por los suelos, pero desgraciadamente llevaba horas en la fiesta sin poder salir. Todo el mundo se acercaba a saludarlo y él, por respeto, no podía simplemente mandarlos a la mierda, asique les sonreía falsamente e intentaba acortar la conversación todo lo que podía respondiendo con monosílabos para escapar del evento.

 

Acabó de despedir a otro gordo del templo y entonces vio una cara conocida en la otra punta del jardín hablando con un hombre del senado. Atravesando el lugar repleto de gente ataviada con sus mejores galas, mesas repleta de extravagante comida y músicos y bailarinas que intentaban pasárselo bien en aquel día llego hasta los dos hombres.

 

—Garp—chilló al hombre

 

—Ah Kidd ¿qué pasa?— susurró el viejo al verle acercarse, con la sonrisa amable que tenia siempre.

 

—¿Qué narices ha pasado?—le preguntó frunciendo el ceño ante la estúpida felicidad de aquel hombre—¿por qué han metido en el templo a Law?— directo al grano.

 

Desde el evento no había podido hablar con nadie que supiese que había pasado, ni tampoco había visto a nadie importante que se pudiese haberse enterado, pero en aquel momento necesitaba respuestas o juraba que mataría a alguien.

 

La mirada de Garp se ensombreció ligeramente ante su pregunta y le miró serio durante un momento. Luego haciéndole un gesto le indico que le siguiese y se apartaron de la multitud ruidosa que coreaba a las bailarinas en ropa demasiado trasparente que acababan de salir para animar la fiesta.

 

—No lo sé la verdad—empezó Garp cuando se pararon bajo un enorme roble—al principio todo iba bien y Kureha acepto tener a Law como aprendiz, incluso de una manera demasiado efusiva para lo que nunca la había visto y bueno… todos estábamos de acuerdo—

 

—¿Entonces?—preguntó Kidd sin entenderlo.

 

—Fue el Dios—murmuró el mayor apretando los puños— fue una orden suya, dijo que quería a Law en el templo...—

 

— No es justo—protestó Kidd cruzándose de brazos con tono de cabreo— y Law no pinta una puta mierda allí—

 

—¿Te crees que no lo sé Kidd? —murmuró el mayor fulminándole con la mirada—fue una orden del dios—repitió—no se puede contradecir al templo y lo sabes—

 

Kidd observó a Garp durante un momento aun sin creérselo.

 

—Le han arruinado la vida— comentó al final diciendo lo que todos sabían.

 

Garp suspiró de nuevo pasándose una mano por la nuca y cambiando el peso de un pie al otro incomodo.

 

—Lo sé—repitió al fin

 

Aquello hizo que Kidd frunciese el ceño y preguntase con un tono colérico pero totalmente controlado:

 

—¿Y no vas a hace nada? tu nieto está a punto de entrar en la mierda de templo por el resto de su vida ¿y no vas a hacer nada?—le soltó.

 

Garp frunció el ceño.

 

—No me hables en ese tono chico—dijo amenazante—es un maldito dios, y si, no puedo hacer absolutamente nada—

 

Kidd le simplemente se le quedó mirando cruzado de brazos y sin poder creérselo. ¿En serio no iba a hacer nada? ¿Por su nieto? Se odio así mismo. Había admirado a ese hombre durante años, casi había entrado en el ejercito por él, y ahora se daba cuenta de que el héroe en el que creía no era más que un viejo sin valor ni voluntad. Se sentía totalmente decepcionado y traicionado.

 

—Entiendo—sin decir nada, ni despedirse ni intentar ya aparentar cortesia se dio la vuelta alejándose del hombre y saliendo de la fiesta.

 

No aguantaba aquella hipocresía y falsedad ni un minuto más.

 

Esquivo a los pesados que se acercaban a saludarle con algún gruñido y miradas asesinas y salió rápidamente por la puerta sin que nadie pudiese detenerle.

 

En el exterior la fiesta alcanzaba su punto álgido. Recorrió el pueblo rápidamente evitando a la música y multitud borracha y excitada por las calles. Había parejas restregándose una contra otra en las esquinas o fornicando en medio de la plaza entre los gritos de ánimo de la gente. La música inundaba las calles y las tabernas estaban llanas a más no poder mientras el vino corría por todos lados sin fin.

 

Lo mismo que todos los años.

 

Gruño enfadado. Aquella noche tenía que haber estado él en una de aquellas tabernas con el moreno gimiendo bajo suyo, se tenían que estar divirtiendo, debería estar haciéndole suyo.

 

Pero por el contrario resultaba que aquel día iba a ser el ultimo que vería a Law y sus increíbles ojos grises, ya que una vez que entrabas en el templo no salías nunca más.

 

Era una cárcel disfrazada de lugar de culto y veneración.

 

Apretó el paso mientras cerraba los puños cabreado simplemente de pensarlo. Sangre necesitaba sangre y alguien a quien partirle la cara. Pero gracias a dios ya había llegado a la gran casa de los Mugiwara y nadie resultó herido. Sin dudarlo la rodeó hasta llegar a la parte trasera donde había memorizado que estaba la habitación del orgulloso moreno, y como la noche anterior se asomó por la ventana que ahora estaba a oscuras.

 

A diferencia del precario orden que parecía haber tenido el lugar esa mañana ahora la habitación estaba hecha una mierda literalmente. Había muebles rotos, libros tirados por el suelo con paginas arrancadas y el suelo estaba plagado de más trastos tirados y rotos que Kidd no reconoció en la oscuridad.

 

Busco al dueño del lugar ligeramente alarmado por el panorama del lugar hasta que le encontró tumbado en la cama boca abajo y con la cabeza oculta bajo la almohada.

 

—¿Law?—preguntó dudoso.

 

Law no movió ni un musculo ante su voz.

 

Kidd se levantó entonces sobre el alfeizar de la ventana y entró por ella ágilmente cayendo de nuevo sobre aquella cama por segunda vez en menos de un día. Solo que a diferencia de la primera vez la cama crujió peligrosamente bajo su peso. Apartó los trozos de objetos rotos y trepó por el colchón hasta quedar justamente a cuatro patas sobre el cuerpo tumbado de Law.

 

Pero este seguía sin reaccionar en lo más mínimo a su presencia.

 

—Law—volvió a llamarle dudoso levantando una mano para apartar la almohada y acariciarle la cabeza.

 

—Vete—

 

Kidd se congeló en el sitio ante aquella simple palabra.

 

Cuando se había acercado a la casa se había esperado a un Law abatido y llorando en un rincón, se había esperado que se enfadase y le gritase o que simplemente le mirase con sus preciosos ojos grises suplicante por ayuda.

 

Pero el tono que había utilizado Law en aquella última palabra le helo la sangre como nada lo había hecho hasta ahora.

 

Nada.

 

En aquel tono no había absolutamente nada, ninguna emoción, ni siquiera la adorable tensión que solía tener cuando intentaba ocultar lo que sentía. Como si al moreno se le hubiese acabado la motivación suficiente como para intentar sentir algo.

 

Aquello le asustó.

 

No pensaba dejar que el moreno se perdiese en la montaña desesperación en la que estaba pareciendo hundirse. Tomándole del hombro le giró en el colchón hasta que le tuvo cara a cara bajo él.

 

Law le miró simplemente sin decir nada. Sus ojos grises estaban rojos de seguramente haber llorado, pero ahora solamente parecían inmersos en una extraña tranquilidad. Parecía que el no sentir le había quitado un peso de encima, como si no hubiese podido con toda la desesperación y dolor y su mente hubiese bloqueado absolutamente todo sentimiento para protegerse.

 

—Vete—volvió a repetir Law con aquella voz muerta.

 

El pecho de Kidd dolía y entonces tomo la decisión. No le iba a permitir huir, no le pensaba dejarse irse así, hundiéndose en aquel mundo sin color en el que pretendía entrar, no sin pelear.

 

Acariciándole la mejilla con absoluta delicadeza Kidd descendió sobre él. Sintió aquellos exquisitos labios contra los suyos y aplicó presión hasta que el otro abrió su boca. Le besó lento y con cuidado entregándose totalmente al gesto, pero el tiempo pasaba y Law no le respondía como había hecho las veces anteriores: con aquella duda y rebeldía que le volvía loco.

 

Su pecho volvió a torturarle y retomo sus intentos aun más desesperado. No le iba a dejar abandonarle, le iba a hacer sentir emociones quisiese o no, iba a devolverle la luz a los ojos, que se diese cuenta que también había cosas buenas que merecía la pena sentir.

 

Sus manos acariciaron con lentitud sus largas piernas sintiendo aquella piel morena como caliente seda bajo su tacto. Delineó cada forma y curva con de aquel sugestivo cuerpo. Subió lentamente levantándole poco a poco la oscura falda, pero volviendo a bajar su mano antes de que Law se diese cuenta siquiera, para repetir el movimiento sin detenerse.

 

Era tan caliente, tan delicioso que Kidd lo único que quería hacer con el moreno era desvestirle delicadamente y lamer totalmente aquella perfecta piel hasta que se deshiciese en su boca. Quería saber los puntos de ella que harían a ese orgulloso chico retorcerse de placer, o el color que adoptaría cuando la marcase como suya con su boca.

 

Pero desgraciadamente Law seguía sin responder, ni a sus caricias, ni a sus besos, ni a nada de nada por mucho que lo intentase. Ni siquiera su respiración parecía estar ligeramente acelerada.

 

Algo húmedo mojo su mejilla y sorprendido se separó del moreno mirándole asustado.

 

Entonces quiso gritar enfurecido y matar a alguien ya que Law bajo suyo lloraba. No de una manera patética y asquerosa, sino todo lo contrario. Su cara no había cambiado ni un ápice desde antes, su boca no emitía ningún sonido y sus ojos metálicos seguían igual de muertos que la primera vez que los había visto, pero ahora dos regueros de agua salada caían de ellos hasta perderse en su cuello.

 

Kidd no sabía siquiera si Law se había dado cuenta de que estaba llorando. Realmente preocupado beso las lagrimas suavemente limpiándolas de su cara angustiado, pero estas no paraban.

 

—Law—le llamó asustado —Law ¿porque estas llorando?...Law—su mano acarició su corto pelo negro consolador sin saber que hacer o que pasaba el moreno.

 

Law le miró y sonrió de medio lado con la sonrisa arrogante que tanto le gustaba, pero con sus ojos todavía muertos, con lo que la mueca tomó un tono macabro. Kidd tragó saliva y Law alzó una mano y la posó en su mejilla hundiendo los dedos en el pelo rojo fuego que caía de su cabeza como harían dos amantes que se adoraban. Un gesto tan tierno en una situación tan desesperada.

 

—¿Que Eustass has venido a por tu querido polvo de una noche antes de que me encierren en el templo y no me puedas follar? —comentó sin absolutamente ningún tono—en ese caso hazlo rápido, déjame en paz de una maldita vez, y vete a perseguir a tu próxima víctima—

 

Y sin más volvió a dejar caer la mano sobre el colchón y a escrutar el techo con sus ojos grises muertos y aun húmedos, abriendo los brazos sobre el colchón como invitando al otro para que hiciese con él lo que quisiese sin que pareciese importarle lo más mínimo.

 

La mente de Kidd perdió el poco autocontrol que le quedaba mientras la furia explotaba en su interior.

 

 

 

 

Notas finales:

Creo que deberia usar un lenguaje un poco más correcto, lo he estado releyendo y sueltan demasiados tacos creo yo ¿Que pensais?

Je je jeje (risilla nerviosa) bueno volviendo a la trama e~e

¡Sorpresaaa!

Se que la mitad de vosotros quereis matarme en este momento y que la otra mitad estais empezando a entender por donde van los tiros, lo que va a suceder y que estais flipandolo aun más, pero yo solo digo que a partir de aqui comienza realmente el fic.

Bueno señores mañana me voy de viaje, asique por eso os he adelantado el cap. Intentare que el viaje no afecte a la actualizacion del fic, sobre todo despues de como lo he dejado y la sorpresilla que tengo para el siguiente, pero no prometo nada.

Un beso a todos y dejadme vustro review no me seais tacaños.

Chauus~


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