Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu Deber por Cucuxumusu

[Reviews - 330]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno ya que habeis sido bastante tacaños con los reviews os quedais sin sorpresa ¬¬

En este cap intentare no enrollarme tanto con lo de la ceremonia y centrarme más en la pareja lo prometo.

Pos eso disfrutarlo

 

Al día siguiente Law se quedó encerrado en su habitación intentando evitar por todo los medios al pelirrojo. Durante el desayuno un emocionado Ace le había dicho que el general se había quedado a dormir debido a que la charla sobre las prácticas militares con el viejo había durado más de lo que habían esperado y Garp le había ofrecido quedarse. Vale, aquello explicaba que se lo hubiese encontrado la noche anterior pululando por la casa felizmente. Luego Ace le había soltado entre sonrisas que el viejo le había pedido al general que se quedase durante unos días más con ellos para que pudiese explicarles a Ace y a Law algunas cosas sobre combate que pudiesen usar luego durante la ceremonia.

 

Ace y Luffy estaban que saltaban de alergia y se habían tirado toda la comida hablando de ello emocionados.

 

Law solo empalideció.

 

Luego había decidido que lo mejor era huir del problema por el momento y allí estaba: encerrado en su habitación leyendo tratado tras tratado de medicina. Aburrido, memorizando lo que ya se había aprendido mil veces, intentando que el tiempo pasase más deprisa hasta la hora de cenar.

 

Hasta que se hartó.

 

¿Qué narices estaba haciendo?¿Por qué tenía que estarse escondiéndose en su propia casa joder? Aquello era absurdo, se negaba a que el otro tuviese tanto control sobre su vida. Sería darle un mínimo de poder sobre él y era algo a lo que no iba a permitir. A él nadie le obligaba a hacer nada que no quisiese y en aquellos momentos estudiar era lo que menos le apetecía.

 

Cerrando el libro se levantó de su cama decidido y salió de su habitación en dirección a los establos, quería montar un rato y dar una vuelta para sacarse al pelirrojo de la cabeza. Jamás lo reconocería pero le estaba dando al pelirrojo más espacio en su mente del que merecía y aquello le sacaba de quicio.

 

Mientras andaba por la casa le llegó el ruido de las espadas con las que seguramente sus hermanos estaban practicando con el idiota en el patio trasero. Suspiró resignado dándose cuenta entonces de un pequeño problema: Tenía que pasar por el patio para llegar a los establos. Poniendo una cara neutral y fingiendo estar totalmente calmado y aburrido se aventuró por el improvisado campo de entrenamiento, sin dedicar ni una sola mirada a los hombres entrenando en la arena. Escuchaba los jadeos de Ace y Luffy así como sus gruñidos de frustración mientras el pelirrojo solo hacía comentarios instructivos y soltaba alguna ligera carcajada por sus inútiles intentos de golpearle. Law casi podía imaginarse la sonrisa arrogante surcando su cara y sus ojos clavados en su nuca.

 

Ando deprisa cruzando la arena cuanto antes, sintiéndose cada vez más nervioso al oír que el entrenamiento parecía haber acabado en aquel preciso momento. Mierda, mierda y más mierda. No quería verle, no quería hablarle ni escucharle.

 

Gracias a dios nadie le llamó y cuando llegó a los establos suspiró ligeramente aliviado y con el pulso latiéndole a mil por hora aunque su cara no demostrase ni la más mínima emoción llevando la máscara impenetrable de siempre. Había aprendido a controlar sus emociones a muy tierna edad como forma de protegerse a sí mismo y su dignidad y aun así últimamente le estaba costando demasiado mantenerla. Sobre todo se había dado cuenta de que desde que había hablado con el pelirrojo esta parecía haberse esfumado.

 

Acercándose a su pura sangre de color negro azabache le acarició la cabeza suavemente sintiendo como el caballo relinchaba contento de verle. Le habían regalado a Pinguin cuando apena tenía seis años y el caballo no era más que un potro. Se habían criado juntos y montarle era uno de sus mayores placeres. Era una de los pocos momentos en que se sentía capaz de hacer lo que quisiese: galopando a toda velocidad por el campo, con el viento cortándole la respiración y haciendo que sus ojos llorasen por la velocidad, con el gigantesco caballo flexionando sus potentes músculos bajo su mando. Era pura libertad.

 

Además Pinguin nunca dejaba que nadie más aparte de Law le montase guardándole a él la más pura lealtad. Había tirado más de una vez a Luffy cuando este se había empeñado en montarle, lanzándole varios metros contra el suelo, dejando muy claro a quién pertenecía. Y le encantaba.

 

Law le ensilló rápidamente y le condujo fuera de la cuadra dócilmente sintiendo como el pura sangre también parecía necesitar correr y estirar los músculos desesperadamente. El caballo se removió contento cuando subió sobre él dispuesto ya a marcharse de la casa sin poder esperar más.

 

Pero como siempre el universo tendía a reírse a su costa con un pesado humor negro que le sacaba de quicio.

 

—Law ¿A dónde vas?—murmuró el viejo acercándose a él al lado a la puerta del patio.

 

A su lado iba un sudoroso Kidd que le dedico su mejor sonrisa toca pelotas. Law frunció ligeramente el ceño intentando controlar de nuevo sus emociones desbocadas. Nada más ver al pelirrojo una sensación de ira, nerviosismo y rabia había vuelto a inundarle.

 

Miró entonces a su abuelo desesperado por largarse de allí.

 

—A dar una vuelta por el monte del este—contestó a su pregunta rápidamente.

 

Su abuelo le miró asintiendo conforme, después de todo era algo que solía hacer a menudo, lo único que estaba haciendo el viejo era preguntarle a donde iba, para saber dónde podía encontrarle si pasaba algo. Sin embargo Kidd junto con el universo toca pelotas, se acercaron al viejo con una fingida cara de preocupación. Law entró ligeramente en pánico sabiendo que aquello no iba a acabar bien, pero su cara no mostro ni el más ligero cambio ni su boca pronuncio la más ligera palabra.

 

—¿No fue allí donde localizaron a los bandidos el otro día?—comentó casual el pelirrojo como si hablase del tiempo.

 

Garp asintió con una repentina mueca de preocupación surcando su cara. Law empalideció sabiendo ya lo que se proponía el otro.

 

Qué hijo de puta.

 

—Tiene razón— comentó Garp con su maldita sobreprotección surgiendo a flote— Law no creo que debas ir solo, espera un momento, llamara a uno de los guardias— comentó el viejo dándose la vuelta volviendo a dirigirse a la casa.

 

—No—respondió cabreado Law negándose a perder aquella pequeña batalla— me se defender sin problemas, no necesito una niñera—

 

Garp le dedicó una mirada enfadada y Law chasqueó la lengua sabiendo lo que aquello significaba. Ahora ya no había ser humano o divinidad que pudiese hacer que el viejo cambiase de parecer. Estúpido cabezota manipulable.

 

—Law, vas a ir con un guardia o directamente no vas— siseó Garp— es una orden—

 

Law le mantuvo la mirada durante un rato, rebelde. Garp gobernaba su casa como lo hacía con sus tropas: amable pero firmemente, sin aceptar una insubordinación. Pinguin se revolvió incomodo bajo él mientras seguía fulminando al viejo con la mirada, como sintiendo que Law estaba cabreado.

 

Y entonces la cosa se volvió peor.

 

—Si quiere, yo puedo ir con él— se ofreció amablemente el pelirrojo poniendo la mejor sonrisa inocente que pudo fingir— después de todo me apetecía montar un rato—

 

Los ojos de Law podían haber abierto dos agujeros en la frente del pelirrojo con su mirada, pero Garp rió encantado con la propuesta dando a entender que la aceptaba encanado. Eustass miró a Law con un brillo triunfal en la mirada y Law llegó a la conclusión de que iba a matar a ese hombre.

 

—Por supuesto, por supuesto—comentó el viejo dando una palmada al general en la espalda—¿Quién mejor que tu para defender a mi sobrino?—

 

—No necesito que me defiendan— repitió Law con los dientes apretados, impregnando cada palabra de todo el odio que fue capaz de pronunciar. Pero su abuelo pareció no darse cuenta y simplemente hizo un gesto vago con la mano instándole a que dejase aquel tema de una vez, que no iba a aceptar replica.

 

Eustass desapareció al instante en los establos volviendo al momento con un caballo de un impresionante color blanco puro que no había visto en su vida y que supuso que sería su propio caballo.

 

—Bueno pues te dejo el resto a ti, cuida de mi chico— comentó finalmente el viejo dándole la espalda y dirigiéndose a la casa totalmente feliz con la situación.

 

Law parpadeó incrédulo ¿Es que no se estaba dando cuenta que ese hombre era aun peor para él que los bandidos? ¿Que podía acabar sin su honra o mierdas de esas? ¿Qué le estaba entregando en bandeja? Kidd le dedicó otra sonrisa orgullosa mientras montaba en el caballo, como demostrándole que el siempre conseguía lo que quería. Un brillo emocionado le surcaba la mirada y le anunciaba que de aquella no iba a salir totalmente vivo.

 

Law le ignoró poniendo su cara neutral y condujo su caballo hacia la salida. Pinguin se revolvió aun incomodo, pero le controlo rápidamente. Estableció el galope al instante de salir de la casa intentando dejar atrás al pelirrojo, pero para su desgracia a los soldados se les entrenaba en aquello y al otro no le costó ponerse a su altura. Cruzaron la ciudad a galope rápido asustando a los aldeanos que salían a aquella hora a pasear para aprovechar el fresco del atardecer. Alguno soltó alguna maldición cuando cruzaba su camino como una flecha, pero al instante se callaban al reconocer a quien le seguía casi a la misma velocidad. Las casas pasaban a su lado rápidamente y al rato empezaron a ser sustituidas por los olivos y encinas de los campos que bordeaban la ciudad, allí la gente estaba volviendo a sus casas después del día de trabajo en el campo y no les prestaban mucha atención.

 

Law gruñó frustrado, sin conseguir relajarse con el otro pisándole los talones. Resignado redujo el ritmo a un ligero trote sin querer matar a Pinguin del cansancio. El semental trotó felizmente bordeando el río a su derecha que daba al aire una ligera frescura y agradable humedad. Aquel día Pinguin estaba un poco raro y le estaba costando controlarle, pero lo achacó todo a que hacía mucho que no le montaba y había perdido la costumbre.

 

Kidd se situó a su derecha al instante.

 

—¿Sigues enfadado?—preguntó divertido. Law no le respondió —Venga enano, solo quería salir a cabalgar un rato contigo, tampoco es el fin del mundo—

 

—¿Y qué te hace pensar que yo quería la compañía de un viejo idiota?—

 

—Ja— rió el idiota— Law te darás cuenta algún día de que soy mejor compañía de lo que piensas—comentó mirándole con una clara indirecta en la mirada.

 

Law le fulminó con su mejor mirada asesina repasando las distintas formas que sabía de envenenar a una persona en su mente. ¿cicuta o arsénico?¿cuál sería más doloroso?

 

—Muérete de una puñetera vez— comentó al final volviendo a acelerar a Pinguin que cabeceó molesto pero obedeció al instante.

 

—Jajaja— Kidd volvió a aparecer a su derecha sin rendirse. Aun así no volvió a comentar nada y ambos siguieron con un suave trote por la ribera hasta que llegaron al monte del Este .

 

—Hey Law— le llamó de repente Kidd.

 

Law se giró para verle montado imponente sobre su caballo. Vistiendo todavía la túnica marrón de lino del entrenamiento y el peto protector de cuero. Con su pelo rojo brillando salvajemente bajo el sol del atardecer y con otra sonrisa que no anunciaba nada bueno.

 

Frunció el ceño.

 

—¿Qué tal una apuesta?—comentó casual Kidd señalando el camino que se alzaba enfrente de ellos hasta un pequeño santuario en lo alto de la colina.

 

Quería una carrera.

 

—No—respondió Law al instante. No confiaba en el pelirrojo y algo le olía mal en todo el asunto, su instinto le decía que aquello era jugar con fuego y por muy divertido que pudiese ser dejar al otro por los suelos, no era idiota.

 

Kidd por su parte amplió su sonrisa aun más ante su respuesta.

 

—¿Ni siquiera aunque prometa que si ganas te dejare en paz hasta después de la ceremonia?—

 

Law volvió a mirarle dudoso. La sonrisa de Kidd le anunciaba que aquello tenía truco y además su cerebro seguía chillándole que no fuese idiota, pero la oferta era demasiado tentadora y necesaria.

 

Sonrió arrogante devolviéndole al pelirrojo una de sus propias sonrisas arrogantes.

 

Los ojos del pelirrojo brillaron hambrientos ante su gesto, mientras su cara se volvía seria y calculadora, como un depredador calculando la forma más rápida de saltar sobre su presa. Un escalofrió de peligro recorrió al moreno poniéndole los pelos de punta, sin embargo mantuvo su sonrisa y su mirada retadora.

 

—¿Y si pierdo?—comentó sabiendo que el también tendría que ceder en algo.

 

Los ojos de Kidd volvieron a brillar mientras se recuperaba de el periodo de sorpresa y volvía a ocultar la mirada inteligente y depredadora bajo una máscara de estupidez y arrogancia, haciendo a Law dudar de que realmente la hubiese visto.

 

—Un beso—respondió Kidd sin dudarlo.

 

Law frunció el ceño y chasqueó la lengua aburrido.

 

¿De verdad esperaba que aceptase?¿Tan tonto se pensaba que era? No pensaba darle al otro ni la más mínima posibilidad con él, cuando más lejos estuviese mejor. Le dedicó al pelirrojo una mirada de molestia y se dio la vuelta encarando tranquilamente el camino sin dignarse siquiera a contestarle.

 

—Aunque si no quieres por mi perfecto—comentó el otro con tono casual de nuevo—¿Sabes? Tu abuelo quiere que te entrene mañana para la parte de lucha de la prueba— soltó con un tono aburrido.

 

Aquello le heló la sangre a Law. En un entrenamiento el contacto físico era algo normal y le daba al pelirrojo más de una oportunidad para hacerle lo que quisiese. No era idiota, sabía que no tendría muchas posibilidades de resistirse a lo que el otro quisiese hacerle. Law sabia defenderse de sobra, pero el pelirrojo era un general del ejército joder, entrenaba todo los días a fondo para derrotar a cualquiera.

 

Cerro los puños con rabia e impotencia el pelirrojo iba a aprovechar cualquier oportunidad que tuviese con él, y si no la tenía se la inventaría como acababa de pasar.

 

—Está bien— aceptó por fin con la mandíbula tensa.

 

Conduciendo su caballo se situó al inicio del camino. El pelirrojo se situó a su lado mirándole divertido. Le ignoró y se centró en su caballo. Recolocándose sobre Pinguin tensó cada musculo de su cuerpo y se inclinó sobre el asiento para ganar toda la velocidad que pudiese.

 

Iba a ganar y punto, no quedaba otra opción.

 

—El que cruce primero los arboles de la cima gana—comentó también serio Kidd recolocándose a su vez sobre su caballo—a la de tres—

 

Law tomó aire.

 

—Una— empezó a contar el pelirrojo.

 

Pinguin se removió incomodo con la repentina presión que se intuía en el ambiente.

 

—Dos—

 

Law abrió los ojos y se enfoco sobre la meta su mente totalmente centrada.

 

—Tres—

 

Law clavó sus talones en el abdomen de Pinguin y el caballo salió disparado. El mundo pasó volando a su lado mientras ambos caballos ascendían por la colina a toda velocidad. Los cascos repiquetearon en la arena alertando a Law de donde estaba situado Kidd y volvió a presionar a Pinguin para que fuese aun más rápido, ya que sabía que el caballo podía dar más de sí. Sin embargo no conseguía adelantar al otro, es más, parecía que se estaba quedando atrás. Volvió a presionar a Pinguin, pero el caballo no obedeció. Pinguin ralentizó aun más su carrera situándose detrás del caballo de Kid dócilmente, como si el mero hecho de adelantarle fuese una estupidez para él.

 

¿Qué cojones le pasaba?

 

Alarmado miró a Kidd mientras este se alejaba cada vez más de él.

 

Y entonces se dio cuenta.

 

Hijo de puta, volvió a maldecir mentalmente por segunda vez en aquel día.

 

El caballo de Kidd no era un caballo como tal. Era una yegua. Y en plena primavera seguramente estaría en celo volviendo a Pinguin totalmente desquiciado. ¿Cómo no se había dado cuenta? Pinguin había estado raro durante toda la tarde, mandándole señales cada dos minutos y él había pasado del pobre animal centrándose simplemente en sus problemas. Kidd pasó los arboles que hacían de meta y frenó haciendo girar su caballo y devolviéndole una sonrisa totalmente satisfecha y triunfal cuando sus ojos se cruzaron. Ellos todavía se acercaban a un suave trote por la colina.

 

—Has hecho trampa— gritó Law bajándose del caballo y encarando al pelirrojo furioso.

 

—No sé de qué me hablas— le respondió Kidd bajándose a su vez y devolviéndole una sonrisa en la que estaba claro que sí que lo sabía.

 

—Tu yegua esta en celo— le recriminó hasta las narices del otro.

 

—¿Y?—comentó Kidd cruzándose de brazos— pensé que ya lo sabías cuando aceptaste la apuesta ¿o acaso no has estado prestando atención a tu caballo como un buen jinete debería hacer?—comentó acercándose a él.

 

Law apretó la mandíbulafurioso sabiendo que en el fondo tenía razón, que la culpa era suya por estar distraído, pero negándose a la vez a aceptar su error por orgullo. Kidd volvió a acercarse y él retrocedió al instante chocando entonces contra el flanco de Pinguin, dándose cuenta entonces de que estaba acorralado y no tenía ninguna oportunidad de escapar. Al instante las manos de Kidd se posaron a los lados de su cabeza como la noche anterior. Su cara bajo a la altura de la suya, mirándole fijamente. Serio. Totalmente centrado en él. Con sus ojos brillando peligrosamente.

 

—Quiero mi recompensa—murmuró roncamente.

 

—Muérete tramposo— le respondió con el corazón en la boca mientras Kidd atrapaba su barbilla con sus manos.

 

Y Kidd se inclinó sobe él lentamente, reclamando lo que le pertenecía.

 

Sus labios se rozaron en una suave caricia y Law cerró los ojos con fuerza esperando el impacto. Al principio fue como una cálida brisa sobre su boca, tranquila e incluso tímida, probando su sabor y acariciándole delicadamente como si fuese lo mejor del mundo, algo que mereciese la pena degustar con total tranquilidad. Luego él otro presiono un poco más sobre él, dejándole sentir sus sólidos labios en el firme tacto, comenzando a moverse sobre él. Más demandante pero aun tranquilo, como si se estuviese tanteando la mejor forma de comérselo. Instándole ligeramente a que abriese la boca de una maldita vez. Law se resistió en todo momento, sabiendo que le debía al otro el beso, pero negándose a ceder por completo.

 

Finalmente aparecieron la lengua y los dientes. Kidd comenzó a lamerle los labios, dejándole sentir su caliente lengua contra él, humedeciendo sus labios tentadoramente, mordiéndole con los dientes suavemente y tirándole del labio inferior cada vez más insistente. Law podía sentir sus labios ligeramente doloridos y palpitantes por tantos mordiscos y succiones. Al final el moreno, ligeramente confundido por la falta de aire y sin saber cómo ni por qué, acabó cediendo y separó sus labios dejándole vía libre al pelirrojo.

 

Sintió la húmeda lengua del otro moviéndose sobre la suya al instante como si hubiese estado esperando aquello durante mucho tiempo, mientras sus labios no dejaban frotarle dominantes, sin dejarle ni un momento para respirar y haciendo que sus labios comenzasen a dolerle aun más. Kidd le apretó entonces clavándose sobre su cuerpo acorralado y comenzó a lamerle incansable, degustándole y exigiendo de él la completa sumisión. Law intentó responderle a duras penas, luchando con aquella lengua que recorría su cavidad famélica memorizando cada rincón. Sin dejarle acabar de tomar el control totalmente y tocándole las narices al pelirrojo a pesar de encontrarse en clara desventaja.

 

Law jadeó en el beso cuando Kidd le mordió otra vez cabreado. Estaba totalmente necesitado de aire y sus pulmones dolían. Volvió a jadear. Kidd se dio cuenta de ello y entonces, y solo entonces, se separó ligeramente de él dejándole respirar.

 

Sus alientos chocaban acelerados.

 

El pelirrojo se le quedó mirando intensamente con los ojos de famelicos, mientras él intentaba recuperarse y que el aire volviese a sus pulmones. Los ojos de Kidd estaban rojos por el sol de la tarde y se encontraban absolutamente fijos en su cara, mientras, su mano seguía sujetándole el mentón firmemente, comenzando a trazar la curva su mandíbula con sus dedos en una caricia delicada pero posesiva.

 

—¿Quieres otro?—murmuró el pelirrojo sin pizca de sarcasmo ni burla en su voz simplemente mirándole con aquella extraña intensidad.

 

Y entonces Law se dio cuenta de la cara que debería de estar poniendo y el aspecto que tendría. Golpeándose mentalmente por imbécil y odiándose profundamente por haber respondido, se recompuso al instante colocándose su máscara de total indiferencia.

 

—No—contestó al instante apartando al otro de un manotazo, ignorando su respiración aun alterada y su pulso acelerado. Kidd no dijo nada ni intentó nada más, pero parecía ligeramente decepcionado. Solo ligeramente.

 

Que le den.

 

—Deberíamos volver— anunció Law, rompiendo el extraño silencio que se había instalado entre ambos. Además después de todo estaba empezando a anochecer.

 

El otro simplemente le dedicó otra mirada hambrienta y ahora ligeramente decidida mientras se dirigía a su caballo . Luego ambos volvieron a montar y se dirigieron de nuevo a la casa. Law nada más entrar en el establo desensilló a Pinguin más rápido de lo que jamás lo había hecho y ignorando totalmente al otro, volvió a encerrarse en su habitación. Salir definitivamente no había sido una buena idea concluyo. Aquella noche tampoco cenó, simplemente se quedó en su habitación intentando olvidar lo que había pasado hacia unas horas. Relamiendo el sabor del otro grabado a fuego en su boca.

 

 

Notas finales:

Si, he puesto a Pinguin como caballo ¿Algun problemas?Pero es que Bepo es muy tipico para ese papel U_U

Bueno que tal por ahora ¿Os a gustado la apuesta?¿Y el primer beso? Cada vez se acerca más la prueba ¿Que pensais que hara Law con el pelirrojo?¿ conseguira matarlo?

Dejadme reviews traidores o tardo un mes más en subir el siguiente ¬¬

Besosos mis amores n_n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).