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YERRO por Doki Amare Peccavi

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Cap. 10: Túnel del tiempo II

 

Juliel impresionado, jamás creyó que aquel jovencito fuese tan educado, el trato con su madre era tan normal, nada tenía que ver a la actitud que Tevas profesaba de él. En poco tiempo, ya los dos caminaban fuera de la casa, la madre de Juliel había enrollado el resto de aquel pan entre servilletas tejidas, para que el pequeño príncipe lo disfrutara hasta terminarlo…

 

 — ¿A qué has venido?—  La pregunta tajante con una voz seria…

    

 

—  Sólo a saludar — El rubio paró de pronto su andar, Juliel le miró fijamente mientras hacía lo mismo —  ¿Estas molesto conmigo? ¿Hice algo malo?

 

 

—  No

 

 

—  Sí lo estás, estás serio, si no te gusta que este aquí sólo dilo —  Yves con la mirada fija en el ojigris, no había rastro de maldad en las preguntas, en ese preciso momento nada de dobles intenciones para el príncipe — Si es por que vine sin avisar juro que pediré permiso para venir, si te molesta mi presencia no volveré a poner un pie en tu hogar…

 

 

—  No estoy molesto—  Juliel continúo con su camino.

 

 

—  ¿Hoy tenías algo importante que hacer y yo lo interrumpí?

 

 

—  No

 

 

—  ¡Para!—  Gritó el rubio de pronto — Yo sólo vine a hacerte una visita, pero si no estás de humor para recibirme hubiese preferido que me lo dijeses en cuanto llegue, ahora ya me moleste por tu actitud. Yves le miró de forma enojada, caminó hacia donde el pelinegro, arrebató de sus manos el pan que la madre vieja le había obsequiado, murmuró algo que Juliel no pudo comprender y después… aquel plebeyo le miró marcharse a paso rápido y furioso, sin virar una sola vez.

 

Juliel, asombrado, relajado y encantado con esa repentina acción, tan cómico que el príncipe parecía, sus muecas infantiles, los ademanes chistosos y para terminar, esa cómica ropa, no le favorecían para aparentar enojo, de pronto la mente del ojigris despejada… por un momento olvido su mal humor, una sonrisa y ya estaba corriendo ligeramente hacia el príncipe, ahora a un lado suyo, el príncipe evitó mirarle, y Juliel, como gesto de amistad, rodeó con su brazo los hombros del Yves.

 

 El príncipe no evito el contacto, aun con el ceño fruncido y su mirada hacia el frente, logró mirarle por el rabillo del ojo, Juliel le veía, le sonrió mientras hacía del contacto un acto perdido.

 

—  Tienes razón al estar molesto, lamento comportarme de esa forma contigo — Yves quiso contestar, tan impresionado y aun fingidamente enojado, su voz simplemente no salió — Pero tu visita me sorprendió, en verdad necesitaba hablar contigo Yves, me he enterado de algunas cosas tuyas, quisiera que tú mismo me aclararas algunas cosas que…

 

 

—  ¿Qué fue lo que Tevas te dijo?—  Tan repentino que Juliel se sintió titubear, tan exacto y preciso que quizás el ojiazul había dicho algo de verdad…

 

 

.*.

  

 

—  No me gusta que vigiles mis movimientos — No obtuvo respuesta, la respiración débil de Emile, el único sonido en el lugar—  ¡Maldición Thierry sé que estas detrás del roble!

 

 

Una risa alegre se dejó escuchar, el sonido de las hojas presionar el suelo y la suela de unas botas negras, el hombre de ojos pardos se dejó ver…, camino hasta donde Tevas desprendiendo orgullo y superioridad al andar, un hombre tan sugestivo, atrayente y atemorizante, ese era Thierry, el más temido en las oscuridades del bosque.

 

 

—  Pero si lo has notado desde antes porque hasta ahora has de hacerme presentarme…

 

 

—  ¿Qué haces aquí?—  Cuestionó enojado Tevas

 

 

La sangre de Emile se congelaba al escuchar la voz de ese hombre, tan calculadora y tranquila que aterrorizaba a quien la escuchase, el ojimiel hasta ahora parecía estar olvidado, con su cuerpo adolorido, con las heridas sangrando, con el orgullo por los suelos, comenzó a levantarse recargando sus manos en la tierra húmeda.

 

—  Espiándote no, tenlo muy claro, me pediste que hablara con Serge, eso hice y vengó de estar con él, encontrarte hoy fue pura casualidad — Ante los movimientos de Emile, una sonrisa de burla surco su rostro, Tevas lo notó molesto, el castaño era su presa, esta era su pelea, posesionándose delante del castaño, se lo hizo saber a Thierry—  

 

 

—  ¿Y por qué no seguiste tu camino?—  Una rara opresión en el pecho de Tevas, su propósito, alejar al hombre de los ojos pardos de ahí era una misión difícil para un hombre tan nervioso y de pronto, sin ninguna causa aparente, asustado.

 

 

—  No entiendo por qué hacer tanto alboroto por nada — Thierry hizo el intento por mirar detrás de Tevas, bastó sólo una fría mirada de esos ojos azules para que el mayor no siguiese intentando esa acción—  ¿Tevas y que piensas hacer con él?

 

 

—  Te lo dije, en esto sólo Juliel y yo…—  Por instinto Tevas se viró para mirar al ojimiel, su cabello revuelto, su mirada baja y su cuerpo en una posición incómoda, apenas si sentado, y sosteniéndose por sus manos al costado del suelo, las piernas flexionadas, sin duda tenía la intención de ponerse de pie…

 

 

—  El pequeño Ugoryo no entra ni en la venganza de Juliel ni en tú desquite personal, puedo hacer lo que yo quiera con él…

 

 

—  Eso no es verdad ¡vete!—  Thierry frunció el ceño, Tevas rebasaba su línea, si le consentía, si tenía ciertas libertades era porque le quería, Thierry… el hombre más despiadado tenía un preferido, entre todos sus hombre tenía un preferido, aquel niño que hacía años había encontrado con lágrimas en los ojos era su protegido.

 

 

 

 

**~ Memorias — Thierry ~**

 

 

 

Y la noche domínate aquella ocasión, la lluvia que en ratos era arrastrada por el aire, Tevas con la mirada baja, como ya hacía más de un mes, lloraba, como el chiquillo que era, miedoso y confuso, frustrado y arrepentido, enojado consigo mismo por ser tan débil por haber confiado, por haber actuado.

 

 

—  ¡Eh~ niño, estás bien?—  Cuestionó un hombre con capucha negra, Tevas levantó la mirada, debía de ser alguien importante por las prendas que llevaba, de tan buena calidad, en tan excelente estado—  Está lloviendo.

 

El menor apenas si levantó la vista y volvió a mirar al suelo, sus brazos rodearon sus piernas

 

—  Pero que maleducado eres niño — Tevas no se inmutó por las palabras, tan triste que ningún comentario le hacía daño porque no se le podía dañar más de lo que ya estaba—  Me agradan los niños maleducados.

 

Entonces Tevas levantó de nuevo la mirada, sus ojos azules clavados en los pardos de aquel sujeto, su rostro era joven, y sus gestos... tan apacibles. Sin pensarlo dos veces, Tevas se abrazó a las piernas de aquel sujeto, tanta confianza despreciada y con seguridad lloró, el mayor le puso de pie y no hizo falta decir algo, los dos caminaban hacia el caballo del de los ojos pardo, subieron, la capa del mayor le protegía de la lluvia, el sueño le fue venciendo.

 

Y a la mañana siguiente, todo tan tranquilo para Tevas, su mirada recorrió la habitación, todo el lugar parecía caro, todo tan hermoso, él, con una camisola blanca, recostado en una cama de apariencia cara, y a su lado, un joven le observaba alegremente.

 

 

—  Hasta que despiertas —  La mirada azul de aquel niño se posó interesada y tímida en el adulto—  Mi nombre es Thierry Antuil ¿y el tuyo?

 

 

—  Tevas

 

 

— ¿Tevas qué?

 

 

—  Sólo Tevas—  el niño cabizbajo, Thierry no dijo más, no entendió la actitud del menor, en ese momento no le importó comprender.

 

 

Tevas y Thierry, los dos solos, de vez en cuando se encontraban, en la oscuridad del bosque, porque ninguno podía salir, los dos hablaron, el mayor enseñó, forjó enseñanzas que, a futuro, serían necesarias…

 

 

Dos años después, el mayor y el ojiazul compartían su hogar, secretos y odios, sus desventuras y sus sueños, sus esperanzas a futuro, un futuro cada vez más cercano

 

~**~

 

—  Bien me voy, pero antes mátalo — El peli oscuro desenvaino su espada, se la ofreció al ojiazul.

 

 

—  Lo voy a hacer—  Aceptaba el arma pero no la orden, una extraña mirada al castaño—  Claro que lo voy a hacer, sueño con ver su cuerpo envuelto en propia sangre pero… no ahora…

 

 

—  ¡¡¡TEVAS!!! ¿De qué estás hablando? ¡Mátalo ahora!—  Hacia algunos momentos el ojiazul lo habría hecho, ahora simplemente las ganas se habían ido, ningún tipo de remordimiento llegó al notar el estado del Thierry

 

 

—  No, ahora no — Casi que muy lento hacia su caballo, tomándolo de las riendas, un movimiento rudo, hizo caminar al animal hasta quedar frente a Thierry, a un lado de Emile — Thierry, no me sigas, no estoy de humor…

 

 

Tevas hacia el ojimiel, Emile paralizado, no entendía en verdad nada de lo que ocurría ¿Era acaso una discusión lo que acababa de presentar? ¿Por qué Tevas, si había estado a punto, no le había matado? Porqué aunque la sangre corría, aunque el dolor era insoportable, Emile lo sabía, no era una herida mortal, la daga atravesando de forma verticalmente la piel, como una aguja incrustada en el pellejo.

 

.*.

  

—  Él no me ha dicho nada…

 

— ¡Mientes, dices que has escuchado algo de mí, sólo él pudo decirte algo, sólo él sabe que yo, que yo te conozco!

 

—  Pues no fue él

 

—  Sí lo hizo, anda dime ¿Qué te ha dicho?—  Juliel le notó algo exaltado, de nuevo el mal ambiente entre ellos, el rubio se desesperó, había tanto que Tevas podía usar en su contra — Juliel, tienes que creer siempre en mí, no dudes, sea lo que sea que Tevas te allá dicho, no puedes creerle… debes de confiar en mi antes que en él…

 

 

—  No me ha dicho nada—  el pelinegro con su tan extraña mirada severa — Pero tú dime ¿Qué debía de decirme, que es lo que te pone así? Anda Yves dime ¿A que le temes? ¿Qué hay de ti que no quieres que sepa? ¿Qué es eso que no debo creer?

 

 

Tanto miedo de repente ¿Por qué? ni él mismo lo supo, las lágrimas en sus ojos escurriendo por su mejillas, un movimiento repentino y ya se encontraba abrazando al ojigris, Yves se mordía el labio para reprimir el leve lloriqueo tan igual al de un chiquillo de cinco años, Juliel le miró extrañado sin saber cómo reaccionar, el ojiverde hundió más su rostro en el pecho del pelinegro, mojó las telas que conformaban la camisa de su confuso amigo.

 

—  Nada de lo que te diga es tan verdadero, él está molesto conmigo, odia a todos los que entablan una relación directa conmigo y con Emile y con el rey, él no es tan bueno como te lo ha hecho creer, puede que la imagen que él pinta de mi sea no tan engañosa, puede que sea así… pero… no tienes por qué creerle… él no es tan bueno, yo no soy tan malo… por eso tienes que creerme a mí, sólo a mí, sólo mis palabras… sólo.

 

—  Entonces… todo lo que me dijo es verdad.

 

—  ¿Qué te dijo?—  Cuestionó de nuevo el rubito.

 

 

.*.

 

Una última mirada a Thierry, Tevas bruscamente tomó del brazo a Emile, le jaló, le hizo ponerse de pie, un quejido ignorado, varias lágrimas en los ojos del hijo del ministro. Tevas sobre el lomo del caballo, miró al castaño confundido, le miró tan temeroso que una risa de victoria surco su rostro.

 

 

—  ¡Arriba idiota…!—  Otro brusco movimiento, jaló a Emile le hizo subir al caballo, una mala posición, el dolor insoportable y la duda que destroza, Tevas con una sonrisa burlesca, miró a Thierry confundido y humillado, tal vez más humillando que Emile.

 

—  Traidor—  Un susurro que llegó hasta los oídos de Tevas, la sonrisa se borró, las consecuencias de sus acciones de repente le invadía, como una lluvia de agujas sobre sus espalda.

 

—  No, no lo soy Thierry, no me digas traidor, jamás seria yo uno — Las palabras preocupadas, hoy menos que nunca le convenía obtener nuevos enemigos, no valía la pena tener tantos problemas, no por Emile Ugoryo, no con Thierry Antuil, no, no valía eso la pena, porque Juliel Thibaut pagaría si había una supuesta traición…

 

—  Lo se nunca me traicionarías Tevas, lo sé pero necesito que me lo compruebes, mátalo…

 

Ojos pardos, ojos azules, dos pares puestos en el castaño que temblaba, pero no suplicaba, sus ojos miel con lágrimas atoradas y los parpados hinchados porque el miedo, el dolor y la humillación era mucho para él.

 

.*.

 

—  Tú sabes que me dijo, sabes a qué temerle, si los dos conocemos algo de ti, no hace falta hablar más de eso, lamento mucho que todo sea verdad, lo cierto es que creí que serias diferen…—  El príncipe levanto la mirada, sus llorosos ojos verdes le dejaron sin habla, su gesto de dolor evidente le cortaba el aliento.

 

—  No soy tan malo—  Ni malicia, ni fingido temor — Sólo soy justo, ellos me quitaron algo, yo me cobro su error. Si el pasado atormentara tu presente estoy seguro que lucharías para vengarte, para hacer pagar a aquel que te hizo mal, y aun así no eres malo, si ese fuera tu caso, yo confiaría en ti,. Porque… porque me gustas, porque te quiero, porque te admiro… porque eres Juliel…

 

 

Y de nuevo un beso robado, Juliel lo supo, no se resistió, porque pensaba en sus palabras ¿qué tan ciertas podían ser? ¿Por qué tan iguales de pronto se volvía? Ambos tenían tal vez un pasado vuelto una cicatriz, tal vez los dos luchaban en un presente para un mejor futuro.

 

 

Juliel, por primera vez, con los ojos entrecerrados, lograba ver el rostro tranquilo del rubio… mientras su beso era correspondido, por primera vez, mando prejuicios, prometida y cordura al diablo, disfruto del beso prohibido que le daba la persona indebida. Yves era inocencia y maldad a la vez, con una imagen tan angelical, con un pasado tan inexplicablemente cruel.

 

 

Juliel, con la ingenuidad y el rencor fue forjado, con las ansias de luchar y ser escuchado, limpiaría una imagen, para manchar, tal vez, la que algún día querrá en verdad…

 

.*.

 

—  No soy un traidor, no me juzgues sin saber mis razones, Emile no es digno aún de la muerte, no es digno de que me manche en un acto tan cobarde—  El cuerpo del castaño fue cayendo del caballo poco a poco, un sonido al chocar con el suelo repleto de hojas—  Ya es tarde debemos irnos…

 

 

Tevas miró a Emile tirado en el suelo, que patético se veía ese día, Thierry con la mirada en Tevas, sólo una indicación parecida a una súplica, los dos ahora montados, sin dejar de mirarse, sin voltear atrás se alejaron a toda calma, Emile en el suelo, les veía, con la sangre que manchaba sus prendas…

 

 

Tan sólo, como el principio, con nada de orgullo, que tristeza.

 

 

Emile Ugoryo, con el rostro, que tanto adoraba, lastimado, totalmente ido, mirando a las figuras que se alejaban sin decir nada…

 

Una forma fetal, que mal es sentirse vacío, el deseo de fundirse con la tierra, para ser pisado tal vez sin ser visto, casi que lloraba, tan solo y con frío, el sol aun resplandecía, pero no le calentaba, la luz no alcanzaba aquel oscuro bosque… él no reaccionaba, una carroza se escuchó a lo lejos, él en el camino seria visto, él, con su imagen destrozada se sentía mal.

 

 

 

 

 

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» D’Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤ ♥

 

 

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«.·°·.*.' Continuara‘.*.·°·. »
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