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YERRO por Doki Amare Peccavi

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Cap. 6: Sólo mío

 

Bastó sólo un silbido por parte de Tevas para que el caballo se pusiera en dos patas y tirara al Yves, entonces llegó junto al rubio y bajó de su caballo, no hubo oportunidad de correr para Yves, cuando lo notó ya estaba arrinconado entre un árbol y el cuerpo de Tevas…

 

 —  ¿Qué es lo que pretendes? —  Cuestionó el ojiazul mientras sacaba una daga de plata de entre sus prendas

 

 —  Nada… —  

 

  —  Siempre actúas con dobles intenciones, dime si no quieres que te mate —  Tevas acercó la daga y la posó en la piel del blanco cuello de Yves… —  ¿Qué pretendes al hablarle a Juliel?

 

—  Ya te lo dije, no pretendo nada.

 

 —  No te creo.

 

 —  Me importa muy poco si Tevas sin apellido me cree o no —  El tono de las palabras del menor era despectivo, la sonrisa irónica en su rostro enfureció al moreno.

 

 —  Cuidado de cómo te expresas, Emile no esta para cuidarte.

 

 

 

 —  ¡Tevas, déjale! —  La voz de Juliel hizo que Tevas dejara esa postura, Yves se alejó un poco del ojiazul, los dos miraron la imagen del Juliel en el corcel del Yves.

 

 —  Juliel… —  Dijo Tevas, una vez que el ojigris estaba ya cerca —  ¿Qué diablos crees que haces…?

 

 —  Tomas mi caballo sin pedir permiso, galopas a toda velocidad y después amenazas a su majestad con una daga —  Juliel dirigió una falsa mirada de respeto hacia Yves y con una inclinación pidió disculpas a nombre de Tevas  — Con su permiso majestad, lamento mucho la actitud de mi amigo.

 

 —  Juliel, yo… —  Jean-Yves no supo como actuar ante la actitud del ojigris, prefirió dejar las cosas así, arrebató sin prisa las cuerdas de su corcel y salió rápido rumbo al palacio.

 

.*.

 

 —  Su majestad, el rey le espera con los invitados en el comedor, todos están impacientes, será mejor que se arregle y baje lo antes posible… —  El rubito real miró de forma despectiva a su nueva mucama.

 

 —  ¿Me estas ordenando…?

 

 —  No, no, su majestad, yo su humilde sirvienta jamás podría — Interrumpió de pronto a la joven.

 

  —  ¿Quién te crees para hablarme de esa forma…?

 

 – Disculpe si le he ofendido… yo sólo trataba de…

 

 —  No voy a bajar  —  Sin decir más Yves se recostó en su cama y cubrió su cuerpo con las sabanas de seda, al instante sus ojos se cerraron;  la humedad de su cabello comenzaba a mojar sus almohadones, la sirvienta aun permanecía de pie junto a su cama, pensando que todo era una broma —  No sé que excusa  inventes pero estoy muy cansado, no tengo ganas de bajar.

 

 —  Pero su majestad…

 

 —  Lárgate, ¡Es una orden!  —  Las lágrimas se acumularon en los ojos de la muchacha, no sabia ciertamente que pasaría con ella, la impotencia le hizo sollozar aun mas, odio al rey por ser inhumano, pero más lo era el príncipe que siempre metía en problemas a los pobres, al príncipe de apariencia infantil que ponía en peligro la vida de todo aquel que se le acercaba.

 

.*.

 

 —  Te lo advertí — La respiración de Tevas era irregular, a veces en pausa y otras sus bufidos hacían que Juliel se deshiciese en nervios —  te dije que lo mejor sería seguir con la amistad del hijo del ministro, que rechazaras la ayuda del que te acerco a Yves

 

 —  Es que tú no entiendes —  Juliel cubrió sus rostro entre sus piernas, y apretó sus puños a tal punto que sus nudillos perdieron color —  Todo fue un fracaso, nunca tuve una amistad con el hijo del ministro, y la persona que me pondría en contacto con el príncipe nunca existió.

 

 —  ¿De que estas hablando? — Cuestionó Tevas

 

 —  Siempre fue el Yves, cometí un error, primero lo confundí con Emile Ugoryo, y después, al saber que vivía en el palacio, pensé que era el hijo de algún sirviente —  El gesto de asombro en Tevas le hizo querer excusarse —  Ve como viste, además, no creí que el príncipe pudiese pasearse por el reino sin guardas, y sin que nadie le hiciera reverencias.

 

  —  En verdad eres estúpido Juliel —  El ojiazul se levanto sin mirar al ojigris, Juliel no hizo el intentó por detenerlo, ya le había explicado como habían ocurrido las cosas, si Tevas seguía molesto o mejor era dejarlo sólo algunos días…

 

.*.

 

Yves, escuchó fuera de la habitación el sollozo de su mucama, enojado se destapó, sentado al borde de la cama, sus puños se cerraban y su dulce rostro mostraba un gesto de ira

 

—  "El idiota ese le esta contando cosas malas de mi, maldito ese idiota que tiene la facilidad de estar con Juliel el tiempo que quiera"  —  Sus pensamiento no era siquiera murmullos, sus ideas ocultas siempre de otros, estaba decidido, no dejaría que alguien como Tevas fuese capaz de alejarlo de Juliel. — Si no te largas a llorar a otro lado, pediré a los guardias que te lleven al calabozo.

 

La mucama titubeante se alejó, secando sus mejillas bañadas en lágrimas y ante la mirada disimulada de otros sirvientes se adentró al salón en donde el rey con sus invitados disfrutaba de alimentos que ella con todo el trabajo de su vida no podría pagar.

 

— Majestad, el príncipe me ha comunicado que no es su deseo en este momento hacer presencia.

 

—  ¿No ha querido bajar? —  Cuestionó el rey, hablando en voz alta exponía a vergüenza a la sirvienta ante sus invitados.

 

 —  Su majestad… él dijo que se sentía algo indispuesto

 

 —  ¿Indispuesto? eso no me importa, yo necesito que estuviera presente en esta cena…—, espectáculos como aquel siempre eran bien vistos porque además de restregar su poder en la cara de los sirvientes, el rey tenía esa extraña costumbre de sacar sus mejores reservas de vino para brindar por sus sabías decisiones.

 

 —  Yo…

 

 — Todos son unos inútiles… —  Sin ningún remordimiento abofeteo a chica… —  Tienes hasta el amanecer para largarte del reino…

 

 —  Pero no tengo a donde ir…

 

 —  No mi importa, si para antes de que salga el sol no te has marchado, pasaras el resto de tus días como esclava —  Una sonrisa cruel en los labios del rey —  En este lugar la gente inútil sale sobrando, tú eres una persona inútil.

 

.*.

 

Tres días pasaron, sabia el camino para llegar a su casa pero ¿Y si le ignoraba? Yves no estaba dispuesto a dejar que su orgullo fuera pisoteado… ni siquiera por Juliel, bueno, tal vez por él sí, bufó, haciendo un cómico un puchero de duda ¿Qué había en Juliel que le atraía tanto? tal vez eran esos ojos grises, o esa fugaces sonrisa que se dibujaba en su rostro. No lo sabía…, pero estaba seguro de que cuando lo averiguar la magia que se fomentaba al estar cerca de Juliel, desaparecería.

 

Lo mejor seria no averiguarlo nunca…

El pequeño príncipe siguió con su camino, rumbo a la casa del pelinegro, sumido en sus pensamientos, sólo cuando se trataba de Juliel podía darse el lujo de pensar premeditadamente las cosas, su corazón parecía salir de un enorme cofre de hierro y la luz del sol podía derretir a ratos todo aquel rencor frío y acumulado que le cubría. Yves levantó la vista, reconoció al instante la fachada horrenda de la casa de Juliel, al pelinegro en el portal, coqueteando con una campesina.

 

.*.

 

 —  Hay ocasiones en las que pienso que has dejado de Amarme… —

 

 —  No digas esas cosas Karolann, eso no es cierto, no quiero que vuelvas a pensarlo

 

 —  ¿Cómo no quieres que lo piense? las ocasiones en las que estamos juntos son contadas…

 

 —  Es por que he estado un poco ocupado, el hecho de que casi no nos veamos no significa que nos amemos un poco más o un poco menos… ¿Entiendes eso…?

 

—  Pero… —  Los labios de la chica fueron silenciados por un beso robado, Juliel trató de disfrutarlo, intensifico el beso, se esforzó en el acto, comenzaba a temer ¿El amor se estaba acabando…? No eso no, ella ya se le había entregado, no podía pasarle eso, no podía dejar de amarla cuando ella ya había desafiado a varias personas para estar a su lado, debía seguir amándole, y aunque quiso, no disfruto del calor que los labios de esa chica le ofrecían.

 

— ¿Quién diablos es ella? — Seguramente era una de esas quimeras que se ofrecían al primer hombre que les sonreía, con el ceño, infantilmente fruncido, Yves se acercó hasta donde ambos jóvenes se besaban, pero antes de que pudiera decir algo, lo vio; que Juliel había comenzado el beso con aquella mujer, la ira le invadió de pronto ¿Por qué lo hacia? ¿Acaso no había le había dejado claro a Juliel que él le atraía? ¿Acaso no entendió la indirecta que le hizo el día que se conocieron o el beso y el restriegue de la tarde en el lago? En verdad el ojigris era estúpido. Más que molesto enterró sus pasos en el suelo y no llamó la atención, un carraspeo sería más efectivo y al instante ambos jóvenes se separaron. Karolann amaba a Juliel pero aquellas muestras de afecto no eran bien vistas antes del matrimonio, más que sonrojada bajó la vista antes de ver al desconocido chico a un lado de ellos.

 

—  Si me disculpa señorita —  Apócrifo respeto el de Yves, se acercó más a ambos y Karolann levantó la mirada; tanta ternura, aquel jovencito rubio con mejillas en un sonrojo abundante era verdaderamente lindo, un chiquillo tierno, pensó ella. — Necesito un momento, para poder hablar con Juliel. —

 

 —  ¿Eres su amiguito? —  Cuestiono Karolann, lógicamente ella tampoco había reconocido a Yves Jean como el príncipe, para mirar de frente al rubio, encogió un poco sus rodillas y sonriendo revolvió sus cabellos —  Juliel, por que no me dijiste que tenias amiguitos tan bonitos. — Los comentarios de la chica iban de más y aunque ella no lo hacia con malas intenciones, la mente del rubio lo absorbía todo como insultos…

 

—  Karolann, sé que prometí pasar el resto de la tarde contigo pero como vez, me ha surgido un imprevisto ¿Podríamos salir mañana?

 

 —  Mañana… acompañare a mi madre por telas para los vestidos del próximo festival, pero un día después estaría bien, si tú puedes… claro. — Sonrió sonrojada, meciendo su cuerpo de un lado a otro, haciendo que su vestido se moviese insistente y golpeara las piernas de Yves.   

 

 —  Sí, pasado mañana —  La chica se despidió de forma educada del pequeño amigo de su prometido, Yves la miró de forma enojada, una vez que se marchó los dos chicos permanecieron en silencio…

 

 —  ¿Se le ofrece algo, de este humilde súbdito? — Cuestionó con una media inclinación.

 

 —  ¿Estas molesto…? —  Preguntó Yves por lo que era más que visible.

 

 —  No, alguien como yo jamás podría molestarse con vuestra majestad…

 

 —  Dijiste que eras mi amigo, no creí que fuera necesario presumir títulos, no creí que fueras de ese tipo de personas —  Yves era un estuche de sorpresas, el sobre actuar sus sentimientos era su técnica perfecta para manipular a la gente y con Juliel extrañamente eso se incrementaba; de la sinceridad de sus propias emociones el príncipe sabía muy poco y la idea de que Juliel se encontrase después con esa puta le carcomía el alma, pero derecho de oponerse no tenía, aún. —  Juliel Thibaut lamento haberle echado a perder la visita de esa mujer. — Giró su cuerpo, sus pasos lentos incitando a la espera de una reacción por parte del moreno. Caminó un poco más aprisa, Juliel el vio alejarse y tras dar un profundo suspiró, emprendió su caminar hacia el rubio.

 

 —  Espere, su majestad —  El ojiverde se veía herido por sus palabras, tal vez no había ocultado lo que era príncipe por que simplemente no le gustaba mencionarlo, como Yves supuso, el pelinegro le dio alcance, y con ligereza poso su mano sobre su hombro —  Si estoy molesto por que no me lo dijo, por que me gusta que la gente sea sincera.

 

—  ¿Me perdonas…? —  Sin pensarlo, se abrazó a Juliel, un contacto cálido libre de maldad, Yves se estremeció en el momento en el que Juliel correspondió el abrazo…

 

    —  Su majestad, no hay nada que perdonar… —  El rubio rompió el contacto…

 

 —  No me gusta que me llames de ese modo —  Palabras sinceras —  Se oyen muy distantes, por favor sólo llámame Yves — El pelinegro sonrió ante las palabras del ojiverde  ¿Cómo pudo creer siquiera que Yves era un mal hombre?

 

 —  ¿Juliel, quien era la chica de hace un momento? —  El más bajo miró fijamente al ojigris…

 

  —  Ella es Karolann — Le nombró con orgullo y acostumbrado al jugueteo con amigos pasó su brazo alrededor del cuello de Yves.- Es linda, ¿cierto?

 

  —  Aja… ¿Que es de ti? —  esperaba una respuesta que calmara sus celos…

 

 —  Es mí prometida —  Un puñal invisible que penetraba lentamente el corazón del rubio, jamás imaginó que Juliel tuviese prometida.

 

 —  Tú prometida… no puede ser —  Su voz casi un susurro.

 

—  ¿Qué has dicho? —  El ojigris se inclinó levemente para poder escuchar las palabras de Yves…

 

 Un movimiento rápido, y los labios de Yves quedaron unidos a los de Juliel, el primero cerró los ojos, disfruto del momento, de ese momento único en el que se engañaba, en el que por segundos pensó que el ojigris le correspondía, Juliel se separo bruscamente del más bajo, este le miró con temor.

 

  —  ¿Por qué diablos arruinas todo con tus malditas manías? Te lo acabo de decir, pienso casarme con Karolann, no me interesan los hombres, yo no soy de esos.

 

 —  Yo…

 

 —  Habla de una buena vez, dime ¿Por qué diablos lo haces? —  No supo en realidad que le molesto, que le besara por tercera vez, o el hecho de que por un momento le pareció sentir eso que no sintió con el beso de su prometida.

 

—  Yo… —  Yves quiso echar a correr pero las piernas no le respondían…

 

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«.·°·.*.' Continuará‘.*.·°·. »
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