Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

YERRO por Doki Amare Peccavi

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:  

Cap. 7: Tevas “sin apellido”

 

 —  Yo…—  Quiso echar a correr pero las piernas no le respondían, tomó un suspiro hondo y tomó valor de su titulo de príncipe —  No entiendo, Juliel ¿No sospechas por que lo hago? ¿No tienes ni la mínima idea…?

 

 —  Si las tuviese no te preguntaría. Yves dime ¿Porqué lo haces? Contesta —  Ese tono de voz imperativo le puso más nervioso, su mirada gris parecía reflejar luz prejuiciosa.

 

 —  Yo… me tengo que ir —  Un fuerte empujón al pecho de Juliel y hecho a correr —  "Dios nunca había sentido tanta pena junta…"

 

  —  No, Yves espera —  Cierto sentimiento de culpa le invadió de pronto, cierto vació en el pecho comenzó a atormentarle levemente Juliel comenzaba a sentirse confundido, fue por ese motivo que decidió no seguir al pequeño príncipe, más por duda que por intolerancia.

 

 A lo lejos Tevas observaba la escena, él incluso se había evitado las ganas de hablar con Juliel al notar que este se encontraba con su prometida, debió de haber ido a interrumpir antes de que Yves convenciera de forma arrogante al príncipe, ese rubio idiota siempre se salía con la suya…, lo único bueno que había sacado de espiar fue el enterarse de que tipo de relación intentaba el rubio tener con su amigo. El ver al príncipe rubio besar a su amigo le había incomodado de repente, ya nada quedaba de ese sentimiento de ayer pero…

 

Él pensar que su amigo correría con su misma suerte le molesto…

Le regresó a sus memorias, a las que había tratado de olvidar

A ese momento, aquel día…

 

Ese día desvió de haber sido normal para el infante, el día un poco nublado y aun así el canto de las aves se escuchaba alrededor, como siempre, las mujeres de un lado para otro, organizando el banquete que tendría el rey, para celebrar una que otra estupidez. Él como siempre trató de ayudar al padre con sus labores, "No hijo, deja las cosas así, que yo las hago…" dijo el padre, entonces en niño entendió, y se marchó, se paseó por la parte trasera de el palacio, miró a su madre dando ordenes a algunas jóvenes;

 

— ¿Necesitas que te ayude con algo madre? — Cuestionó con deseo de que le mandasen a los establos.

 

— "No amor mío, ayudarás mucho estando donde tu padre, él adora tenerte cerca. — La segunda persona que le rechazaba su ayuda, siguió caminando, se encontró con dos niños, uno ya lo conocía, era el príncipe, pero el otro niño… su curiosidad marco su destino, se acercó un poco más, y entonces los dos niños le descubrieron.

 

  — ¿Qué haces espiando? —  Cuestionó el rubio casi sin interés…

 

  —  Ah no, su majestad yo…

 

 —  Eres hijo de un sirviente ¿Cierto? – Preguntó un niño castaño, le miraba con superioridad y el príncipe notó aquello, más interesado se viró con sus prendas perfectas para quedar frente al pequeño sirviente.

 

—    Si lo soy hijo de los sirvientes — Una reverencia exagerada que  iba corta con todo el respeto que el pequeño sirviente le tenía a esa familia — Mi madre es la…

 

 —  Nada es más despreciable que los plebeyos que trabajan en el palacio —  Dijo el castaño repitiendo la ideología de su amigo el príncipe…

 

  —  No, no es cierto…  —  Su cabello negro comenzó a moverse por el viento, su padre siempre había dicho que el estar orgullosos de su trabajo era importante, un rey no estaría bien cuidado con sirvientes que despreciaran su origen.

 

  —  Si lo es, que por hambre, dinero y protección están a las ordenes de mi padre, por eso son los más despreciables, por que siguen a cualquiera sin mirar si es digno de respeto  —  El principito dio un ligero empujón a su amigo castaño para que callara.

 

  —  Pero mi padre no es así… —  El ojiazul trato de convencerlos, sus ojos azules brillosos por las lágrimas que se acumulaban —  Ni mi madre…

 

  —  Claro que lo son, de hecho tu padre en uno de los más despreciables y patéticos —  El burguesito hablaba de forma burlona, arrinconaba al sirviente mientras hablaba, le miraba desafiante y el sirviente a pesar de superarles en tamaño no podía más que bajar la mirada y replegarse en la pared.

 

—  Eso no es cierto…— Murmuró débil.

 

 —  Sí lo es y tú serás igual de patético que tu padre —  El príncipe descubrió en el sirviente la mirada de piedad que les dirigía…

 

  — ¿Sabes cómo puedes ayudar a tu familia, sabes cómo puedes hacer que sean menos despreciables? —  Cuestionó cariñoso el príncipe al mismo tiempo que se sostenía al brazo de su amigo.

 

 —  No su majestad, no se como —  El rubio sonrió con picardía y miró al expectante castaño…

 

 —  Esta noche ven a mi habitación y te diré como  —  La mirada de duda se dibujo en el rostro del sirviente —  Ahora largo.

 

—  ¿Para qué?

 

—  ¡LARGO TE DIGO! —  El pequeño sirviente se alejó del lugar corriendo, el príncipe y su inseparable amigo le miraron con los ojos entrecerrados.

 

—    ¿Qué planeas Yves?

 

—    No es bueno ser curiosos… Emile — Susurró el principito y sonriendo se alejó de su amigo…

 

 

Para Tevas, el resto de la historia no valía la pena recordar,

Era algo que aborrecía, apretó sus puños pero los recuerdos llegaban solos.

 

Yves recostado en su cama, cubierto con sus mantas esponjosas miró por al sirviente ingresar por la ventana, éste se disculpó pero Jean estaba tan impresionado que pasó por alto aquel incidente, se disculpó por las palabras que Emile había dicho al atardecer y tras varias horas de platica surgió una “Amistad Oculta”. Hablaron de secretos,  Tevas a sus catorce años no guardaba ninguno de importancia, al príncipe no le importaba eso, él quería un mudo que sólo escuchase lo que él tenía que decir. Yves reveló su mayor secreto a Tevas "el secreto sobre su nacimiento y su hermano perdido", le contó sobre lo que su padre le hacia a su madre al anochecer, sobre el desprecio hacia la gente sumisa que se encontraba en el palacio.

 

 Tevas catorce años, Yves “Doce”, las visitas al anochecer hicieron más constantes, no hubo nunca contacto, ni un beso  pero el "amor" se generó sólo por parte de uno.

 

 Yves dijo: "Tal vez pueda corresponderte si lo confiesas al tu ser más amado…" el iluso, tardo un mes entero en darse valor para confesar a su padre que estaba perdidamente enamorado del príncipe Jean Yves… de un hombre. Se atrevió a hacerlo una noche de lluvia, y jamás volvió a ser visto en el palacio ni en sus alrededores.

 

Días después, Jean Yves; por una indiscreción de una de sus malditas mucamas, se enteró de lo ocurrido… "Aquel sirviente idiota había arrebatado su apellido a su único hijo" porque no se lo merecía, porque le había humillado de la peor manera, porque se había enamorado de un hombre, un hombre del cual nunca se supo su nombre porque el plebeyo padre lo había ocultado. Nadie nunca supo de la relación secreta de Plebeyo hijo y príncipe, ni siquiera el confidente Emile.

 

 La gente lo notó… ya hacia varios días que el príncipe salía silenciosamente a pie, con una misteriosa bolsa en manos.

 

Los meses pasaron, todos seguía su curso normal, ya no se hablaba más del pequeño niño que no vivía con su padre, Tevas, caminando por el bosque notó aquella presencia que tanto deseo volver a ver, frente a su cara el príncipe ayudando a un ave a volver a su nido, pensó que seria una buena idea hacerle saber al rubio que una familia a las afueras del pueblo le había acogido… gran error.

 

  —  Yves… Yves…. —  Llamó casi en murmullo el pelinegro…

 

  —  Ah ¿Qué haces tú aquí?

 

 —  Vine a decirte que…

 

  —  No me importa a que vengas, no quiero verte —  Una voz infantil, un cuerpo pequeño, tierno el cuerpo de un niño de casi ocho años, unos ojitos verdes que demostraban desprecio —  Largo de aquí, no vuelvas o humillo a tu padre.

 

 —  Pero yo creí que…

 

 —  Te lo dijo Emile, todo sirviente del palacio es despreciable —  Suspiró hondo y le miró con sinceridad, mientras se acercaba al niño y sin que se diera cuenta guardaba una bolsa entre sus ropas —  Tu padre lo es y tú también, Tevas, no vuelvas, nunca, que aquí todos se pudren. Te lo diré una vez… sólo una vez, no vengas a besar mis pisadas como lo harán ellos.

 

 Emociones encontradas, Tevas confundido echó a correr tan rápido como sus piernas le permitieron y hasta que no pudieron moverse más, hasta que el suelo húmedo le recibió, sus manos se rasparon, su rostro sucio y su corazón roto, ese príncipe estúpido le había roto el corazón con sus acciones y con sus palabras. Tevas lloró por un tiempo indeterminable, creyó odiar con toda su alma a Yves, el frío ya calaba sus huesos, comenzaba a oscurecer, seguro que la buena familia se preocuparía si no llegaba, sin ánimo se puso de pie y cuando dio el primer pasó una bolsa con monedas de oro y manzanas de caramelo cayó al suelo. Sonrió sin entender, no quiso aclarar las cosas dejó que ese dulce le trajera recuerdos amargos, lloró toda la noche, esa noche, la última, la última vez que llorase por… él.

 

Dos años después dejó el hogar de la familia humilde que le había acogido, con nuevas amistades, comenzó su vida entre lo oscuro del bosque, se encontró unas cuantas veces más a Yves, no pudo matarle pero las ganas de partirle la cara estaban presentes, siempre Yves-Jean terminaba intacto, él y Emile terminaban casi agonizantes, Emile siempre defendiendo a Yves. Todo se volvió una costumbre, se veían, él provocando a Yves y Yves sin responder, siempre mirándole con ese rostro de superioridad y pena, Emile con una falsa historia creada por si mismo, "defendía a su amigo del ahora hombre, que, según Emile, huyo de casa cuando niño para volverse un hombre despiadado y temido..."

 

 Hacia ocho años Tevas era un niño con el corazón roto,  ahora ya todo un hombre al cual respetaban, con motivo. Era una sombra del bosque, “un asesino”  ahora era un hombre con ganas de humillar al futuro rey, y con un amigo Juliel que tenia sed de venganza, ahora ya era un hombre con un amigo al cual defender de igual forma que Emile defendía a Yves…

 

.*.

 

Nunca antes le había dado vergüenza sus actos, pero la mirada que Juliel le dirigió le hizo sentir sucio, como aquella vez, en el bosque, cuando vio llorar a Tevas por ultima vez. Yves se quedo de pie mirando al cielo, y rogando por que el regreso de Emile fuera pronto, le pediría disculpas si era necesario, se cambiaria de ropas si a Emile le incomodaba su forma de vestir, se volvería aun más despiadado y cruel… con los plebeyos si eso a Emile le hacia sentir mejor.

 

.*.

 

El sonido de unos pasos, le hizo girarse de pronto, suspiró con alivio al notar que era Tevas el que se acercaba...

 

 —  Juliel, Yves… ¿Se acaba de ir?

 

 —  Ah si vino pero se fue de pronto… —  Y sin saber porque el ojigris llevó su dedo índice a sus labio…

 

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare «´¯`·.¸¸. °¤ ♥

 

(º·.¸(¨*·.¸         ¸.·*¨)¸.·º)
«.·°·.*.' Continuará‘.*.·°·. »
(¸.·º(¸.·¨*         *¨·.¸)º·.¸)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).