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YERRO por Doki Amare Peccavi

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Cap. 8: Una oportunidad

 

Jean con el cuerpo completamente sumergido; sus ojos verdes mirando, a través del agua, el techo con decoraciones hermosas y las paredes con gotas acumuladas por el chapuzón que se dio al entrar, el aire en sus pulmones comenzaba a acabarse, sus instintos de supervivencia reprimidos, el cuerpo le indicaba que era momentos de salir del agua pero su mente le decía "sólo un poco más" Jean Yves, siguió el consejo de su mente, cerro sus puños, cerro sus ojos y continuó con esa angustiante auto tortura.

 

.*.

 

Jean Philippe sintió algo de incomodidad al ver su lecho matrimonial vació, se había acostumbrado a aquel bulto la madre de Yves cubierto de ropas finas, siempre ocupaba el lado izquierdo de su cama. Habría que arreglar eso, tenía casi cuarenta y envejecer y morir solo, no era el perfecto final para su vida de rey,

 

Su futuro idóneo era conseguirse una buena mujer que lo satisficiera sexualmente, nada de otra reina, había comprobado que eso sólo era una perdida de tiempo, también quería agrandar aun más su territorios, y por supuesto, conocer a los niños que harían que su estirpe perdurara…

 

¿Exigirle a Jean descendencia era aun muy pronto? tal vez, pero, no habría que dejar pasar más tiempo, para la gente, Jean ya tenia la edad adecuada, era tiempo de buscaría algunas mujeres lindas y de clase, por los alrededores seguro habría alguna putita bien educada.

 

Jean Philippe sonrió al notar que hablaba con el mismo ¿Con quien más si no? miró hacia su ventana, algunos mocosos hijos de los criados jugando allá abajo, al verles correr y gritar recordó que para Jean Yves nunca hubo tiempo de juegos, ni de cuentos por la noche, ni la oportunidad de demostrar una actitud infantil, recordó que él, su padre, le hizo madurar apresuradamente, para poder suplantar a su hermano mayor, lo cierto es que no se arrepentía, para para nada no había recompensas por atormentarse del pasado eso lo sabía muy bien, lo tenía claro y hasta ahora, no encontraba un motivo que le dijese lo contrario.

.*.

 

 

 

— Una extraña afición por torturar a los sirvientes del castillo, según él porque "Nada es más despreciable que los plebeyos que trabajan en el palacio, que siguen a un ser indigno de respeto y porque son los que por hambre, dinero y protección están a las ordenes del rey"

 

— ¿Eso dijo él?— Juliel levantó la mirada, Tevas aún de piel, él sentado en el suelo recargado a aquel gran árbol frente a su casa.

 

—  Mi padre trabajaba en el palacio, yo conocí a Yves desde hace ya mucho - Tevas miró al cielo, no contaría más de lo necesario esa noche, no contaría nada que perjudicara su imagen, como hombre - y créeme el mejor consejo que te puedo dar es que te alejes de él, es un ser despreciable, cruel y por nada se tienta el corazón, hace cualquier cosa para conseguir lo que quiere, Juliel entiende tiene dobles intenciones contigo, si te confías por su apariencia, todo se echará a perder.

 

— No digas esas cosas — captaba el mensaje, pero su mente no lo aceptaba.

 

— Es verdad, hay una historia amarga detrás de esa cara de ángel, no es tan bueno como pareciera, ni tan inocente, el odio ha corrompido su alma, en su interior no hay nada que no este podrido.  

 

— Tevas sabes que nunca he dudado de ti pero, — interrumpió sin intensiones de ser grosero, habló con calma y sin dejar de mirar directamente a su amigo —esto que me dices es imposible de creer…yo mismo he notado como es tan manipulable, no creo que tenga la suficiente decisión para hacer lo que me dices que ha hecho, Yves no es más que un príncipe, sí, con aires elevados pero en el fondo pude ver que no es ni medianamente igual de maldito que su padre.

 

—Te tiene cegado, te ha dicho cosas con sus gestos atrayentes y ahora le pones en un pedestal— Bufó molesto, giró su rostro evitando la mirada de Juliel — Es típico de él lanzar su mordida y esconder sus colmillos hasta que el veneno te ha paralizado.

 

—    Tevas ¿Y si alguien le manipula? tal vez Emile.

 

— Él es el manipulador, tu supuesta amistad te ciega. Yo lo sé, lo averigüé cuando era un niño y no hubo nadie que me lo advirtiera, pero si tú Juliel, siendo un adulto caes en su juego, déjame decirte que eres un completo idiota. — Guardó silencio esperando respuesta por parte de Juliel pero éste sólo frunció el ceño al escuchar a Tevas — Sólo espero que no te arrepientas porque cuando quieras estar lejos, cuando su sombra te siga, su nombre te agobie y sus palabras te destrocen… será muy tarde.

 

— Hasta ahora, siempre había seguido tus consejos Tevas — Murmuró fríamente — pero de esto dependen mis planes, Yves es el único camino que tengo para limpiar el apellido de mi padre, para que mis hijos en un futuro se sientan orgullosos de su apellido y no tengan que ocultarlo como yo. Cuando Yves esté completamente sumergido en mi amistad, acusaré al ministro; me será muy fácil lograr lo que por años he planeado.

 

—Juliel, no pongas excusas tontas, si por ti fuera te arriesgarías nuevamente a entrar a escondidas a la casa del ministro ahora que Emile no esta, esa casa se queda sola casi todo el día, hay más posibilidades de que encuentres las pruebas que tanto deseabas, me doy cuenta esto ya no es por la venganza, en verdad te agrada ser su amigo ¿No?

 

—No lo niego, pero…

 

— No vale la pena seguir discutiendo. Tú no vas a ceder y yo no voy a dejarme convencer tampoco, tengo mi experiencia y por lo mismo no quiero terminar en rencores contigo, lo mejor será que paremos un poco esto antes de que — sonrió con burla — me dueles por defender el nombre de tu príncipe.

 

— Tevas…— Llamó con reproche.

 

— Juliel, ve a lamer sus pies hasta que su hechizo se rompa, entonces regresa tal cual te conocí, con el corazón roto  la se de venganza con la que te conocí, búscame cuando odies tanto a Yves que incluso desear su muerte será algo de niños.

 

—    Esa son tus últimas palabras — Cuestionó inquieto el oji-gris.

 

—    Juliel Thibaut, antes de confiar plenamente en Yves has de preguntar por su hermano. — Si la respuesta que te da te abre los ojos y puedes ver las monstruosidades que en el palacio ocurren, podrás confiar en él. Si no… no habrá forma de que esté siendo sincero contigo.

 

.*.

 

La noche perfecta y él en su carroza aburrido y exasperado, nunca había deseado tanto volver a "Breizhlande", no tenía alguien que le esperase, ni un “cálido hogar” al cual volver; nadie sufría por su ausencia pero Emile deseaba regresar de no creer en sus corazonadas, tenía un extraño presentimiento que lo apresuró a dejar el reino vecino en cuanto pudo. Imaginaba que en la entrada principal un sirviente ya estaría esperándole, por obligación, con un candelabro otros estarían calentando agua para un año caliente o haciendo para él una ligera cena pero él estaba tan cansado y adolorido por el viaje que lo último que quería era que esos miserables le dirigieran la palabra. Escuchó al cochero anunciar que estaban próximos a llegar y cuando la carroza se detuvo Emil agradeció por lo bajo. No esperó a que el cochero abriese la puerta, salió sin agradecer, ya se encargaría de las maletas, otros sirvientes conocían de más Emil, se limitaron a dar las buenas noches y el castaño se dirigió agotado hasta su habitación, estaba cansado, no se dio ningún baño porque sus brazos dolían, se limitó a desnudarse completamente y tumbarse en la cama para cubrirse después con una sabana.

 

Cerró sus ojos empezando a dormitar y una vez que el sueño empezaba a vencerle sus ojos se abrieron desmesuradamente. — Maldición — Porque entre sueños había recordado la discusión que había tendido con Yves antes de marcharse, su padre le ordenaría solucionar las cosas si se enteraba y… para ser sinceros él tenía mucho más a precio al príncipe del que muchos creían, sonrió de medio lado, aquella discusión había sido una tontería, una bobería de  niños.., cerró de nuevo los ojos más tranquilo prometiéndose ir a buscar a Yves en cuanto el sol rayara al alba.

 

.*.

 

Alguien acababa de entrar a su habitación, notó las pisadas del otro lado, su tortura terminó, con exaltación salió de la tina, aún su respiración agitada, muy agitada, y su piel blanca se amorataba ligeramente; el cabello rubio pegado a su rostro y sus manos sujetas a la orilla de la tina, de manera fuerte.

 

—              Voy a entrar hijo — La voz más que firme del rey, no pedí permiso, era una costumbre suya que no terminaba por gustarle al príncipe, fue por eso mismo que no respondió al anuncio de su padre, aún sin aliento se sentó en la tina y empezó a cubrir estrepitosamente las manos en el agua para que la espuma cubriera su cuerpo, pero poco pudo hacer pues el rey ya estaba adentro, sin embargo el vapor era tal que incomodó a la vista del mayor y quién despejó con un leve movimiento de su mano aquella desagradable sensación, fueron segundos solamente, el rey terminó sentado en el borde de la tina y ahí su pequeño príncipe le miró fijamente, con esos enormes ojos que divagaban entre el verde y los tonos azules de su familia.

 

—    Yves, he pensado… y creo que es el momento perfecto para que busque una esposa para ti.— Dijo firmemente y sin titubeo, orgulloso de sus ideas, imaginaba que su hijo estaría igual de alegre con la noticia, satisfecho y deseoso de cumplir los deseos de su padre. — Fue anoche que pensando en que es extraño estar solos en el castillo. Necesitas una esposa.

 

—    ¿Es un castigo? — Preguntó Yves con ojos abiertos, su ceño luchaba por no fruncirse y sus palabras se atoraban en su garganta para no tener una noticia más desagradable.

 

— ¿Un castigo? — Preguntó el rey alzando una ceja, sonrió — me has ocasionado problemas estos últimos días, lo sé Yves, tienes desplantes e ideas tontas, no niego que me enfureció que hayas dejado la noche pasada a los invitados esperando por tu presencia pero este, mi pequeño Jean, no es un castigo… los castigos son para los niños y tú..

 

— Yo soy un hombre — Levantó las manos y tapó su rostro sin esperar más respuesta de su padre. Un ligero temblor inició en su cuerpo, su boca se había secado al pronunciar esas últimas palabras, pero no dijo más.

 

— Sí, eres todo y un hombre y por eso mismo… se terminaron las mucamas para ti, siempre son unas inútiles, estoy seguro de que no tendrás problemas para arreglártelas sin ellas, me frustra tener siempre que escuchar que no han podido encontrarte, ¡Dios! Estúpidas y lentas son esas mujeres.

 

Jean Yves asintió; ese también era un “sutil castigo” pero su padre era tan estúpidamente cobarde que disfrazaba sus acciones de “buenas ideas”, Yves no dijo nada más, el rey se colocó de pie frente a la bañera y dando una ligera mirada se decidió a dejar el baño.— Espero poder desayunar, mañana, contigo Yves.

 

— Padre — Le llamó antes de que el mayor dejase la habitación — ¿Puedo ser yo quién escoja a mi esposa?

 

— Para nada, soy yo quién toma las mejores decisiones. Escogeré una ardiente y complaciente mujer para ti.

 

.*.

 

Entre los árboles, entre la oscuridad del bosque Tevas caminaba, se sentía tan decepcionado, derrotado, Yves de nuevo había ganado, sólo un par de encuentros y Juliel ya confiaba ciega e involuntariamente en él, igual que él un día lo hizo. Odio, rencor, dolor y una herida que se abría cuando él creía todo olvidado, se recargó en el tronco de un árbol y golpeó la corteza a punto cerrado pero no hizo ningún sonido de dolor, a lo lejos se escuchaba el casquillo de unos caballos que se detuvieron detrás del árbol, intentó pasar desapercibido pero su caballo pastando le delataba sínicamente.

 

— Señor Tevas — Varios hombres bajaron del caballo al notar la presencia de Tevas — ¿Es usted? — Preguntó uno de ellos sólo para confirmar

 

— ¿Serge? — Se dejó ver porque aquella voz la reconocía — ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

 

— Veníamos siguiendo la carroza del señor Emile… pero le hemos perdido.

 

— Emile ha regresado… — Murmuró, las cosas se complicaban con él con el perro guardián del príncipe rondando.

 

— Nos enteramos que hoy llegaría — Una sonrisa picara se dejó ver en los ojos de aquel jovencito, su cabello rojizo se oscurecía bajo la sombra y su mirada oscura penetraba exageradamente en Tevas.— Se ha quedado tres semanas en el otro reino, seguro que trae joyas, dinero y ropas finas.

 

— A Emile no, es peligroso acercarse a él porque nos conoce mucho más de lo que te imaginas, te lo he dicho, de robos y asesinatos nos encargamos Thierry y yo — Miró severamente a los cinco hombres, su mirada podría poner a temblar a cualquiera y su mal humor tan característico era una mezcla peligrosa con su ya historial de muertes y venganzas. — A ustedes les he dicho que no hagan caso de lo que este mocoso diga.

 

— Él nos dijo que eran órdenes del señor Thierry — Respondió uno de los ladrones comunes, una protesta que imaginó serviría de excusa. Tevas bufó por lo bajo.

 

— ¿Lo has hecho? — Cuestionó furioso, las venas en sus puños y cuello se asomaban mientras caminaba hasta quedar en frente de Serge

 

— En… el refugio se está bastante aburrido y yo sólo — Tevas dejo ir con fuerza su palma abierta y chocó con saña en la mejilla del pequeño, éste con velocidad asombrosa se llevó una mano a la mejilla y cerró los ojos evitando las lágrimas salir. — ¿Por qué…?

 

— Mentir es una falta para todos, sobre todo cuando lo haces simplemente porque estás aburrido. Emile lleva más de quince guardias como armas y tú pretendías hacer con cinco hombres con dagas.. ¿Entiendes el nivel de tu idiotez? ¿Qué pensabas hacer? ¿Y si te descubrían? Llevarías a Thierry los cadáveres de cinco de sus mejores hombres — Sonrió — Eso si hubieses sobrevivido tú. — El nudo en la garganta de Serge no le permitió hablar pero… tampoco es que con semejante golpe pudiese formular oraciones enteras. — después de una larga tortura para saber nuestro refugio te hubiesen matado.

 

— Jamás los hubiese delatado — Las lagrimas salieron ya sin contención, sus mejillas se humedecían y Tevas no pudo más que mirarlo con burla.—

 

 — Aún no estás listo para esto Serge, no trates de hacer cosas que remarquen más tu inexperiencia… es patético —

 

 

.*.

 

En cuanto el rey abandonó la habitación, Jean Yves salió de la bañera — Tus sueños de grandeza, tus ilusiones, tu estupidez por delante — trató de quitar el exceso de agua con sus manos, tallaba fuerte al recorrer su cuerpo de niño, su cuerpo odiado — Tu voluntad y tus deseos son una tristeza, yo tengo ya a quién amar, no eres tu mi Rey, ni mi padre, ni un ser humano… maldita escoria.  

 

Tan ingenuo el padre como equivocado el hijo, la mejor forma de derrotar, pensaba Yves, al enemigo era fingirse sumiso y creyente de sus ideas, devoto de su persona y adorador de sus ordenes. Desnudo y escurriendo salió del baño para encontrarse con su oscura recamara, las velas apagadas dejaban ese horroroso aroma a quemado; el agua escurría des sus piernas, su cabello pegado al rostro, se arrojó a la cama y las mantas secaron su cuerpo pero al instante se volvieron frías por la humedad. Para nada que importaba a Yves aquel frío, estaba tan furioso que coger una pulmonía sería lo mejor que le podría pasar en ese momento. 

 

Poco a poco se fue enterrando en todas las tenas finas, empapado y desnudo, sensual su cuerpo pequeño y él tan ignorante de esas curvas que se dejaban ver levemente por sus caderas, su cuerpo era pequeño y exquisito, porque también su columna terminaba en la deliciosa curvatura que sus nalgas finas presumían a la luna. — Estúpido — Se dejó escuchar de nuevo su voz, más delicada y suave… se acompañaba de un sollozo reprimido, uno bastante triste. Yves apretó con sus manos las telas y se juró idear un plan para que su padre pagara. Necesitaba… una reconciliación con Emile, a su regreso tenía que planear algo, evitar esa boda, enamorar a Juliel y reconciliarse con Emile.

 

.*.

 

Miraba a Juliel fijamente; ella era tan amable, tan amorosa con ese joven; desde el amanecer que su hijo estaba tan callado, sin gestos ni “buenos días” sabía que algo debía ocurrirle, no podía hacerse a la idea simplemente de que nada pasaba, después de todo, ella “era su madre” y presentía que las cosas se estaban complicando para su único hijo.

 

La preocupación de Juliel era notoria pero no encontraba forma de disimular para su madre, todas aquellas ideas que se le venían a la cabeza, tal vez Tevas no mentía sobre Yves; sabía muy poco sobre el pequeño príncipe, tan poco como del mismo Tevas conocía, pero la diferencia era que el moreno le había procurado desde el día en que se entero de la venganza que estaba planeando, él podría apostar su propia alma si Tevas le aseguraba que todo saldría bien pero… todo era tan confuso cuando de Yves se trataba,

 

— Juliel.. — Llamo su madre sin obtener respuesta, de pie, junto al joven. Pero sentía que estaba a una distancia enorme de su joven hijo.

 

— ¿Sí? — Tuvo su madre que mover ligeramente su cuerpo para sacarlo de sus pensamientos.

 

— ¿Qué te ocurre Juliel? No me digas que nada, no eres tú, te noto tan diferente — Ella a pasos lentos se sentó junto a Juliel, del otro lado de la mesita — ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo?

 

— No, no es nada en especial, sólo — De Yves y Tevas muy poco podía hablar, indeciso, miró a su madre y en sus ojos vio restos del brillo del que hace años presumía — Sabes, desde hace tiempo, me gustaría preguntarle, Karolann es de su agrado. —

 

—Nada madre… no me ocurre nada… es sólo que… bueno yo me preguntaba… ¿Te agrada Karolann?

 

 — Por supuesto Juliel ¿Es eso lo que te preocupa? — Preguntó risueña, ya, enormemente tranquila. — No sólo por que sea tu prometida es que me agrada, ella siempre me ha parecido una chica de lo más sincera, te ama, yo lo sé… una mujer presiente eso. — Ella notó que a cada cualidad que enumeraba de Karolann, Juliel tensaba su cuerpo y dejaba en su rostro, bien marcado el temor. —  ¿Por qué lo preguntas ahora? — Dudó unos segundos antes de lanzar preguntas. — ¿Hay otra chica? ¿Estás saliendo con alguien más?

 

— No por supuesto que no, no podría pensar en nadie más que no sea ella — Se convencía — Es justo por eso que te lo pregunto, porque ella... es importante y tú también lo eres. — También para  descifrar las mentiras, la madre de Juliel lo consideraba como una de sus mayores virtudes. Estaba mintiendo pero antes de que pudiese replicar, llamaron a la puerta, eran toques suaves, Juliel resopló aliviado y ella de pie no dijo nada pero se encaminó para recibir la visita.

 

.*.

 

— Tú, cuando eras niño — Una ligera sonrisa burlescas se dibujaron en el hombre, frente a Tevas, que le miraba con frustración simulada, — hiciste lo mismo.

 

— Thierry, no me digas de aquella manera; además yo nunca realicé semejante estupidez, Serge puso en peligro a más de un hombre, él tiene esa idea de superioridad y de lograr lo todo porque tú se lo permites

 

— Ya, ya, le llamaré la atención pero tranquilízate. — Cortó el mayor.

 

— No, no lo harás — Lo sabía, porque Thierry podía ser un asesino, pero su corazón se ablandaba exageradamente cuando de Serge se trataba.

 

— Tienes razón, no lo haré, entonces no discutamos más y mejor dime ¿Cómo te fue con Juliel?


— Mal — Dijo Tevas sin titubeo. — Demasiado mal

 

— ¿Cómo que mal? — Entonces su humor cambió, borró cualquier gesto amigable de su rostro y sus ojos peligrosamente se fijaron en Tevas.

 

— No puedo convencerle de que deje a Yves.

 

— ¿Apoya al príncipe? — frunció el ceño — ¿Y qué pasó con su venganza? ¿La ha dejado? Si está pensando en traicionarnos tenemos que matarle

 

— ¡Por supuesto que no! No va a traicionarnos — Murmuró no muy seguro de lo que decía, Juliel prefería mil veces una versión rosa de Yves antes de aceptar lo que él le decía.

 

— Sabe mucho de ti, si lo hace no estarás seguro; si no está con nosotros es un traidor y a los traidores les matamos… le mata quién es más cercano a él para asegurarnos de su fidelidad — Sus ojos reflejaban absoluto odio — Mátale Tevas.

 

— No es un traidor… ni yo, él no es como nosotros, necesita tiempo para planearlo todo, ambos necesitamos tiempo. —

 

— ¿Sólo tú y él? — Thierry enfureció más — ¿Y nosotros en dónde quedamos, vas a dejarnos fuera de esto?

 

— Esta es la venganza de Juliel con Théophile Ugoryo, mi desquite personal con Yves y el rey va a ser todo tuyo, ambos lo dejaremos su cabeza en bandeja de plata para ti. ¿No es eso suficiente?

 

— ¿Me estás diciendo que trabajareis solos? — Tevas soltó un suspiro, Juliel se mostraba desconfiado ante su persona y en cambio él dejaba atrás a aquellos que le habían acogido en el bosque por protegerlo, por su seguridad y la propia, mirando a Thierry, líder y mentor, a los ojos, asintió con la cabeza y se levantó del banco que ambos compartían, Thierry hizo lo mismo. — Hablaré con Serge, a media tarde nos vemos; espero hablar con ustedes antes que nada, búscale Juliel porque si yo le encuentro primero lo mato.

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare «´¯`·.¸¸. °¤ ♥

 

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«.·°·.*.' Continuará‘.*.·°·. »
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