Repentinamente, el renito grito con fuerza, señalando en la lejanía algo que los demás conocían demasiado bien. Todos abrieron los ojos aterrados, sin poder creer lo que veían, dejando por primera vez luego de enterarse de aquella nefasta noticia, que sus lágrimas escapasen con total libertad.
-¡¡Zoro!! ¡¡Sanji kun!!-grito la navegante sin ya poder contenerse al ver flotando allí, en medio del océano, Wadou Ichimonji, la espada predilecta del peliverde, y el encendedor del cocinero-
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Mientras aquella asoladora escena daba lugar en el Thousand Sunny, el rubio se encontraba buceando en las congeladas aguas del Nuevo Mundo.
El cocinero nadaba lo más rápido que podía, buscando algún atisbo de su nakama peli verde. En un instante, vio un brillo muy familiar en el fondo del océano y, al darse cuenta de lo que era, hizo uso de la fuerza de sus piernas para acercarse lo más rápido posible.
Tomo en sus brazos el cuerpo del peliverde, aferrando con su mano libre dos de las tres katana que le habían avisado de la ubicación de su amigo. Asustado, vio como el aire empezaba a hacerse de rogar y que, para su horror, Zoro tenía una enorme herida en su cabeza.
Al darse cuenta que el tiempo estaba por agotarse, uso de una de sus técnicas más conocidas, el Blue Walk, para llegar a la superficie en tan solo unos segundos. Se mantuvo a flote cargando con el cuerpo inconsciente de su amigo con mucha dificultad, sintiendo su cuerpo agarrotado por el frio, el cansancio, la sed y las fuerzas extra que tenía que ocupar para evitar ahogarse el mismo.
El mar aún se encontraba embravecido, lo que le dificultaba enormemente al rubio el simple hecho de mantener la cabeza de Zoro fuera del agua para poder respirar. Logro mantenerse a flote aferrado a dos bolsas que seguramente venían del enorme galeón pirata que ahora estaba sumergido en las profundidades del océano.
Sin saber cómo ni cuándo, ambos acabaran sobre un pequeño islote. Sanji, por su parte, se ocupó rápidamente de verificar el estado de su compañero; sonriendo algo aliviado al ver que además del golpe en su cabeza, el resto no eran más que solo rasguños y cortes superficiales.
Acomodo el cuerpo de Zoro contra la pared natural de roca, rompiendo parte de su saco para hacer unas vendas improvisadas y colocarlas alrededor de la cabeza del peliverde, recordando no sin cierta alegría parte de las clases que les había dado el renito sobre primeros auxilios y que, según él le había dicho, los cortes en la cabeza suelen sangrar mucho y ser muy vistosos, pero que no eran nada grave siempre y cuando fueran superficiales.
Prendió sus propias piernas para poder encender una pequeña hoguera y secar así la ropa de ambos, gruñendo molesto al ver que su encendedor favorito seguramente se había extraviado en el momento en que él había saltado del barco en busca de su nakama peli verde.
Así, Sanji paso el resto de la noche en vela, cuidando del moreno y manteniendo la hoguera encendida con mucho esfuerzo gracias a los fuertes vientos prevenientes de los últimos recodos de la pasada tormenta.
Los primeros rayos del sol se asomaron tímidos por el horizonte, logrando despertar al guerrero que hasta instantes atrás se encontraba dormido. Se incorporó lentamente, cerrando los ojos con fuerza a causa del horrible dolor de cabeza que le había invadido apenas se había movido.
Volvió a abrir los ojos al sentir como unos brazos tan conocidos lo rodeaban con cariño, acunándolo contra su pecho y logrando sacarle una leve sonrisa. Correspondió el abrazo, dejando que las cuidadas manos del rubio acariciaran sus cabellos, tranquilizándolo y haciéndole sentirse protegido.
-¿Qué ha pasado?-murmuro el moreno algo confundido, llevando su mano a su cabeza, haciendo un evidente gesto de dolor-¿Sanji..?-
-Shh tranquilo Zoro, no hagas fuerzas-contesto el aludido en tono cariñoso, sonriendo al sentir como el peliverde se acomodaba en sus brazos, volviendo a relajarse- durante la tormenta caíste inconsciente por la borda, y me lance a buscarte. Por ahora estamos varados en este islote, así que deberemos arreglárnoslas para sobrevivir hasta que los chicos vengan por nosotros-
-entonces, no nos queda más que esperar hasta que ellos vengan-suspiro el moreno, dejando que su compañero cambiase sus vendajes sin protesta alguna-
-así es, ese es nuestro único y verdadero problema-gruño el rubio, sin dejar de abrazar a Zoro- no podemos darle el lujo de avisar a algún barco mercante o de otra banda, ni mucho menos de la marina. Estamos heridos y debilitados, además de que no podemos darnos el lujo de ser capturados- el cocinero frunció el ceño, regañándose internamente ante la situación en la que habían terminado por su ineptitud y falta de cuidado-los chicos no tienen porque cargan con más problemas de los que ya tienen buscándonos. No quiero que se vuelva a repetir una escena como la que pasamos con Robin chan- finalizo con convicción, recordando lo mal que habían terminado luego de esa batalla y lo mucho que habían sufrido y arriesgado por rescatar a la arqueóloga de las manos de la marina-
-en eso te apoyo, cocinero-reconoció el peli verde, asintiendo levemente- aunque nuestras probabilidades de vivir se reduzcan drásticamente prefiero eso y morir que poner a la banda completa en otro aprieto como ese- suspiro levemente, para luego abrir su único ojo, sorprendido, al caer en algo importante- no-no tenemos comida, ni agua…¿Cómo le haremos para sobrevivir?-
El cocinero rio levemente ante la reacción de su compañero, logrando avergonzarle al pensar con mayor detenimiento el tiempo que se había demorado en dar con algo tan obvio.
Con mucho cuidado, el rubio volvió a recostar al espadachín contra el muro natural de piedra, levantándose y sacando dos bolsas de una enorme fisura protegida y seca, sin rastros de humedad. Se acercó con la más pequeña entre sus brazos, acuclillándose a su lado y abriéndola, mostrándole su contenido y logrando que esta vez el moreno abriese la boca completamente y logrando, para su molestia, hacer reír nuevamente al rubio.
-cuando me encontraba contigo inconsciente, me aferre a estas bosas por inercia, intentando mantenerme a flote-contesto Sanji, entendiendo perfectamente los gestos de su compañero- pero no fue hasta que llegamos a este islote que me di que estaban llenas de comida-rio levemente, sintiéndose aliviado en cierto modo ante su suerte- solo una pequeña parte esta arruinada, más que nada lo que son frutas y algunos otros alimentos-
Sanji dejó escapar un grito ahogado, al sentir como repentinamente el peli verde le había jalado de su brazo, haciéndole caer sobre sus piernas. Así, se encontró siendo besado y abrazado con pasión por aquel hombre que, en definitiva, le había robado el corazón; sintiendo como luego este le acunaba contra su pecho y le cubría con parte de su abrigo.
-no, marimo. No puedo dormir ahora-protesto el chico, pataleando al sentir como el espadachín volvía a besarle, esta vez con menos fuerza pero si con más dulzura, intentando sin mayores resultados que el rubio descansase aunque fueran un par de horas- los chicos nos están buscando, y no sabemos cuánto tarden en volver, debemos estar alerta y…-
Todas sus palabras quedaron atoradas en su garganta al sentir como Zoro recorría su rostro con ternura, abrazándole más contra su pecho y repartiendo besos en su cuello. Gimió levemente al sentir como sus labios recorrían su oído, sin poder entender a ciencia cierta a que venía aquella actitud.
-se-se que no deberíamos descansar, pe-pero tú te pasaste toda la noche despierto por mi culpa, por haber quedado inconsciente y haber…caído del barco-la voz del peli verde sonaba quebrada, dando a entender la profunda culpa que sentía en aquellos momentos- debí estar más atento, así no hubieses tenido que lanzarte tras de mi…que…tener que rescatarme y casi perder la vida porque…-
Esta vez, fueron los labios del peli verde los que se vieron callados por un beso. Sin pensarlo, demasiado, correspondió el beso dejando que pequeñas lagrimas se deslizaran por sus mejillas y dejando que, a pesar de todo, Sanji se encargase nuevamente de consolarlo.
-no es tu culpa Zoro, a cualquiera de la tripulación le hubiese podido pasar-susurro el cocinero, sonriéndole con cariño-y sé que tú, al igual que yo, te hubieses lanzado sin dudarlo si hubieses estado en mi lugar-volvió a besar sus labios, abrazándole con fuerza- nadie es perfecto marimo, así que quédate tranquilo ¿sí?-
Zoro asintió levemente, dejando que su novio le abrazara por un tiempo más. Siguieron así, disfrutando de la compañía del otro sabiendo que, luego de ello, pasarían separados por quizás cuanto tiempo.
Ambos sabían que si querían seguir con vida y aumentar sus probabilidades de vencer a la muerte, debían mantener vigilado el mayor perímetro posible. Y que, para ello, debían mantener por separado vigilados ambos frentes del pequeño islote.
Sin mediar palabra alguna, volvieron a besarse mientras el peli verde se ponía de pie. Recibió sin chistar la más pequeña de las bolsas, escuchando atentamente las múltiples recomendaciones del rubio para que la comida durase el mayor tiempo posible.
Y así, de esta forma, el espadachín dejo solo a Sanji sin saber que, apenas había desaparecido de su vista, el rubio había caído al suelo estrepitosamente, sujetando su hombro izquierdo con fuerza mientras sus ropas se teñían de su sangre…
Tsusuku (o tal vez no XD)