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El tiempo entre nosotros por Sawako_chan

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Me extrañaron? Espero que sí TTuTT

Hoy vengo muy, muy feliz, por la cantidad de comentarios que recibí de ustedes, enserio, ¡muchas gracias! Ustedes hacen que esto suceda, de verdad. Me inspiran mucho sus palabras de apoyo. Por eso mis dedos volaron sobre el teclado y terminé el capítulo mucho antes de lo previsto, ya que lo tenía contemplado para dentro de 3 días, pero lo he terminado antes, incluso es un poco más largo que los anteriores.

IMPORTANTE:

1.- ¿Recuerdan los puntos que les di en las notas del Fanfic? Resulta que moveré algunas cosas. Los nombres de "Thor" y "Loki" aparecerán, no serán "Chris" y "Tom" como les había dicho. Esto es debido a que cuando escribía sus nombres me equivocaba mucho, así que decidí poner sus nombres asgardianos, y poner una explicación a ello, ya lo verán. Loki tendrá un poco más la personalidad de Tom, pues no lo tengo previsto como malo, sin embargo, tendrá sus bromitas a lo largo del fic.

2.-En una cierta parte de la historia, verán un asterisco (*) esto es porque hay una explicación en las notas finales, no se preocupen.

 

Ahora bien, aclarado esto, solo me queda desarles una buena lectura :D

Capítulo 3.- Vivir a destiempo.

 

 

 

Cuando algo no comienza bien, termina empeorando. Según Tony, esas palabras dichas por quién sabe qué persona, eran totalmente verídicas. Su día había comenzado con el pie izquierdo, pero al parecer las cosas se iban a complicar incluso más. ¿Por qué no fue directo a su oficina? ¿Por qué decidió patear el trasero de Bruce hasta hacerlo volver al trabajo inmediatamente? Estaba replanteándose la idea de despedirlo, o quizá darle unas vacaciones muy largas mientras se le pasaba el enojo y la ofensa que traía encima. Estaba muy molesto con él.

 

¿Y cómo no? Anthony no era un hombre exagerado, claro que no, pero esto que le sucedía era el colmo. Al llegar a su oficina lo primero que iba a hacer sería ordenarle a Pepper buscar al mejor brujo de la ciudad para que limpiara su alma de las malas vibras. Aunque él no creía en esas cosas de la magia, pero estaba comenzando a dudar. ¿Y si era su karma? No es que él hubiera sido malo, sólo un poco rebelde y con actitudes no tanto acertadas, pero podría cambiar. Podría hacerlo tan solo si su día mejorara. Si tan sólo no estuviera pasándole aquello.

 

Suspiró hastiado por tercera vez, mientras cruzaba su pierna por encima de la otra y los brazos de igual forma. Cerró los ojos tratando de serenarse, pero era imposible. Ni si quiera el cómodo sillón de la sala de Buce lograba tranquilizar su estresada mente. Porque aún seguía en su casa, joder. Pepper lo mataría al llegar al trabajo, pero primero aturdiría sus oídos con reclamos, gritos, y demás cosas de las mujeres. A veces se preguntaba seriamente si Pepper no estaba cansada de ser mujer. Inventar un drama por todo también debería ser agotante. Bueno, al menos ella no estaba ahí, en ese nido de locos.

 

Bruce revoloteaba por todos lados, totalmente preocupado por el estúpido y escurridizo control. ¿Cómo diablos se le había podido perder? Daba giros de un lado a otro, pasaba de la recámara a la cocina, iba al baño, revisaba la sala y volvía a empezar. Steve, por otra parte, se encontraba pegado al suelo moviéndose de un lado a otro, como si estuviera en una misión del ejército. ¿Qué diablos hacía ese hombre con el pecho pegado al suelo? Hacía calor, claro, pero no era para tanto. Y él, bueno… él había contribuido buscando un rato sobre la mesa, y luego sentándose en el sofá. Porque, obviamente, él no iba a ensuciar su traje para buscar algo que ni si quiera le importaba. ¿Entonces por qué se había quedado? Era bastante divertido ver a Banner comiéndose las uñas por encontrar algo, jamás lo había visto tan preocupado, ni si quiera en sus investigaciones. Por fin ese hombre dejaba su faceta relajada. Aunque en su subconsciente había una segunda causa: el rubio. ¿Quién se perdería una vista como esa? Un hombre altamente atractivo y musculoso que traía un traje de gala roto, y anticuado. Esa no era la parte buena, lo mejor era que estaba restregándose contra el piso, y la tela rota cada vez se desgarraba más. Además le dejaba a la vista su trasero. Quería tocar. Enserio, quería tocar. Pero había un pequeño detalle, y era que aquel sujeto estaba peinado de una forma bastante anticuada. Totalmente, eso mataba su pasión.

 

     —¿Qué creen que hacen ustedes dos? Aunque se paseen veinte veces por el mismo sitio, si el control no apareció la primera vez, ¿Qué les hace pensar que lo hará ahora? —comentó con un tinte de ironía mientras se sobaba el cuello con su mano derecha. Se sintió ofendido cuando los otros dos apenas lo miraron, para seguir buscando— ¡Vamos, relájense! Siéntense, tranquilícense y después pueden volver a buscar. ¿Por qué la gente siempre es así de desesperada? —quizá estuviera hablando al aire, pero necesitaba decirlo. Entre más buscas las cosas, más se esconden, ¿no?

 

     —Sr. Stark, sé que para usted no es importante el control, pero para mí sí lo es. Necesito volver a mi tiempo cuanto antes. —comentó Steve sin expresión en el rostro, mientras seguía arrastrándose por el piso de la sala.

 

     —¿Por qué tan pronto, Rogers? —volvió a insistir—. Si yo viajara más de cien años al futuro, ¡claro que querría quedarme ahí al menos un par de días! No seas tan anticuado, hombre. —y mientras hablaba, su mirada chocolate perseguía cada movimiento de ese extraño. Un hombre que venía del pasado, quién lo pensaría. Aún quedaban algunas dudas en su mente sobre ese hecho, pero quizá lo prefería, porque si Banner había planeado una broma, era de muy mal gusto.

 

     —Necesito volver, porque tengo un asunto personal muy importante. —susurró mientras se perdía tras el sofá donde estaba Tony. Un asunto importante que iba de la mano con un compromiso absurdo, pero que no podía rechazar. A sus 30 años recién cumplidos necesitaba, quizá, formar una familia. Aunque en sus planes había estado siempre la idea de proteger a su gente y vivir para eso: defender a su nación. Luego venía la agente Carter, pero…

 

Sus ojos rápidamente se movieron a la ventana por la cual se había asomado cuando Tony abrió las cortinas, y percibió un movimiento raro. Sin despegarse del piso se arrastró hasta ahí, y volteó hacia atrás para ver si Tony también lo había escuchado, pero este parecía absorto mirando quién sabe a dónde. Sólo veía el cabello de su nuca totalmente intacto. ¿Se había quedado dormido, quizá? Dirigió su mirada hacia otra puerta, por donde se había perdido el otro hombre, pero éste no daba señales de aparecer. Su vista volvió a la ventana y se deslizó con cuidado, para no ser escuchado por nadie. Cuando estaba cerca de la ventana, ésta se abrió con un sonoro golpe que lo hizo brincar, y al parecer a Stark también, porque oyó cómo algo cayó al piso. Quizá una taza. Un hombre entró estrepitosamente por la ventana, de un solo salto.

 

     —¡¿Cómo está mi vecin-¡agh! —un sonoro golpe se escuchó, y el hombre cayó al suelo. Steve se había levantado rápidamente para hacerle frente a aquel extraño, y solamente había atinado a darle un fuerte golpe en la mejilla cuando había empezado a gritar. Estaba por arrojársele encima, pues quizá fuera un ladrón, pero unos brazos lo detuvieron por la espalda. Se asomó sobre su hombro y era Bruce quien lo sostenía con la mirada sorprendida y la boca entreabierta. Él se intentó zafar—¡Déjeme, Doctor Banner, le daré unos golpes a este ladrón para que no se vuelva a acercar! —

 

     —¡Steve, no! ¡Él no es un ladrón, es mi vecino! —gritó con algo de miedo. Por suerte había llegado a tiempo, pues si no lo hubiera hecho, ahorita quizá ese hombre estuviera volando por la ventana 10 pisos hacia abajo. Sintió como el otro cuerpo se relajó, mientras Stark se acercaba para ver mejor lo que había pasado a sus espaldas.

 

     —¿S-Su vecino? —murmuró con los ojos muy abiertos, y todavía sus manos echas puños. Sintió el calor subir por su rostro, a causa de la vergüenza, y sintió las orejas calientes, ¡por Dios! ¿Qué había hecho? ¡Podría haber aventado a ese hombre por la ventana si tan sólo el otro se hubiera tardado veinte segundos más en llegar! Tenía que aprender a controlar ese impulso de saltar y golpear a cualquier intruso, esto no era el ejército. Eran solo personas, personas que curiosamente no entraban por la puerta, sino por las ventanas. ¿Esto se hacía en el 2013? Que extrañas formas las suyas.

 

La gran carcajada que soltó el castaño ya conocido, le hizo arrepentirse aún más por sus actos, aunque ciertamente relajó la tensión que se había formado a su alrededor. El otro hombre aún se encontraba tendido en el suelo, completamente inmóvil. Stark se acercó a él y le dio una suave patada para que se levantara, pero el otro no reaccionó. Entonces soltó una carcajada aún más grande.

 

     —Creo que te has pasado un poco, Rogers. —mencionó con una media sonrisa sobre los labios, mientras negaba con la cabeza, totalmente divertido por la escena. Ahora no sería el único que tendría un mal día.

 

 

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     —Lo siento tanto. Yo nunca pensé que… —Steve se encontraba sentado en una de las sillas del comedor, siendo acompañado por todos los demás. A su lado estaba sentado el doctor Banner, y un poco más a la orilla, Tony; enfrente no solo estaba el hombre al que había golpeado, sino que uno más—que por cierto había entrado también por el mismo lugar que el otro—estaba ahí. Stark y ese hombre se habían reído por un buen rato hasta que les pareció suficiente, y luego entre todos se dedicaron a, literalmente, revivir al sujeto más grande. Ahora todo era bastante incómodo, cuando Bruce le había explicado con paciencia que ese edificio contaba con las típicas escaleras que iban por fuera de la fachada, dándole algo de informalidad, para que los vecinos pudiesen entrar por las ventanas. Aun no comprendía como la gente se podía arriesgar a tanto, subiendo escaleras de esa forma tan peligrosa, pero lo confirmó cuando se asomó por la ventana, y efectivamente, había un pasillo lleno de escaleras. Al parecer esos dos sujetos eran los vecinos de abajo.

 

      —Basta Rogers, deja de disculparte. Es la decimocuarta vez que lo dices y estás comenzando a fastidiarme. —comentó Tony mientras veía con algo de diversión al golpeado. Reprimió una risa, pero se escapó de sus labios un respiro fuerte, mientras Bruce lo veía con aprensión. ¿Qué? Había sido muy divertido ver todo aquello.

 

     —Sí, Tony tiene razón, no te preocupes. —murmuró el otro hombre viendo a Steve, y restándole importancia con un gesto de la mano—. Siempre te lo he dicho, imbécil, no entres por las ventanas, asustas a la gente. Pudimos subir por el elevador. —regañó al susodicho, quien sonrió como pudo y volvió a ponerse la carne congelada sobre su mejilla hinchada que comenzaba a tomar un leve tono morado—. Por cierto, soy Loki Laufeyson. —le sonrió al recordar que no se había presentado todavía, pero es que no había tenido tiempo. Pues cuando él entró por la ventana al oír los ruidos, espero encontrar todo menos al otro desparramado en el piso. La ocasión no lo ameritaba para nada, pero sin evitarlo comenzó a reír con el castaño. Después vino la parte difícil de cargar al otro hasta el sofá para despertarlo.

 

     —Y yo soy Thor Oddinson. —el hombre golpeado le sonrió con compañerismo, y le dirigió una mirada cálida y sin reproches por lo sucedido, que hizo que Steve olvidara el mal trago que estaba pasando. En verdad se sentía muy arrepentido. Pero eso no le impidió aventurarse a preguntar algo que se le hacía bastante curioso.

 

     —¿Thor, Loki? ¿Esos no son nombres de Dioses mitológicos? —su ceja alzada mostraba abiertamente la duda que tenía. ¿Hombres comunes con tales nombres? Vaya padres, a veces tenían mucha imaginación. Miró como Bruce ponía platos para todos con una especie de comida dentro, que olía muy bien. Thor hizo a un lado la carne en su mejilla y sonrió con los ojos brillosos, deleitándose la vista.

 

     —Resulta que su padre era un chiflado amante de la literatura nórdica, y decidió hacer horrible la vida de estos desdichados poniéndoles tales nombres. El típico caso de un padre arruina infancias. —comentó con cierto deje de maldad el castaño, mientras le daba vueltas a la cuchara metida en una taza con café. Ya pasaba del medio día, pero hábitos eran hábitos. El café era uno de ellos. Bruce lo vio con el ceño fruncido por semejante atrevimiento, Loki sólo sonrió con gracia dirigiéndole una mirada al castaño, y Thor se encogió de hombros y siguió comiendo—devorando—el omelett que Bruce les había preparado.

 

     —¿Son hermanos, entonces? —preguntó Steve nuevamente, ganándose la atención de todos sobre él. Anthony lo miró sobre sus espesas pestañas, mientras vaciaba un poco más de azúcar en su taza y seguía moviendo de forma constante, pero no brusca. Al parecer aquel tipo era alguien bastante curioso. Ahora no se le hacía tan bizarra la idea de que hubiera traspasado el tiempo-espacio con Bruce. Se le había enganchado, prácticamente, por curiosidad.

 

     —Algo así… —comentó Thor mientras llevaba un gran pedazo de comida a su boca y masticaba. Se ganó un pellizco del otro hombre en su gran brazo. Steve se preguntó por qué no llevaban el mismo apellido entonces, pero se mordió la lengua para no preguntar algo como eso. No era su asunto. Por otra parte, se sorprendió por el simple hecho de que, a pesar de que él era bastante alto, ese hombre le hacía parecer un adolescente. Era algunos 10 centímetros más alto, quizá medía más o menos 1.90 m., y le ganaba en musculatura claramente. Su cabello rubio caía sobre sus hombros, y tenía mucha barba. A simple vista parecía un cazador, si no fuera porque en lugar de machete llevara un tenedor… quizá un martillo le vendría bien. Aunque Steve sospechaba que lo hacía por mera educación. Bien podría tomar con sus grandes manos el plato entero y devorarlo todo de un mordisco. El otro hombre, en cambio, parecía mucho más refinado y algo más serio. También portaba el cabello algo largo, pero no tanto. Era de la misma estatura que Thor, pero mucho más delgado.

 

     —Así que vienes del pasado, ¿eh? —le sonrió Loki mientras lo analizaba un poco. Steve sonrió algo apenado. Bruce lo había tenido que explicar de nuevo cuando Tony abrió la boca para darles la nueva noticia a sus amigos. Supuso que lo hizo solamente para que no le fueran a odiar por tan repentino movimiento y noquear a Thor, pero un ligero presentimiento le hizo sospechar que sólo quería comentarlo por mera diversión. Ese hombre era tan…

 

     —Sí… —respondió mientras tomaba un vaso y se servía jugo de la jarra de vidrio. Hasta los utensilios habían cambiado bastante en un poco más de cien años. Ahora la gente vestía diferente, y a juzgar por la forma de llevarse de los presentes ahí, también los modales se habían ido modificando con el tiempo. Según Bruce, eran vecinos, pero también amigos de él y de Stark desde hacía muchos años atrás.

 

     —¿Por qué no te quedas un tiempo aquí? Ya sabes, siempre hay algo interesante por descubrir. —le sugirió con una casi amable sonrisa, mientras alternaba los ojos entre Tony y Steve. Tenía un presentimiento. Ignoró el hecho de que Thor siguiera tragando como una bestia, dejando en ridículo los modales infundados por la familia. Pero bueno, ya tendría tiempo para castigarlo cuando volvieran a casa. Tony le dirigió una mirada exasperada, informándole que había estado diciendo lo mismo. Loki reprimió una pequeña risa.

 

     —Lo siento, tengo asuntos pendientes. — respondió de forma automática y hasta algo molesto. ¿Por qué todos querían que se quedara ahí? Él solo quería volver a su época, a las cosas que sí conocía, dormir un rato y fingir que esto que le estaba pasando era solamente una pesadilla. Miró la comida que le había traído Bruce amablemente, y comenzó a recortar ayudado por un cuchillo y un tenedor. Después tomó una de las servilletas y, extendiéndola, la acomodó sobre su camisa desgarrada y comenzó a comer deseándoles una buena comida a todos de forma educada. Sintió las miradas sobre su persona y los miró un tanto incómodo—. ¿Qué sucede? —

 

     —¿Qué eras en tu época? —preguntó Tony con una ceja alzada, mientras dejaba de mover el líquido de su taza— ¿Alguna especie de príncipe? —torció la boca. Ese hombre era un misterio. En la época actual, era muy poca la gente que comía de esa forma tan… formal. Obviamente en cenas importantes, de negocios, o comidas familiares, se seguía llevando a cabo esa especie de ritual, pero todo cambiaba cuando te encontrabas en casa sin nadie que vigilara tus modales.

 

     —Me haces sentir como un troglodita. —Thor tomó una servilleta y limpió sus manos con un deje de vergüenza en el rostro, para hacer por fin uso del tenedor y comenzar a masticar algo más calmado a pesar de que se moría de hambre. Él siempre tenía hambre. Provenía de una tierra donde la comida era más que indispensable, y el desayuno era la parte más importante del día. Aunque juzgando por las horas, esto no era considerado un desayuno, ¿pero qué más daba? Comida siempre era comida.

 

     —¿Y no lo eres? —Loki lo miró con una sonrisa grande, mientras una pequeña risa se escapaba de sus labios, haciendo que vibrara la manzana de su cuello, algo que no pasó desapercibido por Thor. Deseó fervientemente estar a solas con Loki. La comida podría esperar, el hambre no. Vio fijamente como éste, sin quitarle la vista de encima, llevó a sus labios la taza con té negro y sorbió un trago. Después se lamió los labios ante la vista de todos. Su mirada verdosa fija en el dueño de la barba rubia. Sus manos se rozaron por encima de la mesa, sin importarles que pudieran verlos.

 

     —Dejen estos momentos para cuando estén solos. Aún hay gente inocente aquí. —Stark frunció el ceño con desaprobación, pero con un tinte de diversión al señalar a Steve con la mirada, mientras Bruce parecía encontrar sumamente interesante la mesa, haciéndose el desentendido. Steve los miró con confusión, no entendiendo las palabras del castaño. ¿Qué tenía de raro aquello? Sólo se habían mirado y agarrado la mano, eso era todo… ¿verdad? Eran hermanos, después de todo.

 

     —Bueno, volviendo al tema de Steve, ¿qué eras en tu época? —Bruce lo miró con algo de interés, claramente abochornado por todas esas cosas inusuales que pasaban. Aquellos tres tenían que practicar mucho la educación frente a los demás, y dejar todas sus cosas raras para después. A veces se preguntaba por qué tenían tantos amigos siendo de aquella forma. Steve se alegró que hubiera alguien normal entre ellos. Si normal le decías al hombre que había inventado un control de espacio-tiempo, el que claramente había perdido sin más.

 

     —Militar. —respondió, atrayendo la atención de los otros hombres también—. Era… Capitán de la Milicia Norteamericana. —concluyó con una pequeña sonrisa. No le gustaba mucho sentirse tan observado por ellos. Nadie dijo nada por algunos momentos, que a Steve se le hicieron demasiado largos. ¿Lo tacharían de raro, acaso? ¿Qué de raro tenía ser militar? Más raros eran todos ellos. Sin embargo sentía una tensión en el aire, como si fuese un tema tabú ser un militar. ¿Qué pasaba ahí? Vio que los hermanos se dirigieron cortas miradas entre ellos, mientras Loki volvía a beber de su té sin verlo, y Thor a masticar; sintió como el cuerpo de Bruce se tensaba. El único que pareció no ponerse raro fue Tony, quien tomó un largo trago de café antes de chiflar con clara sorpresa, obviamente fingida.

 

     —Así que Capitán, ¿eh?... Un buen trabajo para morir joven. —Tony lo miró con una sonrisa en el rostro, mientras tomaba un trozo de la comida intacta de su plato y lo llevaba hasta su boca. Ahora le parecía más lógica la acción que había hecho aquel rubio al derribar a Thor. Para los soldados todos los intrusos eran enemigos. — ¿Qué pasa? ¿Tan rápido se les fueron los ánimos? Ni que fuera pecado ser un militar. —sonrió mientras se limpiaba la comisura de los labios con una servilleta, tratando de parecer normal como siempre. Pero todos sabían que no era por eso. Hablar de militares estaba prohibido en su círculo de amigos, porque Tony…

 

     —Es mejor que busque el control. —sugirió Bruce con algo de nerviosismo, mientras se levantaba deprisa de la silla. El silencio se hizo presente.

 

 

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El tiempo había corrido demasiado rápido para todos, y el control no daba indicios de aparecer. Los otros dos hombres se habían ofrecido a ayudarles, y se habían repartido los lugares de la casa para buscar: Bruce buscaba en el cuarto, Tony en el comedor, Loki buscaba en el cuarto de limpieza y el baño, Steve en la cocina, y Thor en la sala. Bueno, si a buscar le llamaban dormir como oso hibernando sobre el sofá. Sus ronquidos se escuchaban por toda la casa, haciendo suspirar con frustración a Loki.

 

Steve se hallaba buscando debajo de los muebles, esperando que el control apareciera e irse a casa, no podía soportar seguir en esa tierra de locos, pero había algo que le carcomía por dentro. Aquel asunto de los militares, del que por cierto, nadie volvió a comentar nada al respecto. Algo le decía que no se debía a él, sino a otra cosa. Se sintió algo desubicado cuando se dio cuenta que no tenía por qué estar haciéndose esas preguntas. Él no tenía ningún tipo de relación con aquellos hombres. Estaba seguro que era como un pacto entre ellos. Así que trató de olvidar el hecho de que estaba perdido entre secretos, y decidió buscar ésta vez por encima de las alacenas. Pero su mente siguió dando vueltas alrededor de ese tema que quería dar por olvidado, deseando que dejara de atormentarle, y se quedó parado a mitad de la cocina con la mirada fija en una pequeña ventana que daba hacia las calles de la ciudad. Sintió una presencia tras de sí, pero antes de si quiera poder voltear, el otro hombre habló.

 

     —Oye, Rogers. —Tony se encontraba detrás, recargado en el desayunador, mientras observaba fijamente al rubio, que se dio media vuelta para encararlo—. No creo que ahí parado vayas a encontrar el control. No vendrá corriendo hacia ti. —hizo una mueca burlona cuando el otro frunció levemente el ceño. Si parecía que Pepper estaba molesta la mayoría del tiempo por sus chistes, este hombre era incluso peor. Había encontrado un nuevo pasatiempo. Que Pepper se sintiera afortunada, porque Anthony Stark ya tenía un nuevo blanco para molestar.

 

     —Estaba distraído. —murmuró—. De todas formas el control no aparece por ningún lado. —torció los labios y se cruzó de brazos, y el castaño deseó que jamás lo hubiera hecho. Se veía tan… insinuante. Con esa pose, la forma de sus músculos tensados, su mueca, y su ropa desgarrada. Pero había un problema: Steve era un militar. Un maldito y jodido militar. Carraspeó cuando se dio cuenta que sus pensamientos se estaban desviando de su propósito inicial al ir en busca de aquel “Capitán”.

 

     —Le diré a Bruce que te preste algo de ropa mientras te vas. Andar con la ropa desgarrada te hace parecer un náufrago. —se dio la vuelta, mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón negro, y caminaba hacia la puerta. Le temblaban un poco las piernas, y trató de regular su respiración y los latidos rápidos del corazón. Estúpidos recuerdos.

 

     —Sr. Stark, yo… —las palabras salieron de su boca de forma involuntaria, y se regañó por ese simple hecho. Esperó que el otro no le escuchara, pero el susodicho lo miró sobre el hombro, con una ceja levantada, esperando a que siguiera—. Ah… dígale de mi parte al Doctor Bruce que gracias, por favor. —la improvisación jamás había sido su punto fuerte, y lo demostró con su voz titubeante. ¿Qué diablos iba a hacer preguntándole acerca de por qué la palabra “militar” había causado tanta controversia?

 

     —…Sí, claro. — respondió distraído y se perdió por el pasillo.

 

 

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Completamente, Tony se sentía casi como un hombre nuevo. Reír era bastante liberador, y más si había una buena causa de por medio. Y claro que la había. A veces lo tachaban de mal educado, riendo cuando las situaciones no lo ameritaban, pero estaba claro que era imposible. Lo que pasaba es que nadie comprendía su sentido del humor. Sí, justo como ahora. Solamente él había reído estruendosamente cuando vio a Steve Rogers salir del cuarto con otra ropa. Loki se había limitado a sonreír, y cuando estaba por reír como el castaño, se había dado media vuelta para buscar el control en la cocina. Estaba más que claro que se ocultaba para reír a solas. Thor—que por fin había despertado de su siesta—le había dirigido una brillante sonrisa, y con su característico humor, había levantado el pulgar para indicarle que se veía bien. Después regresó al sofá.

 

¡Já! Como si Tony fue ciego. Hasta Steve se mostraba claramente apenado e incómodo. Llevaba una camisa color marrón de Bruce, pero al ser mucho más musculoso le apretaba un poco, haciendo que la tela se viese jalada. Un pantalón azul marino que le quedaba justo, enredado más arriba de la cintura con un horrible cinturón café, y por si fuera poco, le quedaba corto de abajo, específicamente más arriba de los tobillos. Se veía como un bobo, enserio.

 

     —Es como si hubieras mandado tu ropa a la lavandería y ésta se hubiera encogido, Rogers. —sonrió, pero el otro alzó una ceja con confusión. Ah, claro, no sabía lo que era una lavandería. En sus tiempos eso no existía. Su chiste ahora no tenía el mismo significado hiriente y grosero con que lo había mandado, pero luego le explicaría a ese rubio lo que significaba su frase para que se ofendiera. Bruce le dirigió un ceño fruncido mientras suspiraba. Él se encogió de hombros y le restó importancia. De todas formas, era mejor eso que andar con la ropa desgarrada por ahí. Iba a hacer un comentario más al respecto, pero un grito proveniente de la sala alertó a todos.

 

     —¡Oye, Bruce! ¡Qué raros mandos para el televisor tienes! ¡Fabrícame uno! —esas simples palabras calaron en los oídos de todos, y la misma idea chocó e hizo colisión en sus cerebros al mismo tiempo: Thor había encontrado el control. Se miraron con sorpresa y corrieron al sofá, sin importarles nada. El rubio estaba cómodamente sentado, apuntando con el control—hasta hacía unos minutos extraviado—a la televisión. Loki salió presuroso de la cocina, con una clara sorpresa en sus facciones.

 

     —¡Thor, ese no es el mando del televisor! ¡Es el control que buscábamos! —pero las palabras de Bruce llegaron muy tarde. Thor había presionado el botón.

 

 

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La sensación que habían sentido todos se resumía a lo mismo: un paro cardiaco. Y Tony casi juraba que iba a descontarle varios días de sueldo a Bruce por hacerle todo aquello. Por su culpa su día se había dio al carajo, y ahora esto. Moriría de un infarto algún día no muy lejano, quizá de un coraje, y si seguía viendo a Steve vestido así, moriría de risa. Sí, de risa. Moriría cuando no pudiese parar de reír y entonces el oxígeno no llegara a sus pulmones, bloqueando su sistema por completo. Sería una buena forma de morir, al menos estaría feliz… bueno, dejando eso de lado, le había dado un mini-infarto. Como a todos, en realidad.

 

El estúpido—y troglodita—de Thor, había apretado el botón del tonto control, ese que habían estado buscando como locos la mayor parte de la mañana y medio día, y que nadie había hallado. Al parecer estaba debajo de uno de los cojines del sofá. Pero nadie lo había notado porque ese lugar siempre estaba ocupado, pues Tony recordaba haber estado sentado allí mientras los demás buscaban, y luego la siesta que había dormido Thor, en ese mismo lugar. Vaya suerte la suya. Habían puesto la casa de Bruce al revés para nada. Para nada porque encontrar el control no les había traído un beneficio, precisamente.

 

Todo se había quedado en silencio cuando el botón fue presionado, pero se volvió más sorprendente cuando, a pesar de haber apretado el botón con fuerza, Thor permanecía ahí, en la misma posición que antes. Habían corrido a quitarle el aparato de las manos, y Tony se preguntó seriamente de dónde venía ese hombre. ¿Acaso estaba más atrasado en tecnología que Steve? Hasta el más idiota se daría cuenta de que ese control no era precisamente para cambiar los canales de la televisión. Se mordió la lengua ahorrándose un comentario. Bruce había revisado el control con minuciosidad, llevando algunos instrumentos para abrirlo, y comprobar la cosa que Steve temía: el control no funcionaba.

 

Steve se había puesto como loco al saber que no podría volver por una falla en el control, y casi se le lanzaba a Bruce, si no fuera porque recapacitó de que era el único que podría mandarlo de nuevo a su época. Maldita tecnología. Maldita la hora en que había decidido seguir a ese sujeto. ¿Por qué no simplemente lo había dejado escapar? No era su problema, ¡pero no! Él como buen ciudadano y patriota líder de la esperanza y la paz, había querido llevar a cabo la buena acción del día sin darse cuenta que todo eso sólo le traería problemas. La próxima vez se lo pensaría más antes de ayudar a alguien, enserio. Se sintió frustrado cuando le dieron la noticia, pues enserio necesitaba regresar a casa, y no porque le urgiera casarse, si no porque estaba seguro que sus tíos estarían muy preocupados por él. ¿Y si la salud de su tío empeoraba por su culpa? Diablos, no quería pensar en eso.

 

Habían tenido que volver a tomar asiento, hasta Tony, quien volvía a estresarse poco a poco, viendo constantemente su celular y las llamadas perdidas de su asistente. Estaba muerto en cuanto pusiera un pie adentro de la oficina, lo sabía, pero aun así no contestó. ¿Para qué adelantar su calvario? De todas formas Pepper le daría su sermón. Así que lo dejó sobre la mesa, quitándole el sonido para que lo molestara. Bruce les había explicado el procedimiento para armar el control, aunque el único que parecía entenderlo era Stark, pues escuchaba y luego opinaba. Los demás se mantenían callados, esperando.

 

     —¿Quieres decir que se le acabó la batería a ese control? —preguntó el castaño con una ceja levantada, mientras miraba con detalle el interior de aquel aparato, sumergido en sus propias ideas.

 

     —Así es. —asintió Bruce, pero vio la clara confusión en los demás, así que decidió explicar con palabras más sencillas. A veces olvidaba que el lenguaje de los científicos era difícil, y que solo Stark comprendía sus palabras—. Este control funciona con un elemento llamado Iridio. Sin él es imposible. Como dijo Tony, es como una batería. —resumió sus palabras, ante la atenta mirada de los demás.

 

     —¿No puede simplemente poner un poco más de ese tal Iridio dentro, y ya? —preguntó Steve con la única esperanza flotando sobre su pensamiento. Lo que fuera por volver a casa. Bruce negó con un gesto, y un claro signo de arrepentimiento sobre sus orbes oscuras— ¿Necesariamente se utiliza ese elemento? ¿Por qué? —cuestionó. Quería saberlo todo. O lo más que su mente pudiese comprender. No podía simplemente permitir que la situación se le fuera de las manos. No cuando le decían que no podría volver a casa.

 

     —El Iridio se encuentra en los meteoritos, y es un elemento especialmente escaso en la corteza terrestre. Su alta densidad y afinidad a unirse con el hierro, probablemente, son las causas para que sus partículas puedan acelerarse a niveles inimaginables. —explicaba de forma pausada—. Cuando aceleramos las partículas de ambos al 99.99% de la velocidad de la luz en el LHC de Ginebra*, el tiempo transcurrido para ellas es una sietemilésima del que medimos con nuestros relojes. Esta fue la causa por la cual pude viajar en el tiempo. Las partículas me absorbieron, trasladándome a su ritmo. —terminó, pero a juzgar por las caras de los tres, no pareció haber surtido efecto.

 

     —En otras palabras. —intervino el multimillonario—. Este hombre mezcló partículas y les dio mucha más energía a través de un aparato especial, que me gustaría saber cómo consiguió. —le dirigió una inquisidora mirada, para luego proseguir—. Cuando lo logró, las metió en este control para hacerlas funcionar como una pila, y entonces viajó por el tiempo. —Bruce le asintió, al igual que los otros tres, pareciendo comprender al fin. Era bastante complicado, y había mucha ciencia y experimentos de por medio, pero con eso bastaba— ¿Ya no tienes Iridio? —le preguntó a Bruce.

 

     —No. Gasté todo en las pruebas, y el poco que quedó fue el que sirvió. Me alegro que ya no tuviera, de lo contrario Thor estaría quién sabe dónde. —llevó ambas manos a sus caderas, para después suspirar y mirar al rubio, quien se notaba claramente abatido. Era su culpa aquella situación. Si tan solo no se hubiera dejado llevar por la curiosidad de investigar, nada de esto estaría pasando. Una idea vino a su cabeza, tomando la decisión de forma instantánea—. Tranquilo Steve, buscaré el Iridio y te enviaré de regreso a casa lo más pronto posible. —le sonrió, mientras posaba una de sus manos en el hombro del mencionado. Éste le sonrió de forma vacía, no creyendo en sus palabras. Todos lo miraron, exclusivamente el castaño— ¿Qué? No será tan difícil, pude hacerlo una vez, no supondrá un gran reto hacerlo de nuevo. —sonrió. Caminó hasta la cocina siendo seguido por Tony, quien se detuvo pasos más atrás, recargándose en una pared.

 

     —¿Qué crees que haces, Banner? Está claro que encontrar Iridio en este planeta, es como hallar un trébol de 4 hojas. Im-po-si-ble. —murmuró bajo para que nadie de los otros pudiera escucharlo. A veces podía ser algo cruel, pero había visto el tinte de tristeza que cubría la mirada de Steve, y un pequeño nudo se había formado en su garganta. No lo había dicho frente a todos por la misma razón. Sentía algo de pena por el soldado, Capitán, militar, o lo que fuera. Bruce lo miró, encogiéndose de hombros—. Puedo mandar a un equipo especializado a que busquen Iridio, no costará mucho. —le guiñó el ojo, barajeando una opción por demás tentadora, y Bruce lo sabía.

 

     —No. Iré a buscarlo yo mismo. Yo lo traje hasta aquí, yo debo arreglarlo. —se hizo de la vista gorda cuando Stark lo miró con el ceño fruncido, claramente molesto por el rechazo. Sería una muy buena opción esa de no mover un solo dedo y que otros fueran a buscar el elemento, pero se sentía tan culpable que lo haría él mismo. Además así podía seguir investigando un poco más acerca del control y su funcionamiento, para poder devolver a Steve a su época, y no a otra. Tenía que ser más cuidadoso ésta vez.

 

     —Doctor Banner, siempre me dejas fuera de tus proyectos. Deberías estarme agradecido por no haber pateado tu trasero aún, y por ofrecerte mi ayuda. —mencionó de forma un tanto brusca, dando a entender su inconformidad con todo aquel asunto. Eran pocas las personas que gozaban de la ayuda de Anthony. Era un filántropo, pero no para estos asuntos. Se había ahorrado muchas palabras e insultos que querían salir de su boca, y que peleaban con su lengua por ser dichos, pero se contuvo. A veces Bruce podía llegar a ser tan terco como él.

 

     —¿Quieres ayudarme, Tony? —le preguntó con una pequeña sonrisa, y los ojos brillantes. Oh, no… él conocía esa expresión demasiado bien: un intento de manipulación de parte del otro. Negó repetidas veces, pero ya no podía negarse ante esa mirada. Maldito Bruce Banner y su influencia.

 

 

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El elevador sonó cuando llegó al número 25, y él bajó de ahí con una mueca de disgusto, pero la cambió cuando cruzó las puertas de metal, y saludó con su característico gesto a todo el que se cruzaba en su camino. Tenía que parecer normal. Por fin había llegado a su oficina después de tanto tiempo. Aunque sospechaba que era mejor no haberse presentado, pues ya eran más de las dos de la tarde. Miró su celular por última vez. Mierda. Veintiocho llamadas perdidas de Pepper y veinte mensajes en el buzón de voz. Era hombre muerto. Así que sin intimidarse, cruzó las puertas de vidrio que lo llevarían a su infierno. Bien, pues no estaba tan equivocado. Apenas y cruzó las puertas, una voz que conocía de sobra, proveniente de una mujer, lo asaltó por la espalda, siguiéndole por los pasillos llenos de trabajadores de oficina. Siguió caminando como si nada sucediera. Estaba acostumbrado.

 

     —¡¿Dónde diablos te has metido, Tony?! ¿Acaso sabes la hora que es y las citas que perdiste? ¡Sin mencionar la junta a la que faltaste! ¡A la que por cierto, tú mismo organizaste hace dos días! ¿Sabes cuánto trabajo me costó reunir a esos importantes socios en tan pocas horas, y que ellos hicieran un hueco en sus agendas para venir hoy? ¡Ah, no! ¡El señor Anthony Stark se tomó la mañana libre sin avisar, dejándome sus responsabilidades y la vergüenza encima! ¡Es el peor día, y eso que apenas es Miércoles!... —de repente el castaño dejó de escuchar sus palabras. Solo oía lejanos berridos de una mujer enojada, y volvió a su mente la pregunta de si no se cansaba de hacer tanto drama. ¿Naturaleza de las mujeres? Tal vez.

 

Llegó a su oficina y aventó su maletín sobre el escritorio, dejándose caer en su silla cómoda de cuero, aun con su secretaria personal regañándolo. Era increíble la potencia de su voz. Y la potencia de sus pulmones para gritar aquellas palabras seguidas por más de cinco minutos sin agotarse. Una mujer verdaderamente inigualable. Aunque más sorprendentes eran sus oídos, que se habían acostumbrado tanto a sus gritos, que ya ni la oía. Solo veía como movía la boca. Tampoco es que le interesara mucho lo que tenía que decir.

 

     —Puedes arreglártelas sola sin mí, Pepper. —le interrumpió con una sonrisa, mientras abría su maletín y sacaba algunos documentos que tenía pendientes por revisar. Prendió su computadora y tamborileó los dedos sobre el escritorio cuando la mujer se dejó caer en la silla de enfrente, totalmente exhausta, por fin.

 

     —¿Alguna vez miras el móvil, Tony? —la pregunta salió en un susurro, y el mencionado descubrió que al parecer todos necesitaban vacaciones a su alrededor. Todos menos él. Su pregunta era, ¿por qué tanto estrés? La gente siempre solía preocuparse de más, y hacer sus problemas más grandes de lo que eran. Tormentas en un simple vaso de agua que bien podrías beberte.

 

     —Sí, algunas veces. —comentó de forma distraída mientras se revisaba los papeles que había sacado. Pepper guardó silencio, viéndolo detenidamente con una ceja alzada. Ella era verdaderamente increíble por seguir a su lado, después de tanto tiempo y de tantas cosas que habían pasado entre ellos. Se alegraba de tenerla ahí, siempre dispuesta a seguirlo, regañarlo, y tratar de devolverlo al camino. Se preguntó qué clase de hombre sería ahora si no fuera por aquella rubia. Entonces dedujo, como siempre lo hacía, que Pepper era una mujer hermosa. Su cabello rubio, sus pecas, sus ojos azules expresivos, esa sonrisa conciliadora en momentos difíciles y las palabras de apoyo que siempre tenía para él. Además era muy inteligente. Una amiga más, en su exclusiva lista. Un lugar bien merecido.      

 

     —Logré que los socios aceptaran estar aquí mañana temprano, Tony. —comentó ella, tomando una hebra de su cabello que había caído sobre su rostro, para engancharla de nuevo a su peinado. Él le sonrió, reafirmando sus palabras—. Pero no quiero que esto vuelva a suceder, ¿entendiste? Me tenías muy preocupada. —susurró cuando sus miradas chocaron. En sus ojos se veía la angustia que había sufrido cuando él no había contestado el teléfono. Se quedaron viendo por algunos segundos, en los que Pepper se perdió en esa mirada chocolate—. En el MIT tienes un discurso de inauguración. —mencionó para rellenar el silencio que de pronto se había instalado. Miró detenidamente a su jefe, dándose cuenta de que algo le sucedía. Lo notaba algo distante.

 

     —Es en Junio. Mira, no me presiones con compromisos que están tan lejanos. —comentó exasperado, poniéndose de pie y caminando hasta la cafetera. Necesitaba un trago para despertar por completo y comenzar lo que restaba de su día laboral. Aunque en realidad no necesitaba esa taza de café, pero si necesitaba alejarse con urgencia de aquellos ojos que lo conocían tan bien. Sobó sus sienes con las yemas de los dedos. Genial, ahora le daría migraña.

 

     —Entonces voy a decir que sí. —afirmó, mientras anotaba algo en su agenda, pasando las hojas de ésta con rapidez, buscando dónde se encontraba ese evento. Pero siempre alerta a los movimientos de su jefe.

 

     —No. Desvía y absorbe. No quiero que me lo transmitas. —se dio media vuelta para encararla, pero ella ya lo estaba viendo desde antes. Maldita sea, ahora no podía quitarle los ojos de encima. Esa mujer estaba acorralándolo. Sabía que terminaría por decir lo que estaba ocultado, aunque ciertamente no quería hacerlo. No podía revivir aquello. No hoy. No el día que había empezado mal. No el día que ni con las risas había podido mejorar. No el día en que los recuerdos habían decidido aparecer. Y todo por culpa de aquella estúpida palabra.

 

     —Quiero que firmes esto. — le extendió un montón de papeles aburridos a simple vista de Tony, mientras no dejaba de mirarlo. Él carraspeó y avanzó con una pluma en la mano, dispuesto a firmar sin mirar el contenido— ¿No vas a leerlo? —cuestionó con una ceja alzada. Tony siempre tenía especial atención con los contratos, en especial cuando estos eran muy importantes, pero hoy parecía distante, volvía a sentirlo. ¿Qué había pasado en esa mañana que ella se había perdido para verle así? Definitivamente, no era normal. El otro negó con la cabeza y firmó, dándose la vuelta para volver por su café, pero una mano sobre su brazo lo detuvo—. A ti te pasa algo raro hoy, ¿Qué es? —cuestionó Pepper mientras sentía el brazo tensarse bajo su agarre.

 

     —Militares… —murmuró perdido entre sus pensamientos, pero llegando a ser escuchado por la mujer presente, quien lo miró de forma un tanto sorprendida, pero cuando ella iba a soltar la pregunta siguiente, él interrumpió de forma estrepitosa: —. Pásame el teléfono. —le ordenó, y ella obedeció sin más, notando el nerviosismo de su jefe al marcar. Sus dedos algo temblorosos lo delataban. ¿Qué era aquello? ¿Por qué Tony había dicho aquella palabra que era casi prohibida para ellos? ¿Por qué…?

 

Tony respiró de forma profunda cuando tomó el teléfono entre sus manos. Por poco y le iba a contar a Pepper aquello que lo estaba atormentando. Por suerte se le había ocurrido la idea de llamar al maldito Doctor Banner, con el que por cierto, seguía muy enojado. Y es que había salido volando de su casa cuando Bruce le pidió que alojara al rubio en su departamento hasta que él volviera, alegando que podría volverse loco si se quedaba solo en un departamento con cosas tecnológicas que él aún no conocía, o que moriría de hambre. Él había contraatacado diciendo que podía quedarse con los hermanos nórdicos, pero Banner lo contradijo al afirmar que si se quedaba con ellos nada bueno saldría de ahí. Bien, en eso tenía razón, esos sujetos lo traumarían de por vida con sus cariñitos. Pero tampoco es como si con él fuera a estar mejor. Además no sabía cuánto tiempo tardaría el científico en volver, y si él con mucho trabajo podía cuidarse solo, ¿Qué le hacía pensar que podía cuidar de otra persona? Además no estaba acostumbrado a vivir con alguien. Anthony no vivía con nadie, y jamás lo haría, esa era su ley. Pero aquel maldito lo acorraló con una mirada de cachorro y un “por favor”. No había dado respuesta, solo había huido prácticamente sin despedirse de nadie.

 

Tony suspiró, no sabía por qué lo hacía, y tenía el presentimiento que lo que haría a continuación le traería muchísimos problemas, pero ¿Qué más daba? No es que su vida fuera una completa calma. Además, en torno a su mente inteligente y rápida, tenía un as bajo la manga. Bruce no iba a salirse completamente con la suya. Sonrió cínicamente, mientras tomaba su taza de café y se daba la vuelta encarando a Pepper, quien lo veía con el ceño fruncido. Le guiñó un ojo y tomó un trago largo de su bebida, para luego sentarse en su puesto de trabajo. Uno, dos, tres, cuatro… y al quinto sonidito vibrante, se escuchó la voz de Banner al otro lado de la línea. Él sonrió.

 

     —Doctor Banner, será mejor que tengas listo al Capitán Rogers. Pasaré por él mañana después del trabajo. —

 

 

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero que el asunto de por qué Burce pudo viajar al pasado haya quedado bien explicado, en todo caso de no ser así, no duden en preguntarme y con gusto les contestaré. ¿Por qué esa palabra es prohibida para todos? Bueno, eso se verá cuando la historia vaya un poco más avanzada, pero no pierdan de vista este descubrimiento. 

Espero que haya quedado bien, realmente no acostumbro a tener más de tres personajes en la misma escena :S

¿Quieren que haya algo más de Thorki? Si es así, pídanmelo y con gusto pondré más sobre ellos :D

IMPORTANTE:

¿Encontraron el asterisco? (*) Bueno, pues ésta es la explicación:

LHC de Ginebra: El Gran Colisionador de Hadrones, GCH (en inglés Large Hadron ColliderLHC) es un acelerador y colisionador de partículas. Dentro del colisionador dos haces de protones son acelerados en sentidos opuestos hasta alcanzar el 99,99% de la velocidad de la luz, y se los hace chocar entre sí produciendo altísimas energías. 

 

¿Quedó claro? :D

De nuevo muchas gracias todos, principalmente a quienes comentan y a quienes siguen la historia. Espero recibir noticias de ustedes con algún comentario. Nos veremos pronto en la actualización.

Un beso.

Sawako_chan


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