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El vecino de al lado por Korone Lobstar

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Notas del capitulo:

Por fin, POR FIN actualizo. Se que llevo bastante sin hacerlo, me he excedido del mes (lo se lo siento D: ) pero últimamente me han pasado cosas y no me sentía con muchos ánimos de escribir. Ya sabéis, estas épocas medio deprimentes de tu vida que no te dejan concentrarte en nada en particular. Y sinceramente, no quería escribir nada forzado, pero por fin he encontrado el ánimo para seguir este fic.

La verdad me apena que tenga tan pocos lectores ( x,D  broma!) pero al menos los pocos reviews que me dejáis me hacen bastante feliz ^^

Y nada, sé que en el capítulo anterior mencioné que en este cap metería por fin la resolución del misterio del periódico que en el capítulo 5 Law dobló en el piso de Kid, pero quería introducir esto antes así que lo he dejado para los siguientes que vengan.

Y bueno, que escribiré con más regularidad (si mi fe y mis animos no me abandonan) y que disfrutéis leyendo ^^

Un besete!

Las cosas a veces simplemente suceden porque así debe de ser. No siempre se puede predecir lo que pueda o no pueda pasar, ni si quiere se puede preparar para las cosas que vienen. Desde distintas partes de la ciudad de Sabaody, cada persona con sus particulares emociones mira como el cielo empieza a llorar lágrimas dulces, que explotan en el suelo, suicidándose porque no encuentran otros motivos para quedarse viviendo en las nubes. Porque no es bueno quedarse en las nubes, ¿verdad?

 

Robbie esa tarde no había salido a “trabajar”, más que nada por la dura noticia. Cuando Killer había pasado corriendo por el callejón el traficante no dudó en pararlo, dado que el rubio no era de las personas que fueran con prisas a ningún sitio, siempre tenía una personalidad calmada, seria y calculadora. Pero ante la noticia que se había estado propagando como la espuma entre los conocidos de Kid era demasiado impactante. Sí, era algo totalmente comprensible que estuviera corriendo. Decidió que esa tarde no iba a trabajar. Se sacó del bolsillo del vaquero un paquete de cigarrillos baratos y se encendió uno, mirando al cielo que ya estaba prácticamente oscuro con pena.

 

-A veces las cosas pasan cuando no tienen que pasar…-exhaló una larga calada de su cigarro y luego suspiró, viendo como Killer entraba en el bar donde siempre se reunían y al poco tiempo salía con Heat, Wire y Franky. Hablando entre ellos de manera acalorada y apresurados pasaron a su lado sin despedirse si quiera y corriendo hacia la salida de aquella calle que era más un tugurio que otra cosa posible. Estaba convencido de que si el cielo estaba llorando era por el mismo motivo.

 

La vida a veces es un sinsentido de emociones, personas que vienen y van y experiencias compartidas y vividas. A veces te regalaba algo sin si quiera pedirlo, pero había otras ocasiones como esa en la que no era para nada justa. Totalmente descalibrada.

 

Aunque estaba también totalmente seguro de que no eran las lágrimas del cielo las únicas que se tendrían que estar derramando en esos momentos…conociendo a Makino como la conocía, se dijo a sí mismo. Se pasó la mano libre que no sostenía aquel tubo de desgracias y tristezas por su barba, que más que eso parecía, como siempre, un poco de pelusilla pegada a su rostro.

 

Pero en fin…cuando tubo suficiente de tabaco y vio que, automáticamente con la noticia las ganas que tenía era más ansiedad que mono por fumar, tiró la colilla a uno de los pequeños charcos que se habían empezado a agolpar en el suelo del callejón, mientras se vestían con las diminutas gotas, raudas y veloces, que se precipitaban contra ellos y eliminaban cualquier rastro de sequedad del frío hormigón. Sacó su móvil e hizo una llamada rápida, sabiendo con quién tenía que hablar.

 

 

 

De verdad que la vida no estaba bien repartida.

 

 

 

 

 

La lluvia a veces podía ser agradable, pero en esos momentos no le acompañaba para nada el día tan confuso que había tenido. Es cierto, había perdido un paciente, y normalmente se tiraría el resto de lo que quedaba de día frustrado y castigándose a si mismo por no haber podido hacer milagros con sus manos como le gustaba que los médicos del hospital murmuraran a veces, pero la serie de acontecimientos que habían venido después le había sacado totalmente de sus esquemas.

 

Por una parte estaba la llamada de Luffy diciéndole que Ace y Marco ya estaban en el piso, y que el viejo Garp no tardaría en caer. Por otra parte, y la más alucinante de todas para su punto de vista, había sido Kid en su despacho. No porque no lo tuviera planeado, todo lo contrario. Que el pelirrojo hubiera aparecido en su despacho para “comer” era algo que había estado totalmente premeditado. Pero la cálida sensación de su pecho latiendo con fuerza cuando, en lugar de palabras, Kid le había sostenido con fuerza, como una columna que se quiere caer, como una mariposa que quiere dejar de volar y se estamparía contra el suelo de no ser por él. Sólo un gesto, no había hecho falta más.

 

 

 

¿Por qué?

 

 

 

¿Por qué se sentía tan agradable que alguien te abrazara hasta casi sin dejarte respirar y enterrara su nariz en tu pelo?

 

 

¿Por qué era tan agradable la sensación de que no hacen falta palabras de ánimo realmente para hacerte sentir mejor?

 

 

Sus brazos sobre su cintura había sido suficiente. Su respiración chocando contra us pelo y arremolinándolo había bastado para que sus pensamientos se descarrilaran totalmente de sus vías como un tren a toda velocidad, pero en lugar de algo totalmente desagradable como siempre se había forzado a pensar para protegerse a sí mismo sólo había latidos.

 

 

Pum, pum.

 

 

Uno tras otro, acelerándose y atragantándose en sus venas como si lo necesitara como el aire de respirar. Y fue en ese momento de silencio en el que las palabras sobraban cuando se dio cuenta de la necesidad que sentía por aquella persona a la que aún no conocía tanto como para presumir de nada. Ese imperioso fuego que le hacía arder de ansia. Pero no era un ansia de lujuria, era algo distinto. La necesidad imperiosa de tener le así, rodeando su cuerpo y besando su cabeza.

 

Fue quizás entonces cuando descubrió que quería que Kid de nuevo le follara, que le hiciera sentir totalmente completo, que rellenara cada hueco escarbado de su pecho y lo rellenara uno a uno. El sexo era placentero como nunca antes lo había sido con cualquier otro hombre o mujer.

 

Si le preguntaban probablemente no sabría responder por qué, pero simplemente lo era. Quizás era esa sensación cálida que le quemaba la garganta cuando el pelirrojo se quedaba dormido a su lado con cara de despreocupación total, o quizás esa voz ronca por la mañana con la que había descubierto hacía bastante poco que le gustaba despertar. Quizás era esa manera de mirarle cuando estaban follando como dos animales en celo en la cama, en la pared, en el suelo, en el sofá.

 

No sabría jamás describir la sensación, dado que nunca antes ningún amante le había dado algo así.

 

Pero a la vez otro sentimiento había aflorado en el prado de su conciencia, y era que no terminaba de encajar todo eso en su manera de ser y en su vida. No es como si siempre hubiera estado solo, pero que hubiera alguien que fuera capaz de producir todo ese tipo de sensaciones en su cuerpo le atemorizaba de alguna manera extraña e indescriptible.

 

Era la sensación de sentirse querido, pero sin saberte querido.

 

Era como si alguien te quisiera curar el corazón roto pero con un tarro de pegamento vacío.

 

Aunque a veces el pegamento sólo lo vieras vacío tú.

 

El mundo le hizo volver a la realidad cuando una tímida gota se esparció por su frente y cayó desde ahí hacia la punta de su nariz, cayendo luego al suelo y terminando de morir. En cierta forma a Law le encantaba la lluvia, porque cuando el cielo se ponía gris sentía que algo le sonreía, la comparación idílica del gris de las nubes con el gris metalizado de sus ojos. Como dos fieras que acaban de descubrir que son compatibles.

 

Desde luego si se quedaba ahí mirando como un bobo como llovía se iba a empapar, y para eso era igual que los gatos. Odiaba estar mojado más tiempo del necesario. Usó el maletín que normalmente se llevaba al trabajo, donde portaba el portátil que no le gustaba dejarse en el hospital. Había mucho listo suelto y era una persona totalmente desconfiada. Además los informes en archivos de Word estaban mucho mejor ordenados que en cientos de papeles en cientos de carpetas y en cientos de estanterías.

 

 

Bobadas.

 

 

Uso así el maletín de paraguas, colocándolo sobre la cabeza y apresurando el paso por las calles de la ciudad, mientras el poco tacón de sus zapatos negros resonaba cuando pisaba los charcos.

 

La gente que pasaba a su lado que iba y venía cargados de paraguas apenas le prestaba atención, todo para él en días de lluvia se veía en las mismas tonalidades, blancas y negras.

 

Pero no se dio cuenta cuando un paraguas rojo destacó sonoramente entre esa sinfonía de grises.

 

Tras unos minutos interminables luchando por no mojarse lo más mínimo llegó por fin a su bloque de pisos, tan céntricos que daba gusto vivir ahí.

 

Subió a toda prisa las escaleras y se apresuró a sacar la llave para entrar en su casa, pero antes de que pudiera hacerlo la puerta se abrió sola desde dentro.

 

Donde un pecoso le observaba con una sonrisa más que amplia. Sin decirse nada el mismo se abalanzó sobre Law con fuerza bruta, haciendo que el maletín cayera por el suelo sin cuidado, a lo que el ojigris le lanzó una mirada asesina. Pero el otro estaba lejos de hacerle caso, zarandeándole de un sitio a otro y tirando de él al interior.

 

 

-¡¡Law!! ¡¡Oh Law cuanto tiempo!! –rio animadamente Ace mientras le estrujaba hasta hacer pasar su cara morena por todos los colores del arcoíris, quedándose estancado en algunos muy llamativos como el morado.

 

 

-Ace, lo vas a matar, Suéltalo y deja que tome aire al menos.

 

 

-Ups, perdón –haciendo caso a su novio, soltó al moreno con una sonrisa reluciente, como si la hubieran encerado y sacado brillo, mostrando plenamente lo feliz que estaba de su reencuentro- ¡Pero es que ha pasado tanto tiempo!

 

 

-Han sido unos meses, tampoco te creas que ha sido una eternidad –tosió Law, llevándose una mano a la garganta por si esta había dejado de funcionar con tanta presión, temiéndose su tráquea espachurrada.

 

 

El rubio con peinado de lo más extraño para ciertas personas se acercó a paso firme hacia el dueño del piso, estrechándole la mano y luego dándole unas palmadas en la espalda para que terminara de recobrar el aliento.

 

 

-Se te ve bien.

 

 

-Al borde de la asfixia, pero bien. Y no se da en la espalda –fulminó Law a Marco con la mirada- se da en el pecho.

 

 

-¡Es cierto! –Luffy salió de entre los envoltorios vacíos de comida que el ojigris pudo suponer que era lo que fue antes su comida- ¡Torao me lo enseñó!

 

 

-También te enseñé a guardar el apetito para la cena, pero pareces ser de memoria selectiva –recogió el maletín del suelo y lo sacudió, dejándolo después en la mesa de café.

 

 

-¿El qué? –puso el menor una de sus caras de póker con amplia sonrisa tan confusas y difíciles de entender, aunque cuando llevabas tanto tiempo conviviendo con tal espécimen para la ciencia acababas comprendiendo cada expresión facial de Luffy.

 

 

Lejos de querer explicarle lo que quería decir memoria selectiva simplemente pasó de él como quien oye llover y tomó asiento en el sofá como pudo lejos de la parejita feliz de portada. Suspiró y se pasó las manos por su pelo húmedo. Oh mierda, se había dejado el gorro en el despacho del hospital. Como odiaba no tener su gorro de motas cerca.

 

 

-¿Y el viejo? –dijo percatándose de que faltaba alguien en la sala. Alguien grande y bastante corpulento para los añitos que lucía ya.

 

 

-Está en el baño –dijo Luffy con una sonrisa amplia y corrió hacia el pasillo- ¡¡¡OE, VIEJO!!! –empezó a dar porrazos contra la puerta.

 

 

-Luffy, no hagas eso…-dijo Ace en claro tono de susto, mientras Marco se levantaba del sofá y se escondía en la cocina con su novio, huyendo literalmente.

 

 

-Luffy, estate quieto. Para con eso o al final…

 

 

-¡¡¡NO VES QUE ESTOY OCUPADO MOCOSO DE MIERDA!!!

 

 

Se oyó por la cocina a dos individuos tragar saliva mientras el mayor, que era Marco, conservaba la calma todo lo que podía y Ace empezaba a sacar cacerolas para usarlas como cascos.

 

 

-¡¡¡OOOOOOOE, TORAO YA ESTÁ EN CASA!!!

 

 

Pero será bocazas. Law resopló con un tic en el ojo mientras se preparaba para saltar del sofá.

 

 

-¡¡¡Y A MI QUE ME CUENTAS, ESTOY EN EL TRONO IDIOTA!!!

 

 

-¡¡¡OOOOOOOE!!!

 

 

-A veces pienso que Luffy tiene un problema –asintió el de piel morena cogiendo una revista del cesto que tenían al lado del sofá y ojeándola por encima mientras se mascaba la tragedia. Una de esas revistas de medicina que sólo sería capaz de tragarse alguien como Law cada semana.

 

 

-Es igual que su hermano –asintió Marco a pesar de estar llevándose golpes por parte de su novio mientras éste le pretendía poner una cacerola en la cabeza, a lo que no gracias.

 

 

La puerta del baño entonces se abrió con una patada y Luffy expectante se quedó mirando al interior con una sonrisa. Sonrisa que desapareció al instante en el que se llevó la mano a la nariz usando sus dedos de pinza.

 

 

-Ah, apesta.

 

 

-¡¡¡ERES MUY MOLESTO!!!

 

 

El viejo Garp cogió a su nieto de la pechera y le empezó a zarandear, dándole de vez en cuando contra la pared mientras le gritaba a pleno pulmón, dejando a medio bloque sordo.

 

 

No fue una sorpresa cuando el cuerpo de Luffy salió disparado cual muñeco de goma hacia la puerta de la calle y tampoco fue pasmo cuando la misma cedió y salieron disparados los engranajes de estas, tirando la puerta abajo mientras el menor rodaba escaleras abajo después de haber sido lanzado pasillo abajo del impulso.

 

Ante la precisa prueba de hombría y fuerza del viejo, el único que pareció verse preocupado fue Ace, quien salió corriendo a la calle donde llovía a cántaros a recoger a su maltrecho hermano, por fin Marco sintiendo un respiro para quitarse el colador que le había colocado el pecoso en la cabeza a modo de casco de guerrero .

 

Entonces los ojos negros del más mayor de todos se posaron en Law.

 

 

-¡Law ya estás en casa! –mientras corría hacia él se podía ver que del moreno salía un aura masticable que asustaría hasta al mismo satanás, indicando que eso no era buena idea. Pero como siempre Garp lo ignoró y se lanzó a abrazarlo, llevándose antes de que eso sucediera una patada en la cara por parte del médico.

 

 

-Ha pasado un tiempo –Law siguió con su lectura totalmente concentrado- veo que no te has traído al chucho.

 

 

-¿Quién dice que no?

 

 

De entre los restos de comida a medio masticar y los envoltorios vacíos emergió un pequeño perro blanco, moviendo el rabo feliz de un lado a otro.

 

 

-¡Wouf!

 

 

-Para qué he dicho nada –se mostró indiferente, poniendo los pies sobre la mesita que estaba frente al sofá siguiendo con la lectura.

 

 

Garp se sentó a su lado, totalmente serio entonces y posando sus manos sobre sus rodillas.

 

 

-Gracias por haber cuidado a Luffy todo este tiempo.

 

 

-No es nada, pero puedes llevártelo cuando quieras.

 

 

El viejo soltó una risotada y le empezó a dar unas palmadas amistosas en la espalda.

 

 

-¡Tan gracioso como siempre Trafalgar!

 

 

-No es una broma. Puedes llevártelo cuando quieras.

 

 

-¡Jajajajajajajaja! –siguió riendo.

 

 

Soltó un suspiro de frustración mientras por la puerta ahora rota del piso entraba Ace con su hermano K.O. en brazos. Al escuchar la conversación que estaban manteniendo, hizo una reverencia educada a Law.

 

 

-Muchas gracias por cuidar de mi hermano, a pesar de que pueda ser a veces una molestia.

 

 

-Es siempre una molestia –reivindicó Law, mirándolos con ese aura oscura creciendo más y más amenazando con comerse el salón.

 

 

El viejo se siguió riendo a carcajadas y Ace en vano intentaba poner a su hermano de pie, pero como no estaba consciente era algo totalmente imposible. El perro empezó a ladrar y a corear las carcajadas de su amo, corriendo en círculos alrededor de la mesa de café.

 

 

-Recuérdame por qué estoy haciendo esto –clavó sus ojos grises en Marco, que era el único con dos dedos de frente en el piso y el único que parecía estar haciéndole caso en estos instantes.

 

 

-Porque Ace y Luffy son amigos tuyos desde que erais niños.

 

 

-Cierto –entonces cerró la revista y la dejó en su sitio- A veces se me olvida por accidente.

 

 

Las cosas por fin parecían estar más calmadas, pasada la euforia del principio. Hasta el perro había desaparecido del salón y se había esfumado seguramente para curiosear las cosas del piso y de las habitaciones, como era común. Mientras no se meara en ninguna parte a Law realmente le daban igual los animales en casa.

 

Entonces la tradición dio comienzo el ritual más putamente mágico que habían mantenido durante años y años, desde su más tierna infancia. La mesa estaba completamente llena de comida china, y todos sentados alrededor de la misma bebiendo sake y hablando de las novedades que habían tenido los últimos días. Bebiendo, comiendo y riendo sin parar. Luego, como era costumbre, vino la tanda de idioteces de Luffy, empezando a imitar a su grupo de amigos y entonces los demás tenían que adivinar quién era quien, aunque era bastante fácil porque Luffy era un gran imitador. Pero cuando Luffy imitó a Law este le lanzó una gamba a la cara, pero en lugar de mancharle éste abrió la boca y lo cazó al vuelo.

 

Entonces vino la idiotez suprema de última hora: entretenerse en lanzar comida a Ace y a Luffy y el ganador era quien menos comida dejara caer al suelo. Como era de esperar empataron.

 

Ya era noche cerrada, aproximadamente las 10 de la noche según el reloj de pared del piso. Aunque era mejor no fiarte mucho de ese reloj, era muy traicionero. Tanto a Luffy como a Law les daba mucha pereza ponerle pilas nuevas, entonces a veces se retrasaba o se adelantaba, depende del venazo que le diera al cacharro.

 

Ya era hora de que todos se fueran hasta mañana y poder recoger el piso en paz. Ahora sólo se dedicaban a hablar de alguna que otra cosa que surgía de tema esporádico. Cosas inesperadas de última hora.

 

Y Luffy abrió su enorme bocaza como nunca antes ninguno lo había hecho.

 

 

-Torao, podrías haberle dicho a Kid que se viniera, ¡Hubiera sido más divertido con él aquí!

 

 

 

Y entonces la bomba estalló.

 

 

 

-¿Quién es Kid? –dijo Ace con tono curioso, clavando sus ojos negros en los de Law. Había sonado la campana, ahora la batalla había comenzado y eso era el primer asalto. Mierda más que mierda.

 

 

-Es el vecino del al lado –dijo Law con tono de desgana, bebiendo de su vaso incómodo por la atención de todos los huéspedes hacia su persona.

 

 

-Kid es muy divertido, seguro que os caería bien. Nos acompaña por las mañanas, ¡estudia en mi campus! –afirma sonriendo ante la mirada de su hermano, cuyo brillo de ojos resplandecía pícaro.

 

 

-Así que sí eh… ¿Por qué no vamos a llamarle ahora? –dijo en tono juguetón, alzándose del sofá donde estaba abrazado a Marco y su hermano le siguió en cuestión de segundos.

 

 

-¡Buena idea, vayamos!

 

 

-No creo que a Eustass-ya le apetezca pasar lo que le queda de noche aquí.

 

 

Lo último que quería Law es que trajeran a Kid al piso y Ace empezara a hacer preguntas comprometidas. Demasiado comprometidas. Oh mierda, tenía que evitar ese desastre fuese como fuese. Conociendo a Ace, no necesitaba excusas para preguntar cosas que no debía, como aquel compañero suyo de clase, que por sólo acompañarle a casa ya toda la familia se pensaba que se estaban acostando.

 

Y cuando Luffy habría la bocaza sobre alguien Ace tenía que ir detrás, porque el pecoso le conocía demasiado bien, algo que no le terminaba de gustar. Era desagradable intentar ocultar tus amantes o tus novios de manera patética, porque siempre lo olía y en seguida la cagaba, como había hecho con la mayoría de chicos que le habían gustado en el colegio.

 

Siempre igual.

 

Lo que menos quería ahora era que Ace empezara a hacer preguntas molestas e incómodas a Kid y que éste se alejara de él. Aunque…realmente no lo creía así. Tenía la extraña sensación de que el pelirrojo no era de ese tipo de chicos con los que siempre solía tontear o con los que normalmente se acostaba.

 

Ciertamente, Kid había roto todos sus esquemas. Y conociéndole…estaba seguro de que contestaría a Ace de la manera más tosca y el avergonzado acabaría siendo el moreno.

 

Oh, eso no estaba dispuesto a perdérselo.

 

Pero el verdadero problema podría ir detrás, teniendo en cuenta de que era Garp quien estaba en el piso con ellos. Y sabiendo bien como era aquel viejo demasiado fuerte para su edad sabría que apalearía a Kid a hostias fácilmente. No era por superstición, que le preguntaran a Marco.

 

El pobre cuando entró por primera vez en casa de Ace y Luffy lo pasó terriblemente mal por culpa de unos muebles que salieron volando contra él, y más cuando Ace le intentó presentar en sociedad.

 

Ese día recordaba haber ido a casa de los hermanos para no perderse el espectáculo. Y aparte de eso para interceder un poco por parte de la pareja y que el viejo no matara a Marco a golpes por atreverse a tocar a su nieto.

 

Si Garp de una forma u otra se enteraba de que Kid y él se estaban acostando seguramente acabaría con el piso en ruinas y no, gracias, ya tenía suficiente que limpiar con lo que tenía a la vista.

 

No sabría decir en qué momento el viejo admitió a Law en la familia como un nieto más, los recuerdos de esa historia eran bastante confusos tanto para los hermanos como para él mismo.

 

 

 

Sus recuerdos…todos tan descolocados y borrosos…

 

 

 

Frustrado se llevó una mano a la frente, intentando aliviar ese suave dolor de cabeza que había empezado a crecer en su cabeza en cuestión de segundos, de lo más desagradable.

 

 

-¿Estás bien Law?

 

 

El rubio miró al moreno con un poco de inquietud.

 

 

-Sí…no es nada. Tengo la cabeza un poco cargada…he tenido un día muy largo.

 

 

-¡Vamos Luffy!

 

 

Parpadeó ante los gritos de fondo en su conversación con el novio de su amigo y cuando se quiso dar cuenta ambos diablos habían salido por la puerta del piso y empezaron a llamar a la puerta de Kid a puñetazos.

 

 

-¡Kiiiiiiiiid! –empezó a gritar Luffy- ¡Soy yoooooo! Shishishi~

 

 

-Luffy, no llames tan fuerte, es de noche y es de mala educación –murmuró a su hermano pequeño, carraspeando al instante y alzando la voz para que fuere quien fuere aquel misterioso vecino le pudiera oír con claridad- Soy Ace, el hermano mayor de Luffy. ¿Puedes salir un rato? Estamos tomando unas copas en el piso, ¡Vente que te queremos conocer!

 

 

El silencio reinó en el pasillo exterior a los pisos, por el cual ya se habían también asomado Marco y Law. Sentado en el suelo se podía ver al viejo con cara de molestia, con los nudillos blancos preparados para pasar a la acción si aquel vecino de sus nietos era desagradable o no les convenía y se lo tenía que mostrar de una manera más hostil.

 

Pasos, pasos que se acercaban desde el interior del piso a la puerta.

 

 

-Ooooooooe Kid, ¡abre ya! Aquí fuera hace frío.

 

 

-Luffy, no seas impaciente –alzando la voz de nuevo- ¡Lo siento por mi hermano! –se rascó la nuca inmediatamente, poniéndose nervioso al ver la parsimonia y la tardanza con la que el anfitrión tardaba en abrirles y  presentarse.

 

 

Pero no pasó lo que Law se esperaba. Todas las imágenes que bullían en su imaginación se habían evaporado y se habían ido volando instantáneamente cuando en lugar de la preciosa cabellera roja que tanto le traía de cabeza, lo que apareció al otro lado de la puerta de Kid era una melena rubia. Rubia, larga y sedosa. Con un dueño muy fuerte y de músculos férreos, sosteniendo una caja.

 

 

-Así que eres tú Luffy –Killer miró a Ace después de fijar sus ojos verdes tapados por el flequillo sobre el vecino de su mejor amigo- Kid no está, me temo que tendréis que probar en otro momento.

 

 

-¿Y dónde está?

 

 

Los tres que estaban atónitos de verse entre ellos fijaron ahora la vista en Law, que le miraba con el fuego de la duda en sus orbes metálicas y un consternado Marco le miraba.

 

 

-Está en el hospital.

 

 

-¿Quéeeeeeeeeee? –la cara de Luffy merecía ser enmarcada, porque tal sorpresa no podía ser descrita con palabras.

 

 

 

¿Kid? ¿En el hospital?

 

 

 

Mientras Law se recuperaba del colapso de su mente al relacionar en su imaginación turbulenta y tormentosa las palabras Kid y hospital, Luffy no cesó en su tono tembloroso y asustado.

 

 

-¿Q-Qué le ha pasado? ¿Está bien?

 

 

-Sí, él está bien, no tienes que preocuparte. Es a una amiga a quien han ingresado, Kid fue esta tarde después de que Makino le llamara y…

 

 

La mente de Law empezó a trabajar y a recobrar el sentido con esfuerzo.

 

 

 

¿Makino?

 

 

 

Perdona, ¿Sabes dónde vive Eustass Kid?”

 

 

 

Ah, sí. Aquella chica delgada de pelo verde. Aún recordaba el día en la que la conoció de pura casualidad.

 

 

-¿Makino dijiste? –parecía que Luffy también la recordaba, aunque el ojigris no sabía de dónde la podría conocer. En fin.

 

 

-Sí…veo que la conocéis –ante las miradas absortas de ambos vecinos de su amigo rápidamente se apuró a aclarar- oh no, no os preocupéis. Makino está bien.

 

 

Luffy suspiró aliviado y luego de nuevo le miró con preocupación.

 

 

-¿Entonces qué ha pasado?

 

 

-Es por Dadan.

 

 

La cara de Luffy emitía confusión a raudales, pero la mente de Law entonces volvió a procesar.

 

 

 

“No es nada importante –  Kid posó su mano sobre la cabeza de la chica, revolviéndole el pelo, acentuando el puchero mientras intentaba detenerlo - ¿Qué haces aquí?

Escúchame bien jovencito, como me entere de que te has vuelto a meter en alguna pelea, se lo diré a Dadan, ¿De acuerdo?”

 

 

 

Dadan…

 

 

 

¿Quién era Dadan?

 

 

 

No recordaba que Kid le hubiera hablado de ella en ninguna ocasión, y Luffy parecía igual.

 

Ante las caras de confusión, el rubio emitió un resoplido.

 

-Es la directora del orfanato donde Kid se crió. La han diagnosticado cáncer de pulmón y ahora está ingresada. Ahora iba para allá a hacerle compañía, Makino hace un rato se ha ido a descansar y a relajarse y yo mañana madrugo para hacer el turno de Kid en la tienda, así que le voy a llevar unas cosas al hospital que me ha pedido.

 

 

 

Kid.

 

 

 

Kid en un hospital.

 

 

 

Con alguien enferma que podría ser tan importante para él como una madre.

 

 

 

Kid.

 

 

 

Sólo.

 

 

 

La simple imagen de Kid sufriendo en sus adentros prendió la mecha de su paciencia y la evaporó. Garp observaba aún sentado como  el moreno corría por todo el piso cogiendo el abrigo y el móvil y salía pitando por la puerta. Ante la mirada atónita del rubio Law le cogió de su fuerte brazo y empezó a arrastrarle escaleras abajo.

 

 

-¡Luffy! –el menor miró a su compañero de piso, que lucía una cara de preocupación que jamás le había visto en la cara- ¡Quédate con ellos en el piso, yo me voy con Killer-ya!

 

 

-… ¿Pero qué…?

 

 

Luffy puso un puchero y fue a contestar a Law que él también quería ir a ver como se encontraba Kid, pero Ace posó una mano en el hombro de su hermano y le indicó que entraran dentro. Cruzó unos instantes las miradas con su novio, que asentía y tiraba de Luffy hacia dentro.

 

Aún no sabían quién era ese tal Kid, ni lo que significaba para Law.

 

Pero si Law reaccionaba así ante una noticia como esa era porque era una persona muy importante.

 

Era la primera vez que le veían reaccionar así por otra persona viviente que no fueran ellos.

 

Mientras Luffy iba a mandar las reclamaciones directamente a su abuelo, Marco y Ace hablaban entre susurros.

 

 

-¿Desde cuándo Law se ha abierto a alguien que no sea él mismo?

 

 

El rubio le miró con una leve sonrisa que era muestra de la sorpresa pero también de la agradable sensación de los pensamientos que estaban compartiendo en pareja casi instantáneamente como en una presentación de diapositivas, donde las imágenes de la infancia del moreno pasaban una tras otra, recordando cómo se había esforzado siempre por mantenerse al margen de todo el mundo que pudiera respirar su mismo aire.

 

 

-Parece distinto.

 

 

-Parece cambiado –corrigió el rubio a Ace.

 

 

El pecoso sonrió un poco a su novio, cogiéndole de la mano y mirando cómo Luffy y Garp mantenían otra de sus comunes batallas campales por llevar la razón.

 

 

-Quizás haya aprendido a abrirse a alguien que no seamos nosotros.

 

 

-Si lo ha hecho ha avanzado mucho desde que era un niño.

 

 

Ace rió con suavidad y apoyó la cabeza en el fornido torso de Marco.

 

 

-Cuando era pequeño y Luffy y yo le conocimos apenas nos quería hablar. Hasta que un día vió que no le haríamos daño y se abrió a nosotros.

 

 

-¿Crees que habrá pasado lo mismo ahora? –dijo besando su melena negra y sonriendo al ver que Ace reía porque ese simple gesto le parecía abrumador y le hacía sonrojar, como siempre.

 

 

-No lo sé…

 

 

 

Mientras tanto, Killer dejaba en la parte trasera de la camioneta la caja con las cosas que Kid le había pedido y Law se montaba en el asiento del copiloto, aferrándose a su móvil y a su abrigo con fuerza.

 

 

 

-… Pero si es así estoy deseando conocer a ese chico.

 

 

 

 

 

El único sonido que sonaba en aquella habitación blanca, con las cortinas echadas y la puerta entrecerrada era el pitido de las máquinas a las que habían conectado a Dadan, la cual dormía desde hace rato.

 

El pelirrojo se abrazó las piernas mientras se encogía en aquel pequeño sillón, con los ojos entreabiertos y observando el  tímido brillo que se colaba procedente del pasillo, envuelto en sus pensamientos, en sus recuerdos.

 

 

Dadan… ¿Por qué ella?

 

 

Aunque sonara egoísta, hubiera preferido mil veces que le hubiera pasado a él en lugar de a ella.

 

 

A ella, que había sido siempre como la madre que apenas tuvo la oportunidad de conocer.

 

 

A ella, que siempre había tenido la paciencia para enseñarle.

 

 

A ella, que le echaba la bronca justa cuando la policía le traía de vuelva al orfanato tras una pelea.

 

 

A ella, que se levantaba pronto por las mañanas para ver cómo estaba cuando enfermaba.

 

 

 

No era justo joder, no lo era.

 

 

 

Sólo quería desaparecer entre el polvo mientras el mundo le hacía presión, tanta que se sentía pequeño y amenazaba con ser borrado.

 

Si Dadan se moría todo por lo que había luchado desde niño, todo lo que había estudiado, todos los esfuerzos que había hecho sólo por la sonrisa y la aprobación de esa mujer ya no tendrían sentido.

 

 

 

No lo tendrían nunca más.

 

 

 

La puerta se abrió lentamente, y resopló deshaciendo la bola en la que se había convertido y quitándose de encima la chaqueta que había estado usando como manta para no pasar frío.

 

 

-Killer, ya era hora joder.

 

 

Pero no recibió respuesta.

 

 

El que estaba de pie en la puerta no era su mejor amigo.

 

Law entró y cerró tras de sí con la caja en la mano, mirando al pelirrojo.

 

 

 

Esto era surrealista.

 

 

 

-¿Trafalgar?

Notas finales:

Aunque no lo creáis me deprimen los pocos reviews (¿?) va va es broma xDDD

Pero porfa, podríais dejarme alguno, que sólo con que leáis y no me digáis nada no sé como voy con el fic.

Así que dejadme todos los que queráis *^*

Espero que os haya gustado.


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