Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El vecino de al lado por Korone Lobstar

[Reviews - 126]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aqui teneis el capitulo 4 por fin!!

Bueno, es un poco largo asi que teneis que perdonarme xD 

Bueno, disfrutad!

Desde ese día, Kid sintió como el moreno evadía su mirada.

¿Qué demonios le pasaba a Trafalgar?

En fin, pensó. Todos los días, cuando se levantaba, después de la carrera matutina por el piso para llegar a tiempo, iba andando con Luffy y Law dirección a la universidad.

Por el camino, un incansable Luffy le hacía el telediario de por las mañanas, contándole todo lo que había hecho el día anterior y lo que tenía pensado hacer para ese día.

Sin embargo, el moreno mayor se limitaba a caminar mirándose sus propios pies, evitando alzar la vista en cualquier momento. Así hasta que llegaba al hospital y se  despedía de ambos.

Y esa rutina se repitió un día, y otro día, y otro día…

¿Cuánto había pasado ya? ¿Una, dos semanas?

Ya estaba cerca de finalizar septiembre, y el profesor de química del pelirrojo les había puesto a su clase un examen para el día 28.

Fántastico. Entre las mañanas en clase y las tardes en la ferretería, no le quedaba que organizarse las tareas de la carrera por la noche, tanto deberes, apuntes, estudiar…

-¡No me importa que no vengas esta semana, mocoso!

Franky, tan animado como siempre, charlaba con él tras el mostrador de la tienda. A su lado, Killer y Heat estaban atendiendo a unos clientes que acababan de entrar.

-Gracias, Franky, pero creo que podré compaginarlo de sobra.

El jefe se limitó a reírse y Kid refunfuñó. Se preocupaba demasiado por él, ya sacaría tiempo de donde fuera. Además, le interesaba cobrar esa semana en vez de perderla.

-¡Vamos Kid! Heat estará aquí por ti esta semana, y luego tú le cambias el fin de semana, ¿Trato hecho?

Eso era una mejor idea. Esta vez no pudo evitar sonreír, a lo que sus compañeros y su jefe no evitaron secundar. A veces se pensaba que se tomaban demasiadas molestias por él. Pero bueno, siempre consideró la Franky Family como su segunda casa.

Cuando no tenía nada que hacer en el orfanato, pasaba las tardes de su infancia encerrado en la trastienda de la ferretería, montando y desmontando cosas que Franky le enseñaba.

Todavía recordaba el día que le pidió que se quedara allí trabajando. No pudo evitar reírse al recordar a un pequeño Killer y a un pequeño Heat correteando por la tienda cogiendo herramientas para llevárselas y después, se sentaban a su lado observando las cosas que hacían el jefe y él.

¿Cuántos años hacía de eso? Ahora ahí estaban todos, adultos y todavía sin salir de este puto antro. Quizás no habían crecido tanto como Kid pensaba.

Como era costumbre a la hora de cerrar, fueron a tomar una cerveza antes de irse cada uno a su casa.

Por supuesto, como Kid tenía que conducir prefirió tomarse un refresco con unas cantidades ingentes de cafeína para mantenerlo despierto. Porque el sueño estaba acabando con él. Tenía el examen el viernes, y ya estaban a martes. Se quedó la noche anterior estudiando y ordenando sus apuntes y se quedó dormido encima de ellos. Así no había manera. Pero ahora que iba a tener las tardes libres hasta el viernes, mejor que mejor. Así se ahorraba el café de las 12 de la noche.

Cuando ya se despidieron todos, Kid cogió la moto y se fue a su piso. Adoraba la sensación de libertad, el aire en la cara… le reconfortaba tanto conducir que le aliviaba muchas veces e incluso le ayudaba a no pensar.

Aparcó frente a su bloque, con la mochila a la espalda, y subió las escaleras que daban al pasillo común. Pero, para su sorpresa, un chico moreno, con una cicatriz bajo su ojo derecho, y con un puchero de molestia, estaba esperando frente a su puerta, tirado en el suelo cuan largo era.

-¿Has vuelto a perder las llaves? – Kid sonrió burlonamente.

-¡No! – suspiró y cogió aire avergonzado - …me…las he dejado dentro al irme…

Las carcajadas eran tan fuertes que el propio Luffy se sonrojó y giró la cara hacia otro lado, muy molesto. Cuando por fin el pelirrojo paró a tomar aire, entre jadeos, sacó las llaves de su piso.

-Anda, pasa, he comprado pizzas.

-¡PIZZA!

En cuanto la puerta estuvo abierta un rayo negro atravesó la instancia en un abrir y cerrar de ojos antes incluso que el propio dueño. Al entrar, para sorpresa del último, no estaba en el salón.

-¿Luffy? – Dejó la mochila sobre el sofá.

-¡Estoy en el baño!

Esta vez Kid tuvo que contener las risas cuando la voz del moreno, que sonaba totalmente forzada, instaba a insinuar “déjame intimidad”.

Se dirigió a la cocina y sacó del frigorífico dos pizzas y un par de cervezas. Pero claro, luego se quedó pensando en las cantidades de comida que era capaz de aspirarel menor  y…decidió sacar otras dos. Sólo por si acaso.

Encendió el horno y metió dos de ellas dentro.

-¿Qué pasa Luffy, te has caído dentro de la taza?

-¡Déjame!

Al rato, el chico salió del baño, colorado de la vergüenza, siendo observado por un Kid que no podía parar de reír. Joder, si que le había cogido cariño al enano. Y sólo le conocía de un mes escaso.

El tornado con patas se dirigió a toda prisa a la cocina en cuanto olió el delicioso aroma del queso fundido con jamón york por encima.

El pelirrojo ,hábilmente, le echó de la cocina antes de que la pisara. Estaba seguro de que el moreno sería capaz de llevarse media pizza a la boca nada más salir del horno. Ya se le estaba imaginando corriendo por el salón con toda la boca llena de comida mientras chillaba que ardía.

Pasados 15 minutos metió las dos que quedaban y se apoyó sobre la encimera, abriendo una lata de las que había sacado del frigorífico.

-Eh, Luffy, ¿Quieres una?

El moreno alzó la vista del televisor un segundo para mirarle. En cuanto no le habían dejado cotillear en la cocina se había ido derecho al sofá a ver si había alguna película de acción buena que emitieran a esas horas. Dudando, asintió levemente. Kid le lanzó desde la cocina la otra lata, y el menor, tanteando, la abrió tímidamente, acercando sus labios y mojándoselos con esa delicia ambarina.

Kid no podía más que mirarle asombrado.

-¿Qué pasa? ¿Nunca has bebido cerveza? – dando un trago  su propia lata.

-No… Torao no me deja beber – puso una mueca cuando dio un pequeño sorbo a la cerveza - ¡Está amarga!

Kid sonrió dando otro trago.

-Claro que sí. No es por el sabor, si no por el regusto que te deja en el paladar. Anda, bebe.

-Pero…Torao se va a enfadar conmigo… - miraba triste su bebida.

-Tranquilo, yo no le pienso decir nada.

Sus ojos negros se iluminaron. Sin pensárselo dos veces, dio varios tragos largos, resoplando después. El pelirrojo, mientras tanto, estaba ya sacando la cena. Llevó las 4 pizzas a  la mesa de café y se sentó con Luffy a ver la tele, quitándole el mando.

-¡Eh! – Puso un puchero molesto.

-Sigue siendo mi casa, ¿Recuerdas?

Después de un gesto de superioridad, cambió a una película de terror. Parecía que iba de una casa encantada donde había un fantasma que mataba uno por uno a la gente que se mudaba.

El moreno engullía como un pavo y Kid miraba la película expectante mientras comía. Uf, menos mal que había hecho pizzas de más, que si no se quedaba sin nada.

Entonces el momento álgido de la película estaba llegando. Una chica joven estaba en el hall de la casa encantada, temblando, buscando al fantasma. Kid se terminó la cerveza estrujando la lata y dejándola entre los restos de la cena. Un eructo le hizo girarse para ver a Luffy, sonrojado como un diablo, y ya con la lata vacía. No me jodas que…

-¿En serio? ¿Una cerveza y te pones así?

El moreno, haciendo un esfuerzo increíble para mantener los dos ojos a la par, le miraba con una sonrisa de oreja a oreja. No pudo evitar darle un par de palmadas en la espalda, provocándole otro eructo al menor.

Un ruido en la televisión volvió a captar su total atención. La chica estaba de pie totalmente pálida en el hall, cuando de repente, llamaron al timbre de la casa encantada y…

Justo después sonó el timbre del piso. Luffy, blanco como la cal, se subió a horcajadas encima del pelirrojo totalmente asustado y gritando.

-¡AAAAAAAAAH! ¡KID ES EL FANTASMA! ¡ÉCHALE DE AQUIIIIIIII!

A lo que el susodicho no pudo contestar porque tenía la cara hundida en el pecho del menor y no le dejaba respirar.

En un intento por quitársele encima mientras gruñía, se puso de pie y empezó a tantear con las manos donde estaba la puerta, mientras Luffy gritaba como un poseso y le quitaba el aire.

Por fin notó el pomo de la puerta en sus manos. Abrió sin saber quién estaba tras la puerta, con el moreno encaramándose sobre su pecho como un koala mientras gritaba aterrorizado.

- … ¿Se puede saber que hacéis?

-¡TORAO!  - Ahora se había lanzado hacia él con los ojos llorosos y totalmente colorado - ¡Pensábamos que eras un fantasma!

Law se quedó callado y dirigió su mirada a Kid, el cual estaba inclinado hacia delante con la mano en el pecho, todavía intentando recuperar el aire. Cuando pudo levantarse otra vez, se miraron e hipnóticamente, se quedaron clavados ahí.

El moreno desvió la mirada y suspiró.

-¿Le has dado de beber, Eustass-ya?

El pelirrojo se recompuso como pudo, y un medio borracho Luffy estaba agarrado a las piernas de Trafalgar.

-No es verdad…solo he bebido una cerveza…nnnnghghgghnnnn…

Y se quedó dormido. Sí, ahí mismo, abrazado a las piernas del mayor.

-Luffy es intolerante al alcohol, como puedes ver, así que te agradecería que no le dieras de beber cuando no estoy.

El pelirrojo, molesto, se colocó las gafas de soldador bien, que se habían descolocado un poco, dejando que un mechón alborotado cayera sobre su frente.

-¿Y a mí qué?

Empezaron una guerra de miradas asesinas y, cansado de la situación, Kid cerró la puerta de un golpazo frente a sus narices.

No tenía suficiente con que no le mirara a la cara cuando iban juntos, no, si no que ahora además cuando le mirara iba a ser así. Pues muy bien, pensó, apagando la tele y apresurándose a entrar en su habitación, cerrando la puerta con otro bonito portazo.

Law se quedó de pie, ahí plantado como un pasmarote, con la palabra en la boca. Molesto, cogió a Luffy de la camisa y le arrastró por el pasillo, acercándose a su puerta y sacando las llaves para abrir.

-Vamos, Luffy, tienes que irte a dormir.

-Pero no quiero… - bostezó – quiero ver más pelis con Kid…

El mayor suspiró resignado y cuando consiguió abrir la puerta le arrastró hasta su habitación y le dejó tumbado sobre su cama, con ropa y todo.

.    .    .    .    .

Los rayos de sol, tímidamente, se colaban por los pequeñísimos agujeros de la persiana de su habitación. Bostezando, se giró sobre la cama y miró el despertador. Increíble pero cierto, parecía que ese día iba a ir sobrado de tiempo.

Se levantó y abrió la ventana de par en par. Arrastrando los pies, se fue al baño y abrió el grifo del lavabo, hundiendo la cabeza bajo él. Cuando la levantó de golpe, con todos sus cabellos rojizos empapados, se secó con una toalla y se fue con la misma pesadez hacia la cocina, donde se hizo lo primero que vio en el frigorífico.

Ya estaba listo. Cogió sus cosas y salió del piso, dándose prisa. Con suerte no se iba a cruzar con sus vecinos. Pero como dice el refrán, si algo malo te puede pasar, VA A PASAR.

Trafalgar estaba cruzando la calle junto con un medio dormido Luffy que parecía que tenía resaca. En serio, ¿Resaca? ¿Por una cerveza?

Una sonrisa perversa se dibujó en su rostro.

Hizo un sprint que a muchos atletas les hubiera gustado igualar y en un abrir y cerrar de ojos estaba al lado de ambos, caminando tranquilamente.

Law le lanzó una mirada asesina y volvió a su bonita rutina de mirarse los pies mientras caminaba. Pero esa no era su presa, no. Kid tenía otras intenciones desde el principio.

Cuidadosamente se acercó al oído de Luffy.

-… ¡BUENOS DIAS ENANO!

Un chillido del menor le hizo reír a más no poder. Del susto y del dolor de cabeza que llevaba, había dado un respingo y había salido corriendo como un condenado.

-¡Oe, Kid, no tiene gracia! Me duele mucho…

Hizo uno de sus característicos pucheros y no pudo evitar sonreír. Pero algo le había llamado un poco la atención. A parte de la mochila negra que Luffy solía llevar, tenía colgando de su hombro izquierdo un maletín. Sus ojos ambarinos se clavaron en éste, y el menor se dio cuenta enseguida.

-Es el portátil de Torao. Me lo ha dejado para hoy porque tengo que hacer un trabajo.

Kid se limitó a asentir y a mirar a Trafalgar, que seguía mirándose los pies.

El hospital ya estaba a la vuelta de la esquina.

-Recuerda Luffy, NO rompas el portátil, que le utilizo para trabajar, y lo más importante, NO lo pierdas. Eres capaz de dejarte la cabeza si no la tuvieras pegada a los hombros.

Con un gesto de la mano, se despidió y entró por las puertas automáticas del hospital central.

Juntos, Kid y él entraron al campus y se separaron después para irse a sus aulas.

La mañana estaba siendo realmente pesada. Para Kid, dos horas de seguidas con el mismo profesor y encima dando teoría, era peor que una tortura china.

Y no sólo para él.

Todos sus compañeros estaban medio tumbados sobre sus mesas en una melodía de suspiros y gruñidos que dejaban entrever que estaban tan hasta las narices como él.

El timbre sonó. Por fin. Dulce libertad para los oídos del pelirrojo.

Todos en la clase salieron atropelladamente por la puerta como si no hubiera mañana, mientras que él, sin embargo, esperó a que salieran todos para luego salir.

Caminaba por los grandes espacios abiertos de césped del campus, buscando una buena sombra donde sentarse a comer. De su mochila bien cargada de libros y apuntes, sacó un enorme bocadillo que le venía como agua de mayo.  

Y así, se pasó todo el mediodía y parte de la tarde ahí tirado, a la sombra de ese enorme pino, bastante apartado de la gente con todos sus apuntes desperdigados por encima.

Una persona normal iría a la biblioteca, pero él, aprovechando que todavía hacía buen tiempo, quería disfrutar de estudiar con esa suave brisa que corría en esa zona de la universidad. No parecía ser muy transitado por la gente, porque a diferencia del resto de los sitios, éste estaba extrañamente pulcro, sin papelitos ni colillas tiradas por el suelo. Además, era la zona que daba a la valla que limitaba el campus con el camino que daba al río.

Miró su reloj mientras se estiraba como un oso. ¿Ya eran las 6 y media?

Bastante molesto, la brisa se estaba volviendo gélida, y entre gruñidos, recogió todas sus cosas y se dirigió a la salida caminando tranquilamente.

Como no tenía que ir a trabajar había descartado el traerse la moto. Un gasto de gasolina estúpido, teniendo en cuenta lo cerca que vivía.

Unas risotadas le despertaron de su entrada en trance, viendo a un grupo de chavales haciéndole un corro a otro.

Parecía que se estaban riendo de alguien. Pero bueno, eso a él le daba igual.

Las risas del corro aumentaron considerablemente, estallando en carcajadas, e incluso algunos estaba a punto de llorar.

Tenía pensado pasar por otro lado sin meterse en medio. Eustass Kid era una persona de paciencia efímera, de muy mal genio, y había que reconocer que le gustaban las peleas, pero si algo aprendió en el orfanato es que nunca debes provocarlas tú.

Una dulce vocecilla le hizo pararse en seco justo cuando se estaba acercando por la acera de enfrente.

-¡He dicho que no! ¡Mi amigo me ha dicho que no se lo puedo dejar a nadie!

No me jodas. No. No podía ser. Era un puto imán para los problemas.

-¡Venga chaval! Sólo queremos verlo, ¿No podemos?

El chico que era centro de las burlas que estaba justo en medio metido en lo que parecía un buen lío, hinchó los mofletes.

Entonces, con un maletín peculiarmente familiar, golpeó a dos de los chicos que se estaban riendo.

Intentó salir corriendo abrazado a ese maletín, intentando protegerlo de todo el grupo de chicos. ¿Cuántos eran? ¿5, 6…?

Pero un chaval rubio le cogió de la camisa y le agarró por detrás, mientras otro se puso delante y le intentaba arrancar de sus manos su tesoro, defendiéndose con uñas y dientes.

Joder, era Luffy.

Y le querían robar el portátil de Trafalgar.

-¡Soltadme! – justo en ese momento golpeó con la cabeza a su opresor, liberándose y pegando una patada a otro. Sabía defenderse bien, desde luego.

Justo a su espalda, uno de los chicos estuvo a punto de darle un buen puñetazo…pero se vio eclipsado por una enorme sombra. Cuando éste se giró, un chico alto, de tez pálida y pelo rojizo como el mismo carmín, estaba agarrándole del hombro.

-¿No sois muchos para un solo chico?  

Y entonces le dio tal puñetazo que juraría haber visto que le saltaron los dientes. El moreno al verle corrió a su lado y se puso en postura de defensa.

Pero entonces aparecieron más. Muchos más. Kid gruñó furioso.

Entonces todos se abalanzaron hacia ellos recibiendo puñetazos, arañazos, golpes de todas partes. Pero no era suficiente con eso, desde luego. Y si lo estaban pensando es que no tenían muchas luces.

Girando los brazos salvajemente, se pudo quitar de encima con facilidad a dos de los matones, mientras 3 estaban sujetando a Luffy intentando quitarle el portátil de las manos.

-¡Suéltalo! ¡Dánoslo mocoso!

De un puñetazo, uno de ellos prácticamente salió volando contra el asfalto, pero en un despiste del menor, uno de los chavales le consiguió arrancar el maletín de las manos.

-¡Eh! ¡Devuélvemelo!

Kid miró por un momento la cara del moreno. Le salía un poco de sangre de la nariz y tenía el labio partido. Miró el reloj.

-¡Luffy! ¡Vete a buscar a Trafalgar! – y automáticamente salió corriendo detrás del grupo de ladrones que ya llevaban dos calles de ventaja.

-¡Pero…!

-¡VETE!

Sus ojos ambarinos se clavaron en los suyos negros, como mandándole una orden a su cerebro que hizo que sus pies se movieran solos, corriendo sin vacilar hacia el hospital.

La puerta se abrió y dejó entrar a un chico de pelo negro, con un moratón en la mejilla y la ropa descolocada.

Las enfermeras que estaban en recepción no pudieron dejar de mirarle. ¿Y ese chico?

Fueron a preguntarle, pero antes de que pudieran éste salió corriendo por los pasillos gritando a pleno pulmón:

-¡TORAAOOOOOOOO!

-¡Chico, está prohibido gritar por los pasillos! ¡Chico!

A los pocos minutos Luffy tenía pisándole los talones a 3 guardias de seguridad chillándole que se detuviera en ese preciso instante.

Ya en la tercera planta, buscaba desesperado sin dejar de gritar. De un placaje, los 3 guardias de seguridad se abalanzaron sobre él y consiguieron tirarle al suelo.

-¡SOLTADME! ¡TENGO QUE ENCONTRAR A TORAO! ¡TORAO!

Cuando fue a seguir gritando, un chico moreno, en la otra punta del pasillo, dejó de hablar con sus compañeros de trabajo para mirar el escándalo del pasillo. Parecía que se había colado un zumbado en el hospital y se había puesto a correr como un loco gritando por los pasillos.

Se acercó curioso y se agachó frente al chico que estaba aplastado debajo de los guardias de seguridad.

-¡¿Luffy?!

-¡TORAO! ¡TORAO, TENEMOS QUE…!

-Shhhh…Luffy, no puedes entrar gritando en un hospital… - Se fijó en que le habían golpeado. Y parecía que tenía la nariz rota - ¿Se puede saber qué demonios te ha pasado?

-¡Torao, es que…!

Law no le dejó terminar y le metió a tirones a su despacho, y sacó un pequeño botiquín. Mojó el algodón en un poco de alcohol, pero el menor le dio un manotazo, molesto, a lo que el otro no supo responder más que lanzándole una mirada fulminante.

-¿Se puede saber que te ha pasado?  - Intentó acercarle el algodón a la cara pero Luffy no se dejó.

-¡No tenemos tiempo para esto! ¡M-Me han quitado el portátil, y Kid se fue corriendo detrás y…!

Empezó a contarlo todo tan rápido y tan atropelladamente que costaba entenderlo. Pero con ciertas palabras hizo un encaje de piezas.

-Cálmate, Luffy, ¿Qué ha pasado con el portátil? ¿Te han robado?

El menor cogió aire victorioso.

-¡Sí! Estaba peleando con ellos, pero me lo consiguieron quitar, y Kid salió corriendo detrás, y…

-Espera, ¿Dónde está Kid?

.     .     .     .     .    

El pelirrojo se adentró en otra calle, jadeando, mirando hacia todas partes. Había llegado a un callejón sin salida, acorralando al ladrón que tenía el maletín entre las manos.

Le dedicó una sonrisa tan terriblemente siniestra que el chico se estremeció. Ya no tenía escapatoria.

Pero, para sorpresa de Kid, este le sonrió de vuelta. Y entonces no pudo evitar girarse, viendo que no estaban solos. Aparecieron otros 10 chicos, que parecían ser todos del mismo grupito.

Entonces uno de ellos sacó una navaja.

-¿Te crees muy valiente, gilipollas? Ahora te vas a cagar.

El pelirrojo frunció el ceño.

.     .     .     .     .

-¡KIIIIIIIIIIID, KIIIIIIIIIID!

Luffy corría por las calles de Sabaody desesperado, seguido de Trafalgar Law, buscando a su vecino por todas partes.

Lo primero que habían hecho había sido ir al bloque de pisos a ver si había vuelto, y ni rastro de él. Tampoco le encontraban en la calle.

Habían vuelto juntos al lugar de la pelea y habían seguido la dirección que había tomado e pelirrojo cuando se fue persiguiendo a los ladrones.

El menor no pudo más que suspirar, agobiado.

Ya eran las 11 de la noche y ni rastro de Eustass Kid.  Llevaban dos horas en la calle, y Law comenzaba a impacientarse.

Lo que menos le preocupaba en ese momento era el portátil.

-Luffy, a lo mejor ha vuelto al piso, ya es muy tarde.

Pero el pequeño no iba a rendirse tan fácilmente.

-¿Y si no ha vuelto…?

Trafalgar le revolvió el pelo en un intento de calmarle.

-No hay ni rastro de él en la calle, quizás ya haya vuelto a casa. Vamos.

-¡No! – se rehusó a seguirle y siguió gritando por la calle a pleno pulmón.

-Luffy… - Este le regañó con la mirada y le cogió del hombro. El menor hizo una mueca.

Volvió a suspirar, esta vez agotado. Cuando llegaran a casa y todo esto se solucionara iba a tenerle que hacer un buen chequeo. El chico de ojos negros podía ser tan cabezón que no reconocería que le dolía aunque le tuviesen que amputar el brazo.

A tirones y entre pataletas, consiguió llevar de vuelta a casa a Luffy. ¿Qué se creía, que él no estaba pensando en si estaba bien? ¿En si estaría en casa? ¿En si le habría pasado algo?

Subió las escaleras envuelto en todos esos pensamientos y dejó a el menor en el suelo, tirado, mientras éste le regañaba y le gritaba.

Cogió aire y llamó al timbre del pelirrojo.

Pero nadie abrió.

-¡TE LO DIJE, TENEMOS QUE IR A BUSCARLE!

Law, a punto de perder la paciencia, abrió la puerta de su casa, dejando la mochila del ojinegro dentro.

Justo cuando cerró la puerta, oyó el ruido de otra puerta abrirse.

Salió corriendo lo más rápido que pudo, y en el pasillo, Luffy estaba con la boca abierta y pálido como un muerto.

-Luffy, ¿Qué…?

Pero se puso igual de pálido al ver a Eustass Kid, apoyando su propio peso sobre el marco de la puerta, a duras penas y entre jadeos.

Era totalmente incapaz de decir nada. Tenía toda la cara llena de golpes, cortes, con el labio partido y sangre cayéndole de la frente. Su ropa no estaba mejor, manchada de su propia sangre y de la de sus atacantes, hecha jirones y llena de polvo.

Ni siquiera se dio cuenta cuando una mano le golpeó suavemente en el pecho. Era la de Eustass, con algo en la mano. Su maletín.

Lo cogió dándose cuenta de que tenía los nudillos de la mano destrozados y en carne viva.

Kid se tambaleó ligeramente sobre el marco de la puerta, gruñendo, con la mirada fija en sus ojos grises como un animal herido cuando necesitaba lamerse las heridas.

-¡Eustass-ya!

Y el pelirrojo se desplomó sobre el suelo del pasillo.

Notas finales:

Reviews? ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).