Sting acompaño a Natsu hasta la habitación que Erza había predeterminado para él. Subieron las escaleras en silencio total, para Natsu el silencio era incomodo, quería agradecerle a Sting pero no haya la forma de expresarlo; en cambio a Sting no le parecía incomodar, solo miraba de reojo a su acompañante.
–Aquí vas a dormir– dijo Sting abriendo las puertas de la lujosa habitación– La reina Erza la preparó especialmente para ti.
Natsu entró en total silencio, las lágrimas de sus ojos todavía brotaban pequeñas. Sting miro compasivo a Natsu.
–No tienes que decir nada– dijo quitándole las lágrimas de los ojos– acuéstate y duerme un poco, tuviste un día largo. Descansa.
Sting salió cerrando la puerta tras de sí. Natsu se quedó solo en la habitación con las palabras que quería decirle atrapas en su garganta; lo único que hizo fue tirarse en la cama para terminar de llorar y dormir un poco.
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Sting al salir de la habitación dio un suspiro de preocupación. Le preocupaba mucho el estado de Natsu, estaba muy afectado. Sacudió su cabeza alborotando sus cabellos dorados, paso su mano por su cara para apartar los cabellos que le cubrían esta.
Con pereza comenzó a bajar las escaleras, era media tarde y su trabajo estaba terminado, salvo la obligatoria hora de té con Erza. Al llegar a la mitad de las escaleras fue tomado del cuello de la camisa y fue estampado contra la pared.
– ¿Cuál es tu puto problema?– gritó el agresor del general.
–Lo mismo me pregunto de ti, Gray– respondió con sarcasmo.
De los labios de Gray salió un gruñido de molestia.
El silencio se hizo presente entre ambos pero seguían comunicándose por medio de la mirada. Los ojos azules de Gray parecían más oscuros de lo normal y tan fríos como el mismísimo hielo, en cambio los ojos color zafiro de Sting reflejaban una mirada asesina.
–Ustedes dos, dejen de pelear y vengan aquí– gritó Erza enojada desde abajo.
Ambos dieron un respingo al escuchar la voz de Erza y bajaron en calma no querían molestar más a la reina. Al bajar ella comenzó a caminar en dirección del jardín trasero del castillo, los dos la siguieron en silencio pero lanzándose miradas de muerte.
Llegaron al jardín donde había una mesa de té y en ella esperándolos estaba Lucy con Loke. Nadie dijo una sola palabra cuando tomaron asiento ante la mesa. Sirvieron el té en silencio y nadie dijo una sola palabra.
–Sting– lo llamó tranquilamente Erza mientras tomaba un sorbo de té. – ¿Y Natsu?
–Él está descansando en su habitación, mi señora.
–Ya veo– dio otro sorbo a su taza de té– Mascota ¿Qué fue lo que le hiciste a Natsu?
Loki se puso nervioso, cualquier cosa que dijera podría costarle la cabeza, pero no podía pensar por mucho tiempo su respuesta.
–Solo hice lo que Gray también hizo– se excusó rápidamente. La respuesta le daba cierto punto a su favor y lo sabía.
–… mmm ¿Qué le hiciste a Natsu, Gray?– pregunto mordisqueando una galleta.
–Tuve sexo con él– respondió descaradamente mientras le daba un sorbo a su té.
Sting se paró en seco de la mesa y tomo a Gray para darle un golpe en la cara pero Erza se lo impidió cuando volvió a hablar.
–Tranquilízate Sting–volvió a tomar té– ¿Y por qué razón lo hiciste?
– ¿Por qué? Me preguntas eso a mí, deberías preguntarle a la mascota porque violo a Natsu–La cuestiono.
Lucy miro asombrada a Loke, Erza en cambio seguía comiendo galletas.
–Primero contéstame tu– Lo miró molesta.
–Lo hice porque…– al pensar la respuesta las mejillas se le pusieron rojas como rubíes– me gusta– respondió apenado.
Sting lo miró con odio y se controló para no tratar de golpearlo nuevamente.
–No te creo– respondió mirándolo seriamente– si en realidad te gustara no serías un hijo de Puta con él. Pero te dejare tener el beneficio de la duda. ¿Y tú por qué violaste a Natsu?– la mirada de Erza volvió a poner nervioso a Loke.
–No le daré vueltas al asunto– respondió tratando de relajarse– también me gusta Natsu, la razón de porque lo obligue a tener sexo conmigo es porque a Natsu le gusta o gustaba mejor dicho– dijo burlonamente mientras miraba a Gray– Gray y nunca aceptaría mis sentimientos y me aproveché de él cuando vi la oportunidad. Ahora sé que tengo una posibilidad más alta de salir con Natsu que de la que tiene Gray– termino satisfactoriamente.
– ¿En serio crees que tienes más oportunidad de salir con Natsu que las que yo tengo? Te recuerdo que lo violaste– le reprocho Gray.
–Claro que la tengo, yo no le rompí el corazón con mi actitud indiferente.
–Uh, golpe bajo– comento Sting burlonamente.
– ¿Y tú qué perro faldero de la Reina– cuestiono Gray a Sting– crees tener más posibilidades con Natsu?
–Querido, no lo cree– respondió Erza con una amplia sonrisa– tiene más oportunidad que la que tienen ustedes dos juntos– Sting se puso tan rojo como el cabello de la Reina.
– ¿Qué te hace pensar eso Erza?– pregunto Lucy intrigada.
–Lucy es más que obvio.
Los otros dos miraban con odio a Sting, era cierto que tenía más oportunidad que ellos. La hora del té termino y las dos mujeres se fueron dejando a solas a los 3.
–Tengo cosas por hacer– dijo Sting indiferente– no tengo tiempo para este tipo de discusiones– dio media vuelta y camino un poco antes de volver a girar para verlos por última vez en el día– Gray eres el único al que considero mi rival. En cambio tu mascota, no puedo considerarte un hombre, mucho menos un rival digno – .El general se fue del jardín dejando solos a Gray y Loke.
– ¿Cómo lo supiste? – le preguntó Gray a Loke.
– ¿Saber qué? – respondió para molestarlo.
– No te hagas el graciosito maldita mascota, lo de que le gusto a Natsu.
– Gustabas – corrigió haciéndolo molestar más – Lo sé porque no se negó a tener sexo contigo, aparte cuando hablo con la oruga se puso nervioso al tocar el tema. Me voy, Lucy quiere hablar conmigo.
Gray se quedó pasmado, ¿Cómo no pudo haberlo visto antes?, todo encajaba perfectamente pero lo había arruinado con su estúpida actitud. Se fue al bosque a meditar a solas sobre sus actos y como pedirle disculpas a Natsu.
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Eras cerca de las 12 de la noche, Natsu seguía dormido, dormía plácidamente.
“Parece ser que me quede dormido” pensó entre sueños “parece que hay algo presionando mis labios, se siente suave ¿Me pregunto qué será?” pensó entreabriendo los ojos para ver que lo estaba besando Sting. Se sobresaltó e hizo que Sting se alejara por acto de reflejo.
– Lo siento Natsu-san, no fue mi intención– cada palabra que salía de su boca hacía que se pusiera más y más rojo. – Lo siento–Estaba a punto de salir de la habitación pero Natsu lo tomo de la mano.
–No tienes de que disculparte– le dijo dándole un pequeño beso en los labios– yos soy el que se debe disculpar, no te agradecí como se debe.
–No te preocupes, eso es lo de menos– sonrió amablemente– lamento haberte despertado. Tengo que irme. –Y sin más salió del cuarto sin antes no dedicarle una cálida sonrisa a Natsu.
Natsu fue a la ventana para observar el cielo, pero al abrir la ventana hubo algo, o alguien más bien, que entro por ella y lo empujo directamente a la cama, aprisionándolo con fuerza de las muñecas.
–Me estas lastimando, Gray– dijo tratando de soportar el dolor.
–Lo siento– respondió mientras aflojaba el agarre de las muñecas– lo siento, por todo. Siento haber sido un idiota contigo, siento haberte tratado tan mal. No busco que me perdones inmediatamente, pero por favor no te vayas con ese maldito perro de la reina. – las lágrimas caían de los ojos de Gray a la mejillas de Natsu, frías como la lluvia.
–Eso hubieras pensado antes de actuar como un idiota– dijo fríamente.
– ¿Piensas irte con él?
–Tal vez, todo depende.
–Por favor no– lo soltó solo para abrazarlo–Te juro que cambiare. – lloraba aún más.
–No te juro nada, pero ya deja de llorar.
–Con eso me conformo– dijo tratando de dejar de llorar. –Sera mejor que te deje, te veré en la mañana. – lo beso en los labios y de la misma forma que entro salió.
Después de eso Natsu no pudo reconciliar en sueño, solo tenía una cosa en mente, ¿Quién era quien realmente le gustaba? El hijo de puta que lo hizo sufrir o él que lo salvo de las garras del pervertido de Loke. Antes de que llegara la mañana, tenía una semi-respuesta formada en su cabeza. Al parecer le daría otra oportunidad a Gray, por mal que sonara.