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Líbranos del mal por hellblack_sasuke-

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Notas del capitulo:

Hola D:

Sé que no vengo desde hace mucho mucho tiempo, pero hasta apenas he salido de vacaciones en la universidad y no había tenido tiempo de venir, y mucho menos de escribir, apenas he actualizado, así que espero que les guste.

Espero comentarios, y perdonen el retardo

-Todo estaba en silencio, el ruido de los coches había parado, el bullicio de las personas se había apagado, no había más nada. Totalmente tranquilo, nada fuera de lo normal.

Sasuke estaba dormido, parecía no terminar de acomodarse, pero ello no impedía que aún siguiera soñando, mientras Gaara, trataba de no dejarse llevar por tan imprudentes movimientos de parte de Sasuke.

Eran las tres y media de la mañana, y Gaara seguía entre dormido y despierto, no estaba seguro de que al abrir los ojos, lo que viera fuera real, y aún así, fuera lo que fuera, sólo estaba seguro de que Sasuke se había levantado al baño. Sintió sus movimientos, y escuchó los pasos que se dirigieron a dicha habitación.

Volvió a abrir ligeramente los ojos. Pudo observar a alguien al pie de su cama, del lado de Sasuke, como si quisiera observar. No le prestó mayor importancia. Así que se giró en la cama, y en cosa de segundos sintió unos golpecitos en el hombro.

-¿Gaara? –le hablaba Sasuke preocupado-

-¿Qué…pasa? –bostezaba-

-Estaba diciendo mi nombre

-¿Qué? ¿quién?

-Estaba aquí Gaara –le hablaba con más desesperación-

-Pero ¿quién? Debiste de confundirte

-Claro que no. Estaba aquí, escuché sus pasos

-Sasuke, te levantaste al baño…

-Yo no me he levantado para nada –el rostro se le paralizaba-

-Pero claro que sí, tú te levantaste al baño, escuché tus pasos, te levantaste, sentí como te levantaste –Gaara alzaba la voz-

-Yo no me he levantado…Gaara, desperté porque estaba aquí. Me estaba observando. –En ese momento, el chico recordó, que al abrir los ojos vio a alguien parado en la orilla de la cama. Su rostro se transformó; le creía totalmente a Sasuke. Pero entonces, ¿qué fue todo eso?-

-No te preocupes –lo abrazó con fuerza tratando de ocultar el temblor que lo inundaba en las manos- sea lo que haya sido ya se fue…

-Pero entonces, a ti también, ha empezado a molestarte…

-Sasuke, mírame –lo tomaba del mentón- estaremos bien, sólo necesitamos un cambio de aire. Ya pronto nos iremos. No te preocupes. Sólo tres días. Aguanta tres días, ¿sí?

-De acuerdo…

-Trata de dormir…

Al día siguiente, Gaara omitió todo lo relacionado a lo que había pasado la noche anterior. Dejó a Sasuke desayunando, mientras él, se iba a trabajar. Se supone que sería un día normal, a excepción de que, un rato después de que se marchara; Sasuke decidió tomar su teléfono y llamarle a Naruto. Para lo que fuera, necesitaba platicarle a alguien lo que había sucedido esa noche.

Después de una breve explicación, Naruto decidió ir a casa de Sasuke; al darle las indicaciones, llegó en unos cuarenta minutos. En el momento en el que Naruto entró, sabía que algo pasaba en esa casa. Sabía que algo no estaba bien, y que no estaba relacionado esencialmente a la casa, sino a Sasuke.

-Entonces, tus padres practicaban los exorcismos desde antes de que nacieras…

-Siempre decían que sería el último caso que tratarían. Mi madre quería dejar de hacerlo desde que mi hermano…

-Si lo recuerdo –se sentaba en la sala- después vino la muerte de tus padres, que en tu propia versión…

-Esa cosa los mató…

-Naruto lo volteaba a ver preocupado- y ahora te persigue a ti –se cruzaba de brazos-

-No entiendo, ¿por qué no me mató en ese momento?

-Como sabrás Sasuke, durante un exorcismo pueden pasar muchas cosas. Esa noche, sea lo que haya sido que estuviera en esa habitación con tus padres, era mucho más fuerte que ellos. Simplemente, se les fue de las manos, a pesar de ser tan experimentados, a veces el mal, es más fuerte que el amor.

-Pero…

-Se alimentan de tu miedo, del terror y la desesperación que te provocan. Supongo que está esperando…

-¿Esperando?

-Como tú me has dicho, si no ha venido antes por ti, es porque está esperando… te quiere a ti, pero espera…

-Quiero que me lo quites

-Sabes que no es fácil

-Estoy seguro de que es…un demonio

-Yo también estoy muy seguro, “he estado revisando tus expedientes. Si bien los trastornos que tienes son normales, lo que los causó, no lo son tanto” –pensaba-

-La verdad, es que ya no se qué hacer –se tiraba en el sillón de enfrente a Naruto-

-Primero, tengo que estudiar la situación Sasuke, como sabrás nada de estas cosas son fáciles de llevar –miraba alrededor de toda la casa. La sensación que le transmitía se volvía cada vez más pesada, como si algo se acercara. Al parecer Sasuke también lo había notado. A pesar de no ver nada, por ningún lado, se sentía la energía de algo más ahí.-

-¿Escuchaste? –susurró Sasuke-

-Naruto sólo movió uno de sus dedos, indicando silencio. Había escuchado un ruido extraño, pero no estaba seguro de que era. Esperaron un poco más, la estancia se encontraba en silencio total; ambos voltearon a verse, como esperando algo; y ese algo sucedió. Un golpe muy fuerte en la habitación de Sasuke. Un estruendo como si la cama hubiera sido elevada hasta el último piso, y arrojada hasta tocar fondo.

Sasuke se levantó de golpe, Naruto lo tomó del brazo, indicándole que esperara. Se azotó la puerta; por impulso se colocó detrás de la espalda de Naruto, lo tomó fuertemente del brazo y cerró los ojos. De un momento a otro, todo se calmo de nuevo.

-¿Se ha ido?

-Justamente, de ese miedo es del que te hablo. Se ha ido –se giraba hacia Sasuke- necesitamos pruebas. No podré hacer nada hasta que me autoricen, lo sabes bien

-Pero…

-Sasuke, voy a ayudarte, pero necesito mucha más información al respecto

-Pero ayer…

-Necesito que seas fuerte. Trataré de hacer esto lo más rápido posible, pero necesito muchas cosas antes…

-Lo sé…

-Te prometo que cuando regreses de Alemania, las cosas van a cambiar –le sonreía-

-¿Me lo juras?

-Te lo juro…y más importante aún, sabrás que para sacarlo totalmente, necesito descubrir su nombre…-lo miraba con fuerza-

-¿Crees que pase algo más?

-Mientras no le des tanta fuerza no. Sé que es aterrador, pero es lo único que puedo hacer de momento

-¿Por qué me dices todo esto, de una forma tan…

-¿Normal?

-Sólo asintió con la cabeza

-Supongo que es por muchas causas…aunque una de ellas y la más fuerte, es porque no pude salvar a una persona muy importante para mí. Estábamos en una sesión pública, hipnosis. Algo salió mal y… -se quedó mirando a la nada- por ello es que quiero ayudarte, y no quedarme de brazos cruzados como aquella vez.

-Sasuke sólo asentía-

-Pero Sasuke –le acariciaba la frente- estarás bien, el amor, lo puede todo ¿sí? Regresando de tu viaje, todo estará mejor. Sólo dame algo más de tiempo.

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Sasuke se encontraba caminando, eran cerca de las ocho de la noche, las calles ya se veían oscuras, pero aún había mucha gente andando por ellas; se dirigía al metro subterráneo atravesando a paso constante a lo largo de una enorme vía rápida, podía ver todos los coches pasar, toda la gente balbucear tonterías, conforme avanzaba, el miedo comenzaba a apoderarse de él. ¿Por qué? Empezaba a tener una sensación de mal estar, algo que lo consumía por dentro. La ansiedad, absorbía cada una de sus neuronas, su respiración se agitaba.

Entró en el metro, pagó su entrada, continúo tratando de no prestar atención, pero entre más lo intetaba, el nerviosismo aumentaba más y más.

Siguió avanzando en el andén, con unas enormes ganas de llorar, sólo llorar, un miedo tan intenso, un pánico tan terrorífico y desesperado, que no sabía qué hacer; los pensamiento nublados, esperando mientras llegaba el tren.

Un ataque de pánico, debía de ser eso, en toda la tarde estuvo pensando en lo que Naruto dijo. Llevaba consigo el crucifijo que le había dado. Lo enredó en su muñeca y algunos dedos, lo apretó con fuerza, entro al vagón, no había mucha gente. El ataque avanzaba, se encontraba hiperventilando; se sentó, cerró los ojos con fuerza. Trataba de tranquilizarse, el sonido del vagón al moverse lo alteraba más, respiraba profundo, trataba de hacerlo. Recordaba todas las recomendaciones de Shizune durante un ataque de pánico. “Nada es real” se decía una y otra vez; el crucifijo se movía por la fuerza aplicada, rezaba en su cabeza, quería quitarse esa horrible sensación, volvió a abrir los ojos. De su garganta un grito ahogado salió, del terror que le impartía esa sensación; algo malo iba a pasar, algo tenía que pasar. Está ahí; no, no lo está. El ataque lo absorbía, estaba a punto de llorar, “no, nada es real…nada es real”.

Llegó a la siguiente, y a la siguiente estación; así sucesivamente conforme el ataque de pánico bajaba. Más gente subía, más se tranquilizaba. Al fin llegó a la estación deseada, su rostro lucía demacrado, salió del andén, salió del metro; y mientras caminaba en la calle que llevaba a su casa, el choque sucedido con alguna otra persona lo mandó al duro y frío piso de la calle. Cuando levantó la mirada, sin importarle realmente, no pudo evitar sonreír y que lo restante de la sensación del ataque de pánico, se mezclara con nostalgia y una triste, pero dulce alegría de ver a esa persona frente a él.

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente capítulo


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