Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tan solo una novela por MadAsAHatter

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Salió un poco mas largo, pero no quise cortarlo en dos partes, espero les guste :) 

La perfección, la línea.


Estaban sentados frente a frente, el dueño de la tienda había dicho al fin que se llamaba Álvaro y cada uno tenía un café frente suyo, sin embargo las palabras tan solo no fluían.


-          Mmm bueno… yo –comenzó a decir el castaño, pero pareció haberse atragantado con algo y terminó por quedarse mirando sus zapatos.


-          ¿Ya no me vas a tratar mal?


El cambio de actitud del “escritor” había sido drástico, tan pronto como leyó lo que el otro había escrito, supo que quería saber más de su vida, que quería estrujar su mente y drenar de ella todas sus vivencias. Firmó con su nombre, eso para él significaba que quería ser encontrado, que no había salido corriendo para no volver jamás, sino todo lo contrario, él quería ser perseguido, quería ser encontrado. En sus veintiséis años rara vez se había sentido intimidado, sin embargo ahí estaba; luchando para sacar palabras coherentes de su garganta.


-          Lo siento si te traté mal.


-          ¿No dirás que no fue tu intención?


-          No presiones – lo miró menos amistosamente, pero aun sin poder ocultar el destello de interés tras sus pesados anteojos -  Todo eso… lo que escribiste, ¿es verdad?


-          Cada palabra.


-          Escribes muy bien.


-          No creo que mejor que tu - El otro por toda respuesta resopló frustrado.


-          Me viste por más de dos horas mirar una maldita página, puede que sepa un par de reglas gramaticales, pero no tengo ninguna idea hace meses.


-          ¿Eres escritor? – preguntó mas amablemente.


-          Pues escribo desde que tengo memoria, ya sabes, nunca quise ser nada que no tuviera que ver con escribir, he ganado un par de premios locales y publicado un par de títulos, pero este maldito…”bloqueo” – dijo acentuando el gesto de las comillas con ambas manos – me tiene harto, me cansa, siento que consume más energía de la que tengo.


-          Ya veo… ¿qué escribes?, ¿misterio? ¿romance? … ¿horror?


-          Pues me gusta el horror – sonrió – me gusta la sangre y las mentes de las personas, me gustan las historias que te hacen perder la cabeza, ya sabes, donde sueñas con lo que pasa, donde te deshaces en puzles mentales – dijo, y por primera vez en toda la tarde Dante pudo ver que el pequeño atisbo de brillo, de vida, detrás de sus pupilas se acrecentaba hasta curvar sus carnosos labios en una leve sonrisa de emoción.


-          Sin embargo, lo que te escribí no es horror, es tan solo la historia de mi vida, o al menos parte de ella.


-          Lo sé pero me gusta como la cuentas, me gusta como vez a los personajes dentro de ella, me interesa, no me importa si es romance u homo-erotismo, quiero ser parte de ella – dijo con decisión.


-          Quieres meterte en mi cabeza …


-            Tú eres obsesivo, eso se nota, todo obsesivo sabe y entiende la naturaleza de las obsesiones, cómo nos empapamos de algo hasta no reconocernos, hasta convertirnos en esa obsesión, hasta que algo se rompe.  Quiero que aceptes que me obsesione con tu historia, con tu vida frenética, con tus historias de cama, con tu mente.


-          No tienes idea lo psicópata que suena eso – sonrió.


-          Lo sé – rió – pero confió en que seas un poco como yo y entiendas que no tengo intención ninguna en matarte o hacerte daño, tan solo quiero saber lo que es estar dentro de la cabeza de alguien más por un rato.   


-          ¿Y que tendré a cambio?


-           Dijiste que no tenias casa, te dejaré quedarte en la mía hasta que encuentres donde quedarte o termine mi novela.


-          Entonces escribirás una novela sobre mí – rió con ganas – verás, me han hecho propuestas raras, exenticas y más que indecorosas, pero de seguro esta las supera.


-          ¿Y qué dices? 


-          ¿Cuando empezamos?  - sonrió         


Cerraron las puertas de la librería, bajaron la cortina de acero y Dante hizo peso hacia abajo para que el candado entrara en las argollas metálicas de la cortina y caminaron en silencio hasta el metro.


Ya era pasada la hora punta del transporte y los vagones iban un tanto más desocupados que de costumbre, sin embargo ninguno de los hombres se sentó, permanecieron frente a frente examinándose con la mirada, y los brazos firmes a la barra por sobre sus cabezas. Los labios no se movían, sin embargo el más joven pudo distinguir con agrado como las preguntas se agolpaban en la lengua del otro y luchaban por no salir, luchaban por aguantar el trayecto hasta un lugar donde no tuvieran que gritar para escucharse.


Subieron las escaleras en silencio y tan pronto como cruzaron la puerta del departamento la limpieza y el orden golpearon a los recién llegados.


-          Vaya, esto es lo que llamo un departamento piloto, ¿cómo es que el dueño de una librería pequeña tiene semejante “hogar”? 


-          Mmmm es complicado ¿quieres tomar algo? – le invito caminando hacia la cocina.


Se sentaron en la sala de estar luego de otros incómodos minutos y Álvaro le contó como la librería había sido de su padre, y de cómo él había ampliado el negocio familiar a una cadena nacional de librerías con los dividendos dejados por sus últimos libros.


-          ¿Entonces no eres un escritor mediocre eh?


-          No – rió – de hecho he tenido bastante éxito, si así quieres llamarlo, pero basta de mi, te puedes quedar aquí pero quiero comiences ahora.  Cuéntame de Julián.


Dante lo miró con detenimiento, estaban sentados de frente y el mayor estaba inclinado hacia él con un vaso de whisky en la mano, la coleta antes sujeta por un cole elástico ya estaba deshecha y una fina capa de cabello caía por gran parte de su espalda, lo miraba con interés, expectante y le recordó a su Julián.


Álvaro tenía la misma edad que el ingeniero cuando él lo conoció, sin embargo la mirada de su primer amor siempre había sido tapada por un interés netamente físico, nunca le había interesado lo que había en su cabeza, sus deseos, sus anhelos, sus miedos, y el hombre que tenia al frente no podía ser más diferente.


Se recostó hacia atrás y le dio un largo trago a su vaso.


-          Te voy a contar de alguien más interesante, de alguien cuya historia es más excitante que la de un simple bígamo – sonrío con malicia.


Gabriel era un dibujante que conocí al poco tiempo de dejar a Julián, me había hartado de la fidelidad casi conyugal bajo la que me había sometido voluntariamente y quería probar la vida, quería probar todo lo que había a mi alrededor y que sentía que me había sido privado. Me fui de Temuco y el primer lugar donde estuve fue un hostal de camino a Lican ray, hice dedo* hasta Villarrica  y me dijeron que en ese lugar los camping eran lo mejor, un par de pesos y fiesta toda la noche. Yo no quería nada más y cuando llegué pagué una cama en el hostal hasta hacerme amigo de alguien en el camping y poder colarme con ellos. Era un lugar bien “decente” un baño al final del corredor y habitaciones por todo el pasillo.


-          ¿Pagaste solo la cama?


-          Sí -  sonrió – ya sabes la señora me ofreció una cama y pensé que era la habitación, luego me di cuenta que había al menos dos camas mas en el mismo lugar y que eran rentadas a cualquier persona.


Llegó la noche y luego de haber estado toda la tarde caminando y conociendo alrededores, me di una ducha y me fui a dormir. Tengo el sueño bastante liviano así que sentí cuando abrieron la puerta y dejaron unas maletas en la cama contigua. Eran dos sujetos que de seguro se habían refugiado de la lluvia, pues andaban con ropa de camping. Me hice el dormido y no se demoraron mucho en sacarse la ropa y meterse a la cama. El más bajito era guapo, y gemía bajito, el más alto parecía extranjero, tenía la típica melena rubia y espalda de nadador y le hablaba en alemán creo.


-            ¿Te hiciste el dormido?


-          Al principio…  pero eran difíciles de ignorar, nunca había visto a otras personas teniendo sexo, no en vivo y en directo al menos.


Julián era muy posesivo y cuando le propuse un trío con un compañero del trabajo casi me mata, no quería que nadie me viera nunca, no quería que nadie me tocara. Por eso cuando los vi tan desinhibidos pese que yo estaba en la habitación, no pude evitar sentirme un tanto excitado.


Había quedado en la cama de la orilla y tenía una vista privilegiada a todo lo que pasaba en la otra cama, las sabanas subían y bajaban al compás de las embestidas del más alto y la suave tela ya se había deslizado hasta apenas cubrirle las nalgas. Le dio algo de envidia al ver la cara del más bajo que gemía con pasión enterrando sus uñas en la espalda del otro. De pronto subió las piernas y las ancló a las caderas del otro teniendo que morderse el dorso de la mano para no gritar por lo brusco del movimiento. Estaban completamente destapados y el frio de la habitación parecía no importarles en lo absoluto, sus cuerpos desprendían un suave vapor cálido y las ventanas ya comenzaban a empañarse. Hacía tiempo que no tenía un buen orgasmo y la vista de ese cuerpo digno de la mejor escultura renacentista lo tentaba, lo excitaba. Dejó mas miradas furtivas para otro momento y se incorporó en la cama en uno de sus costados, se apoyó en su codo y los miró con descaro. Tardaron un rato en notarlo con lo inmersos que estaban en su propia faena, y cuando el chico abrió los ojos palmeó al otro para que se detuviera, le dijo algo en esa extraña lengua y sin dejar de moverse, el más alto giró la cabeza y lo miró con la sonrisa mas ladina que Dante había visto en mucho tiempo. Se destapó y sin pensarlo caminó hasta ellos y botó la camiseta con la que estaba durmiendo al piso junto con los delgados bóxers. Acaricio con la yema de los dedos la superficie del perlado cuerpo y sintió con deleite la tensión bajo cada musculo. Su cuerpo tembló de nervio y ansioso como una hoja al viento bajó hasta la cara del que se encontraba abajo, sonrosado como una colegiala y lo besó, metió su lengua y le mordisqueó el labio hasta que sintió como las grandes manos del extranjero lo tomaban por las caderas como si fuese tan ligero como una pluma y lo subían a la cama.


-          Ese de seguro fue el mejor polvo que me eché justo antes de cumplir los veinte.


-          Ufff, vaya trío.


-          Ni me lo digas, el sujeto no hablaba nada de español y me susurraba palabras en alemán al oído cada vez que lo hacíamos.           


-          ¿Es de él, de quien me querías hablar?  No te ofendas pero no creo que hayas tenido mucha relación con alguien con quien no podías entablar una conversación – dijo sirviéndose un poco mas de whisky.


-          No, al otro día nos fuimos de Villarrica hacia Frutillar, dormíamos los tres en la misma carpa, follábamos como locos y acampamos hasta llegar allá.


-          ¿Qué pasó entonces? ¿Uno salió sobrando?   


-          No, vi un cartel que necesitaban modelos de sesión.


-          ¿De desnudos?


-          Sí, Emil me dijo que debería ir, que tenía un bonito cuerpo y que si no era pudoroso era una manera simple de ganar dinero.


Me despedí de ellos unos días después, era una sesión única para un grupo de dibujantes jóvenes, no hubo audición ni nada por el estilo, solo querían un cuerpo al que pudieran tener desnudo por una hora haciendo diferentes poses por treinta segundos cada una. Fue entretenido, en su mayoría eran chicos universitarios algunos más pacatos que otros, también había chicas, unas que me miraron con cara de caliente y otras trataban de evitar los lugares  “pudorosos”, fue muy divertido.


La habitación estaba caliente con una estufa en cada esquina y los caballetes dispuestos en círculo, llevaban más de media hora preparando la sala, debía tener buena temperatura y en el centro de la habitación contaban con algunos muebles pequeños tapados con telas suaves de colores brillantes. Los pliegues eran exquisitos y  en un pequeño platito tenían una vara de incienso que se consumía lentamente. Por primera vez en mucho tiempo se sintió importante, sintió que era imprescindible y eso le gustó, sentirse único, una pequeña pieza maestra que era necesaria. Se quitó la ropa sin ceremonias y cuando el profesor dio la orden de comenzar, se recostó sobre las telas y acomodó sus brazos con delicadeza hacia atrás y sobre su cuerpo. Al principio se sintió un poco ridículo, pero conforme avanzaba la sesión, cada vez estaba más cómodo con lo que estaba haciendo. Las caras de los jóvenes eran increíbles, lejos habían sido lo que más le gustó, sus miradas fijas en cada contorno de su cuerpo, cada musculo, cada expresión. Recordó “El esclavo moribundo”  de Miguel Ángel y casi al final de la sesión trató de hacer una cara similar, trató de replicar el éxtasis que había sentido la primera vez que estuvo alguien, apoyó sus dedos cerca de su abdomen tratando de pensar que no eran suyos, sino de alguien más. La ultima pose seria la más larga y cuando el profesor dijo las palabras de cierre, los estudiantes se miraron entre sí gustosos, felices de lo que habían logrado en tan corto tiempo.


-          ¿Entonces te liaste con uno de los estudiantes?


El reloj avanzaba rápido y Álvaro solo lo interrumpía  cuando ya no se podía aguantar más, su vida siempre había sido muy tranquila y rutinaria. Justamente por lo cual las acciones de su interlocutor le daban algo de vértigo, algo de envidia y aun más curiosidad. 


-          Bueno… no exactamente – dijo rascándose la ceja como tratando de ordenar sus ideas.


 Con él todo pasó muy rápido, no estoy seguro de haber estado juntos más de un mes, fue intenso, desde que lo conocí hasta que salí corriendo de su estudio, sin duda nunca llegué a entenderlo.


Sintió el suave sonido del carboncillo cuando fue aplastado por su hombro, el calor era sofocante y la mano el otro pronto estuvo manchada de la sustancia cuando acarició y corrió la tintura de su piel, le mordió el cuello y lo obligó a apoyar la espalda sobre la madera diagonal, más alta en la parte del frente y más baja en la parte posterior. Una regla de metal le produjo un escalofrío, estaba gélida y  quedó casi justo en sintonía con su columna vertebral. Los lápices restantes giraron y quebraron sus puntas al caer de súbito al suelo. El sudor perlaba ambos cuerpos y los besos se hacían cada vez más intensos. El otro estaba de pie junto a la mesa de dibujo, mientras Dante seguía recostado con las caderas en alto y los muslos rodeando las costillas del otro.


Era el profesor de dibujo. Durante la sesión los profesores no tienen mucha intervención, por lo cual él también dibujó, cuando me refería a las caras de los estudiantes me refería a su cara. Me miraba como si cada sentido e impulso nervioso estuviera dirigido hacia la hoja que sostenía su caballete. Sus cejas juntas en una mueca casi de enojo y los labios curvados y tensos. Se mordía el labio inferior cada vez que estaba concentrado al máximo, cada vea que encontraba un desafío. No tenia el cuerpo de Emil; cincelado por las deidades, sino que era muy normal, sin grandes músculos y creo que hasta era un poco más bajo que yo. Solo lo hicimos una vez, era dibujante, ilustrador de novelas gráficas según me dijo, no era guionista y lo suyo no tenía mucho que ver con la historia, sin embargo la forma en que narraba mediante imágenes inmensas era increíble, la cantidad de detalle era fuera de serie.


Estaba obsesionado con el romanticismo negro, con lo sobrenatural, con las imágenes oscuras, lo peor del ser humano y de criaturas sobrehumanas. También estaba un poco obsesionado con mi cara. Por mucho tiempo las imágenes dibujadas y exhibidas al publico fueron religiosas, sus semblantes eran de pureza, de castidad, los querubines con caras angelicales y rozagantes. A él nunca le interesó eso, le gustaban las imágenes contorsionadas por el placer, las caras suplicantes y excitantes, las aberraciones.


Sintió el éxtasis llegar por oleadas y ni bien hubo terminado sintió como su acompañante se alejaba y arrancaba la ultima hoja del caballete. “Quiero que te quedes así” le dijo y comenzó a esbozar a largos trazos, el giro de la muñeca y el suave rasgar de la hoja doble faz pronto fueron lo único que pudo escuchar. Sintió la sensación de vacío y se rindió a terminar el con lo que el otro no quiso llenando el ambiente de sonidos sugerentes.


 Nunca pintaba lo que dibujaba, odiaba los pigmentos y solo amaba el trazo limpio y estricto del lápiz grafito, blando o no, el número que fuera. Dormían en la misma cama, pero nunca juntos.  A veces despertaba a mitad de la noche, solo y escuchaba como afilaba los lápices y lo miraba desde la ventana, dibujándolo mientras dormía, remarcando los gestos, lo destapaba pero nunca lo volvió a tocar después de eso.  Solo le obsesionaba su figura, sus gestos, a menudo lo hacía masturbarse e incluso llego a comprarle dildos para que jugara con ellos mientras él le dibujada, solo le obsesionaba lo que veía, no lo deseaba a él, tan solo deseaba su figura.


A cambio de todos sus fetiches Dante disfrutaba de verlo hundirse cada vez en su locura, ver que nunca alcanzaba la perfección que deseaba. El estudio estaba lleno de dibujos de él, colgados en la pared, caras a medias y un block siempre en el caballete esperando a ser ocupado. No lo dejaba salir de casa y lo disfrutaba en secreto, lo hacía creer que estaba asfixiado, que quería salir y conocer gente, pero la verdad solo quería estar con él ahí encerrado. Le gustaba sentirse acechado y estar cerca de alguien que era impredecible, errático y lunático.


-          ¿Alguna vez te golpeo?


-          ¿Por qué preguntas eso?


-          Alguien tan dominante no necesita razones para marcar lo que cree que es suyo.


Asintió lentamente y sonrió recordando el episodio.


Solo me golpeo una vez, había estado toda la noche dibujando y aun no tenía lista la entrega de ese mes, se había distraído demasiado conmigo y me despertó de pronto para que modelara para él. Tenía la ojeras más pronunciadas que de costumbre y me tiró un par de juguetes a la cama.  Ya me tenían aburridos los penes de plástico y me acerqué a él tratando que me tocara, tratando de tentarlo y lograr que esa noche fuera él y no un pedazo de látex. Sin embargo me empujó de vuelta a la cama, insistí y cuando lo besé me abofeteó tan fuerte como pudo.


Álvaro que hasta ahora había permanecido calmado, se acercó aun mas al borde del sillón y Dante pensó que en cualquier minuto se quedaría sin sillón y caería al suelo.


Entendí que no quería ningún tipo de tacto y que la única vez que me tocó solo fue algo momentáneo, fue un impulso del humano con deseos carnales que habitaba tras su consciente, nada más que eso. Succioné su energía y su cordura por cerca de un mes y cuando la situación se fue abajo salí corriendo con lo puesto, tenia veinte años casi recién cumplidos y por un momento añoré la seguridad que me ofreció Julián, la comodidad de una casa y esa noche por primera vez dormí en la calle, esperé fuera de la estación hasta que abrieron y tomé un bus a la primera cuidad, dejé a Gabriel con una contusión tirado en el baño, y él me dejo un feo hematoma en la mejilla y un corte en el brazo.     


-          ¿Lo recuerdas muy a menudo?


-          Cada vez que alguien me mira y me dibuja, cada vez que observo su mirada a través de los ojos perfeccionistas de alguien más y cada vez que miro mi brazo.


Lo último que  supo de Gabriel esa noche, fue que era zurdo y que tenía un brazo fuerte, pues la cicatriz del brazo se veía grave y profunda. Mas los ojos de Dante no se empaparon cuando lo recordó, no lloró y su voz no se quebró, esa noche tan solo siguieron bebiendo en silencio hasta que Morfeo los llevo a sus brazos. 

Notas finales:

* Hacer dedo es Hitchhiking, cuando uno va por la carretera haciendo parar autos para que lo lleven o le den “aventones” hasta que uno llega a donde quería ir 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).