En una de las delegaciones policiales de Seúl había bastante alboroto, pues estaba trabajando en el insólito robo a uno de los bancos más importantes de la ciudad, de la cual fue sustraída una cuantiosa fortuna.
Sin siquiera haber podido dormir más de cuatro horas llega Yoochun con una taza de café comprada en una cafetería que estaba en la esquina de la delegación. Lo que más detestaba era el café, pero era lo único que lo despertaba después de haber pasado la noche en vela en su oficina. Deseaba poder resolver el caso, pues desde que obtuvo su ascenso a jefe era el primer caso importante que llevaba y quería hacerlo bien.
Uno de sus oficiales le informó que un representante de las fuerzas especiales estaba esperándolo en la oficina. Intrigado, pues no esperaba a nadie preguntó al oficial si sabia quien era.
El oficial negó con la cabeza pues esa persona mostro su placa y se instalo directamente en la oficina de Yoochun. Respiró enojado ya que sólo se había ausentado a buscar un café y su oficina había sido ocupada por algún idiota de las fuerzas especiales.
- No diga eso – dijo el oficial asustado – Según su placa no es cualquier oficial de las fuerzas especiales… sino de un rango más elevado.
Yoochun estaba muy cansado como para recibir a un pedante jefe de las fuerzas especiales y menos de soportarlo, por lo que se dirigió furioso a su oficina con el fin de sacarlo inmediatamente. Su furia no cesó al ver de quien se trataba, todo lo contrario aumento.
- ¿Qué haces aquí? – dijo Yoochun mientras cerraba con furia la puerta.
- Así es como recibes a un superior – señalo Junsu con una sonrisa.
- … Teniente…- dijo tragando saliva para aguantarse las ganas de sacarlo a patadas. Dejo su café sobre su escritorio y tomo asiento – A que debo el honor de su visita – dijo sarcásticamente pues le molestaba la sola presencia de Junsu.
Ese día Junsu había despertado temprano porque quería ver a Yoochun, también compró la mejor ropa de diseñador para verse elegante ante su presencia. Vestía unos ajustados pantalones negros, una camisa blanca media entreabierta dejando ver su pálido pecho y un saco azul oscuro que estaba hecho a la medida de su delicado cuerpo. Además cortó su pelo y lo dejo más prolijo.
Soltando una mueca de disgusto Yoochun fingió no notar el cambio de ropa y pelo en Junsu y prosiguió pues quería volver al trabajo.
Junsu aun siendo tratado con total indiferencia por Yoochun no le importó, le bastaba con verlo y oírlo. Aunque también le dolía tenerlo cerca y no poder abrazarlo. Era una sensación de felicidad, pero al mismo tiempo de tristeza.
- Dime… ¿ellos te mandaron a vigilarme? – dijo molesto Yoochun refiriéndose a los jefes de las divisiones especiales
- Este… – susurra Junsu tomando valor.
- Creen que mi departamento de policía no podrá llevar el caso – dijo Yoochun bebiendo su café, aun más molesto por el repentino silencio de Junsu.
- No – dijo Junsu acercándose hacia lasilla detrás del escritorio donde estaba Yoochun – Vine… vine…
- Entonces…– se levanta de la silla y se aleja de Junsu – Vete – señala la puerta.
- ¡Se que tu podrás resolver este caso, pero vine a ofrecerte mi ayuda! – dijo Junsu.
- ¿Tú ayuda? – sonrió sarcásticamente como si escuchará un chiste de mal gusto – Ya te dije que no necesito de ti… ni de tu mediocre ayuda… vete – dijo dándole la espalda a Junsu.
- Eres un tonto – dice Junsu intentando contener sus lagrimas. Ya no aguantaba más quería abrazarlo, así que lo hizo mientras este le daba la espalda.
- ¿Qué haces? – se sobresalto Yoochun intentando empujar a Junsu, pero este lo sostenía con fuerza – ¿Quieres que te mate? ¡déjame!
- Shh…Si gritas te escucharan – susurro Junsu acariciando la entre pierna de Yoochun, mientras que con la fuerza de su cuerpo lo arrinconaba contra la pared.
- Te matare si continuas – dijo intentando zafarse del agarre de Junsu.
- Shh… si gritas, tus oficiales van a entrar y te verán en mis brazos – susurro de manera sensual mientras intentaba someter a Yoochun.
Bastante furioso Yoochun uso toda su fuerza para librarse de Junsu y lo que más le molestaba no solo eran los roces a su entrepierna sino que la actitud de Junsu parecía un arrogante superior. Una de esas arrogantes y pusilánimes personas que él más detestaba, aquellas que creían que con poder podrían conseguir cualquier cosa. Estaba por golpear fuertemente a Junsu con su propia cabeza así deshacerse del agarre, pero se detuvo cuando escuchó sonar su teléfono celular, así que solo uso la fuerza de su cuerpo para expulsar el cuerpo de Junsu al suelo.
- ¡¿Qué te sucede?! – Yoochun expresó indignado mientras se acomodaba la ropa – este no eres tu… me sigues decepcionando – bufo molesto mientras contestaba su teléfono celular.
Junsu sentado en el suelo se tomó la cabeza con ambas manos pues ni él mismo sabía que estaba haciendo, pero le dolía la total indiferencia con la que Yoochun lo trataba. Por lo menos esperaba que lo golpeara o lo insultara a gritos, pero no; Yoochun prestaba más atención a otras cosas y jamás volteaba a verlo. Ahora estaba recibiendo una llamada y actuando como si nada hubiera pasado, como si Junsu no estuviera en el piso de su oficina.
La llamada era de la madre de Jaejoong, quien entre llantos le dijo a Yoochun que su hijo no había llegado desde el día anterior que se fue al trabajo. Angustiado miro la hora y ya pasaban de las ocho de la mañana.
- Debe estar en el trabajo – dijo Yoochun para tranquilizar a la madre de Jaejoong.
La madre de Jaejoong angustiada le dijo antes de que su hijo desapareciera, este le aviso que asistiría a una fiesta en el museo con un amigo, ella pensó que tal vez se había quedado en la casa de ese amigo y de ahí iría al trabajo. Pero cuando llamo para averiguar si había ido a trabajar le dijeron que no se presento.
- ¡¿Cómo que Jaejoong no fue a trabajar?! – se sobresalto perdiendo su calma.
- Jaejoong no fue al trabajo – repitió Junsu levantándose preocupado pues lo había visto tan solo ayer – ¿hermano?- susurro en voz baja.
- No se preocupe, lo voy a encontrar – dijo colgando el teléfono y tomado su saco.
Uno de los oficiales ingresó a la oficina para informarle a Yoochun que estaba los informes de las pericias hechas en el banco, pero este no le prestó importancia y salió corriendo diciendo que tenía cosas más importantes que hacer.
- Que es más importante que este caso – replico el oficial.
– Debe ser algo más importante que su propia vida – agregó Junsu algo triste – Tome – dijo entregándole un sobre al oficial – Aquí tiene la información de los antecedentes de los asaltante, tal vez sirva – dijo Junsu saliendo a toda prisa de la oficina.
Mientras se apresuraba para llegar a su coche marcó el numero de Jaejoong, esperando que respondiera, pero el teléfono sonaba y nadie contestaba. Afuera se cruzó con Yoochun quien estaba haciendo lo mismo, llamando al celular de Jaejoong, pero nadie contestaba; por lo que lanzo su propio celular al piso. Aun estaba lloviendo y en la calle estaba desierta, sin nadie que pudiese presenciar el acto de desesperación y frustración que tenia Yoochun. Nadie a excepción de Junsu, quien se acerco con un paraguas hacia él.
- No te dije que te fueras – dice Yoochun mojándose en la lluvia.
- Lo que es la tecnología – dijo Junsu marcando su celular.
- Ahora no estoy de humor para tus estúpidos comentarios.
- Por más que destruyan un celular este puede ser localizado por satélite… este donde este… - explica Junsu acercando su paraguas a Yoochun.
- ¿satélite? – preguntó Yoochun recobrando su calma, mientras tímidamente era cubierto con el paraguas de Junsu <<-Esto me recuerda el día que conocí a Jaejoong>> –
- Localización satelital – sonrió Junsu al ver algo de calma en el agitado corazón de Yoochun. Él suponía que la única persona a la que Yoochun apreciaba era Jaejoong y si algo malo le sucediese, Yoochun no lo soportaría. Entonces para que él jamás sufriera haría cualquier cosa… Junsu estaba dispuesto a cualquier cosa por no ver sufrir a Yoochun.
La lluvia era incesante, las gotas caían pesadas al suelo de la calle y empapaban todo a su camino. Ese día estaba pronosticado lluvias intensas con ráfagas de viento y peligro de tormenta eléctrica. Ambos hombres se miraron, sus miradas decían más que las palabras. El tiempo había pasado entre ellos, no eran los jovencitos del pasado. No. Ahora eran diferentes.