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Perfumes y Armas por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

Aún tengo miedo pero...

 

San Valentín.

 

 

—No mires hacia atrás.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Nos está siguiendo —Minato tuvo la intención de girar un poco el rostro pero…— ¡Te dije que no miraras hacia atrás, llamarás más su atención!

—Bien, no miraré. ¿Quién nos sigue? —el rubio se asió fuerte a la mano del moreno e instintivamente se acercó más a él.

—No lo conozco.

—¿Cuántos son?

—Solo es uno.

—¿Cómo sabes que nos está siguiendo a nosotros? ¿No podría tener el mismo rumbo?

—¿Recuerdas el desvío extraño que te hice tomar hace unos minutos? Trataba de comprobar si nos seguía y lo hizo.

—¿Tal vez es una coincidencia?

Fugaku lo miró con dulzura y apretó un poco más su mano. Minato frunció el ceño, irritado porque no podían pasar tranquilos ni siquiera el 14 de febrero.

Su moreno lo había sorprendido en la mañana con un despertar colmado de caricias lentas, fue un amanecer lleno de besos que le encantaban porque le hacían olvidar todo lo que había alrededor. En ese momento solo existieron ellos, y a pesar de ser un día como cualquier otro, a pesar de tratarse de un beso más, Minato sabía que ese era el hombre al que debía besar por el resto de su vida. Era tan único a su manera, la intensidad de sus labios derrochando tanta devoción, sencillez y amor que le pareció un beso eterno… Hasta que un saltito en medio de sus cuerpos los hizo separarse.

Fugaku dibujó la sonrisa que le pertenecía exclusivamente al rubio, esa sonrisa que estremecía su mundo. Sus manos fueron a parar a su vientre, ya crecidito.

—¿Crees que sabe lo que estamos haciendo? —preguntó Minato.

—Creo que sabe que su padre ama muchísimo a su papi, está en primera fila, puede sentirlo —respondió Fugaku, incorporándose para besarle otra vez con la misma delirante perfección.

Sobra decir que nuestro rubio comprobó aquel secreto a voces que decía que hacer el amor al despertar era lo mejor.

El día empezó y transcurrió tranquilamente, aunque el Uchiha tuvo que hacer frente a todos esos regalos empalagosos que llegaban de parte de todos los amigos (¡fans!) a su esposo. Hacía poco habían ido a pasear, a salir a ver una película o hablar por horas como cuando eran novios.

Volviendo al presente, Minato acarició con suavidad su vientre oculto tras el abrigo. No se notaba tenso a sí mismo y eso era muy importante para la criatura que crecía en su interior.

—¿Por qué no tomamos un nuevo callejón? —sugirió.

—¿Para qué?

—Dices que solo es uno, y nosotros somos dos. O encaramos al sujeto o llamamos a la policía.

—Minato, no los puedo poner en peligro solo por un-

—Entonces hazte cargo de él. No me pasará nada. Ven, vamos.

Minato los arrastró al próximo callejón que vislumbró entre el gentío. Dieron una cantidad considerable de pasos, se dio la vuelta listo para encarar a un maleante (un poco feo en su imaginación), y entonces…

… vio un cachorrito, con las orejas caídas y los ojos muy grandes, suplicando por cariño o atención. Era esa especie de perro similar a los lobos. A los ojos de Minato, era un encanto de color negro y blanco, dueño de unos tiernos ojos celestes.

—¿Ese es nuestro perseguidor?

—Sí.

—Ya veo…

Minato le dejó ir un buen coscorrón a su esposo, justo en la coronilla.

—¡Hiciste que me preocupara mucho, Uchiha idiota! ¡Creí que se trataba de algún ladrón o algo peor!

—Nunca dije eso —susurró el moreno con ambas manos en su cabeza.

—Eres un paranoico, es solo un perrito —espetó el otro y caminó hacia el animalito, tomándolo entre sus manos y examinándolo de cerca—. Tú vendrás a casa con nosotros —dijo dirigiéndose al cachorro.

—Minato, no.

—¿No qué?

—No puedes.

—Cariño, estoy embarazado. Tengo derecho a hacer lo que se me venga en gana. Además, dame un buen motivo para no hacerlo.

—Porque… seguramente tiene parásitos, y suelta mucho pelo, y necesitará salir a pasear, y se subirá en los sillones, y luego se hará más grande y soltará más pelo y… y… ¿Y qué tal si no le gusta al bebé?

—Ahora estás hablando tonterías.

El rubio acercó el perrito a una de las manos del Uchiha. El cachorro lo olisqueó, pronto empezó a mover la colita y ladró alegremente, haciendo que el moreno lo tomara con un brazo.

—Es muy gracioso —comentó Fugaku observándolo de cerca.

—¿Ves? Le caemos bien.

—Aun así, he dicho que no y es mi última palabra.

Y fue así como el perrito fue a parar a casa del matrimonio Uchiha-Namikaze, en aquella afortunada tarde de un día de los enamorados.

 

Notas finales:

Feliz día de San Valentín.


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