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Tan sencillo como los tulipanes amarillos por Kyasurin W

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Notas del capitulo:

Me costó bastante escribir este capítulo, por eso la demora >< pido una disculpa a todos.

 

-Oí que terminaste con tu novia. —Se sentó frente a mí una chica de cabello castaño que le llegaba a la altura de los hombros, ojos del mismo color y con una sonrisa de oreja a oreja. Su escote era bastante marcado, me miraba insinuante.

-Hmm… sí. —Le respondí confundido.

¿Cómo era que se llamaba? ¿María, Mariela, Marissa? Esa chica me lleva observando y hasta siguiendo desde hace más de medio año, la ignoraba y lo sigo haciendo. Es obvio que le gusto, pero es algo unilateral.

-Marina. —Rodó los ojos como si pudiera leer mi mente— ¿Estás libre el viernes por la noche?

-Perdón por la tardanza, es que mi última clase se alargó…—Apareció Andrés agitado, se veía que venía corriendo— Oh. —Se detuvo al ver a Marina sentada.

-No estoy libre. Si me disculpas… —Miré a Andrés, insinuándole a la chica para que se fuera.

Ella sólo torció la boca molesta y se retiró.

-Tienes muchas admiradoras… —Dijo tímidamente Andrés y se sentó en la silla de mi lado.

-A mí sólo me interesas tú.

Noté un sonrojo en sus mejillas. Los murmullos de la cafetería de la escuela eran muy altos para que alguien pudiera escucharnos.

-Oye… ¿vas a salir mañana? Es tu cumpleaños…

-No lo creo. ¿Por qué? ¿Harás una fiesta?

-No, exactamente…

-¿Has terminado con tus clases? ¿Nos vamos a casa?

Asintió y nos levantamos de nuestros asientos. En lo que caminábamos hacia la salida, inspeccioné el área, desde hace un par de días que no veo a Luciana por ninguna parte, no me ha llamado, como esperaba o reclamado. Por su personalidad, creí que era lo más típico de ella, pero por su reacción al romper, tal vez no sea tan antipática como pensaba.

En el auto, ambos nos mantuvimos en silencio como era costumbre, las canciones aleatorias de la radio llenaban el ambiente. En cada ocasión que podía volteaba a verlo, él no parecía percatarse de ello, su vista estaba puesta al exterior de la ventana.

Me alegraba y dejaba en mí una sensación de tranquilidad el ver su rostro. Para la mayoría él no era más que un chico común y corriente, pero para mí, él era el chico más hermoso que había visto en mi vida. Tan dulce, cordial, agradable, tan sencillo, parecía que no te podía ofrecer nada pero te lo daba todo. Cada día quedaba fascinado con este pequeño. Cuando lo veía lo único que podía hacer era contenerme las ganas de abrazarlo y besarlo como si no hubiese mañana.

Al llegar, estacioné el auto en el garaje, nos bajamos y llamé al ascensor.

-Gracias por traerme.

-Es innecesario agradecer. Vivimos en el mismo sitio.

-Aún así… gracias. —Sonrió.

Lo tomé de la mano y lo metí al ascensor. Sus nervios se hacían más que presentes. Le di un apretón a su mano que seguía sin soltar. El elevador se detuvo en el segundo piso y abordaron tres personas más, solté su mano y rodeé su cintura por detrás con mi brazo, ambos estábamos pegados hasta la esquina, lo que hacía dificultaba la visión de nuestras acciones. Lo hice con el pretexto para que los demás tuvieran espacio. Con mis dedos acariciaba su costado, él estaba muy rígido, demasiado tenso.

-No pueden vernos… —Agaché mi rostro discretamente, susurrándole al oído.

Me volteó a ver más tranquilo y sus hombros se relajaron. Las puertas del ascensor se abrieron en el penúltimo piso, ambos salimos haciendo gestos de despedidas a las demás personas.

-¿Estás bien? —Pregunté mientras metía la llave en el cerrojo de la puerta.

-Sí.

Me hice a un lado, cediéndole el paso, me agradeció como siempre.

-¿Estás emocionado por tu cumpleaños? —Apoyó sus antebrazos en la barra y me miró fijo.

-No mucho. Me da igual.

-¿Por qué?

-Pooorque… es sólo un año más que pasa, un año más cerca de la muerte. —Tomé la misma pose que él, colocándome en frente.

-No lo digas tan feo.  Es un año más de vida.

-Eres un niño. —Me acerqué a él y dejé un beso en la punta de su nariz, que arrugó rápidamente.

-¿Qué quieres comer? —Preguntó con una voz chillona que me sacó unas risas.

-Cualquier cosa que venga de ti me gusta. —Se enderezó rápidamente y me miró algo sorprendido. No le presté mucha atención y fui a mi habitación.

 

Al poco rato me llamó para almorzar. Hablamos de cosas sin sentido, y me seguía preguntando acerca de mi cumpleaños, yo le respondía sin problema, pero la curiosidad me mataba de porqué quería saber tanto acerca del tema.

Después de comer se fue a trabajar y yo me quedé solo en el apartamento. Me recosté en el sillón de la sala a disfrutar las últimas tardes libres que me quedaban, a partir de la próxima semana ya comenzaba a trabajar normalmente.

Encendí el televisor buscando algo interesante que ver. En eso se me vino una idea a la mente, ¿debería darle un regalo de Navidad a Andrés? Sería absurdo decir que sería un regalo de amistad, somos más que amigos, pero menos que novios.

Aún sigo considerando la idea de iniciar una relación con él, me gustaría conocerlo más, saber muchas cosas sobre él. Siento que es inapropiado preguntarle cosas que a él no le gusta hablar, tengo que ganarme su confianza poco a poco. Es tan extraña la sensación que me produce estar ceca de él, jamás me había puesto en plan para conquistar a alguien.

Mi celular comenzó a sonar en el bolsillo de mi pantalón, lo saqué rápidamente. Era mi madre.

-¿Qué pasó?

-Hijo, ¿ya fuiste a ver a Luciana?

-¿Luciana? ¿Sandy no te ha dicho que terminé con ella?

-Sí, lo sé. Pero se conocen desde hace mucho, lo más prudente es que la vayas a ver al hospital, y más ahora.

-¿Al hospital? ¿De qué hablas?

-¿No sabes? Tuvo un accidente. Ve a verla, es en el hospital local.

-Ahora voy. Gracias por avisarme, nos vemos.

Terminé la llamada. Me quedé pasmado, ¿un accidente? Sólo espero que esté bien…

Apagué el televisor y tomé las llaves del auto, salí del apartamento velozmente. Cuando me di cuenta ya había llegado al hospital.

-Disculpa, ¿la habitación de Luciana Romero? —Le pregunté a la recepcionista.

-Un momento, por favor. —Revisó una lista en su computadora— ¿Es un familiar?

-Un amigo suyo.

-Es la habitación número cinco. En media hora se acaba la hora de visitas.

Le di las gracias a la señorita y entré por el pasillo buscando la habitación. Al llegar toqué la puerta para asegurarme que no había alguien más, no obtuve respuesta por lo que pasé.

Luciana abrió los ojos en cuanto me vio, estaba acostada en la cama blanca, al igual que todas las paredes, su cara lucía igual, sin ninguna magulladura, sólo sin maquillaje.

-Amor…  —Musitó.

-¿Qué sucedió? —Tomé una silla y me senté a su lado.

-Eso es lo que deberías saber tú…

-¿De qué hablas?

Se inclinó hacia delante y sacó un sobre de papel que tenía escondido debajo de las almohadas, me lo entregó. La miré confundido y abrí el sobre sacando de él un par de fotos.

En ellos se miraba a Luciana y Andrés, ¿discutiendo? Parecía que era de noche y estaba nevando, en la siguiente foto Andrés tomaba el brazo de Luciana, por su expresión diría que estaba enojado. Por el ángulo en que fueron tomadas las fotos sólo podía ver de frente al chico y no a ella.

-¿Qué es esto? —Pregunté desconcertado.

-¿No es obvio? Si estoy aquí es por tu amiguito. Él me golpeó, ¿no ves? —Estiró sus brazos enseñándome pequeños moretones y rasguños.

-Él no haría algo así.

-¿Por qué lo defiendes tanto? ¿De verdad vas a creer que no hizo nada? Estoy en el hospital, con marcas en mi cuerpo y te estoy enseñando pruebas. Apuesto que no sabes nada de él. Sebastián… —Acercó su rostro al mío—Te conozco desde que éramos niños, vivimos muchas cosas juntos. Créeme.

-¿Cómo es que estabas con él en ese momento?

-Yo iba pasando por ahí… me lo encontré y me agredió…

-Tú has sido muy grosera con él.

-Eso no justifica lo hizo. Me duele que dudes de mí. —Tomó mi mano— Me alegra que hayas venido a verme. —Dejó un pequeño beso en mis labios.

-Luciana… ¿de verdad él hizo esto?

-Claro que sí.

Tragué en seco. No lo creía, mi mente no asimilaba que él fuera capaz de hacer algo así, no era agresivo, de hecho, se comportaba bastante tranquilo. Mi mente estaba hecha todo un lío, por una parte Luciana tenía razón, yo la conocía desde casi toda mi vida y habíamos pasado muchas cosas juntos, sería traicionar todos los años que vivimos si dudaba de ella por un chico que conocía hace un mes. Pero algo no concordaba con todo esto, sin embargo, no iba a permitir que Andrés le pusiera un dedo encima a una chica y menos a ella. Es verdad que ya no tengo nada con ella, pero eso no excusa sus acciones.

Notas finales:

Gracias por sus buenas críticas, de verdad que me ayudan mucho <3


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