Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tan sencillo como los tulipanes amarillos por Kyasurin W

[Reviews - 149]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Volvemos a la perspectiva de Sebastián ~

Para que no se confundan en el tiempo, este capítulo comienza cuando Andrés se va a trabajar en el anterior ^^

Después del incidente de la otra vez, no había mencionado el tema y él tampoco, seguía actuando como siempre, igual de alegre, sólo que ahora lo veía desde otra perspectiva, a veces sentía que sólo estaba fingiendo, pero fingir por tanto tiempo, me parecía extraño, no había dejado de pensar en él, en lo que le pudo ocurrir para lastimarse tanto.  Aunque diversas veces me traté de convencer a mí mismo que no debo sentir nada por él, me es imposible no preocuparme, las ideas e imágenes de verlo sufrir en un pasado me persiguen a donde quiera que vaya.

-¿Hoy vas a trabajar?

-Sí. Regresaré un poco más tarde, cubriré el turno de una de mis compañeras, ¿por qué? ¿Necesitas algo? —Me miró curioso, dándole una mordida a su sándwich.

-No, estoy bien.

-Has estado extraño, ¿te pasa algo? Sé que no te conozco, pero quizá te pueda ayudar.

-No, realmente.

-Bueno. —Terminó de comer— Me tengo que ir ya, nos vemos luego.

-Cuídate.

Volteó a mirarme algo sorprendido y después sonrío.

Suspiré agotado, esa angustia no desaparecía. Tomé mi móvil y llaves, salí de casa, bajando por el elevador, y subí a mi auto. Con todo este alboroto mental olvidé que mi madre me había invitado a comer.

Los sonidos armoniosos de la pieza Liebestraum de Franz Liszt resonaba en mi cabeza todo el camino, creándome una sensación de nostalgia. Vaya que mi papá era un conocedor de la música clásica, tuve la suerte de encontrarme el CD en mi auto, lo conservaría. A veces la tranquilidad que me propinaba el escuchar el piano me distraía completamente, que cuando el semáforo cambiaba de color me quedaba parado y los cláxones de los demás autos no tardaban en sonar, soltando una que otra maldición hacia mí.

Estacioné el auto enfrente de la entrada de la casa de mis padres, sólo estaría ahí unas horas, no tenía caso meterlo a la cochera, era una casa bastante grande con una fachada moderna en naranja pálido, los pequeños faroles de la entrada, más las decoraciones de madera del exterior  le daban un toque acogedor y  rústico. Toqué la puerta donde mi hermana pequeña me recibió con un gran abrazo, colgándose de mi cuello. Saludé a mi mamá la cual me aviso que mi padre no tardaba en llegar.

Nos sentamos en uno de los sillones alargados de piel negra, las dos mujeres no tardaron en abalanzarse sobre mí.

-¿Qué tal tu nueva vida, cariño? —Mi madre contenía su sonrisa.

-¡Sí! Anda, hermanito, cuéntanos. ¿Qué tal te llevas con Andy?

¿Andy? ¿Quién coño era Andy? Me quedé imperturbable con la mente en blanco hasta que caí en razón, se refería a Andrés.

-Espera, ¿cómo es que Sandy conoce a Andrés? —Miré a mi mamá totalmente desorientado. No podía ser posible que todos sepan más cosas que yo.

-Bueno, hijo, ella me acompañó un día a hacer las entrevistas y ahí conocimos al chico, es demasiado amable, ¿sabes? Lo adoramos apenas lo conocimos, es buen chico.

-¡Dile Andy! ¡Así suena más lindo!

-¿Qué saben de él? ¿Qué les dijo?

-¿Qué te sucede, Sebastián?  No es un mal chico, no sé por qué actúas de esa forma, no es ningún delincuente.

No le podía decir a mi madre, no podía hacerle saber que ese chico escondía algo tan profundo.

-N-nada, curiosidad.

-Estás actuando muy raro. —Sandy me miró preocupada, tomó mi mano presionándola.

-Estoy bien, de verdad. —Sonreí a duras penas. Mi madre sólo suspiro con desaprobación, sin embargo, no dijo nada.

-¡Ya llegué familia! —Se oyó una voz grave en el vestíbulo.

-Amor, si te dije que venía Sebastián a comer, ¿verdad? —Mi madre se puso de pie, recibiendo a mi padre, se dieron un beso de bienvenida.

-¡Hijo! Tenía tiempo que no te veía, te ves diferente, todo un hombre. —Me abrazó con un brazo ya que en el otro venía cargando planos y demás materiales.

-Sólo tiene dos semanas, papá. —Sonreí de lado y le correspondí el abrazo.

-¡Papáaaa! —Corrió mi hermana, abrazando a mi padre de la misma forma que lo hizo conmigo.

-Mi princesa. —La tomó entre sus brazos.

-Bueno, bueno. Ya que toda la familia está reunida, es hora de almorzar, así que, niños, váyanse a lavar las manos  y siéntense. Iré a ver cómo va Cecilia con la comida.

Mi madre planeaba cada segundo como siempre. Sonreí hacia mí, recordando los viejos tiempos.

-Vamos. —Sandy me tomó de la mano, arrastrándome al baño.

Abrimos el grifo mojando nuestras manos y untándonos el jabón.  Ambos estábamos en el mismo lavabo. La miré a través del espejo sin que se diera cuenta, ya era todo una señorita, a pesar de tener un lado infantil a sus dieciocho años era madura, recordé cuando nació y mi mamá la trajo cargando en sus brazos la primera vez, era tan pequeña y a mí me daba miedo tocarla porque pensaba que se rompería. Sonreí sintiéndome tonto por pensar como un anciano.

Se percató que la miraba y arrugó la frente para después sonreír ampliamente.

-¿Qué? —Me dijo riendo.

-Nada. —Sonreí— Oye, Sandy, tu… ¿piensas que Andrés es… atractivo? —Murmuré, no sé de dónde salió aquella pregunta, me avergoncé al instante— ¿Qué tal la escuela? —Tomé la pequeña toalla secando mis manos. Cambié de tema rápidamente, no quería que pensara mal.

Sandy se mantuvo en silencio mientras secaba sus manos. Estaba a punto de salir cuando escuché su voz.

-Feo no es, me parece un chico común y corriente, creo que es bastante dulce, más allá de su físico. Pero no es alguien con quien saldría, de hecho me resulta difícil imaginármelo con alguien. 

Su tono sonaba serio. Esperaba que no sospechara nada. Salimos del baño y nos sentamos en el comedor rectangular de cedro donde mis padres nos esperaban ya con la mesa puesta.

-Tardaron mucho, chicos. —Mi madre nos miró con el ceño fruncido. Sandy y yo nos mantuvimos en silencio, lo cual le agradecí internamente por no mencionar nada acerca de aquella cuestión.

Cecilia, la muchacha de servicio, nos sirvió la comida. Lasaña, mi platillo favorito, mi madre me sonrío complacida, ella lo había planeado todo por mi visita, le sonreí emocionado, a pesar de ser bastante controladora y suspicaz, ella sabía consentirme y hacerme feliz

Durante todo el almuerzo estuvimos recordando viejas memorias del pasado, como cuando yo tenía 10 años y olvidé por accidente a Sandy en el supermercado, mi mamá me encontró por el pasillo vagando solo, se puso como loca, la tuvieron que vocear por todo el super para que los empleados y clientes avisaran si la veían, al final el gerente la encontró y se la entregó a mi mamá y a mí no me fue nada bien después de eso. Nos reímos y platicamos como siempre, extrañaba esas conversaciones de familia, por unas horas me olvide de todos y recordé cuan tranquila era mi vida antes de crecer, lo tenía todo.

Y no es que ahora me haga falta algo, pero no es lo mismo a cuando eres un niño y realmente no te importa nada, unos cuantos dulces te hacen feliz más que cualquier cosa. Ahora unos simples dulces no me quitaban ni el dolor de cabeza, tenía tantas obligaciones y ocupaciones que el hecho de estar con mi familia me reconfortaba al máximo, jamás creí necesitar tanto el cariño por parte de ellos.

Me despedí de mi hermana y mis padres dándoles un fuerte abrazo, les prometí que vendría a visitarlos pronto. Subí a mi auto, esta vez anduve todo el camino en silencio, el trayecto se me hizo más rápido que el de ida.

Estaba por doblar en la esquina cuando detuve el auto. Reconocí una silueta parada en medio de la calle, era Andrés.  Arrugué la frente tratando de aclarar mi visión, me di cuenta que estaba acompañado. ¿Quién era ese tipo? Por un momento sentí un impulso de bajarme del auto y golpear a ese desconocido, pero me controlé. Respiré hondo. Aquel sujeto le sonreía mucho y lo miraba de una forma diferente, Andrés lucía nervioso. Parecían novios… se suponía que si ya tiene alguien debería sentirme aliviado, pero en cambio de eso, me siento tan enojado y con ganas de asesinar a alguien, sólo quería que ese jodido tipo dejara de sonreírle de esa forma.

Andrés parecía despedirse del Sr. Imbécil y por fin entró al edificio.

 

Abrí la puerta de mi apartamento encontrándome cara a cara con él, di un respingo al verlo tan cerca.

-¿A-andy?

-¿Andy? Es un lindo sobrenombre, ¿te puedo decir Sebas? —Me sonrío con dulzura.

Q-qué mierda, se me salió por completo, pasar tanto tiempo con Sandy me afecta. Aclaré mi garganta.

-Lo siento. Dime como quieras.  —Pasé de él y fui con dirección a mi cuarto, sentí su mirada a mis espaldas, no quise voltear.

Si lo hacía sé que le gritaría pidiéndole explicaciones  sin fundamento de quién era ese sujeto y qué hacía con él.

¡Si de verdad le gusto no debería fijarse en nadie más!

Me abalancé sobre la cama después de asegurarme de cerrar la puerta, me quedé inmóvil por varios minutos, con los ojos cerrados, aspirando el olor a suavizante de las sábanas. No quería pensar en nada, la había pasado muy bien, para arruinarlo con ese tipo. Aunque su culpa no era realmente de él, sino mía, por pensar tanto en cosas que se suponen que no tienen nada que ver conmigo.  No debería importarme su vida amorosa…

Unos golpes en mi puerta me hicieron enderezarme, me levanté y abrí la puerta.
Andrés me miraba fijamente, en sus manos tenía una pequeña copa con lo que parecía ser helado, lucía nervioso.

-Yo… cuando salí del trabajar me regalaron helado y pensé que querías un poco… porque bueno, parecías un poco molesto… quizá esto te suba el ánimo. —Extendió sus manos ofreciéndome el helado.

¿Por qué hace esto? Actúa como una mascota, como un perrito que siempre va detrás del dueño, no tiene que ser tan… ¿fiel? O quizá sí.

-Gracias. —Tomé la pequeña copa.

Se quedó estático, sólo me miraba, con ese brillo en sus ojos.

-¿Estás bien?  —Se dio cuenta que aún me miraba y se puso colorado hasta la raíz.

-S-sí. —Agachó la cabeza. Estaba a punto de tocar su hombro  cuando mi mano fue detenida por la suya, entrelazó nuestros dedos y la apretó con fuerza. Sentí algo dentro de mí, en mi estómago, revolotear, pero no tenía ganas de vomitar, entonces ¿qué era eso? Me asusté por la sensación y quité mi mano enseguida— Lo siento. —Se dio la media vuelta y salió casi corriendo.

Él no haría esto si tuviera novio, ¿será que de verdad le gusto?  Lo que me asusta no son sus sentimientos de él hacia mí, sino al contrario, dejé de verlo como un vecino y comienzo a verlo como un chico.

*       *           *

Era miércoles por la mañana y me encontraba sentado en la barra, desayunando un plato de cereal con leche, mientras miraba las noticias. Cuando desperté noté que Andrés no estaba, se fue demasiado temprano y no sabía a dónde. Al terminar llevé mi plato al fregadero y fui al baño a lavarme los dientes para irme a la Universidad. Como era época de exámenes no llevábamos muchas cosas por lo que mi mochila estaba casi vacía, sólo cargaba un par de libretas y algo con qué escribir.

 

Terminé de estacionar el auto en el estacionamiento exclusivo para los alumnos, saludé a unos compañeros mientras tomaba mis cosas. Caminé por todo el campus buscando a Andrés. Aún seguía confundido por mis sentimientos por él, cuando tenía dudas siempre lo hablaba con mi madre y me daba consejos muy útiles sobre las chicas, pero aquí el tema, era que esta vez no se trataba de una chica, lo que hace que me encontrara peor, no podía hablarlo con nadie, no podía decir tan fácilmente lo que sentía, aunque no tenía idea de qué sentía.

 Cada vez que los recuerdos de la noche anterior, de él tomando mi mano de esa forma, tan tímido, tan él… con esa esencia tan inocente que tiene, y provocándome cosas tan desconocidas, venían a mi cabeza, sentía mi torrente sanguíneo dispararse y mi corazón no paraba de latir de esa forma tan… antinatural. Ni siquiera con Luciana sucedía de esa forma, la quería, es verdad, pero jamás estuve ni estoy seguro de estar enamorado de ella. Su forma de ser a veces me resultaba tan sofocante, comienzo a creer que sólo estamos juntos por compromiso. Su padre y el mío trabajan en el mismo negocio, son socios. Así fue como la conocí. A pesar de ser tan hermosa por fuera, dejaba mucho que desear por dentro.

Localicé a Andrés entre la multitud de alumnos que pasaban, se veía tan pequeño e inofensivo. Llevaba una camisa negra de manga larga y unos jeans ajustados, nuestras miradas se cruzaron y  quedaron suspendidas en el aire.

-Sebas, no me llamaste anoche. —Una cabellera rubia se plantó en frente de mí, rompiendo mi contacto visual.

-¿Ah? —Ni siquiera escuché lo que dijo. Traté de encontrar a Andrés nuevamente, pero había desaparecido ya.

-Estás muy distraído, ¿qué te pasa?

-Nada, vamos.

Me tomó de la mano y nos dirigimos a los salones, la dejé en el suyo, ya que ella estudiaba cosmetología, me dio un beso corto en forma de despedida que me supo amargo.

Caminé hasta mi salón y me senté en mi pupitre, con mi cabeza por las nubes. ¿Cómo sería estar con un chico? Soy y siempre me había considerado heterosexual, me gustaban las mujeres, había tenido varias novias desde que era un adolescente, y había estado con Luciana durante 3 años, incluso habíamos tenido relaciones sexuales, y no podía negar que me gustó hacerlo. Nunca había pensado en un chico de esa forma, ¿cómo amante…? Es decir, ellos no tienen las mismas cosas que una mujer, no sabía si se sentía igual de bien… ni siquiera sabía por qué estaba pensando en esas cosas, no es como si fuera a hacer algo así con él…

Mordí la punta de mi lengua y miré a mis compañeros, como si ellos pudieran leer mis pensamientos, gracias al cielo no. Entró el profesor y nos aplicó el examen, estaba algo nervioso, no había podido estudiar correctamente por culpa de un pequeño pelinegro que invade los pensamientos de las personas sin consultarlos.

Terminó el examen y caminé por los pasillos agotado mentalmente. Sólo esperaba salir bien en la prueba, de verdad quería graduarme cuanto antes. Aún era temprano, las diez de la mañana en punto, Luciana debía seguir en sus clases. Pasé a la cafetería a comprar un paquete de galletas y caminé por todo el jardín buscando un lugar lejos de la gente, no quería sentarme en una mesa con tipos molestos a mis alrededores.

Caminé, y caminé hasta llegar al área de recursos humanos, encontré un pequeño jardín a lado del edificio, limitado por unos arbustos con pequeñas flores rojas, parecía un callejón. Estaba a punto de cruzar la línea invisible que marcaba el territorio de comienzo cuando vi a una persona sentada, cruzada de piernas, bebiendo… ¿jugo?

Me escondí tras la pared, rápidamente, ¿por qué de todos los lugares me lo encuentro ahora que estoy más desorientado en mis pensamientos? Si lo veía ahora quizá diría o haría algo que me haría dudar de mi sexualidad.

Salí corriendo lo más rápido que pude, no quería que se diera cuenta  que estaba ahí y de lo estúpido que actuaba, de seguro Sandy era más madura en estos temas que yo. Me quedé sentado en una banca cualquiera, comiendo mis galletas.

Recordé que Andrés estaba solo, de hecho, desde que llegó siempre está solo. Es alguien agradable y habla bastante, debería facilitársele hacer amigos.

«…es que me emocioné mucho al saber que también estabas ahí, ya sabes, así no me sentiría tan solo en esa gran escuela… »

Oh mierda, el mismo me lo había dicho y yo no le hice caso, incluso lo corrí de esa forma tan grosera.  Soy un idiota, un verdadero idiota…

 

 

Al terminar las clases, me deshice de Luciana, poniéndole una tonta excusa, no quería que viniera conmigo. Tenía que arreglar las cosas con Andrés, pedirle perdón por todas mis groserías, ser amigos y tener una buena relación de compañeros, así debió ser desde un principio, pero mi miedo y orgullo buenos para nada sólo hicieron que arruinara todo.

Después de asegurarme que Luciana se hubiera ido, esperé detrás de un árbol, escondido, quería sorprenderlo para irnos juntos a casa y forjar un nuevo vínculo.

Y sí, vi a Andrés, pero mis pies no se movieron, me quedé helado. Sr. Imbécil, el mismo de ayer, lo sabía, porque tenía el mismo perfil, lo esperaba y lo miraba con esos ojos, llenos de deseo y lujuria. No logré ver la expresión de Andrés, ellos se iban, uno al lado del otro, estaban a punto de cruzar la puerta cuando el tipo volteó a verme y me sonrío burlonamente.

En el momento que vi su rostro, sentí que el tiempo se detuvo  y una rabia enorme comenzaba a brotar por mis poros. No puede ser…  ¿era el mismo sujeto de hace años?

Notas finales:

Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).