Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tan sencillo como los tulipanes amarillos por Kyasurin W

[Reviews - 149]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Gracias por sus comentarios! Estoy infinitamente agradecida ^^

Sentí un cosquilleo recorrer mi cuello, subiendo hasta llegar a mi oído, la sensación me resultaba divertida, soltaba pequeñas risas entre dientes, y mi cuerpo se removía ligeramente.

“Andy, Andy…”  Una voz suave pronunciaba mi nombre, el sonido que producía era como una dulce melodía que hacía eco en mi cabeza.

Traté de abrir los ojos pero se me cerraban casi automáticamente, nunca me había sentido tan casando. Pensé que podía quedarme dormido así toda la vida, era el mismo paraíso.

Mi cuerpo se sacudía despacio, como si tuviera ligeras convulsiones. Toqué mi hombro que era el lugar donde provenía aquel estremecimiento y me encontré con unos dedos. Dudé un poco, estaba desorientado, no sabía si esa era mi mano o la de alguien más.

No me esforcé en encontrar la respuesta, estaba tan ausente de mí mismo, que me daba igual lo que pasara a mi alrededor, solo quería seguir durmiendo. El movimiento cesó después de unos pocos minutos y volví a caer en mi tan maravilloso sueño.

 

 

Me senté sobre la cama, soltando un gran bostezo, tallé mis ojos para sofocar mi visión borrosa. Recorrí con la mirada la habitación, como si fuese la primera vez que estaba allí, todo parecía normal, pero algo no me cuadraba.

Traté de desechar el pensamiento y me puse de pie. Salí de la habitación, cruzando el pasillo para ir al baño, me lavé la cara y los dientes.

Y en el momento que toqué la manija para abrir la puerta recordé que era lo que estaba fuera de lugar.

¡La maldita Universidad!

Salí corriendo a mi cuarto, busqué el móvil por todos lados para ver la hora, abrí el armario, revolviendo toda mi ropa, debajo de la cama, en los cajones de la mesita y nada.

Me sentí perdido en el tiempo. Me detuve un momento, tratando de recapitular todos los hechos del día anterior y así averiguar donde dejé mi celular.

“Los labios de Sebastián sobre los míos, saboreándolos, sintiendo su cálida y feroz lengua profanar mi boca. Su cautivadora esencia impregnada por todo mi pecho, esas placenteras descargas eléctricas que recorrían mi columna y se anidaban en mi entrepierna. Mi torrente sanguíneo en la cúspide y mi corazón luchando para sobrevivir.”

Me tapé la boca con la palma de mi mano, la vergüenza hacia mis piernas temblar. Ni siquiera necesitaba mirarme a un espejo para saber que estaba rojo como un tomate.

Me b-besé con Sebastián.

¿De dónde había venido tanto valor para decirle todo lo que le dije anoche? Cualquiera que haya sido el motivo, no sabía si era bueno o malo. ¿Cómo estará él? ¿Se habrá arrepentido?

Salí cuidadosamente por el corredor, llegué hasta la cocina y no estaba por ningún lado. Suspiré aliviado.

-¿Cómo amaneciste?

Su presencia apareció frente a mí. Me miraba con esos intensos ojos verdes que tanto adoraba, su sonrisa de comercial, adornando su rostro y el cabello pardo peinado a la perfección. De él emanaba un aura hipnotizante. Podía sentir su aroma chocar contra mis fosas nasales, ese mismo olor de ayer, tan sugestivo. Lucía tan fresco, tan guapo, tan jodidamente atractivo.

¿Este hombre me había besado?

Lo miraba estupefacto, yo no era nada al lado de él. Me sentía ridículo de tan solo verlo, yo en pijama, con cara de mono recién levantado, ni siquiera me había duchado.

-¿Estás bien? —Insistió.

-S-sí. —Abrí la nevera, buscando sin buscar nada. No quería verlo, de hecho, no quería que él me viera. ¿Con que cara lo iba a ver después de lo de anoche?

-Traté de levantarte de todas las formas en la mañana para ir a la Universidad, pero no te despertabas, ¿sabes? Te reías, parecía que soñabas algo gracioso. Al final, no quise obligarte, te veías muy adorable durmiendo, así que dejé que siguieras.

¿Pero qué…? Cerré el frigorífico de golpe, estaba pasmado. No sólo me declaré y me besé con él, sino que me había visto dormir. Me vio en una de las facetas más vergonzosas de mi vida, no sé que me hace sentir peor, el hecho de que me observara o que le pareciera adorable.

-¿Y tú si fuiste? —Traté de cambiar de tema.

-Ajá. Acabo de regresar, de hecho.

-¿Qué hora es?

-Las dos y media.

-¡¿En serio?! Tengo que ir a trabajar a las cuatro y acabo de despertar. Lo siento mucho, no hice nada para el almuerzo, y… y... tengo que ducharme. No sé cómo pude dormir tanto. Perdona.

-Tranquilo, no hay problema. No soy tan inútil.

-Bueno… voy a ducharme.

-¿Puedo ducharme contigo?

Mis mejillas ardieron al igual que otras partes de mi cuerpo. ¿B-bañarme con Sebastián? Eso significaría que ambos estaríamos desnudos y…  Jamás había tenido ese tipo de pensamientos con él, todo lo que sentía era romance superficial, sin nada de contacto físico, ni siquiera besos. Me resultaba escandaloso y perturbador que alguien me pusiera una mano encima, pero con él era diferente, todo lo que hacía parecía carecer de malicia, como si él de verdad sintiera algo por mí.

-Era broma. —Dijo con apatía.

Lo miré por unos segundos más, dándome cuenta del silencio que había provocado. Asentí con la cabeza a manera de despedida y regresé a mi habitación.

*     *     *

Mientras me acomodaba la camisa en el baño del restaurante, recordé el cumpleaños de Sebastián, estaba a menos de una semana. ¿Debería darle algo? No sé qué le gusta y qué no, qué tal si le doy algo que odia, me odiará a mi también.

O tal vez se haga ideas extrañas acerca de mí, pero supongo que no sería un problema. Él ya sabe que me gusta y lo que siento por él, pero yo no sé nada.

Tomé el móvil de mi maleta, al final, siempre había estado allí. Marqué el número de Sandy, los intercambiamos la última vez que nos vimos, lo que lo hace irónico, Sebastián y yo llevamos viéndonos día a día y no tengo su número.

-¿Andy? —Su voz sonó después de dos tonos de espera.

-Hola, Sandy. Perdona que te llame así, ¿estás ocupada?

-Estoy por salir en media hora, pero dime, ¿qué pasa?

-Es que… el cumpleaños de Sebas ya casi está cerca y…

-…y no sabes qué regalarle.

-No sé sus gustos. —Dije en un tono deprimido.

-Regálale algo que salga de tu corazón, no necesitas saber qué le gusta o qué necesita, sé espontáneo, estoy seguro que cualquier cosa que provenga de ti, le encantará. Él no celebra nunca su cumpleaños, pero si tú le regalas algo, los amará.

-Gracias. Me eres de mucha ayuda.

-No hay nada que agradecer, dije que te apoyaría. Tengo que irme, nos vemos luego. Me cuentas que le regalaste siempre, ¿sí?

-¡Sí! Cuídate, nos vemos.

Había recibido el último empujón que necesitaba y de una persona confiable y cercana a él. Aún no termino de asimilar que le encantará cualquier cosa que provenga de mí. ¿A qué se refiere exactamente con eso?

Salí de los sanitarios y fui hasta el cuarto de servicio. Abrí el casillero y guardé todas mis cosas dentro. Gabriel entró un rato después de mí para hacer lo mismo. No nos dirigimos la palabra en ningún momento, la habitación se atestó de fastidio y yo no tardé en huir de ahí.

El local a diferencia de otros días estuvo atiborrado de gente, hacían cola incluso para poder pasar, por lo que el trabajo aumentó, al igual que mis propinas. El entorno estaba en modo navideño, incluso el restaurante tenía su propio árbol adornado por luces y esferas de colores brillantes. Ya era costumbre que cada noche nevara, por lo que se veía a las personas vestir abrigos enormes con bufandas.

Las mesas estaban ocupadas principalmente por familias, reían y se colmaban de comida. Se veían alegres, disfrutaban de la compañía ajena, al igual que los niños, no paraban de sonreír.

La melancolía comenzó a hacerse presente. Nunca tuve una infancia que sea digna de atesorar, al contrario, solo me hizo desear la muerte en varias ocasiones.

Quité esos pensamientos de mi mente, no quería ponerme de esa forma, afectaría mi trabajo, no es posible que me aflija tanto, y menos ahora. Se supone que estoy estable.

 

Terminé mi trabajo como siempre, sin ninguna novedad importante. Me despedí de Melisa y de los demás chicos que trabajaban ahí.

Después de tanto pensar me decidí por regalarle un pastel a Sebastián. Uno comprado me saldría caro, así que pensé en cocinarlo yo mismo.

El supermercado quedaba a unas cuatro cuadras de donde estaba, el tiempo estaba frío, así que podría intentar caminar hasta allá. Por donde quiera que pasara, las luces resplandecientes estaban presentes, al igual que los adornos navideños. Crucé un pequeño un pequeño parque, había docenas de niños cantando villancicos, todos vestidos iguales, con los colores propios de esta época.

Llegué al supermercado y tomé un carrito. Era bastante grande, me sentí algo desorientado al principio, pedí unas cuantas indicaciones a los empleados y llegué al área de repostería. Había hecho un par de pasteles antes con mamá, es por eso que aprendí a cocinar y hacer demás cosas. Hice memoria recordando todo lo que necesitaba.

Tomé los ingredientes requeridos y luego fui por los líquidos. Metí un par de litros de leche al carrito y una botella de jugo.

Al terminar, chequé todo por milésima vez, por si se me olvidaba algo, después de confirmar  las cosas, me dirigí hasta la caja, haciendo fila.

La gente compraba muchas cosas, salían con bolsas enormes cargadas de no sé qué tanto. La cajera me cobró todas las cosas, le entregué el dinero y un chico me empaquetó los artículos. No eran muchas, en una bolsa cupo todo.

Observé el reloj del supermercado antes de salir, estaba a punto de dar las once de la noche. Me apresuré y tomé un taxi en la avenida, no quería arriesgarme a ir en autobús a esta hora. Durante el trayecto mi estómago comenzó a rugir, fue cuando me percaté que no había probado alimento en todo el día.

 Trabajo en un restaurante, fui a un supermercado y no compré nada para almorzar.

Llegué a la entrada del edificio, le pagué al conductor, agradeciéndole. Me bajé del auto, tomando la bolsa y mi maleta con las cosas del trabajo.

Al subir al elevador me encontré con una mujer pelirroja, la vecina de enfrente, la vi en un par de ocasiones cuando salía en las mañanas. La saludé y ella lo hizo de igual forma. Nunca había tratado con ella, pero se veía una persona de confianza y bastante dinero, como todos los que vivían aquí. A excepción de mí, por supuesto.

Abrí la puerta del apartamento con cuidado, no sabía si Sebastián ya estaría dormido o seguiría en la sala. El living estaba a oscuras, la luz de la cocina era la única encendida. Supuse que debería estar en su habitación, fui a la cocina para guardar las cosas que compré.

Al pasar por la barra vi un plato con un ¿sándwich? Tenía una notita encima, la tomé, leyéndola.

“¿Qué opinas de mi arte culinario?

Para ti, Andy.”

Me conmoví, ¿él había hecho esto por mí? Tomé el emparedado entre mis manos y no dudé en darle una mordida. Un gusto amargo impregnó toda mi lengua, sabía tan mal, ¿cómo puede hacer que un simple sándwich sepa tan mal?

Aún así, había sido encantador de su parte, definitivamente la cocina no era la suyo. Pero el saber que se esforzó por mí y lo hizo con la mejor intensión me dejaba muy feliz. Era un buen chico y me lo demostraba sin siquiera pedírselo.

¿Cómo será Sebastián como novio? De tan solo imaginármelo me parecía tan increíble e inalcanzable. Lo tenía en el concepto de amor platónico, pero los besos que nos dimos me descolocaron por completo.

Asumiendo que yo le gustara, ¿sería capaz de hacerlo feliz? Es lo único que quería, su felicidad.

Notas finales:

Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).